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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Hola a todos, espero que hayan tenido un buen inicio de año. Solo debo decir que lamentablemente el viaje tenia que terminar y debian volver a la realidad tanto el sacerdote como su ayudante :( espero que les guste

La estación de trenes era realmente hermosa y tan solo tuvieron que comprar boletos para abordar, ya que resulta que ambos países estaban en buenos términos y había libre circulación entre ambos. Ambos tenían el estómago lleno así que no compraron nada más y se dispusieron a ocupar sus asientos.

-Señor Korame ¿Qué le pareció…?

Entonces se dio cuenta de que este estaba profundamente dormido lo cual significaba que este estaba realmente cansado, después de todo el sacerdote nunca había estado en un ambiente familiar antes y tal cercanía debió haberlo dejado completamente exhausto. Aquello tan solo hizo sonreír a Antonio quien con cuidado acomodo la cabeza del sacerdote y no pudo evitar acariciar los cabellos de este que eran finos, suaves y de un hermoso color oscuro. El ayudante se dedicó a apreciar las facciones de su sacerdote y simplemente la palabra perfección no era suficiente para definirlas ante los ojos de Antonio.

Se quedo admirándolas hasta que sin darse cuenta se quedó dormido también recargando su cabeza en la del señor Korame, dando como resultado una imagen completamente pacífica. Entonces transcurrieron algunas horas y el sonido del silbato los despertó haciendo que se sobresaltaran y por accidente sus cabezas se golpearan.

-Auch eso dolió- expreso Antonio mientras sobaba su cabeza

-Espera- mientras colocaba su mano en la cabeza de su ayudante y de esta emanaba un aura verdosa agradable que curo al instante el pequeño dolor que sentía Antonio.  Después de ello Korame hizo lo mismo con su propia cabeza sanándose también.

-Gracias-pensando que las habilidades para curar de su sacerdote eran completamente prodigiosas.

-Todos los pasajeros deben bajar del tren ya que hemos llegado a la estación.-  dijo uno de los miembros del personal abordo.

-Vamos señor Korame, es momento de volver a casa

Korame lo miro con algo parecido a la sorpresa pues no sabía que Antonio consideraba de aquella manera a la casa de sanación, lo cual dejaba de manifiesto que ya no estaba solo sino que su ayudante pensaba en él como su familia.

-Sí, volvamos- por alguna razón sentía una molestia agradable pero que se sentía agridulce, así que decidió ignorar y simplemente seguir a su ayudante quien bajo del tren.

Después se dirigieron a la casa de sanación y efectivamente había muchas personas que al verlo se acercaron e hicieron muchas preguntas. Antonio intento calmar a la multitud pero Korame lo detuvo, aclaro su voz y comenzó a hablar.

-Devotos de nuestro dios de la curación. Les debo una disculpa a todos ustedes ya que debido a ciertas circunstancias no pude atender sus peticiones el día de ayer. Pero hoy podré atender todas sus peticiones, ¿pueden formar una línea? Me asegurare de curar todas sus dolencias.

Fueron las palabras solemnes de Korame quien se dispuso a abrir la casa de sanación e ir a colocarse en su lugar habitual para comenzar a curar a las personas. Mientras tanto Antonio se aseguró de que los visitantes estuvieran en orden y esperaran su turno.

Fue una jornada bastante ajetreada ya que había muchas personas que requerían de los milagros que concedía el sacerdote. Si embargo nadie se atrevió a cuestionar los motivos del señor Korame para haber estado ausente el día de ayer, ya que este rápidamente fue curando a aquellos que requerían de sus habilidades.

Como había demasiadas personas estuvieron trabajando hasta que ya era casi de noche, Antonio se había encargado que su sacerdote tomara pequeños descansos, pues utilizar su poder en tantas personas era algo que era agotador a pesar de que este no se quejó en ningún momento su ayudante podía notar que se encontraba realmente cansado.

-Muchas gracias, ahora me siento mucho mejor ¿Cómo puedo agradecerle?

-Presenta tus respetos a nuestro dios de la curación

-Eso haré- mientras se inclinaba aquel último visitante que se encontraba demasiado feliz ya que había sido curado de una enfermedad que los doctores no pudieron tratar y realmente necesitaba un milagro para poder salvarse.

Cuando terminaron estuvieron solos Antonio en un acto osado se acercó y comenzó a masajear los hombros de su sacerdote ya que estos se hallaban extremadamente tensos producto de toda la actividad que tuvo que realizar el día de hoy. Lo cual hizo que Korame lo mirara con algo parecido a la sorpresa.

-¿Qué haces?- fue la escueta pregunta del sacerdote

-Bueno, pensé que esto ayudaría para aminorar el cansancio que debe sentir en estos momentos, ya que realmente ha estado trabajando muy duro este día.

-Ya veo- dijo Korame que realmente no le veía el problema, tal vez por el hecho de que Artem hacía lo mismo de vez en cuando, además ya estaba tan acostumbrado a la cercanía de Antonio que no era una molestia desagradable. Además los ayudantes se encargaban de eso, ¿verdad? En realidad el sacerdote no lo sabia ya que era su primer ayudante pero no lo incomodaba para nada.

Antonio ya se había encargado de Greta y esta ahora se encontraba durmiendo cómodamente en el jardín. Mientras tanto el ayudante estuvo más que gustoso de poder realizar este acto que solo significaba su infinita devoción hacia el sacerdote.

Entonces alguien toco la puerta de la casa de sanación lo cual interrumpió aquel tranquilo momento, Korame simplemente se sintió un poco molesto ya que se encontraba bastante cómodo recibiendo aquel masaje de su ayudante a la vez que este también sintió cierta molestia al ser interrumpidos. Sin embargo se alejo a regañadientes del sacerdote y ya se estaba preparando para decir que ya no estaban atendiendo cuando se dio cuenta que eran Bal y Fran quienes se veían un poco (bastante) preocupados.

-¡¿Anto estás bien?!- dijeron ambos al mismo tiempo quienes prácticamente se abalanzaron hacia el Ayudante.

-Sí, tranquilos-viendo un poco avasallado por las miradas preocupadas de sus amigos

Entonces Bal comenzó a inspeccionarlo de pies a cabezas y luego le susurro a Fran algunas cosas. Ambos entonces lo miraron con ojos resplandecientes y el mayordomo fue quien se aclaró su garganta para pronunciar aquella pregunta que estaba en la mente de ambos.

-¿te paso algo muy bueno verdad?  Y a juzgar por la ausencia de ambos de ayer creo que tiene que ver con nuestro sacerdote.

Aquello puso un poco nervioso a Antonio pero no tuvo más opción que responder afirmativamente dada la forma en la que era mirado por aquel par que lo único que querían es que él dijera toda la verdad, con todos los detalles incluidos.

-¡Lo sabíamos!- dijeron ambos mirándose con ojos resplandeciente- ¡cuéntanos más!

-No sería bueno hacerlo aquí, deberíamos hablar en otro lugar

Miro de reojo al lugar donde estaba el sacerdote quien no parecía para nada interesado en lo que hablara con aquel par, pero por educación le pregunto si podía salir.

-Ve, yo me encargare de terminar de ordenar

El señor Korame era demasiado considerado por lo cual Antonio se sintió culpable pensando que el sacerdote debía estar cansado, pero parecía ser que este podía leer mentes pues adivino claramente lo que estaba pensando por lo cual basto una mirada, con aquellos ojos que a simple vista parecían fríos pero que habían cambiado mucho, para que Antonio supiera que estaba bien dejar la casa de sanación por algunos momentos.

-entonces me voy, volveré pronto.

-Sí- fue la escueta respuesta de Korame mientras miraba sus bien cuidadas uñas para aparentar que no le importaba demasiado que Antonio se ausentara por un rato, después de todo había estado mucho tiempo solo, pero no podía evitar querer ignorar aquella pequeña molestia que se asentaba en su pecho.

Antonio le dio una última mirada antes de reunirse nuevamente con sus amigos quienes por alguna razón se veían emocionados.

Cuando estuvieron un poco alejados de la casa de sanación le comentaron al ayudante que ambos parecían una pareja casada, despidiéndose de aquella manera en la que a pesar de la aparente frialdad del señor Korame se notaba que existía una profunda cercanía.

Tal vez para algunos seria demasiado impropio que Antonio estuviera enamorado del sacerdote pero para sus amigos no había nada malo en aquello pues ellos mismos estaban en una relación que no era bien vista por gran parte de las personas. Además no había hecho nada para forzar al señor Korame e incluso no había reaccionado de mala manera ante el rechazo de este, sino que intento no incomodar al sacerdote pero no pudo evitar querer estar cada vez más cerca de él.

-¿vamos al parque? Así nos cuentas en mas detalle tu viaje romántico con tu sacerdote favorito.

-Yo no lo llamaría así, pero suena muy bien de aquella manera- dijo él con su seriedad habitual pero se veía que le hacía mucha ilusión considerar aquellos dos días que pasaron en el extranjero como una escapada romántica.

-admítelo, apuesto a que lucieron como una pareja mientras estaban allá, no tan solo como un sacerdote y su ayudante- eran las palabras que emitió Bal con un poco de malicia.

Fran que era mas recatado pero que pensaba igual, ya que se le habían pegado las mañas de su novio, asentía varias veces confirmando lo dicho por Bal.

-¿eso creen?- dijo Antonio con un rubor apenas perceptible mientras rascaba suavemente su mejilla.

-Así es, además se nota que él no es indiferente a ti, nosotros lo habíamos visto antes y sus ojos no son tan fríos ahora, has generado un impacto y tal vez nuestro sacerdote no es demasiado consciente de ello- eran las palabras de Fran para darle ánimos a Antonio.

Aquello solo hizo que la calidez llenara el pecho del ayudante y sintiera que su amor era profundamente apoyado por sus amigos, lo que le daba el valor para seguir intentando ser más cercano a su sacerdote.

Finalmente llegaron al parque, el cual era el lugar donde se conocieron, la laguna de patos seguía igual de hermosa así que decidieron sentarse en el pasto y ya se podían ver algunas estrellas en el cielo a pesar de que todavía no caía completamente la noche.

Sus amigos lo miraron expectantes para que comenzara a hablar aunque no querían presionarlo se notaba que querían saber todos los detalles.

-Bueno, en realidad no fue como si desde el inicio se hubiera podido interpretar como un viaje romántico ya que en realidad fui a reunirme con mi madre a quien no veía desde hace mucho tiempo ya que ella, como ya sabrán, nos dejo a aquel hombre y a mí.

-Si ya nos habías comentado algo al respecto- dijeron ambos seriamente.

-Bueno nos reconciliamos y ahora tengo una nueva familia allá.

-Espera… eso es una noticia muy grande, ¡Debes darnos mas detalles!- dijo Bal.

-Bueno como sabrán ella no pudo soportar estar al lado de aquel hombre y por eso escapo, me confeso también que sentía un gran amor y odio hacia mí ya que yo era la muestra física del lazo que todavía la ataba.

-Hombre, eso es duro- señalo Bal- después de todo prácticamente te abandono a tu suerte.

-Se podría decir que sí, pero ella se disculpo y en realidad yo no le guardaba demasiado rencor así que pudimos reconciliarnos sin mayores problemas e incluso conocí a mis hermanos y a mi padrastro.

-¿Cómo son ellos?- pregunto Fran

-Son personas muy agradables, a mi hermano menor le gustan los aviones igual que a mí así que logramos llevarnos bien.

-¡Eso es realmente fantástico! Además ya les presentaste a tu sacerdote- expreso Bal bastante emocionado

-Incluso me ofrecieron vivir con ellos pero…

-Decidiste quedarte al lado de nuestro sacerdote… eso es algo muy romántico- reconoció Fran.

-Simplemente no podía dejarlo solo, se que el no me necesita realmente ya que siempre se ha hecho cargo de la casa de sanación solo y de si mismo, pero siento que de alguna manera es más feliz teniéndome a su lado, tal vez tan solo sea mi pensamiento egocéntrico pero lo noto en sus gestos y pequeñas expresiones.

-Es un cambio que varias personas han podido notar, además que su amabilidad se siente de alguna manera más cálida según he escuchado.

-Si, a simple vista pareciera no haber cambiado en absoluto pero si miras con más atención hay muchos detalles que lo han hecho parecer mucho mas humano- fueron las palabras de Fran quien era bastante observador ya que desde que era un niño había estado pendiente de todos los detalles en su labor como mayordomo y después para sorprender a su novio.

-Desde un inicio él fue amable, pero de manera fría como si realmente no le importara a quien estuviera ayudando en realidad, también creo que no fue una iniciativa de él aceptarme como su ayudante, sino como algo que le fue sugerido por el dios de la curación, aun no tengo claro la razón de aquello.

-¡¿Has visto al dios de la curación!?

-En realidad no lo he visto pero mi sacerdote suele hablar con él algunas noches, no ha sido mi intención escucharlo pero me fue inevitable ya que de cierta forma su voz se tornaba mas dulce y expresiva en aquellas ocasiones.

-¿Y no sientes celos?- fue la pregunta de Bal con su espíritu de señora cotilla.

-Un poco, pero siento que su forma de relacionarse conmigo es completamente genuina sin embargo aún así siento que a él le falta algo, no sé cómo explicarlo.

-Tienes razón sus ojos son demasiado fríos, pero creo que tú lo consideras parte de su encanto ¿verdad?- dijo Fran que en ciertos aspectos se parecía a su novio

-Bueno, así es- sin ni siquiera esforzarse en negarlo

-Ahora cuéntanos mas acerca de sus vacaciones románticas en el extranjero, ni siquiera son pareja todavía y ya tuvieron su luna de miel ¡no podemos quedarnos atrás Fran!

Entonces Bal tomo del cuello de la camisa a su novio y le dio un beso que hizo que Antonio mirara hacia otro lado un poco avergonzado.

-¡Bal, eso fue completamente inapropiado!- dijo avergonzado Fran pero aun así su mirada brillaba y fue imposible de ignorar como lamio levemente sus labios, saboreando los restos de aquel beso que le dio su novio

-Sabes que te gusto y mucho- dijo con cierto aire arrogante Bal

-Sin comentarios

Antonio solo observaba como aquel par coqueteaba hasta que estos volvieron a tener en cuenta su presencia y le pidieron que les contara todo acerca de aquel viaje que había hecho con su sacerdote. Ambos al terminar la historia no pudieron contener un pequeño grito emocionado.

-Dioses, cásense ya – dijo Bal

Fran simplemente asentía ya que compartía la misma idea, Antonio ya se había casado una vez y la idea de hacerlo era compleja pero le llenaba de calidez, pero había un problema y este era la posición del señor Korame, ya que no quería que este dejara de ser sacerdote, nunca había escuchado que estos tuvieran pareja así que era bastante complicado.

-El amor todo lo puede- dijeron sus amigos y eso es algo que diría la diosa del amor quien tal vez podría interceder por ellos ante el dios de la curación

-Ojalá sea así- eran los pensamientos de Antonio

Mientras tanto Korame estaba teniendo una conversación bastante seria son el dios de la curación quien había esperado a que el ayudante dejara la casa de sanación para hablar en privado con su sacerdote principal.

-Korame ¿tienes algo que decirme?- su tono de voz ya no tenia ese toque cariñoso que siempre poseía cuando hablaba con su sacerdote, solo exigía explicaciones.

El sacerdote solo podía reconocer la expresión de enojo de Artem debido a que este fruncia un poco las cejas, debido a esto no demoro en arrodillarse y decir como habían sido las cosas realmente.

-Mi señor le ruego que me perdone por haber faltado a mis deberes como sacerdote.

Eso hizo que la expresión de Artem se relajara un poco ya que no podía estar enfadado con Korame, es decir, ¿Quién podría? Observar aquellos ojos fríos que se disculpaban era algo que rompía el corazón. Además lo que hacia que sintiera molestia no era que hubiera dejado su cargo por un día ya que era algo bueno que pudiera descansar, sino que el motivo de ello no era aceptable para la divinidad.

-Esta bien, la pregunta es: ¿Qué te llevo a hacerlo?- la mirada filosa que tenía el dios llego a estremecer a Korame.

El sacerdote expreso un motivo que no dejo conforme al dios ya que aunque era cierto poseía solamente un carácter superficial y no revelaba la razón esencial.

-Mi ayudante quería ver a su madre y yo quise ayudarlo a hacerlo, ya que ha cumplido sus deberes impecablemente.

-Pero no tenías que pasar todo un día con él recorriendo la ciudad.

Aquello dejo sin palabras a Korame pues era absolutamente verdad y aunque sabia que estaba conectado a Artem no podía evitar sentir que fue espiado sin consideración alguna, si al dios le molestaba que no estuviera cumpliendo sus deberes como sacerdote pudo haberlo detenido en el instante pero la pregunta ahora era ¿Por qué no lo hizo?

Al notar aquello Artem se paso la mano por sus cabellos desordenándolos con frustración y se apresuro a excusarse con su sacerdote principal.

-Lo siento, no fue mi intención. Sabes que estamos conectados y no pude evitarlo. Sin embargo quería darte tu privacidad, además que a cierto mensajero se le escapo la información, también la diosa del amor estaba especialmente emocionada y empeñada trabajando en algo.

-era de esperarse del recadero y lo de la diosa explica muchas cosas- eran los pensamientos de Korame.

-¿Qué es lo que realmente sientes por tu ayudante?

Eso nuevamente dejo pensativo a Korame que sintió una mezcla de molestias bastante grande que lo dejo ensimismado por varios minutos intentando hallar la respuesta. Era como si estuviera haciendo cortocircuito lo cual hizo que Artem se sintiera enternecido pero a la vez molesto ya que significaba que el ayudante era alguien importante para el sacerdote, por lo cual decidió tomar medidas inmediatamente.

-Tu ayudante te distrae de tus obligaciones, por lo cual es necesario que deje de serlo.

Fueron las palabras tajantes de Artem que tomaron por sorpresa a Korame que simplemente no lograba asimilar por completo lo dicho por el dios. Sin embargo a pesar de la molestia en su pecho decidió aceptar ya que después de todo la divinidad prácticamente lo había criado y acogido además de que era lo mas cercano que tenía a una familia.

-Está bien, pero… le pido que me permita una última petición, aunque creo que es egoísta de mi parte.

-siempre he dicho que debes ser más egoísta.- dijo Artem bastante complacido

-Quiero llevar a mi ayudante a la reunión anual de los dioses, creo que seria una buena experiencia para él antes de que nuestros caminos se separen.

Artem pareció meditarlo pero al final accedió ya que no podía negarle nada a su sacerdote favorito, estaba siendo egoísta pero no podía evitarlo pues no quería perder su lugar en el corazón de Korame además si el ayudante se acercaba aun mas el sacerdote este podría volver a salir dañado y eso era algo que Artem no dejaría pasar, es mejor que se separen antes de que sea demasiado tarde.

-Esta bien, pero al final debes decirle que ya no será tu ayudante.

-así será, lo prometo

Siguieron hablando pero Korame tenía una molestia en su pecho que nunca había sentido pero que era un dolor como una espina clavada.

 

Notas finales:

Eso ha sido todo por esta semana y  nos vamos acercando al final


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