Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una nueva vida por JennVilla

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Era muy inusual que Harry despertara tan temprano. Si así pasaba, era porque estaba en su casa y James le despertaba para llevarlo de paseo en su escoba antes de que Lily despertara, o que Sirius entraba corriendo a su cuarto en su forma animaga para abalanzarse sobre él y hacerle cosquillas.

Hoy no había podido quedarse más tiempo en su cama, pues su sueño había estado plagado de monstruos de la infancia, de sus padres decepcionados de él, y de Draco alejándose cada vez más.

Harry frunció el ceño ante el espejo al ver que tenía muy mal semblante. Se suponía que con una buena ducha todo se arreglaría, pero al parecer ese no era el caso. Bah... no es que importara mucho, de todas maneras; él no era tan vanidoso como Blaise y Draco.

Con un último suspiro, anudó su corbata y salió del baño. Blaise estaba acostado sobre su vientre durmiendo plácidamente y la cama de Draco continuaba con las cortinas cerradas.

Una nueva oleada de enojo mezclada con tristeza envolvió a Harry antes de andar a zancadas hasta su cama y alcanzar su maletín. Lo sentía mucho por Blaise, pero él no se creía capaz de soportar un desayuno con la extraña actitud de Draco.


— ¡Harry! ¿Qué haces aquí tan temprano? —saludó Hermione desde su mesa en el Gran Comedor.

—Hola, Mione... —dijo él con desaliento— es sólo que no dormí muy bien, así que mejor aprovecho el tiempo.

—Me parece muy bien. Si así empiezas el año, lo terminarás muy bien.

— ¿Qué, te refieres a tener mal sueño? —bufó Harry tomando un poco de té. ¿Dónde estaba el verdadero desayuno?

—No —dijo ella—. Me refiero a aprovechar el tiempo. Por ejemplo, ahora puedes estudiar un poco para Aritmancia, ¿no? Saca tu libro y hagámoslo juntos.

Harry golpeó con su cabeza la mesa.

—No he escogido Aritmancia como opcional, Hermione. Sólo Cuidado de Criaturas Mágicas y Adivinación.

Hermione, milagrosamente, no le reprochó nada.

—Bueno, entonces saca tu libro de Adivinación. Eso no te exime de estudiar. Por ejemplo, yo sé que uno de los principios básicos para leer las cartas es-

— ¡Hermione, no por favor! —gimió Harry— Me estoy muriendo de hambre ahora y no quiero escuchar nada de las clases. Ya me daré cuenta de todo lo que dices cuando esté en el aula de adivinación —Hermione bajó la mirada y Harry se sintió tremendamente mal—. Pero gracias por todo, ¿eh? Ya sé a quién acudiré cuando tenga dudas. —Harry pasó uno de sus brazos por los hombros de la chica y ella rio un poco.

—No. Yo debo concentrarme en lo mío, Harry. Y eso mismo le diré a Ron.

Harry le miró socarrón y Hermione suspiró con fastidio.

Por fin apareció desayuno decente y Harry se apresuró a devorar el suyo. Su humor había mejorado bastante y ahora tenía el firme propósito de disfrutar su primer día de clases.

Dirigió su mirada hacia la mesa de los profesores encontrándose con unos pocos de ellos. Dumbledore estaba en el centro de la mesa conversando con la profesora Sprout. La profesora McGonagall bebía té mientras revisaba unos pergaminos y el profesor Tom estaba entrando por una puerta contigua al estrado, llevando del brazo a una mujer con abundante cabello negro y rizado.

— ¿Quién es ella? —Harry preguntó a Hermione.

—Oh, ella es Bellatrix Black. Es hermana de la señora Malfoy, ¿no lo sabías? Es una duelista muy buena y según Marietta, es la prometida del profesor Tom.

Harry casi escupe su jugo de calabaza escuchando lo último. Centró su mirada en ambos magos y tuvo que reconocer que se veían muy bien. Bueno, bien hasta que Remus y Severus entraron también y Tom les guiñó un ojo a ambos descaradamente.

— ¡Jaj! —Harry bufó— No creo que eso sea cierto. El profesor Tom parece que nunca se va a casar.

Hermione rio por encima de su taza y miró al profesor.

—Marietta es una chismosa, Harry, no puedes creerle nada. Bellatrix fue profesora de duelos en Rusia; ahora está viviendo aquí y supongo que el profesor Tom le ha pedido que le ayude en su clase. ¡Oh, Harry! ¡Estoy muy emocionada! Yo también quiero ser duelista como ella.

— ¿Eso es una profesión? —preguntó Harry.

—Lo es si quieres educar. Yo quiero ser profesora. —Hermione levantó el mentón y Harry le sonrió.

—Estoy seguro de que te verías muy bien, Hermione. —dijo una voz detrás de ellos. Era Theo.

Y Hermione se sonrojó cuando le vio.

Y Harry no entendió por qué.

—Hola, chicos —saludó el Slytherin, sentándose al otro lado de Hermione—. ¿Cómo estás, Hermione? —preguntó con una sonrisa encantadora. Harry frunció el ceño.

—Estoy bien, ¿y tú? —dijo ella sonriendo— ¿También irás a Aritmancia?

La cara de desilusión de Theo no tenía precio.

—No —la cara de desilusión de Theo no tenía precio—. Yo... yo pensé que tú irías a Runas Antiguas.

— ¡Qué mal! —se lamentó Hermione— Pero podemos ir a DCAO juntos, ¿no?

— ¡Claro! —Theodore volvió a sonreír— Antes de que se me olvide, ¿quieres ir conmigo este fin semana a Hogsmeade?

Lo había dicho tan apresuradamente, que Harry apenas le entendió. Pero cuando lo hizo, estiró el cuello sobre la cabeza de Hermione.

—Teníamos pensado en ir a Hogsmeade también —dijo Harry—. Pero Ron, Mione y yo, Theo.

Hermione giró la cabeza rápidamente y le miró confundida. Pero Theo ni se inmutó.

—Puedo ir con ustedes entonces. —dijo tranquilamente.

—Bueno, ya sabes... —Harry no quería ser rudo con Theo— Ron y Hermione querrán quedarse solos. Así que tú y yo podemos ir a Zonko mientras tanto.

Theo perdió el gesto afable y miró a Hermione.

—Creí que-

—No te preocupes, Theo —dijo ella—. Harry y yo podremos salir otro día, ¿no es cierto, Harry? —la mirada cargada de intención de ella, frenó a Harry de decir cualquier otra cosa— Luego hablaremos mejor sobre ello.

Theo recuperó la sonrisa y se puso de pie, olvidándose de su desayuno.

—Está bien. El primer fin de semana siempre es el mejor para pasear por Hogsmeade.

Dicho esto, se despidió y salió corriendo. Hermione le observó atentamente hasta que desapareció.

— ¿Y Ron? —preguntó Harry inmediatamente— ¿Estás enojada con él?

Hermione se acomodó de nuevo en su puesto y suspiró.

— ¿Puedes creer que apenas y me prestó atención, Harry? Ayer, al final de la cena, me esperó. Y como siempre, yo pensé que me acompañaría hasta la torre Ravenclaw, pero él se entretuvo con Parvati y Lavender y se olvidó de mí.

Harry guardó silencio, sin saber qué decir.

—Además, Theo es un buen amigo —agregó ella—. En vacaciones, coincidimos varias veces en Francia y me invitó a una excursión por Beauxbatons. ¡Es precioso, Harry!

— ¿Quién? ¿Theo? —Harry hizo una mueca. Theo era atractivo, pero no como Draco. Por suerte, para su propia tranquilidad, no fue verdaderamente consciente de sus pensamientos.

— ¡Harry! —Hermione dejó salir una carcajada— Hablo del Colegio de Francia.

—Ya veo. Entonces te doy mi bendición.

— ¿Ah?

—Así es. Si quieres andar con Theo, me parece bien —Harry le sonrió—. Él es muy buen chico. La señora Weasley le dio su bendición a Percy para salir con Penélope, yo los escuché. Así que así hago contigo.

Hermione contuvo la risa y más bien le abrazó mientras hacía el mismo sonido que hacía Pansy al ver algo lindo.

—Está bien. Estoy más tranquila —ironizó ella. Harry le empujó suavemente con su hombro—. Oh, mira. Allí vienen los demás. —dijo Hermione separándose de él.

Draco, Pansy, Blaise, Vincent y Greg entraban por las grandes puertas del Comedor. Harry apresuró su desayuno y, lamentablemente, no pudo terminar sus salchichas.

—Tengo que irme —dijo—, ya es tarde y Ron aún no baja, así que iré a por él.

—Espera, Harry. ¿Pasa algo entre ustedes? —preguntó Hermione mirándole con atención.

—No pasa nada, Mione. Es sólo que ya es tarde.

—Queda tiempo para-

—No si hablamos de Ron —se excusó Harry con una sonrisa—. Nos vemos luego.

Harry se puso de pie y acomodó su maletín en uno de sus hombros, para salir de allí. Pansy alcanzó a verlo y corrió hacia él.

— ¿A dónde va el señor? —preguntó altaneramente frente a él— ¿Por qué no nos esperaste?

—Debido a que todos ustedes irán a Runas Antiguas o Aritmancia, decidí que alguien como yo, que irá a Adivinación, no debería importunarles.

Harry al darse cuenta de su tono grosero, miró a Pansy con culpabilidad.

—Eres un tonto —ella chasqueó la lengua—. Espero que no empieces tú también con tus tonterías como los otros dos —dijo, mirando a Blaise y Draco quienes se acomodaban junto a la mesa. Ambos chicos evitaban hablarse—. ¿A dónde vas?

—Iré a por Ron. Él también va a Adivinación.

—Muy bien. Entonces nos vemos luego en Pociones —dijo Pansy—. Aunque yo no me hable con Draco, él si me habla a mí y me dijo que te preguntara si estabas bien.

Harry miró a la mesa de los Slytherin y vio a Draco mirándole fijamente.

—Dile que estoy bien —dijo encogiéndose de hombros—. También dile que si podemos hablar luego.

— ¿Y qué me das? —sonrió ella. Harry sonrió y le hizo una mueca a su amiga.

Antes de arrepentirse, decidió salir del Gran Comedor de una vez por todas. Sentía en su nuca una sensación muy molesta debido a la mirada de Draco.

A veces no podía entender al rubio, por más que quisiera.


La primera clase de Adivinación había resultado ser una de las peores que Harry hubiera pensado. Si Trelawney no estaba dejando caer tazas y porcelanas a cada instante, estaba alabando las cualidades del profesor Tom, o diciendo cosas sobre que, en otra realidad alterna, había existido un poderoso mago oscuro.

Ron y Harry bajaban las escaleras de la torre con desánimo y con los estómagos rugiéndoles. Más que todo Ron pues, no había desayunado.

—No quiero volver aquí —dijo Ron bostezando—. Debí hacer caso de las advertencias de Fred y George, pero no puedo culparme, Tú nunca sabrás si ellos hablan en serio o no.

—Podríamos hablar con Dumbledore sobre cambiar de asignatura —sugirió Harry mientras llegaban al pasillo del final de las escaleras—. Le diremos que fue un error y preferimos tomar Aritmancia.

— ¿Aritmancia? —Ron hizo una mueca— Prefiero vivir.

—Pues yo quiero estar en esa materia. Allí están Draco y Pansy.

—Allí también está Hermione, y, aun así, no quiero ir allí. —dijo Ron.

—Hermione está enojada contigo. Sólo para que lo sepas.

— ¿Qué? ¿Por qué lo dices, Harry? —preguntó Ron alarmado.

Harry no respondió, pues se entretuvo viendo cómo Draco venía hacia ellos, después de haber girado una esquina del pasillo.

— ¡Harry! ¿A dónde vas? —inquirió Draco al verle, acelerando el paso.

Harry no se había dado cuenta de que iba en dirección a Encantamientos, la siguiente clase de Ron.

—Eh... —titubeó— iba a acompañar a Ron a su clase.

Ron contuvo una risa y Draco levantó una ceja con escepticismo.

—Ron, ¿puedes continuar solo? —preguntó— Lo digo porque se nos está haciendo tarde para nuestras respectivas clases, y al parecer, Harry olvidó que tenemos Pociones y que al profesor Snape le molesta la impuntualidad.

— ¡Pero yo no he comido nada! —exclamó Ron.

—Puedes pedirle permiso a Remus para comer algo. —dijo Harry, rogando en su interior para que Ron se fuera.

—Tengo suerte de que sea él el profesor. —reflexionó el pelirrojo con gesto serio, y sin decir más, siguió su camino.

Draco asintió pensativamente y se giró hacia Harry.

— ¿Cómo estás?

De repente, Harry sintió un nudo en su garganta y abrió los brazos exasperadamente.

— ¿Y tú cómo crees que estoy? ¡Tú estás muy raro conmigo y yo no sé qué es lo que pasa!

Draco sonrió un poco y se adelantó para enseguida abrazar a Harry. El azabache no dudó en corresponder; rodeó el torso de Draco con sus brazos y le apretó con fuerza. Draco enterró la cara en el hueco de su cuello y suspiró.

—No puedo. —dijo muy bajito, pero Harry le escuchó.

— ¿Qué no puedes? ¿Qué es lo que pasa, Draco? ¿Tuviste problemas con tus padres? ¿Hice algo mal? ¡Necesito que-!

Draco le interrumpió separándose un poco y besándole con fuerza una mejilla. Luego se apartó del todo y empezó a caminar a largas zancadas. Harry no tardó en reaccionar y le siguió, tratando de acoplar su paso con el de Draco.

— ¡Draco, te exijo que me expliques qué es lo que te pasa! —gritó— ¡No sigas caminando!

—Vamos tarde para Pociones, Harry —se excusó él, sin mirarle—. Luego podemos hablar.

— ¡No!

—Sí. ¿Te imaginas que papá se dé cuenta de que me perdí una clase?

—Pues yo responderé ante él. —jadeó Harry por la prisa. Draco se detuvo y giró hacia él.

— ¿Recuerdas lo que hablamos anoche? —preguntó.

— ¿La tontería esa de no besarnos más porque ya no somos niños? —Harry le miró herido.

—Exacto. Y no es una tontería, Harry. Eso de "casarnos cuando grandes" o "los tesoros", son cosas que unos niños soñarían. ¡No nosotros!

— ¿Y cuántos años crees que tienes, Draco? —Harry levantó una ceja— ¿Dieciséis? ¡Seguimos siendo niños!

—No, no es así.

—Eso es una tontería y lo sabes. Si lo que quieres decirme es que ya no quieres ser mi amigo, ¡entonces dilo de una vez!

— ¿Qué? —Draco lucía confundido— ¿Quién dice que no quiero ser tu amigo?

—Eso es lo que quieres dar a entender.

— ¡No, eso es ilógico! —exclamó Draco— Hemos sido amigos desde siempre y así lo seguiremos siendo.

— ¿Y entonces? —Harry estaba desesperado.

— ¡Que ese juego de "ser novios" o idear planes para un futuro no sirve! Y los besos... Harry, nos besamos en las mazmorras y-

— ¿Y qué tiene? ¡Así como tú dices, éramos unos niños! ¡Eso no tiene nada que ver!

—Harry...

—Mira, entiendo tu punto. Pero no es necesario que te alejes así de mí, ¿entiendes? —Harry se acercó a Draco y posó una mano en uno de sus brazos— Puedo entender que un futuro conmigo no sea lo que tú quieras tener, pero-

—Oh, Harry. ¡Eso es lo que más deseo! —dijo Draco abrazándole de nuevo— Estar contigo de cualquier forma sin importar qué. Pero no puedo obligarte a estar en una situación conmigo desde tan pequeños, ¿entiendes? Puedes sentirte agobiado y ya no querer hablarme.

Harry se relajó en el abrazo y lo correspondió de manera pausada y suave.

—Lo entiendo... —dijo, sin saber qué más agregar— entonces podemos ser amigos mientras tanto, ¿no? Como siempre.

Draco rio suavemente.

—Créeme, yo con doce años no te veía como un amigo cuando caminábamos de la mano o con los besos en las Mazmorras.

— ¡Draco! —Harry se rio, evitando pensar en el calor en todo su rostro— ¿Así de pervertido has sido siempre?

— ¿Eh? ¿De qué hablas? No querrás decir que yo pensaba en cosas de adultos, ¿no? —Draco estaba ofendido.

— ¡Yo no he dicho nada! —Harry rio y levantó ambas manos.

—Más te vale.

Los dos chicos se miraron sonriendo y se quedaron un momento así, sin hablar. Sólo contemplándose y pensando simplemente en la presencia del otro.

—Podemos seguir siendo amigos, sólo amigos —dijo Harry después de un rato—. No nos besaremos ni nos daremos la mano. Una vez oí a mamá decir que para todo había tiempo y supongo que para lo nuestro también. Bueno, si es que quieres ser algo más que mi amigo en un futuro, ya sabes...

Draco sonrió e inclinó la cabeza para besar a Harry en la mejilla. Harry notó con alegría cómo dos pequeños girasoles brotaban del bolsillo en el pecho de la túnica de Draco.

—Podemos seguir besándonos así. No tiene nada de malo.

—Está bien —exhaló Harry, sin dejar de mirar los girasoles cada vez más grandes—. Son muy lindos.

Draco bajó la mirada y reparó en las flores amarillas.

—No les pongas atención. Últimamente salen con frecuencia y mamá ha sugerido llevarme al medimago.

—No hay por qué. Desde que no te duela, todo está bien.

—Pero son flores de chica, Harry. —Draco puso los ojos en blanco.

—Las flores son para todos. —dictaminó Harry ganándose un coscorrón de Draco.

Un revuelo de telas se dejó escuchar y el profesor Snape apareció en el pasillo con el rostro velado por la preocupación. Cuando vio a ambos chicos sanos y salvos, se recompuso totalmente y levantó una ceja con desdén.

—10 puntos menos para Slytherin. —dijo sin más.

— ¿Qué? ¡Padrino! ¿Cómo vas a quitar puntos a tu casa? —Draco no cabía en sí de la sorpresa.

—No me importa. Eso les enseñará a no andar por ahí, sin entrar a clase.

— ¡No nos puedes hacer eso, Severus!

— ¿Ah no? Pues mira cómo le envío una nota a tu padre y otra nota a Lily.

— ¡No, profesor Snape! —Harry imploró— ¡Mamá me matará!

—Un Potter menos. —el profesor se encogió de hombros.

— ¿Qué? —Draco se ofuscó, siendo ignorado por el profesor.

—Ya que no se han dignado a estar clases, supongo que las pociones para eliminar las babosas carnívoras se les da de maravilla —dijo con lentitud—. Unas cuantas de esas babosas estarán complacidas de contar con manos expertas para empacarlas en sus recipientes.

— ¡Soy tu ahijado, Severus! Está bien que Harry lo haga, pero-

— ¡Si lo hago yo, lo haces tú! —gritó Harry.

— ¡Ya verás que no! —respondió Draco ofendido.

Severus puso los ojos en blanco y dio vuelta para regresar a clase, dejando atrás a dos estudiantes gritones.

Notas finales:

¡Gracias por leer!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).