Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una nueva vida por JennVilla

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Resultó que James Potter tenía razón en cuanto a que Hogwarts y sus alrededores (y casi todo el Londres Mágico) sería custodiado por las autoridades mágicas, y que todo mago o bruja sería capacitado sobre defensa básica contra cualquier ataque.

Las clases se habían retomado con normalidad y Draco había sido premiado con 150 puntos para su casa por su valentía y actuación en Hogsmeade. Claro, y Lucius Malfoy había tenido que ir varias veces al Ministerio a continuos interrogatorios sobre la utilidad e historia del misterioso broche que había utilizado su hijo esa tarde.

Fue extremamente fastidioso para el patriarca Malfoy ser tildado de poseedor de magia oscura. Pero con un poco de ayuda de James -el Jefe Auror y uno de los mejores en todos los tiempos-, pudo limpiar su nombre por completo; James presentó testimonio sobre el otro broche que poseía Harry y cómo este, junto al de Draco, estaba libre de cualquier vestigio de magia negra. Era magia muy complicada y perteneciente a criaturas mucho más antiguas que Merlín mismo; la obtención de artilugios como estos, era una de las muchas hazañas conseguidas por Salazar Slytherin, y pocas personas -como Lucius Malfoy- eran los que podían dar con el paradero de estas poderosas fuentes de magia.

Después de todo esto, James recibió su recompensa por parte de Lily debido a su buena voluntad al ayudar a Lucius en todo lo que pasó, pues el Auror había actuado desinteresadamente a pesar de que el caso sólo estaba en manos de Inefables.

En Hogwarts las cosas siguieron su curso de la forma más normal posible y Harry fue premiado por su reciente buen desempeño en Encantamientos y DCAO. Era ciertamente una ventaja enorme tener como profesor a uno tan amable y habilidoso como Remus Lupin, aplicando igualmente a Tom Ryddle.


—Harry —Harry levantó la cabeza de su revista de Quidditch para prestar atención a Draco—. ¿Quieres pasear conmigo por las mazmorras? —susurró el rubio.

— ¿Por qué estás susurrando? —susurró también Harry.

Draco miró a ambos lados en el comedor. Blaise estaba frente a ellos charlando con Theo y Pansy. Greg y Vincent no habían bajado a desayunar.

—No quiero que nadie se dé cuenta. Quiero que seamos sólo tú y yo.

Harry frunció el ceño y observó atentamente a Blaise. Al parecer no se había dado cuenta de nada.

—No podemos quedarnos solos, Draco. Blaise les dirá a nuestros padres y entonces no podremos volver a juntarnos.

—Por eso quiero que nadie se dé cuenta —dijo Draco—. Ah, y que eso pase es por tu culpa. ¡Eres un bocazas! No tenías por qué decirles a tus padres sobre nuestro noviazgo.

—No somos novios.

—Pero lo seremos. Por ahora eso no importa, ya me encargaré de hablar con los señores Potter.

—Mucha suerte con ello. —resopló Harry divertido.

—Ahora lo que quiero es que me acompañes a dar un paseo por las mazmorras. —continuó Draco.

—No quiero, es muy aburrido. Podríamos ir a los invernaderos o al salón de música.

—Allí no podríamos utilizar esto. —dijo Draco sonriendo y sacando levemente su broche del bolsillo. Harry sonrió también y tanteó el suyo en el bolsillo de su túnica.

— ¿Crees que podríamos invocar a otro basilisco?

—No. Aquella vez en Hogsmeade apareció porque rogué que algo grande apareciera para espantar a los lobos. Ahora podemos hacer que aparezca algo diferente.

— ¿Algo como qué?

—No sé. Un tesoro tal vez. Si encontramos uno, podremos ahorrarlo o esconderlo para comprarnos una casa cuando seamos grandes.

— ¿Una casa para los dos?

—Obvio —dijo Draco levantando un poco la voz—. Tú y yo viviremos juntos y luego nos casaremos.

—Es mejor que primero nos casemos. —sugirió Harry.

—No importa el orden, y ahora no es momento de hablar sobre eso. Vamos primero a pedir el tesoro.

— ¿Y por qué en las mazmorras?

—Porque allí hay más magia Slytherin. Creo que funcionará mejor.

—Entiendo. Entonces espérame a que termine de comer mis salchichas.

—No podemos retasarnos, Harry —Draco se quejó—. Luego Blaise y Pansy querrán jugar con nosotros al snap en la Sala Común y si no nos ven allí, podrán sospechar. Además, ya quiero darte un beso.

Harry se sonrojó y apenas en ese momento se dio cuenta de que su cabeza estaba muy junta a la de Draco.

—Podríamos pedirle a Blaise que nos cubra cuando nos demos el beso de buenas noches. Siempre lo hemos hecho y no es nada grave.

—No confío en Blaise —rumió Draco—. Puede delatarnos. Además, yo quiero darte un beso especial.

— ¿El de esa vez del partido de Quidditch?

—Sí. ¿No te gustó? —la cara de Draco también estaba sonrojada.

—Me gustó mucho. Pero ese beso es de novios.

—No. Es nuestro beso especial.

— ¿Y por qué nos besaremos en las mazmorras? —preguntó Harry extrañado.

—Exacto, ¿por qué querrían besarse en las mazmorras donde nadie los verá?

La voz de Blaise hizo que Draco Y Harry golpearan sus cabezas por el susto. Cuando levantaron las miradas, Blaise les estaba sonriendo y Pansy se estaba cubriendo la boca y daba saltitos en su asiento.

—No estábamos hablando de besos, Blaise. ¡Lo juro! —dijo Harry apresuradamente. Draco en cambio miró retadoramente al italiano.

—Oh, hermanito. Estoy seguro de que escuché algo de besos. ¿No es cierto, Pans?

Pansy hizo un ruidito ahogado y asintió vigorosamente.

—Pues si tú te puedes besar con Pansy, yo también puedo hacerlo con Harry. —dijo Draco levantando el mentón.

—Pero él y yo nos besamos en las mejillas. —se defendió Pansy.

—Así es. Y ella y yo somos novios. Recuerdo que tía Lily me dijo que debía vigilarlos a ustedes.

—Oh, Blaise, no seas borde —dijo Harry—. No haremos nada malo, ya lo sabes. No le digas nada.

— ¿Y qué me dan a cambio? —dijo él mirándose las uñas.

—Te daré mis cromos especiales y te regalaré un kit de mantenimiento para tu escoba. Uno especial para ella. —negoció Draco.

—Oh, qué lindo —dijo Pansy—. Pero resulta que yo también escuché todo.

—Mamá no te ha dicho nada sobre vigilarnos. —siseó Harry.

—Yo sólo digo. —dijo Pansy.

Harry pensó frenéticamente en algo para ofrecerle. Ya era su turno de ofrecer algo, obviamente, pero el problema era que él no sabía qué negociar con Pansy. Pero Draco le salvó, como siempre.

—Te daré uno de los brazaletes que mi madre ya no usa. Es nuevo y muy bonito; mamá no lo usa porque el vestido que tenía para él ya no le sirve.

—Oh, está bien. Acepto. —dijo Pansy emocionada.

—Y yo también —dijo Blaise—. Ahora vayan y si encuentran un tesoro, deberán compartirlo con nosotros. Somos buenos y no le diremos a Hermione o a Ron, para que ellos no pidan también.

Draco asintió sonriendo y se puso de pie, halando de Harry.

—Vamos, Harry. No podemos atrasarnos.

Harry olvidó por completo su desayuno y sonrió emocionado dejándose llevar por Draco hacia la salida del Gran Comedor.

—Cuida de mi hermanito, Draco. —gritó Blaise detrás de ellos.


— ¿Ya te conté lo que Blaise dijo el otro día? —preguntó Harry bajando las escaleras tras Draco con un lumos en su varita— Él dice que el profesor Tom quiere ser novio de Remus. ¿Tú te lo crees?

—Él quiso ser novio de mi papá. —dijo Draco con simpleza, deteniéndose en un tramo de las escaleras y mirando atentamente a su alrededor.

— ¿En serio? —Harry estaba sorprendido— ¿Y qué dijo tu mamá?

—Eso fue antes de que papá y mamá fueran novios. El profesor Tom iba un año delante de papá y le decía muchas cosas.

— ¿Qué cosas?

—Papá no me lo ha dicho. Pero sí me dijo que al profesor Tom le gustaba dar mucho amor. Él cree que el profesor Tom quiere ser novio del señor Remus y de tu padrino.

— ¿De los dos? No lo entiendo.

—Yo tampoco. Pero mamá cree que él está loco y que esa locura se le quitará cuando hable con la tía Bella. O cuando Severus quiera darle una oportunidad.

— ¿El profesor Snape? —Harry arrugó la nariz— No creo que él quiera tener novio.

—Eso dices tú porque no has visto lo que he visto yo. —Draco se detuvo y giró para mirar a Harry.

— ¿Y por qué no me dices qué sabes tú para saberlo yo?

—Te diré una cosa por cada beso que me des. —Draco sonrió.

Harry no se lo pensó mucho y enseguida se inclinó y besó rápidamente una mejilla de Draco.

—Ahora sí. Dime qué viste.

—Yo me refiero a los besos especiales. —Draco hizo un puchero.

Harry puso los ojos en blanco y volvió a inclinarse para besarle los labios.

—Está bien, ahora dime.

—Yo vi que el profesor Tom le robaba un beso a Severus.

— ¿En dónde? —exclamó Harry.

Draco levantó una ceja y Harry recordó el trato. Así que volvió a besarlo.

—Lo besó en la boca —dijo Draco con una risita—. Severus le empujó enseguida y el profesor Tom se rio.

— ¿Y los has visto en otra ocasión? —Harry volvió a besarle.

—No. Sólo los vi esa vez. Pero vi algo mejor otro día, cuando tú fuiste a visitar a Ron en Gryffindor.

— ¿Qué? —otro beso.

—Vi que el profesor Tom estaba persiguiendo al señor Lupin.

— ¿Y le atrapó? —otro beso.

—No. Oh, Harry, lo que vi después fue alucinante.

— ¿Qué fue? —Harry exclamó.

—Dame mi beso.

—Me estoy cansando.

— ¿Besarme te cansa?

—No es eso exactamente. Tengo que inclinarme mucho.

Draco puso los ojos en blanco y subió un escalón para estar al mismo nivel de Harry.

— ¿Qué tal ahora?

—Perfecto. Ahora dime qué viste. —Harry le besó rápidamente.

—Vi que el señor Lupin reía y se convertía en el mismo lobo que vimos en Hogsmeade.

— ¿Eso fue antes del ataque de los lobos? —Harry le besó con impaciencia.

—No, fue hace poco. Como te iba diciendo, el señor Lupin se convirtió en lobo y salió corriendo. ¿Y a que no adivinas?

— ¿Qué?

—Por esta vez te perdono lo del beso, no podemos demorarnos más. El profesor Tom se convirtió en una pantera muy grande y salió corriendo detrás del lobo del señor Lupin.

— ¿Una pantera? —Draco trató de retener a Harry para que el beso durara más, pero Harry se retiró entre risitas.

—Sí. Le he mencionado a mi papá si sabía algo de que el profesor Tom fuese animago y dijo que no sabía nada.

— ¿Y qué hicieron después? ¿Remus y el profesor Tom?

Draco le miró ofendido y le tendió la mano para continuar bajando las escaleras.

—No soy chismoso, Harry.

—Lo sé, lo siento. No quise que sonara así.

—No importa —Draco suspiró con cansancio—. No quiero bajar más escalas, ¿por qué no intentamos aquí? —se habían detenido en un escalón particularmente ancho.

—Como tú quieras. En realidad, no sé qué hacer con el broche. —dijo Harry sacando el suyo del bolsillo y mirándolo con curiosidad.

—Sólo levántalo y piensa en el tesoro.

— ¿Y si no aparece?

—Piensa en la mejor escoba de carreras.

—Esa ya la tengo. Y tú también.

—Entonces no sé. —dijo Draco encogiéndose de hombros.

—Piensa tú en el tesoro y yo miraré en qué pensaré. —sugirió Harry. Draco accedió y levantó su broche cerrando los ojos apretadamente.

Frente a ellos se materializó un cofre negro y mediano muy simple. Los dos niños supusieron que era el tesoro, pero al abrirlo, no encontraron nada allí.

— ¿Y ahora qué? —preguntó Harry

—No lo sé. —Draco levantó nuevamente el broche y cerró los ojos. Una cadena plateada muy grande apareció dentro del cofre. En uno de sus extremos, una piedra pequeña verde muy brillante llamó la atención de ambos chicos.

— ¿Este es el tesoro? —Harry se inclinó e intentó tomar la piedra, pero un fuerte siseo, similar al del primer día en la sala común de Slytherin, se dejó escuchar. Draco gritó y el lumos de su varita se apagó a medida que él caía de espaldas. Harry en cambio se quedó petrificado al ver aparecer una figura monstruosa delante de él.

Un ser alto, calvo, pálido, con unos ojos totalmente rojos. En donde debería estar la nariz, había dos orificios muy parecidos a las rendijas nasales de una serpiente.

— ¡Desaparécete, desaparécete! —gritó Draco levantando el broche y apuntando con este a ese horroroso ser — ¡Vete de aquí! ¡No tocaremos tu tesoro!

Harry perdió la compostura y empezó a temblar incontrolablemente mientras las lágrimas caían raudas por sus mejillas. El terror estaba nublando su mente.

— ¡Harry! ¡Corre! —Draco apremió— ¡Vámonos de aquí! ¡Vamos a avisarle a Severus o al profesor Tom!

Harry quiso hablar, pero no pudo. Y no lo entendía. El basilisco que había visto en Hogsmeade era sin duda más aterrador que esa cosa frente a él. E incluso los otros muchos monstruos que su padre le había mostrado en un libro, antes de entrar a Hogwarts. No entendía por qué no era capaz de moverse, ni por qué su cuerpo no dejaba de temblar. A fin de cuentas, aquel monstruo sólo estaba ahí parado, mirando un punto indefinido en la pared, sin prestar atención a Draco Y Harry.

— ¡Harry! ¿Qué te pasa? ¡Tenemos que irnos! —Draco gritó de nuevo— No quiero estar más aquí… ¡Levanta tu broche y haz que desaparezca!

Harry quiso hacerlo, pero no pudo; estaba totalmente aterrorizado. Draco se puso de pie tentativamente, sin dejar de mirar al monstruo, y se acercó a Harry. Le abrazó y le susurró, aún en medio del miedo que sentía:

—Harry, levanta tu broche. Hazlo por mí; no quiero ver más a ese monstruo. Tenemos que irnos —Draco bajó aún más la voz—. Él no es real, Harry. ¿Recuerdas que el basilisco fue sólo una imagen? Esto es igual. Hazla desaparecer con tu broche y vámonos, Harry. Hazlo por mí —repitió. Harry movió un poco su brazo. Pesaba, pesaba horrores y Harry aún no entendía por qué—. No tengas miedo, Harry. Estoy contigo y te quiero. Es hora de irnos.

Harry cerró los ojos procesando las palabras de Draco y en un valiente impulso, levantó el brazo con el broche, e imploró que esa cosa se fuera de ahí. Cuando los abrió nuevamente, el monstruo y el cofre habían desaparecido y Draco a su lado suspiró aliviado.

—Pensé que nunca lo harías —dijo—. No tienes que asustarte tanto, Harry. No es real.

Harry recuperó lentamente la tranquilidad.

—Si no es real, ¿entonces por qué querías bajar por un tesoro? —reclamó— ¡No nos serviría de nada!

—Ajá. —dijo Draco tan pancho.

— ¿Y entonces? —cuestionó Harry nuevamente.

—Sólo quería entretenerme un poco con los broches. Además, era hora de que tú usaras el tuyo —Harry bufó con fastidio y dio la vuelta para subir las escaleras—. También quise bajar aquí para que nos besáramos. —agregó Draco detrás de él.

—No te creo.

— ¡Te lo juro! Tenía muchas ganas de besarte.

—Entonces hubiéramos ido a los invernaderos o a la sala de música, como te dije.

— ¡Allá no hay privacidad! —se defendió Draco. Harry suspiró y sonrió muy a su pesar.

—Estoy de acuerdo —dijo, mirando a Draco—. Ahora tú tienes que besarme por el susto que pasé ahora. Me lo merezco.

Draco sonrió ampliamente y se abalanzó sobre Harry para abrazarle con fuerza. Luego le dio un tímido beso en los labios y Harry se lo devolvió. Ambos rieron con nerviosismo y continuaron su camino para dejar atrás las profundidades de las mazmorras y subir a su sala común.

—Blaise no se puede dar cuenta de que nos hemos besado tanto. —dijo Harry después de un rato.

—No se lo diremos. —dijo Draco con una sonrisita cómplice.

Notas finales:

¡Una mini-maratón!

¡Hola a todos! Espero que les haya gustado las actualizaciones de hoy.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).