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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Hola a todos, aquí les traigo el  nuevo capítulo espero que lo disfruten :D

-¡Buen trabajo hoy! Realmente fue un festival inolvidable, no pude estar presente físicamente pero pude observar todo a través de los ojos de todos mis sacerdotes incluidos los tuyos- fue lo que dijo Artem el dios de la curación mientras frotaba sus mejilla con la de su sacerdote principal.

Rara vez el dios hacia uso de los ojos de Korame ya que prefería darle su privacidad, solo en ocasiones contadas los utilizaba para ver si algo interesante sucedía en la casa de sanación. Aunque a veces cuando se tenía que ausentar por un largo periodo de tiempo no desperdiciaba la oportunidad de verificar que todo estuviera en orden, es decir, enterarse de la vida diaria de su sacerdote favorito, en otras palabras chismear.

-Me alegro de que le haya gustado, aunque la mayor parte del crédito se lo lleva mi ayudante, él simplemente fue de gran ayuda y realmente se esforzó para que todo se realizara a la perfección, además gracias a Lena y a él pudimos tener ese gran final de fuegos artificiales.

-Ya veo, hablas maravillas de tu ayudante, me siento celoso, pareciera que lo prefieres a él más que a mí- mientras hacia un pequeño mohín pero sus ojos no se veían para nada felices.

- Eso no es verdad mi señor, él solamente me ayuda y no podemos ignorar sus méritos.

-Pareciera que cada vez te haces más cercano a él e incluso recibiste un regalo de su parte- mientras observaba aquel collar que Antonio le había regalado a Korame.

-Es solo una muestra de gratitud por su estadía en esta casa de sanación- dijo el sacerdote

Sin embargo una parte de él sabía que la intenciones de su ayudante no eran solo aquellas, pero prefería guardarse ese pensamiento ya que le había dicho a este que no podían tener nada más que la relación que tenían en ese momento. Sin embargo la molestia dolorosa y a la vez agradable que sentía cuando estaba cerca de él cada vez se estaba haciendo más presente y de mayor intensidad conforme pasaba más tiempo a su lado. Esto fue notado por Artem pero decidió mantenerlo para sí mismo ya que se negaba a creer que alguien podía arrebatarle definitivamente a su sacerdote con quien compartía un vínculo irrompible o eso es lo que quería pensar la divinidad

-Está bien, creo que yo debería regalarte algo especial también, ¿hay algo que quieras en especial? Sabes que puedo darte lo que desees en cualquier momento, pero a ti no te gustan las cosas caras, extravagantes o lujosas. Así que nunca sé con qué sorprenderte y el día de tu cumpleaños ni siquiera me dejas hacerte una gran fiesta como mereces.

-Sabes que con solo tenerte a mi lado en aquel día es suficiente

Aquella era una costumbre que ambos tenían y el dios nunca faltaba a aquella promesa aunque estuviera muy ocupado. Después de todo aquella ocasión era el día favorito de la divinidad porque podía consentir aún más a Korame. Aunque este decía que no tenía que tomarse tantas molestias disfrutaba de las atenciones que le eran brindadas.

-Korame eres tan dulce, nunca exiges nada deberías ser más egoísta, yo podría darte el mundo si así me lo pidieras. Aunque claro debería ganarlo para ti- mientras lo miraba de manera que cualquiera podría describir como amorosa.

-Muchas gracias, pero yo soy feliz aquí en la casa de sanación con usted y con...-al darse cuenta de lo que iba a decir cubrió su boca un poco avergonzado. Aquellas reacciones solo eran posibles ya que el sacerdote se mostraba un poco diferente cuando estaba con el dios de la curación.

-Yo soy inmensamente feliz cuando puedo venir aquí a verte, solo tú y yo- dijo obviando aquello que estuvo a punto de decir su sacerdote principal y favorito, ya que no quería escucharlo terminar aquella frase con el nombre de alguien más, sin embargo había una parte del dios que simplemente se encontraba inmensamente celoso de aquel ayudante que había logrado acercarse lo suficiente a Korame como para que este le tuviera tal nivel de estima que hablaba maravillas de él. A pesar de aquello Artem era una entidad bastante racional y no se atrevería a hacer algo en contra de aquel mortal pues su sacerdote, según lo que había podido apreciar, poseía cierto aprecio por este al punto de no molestarle su presencia después de haber sido besado por él, recibiendo regalos de su parte y sabiendo que este tenía sentimientos bastante fuertes hacia el

-Yo también atesoro los momentos que paso junto a usted- dijo el sacerdote con una sonrisa que daba calidez a la divinidad quien no pudo evitar acunar entre sus manos el rostro de aquel que sin duda era el dueño de su existencia aunque este no lo supiera debido a que el amor entre un dios y un humano estuviera prohibido ya que las consecuencias para este último serian completamente atroces pues el dios de la vida y la diosa de la muerte no veían con buenos ojos las relaciones de aquel tipo.

-Me alegra escucharlo pero… ¿puedes prometerme algo?

-Sí lo que usted quiera- Aquella mirada amable era lo que había hecho que la divinidad hubiera escogido a Korame como su sacerdote principal y a nadie más.

-¿Me prometes que nadie ocupara mi lugar?-dijo Artem aunque se podía leer implícitamente que se refería a que ni siquiera Antonio podría lograr aquello, mientras abrazaba al sacerdote.

Korame no sabía a que venía aquello en aquel momento pero correspondió aquella muestra de afecto y pronuncio aquellas palabras que calmaron a la divinidad pues estaban cargadas de sinceridad.

-Mi señor nadie podrá tener conmigo el vínculo que tengo con usted- dijo Korame sin embargo no era del todo consciente que estaba enlazado de una manera similar, aunque no igual, a su ayudante.

-Eso es algo bueno- aunque eso nunca sería suficiente pero le contentaba que al menos pudiera estar a su lado como la persona/dios más cercano él. Era egoísta de su parte pero no podía evitarlo desde que lo vio por primera vez y al verlo crecer para convertirse en el hombre mas amable y hermoso que Artem haya visto alguna vez.

Siguieron conversando acerca de lo que cada uno había hecho, Artem había escogido a otras personas como sacerdotisas y sacerdotes en las zonas de guerras ya que fue realmente urgente hacerlo, pues a pesar de que tenia mucho poder no podía estar en todas partes al mismo tiempo por lo cual era útil delegar algunas de sus funciones, aunque una de las razones por las que había tomado esa decisión fue porque quería  pasar mas  tiempo con Korame ya que lo  extrañaba enormemente, aunque lo veía por lo menos una vez cada dos semanas pero aun así siempre tenía ansias de su compañía. Alguna vez había pensado llevárselo consigo y que este curara personas alrededor del mundo, pero luego pensó que esa clase de vida no seria lo mejor para el sacerdote, ya que fue escogido cuando tan solo era un niño y al parecer le tenia un gran aprecio a esta ciudad. Además que el lugar no tenía su propio sacerdote que atendiera su dolencias por lo cual tuvo que abandonar su deseo egoísta y dejar que Korame se encargara

de atender a las personas que realmente necesitaban un rayo de esperanza. Además que era agradable tener un lugar al que llamar hogar, además Artem para sí mismo pensaba en Korame como un refugio que le hacia pensar aunque fuera por unos momentos en que en lugar del dios de la curación era un simple mortal compartiendo con aquella persona que amaba mas en el mundo. El dios debía admitir que empezó a albergar sentimientos románticos hacia su sacerdote principal cuando este se convirtió en un adolescente que rebosaba de belleza y atractivo. Recuerda que se preocupó cuando mensajero comenzó a acercarse a Korame, pero sabía que su sacerdote no caería en las artimañas de aquel dios menor. Pero en esta ocasión no podía ignorar la manera en que el ayudante interactuaba con Korame ya que ambos parecían llevarse tan bien e incluso se habían protegido el uno al otro. Era la primera vez que el sacerdote principal se preocupaba tanto por alguien, al nivel de prometerle ayudarle a buscar a su madre con la ayuda de mensajero lo cual sería deberle un favor a este. No quiso comentarle aquello pues no quería alterar el ambiente ameno y agradable que existía en aquellos momentos entre sí mismo y su sacerdote principal.

Conversaron hasta tarde y cuando Korame empezó a sentir sueño fue llevado por la divinidad hacia su cuarto para que se colocara sus vestimentas para dormir, Artem le dio su espacio pues si veía su cuerpo desnudo lo desearía aun más de lo que ya lo hacía y no podía permitirse eso ya que si hacia un movimiento de esa índole haría que el castigo divino cayera sobre su sacerdote. Cuando este estuvo listo se despidieron afectuosamente tal como siempre hacían y aquellos era el momento mas agridulce de sus reuniones.

-¿Cuándo volveré a verlo mi señor?

-Estaré de nuevo cuando encuentre un momento de calma o pueda dejárselo a los demás sacerdotes- dijo aquello mientras guiñaba un ojo.

-No los hagas trabajar demasiado- mientras daba una cálida sonrisa.

-Es su deber- mientras reía

Después de eso la divinidad desapareció dejando pequeñas estelas de luz que eran demasiado hermosas ante los ojos de Korame, las estuvo observado hasta que se esfumaron lo cual fue su señal para irse a acostar ya que la mañana siguiente seria ardua pues le había hecho una promesa a su ayudante y no había nada en este mundo que pudiera hacer que no la cumpliera.

A la mañana siguiente Korame se despertó temprano ya que fue atraído por un buen aroma que salía de la cocina, así que se estiro para desperezarse dejando que una agradable sensación se esparciera por todo su cuerpo. Recordar los momentos que había pasado junto al dios de la curación la noche de ayer hacia que sintiera calidez aunque había algo que lo preocupaba mientras caminaba hacia la ducha y eso era aquella pregunta que Artem le había hecho acerca de que si nadie mas iba a ocupar su lugar.

-Eso es imposible- aunque no pudo evitar mirar su reflejo en el espejo y observar aquel collar que le regalo Antonio durante el festival.

Dejo caer el agua sobre su cuerpo y comenzó a reflexionar sobre aquella molestia que sentía cuando estaba al lado de su ayudante. Era realmente extraño no poder colocarle un nombre a aquello, cuando estaba al lado de Artem no tenia problemas en demostrar afecto o describir con exactitud sus emociones hacia este.  Sin embargo en los demás ámbitos de su vida la tarea de darle nombre a aquellas molestias que al inicio cuando era mas joven tan solo eran clasificadas como agradables o desagradables, viviendo de aquella manera hasta que por casualidad conoció a Daniel con quien pudo entablar una “relación de amistad” como lo llamaba el profesor de lengua, pero eso no significaba que el sacerdote entendiera del todo aquella denominación. Entonces a su memoria vino aquella “revelación” que le habían señalado Daniel y Felipe quienes ahora se encontraban saliendo.

A Korame nunca le interesaron aquellas cosas, para él no tenia mucho sentido dedicarle su vida a alguien mas que no fuera el dios de la curación quien era su salvador y su “persona” más cercana. Sin embargo su ayudante comenzaba a abrirse paso hacia la parte mas intima del sacerdote, aquella que era profundamente amable y a la vez vulnerable que solo buscaba un afecto genuino de alguien que fuera un igual, no es como si no apreciara todo el cariño que el dios le brindaba, nunca se atrevería a siquiera pensar en tal cosa pero una parte inconsciente de él añoraba aquella calidez que solo podía provenir de un humano. Además siempre vería como una entidad superior a Artem y eso era algo que nunca cambiaria.

Termino de asearse y se coloco su vestimenta habitual, después peino su negro cabello el cual estaba en perfectas condiciones. Esto era debido en gran parte a que era un sacerdote del dios de la curación así que gozaba de buena salud en todos los ámbitos lo que resaltaba su buena apariencia. Aquel collar en su cuello completaba su atuendo y desde ayer se había convertido en una muy preciada posesión aunque el sacerdote no pudiera describir con exactitud el sentimiento que le provocaba aquello.

Cuando estuvo listo se dirigió a la cocina donde se encontró a Antonio quien estaba vistiendo un delantal sobre su vestimenta habitual. En una sartén se encontraba una mezcla de fideos con diferentes verduras que eran los que producían tan exquisito olor que provocaba hambre y una molestia agradable en el interior de Korame.  El sacerdote no solía comer mucho pero aquella comida se veía tan apetecible que simplemente se sentó en una de las sillas al lado de la mesa. Fue entonces cuando Antonio se percató de su presencia y lo saludo con un tono formal y respetuoso como era lo habitual e incluso se atrevió a preguntarle si había descansado bien.

-Si fue una buena noche- No sabia que lo impulsaba a preguntarle también aquello pero aún así lo hizo. - ¿Cómo estuvo la tuya?

Esto hizo que Antonio se sorprendiera ya que tuvieron un momento bastante intimo ayer y que el sacerdote actuara con cierta naturalidad ante los ojos del ayudante era un poco decepcionante. Una parte de él estaba feliz por aquella demostración de amabilidad y que llevara el collar pero en su interior tal vez quería que el sacerdote mostrara algo de timidez.

-Bueno, estuvo tranquila aunque me quede pensando en lo fantástico que estuvo el festival ¿Cuál fue su parte favorita?

-Que Frederic no pudiera decir nada negativo, su cara de frustración fue simplemente una molestia agradable- dijo con satisfacción aunque al mirar la expresión de su ayudante rectifico- Los Fuegos artificiales estuvieron bien igualmente.

-Me alegro de que le gustaran.  Creo que esto ya esta caliente y listo para servirse- mientras tomaba dos platos y colocaba una porción en cada uno de ellos después los puso en la mesa. Tomo también los cubiertos y los coloco junto a todo lo necesario para que pudieran degustar su desayuno.

Mientras comían Korame menciono que podían ir a buscar a la madre de Antonio el mismo día de hoy ya que el festival había sido ayer así que la casa de sanación podía tomarse un descanso. Aquello sorprendió al ayudante ya que no esperaba que lo hicieran tan pronto. Aún no se había preparado para aquel momento así que intento convencer a su sacerdote de que esperaran un poco mas ya que todo era demasiado pronto.

-¿Si no es ahora cuando?- mientras sostenía el peso de su cabeza apoyándose en una de sus manos.

Aquella palabras hicieron a Antonio reflexionar pues era cierto que nunca habría un momento perfecto para ir a visitar a su madre, además no podía desperdiciar las buenas intenciones del señor Korame así que le respondió afirmativamente.

-Siento que estoy abusando de su amabilidad, pero tiene razón este momento es el correcto.

-Muy bien, terminemos de comer y llamare a mensajero para que nos diga la ubicación de tu madre.

-Esta bien- dijo el ayudante sintiéndose un poco nervioso pero agradecido por aquel favor que el sacerdote le estaba haciendo.

Cuando estuvieron listos Korame fue a su habitación y busco en la parte mas olvidada de su armario un objeto con el que llamaría al mensajero de los dioses. Cuando estuvo ante Antonio le mostro una brillante campana dorada.

-Él aparecerá cuando la haga sonar- dijo aquello con un poco de fastidio en su voz.

Entonces con un suave movimiento de muñeca movió la campana produciendo un sonido bastante agradable al oído.

 

Notas finales:

Eso ha sido todo, ojala les haya gustado


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