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Una nueva vida por JennVilla

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Luego de haber disfrutado de un delicioso helado -Draco tuvo tres-, Harry se sentía completamente agotado. Sus piernas dolían y se encontraba a sí mismo bostezando a cada momento. Claro que todo se debía a que la noche anterior no había descansado lo debido.

— ¿Ya podemos ir a por la Saeta? —preguntó Draco mientras saboreaba su helado de chispas picantes.

Harry puso los ojos en blanco, y Lucius decidió ignorarlo. Se estaban acercando al Emporio de las Lechuzas; otra de las muchas tiendas que habían cambiado positivamente a consideración de Harry.

Ya allí, Lucius buscó dónde sentarse y el propietario se apresuró en llevarle algo para beber.

—Quiero que ambos elijan a sus lechuzas lo más rápido posible —dijo Lucius—. No quiero estar aquí más del tiempo necesario.

Draco asintió y pasó por un lado de Harry; empujándole y burlándose.

Harry de verdad que estaba muy cansado como para seguir el ritmo del rubio así que se tomó su tiempo en observar a todas las lechuzas que descansaban en pequeños ramales improvisados. Una en particular le llamó la atención; era parda y grande, sus ojos almendrados eran hermosos y pequeñas vetas negras formaban un curioso diseño en su pecho. Harry iba a acercársele, pero un revoleteo llamó su atención.

A su izquierda, una lechuza blanca le miraba fijamente mientras ululaba al parecer muy contenta. Harry ahogó un gemido y fue corriendo hacia su vieja amiga.

Hedwig. ¿Cómo pudo haberse olvidado de ella?

Hedwig al ver que Harry le sonreía y le miraba deleitado, abrió un poco sus hermosas alas y empezó a moverlas mientras ululaba más alto. Harry extendió el brazo y la lechuza le pellizcó suavemente y se subió a él sin apartar su mirada.

¿Era posible que Hedwig, de alguna manera, lo recordara?

—Hola, preciosa —dijo Harry tratando de no llorar—. Soy Harry, ¿te acuerdas de mí?

Hedwig gorjeó bajito y mordisqueó la oreja de Harry haciéndole reír.

— ¡Harry! ¡Mira mi nueva lechuza!

Draco venía con una esponjosa lechuza gris con blanco y más pequeña que Hedwig.

—Es muy bonita. —alabó Harry viendo con diversión cómo Hedwig giraba la cabeza orgullosamente y no prestaba atención a la otra lechuza.

— ¿Vas a llevar esa? —dijo Draco mirando atentamente a Hedwig— Podemos cambiarlas, si quieres. Puedes llevar a Eros y yo a la tuya.

— ¡No! —exclamó Harry con recelo escondiendo a Hedwig de los ávidos ojos de Draco— Es mía y ya le he puesto nombre.

— ¿Cuál?

—Hedwig.

Draco levantó una ceja, pero al ver la mirada retadora de Harry, decidió no burlarse del nombre.

—Bueno, prefiero mil veces a Eros —dijo, petulante—. Es mucho más bonito que el tuyo.

—Es hembra. —Harry le miró con obviedad.

— ¡Eros es macho! —Draco exclamó.

—Lo sé. Te estoy diciendo que Hedwig es hembra. ¡Es un nombre de chica!

—Ah —Draco se encogió de hombros y alzó el mentón—. Eros sigue siendo el mejor.

Harry decidió ignorarlo y alzando el mentón también, dio la vuelta en busca de Lucius. El hombre seguía en el mismo sillón, mientras fumaba de una elegante y negra pipa.

—Señor Malfoy. —Harry titubeó un poco.

—Dime.

—Quiero esta lechuza. Se llama Hedwig.

— ¿Quién llama a una lechuza Hedwig? —Lucius le miró con curiosidad.

—Yo. —dijo Harry sin cohibirse.

Lucius sonrió y expulsó el humo abriendo un poco sus delgados labios.

—Siempre me ha gustado tu actitud. Draco es más fácil de molestar —Lucius pasó una mano por la cabeza de Harry y se puso de pie—. Vamos, entonces. Llevémonos a Hedwig, y a lo que sea que haya elegido Draco.

Harry sonrió complacido a su lechuza, antes de ser distraído por el leve olor del humo de la pipa del señor Malfoy.

—Señor, fumar es malo. —dijo Harry arrugando su nariz con incomodidad. Lucius le sonrió a modo de disculpa y alejó la pipa un poco.

—Eso dice Narcissa cuando no está fumando ella también —Lucius estiró un largo dedo enguantado hacia Hedwig, y ella se lo rozó con su pico sin mucha atención—. Lo bueno de esto, Harry, es que es una combinación de distintas hierbas no nocivas que yo mismo he mejorado —el mayor sonrió orgullosamente—. En realidad, no me hace daño.

— ¿Y entonces por qué lo hace? —Harry no entendía.

—No negarás que me veo más elegante así —Lucius pareció ofendido por la pregunta—. Tengo una imagen que mantener, Harry. —bromeó.

Harry sonrió también, intentando no pensar mucho en lo extraño de bromear con Lucius Malfoy. Hedwig, en su hombro, gorjeó alarmada y Harry esquivó a tiempo el empujón de Draco, quien se acercó a tironear de la túnica de Lucius con dos lechuzas en cada hombro.

—Papá, quiero estas dos lechuzas.

—No.


—Arthur Weasley y su mal gusto a la hora de vestir —dijo Lucius, momentos más tarde, antes de entrar a Flourish & Botts—. Definitivamente no entiendo cómo tu esposa deja que salgas así... Bueno, tampoco se puede decir mucho de ella, ¿no? —el rubio se burló en voz alta— He recordado una ocasión en que Narcissa quiso ayudarla en eso, pero Molly prefirió seguir en la cocina.

—Cállate, Lucius.

Harry, al escuchar la voz del señor Weasley, se hizo espacio entre los dos Malfoy, y se fijó en el otro adulto. El pelirrojo estaba hechizando todas sus compras, para luego empacarlas en un pequeño maletín.

— ¿Qué pasó con el maletín de piel de dragón que te mandé por lechuza, Arthur? ¿Y con la túnica que yo mismo hice traer de Rusia para ti? —preguntó Lucius.

—Ese maletín lo utilizo en el trabajo, Lucius. Y la túnica, como es lógico, ni pienso traerla al Callejón Diagon —dijo Arthur con voz cansina, pero sin rastro de repulsión u odio—. De todas maneras, ¿Por qué me enviaste una túnica tan ostentosa? ¿Quieres que el Ministro siga inventando chismes sobre los Weasley, por enriquecimiento ilícito?

—Oh, no te quejes por un poco de atención, querido Arthur. —Lucius sonrió.

Bueno, al parecer, el día no dejaría de traer sorpresas consigo, para Harry. Por lo que podía ver, Lucius Malfoy y Arthur Weasley se llevaban bien.

—Oh, ¡hola chicos! —saludó Arthur alegremente a Draco y Harry— ¿Dónde están sus madres? Molly ha estado buscándolas desde hace un buen rato.

—Ellas seguramente han olvidado que tienen hijos, y me han abandonado a mi suerte con ellos. —dijo Lucius, al fin adentrándose en la librería.

—No seas dramático, Lucius. ¿Qué de malo tiene que acompañes a los niños en sus compras? —Arthur rio.

—Estoy perdiendo todo un día de trabajo por ello. Es razón suficiente.

— ¡Pues yo no te obligué a venir! —exclamó Draco, ofendido— Seguramente nos hubiese ido mejor con el señor Weasley... o con el señor Potter, si él no estuviera trabajando.

Harry tuvo que tomar del brazo a Draco, para alejarlo del zape que, seguramente, le iba a dar Lucius.

La carcajada de Arthur les acompañó, mientras se alejaban hacia el interior de la librería. Harry se apresuró en alejarse, haciendo caso omiso de los reclamos de Draco.

Definitivamente, los Malfoy nunca dejarían de ser peculiares.

— ¿Qué libros tenemos que comprar, Draco? —preguntó el azabache, tratando de distraer al otro niño.

—Papá tiene la lista de lo que tenemos que comprar —Draco por fin se calmó, y se aferró emocionadamente al brazo de Harry—. Él se hará cargo de todo, Harry. Mientras tanto, nosotros podemos escaparnos e ir a la tienda de golosinas y tomar todas las que queramos.

—Entonces pídele dinero a tu padre. —Harry también se emocionó por la idea.

—No me lo dará. Se ha molestado. —Draco hizo un puchero.

—Tú te lo has buscado.

Draco le miró ofendido, y antes de decir cualquier cosa, fue interrumpido por un grito:

— ¡Harry!

Harry no tardó en girar su cabeza en dirección a la conocida voz de su amigo. Ron venía hacia ellos con muchos libros en sus brazos, y con algunas golosinas sobresaliendo de los bolsillos de su túnica. Harry sonrió, y su pecho se contrajo con añoranza.

— ¡Hola, Ron! —saludó Harry, ampliando su sonrisa y separándose de Draco, para correr a abrazar al pelirrojo.

— ¡Merlín! —rio Ron ahogadamente mientras los brazos de Harry le apretaban contra sí— ¡Pero si nos hemos visto ayer, Harry! Afloja un poco, compañero. Estos libros tan gordos se me están clavando.

Harry tuvo que hacer un esfuerzo para recomponerse y soltar a Ron, sin que nadie notara nada raro. Claro que él mismo no notó la mirada herida de Draco.

—Hola, Draco. —saludó Ron al rubio, con una sonrisa.

—Ron. —dijo Draco en voz baja y sonriendo apenas.

Harry decidió que en verdad tenía que acostumbrarse a todo aquello, si es que no quería que su mandíbula se aflojara del todo.

— ¿Ya han comprado sus varitas? —preguntó Ron, y sin esperar respuesta siguió: — Harry, ¿sabes que el hermano de Oliver fue sancionado? ¡Pasará una buena temporada fuera de los Chudley Cannons!

— ¿Y a quién le importa los Chudley? Es un equipo mediocre y sin estilo. —dijo Draco con petulancia.

—Tú dices eso —Ron puso los ojos en blanco— porque Gary no quiso firmarte la bludger esa vez, Draco. Pero en realidad son buenos, y lo sabes.

—No lo son. —terció Draco.

—Que sí.

—Que no.

—Ron, Draco... —Harry suspiró y levantó ambas manos— Luego podremos hablar de Quidditch, ¿sí? El señor Malfoy está comprando nuestros libros y tendremos que salir de aquí pronto.

— ¡Demonios, sí! —Ron acomodó los libros en sus manos— Menos mal que papá quiso venir primero conmigo a comprar los libros. Así tendré más tiempo para elegir mi lechuza e ir a por mi varita.

—Mi padre me ha comprado dos lechuzas. —dijo Draco muy ufano.

—No es cierto —Harry contradijo—. Sólo te dejó tener a Eros.

— ¡Harry! —Draco le miró traicionado.

— ¿Quién le pone Eros a una lechuza? —se burló Ron, siendo acompañado por Harry.

—Pues Harry ha llamado a la suya "Hedwig", ¿qué te parece esa? —Draco contratacó.

Ron miró a Harry, y luego rio mucho más, siendo acompañado, esta vez, por Draco. Harry sintió las orejas calientes por el enojo.

—Mi lechuza es mucho más bonita que Eros —dijo—. Y de seguro será más bonita que la tuya, Ron.

—No lo creo —Ron le miró retador—. He visto una blanca muy linda y esa es la que me llevaré.

Draco dejó de reír. Miró a Ron, luego a Harry y volvió a reír con más fuerza. Se estaba divirtiendo mucho a costa de los otros dos chicos, al parecer.

Harry levantó una ceja y señaló a la salida de la tienda, donde Lucius acomodaba dos pesadas bolsas en los carritos que habían llevado todo el día. Hedwig estaba en la jaula más grande y presintiendo que alguien la miraba, empezó a acicalarse las plumas.

— ¿Te refieres a esa, Ron? —dijo Harry inocentemente.

Ron abrió mucho los ojos.

— ¡Hey! ¡Esa era mía!

—Exacto, era —Harry sonrió—. El señor Malfoy me la ha regalado.

— ¿Qué?

Draco vio la oportunidad de lucirse y pasó un brazo por los hombros de Harry.

—Ya puedes ver que yo soy mucho mejor amigo de Harry que tú —se ufanó—. Gracias a mí, Harry tiene la lechuza más bonita.

Ron frunció el ceño confundido y Harry, sólo por fastidiar a Draco, dijo:

—En realidad fue tu padre quien me la dio, no tú, Draco.

— ¡Pues es lo mismo! —Draco puso los brazos en jarra y Harry le sonrió socarrón.

— ¡Ron! —gritó Arthur desde la puerta— Debemos irnos ahora. Despídete de tus amigos.

— ¡Ya voy, papá! —gritó Ron— Nos vemos en el tren, chicos. Ah, Harry; Ginny te manda saludos. Dice que irá a despedirte en la estación.

Draco hizo gestos de asco y Harry asintió emocionado.

—Está bien, dale mis saludos también.

Ron asintió y se dirigió apresuradamente hacia el señor Weasley. Harry sonrió y un carraspeo de Draco le hizo dejar de ver a la espalda de ambos pelirrojos.

— ¿A ti te gusta Ginny? —preguntó Draco en voz baja.

Harry frunció el ceño.

Él y Ginny habían tenido algo en esa otra vida, sí. Y ahora que lo pensaba, Harry no podía recordar muchos detalles sobre ello. Pero ahora lo que menos quería era pensar en relaciones de ese tipo. ¡Sólo tenía once años!

— ¡No! —se apresuró en aclarar Harry. Draco sonrió.

—Mucho mejor —dijo—. Ahora vámonos. Seguiré insistiéndole a papá por la escoba.

— ¡Merlín, Draco! No te rindes, ¿eh?


Lily y Narcissa venían con los brazos llenos de bolsas rosadas y amarillas. Harry sonrió y llamó la atención de Lucius y Draco.

—Allí vienen.

Habían terminado sus compras y ahora estaban nuevamente en la heladería. Allí, Fortescue también vendía malteadas y otras bebidas, así que Harry pidió una malteada de fresa con unas rosquillas azucaradas, y Lucius pidió té. Draco estaba comiendo dos helados al tiempo.

— ¡Lucius! —dijo Narcissa cuando estuvo frente a ellos— ¿Por qué permites que Draco coma de esa manera?

—No tengo la culpa de que no tenga modales. —respondió Lucius sin interés, pero al fijar la vista en su esposa, sonrió coquetamente.

— ¿Qué? —preguntó la rubia, sonrojándose un poco.

—Estás preciosa. —Lucius alabó.

—Eres la mamá más bonita del mundo. —exclamó Draco, con restos de helado alrededor de su boca y mirando con adoración a su madre.

Pero Harry no prestaba atención al intercambio de los Malfoy. En realidad, su atención estaba concentrada en Lily.

Su cabello ahora caía por encima de sus hombros; el nuevo corte terminaba en pequeñas ondas en las puntas y el color rojizo parecía relucir mucho más ahora. Además, su rostro tenía un maquillaje suave que hacía que sus ojos verdes destacaran aún más.

— ¿Qué te parece, Harry? —preguntó Lily con una sonrisa.

—Estás muy bonita, mamá.

Lily rio y ofreció su mano dramáticamente para que Harry la besara. Harry sonrió divertido y aceptó el gesto, para luego él mismo dejarse besar sonoramente en la mejilla.

—Mira qué hermosa estás, Lily —dijo Lucius—. Si no estuviera ya casado, te raptaría para mí.

—No molestes, Lucius. —regañó Narcissa.

Draco tenía la misma expresión de esa mañana.

—No puedes llevarte a la señora Potter, papá. ¡Tú ya tienes una esposa!

—Que estoy bromeando, mocoso. —Lucius puso los ojos en blanco.

—No llames así a mi hijo —regañó nuevamente Narcissa, antes de retocarse delicadamente el cabello con las manos—. Ahora, pide algo para nosotras; las compras nos han agotados, y tenemos mucho camino por delante.

Harry pudo ver que la señora Malfoy también tenía algunos cambios. Su cabello estaba medio recogido en una bonita, y Harry podría jurar que también estaba más corto. Su maquillaje estaba más fuerte que el de Lily, pero no le quedaba nada mal.


Luego de una pequeña discusión entre los adultos, debido a que Lucius no esperó a por Narcissa y Lily para ir a comprar juntos las varitas de los chicos, y también después de un incómodo momento donde Draco sacó de una de las bolsas de su madre, una extraña prenda que hizo sonrojar a ambas mujeres y que Lucius riera complacido mientras abrazaba a su esposa, llegó el momento de despedirse.

—Hoy fue un día grandioso —dijo Narcissa mientras caminaban hacia el punto de Aparición—. Charleux nos ha dado muchos consejos para una rutina de cuidado de la piel. Lily, tenemos que decirles a Molly y a Alice sobre ese nuevo tratamiento. Vaya que las pobres lo necesitan.

— ¡Cissa! —Lily rio— Bueno, tienes razón. También podríamos hablar con Andy.

—No creo que a ella le interese eso, Lily —Narcissa ignoró el suspiro cansado de su esposo—. Ya sabes que no tiene nada de confianza en los franceses. Lucius, querido, Charleux también me ha recomendado un tratamiento para tu cabello.

—Ah, ¿sí? —Lucius ahora sí parecía interesado.

Mientras los adultos conversaban, Harry y Draco iban tras ellos comiendo ranas de chocolate y comparando sus cromos. De repente, Draco se detuvo y miró a Harry fijamente.

— ¿Qué? —preguntó Harry alarmado.

—Es que… —Draco titubeó— quería preguntarte si... no sé. Has estado muy extraño hoy, Harry. ¿Estamos bien?

Harry se sorprendió a sí mismo por encontrar adorable la expresión de Draco.

—Sí, lo estamos, Draco. ¿Por qué lo dices?

—Bueno. Porque parecías muy contento con Ron —Draco retiró la mirada—. Y en cambio a mí, no me has abrazado en todo el día.

Remordimiento. Harry pudo sentir cómo el remordimiento le hacía querer devolver el tiempo, para resarcir su comportamiento con Draco.

—Bueno... yo... lo siento, Draco. De verdad que estamos bien.

— ¿Seguro?

—Sí —Harry sonrió tranquilizadoramente—. Es sólo que he estado un poco nervioso por las compras para Hogwarts, Draco. Sólo ha sido eso.

Draco sonrió tímidamente y Harry le palmeó suavemente un hombro.

—Draco, nos vamos. —llamó Lucius desde su lugar.

Draco asintió hacia su padre y luego miró a Harry como si estuviera esperando algo. Y como Harry no supo qué hacer, Draco frunció el ceño para luego encogerse de hombros y sin que Harry lo viera venir, darle un beso en la mejilla.

El rubio se alejó corriendo mientras gritaba:

— ¡Nos vemos en la estación, Harry! ¡No olvides llevar las cromos que te pedí! ¡Me faltan Nicolás Flamel y Helga Hufflepuff!

Harry sólo asintió, con la sorpresa aún reflejada en su rostro.

—Adiós, Harry. Cuídate mucho. —se despidió Narcissa con una sonrisa.

—No olvides darle mis saludos a tu padre. —Lucius se despidió también e ignorando la mirada fulminante de su esposa, se Apareció con su familia de allí.

Luego de que los Malfoy se hubieran ido, Lily dio media vuelta y sonrió a Harry.

—Ahora es nuestro turno, Harry. Reúne tus cosas para Aparecernos —Lily se encargó de acomodar las bolsas de sus compras, peor al ver que Harry no se movía, ella detuvo sus movimientos—. ¿Qué pasa, Harry?

Harry dejó de mirar el lugar donde antes habían estado los Malfoy y levantó la mirada hacia su madre.

—Mamá... Draco me ha besado.

Lily, sorpresivamente, sonrió como si fuera lo más normal del mundo, para luego acariciar efusivamente el pelo de Harry.

—Oh sí, lo he visto. Y nunca deja de parecerme lo más adorable, si lo quieres saber —ante la confusión de Harry, Lily borró su sonrisa y carraspeó incómoda—. Lo siento, Harry. Lo he olvidado... —Lily le acarició una mejilla— Draco y tú han sido amigos desde muy pequeños, y creo que, desde los seis años, se despiden así. Con un beso en la mejilla. ¿No te parece adorable? —preguntó ella acomodando sus bolsas en el carrito de Harry y aferrando la mano de su hijo.

— ¡No! —Harry frunció el ceño— ¡Me parece muy extraño!

—Bueno —ella acomodó sus bolsas en el carrito de Harry, para luego buscar la mano del niño y aferrarla firmemente—, por eso ahora, recién lleguemos a casa, tu padre y yo te contaremos muchas cosas.

Harry asintió distraído.

—Eso, y que en ocasiones yo relacione algunas cosas, con algo que me hubiese pasado antes, definitivamente está haciendo que sea un día muy extraño. —reflexionó.

—Es comprensible, cariño —Lily le miró atentamente—. Y, ¿crees que estás teniendo recuerdos?

—No sé si son recuerdos —Harry se encogió de hombros—. Todo es muy extraño.

—Ya hablaremos con James, Harry. Ya verás como todo dejará de parecerte extraño.

— ¿Tú crees?

— ¡Claro! Lo que tú me cuentas –sujeta el carrito, Harry-, me lleva a pensar que pronto recuperarás los recuerdos, cariño. Sólo espera a que lleguemos a casa; tu papá y yo te ayudaremos con lo que tú creas conveniente.

Harry sonrió agradecido por la comprensión de sus padres. Definitivamente, eran los mejores del mundo.


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