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Una nueva vida por JennVilla

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—Así que espero que después de todo esto, ustedes se sepan defender de los ataques a traición. No son hechizos en latín, pero sirven con un poco más de eficacia que los demás.

Bellatrix suspiró y arregló con esmero los volantes de su vestido negro. Todas las chicas le vitorearon y los chicos contemplaron con lástima al profesor Tom, quien había caído al otro extremo del salón.

—Dijiste que no ibas en serio. —se quejó Tom, poniéndose de pie con un poco de trabajo.

—Si quieres enseñar, y que tus alumnos aprendan algo, tienes que asumir las consecuencias. —Bellatrix sonrió coqueta y se soltó el cabello, dejándolo libre en su espalda.

Harry miró de Bellatrix a Tom, y de Tom a Bellatrix. Luego miró a Draco.

—No es cierto.

—No estoy asegurando nada —dijo Draco en voz baja, mientras todos los estudiantes recogían sus pertenencias y salían del aula despidiéndose de ambos adultos—. Pero mamá dice que ellos se van a casar.

— ¿Y tú te lo crees? ¡El profesor Tom nunca se casaría!

— ¿De qué hablan? —Blaise llegó a ellos con una mejilla ligeramente manchada por pintalabios. Harry frunció el ceño.

—Harry dice que Tom y Bella no se casarán. —informó Draco.

—Eso es lo más obvio —Blaise sonrió cómo cuando sabía algo que los demás no—. Yo puedo asegurarlo.

—Ah, ¿sí? ¿Y cómo? —demandó Draco.

—Porque ellos no tienen ese tipo de relación —explicó Blaise—. Bueno, no después de que entren en las habitaciones privadas del profesor Snape. Junto con él.

— ¡Qué tontería! Seguramente se trataba de una reunión.

—Yo puedo asegurar que no. —Blaise volvió a sonreír.

— ¡Basta! ¡No quiero escuchar más! —Harry se cubrió las orejas y se dirigió a la salida del aula, no sin antes ser detenido por Bellatrix

— ¡Hola, Harry! —la mujer sonrió antes de inclinarse un poco y besarle la mejilla sonoramente. Harry adivinaba que una mancha había quedado ahí— Ese beso fue de parte de Lily. Dice que te extraña mucho.

— ¿Cómo está ella? —preguntó Harry ansiosamente— En la última carta dijo que iría a Francia con la señora Malfoy. Dijo algo sobre semillas y frutos.

—Oh, pero qué ternurita eres, Harry... —Bellatrix sonrió— tú mamá se refiere a que va a buscar la forma de traerte un hermanito.

— ¿De nuevo? Pero yo con Blaise estoy bien.

—Es diferente para tus padres, guapo. Ellos quieren a alguien que sea... de ellos, ya sabes. Ahora déjame darte mi beso y vete. Tu madre me pidió que estuviera al pendiente de ti... y de ti, también, jovencito.

Draco se sobresaltó cuando intentaba hacer caer a uno de Ravenclaw.

—Lo siento, tía.

Bellatrix bufó y se inclinó nuevamente para besar a Harry en la otra mejilla. Harry le sonrió y salió del aula siendo detenido nuevamente.

—Hola, Harry.

Cho le miraba con un leve sonrojo en sus mejillas y Harry se rascó la nuca nerviosamente. Cho era la chica más bonita que había visto en Hogwarts.

—Hola, Cho. ¿Cómo estás?

—Estoy un poco agotada. La profesora Bellatrix puede ser un poco exigente, ¿no?

—Tienes que sufrir las consecuencias si es que quieres aprender. —la voz de Draco salió venenosa. Harry no le había visto llegar.

—Draco...

—No importa, Harry. Tu amigo tiene razón —Cho sonrió con candidez y Harry le correspondió—. ¿Tienes clase en las últimas horas? Es que han traído un nuevo piano a la sala de música y quería mostrarte algo.

— ¿Qué le vas a mostrar? —preguntó Draco.

—Pues cómo toco el piano —dijo Cho con obviedad—. Papá me ha enseñado desde que yo era pequeña.

—Pues dile a tus amiguitas que vayan a verte. —dijo el rubio y Harry oyó la carcajada de Blaise detrás de él.

— ¿Y qué problema hay con que Harry vaya a verme? —Cho se cruzó de brazos.

—Ninguno, Cho, pero no tengo esa hora libre. Tal vez otro día, ¿sí? —Harry preguntó tratando de bloquear con su cuerpo, el cuerpo de Draco.

—Oh, está bien. No hay afán. —dijo Cho sonriendo nuevamente. Ondeando la mano, salió corriendo por el pasillo. Hermione y Marietta estaban por allí, y se unieron a ella para luego dirigirse a la siguiente clase.

— ¿Tú quieres ir? —Draco se oía indignado— Pues para eso mejor vamos tú y yo y te muestro cómo toco el violín.

Harry sonrió y dio vuelta para enfrentarse a Draco.

— ¿Y cómo lo tocas? —dijo con una voz que nunca creyó que saldría de su boca. Trató de actuar lo más normal posible después de eso.

Draco abrió la boca, la volvió a cerrar y repitió el movimiento sin saber qué decir. Blaise volvió a estallar en carcajadas y antes de que los tres chicos salieran corriendo de allí con un dolor en sus traseros, Bellatrix les lanzaba un hechizo para poder cerrar la puerta del aula.


—Estas magníficas criaturas son muy inteligentes. Lo primero que ustedes tienen que saber de los hipogrifos, es que son orgullosos —dijo Hagrid en la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas—. Se molestan con mucha facilidad así que nunca ofendan a ninguno, porque podría ser lo último que hicieran.

«Tienen que esperar siempre a que el hipogrifo haga el primer movimiento —Pansy se estremeció de pies a cabeza y se sujetó del brazo de Blaise—. Es educado, ¿se dan cuenta? Ustedes van hacia él, se inclinan y luego esperan. Si él responde con una inclinación, querrá decir que les permite tocarlo. Si no hace la inclinación, entonces es mejor que se alejen de él enseguida, porque puede hacer mucho daño con sus garras. Bien, ¿quién quiere ser el primero?

La mayoría de los estudiantes retrocedieron. Todos sabían de sobra las buenas intenciones de Hagrid al querer mostrarles esas "magníficas criaturas", pero una cosa era confiar en el semi-gigante y otra en los hipogrifos.

—Yo. —se ofreció Harry.

— ¡No! —Draco le detuvo— ¿Qué tal que ese pollo te mate?

—No es un pollo, Draco. —dijo Vincent.

— ¡Cállate! —gruñó Draco— Harry, no puedes ir. Deja que Blaise vaya, o Ron.

—Gracias por lo que me toca, ¿eh? —Blaise fingió estar herido— Si Harry quiere ir, entonces déjalo. Tú te lo pierdes.

— ¿Me pierdo de qué? ¿De que me mate un pollo gigante?

—De volar sobre un "pollo gigante". —Blaise señaló hacia delante, donde Harry se acercaba lentamente al hipogrifo. Draco se mordió el puño conteniendo un grito y dio la espalda para no ver la inminente muerte de Harry.

—Muy bien, muchacho —Hagrid susurró con los ojos brillantes de emoción—. Ahora inclínate lentamente... no hagas movimientos bruscos, porque le asustas.

Decir que Harry tenía miedo, era quedarse corto. Mientras daba pequeños pasos sin perder de vista los ojos del hipogrifo, Harry se arrepentía por haber sido tan entusiasta en complacer a Hagrid.

Sentía sus músculos entumecidos por el terror y si no hubiera sido porque quedaría en vergüenza ante Draco, hubiera salido corriendo. Así que con todo el valor que pudo reunir, siguió las instrucciones de Hagrid y empezó a inclinarse con lentitud, sin apartar la mirada del animal.

—Muy bien, Harry. Ahora debemos esperar a que él se incline también. Aguanta un poco.

Los segundos que pasaron se le hicieron eternos a Harry, pero al fin el hipogrifo accedió, flexionando un poco las patas y bajando su cabeza. Ahora que ya tenía su confianza, Harry podía apreciar la belleza de la criatura y saber que podía montar sobre ella le llenó de emoción.

—Listo —Hagrid casi grita de alegría—. Vamos muchachote, Harry quiere dar un paseo.

Hagrid palmeó levemente el lomo del hipogrifo haciendo que este se acomodara para que Harry pudiera subir.

—Bien, Harry —dijo Hagrid—. Buckbeak es un buen chico, así que no tengas miedo. Quédate ahí, detrás del nacimiento del ala. Y procura no
arrancarle ninguna pluma, porque no le gustaría...

Harry puso el pie sobre el ala plegada de Buckbeak y se subió en el lomo. Buckbeak se levantó. Harry no sabía de dónde debía agarrarse: delante de él todo estaba cubierto de plumas.

— ¡Vamos! —gritó Hagrid, dándole una palmada al hipogrifo en los cuartos traseros.

A cada lado de Harry, sin previo aviso, se abrieron unas alas enormes. Apenas le dio tiempo a agarrarse del cuello del hipogrifo antes de remontar el vuelo. No tenía ningún parecido con una escoba y Harry tuvo muy claro cuál prefería. Muy incómodamente para él, las alas del hipogrifo batían debajo de sus piernas. Sus dedos resbalaban en las brillantes plumas y Harry trató de no apretar en un puño el plumaje de Buckbeak y más bien buscó con la mirada a Draco.

Su amigo le observaba con fascinación. Sus ojos grises, incluso en la distancia, brillaban con orgullo y cariño y Harry, aún con miedo a caerse de allí o que el hipogrifo decidiera comérselo, se sintió el rey del mundo.

Buckbeak sobrevoló el prado y descendió. Era lo que Harry había temido. Se echó hacia atrás conforme el hipogrifo se inclinaba hacia abajo. Le dio la impresión de que iba a resbalar por el pico. Luego sintió un fuerte golpe al aterrizar el animal con sus cuatro patas revueltas, y Harry se las arregló para sujetarse y volver a incorporarse con dignidad.

Todos le vitorearon e iniciaron una fila para también montar en los demás hipogrifos. Harry se limpió un poco las manos en su túnica y se reunió con sus amigos que esperaban en la fila.

Antes de que Pansy se le abalanzara por un abrazo, o que Blaise le palmeara el hombro, Draco se adelantó y le abrazó con fuerza para luego besarle una mejilla.

—Lo has hecho genial. Te veías muy bien ahí.

Harry sintió las orejas arder y se atrevió a levantar la mirada para encontrarse con la de Draco.

—Gracias... No puedo esperar a verte ahí también.

Draco sonrió y se apartó un poco.

—Espero tener la misma valentía que tú.


Había sido un verdadero milagro que Harry no cayera dormido en medio de la cena.

Las clases de ese día le agotaron física y mentalmente y en lo único en que podía pensar, era en dormir por siempre. Gracias a Hermione pudo tranquilizarse por la tarea teórica de DCAO y aunque Draco no había querido darle la suya de pociones, Harry estaba seguro de que su amigo se apiadaría de él.

Y como si el destino le estuviera jugando una mala pasada, después de la cena casi no pudo regresar a las mazmorras ya que Ginny, Colin y Cho querían hablar con él, mostrarle algo en su nueva cámara muggle, o insistir en llevarlo a la sala de música.

Harry tenía que agradecer que Pansy hubiera intervenido y que Draco no hubiera tenido tiempo de hacerlo. No se imaginaba el escándalo de no haber sido así.

La noche ahora estaba acompañada de los cercanos chapoteos del Calamar Gigante y de alguna momentánea corriente de frío. Harry bostezó nuevamente y se lanzó sobre su cama sin energías para acomodarse bajo las mantas.

— ¿Dónde está Blaise? —preguntó Draco saliendo del baño.

—No lo sé. Antes de subir aquí, le vi hablando con Pansy y Theo.

Draco asintió pensativamente y dirigiendo una última mirada a la cama de Blaise y luego a la suya, se acercó a la de Harry y le hizo moverse hacia la otra esquina.

— ¿Qué haces? —preguntó Harry.

—Vamos a dormir juntos.

— ¿Y eso? —a Harry le encantaba la idea, pero no dejaba de parecerle extraña.

—Es sólo que tuve miedo de que algo te pasará con el pollo gigante.

Draco se quedó en silencio mientras subía los pies a la cama y luego cerraba las cortinas. A continuación, se acomodó bajo las mantas junto a Harry y se giró hacia él.

— ¿Y algo más? —preguntó Harry resistiendo al sueño.

—Y no quiero que vayas a ningún lado con Chang, o que hables con Weasley o que le mires la cámara a Creevey.

Harry rio y toqueteó con uno de sus dedos la punta de la nariz de Draco.

Pup... ¿Y si yo quiero hablar con ellos?

— ¿No entiendes que ellos no quieren solamente tu amistad?

—Bueno... Cho es muy linda. Ginny también, pero Ron me mataría si estuviera con ella. Y no creo que Colin quiera algo más conmigo.

—Pues no me importa si Chang te parezca linda —Draco bufó—. No puedes tener novias.

Harry rio a carcajadas y volvió a tocar la nariz de Draco.

—Pareces un niño pequeño. No soy un juguete o un caramelo para que no quieras compartir.

—Ya sabes a qué me refiero, Potter.

—Sí. Pero habíamos dicho que-

—No me importa —Draco se movió en la cama para acercarse a Harry y abrazarlo—. Tienes que esperarme.

—Eso no es justo, Draco —Harry se incorporó un poco para mirarlo con seriedad—. Estoy seguro de que a ti más adelante te gustará otra persona o querrás conocer a alguien más. Así me puede pasar a mí.

Después de un largo momento de silencio, Draco carraspeó.

—Lo sé, es sólo que... te quiero, Harry.

—Yo también te quiero, Draco. —correspondió Harry, decidiendo no pensar mucho en la conversación de esa mañana en el pasillo con Draco.

Draco le miró atentamente. Harry no pudo resistir acariciarle una de las tupidas rubias cejas. Luego de la acostumbrada despedida, ambos chicos se durmieron profundamente sin soltarse de su abrazo.


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