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Una nueva vida por JennVilla

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La mañana del primero de septiembre, Harry despertó sobresaltado por el ruido de una explosión, seguido de un grito de mujer y luego... una carcajada.

Harry entrecerró los ojos con confusión y buscó sus gafas en la mesita de noche al lado de la cama. Al parecer no había nada que temer, puesto que podía escuchar cómo su madre regañaba a gritos sobre bromas absurdas y pesadas. La carcajada que le acompañaba, le resultó agradablemente familiar.

Con una sonrisa, Harry se puso de pie y bostezó estirando sus brazos mientras se convencía de que valía la pena despertar tan temprano. De hecho, eran las siete de la mañana, según su despertador.

Harry se encogió de hombros y volvió a bostezar. Salió de su habitación y giró a la derecha para bajar a la cocina y antes de que pudiera caminar más, vio a un sonriente Remus Lupin dirigirse hacia él.

—Buenos días, cachorro. —saludó el mayor.

Harry sintió sus ojos humedecerse antes de salir corriendo a los brazos abiertos de Remus. Lo abrazó apretadamente y sintió un suave beso depositado en su cabeza

—Hola, Remus. —susurró.

— ¿Cómo te sientes para tu primer día en Hogwarts? —preguntó Remus apartándose y mirándole atentamente con una suave sonrisa.

—Estoy muy asustado —confesó Harry—, pero espero que todo salga bien.

— ¿Qué podría salir mal, Harry? —dijo Remus en tono tranquilizador— Ya verás qué la pasarás muy bien; harás muchos más amigos y disfrutarás tu estadía allí.

Los ojos marrones de Remus transmitían tranquilidad y confianza. Harry sonrió y observó con cuidado el rostro del hombre. No había cicatrices, ni arrugas, ni ojeras. Remus había sido atractivo a pesar de todo, pero ahora, con el semblante sano y lleno de vida, se veía mucho mejor.

Remus levantó una ceja ante el escrutinio.

—De seguro tengo algo en la cara—dijo, en tono divertido—. Sirius también me ha observado mucho esta mañana, al despertar.

Harry sonrió y sujetó una mano de Remus para empezar a caminar.

—Yo creo que él lo hizo por un motivo distinto. —sonrió Harry.

— ¿Ah sí? —Remus sonrió con sana picardía.

Harry, con su mano libre, se cubrió una oreja y negó rápidamente con la cabeza.

—Pero no quiero saberlo. Muchas gracias.

Remus rio a carcajadas y siguió caminando.

— ¿Dónde está mi ahijado favorito? —rugió una voz que hizo que el pecho de Harry se apretara.

—Por lo que sé, Harry es el único ahijado que tienes. —dijo Lily desde la cocina, donde miraba atentamente al horno.

—Ya lo sé, mujer. Hoy tienes un genio que ni tú misma te aguantas. —dijo Sirius saliendo a la vista y abriendo los brazos instantáneamente al ver a Harry.

Harry no perdió tiempo para ir a su encuentro y abrazarlo fuertemente.

—Eso es porque está nerviosa. Hoy Harry por fin abre sus alas y vuela y nos deja solos. —explicó James, quien irónicamente se veía nervioso mientras escondía algo en una bolsa de viaje.

—Oh sí... y tú estarás muy tranquilo entonces. —bufó Lily comprobando la hora con su varita.

Harry sólo estaba consciente del reconfortante calor que sentía en ese abrazo con Sirius.

— ¿Cómo estás, cachorro? —dijo Sirius contra su hombro.

—Bien. Aunque es muy temprano para estar despierto. —se quejó separándose de su padrino y sonriendo angelicalmente.

— ¡Dímelo a mí! —exclamó Sirius con gesto sufrido— Se supone que es a las nueve que sale el tren. Se supone que a esta hora Remus y yo teníamos que estar-

— ¡Sirius Orión Black te callas ahora mismo la boca! —dijo Lily en voz alta sin apartar la mirada del horno.

Harry se cubrió los ojos y se alejó de Sirius mientras este reía a carcajadas. Remus estaba sentado al comedor, leyendo el Profeta con un leve sonrojo en sus mejillas.

—Harry, cariño. Ve a bañarte. —dijo Lily poniéndose de pie y sacando una bandeja con pastelitos verdes, rojos, amarillos y azules.

—Oh, Lily. Dame un pastelito rojo, mira que no he comido nada. —dijo Sirius entrando a la cocina y mirando con avidez a los pastelitos.

—Estos son para Harry y para todos los amigos que haga en el tren —Lily apartó rápidamente la bandeja—. Harry, recuerda darle uno verde a Draco, otro a Pansy y uno rojo a Ron. El resto puedes darlos a quien quieras.

— ¿Pansy? —preguntó Harry con extrañeza.

—Sí. Tu novia, Harry. —dijo Remus, pellizcándole la nariz.

Sirius frunció el ceño con disgusto y James puso los ojos en blanco. Lily en cambio sonrió encantada y Harry la miró aterrorizado.

—Mamá...

—Es una broma, Harry —rio ella—. Aunque esa niña es un ángel y me agrada demasiado, tú eres muy chico para esas cosas. Ahora ve a bañarte y vestirte.

—Pero tengo sueño, mamá.

—Es muy temprano, Lily. —intentó mediar James y Sirius asintió mientras lograba robar un pastelito.

Lily los fulminó con la mirada y sin previo aviso, Remus cargó a Harry en sus brazos y subió con él nuevamente las escaleras. Harry pataleó y chilló alegando que no era justo bañarse a esa hora, pero Remus hizo oídos sordos.


Lily y Remus aterrizaron elegantemente en el pavimento de la estación King's Cross donde otros magos y brujas, junto con sus hijos, esperaban a que abrieran las puertas del tren a Hogwarts.

En cambio, Harry, Sirius y James no tuvieron tanta suerte. Ambos grupos habían partido desde casa por medio de dos Trasladores. Harry había querido ir con Sirius, y él y James no supieron ver la malicia en las sonrisas de Lily y Remus.

Ahora lo entendía; de rodillas en el suelo y con la cara roja y caliente por la vergüenza, vio cómo su padre intentaba ponerse de pie y Sirius seguía tendido en el suelo con gesto de profundo sufrimiento, aunque en realidad estuviera fingiendo para que Remus se compadeciera y fuera por él.

Harry se puso de pie con ayuda de James y vio cómo algunos de los presentes les miraban con diversión. Lily intentaba contener la risa y Remus sonreía abiertamente.

A lo lejos pudo ver a los Malfoy: Lucius y Draco reían a carcajadas y Narcissa los miraba con preocupación y diversión al mismo tiempo.

— ¡Mamá! —Harry dio media vuelta y miró a su madre con toda la indignación que pudo— ¿Por qué me hiciste esto?

Lily dejó de reír y se acercó a Harry y le dio un sonoro beso en la frente.

—Oh, mi niño. Era una pequeña broma para tu padre y Sirius y de verdad no quise que tú estuvieras involucrado, pero como insististe en venir con ellos, no pude arriesgarme a que ellos lo descubrieran.

—Todo Hogwarts me conocerá ahora como "El Niño que se cayó en la estación King's Cross". —bufó Harry haciendo un puchero. Hedwig le miró desde su jaula y ululó suavemente.

Lily sonrió y besó nuevamente a Harry.

—Ya sé que me perdonarás. Me quieres mucho, ¿no? Después de todo, soy tu mamá.

Harry intentó no sonreír, pero fracasó.

— ¡No es justo, mamá! —Harry se quejó. Lily le sujetó la cara y le besó repetidamente en ambas mejillas haciendo reír a Harry.

— ¿Ya me perdonaste? —preguntó ella.

—No.

—Ah, qué pena... ¿A quién le doy una Nimbus 2001?

Harry abrió mucho los ojos.

—A mí. Dámela a mí para poder mostrársela a Draco para que se muera de envidia.

—Eso es muy malo por tu parte, Harry. Tienes que-

—Esta me la pagas, Lily —interrumpió James, acercándose a ellos—. No tendré compasión de ti la próxima vez.

—Lo hice por la bromita de esta mañana, cariño —Lily le miró socarrona—. De verdad no querrías hacerle algo a tu esposa, ¿eh?

James suspiró rendido y movió la cabeza con diversión, mientras Remus y Sirius se acercaban a ellos también para iniciar una amena charla de adultos.

Harry observaba todo a su alrededor minuciosamente, en busca de alguien familiar.

Pudo ver a Neville a lo lejos, junto a un hombre alto y de cabello castaño y una mujer con cabello negro y corto. Ron estaba discutiendo con los gemelos y Molly Weasley trataba de controlarlos mientras Percy hablaba sin parar con Arthur. Los Malfoy seguían en el mismo sitio de antes; Draco estaba diciéndole algo al oído a su madre y Lucius ya no estaba allí. Vio a Seamus saludar tímidamente a Lavender, y más atrás, a un sonriente Dean Thomas junto a un hombre con bigote.

Había muchos más niños, y jóvenes allí. Todos lucían ansiosos y alegres.

—Pero qué espectáculo más bochornoso tienes que hacer para hacerte notar, Potter.

Harry se sobresaltó y giró en su sitio para ver cómo Lucius miraba con burla a James. Sirius parecía querer morder a alguien.

—No me sorprende —continuó el rubio—. Tú y el pulgoso de Black siempre queriendo llamar la atención.

—Cállate, rubia barata. —siseó Sirius y James le secundó con una carcajada.

Lucius pareció indignado y Remus puso los ojos en blanco.

—Parece que ustedes nunca van a madurar.

—Espero no te refieras a mí, Remus. —dijo Lucius torciendo levemente los labios y enganchando un brazo con el de Remus al mismo tiempo que miraba con desdén Sirius. Este parecía echar humo por las orejas y Lily reía a carcajadas.

— ¡Que lo sueltes, Malfoy! O te juro que -

— ¿Qué, Black? No puedes hacer nada en frente de todos esos niños.

—No me tientes.

—Ah, por favor, ya basta todos ustedes. El tren pronto abrirá y no quiero desperdiciar mi tiempo con peleas infantiles —dijo Lily—. Hoy es un gran día para Harry.

—Y para Draco. —agregó Lucius.

—Exacto. Así que compórtense.

Remus se soltó suavemente del agarre de Lucius, recibiendo una sonrisa coqueta a cambio. Sirius y James quisieron reclamar, pero Lily los calló con la mirada.

—Voy a despedir a mi hijo —anunció Lucius apoyando el bastón en el suelo, luego se inclinó a la altura de Harry y sonrió—. Espero que disfrutes mucho este primer año en Hogwarts, Harry.

—No te acerques a mi hijo, Malfoy.

— ¡James, cállate!

Lucius los ignoró y sacó un pequeño paquete de su bolsillo.

—Le he dado uno de estos a Draco también. Estoy seguro de que quedarás en Slytherin y -

—Jamás, óyeme bien, jamás un Potter irá a Slytherin. —dijo James.

—Mi ahijado tiene todo lo que se necesita para ser un Gryffindor. —siguió Sirius.

Lucius volvió a ignorarlos y tendió el paquete marrón a Harry.

—Úsalo cuando quieras saber más cosas sobre Slytherin. —Lucius guiñó un ojo y apretó cálidamente un hombro de Harry para luego incorporarse.

—Gracias, señor Malfoy. —Harry sonrió y le vio irse.

— ¿Qué te dio, Harry? —preguntó James tratando de quitarle el paquete. Harry no se lo permitió y Lily le dio un zape a su esposo.

— ¡Ya abrieron las puertas! —dijo ella, levantando la vista— Harry, ¿tienes todo en tus maletas?

—Sí, mamá. —respondió Harry nervioso, guardando el paquete y alcanzando la jaula con Hedwig.

James movió su varita y el equipaje de Harry desapareció. Luego los cinco se acercaron al tren y Harry entró detrás de varios niños con pasos temblorosos.

— ¡Harry! No olvides escribirme a diario, ¿eh? Cuéntame todo lo que te pase. —gritó Lily.

—Sí, mamá.

—Eres un Gryffindor, Harry. No lo olvides —gritó James esquivando un golpe de Lily—. No olvides también que Peeves disfruta mucho hacer bromas a los de primer año.

Harry iba avanzado por el pasillo del tren, sin perder de vista a su familia por la ventana.

—No te dejes atrapar por Filch y la señora Norris —gritó Sirius—. Utiliza lo que te di esta mañana.

— ¿Qué le diste esta mañana? —chilló Lily.

—Harry, pórtate bien y haz muchos amigos. —dijo Remus sin necesidad de gritar. Su profunda voz se escuchaba perfectamente sobre el bullicio.

Harry sacudió su mano despidiéndose de su familia; Lily estaba llorando y James la abrazaba y miraba a su hijo con orgullo. Sirius levantaba sus pulgares y Remus sonreía. Harry se sintió profundamente feliz; a pesar de que dejaba atrás una gran familia, sabía que en vacaciones y al final del año, tendría un hogar lleno de amor al cual volver.

De repente, una necesidad de abrazarles y despedirse una última vez, lo abrumó.

Miró a ambos lados localizando a Ron cerca suyo, así que dejó a Hedwig allí confiando en que su amigo la cuidaría y corrió nuevamente hacia la puerta para salir a la plataforma y correr hacia Lily y lanzarse a sus brazos.

—Oh, Harry... —sollozó ella— Te extrañaré mucho mi pequeño. Te amo, lo sabes. Escríbeme siempre que puedas y no te olvides de mí.

—Nunca mamá.

Lily lo besó una última vez y fue el turno de James.

—Cuídate mucho, cachorro. En la maleta pequeña he dejado algo para ti que puede servirte de mucho.

— ¿La Capa? —preguntó Harry en voz baja. James sonrió y guiñó un ojo.

—Sí y estoy seguro de que le sacarás provecho. Escríbenos e intenta sacar muchos puntos para Gryffindor, ¿me lo prometes? —Harry asintió— Respecto a lo otro... cuando tengas alguna duda sobre lo que suceda a tu alrededor, no dudes en preguntarnos. Te amamos, Harry.

James besó la cabeza de Harry y se incorporó. El tren silbó fuertemente anunciando su salida y Sirius se apresuró en abrazarlo, seguido por Remus.

Harry volvió al tren sin dejar de ondear su mano para despedirse.


Harry y Ron buscaban sin mucho éxito un compartimiento vacío cuando la cabeza rubia de Draco se asomó por uno de ellos.

— ¿Dónde estaban? ¡Vamos! He conseguido este compartimiento para nosotros solos.

Los chicos entraron y más demoró Harry en dejar la jaula con su lechuza en el suelo, que en ser arrojado hacia atrás por un peso asfixiante.

— ¡Harry Pooh! —gritó una voz chillona junto a su oído, amenazando con dejarle sordo— ¡Oh, te he extrañado mucho, Harry!

— ¡Deja de ser empalagosa, Pansy! —siseó Draco apartando a la niña del cuerpo de Harry— ¡Eres peor que una sanguijuela!

—Pues es mí problema, Draco —dijo ella con altivez, luego miró a Harry y sonrió. Sus oscuros ojos chispeaban con alegría—. ¿Me extrañaste, Harry?

—Eh... hola, Pansy.

Ron rio desde su asiento y Draco torció el gesto con burla.

Hola Pansy dices —dijo ella con voz pausada y peligrosa—. Nada de "te extrañé mucho, Pans" o "mira que has crecido, dulzura. Eres toda una princesa"

Draco rio y Harry se sintió incómodo.

—No te preocupes, Pansy —Draco dijo, mirando fijamente a Harry—. Ha estado raro desde que fuimos al Callejón Diagon. Seguramente se ha dado un buen golpe en la cabeza y ha quedado tonto.

Ron intentó patear a Draco, pero este le esquivó fácilmente. Harry suspiró y se sentó lo más lejos que pudo de Draco.

Qué chico más molesto...

—Pansy... lo siento —se disculpó Harry con una pequeña sonrisa—, es que me has sorprendido. No pensé que estuvieras aquí.

— ¿Y dónde más estaría, tonto? —preguntó ella haciendo un mohín y sentándose a su lado.

—Bueno, ya lo sé. Es que me asustaste abrazándome así.

—Vale. —dijo ella y pronto empezó a hablar sobre su viaje a Francia y sobre todo lo que había comprado. También habló sobre los regalos que había traído y Ron se sonrojó cuando ella dijo haberle traído un abrigo de lana.

—No debiste...

—Claro que sí, eres amigo de mis amigos así que es como sí lo fueras para mí —dijo ella sosteniendo la mano de Harry—. ¿O acaso no quieres ser mi amigo?

— ¡Claro que sí! —dijo el pelirrojo.

De repente, la puerta del compartimiento se abrió y una niña con cabello castaño muy alborotado apareció, con una tímida sonrisa.

Harry tuvo que contenerse para no levantarse y abrazar a Hermione. Más bien sonrió y la miró atentamente.

— ¿Y tú quién eres? —preguntó Pansy.

—Hola, soy Hermione Granger —dijo, adentrándose con confianza al compartimiento—. He estado saludando a todos los de primer año; mamá dijo que así podría hacer más amigos.

—Eso es muy tonto. —dijo Draco.

—Draco. —dijo Harry con voz amenazadora. Draco pareció sorprendido, pero rápidamente miró por la ventana—. Hola, Hermione —saludó Harry—. Yo soy Harry, Harry Potter. Él es Ron Weasley —dijo, señalando emocionado a Ron—. Ella es Pansy Parkinson y el de allí es Draco Malfoy.

— ¿El de allí? —repitió Draco con indignación, regresando su mirada hacia los presentes. Pansy rio y Ron observaba a Hermione con una amplia sonrisa— Déjame decirte, Hermione, que yo soy el mejor amigo de Harry. No sólo el de allí.

—No es cierto, yo soy su mejor amigo. —dijo Ron alzando el mentón.

Hermione sonrió más y se sentó a un lado de Ron y balanceó sus piernas.

— ¿Puedo ser su amiga también? —preguntó ella, mirando a todos.

— ¿De dónde vienes? —preguntó Pansy.

— ¿Qué importa eso? —preguntó Harry, soltando la mano de la chica.

—Oh —dijo Hermione con un pequeño sonrojo—. Yo soy hija de muggles; mis padres son dentistas. Pronto cumpliré doce años.

— ¿Dentistas? ¿Qué es eso? —preguntó Draco.

—Son doctores de los dientes. —dijo Ron con tono sabihondo.

— ¡Exacto! ¿Tú también eres hijo de muggles? —preguntó Hermione con ilusión.

—No, soy sangre pura. Pero papá nos cuenta muchas cosas sobre los muggles. —dijo Ron.

—Se ve que ser dentista es interesante —dijo Pansy, sonriendo a Hermione—. Puedes ser mi amiga. Si vas a Slytherin, podremos compartir nuestras revistas y túnicas de gala, para que juguemos en las noches al dragón y la princesa.

— ¡Sí! —dijo Hermione con una sonrisa brillante.

—También eres mi amiga. —dijo Ron, tímidamente.

—Gracias. —dijo ella, sonriendo aún más.

—Y también para Draco y para mí —dijo Harry—. ¿Draco?

—Claro. —dijo él, sonriendo débilmente.

—Genial. Ahora, ¿han leído "Historia de la Magia"? —dijo Hermione.

Pronto los cinco niños se embarcaron en una corta conversación sobre dicho libro, para luego extenderse más acerca de lo emocionados que estaban por su primer año y todo lo que querían ver. Mientras tanto, compartían los deliciosos pastelitos que Lily Potter había preparado.

Harry sonrió en todo el trayecto hacia Hogwarts; con sus viejos y nuevos amigos, podía estar seguro de que pasaría los mejores días de su vida.


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