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Una nueva vida por JennVilla

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— ¡Ya estoy en casa, familia!

Harry sonrió y dejó a un lado su postre de frutillas para recibir a su padre con un abrazo.

—Hola, cachorro. ¿Qué tal el día? —dijo James, besándole la frente.

—He comprado muchas cosas y pude quedarme con Hedwig de nuevo. —Harry sonrió.

— ¿Hedwig?

— ¡Sí! Mi lechuza, papá. Está en mi cuarto, ¿quieres verla?

—Quizás más tarde, Harry. Ahora mismo muero de hambre, y seguramente tu madre no nos dejará mover de aquí hasta que conversemos, ¿no?

Harry rio.

—No lo creo. Ella está organizando sus compras en su habitación; hoy fue con Narcissa a una tienda nueva y tiene el cabello más corto.

James levantó las cejas y silbó.

—Así que tenemos a una nueva Lily —rio—. ¿Entonces tú las acompañaste? ¿Qué tal te pareció Narcissa?

—Bueno, ellas dijeron que eran cosas de chicas, así que tuve pasar el día con el señor Malfoy y Draco.

— ¿Qué? —James abrió mucho los ojos.

—Eh, sí... —Harry prestó atención a la reacción de su padre— pero pude comprar todo. Mamá se lo ha pagado al final del día, pero él no dejó que le pagáramos a Hedwig. ¡Me la ha regalado! —exclamó con felicidad.

James frunció el ceño.

—Tendré que hablar con ese... —se detuvo, mirando a Harry— No voy a aceptar limosnas de un Malfoy.

— ¡James Potter, te he oído! —gritó Lily desde el piso de arriba— ¡Deja de ser estúpido!

— ¡No me llames así delante de Harry! —gritó James en respuesta.

—Harry ya sabe que lo que digo, es cierto. —rebatió ella.

James abrió la boca con indignación. Harry puso los ojos en blanco y haló de la mano de su padre para sentarlo en una de las sillas del comedor, y acto seguido ofrecerle de su postre.

—Papá, ¿por qué no te agrada el señor Malfoy? Podría entenderlo si él fuera el mismo de antes, pero por lo que vi, él es muy distinto.

James, por un momento, pareció confundido.

—No es tan mal tipo, aunque me cueste admitirlo. Hace muchas cosas en San Mungo con sus pociones, en compañía de Quejicus —el moreno hizo una pausa para comer un trozo del postre y lo degustó contento—. Es su actitud lo que da mucho que desear.

Justo en ese momento, Lily entró en el comedor.

—No hagas caso, Harry —ella entrecerró los ojos en dirección a su marido—. Tú mismo has podido ver cómo es Lucius en realidad.

— ¡Obviamente Malfoy no es así con Sirius y conmigo! —se quejó James— Se burla de nosotros cada que tiene oportunidad, y se ufana siempre de- —James se interrumpió, al reparar en el nuevo corte de cabello de su esposa—. Merlín... Estás hermosa, Lily.

Lily levantó una ceja con desdén en su dirección para luego darle la espalda y sonreírle a Harry con picardía y guiñarle un ojo. Harry se acordó innecesariamente de la prenda íntima que Draco había sacado de las bolsas de Narcissa.

No, definitivamente no quería pensar en sus padres haciendo eso.

—Tienes el cabello muy bonito, Lily —James miraba con adoración a Lily y una tonta sonrisa adornaba sus labios—. Te queda muy bien.

—Ya lo sabía —contestó ella, sentándose a un lado de Harry—. Ahora sí, cariño... Es hora de hablar. ¿Por dónde quieres empezar?

—Pero tengo hambre, mamá. —Harry señaló el postre que le quedaba en su plato.

—Lily, ¿puedo tocar tu cabello? —dijo James en voz baja y suave.

—Te aguantas —dijo Lily, mirando a Harry—, has comido mucho azúcar hoy y Molly dice que tienes que hacer digestión de todo eso para ya poder comer algo normal. Además, no te he dado permiso para que comas ese postre —Harry bajó los hombros derrotado y decidió no comentar que, de hecho, ya sentía una pequeña molestia en el estómago—. Y no voy a dejar que toques mi cabello, James —continuó ella ante la mirada soñadora de su esposo—. Me ha costado mis buenos galeones tenerlo así. No quiero que lo arruines.

—Pero es que es tan hermoso… —suspiró él con melancolía.

Harry miró a su madre con curiosidad y Lily pareció caer en cuenta de algo. Movió su varita distraídamente y un gorro de lana rosa apareció ante ella; se lo puso en la cabeza y acomodó su cabello en él.

James pareció despertar de un sueño y parpadeó, mirando confuso a Lily. Harry rio a carcajadas.

—Tienes el cabello hechizado para que papá piense que-

Lily lo interrumpió rápidamente y le cubrió la boca con una mano.

—Ahora que estamos aquí reunidos —dijo con naturalidad—, y que tenemos un poco de tiempo, vamos a hablar. Harry, mi niño, ¿quieres empezar tú?

—Yo preferiría que-

—Tú nada, James —cortó Lily con la intervención de James—. No tardaremos mucho, si es lo que te preocupa. Y además, Harry es el que decide.

James se cruzó de brazos como un niño pequeño y miró a otro lado. Lily sonrió sin poder evitarlo y le pellizcó una mejilla fuertemente, haciendo que James sonriera ampliamente. Harry los observó embelesado.

—Harry —Lily giró en su dirección—, si quieres, puedes empezar tú contándonos todo lo que recuerdes.

—Lily, pero yo no he comido nada. —se quejó James nuevamente.

—Pues, ¿quién te manda? —regañó ella— Se supone que hoy comías con Remus y Sirius en el Londres Muggle.

—Ellos... —James pareció caer en cuenta de algo— Bueno, en realidad Sirius se ha enojado conmigo.

— ¿Y ahora qué pasó? —Lily bufó fastidiada.

—Cosas del trabajo, ya sabes. No hay necesidad de hablar sobre ello ahora. Dejemos que Harry hable.

La pelirroja lo fulminó con la mirada y antes de que otra discusión comenzara, Harry habló:

—Preferiría que ustedes primero me dijeran todo lo que ha pasado, ¿sí? De todo lo que me he perdido, ya saben. Hoy, por ejemplo, me di cuenta que somos amigos de los Malfoy y que los Weasley se llevan bien con ellos también, al parecer. ¿Qué más hay de nuevo?

Lily aplaudió emocionada y James suspiró teatralmente golpeando el comedor con su cabeza.

—No te entusiasmes mucho, Lily. —pidió con voz ahogada.

Ella lo ignoró y empezó:

—Creo que puedo empezar por los Malfoy. Cuando estuve en Hogwarts, fui una estudiante modelo, Harry -y espero que tú también lo seas, ¿eh? -, bueno, como iba diciendo, fui muy buena, y eso se reflejaba en que me escogieran para ser prefecta de Gryffindor y luego Premio Anual.

«Remus también fue muy buen estudiante y estuvo conmigo en el club de las Eminencias de Horace Sulghorn. Luego te explicaré bien de qué trata; lástima que Horace ya no esté enseñando. De seguro tú estarías en ese club.

—Merlín no lo quiera —intervino James—. No podrías practicar Quidditch, Harry. ¡Eso sería terrible!

—Ya veremos si él quiere jugar al Quidditch. —le retó Lily con la mirada.

—Es obvio que sí. ¡Los Potter tenemos sangre de Buscadores!

—Mamá, papá...

—Bueno, sigamos entonces —dijo Lily corriendo un poco la silla para alejarse de James—. En ese club, también estaban Narcissa y Severus. Severus y yo hemos sido amigos desde muy pequeños –cállate, James-, así que nos la pasábamos muy bien en el Club. Pronto, él vio que Remus no era el mismo cabeza hueca que tu padre y Sirius -estoy diciendo la verdad. Reconócelo, James-, así que se animó a conocerlo más y pronto los tres andábamos juntos a todas partes. Narcissa era muy tímida, y yo quería ser su amiga, así que hablé con Severus y él nos la presentó. Recuerdo que Remus se enamoró de ella.

— ¡Eso no es cierto, Harry! —casi gritó James— ¡Remus siempre ha estado enamorado de tu padrino! No ha tenido ojos para nadie más.

— ¿De verdad crees que es así? —preguntó Lily con desdén— Recuerdo muy bien a un Sirius enclenque que se besó con una chica de Ravenclaw, estando con Remus. Mi pobre chico lloró por él y yo bullía de enojo —Lily fulminó a su esposo con la mirada—. Harry, ese fue un tiempo en que dejé de hablarle a tu padre por más de cuatros meses.

— ¡Fue horrible! —se lamentó James.

—Pues tú te lo buscaste. No hiciste nada para que Sirius no cometiera esa estupidez. Es más, lo alentaste a ello.

— ¡Pero sólo fue un beso, mujer!

Lily chilló indignada y le dio un fuerte coscorrón a James en la nuca.

—O sea que tú también te has dado besos con más mujeres y te parece bien, ¿eh?

Harry estaba sorprendido con la facilidad con que sus padres entraban en discusión. Decidió picotear otro tanto de su postre, aprovechando el descuido de su madre.

—Nunca he hecho eso, Lily —James le sonrió engatusador—. He sido sólo para ti.

—Pues no te creo. —Lily se cruzó de brazos.

—Oh, Lily, de verdad que no entiendo como puedes pensar en esas tonterías —James rio incrédulo—. ¿No recuerdas todas las veces que sufrí en Hogwarts por un poco de tu atención?

— ¿Y quién me asegura que yo siga siendo igual de interesante para ti, como antes? —lloriqueó al pelirroja.

—Lily, mi amor. Eres mi esposa, y la mujer más importante en mi vida, de verdad. No pienses nunca en eso.

Lily sonrió enternecida y se inclinó hacia su esposo, seguramente, pensó Harry, para darle un beso.

— ¡Mamá, por favor continúa! —gritó Harry desesperado y volcando el plato con los restos del postre de frutillas.

Lily se sobresaltó y le miró, levantando las cejas. James pareció desconsolado.

—Ahora limpias lo que hiciste, Harry James Potter —dijo ella—. Bueno, continúo... Remus siempre quería ver a Narcissa así que pasábamos mucho más tiempo con ella también. Severus se nos unía y hacíamos... un extraño grupo, pero Cissa y yo ya éramos las mejores amigas.

—Harry —intervino el hombre nuevamente—, debo aclararte que Remus no se enamoró de Narcissa. Sólo fue algo parecido al despecho, ¿sabes? Le pareció una hermosa bruja, pero él seguía queriendo a Sirius.

—Eso no le concierne a Harry. —Lily dijo.

—Pues no está de más aclararlo, ¿no crees?

—Como sea —continuó Lily—, un fin de semana salimos juntos a Hogsmeade porque ella necesitaba ver a alguien y no quería ir sola. Así que la acompañamos y-

—Y ahí fue que Remus se reconcilió con Sirius.

—Papá... —se quejó Harry con impaciencia.

—Cómo iba diciendo —continuó Lily, alzando la voz—, fuimos a un pequeño café -que ahora ya no existe- y esperamos. Remus entró después y ya sonreía, pero eso ya es otra historia que luego te contaré. Minutos después entró un chico alto y rubio... Oh, Harry. Lucius es un hombre atractivo, pero de joven, era el mago más atractivo de toda Inglaterra.

— ¡Mamá! No necesito saber eso...

James rio y guiñó un ojo a su hijo.

—Ya lo oíste. Omite la parte del encanto de Malfoy y continúa. Antes de que me ponga más celoso por ello.

—No deberías. Tú también eres un hombre guapo —Lily dijo desinteresadamente y James ahogó una tos—. Bueno, entonces Lucius se acercó a nosotros y Cissa por poco se desmaya. Nos lo presentó y hablamos como si fuéramos viejos amigos. La imagen del intachable e intocable Lucius Malfoy no tenía nada que ver con ese simpático chico que se sonrojaba cada que Narcissa le miraba.

—Mamá...

— ¡Está bien, está bien! Eres un impaciente. Cada fin de semana nos encontrábamos allí, hasta que un día Remus y yo fuimos testigos de lo más bonito que le puede pasar a una pareja. Lucius le pidió matrimonio a Narcissa y las dos gritamos antes de que ella aceptara. Y creo que eso fue un acontecimiento muy importante para que la amistad entre nosotros sea tan fuerte —Lily se encogió de hombros—. Claro que tu papá y Lucius aún parecen unos niños que pelean por todo. Y a eso se le suma Sirius, un personaje peor.

James gruñó.

—Y, además, yo ayudé a Cissa en su embarazo; cuidé de ella y le ayudé al momento de dar a luz. Ella hizo lo mismo conmigo cuando estuve embarazada de ti.

Harry asintió, comprendiendo.

— ¿Pero entonces a ti no te caen bien? —preguntó a James.

—No es eso, Harry —James sonrió levemente—. En realidad, Narcissa es una mujer encantadora, y cuando he tenido días libres, juego contigo y con Draco al Quidditch y al fútbol muggle.

—Yo le enseñé. —agregó Lily orgullosamente.

—Lucius es otra historia —continuó James—. Es un aristócrata engreído que se cree el dueño del mundo. Pero creo que es más problema de nosotros mismos que de otra cosa. En realidad, creo que, sin nuestras pullas diarias, todo sería muy aburrido.

—Lo que quiere decir tu padre, Harry, es que en realidad se quieren.

— ¡Jamás!

—Bien, ahora pregúntanos otra cosa, Harry. —dijo Lily, riendo ante la actitud ofendida de James. Harry sonrió.

— ¿Qué pasa con los Weasley? —preguntó— También son sus amigos, y además, he visto que visten mejor.

— ¿A qué te refieres? —preguntó James.

—Ellos no tenían muchos recursos… antes. —explicó Harry lo mejor que pudo.

—Bueno, los Prewett y los Weasley no son tan adinerados como los Malfoy-

—O como nosotros. —puntualizó James.

—…pero si cuentan con varias propiedades y puestos en el Wizengamot. Así que nunca han pasado necesidades. —dijo Lily.

— ¿Y la Madriguera? —Harry recordó la confortable casita. Lily sonrió.

—Es una casita de campo que tienen para ir cada verano. Es una cosita destartalada pero muy hogareña, y a los Weasley les gusta ir allí. Tú y yo hemos ido varias veces, cuando James está de misión.

—Y respecto a los Malfoy —continuó James—, Arthur y Lucius hicieron buenas migas desde Hogwarts. Siempre andan molestándose, pero son buenos amigos. No entiendo que bicho le picó a Arthur.

—Seguramente uno muy inteligente. —dijo Lily.

Harry sonrió y trató de acordarse de algo más.

— ¿Está todo igual en Hogwarts? Por lo que vi en la carta, Dumbledore y McGonagall siguen allí.

—Sí, son director y subdirectora. Severus es el profesor de pociones, McGonagall de transformaciones, Pomona de Herbología-

—Oh, Lily. No vas a enumerar a todos los profesores, ¿o sí?

—Si hace falta, sí. —Lily levantó una ceja.

—No, no hace falta mamá. Ya me daré cuenta en Hogwarts. Otra cosa, ¿hay alguien nuevo para DCAO?

—Sí —ella entrecerró los ojos pensativamente—. El nuevo profesor estudió en Hogwarts y se fue a Bulgaria a hacer otros estudios sobre Artes Oscuras. Es Tom Sorvolo Ryddle, y ha venido a enseñar DCAO. Cissa me contó que Bella quiere casarse con él, y al parecer ella misma se lo pedirá.

Harry no podía tener la boca más abierta.

— ¿Harry? ¿Qué pasa? —preguntó James con extrañeza.

— ¡Tom Ryddle es Voldemort! —Harry exclamó, sintiendo el terror recorrer sus venas— ¡Se supone que él no iba a existir! ¡Él es Voldemort y me buscará y me matará! Oh Dios mío… ¡Los matará a ustedes también! ¡Se va a hacer con el poder del mundo mágico y va a matar a todos los muggles!

— ¡Harry, cálmate! —Lily se veía muy asustada.

— ¡Yo le pedí a Mopsus que él no existiera! No entiendo… no entiendo qué pasó.

— ¡Harry!

— ¡Estará en Hogwarts, mucho más cerca de mí!

— ¡Aguamenti!

Harry se ahogó por el agua que, repentinamente, entró en su boca y empezó a toser descontrolado.

— ¡James! ¿Por qué hiciste eso? —gritó Lily, corriendo hacia Harry.

—Porque Harry estaba muy nervioso y no nos escuchaba. Su magia estaba fuera de control —explicó él con calma, acercándose también a Harry—. Anapneo —dijo suavemente, poniendo la varita en el pecho de Harry.

Harry respiró tranquilo después del efecto del encantamiento y miró con terror cómo algunos cuadros que antes estaban en la pared, estaban en el suelo totalmente destrozados. Harry se encontró a sí mismo muy alejado de la mesa del comedor. No se había dado cuenta en ningún momento de que se había puesto de pie.

— ¿Harry? ¿Estás bien? —preguntó Lily con voz temblorosa.

Harry asintió distraído.

—Harry, cachorro. Entiendo que reacciones así, y de verdad lamentamos hablar tan a la ligera. No lo sabíamos.

—No... yo, yo lo siento. No quise asustarlos.

—Oh, mi niño... No te preocupes —Lily besó la frente húmeda de Harry con dulzura, y sin varita, secó a Harry por completo—. Es mejor que tú hables primero sobre todo lo que pasó en el pasado, para que no pase lo mismo de ahora, ¿te parece? Así te comprenderemos mejor.

—Está bien. —tartamudeó Harry.

—Harry, antes que nada, quiero aclararte la situación de Tom Ryddle.

—James...

—Déjame, Lily. Harry debe entender todo antes de que entre en pánico de nuevo.

Lily suspiró y decidió no discutir más. Harry se dejó llevar por sus padres a la misma silla donde había estado sentado antes.

—Harry —prosiguió James—. Tom Ryddle no es Voldemort. Supongo que lo que hizo Mopsus con tu deseo, fue hacer que la entidad Voldemort no existiera, ¿entiendes? Tom Ryddle no es esa clase de psicópata.

—Pero...

—Lo sé. Sé que es inconcebible para ti, pero tienes que desprender al Tom Ryddle del presente, de Voldemort.

—Pero Tom Ryddle también fue un hombre malo. Él hizo muchas cosas malas.

Lily y James compartieron una mirada.

—Cariño, por lo poco que nos contaste anoche, Lucius Malfoy era un mortífago, ¿no?

—Ajá.

— ¿Y te parece ahora que Lucius, nuestro Lucius haría algo así?

Harry sabía que no. Y no lo entendía, pero estaba seguro que Lucius, el Lucius del Callejón Diagon era un buen tipo.

—No.

—Exacto, Harry —dijo James—. Lo peor que haría, sería ponerme en problemas en mi trabajo y sólo por fastidiarme. Pero él jamás sería parte de un bando como el de Voldemort.

—Bueno, pero-

—Y Tom Ryddle es mucho más amable que Lucius, Harry. —dijo Lily con una sonrisa tranquilizadora.

—Así es. Él no es un capullo como lo es Lucius y Quejicus.

—James...

—Lo que quiero que entiendas, Harry, y mucho mejor si es desde ahora, es que Tom Ryddle no tiene nada que ver con ese que conociste.
Debes separarlo de Voldemort y de ese otro Tom, para que no tengas problemas en Hogwarts.

— ¿Entonces me quieren decir que Tom Ryddle es un abuelo de aspecto bonachón igual que Dumbledore y que quiere a todo el mundo?

—Tom no es un abuelo —rio James—. Por mucho, tendrá tres años más que yo. Y es muy amable, sí. Estuvo un tiempo en la escuela de Aurores, pero vio que no era lo suyo así que se dedicó a estudiar Artes Oscuras.

Ante la mirada escéptica de Harry, Lily aclaró:

—Pero sólo para poder enseñarlas en Hogwarts y sacarles buen provecho, cariño.

Harry se encogió de hombros y miró sus manos. Lily le abrazó, tratando de reconfortarlo.

—Voy a preparar algo rápido para cenar y seguiremos charlando. ¿Te parece, Harry?

— ¡Sí! —contestó James en su lugar con entusiasmo— Con el estómago lleno, seremos capaces de digerir mejor los nuevos descubrimientos, ¿no creen?

Lily negó con exasperación y un mechón de cabello se salió de su gorro. James enseguida sonrió bobaliconamente y Lily se apresuró en esconderlo.

—Muy bien. James, organiza la mesa, por favor. Tú, Harry, siéntate un rato y trata de tranquilizarte. Estoy segura que lo que te falta por oír, te sorprenderá.

—No tanto como lo de Ryddle. —murmuró Harry, obedeciendo a su madre.

Lily suspiró. Se acercó a Harry y volvió a besarle en su frente.

—Tienes que tener una mente abierta para todo esto que está pasando, dulzura. Y, de todas maneras, no creerás que nosotros te dejaremos pasar peligros, ¿o sí? Jamás, óyeme bien, jamás te dejaremos en manos de alguien en que no confiemos, Harry —Lily sonrió ante la mirada acuosa de su hijo—. Eres nuestra vida.

James también sonrió desde su lugar.

—Eres nuestro cachorro, Harry —dijo, poniendo los cubiertos—. Y nadie se atreverá a hacerte daño.

Harry sonrió y se convenció finalmente de que sus padres no le dejarían solo.

Jamás.


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