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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Hola gente ¿como están? aquí les traigo la actualización :D

Antonio se encontraba plácidamente dormido judo a Greta quien se encontraba a su lado, el ayudante había intentado que durmiera en la cama que le había comprado pero no había caso ya que ella prefería acostarse junto a él. Ya había pasado casi una semana desde que la adoptó y esta parecía haberse adaptado bastante bien a la casa de sanación, pero la mayoría de su tiempo lo pasaba junto al ayudante haciendo gran diversidad de tareas que le encomendaba el sacerdote. Aunque al principio existió cierta enemistad entre ambos el señor Korame aunque no quisiera admitirlo no consideraba a la minina como una molestia desagradable e incluso una vez Antonio pudo observar cómo jugaban juntos, aquella ocasión cierta calidez lo envolvió e intento no hacer ruido para no romper aquella extraña pero adorable escena. También ya había ido a la veterinaria que le había recomendado la dueña de aquella tienda donde compro todo lo necesario. Allí le colocaron las vacunas correspondientes y la esterilizaron además de hacerle un chequeo en el cual la encontraron completamente saludable lo que hizo que Antonio se sintiera muy feliz y se lo comentara a su sacerdote.

-Ya veo- cualquiera que lo escuchara habría dicho que su tono denotaba un completo desinterés pero Antonio había aprendido a diferenciar cuando algo le interesaba y esa vez era evidente para el ayudante que a este le importaba lo que sucediera con la minina.

-Tu otro padre también te quiere- le susurro a la gata mientras frotaba la nariz de esta con la propia cuando estuvieron en su cuarto

En ese momento sonó la alarma que había colocado muy temprano pues los preparativos del festival eran bastantes por lo que el tiempo vale oro ya que la cantidad de tareas era bastante grande. Se levanto con rapidez pero con cuidado para no molestar a Greta quien al sentir movimiento se estiro pero no quería despertar aún.

-Realmente eres adorable, mi rayo de sol- mientras la miraba con cariño- ahora tengo que ducharme así que sigue descansando.

Entones camino hacía al armario para buscar su vestimenta del día de hoy, la cual era el traje distintivo de la casa de sanación, sus tonos verdes simplemente se veían bien en el ayudante dándole un aspecto bastante estilizado y aportándole seriedad.

Tomo aquellas prendas y una toalla para ir a ducharse al baño que estaba al lado de su habitación.

El agua recorría su cuerpo mientras se enjabonaba para poder comenzar bien el día el cual sería agotador pero lo valía si de esa manera podía ver feliz a su sacerdote, todavía no encontraba el momento adecuado para entregarle aquel objeto que le recordó tanto a él, pero planeaba hacerlo cuando terminara el festival, no quería que las cosas se pusieran tensas entre ambos ya que eso afectaría el evento. Nunca había estado en el festival ya que solo había sabido de la casa de sanación cuando la enfermedad de Lucía empeoró, pero ahora estaba emocionado ya que sus amigos, Bal y Fran, seguramente vendrían a disfrutar de las festividades. Hace dos días Fran había venido para entregarle una carta de su amo en la que decía que este no había podido ir a visitarlo por que se acercaba una presentación de la orquesta de la escuela de música a la cual este iba pero que estaría libre para el día del festival. Cabe señalar que el papel estaba lleno de emoticones lo cual consiguió sacarle una sonrisa a Antonio. Aunque no pudo evitar el pensamiento de que esos dos estaban saliendo o por lo menos que se amaban bastante. Disipo aquellas ideas y le agradeció por entregarle aquella carta.

-Sé que será un buen evento, después de todo tú ayudas a organizarlo.- fueron sus palabras mientras chocaba puños con el ayudante.

Después de eso el mayordomo se fue con la promesa de que se verían nuevamente cuando el festival comenzará. El Ayudante lo esperaba con ansías así que pondría lo mejor de sí mismo para que el evento fuera un gran éxito aunque en su interior lo que más quería era impresionar al sacerdote. A veces sentía que estaba desafiando al mismísimo dios de la curación por tener aquellos sentimientos pero a la vez no podía hacer otra cosa que caer a los pies del sacerdote una y otra vez, ya que a pesar de que este decía no entender los sentimientos limitándose a considerarlos como molestias que no sabía describir del todo, el señor Korame era una persona agradable además de que ante los ojos de su ayudante este era el hombre mas bello que había conocido nunca.

Finalmente termino de ducharse y de vestirse, ordeno su cama y se dirigió hacia el salón principal en donde lo estaba esperando el sacerdote quien al ver a su ayudante rápidamente le preguntó porque había tardado tanto aunque no pudo evitar fijarse en el cabello de Antonio.

-Lo siento, antes de venir me di un baño, después de todo hoy tengo que estar presentable para cumplir con los preparativos.

-¿Ah sí?- mientras observaba sus perfectas y cuidadas uñas para disimular que observo mas de lo necesario a su ayudante.

Antonio no pudo pasar por alto aquel detalle e intento que no se notara en su rostro, así que le pidió a su sacerdote la lista de los deberes que tendría que realizar el día de hoy.

Korame fue por ella a uno los estantes que estaban detrás de una puerta, era una lista bastante larga pero Antonio no se acobardo y la recibió pues había sido lo mismo los días anteriores pues el sacerdote era muy meticuloso y no quería que quedaran detalles sin revisar.

-Recuerda todo debe realizarse a la perfección ya que el festival debe ser absolutamente impresionante para cerrarle la boca a Frederic quien realmente es una molestia desagradable y lo detesto completamente. Todos los años siempre encuentra un detalle para criticar todo el evento.- se podía observar en sus facciones lo mucho que odiaba a ese sacerdote que atendía en una ciudad de otro país pero que siempre se las arreglaba para que la sangre de aquel que no entendía por completo las emociones hirviera sin remedio.

-Comprendo, me encargare de que cada detalle sea absolutamente perfecto- dijo Antonio como si estuviera siguiendo las ordenes de su general y eso era en parte verdad ya que actualmente el señor Korame era la persona mas importante en la vida del ayudante y haría lo que fuese para verlo feliz y si eso significaba restregar en la cara de aquel otro sacerdote lo perfecto del evento daría lo mejor de sí para que eso fuera posible.

-En primer lugar tienes que ir a elegir los arreglos florales para la mesa y el salón que usaremos para el almuerzo de bienvenida, recuerda que la vendedora te dará a escoger entre varias opciones. Recuerda que deben ser sencillos pero a la vez elegantes después de todo la humildad es la característica principal de un sacerdote de nuestro dios de la curación. Confió en que podrás escoger los que cumplan con esas características.

Aquello encendió una llama dentro del corazón del ayudante ya que aquellas palabras significaban que el sacerdote confiaba completamente en él por lo que su determinación creció aún más.

-¿ese salón que se encuentra al final del pasillo?

Korame asintió ya que se lo había mostrado a su ayudante hace algunas semanas atrás así que este sabía exactamente de cual se trataba e incluso ya había visualizado como decorarlo.

-Después debes ir a confirmar los puestos que estarán a la entrada de la casa de sanación. El objetivo es que los niños se diviertan. Además como es habitual todos los años los alimentos que sean vendidos generaran una sensación de bienestar en quien los consuma .

-Eso es completamente adorable- pensó enternecido por la dedicación que el sacerdote ponía en todo aquello. Fue entonces cuando una idea se le ocurrio a Antonio y no demoró en hacérsela saber al señor Korame esperando que este diera su aprobación.

-¿Una cartilla de bingo donde según las actividades que se vayan realizando se ira timbrando esta y se conseguirá un premio especial? Que idea más…- hizo una pausa dramática tal vez para jugar con Antonio- Estupenda, tienes mi aprobación, ¿Cuál crees que deba ser el premio?

Que le preguntará era un gesto demasiado dulce ante los ojos del ayudante quien realmente estaba conmovido y se apresuro a decirle aquella idea que estaba en su mente.

-¿Parche curitas que quiten el dolor de cualquier herida? Tienes ideas interesantes, me agrada.

Los ojos de Antonio resplandecieron y asintió efusivamente, entonces siguieron leyendo la lista de tareas.

-Después tienes que ir a recoger los amuletos que confeccionaron unas devotas del dios de la curación para que estos sean bendecidos por todos los sacerdotes. Con eso terminarían las tareas de hoy, ¿Qué estás esperando? debes partir de inmediato-  este lo empezó a empujar suavemente hacia la salida, aquel contacto fue suficiente para que a la mente de Antonio volviera aquel beso que ocurrió entre ambos y se sintió un poco avergonzado de estar pensando en aquello cuando el señor Korame no lo había vuelto a mencionar. Pero aquellas atenciones que tenía el sacerdote hacía él simplemente hacían que se enamorara cada vez más.

-Tal vez solo es su amabilidad pero para mi significa mucho- mientras se dirigía al primer lugar al cual debía ir. En la lista salían las direcciones y las horas en las que se suponía debía estar allá.

Vio la hora en el reloj de una tienda y llegaría con el tiempo justo a la florería así que apresuro el paso para no dejar esperando a la dueña de aquel lugar. Tomó la locomoción que le serviría para llegar hasta allá, sintió las miradas de varias personas ya que su vestimenta destacaba entre las demás, no era la primera vez que le pasaba así que ya  estaban acostumbrado así que simplemente les dio un asentimiento de cabeza y una mirada amable, ya que llevaba con orgullo las prendas que le había dado el señor Korame. Miró por la ventana ya que realmente le gustaba la panorámica de la ciudad.

Finalmente llego a su destino y se bajo del vehículo, le pregunto a algunas personas acerca de la ubicación de la florería y estas amablemente le dijeron que se encontraba a una cuadra de allí.

-Gracias, señora- le dijo a una anciana muy agradable.

-No hay de que, es un placer ayudar a un joven tan apuesto

Antonio solo le sonrió tímidamente para luego seguir su camino , siguió las indicaciones y llego a una pequeña florería llamada “Dalia”

-Sí, debe ser aquí- dijo revisando nuevamente la lista.

Fue entonces cuando llamo la atención de una mujer con algo de sobrepeso quien se acerco muy animadamente hacia él.

-¿Viniste de la casa de sanación, verdad?

-Así es.- dijo él mientras la saludaba cortésmente.

-Eres un chico muy educado, ven entra que el tiempo sigue corriendo.- mientras dejaba escapar unas cuantas risas- tengo tanto que mostrarte.

Cuando entraba a la tienda no pudo evitar fijarse en un ramo de margaritas, las favoritas de Lucía, aquello puso algo de pena en su corazón pero recordó que debía centrarse en las tareas que le dio el señor Korame, así que puso todo su esfuerzo en aquello.

La mujer le fue mostrando todo tipos de ramos que iban llamando la atención del ayudante pero hubo uno que realmente atrapo su interés.

-¿Cómo se llaman estas flores?

-Son lirios y azucenas ¿le gustan?

-La combinación de colores es simplemente esplendida, creo que elegiré estas- dijo él convencido de aquello.

-Excelente elección, estas flores son delicadas, elegantes pero el arreglo es sencillo por lo que se acomoda perfectamente a la imagen de sacerdote que tiene Korame.

-¿Son cercanos?

-Él viene aquí desde que era tan solo un joven así que incluso a veces lo invito a tomar té con galletas, él es un poco hermético pero es un buen muchacho.

-Eso significa que él se ha hecho cargo de la casa de sanación desde que era muy joven-dijo él intentando asimilar aquello ya que significaba que el señor Korame se había hecho cargo desde muy temprana edad.

-Así es, él es el niño bendito por el dios de la curación, o al menos es así como es conocido por gran parte de las personas de cierta edad.

-¿podría contarme más?- dijo Antonio deseoso de saber mas ya que el sacerdote no hablaba mucho de si mismo en realidad.

-Claro. Antes si querías ser curado debías ir hasta la ciudad vecina, eran tiempos bastante duros y nos sentíamos abandonados por el dios de la curación Pero entonces en el antiguo santuario de aquel dios apareció este niño que no tenía mas de doce años con su mirada fría como el hielo y un aire solitario que hacía que quisieras arroparlo, pero en lugar de aceptar la ayuda que le ofrecieron dijo con voz clara y fuerte: ¡Aquellos que queráis ser curados venid, nuestro dios de la curación no os ha abandonado!. El primer milagro que realizo fue devolverle la vista a una mujer ciega a cambio de la promesa irrompible de que esta fundara un orfanato. La noticias se propagaron como pólvora en la ciudad, todos los enfermos incurables se apresuraron a ir ante su presencia y él con sus manos sanaba con el poder del dios de la curación. Ya que el santuario estaba en pésimas condiciones varios ciudadanos como agradecimiento lo remodelaron y se convirtió en la casa de sanación que todos conocen hoy en día.

-Desde que era un niño…realmente es increíble- dijo con admiración el ayudante.

-Oh mira la hora te le hace tarde para tus otros compromisos, descuida mi marido les hará llegar los arreglos florales cuando llegue el día- dijo con un tono de voz confiable lo que le dio seguridad a Antonio que le agradeció.

Entonces se despidió y fue a realizar las otras tareas que estaban anotadas para ese día y no pudo negarse cuando las señoras que hicieron los amuletos le ofrecieron comer unas deliciosas almendras. Llego la tarde y había cumplido con éxito todo lo que le fue encomendado, cargaba con varias bolsas que contenían todo aquello que había recogido el día de hoy. En su camino paso al lado de una cancha en la que un grupo de jóvenes estaba jugando basquetbol iba a continuar caminando cuando escucho un grito de dolor que provino de una chica de cabello castaño atado en una coleta. Sus compañeros se acercaron inmediatamente a socorrerla.

-Creo que se torció el tobillo y no podrá jugar en el partido de mañana- dijo con preocupación uno de los chicos.

Esa fue la señal para Antonio que se acercó inmediatamente.

-Yo puedo ayudar, la llevare a la casa de sanación allí mi sacerdote podrá curarla

Ellos lo miraron con sospecha hasta que una de las chicas pareció reconocerlo.

-¡Tú debes ser el ayudante del que todos están hablando!- mientras lo señalaba

-Si, soy yo, mi nombre es Antonio - mientras se inclinaba levemente

-¿ Lena estas de acuerdo en ir con él?

-Si eso me permitirá jugar mañana voy a correr el riesgo- dijo ella firmemente.

-entonces te llevaré-

-¿Cómo? ¿¡espera, que haces!?- mientras era levantada y sus mejillas enrojecían

-De esta manera no te harás mas daño en tu tobillo- dijo como si fuera lo obvio a la vez que tenía bien sujetas con una mano las bolsas.

-¿Conseguiste nuevo novio?- le decían molestándola sus amigos.

-Solo vamos- dijo ella avergonzada.

Entonces caminaron hasta la casa de sanación y cuando llegaron el sacerdote los miro con sorpresa y una molestia extraña se hizo presente en su interior.

-Llegue, ella es Lena y se torció el tobillo ¿puede ayudarla?- mientras la dejaba delicadamente en el piso.

-Lo haré

A pesar de aquella molestia no dejaría de realizar sus deberes como sacerdote.

 

Notas finales:

Eso ha sido todo, espero lo hayan disfrutado


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