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El corazón en la caja por Sunnydays

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Notas del capitulo:

Llego el momento! mi corazon se rompio al escribir esto

Antonio, Korame y el mensajero se encontraban en los dominios del dios de la vida, específicamente en un jardín completamente hermoso que estaba muy bien cuidado y que poseía las rosas azules más hermosas que el ayudante haya visto en su vida, ya que parecían una variedad completamente única que no se podría encontrar en ningún otro lugar. Además había mariposas de todos los colores que revoloteaban libremente por todo el espacio, el cual estaba bajo un cielo estrellado que hizo que Antonio se quedara totalmente absorto observándolo.

-Ayudante ya sé que estas contemplando detenidamente lo hermoso que es este lugar y no quiero interrumpirte pero… tenemos que entrar- el tono del mensajero era aparentemente burlón pero en realidad se podía notar un poco de nervios en su voz ya que en realidad temía las reacciones que tendrían Artem y Elyada si no llegaban a tiempo.

-Señor Korame ¿no le parece hermoso este lugar?- dijo Antonio ignorando al dios pues en realidad no le importaba mucho que lo regañaran, pues había una determinación en su corazón para lograr atravesar aquellos muros que rodeaban al sacerdote

Sin embargo Korame desvío la mirada comentando que en realidad ya eran muchas veces que visitaba la mansión del dios de la vida y no le había prestado mucha atención pues solo estaba aquí para acompañar a su señor.

-Ya veo- fue la tranquila respuesta de Antonio ya que de alguna forma esperaba aquella respuesta de su sacerdote quien realmente solo estaba siguiendo los mandatos del dios de la curación, sin dejar que nada lo distrajera de sus labores ni siquiera el excepcional paisaje que los rodeaba pero el ayudante tomaría la tarea de hacer que el señor Korame pudiera ser consiente de aquellos pequeños y hermosos detalles.- La luna esta hermosa ¿no cree?

El sacerdote solo asintió mientras el mensajero en un acto desesperado, pues  era evidente lo que el ayudante trataba de hacer,  los transporto a la entrada ya que realmente estaba un poco asustado de que Artem se diera cuenta de que Antonio estaba coqueteando descaradamente con su sacerdote principal sin importarle el hecho de que estaban en la reunión de los dioses, lo cual traería la furia del dios de la curación, la que era completamente devastadora, el mensajero no la había presenciado en persona pero había escuchado sobre esta y no quería estar cerca cuando este explotara, pues ya habían sido demasiados atrevimientos por parte del ayudante.

Pero por otro lado realmente admiraba y también envidiaba un poco las agallas que tenía este, pues el ayudante no tuvo que forzar una cercanía con el sacerdote sino que Korame, aunque no fuera completamente consciente de aquello, fue quien poco a poco lo había dejado entrar, por lo cual podía entender que Artem estuviera enojado por no decir completamente celoso, pero sabía que no había estallado porque su protegido, aunque no supiera exactamente la razón, deseaba que su ayudante permaneciera a su lado.

La entrada de la mansión era completamente diferente a todo lo que Antonio haya visto antes, la gran cantidad de fuentes de aguas le daba un aspecto solemne y a la vez completamente hermoso al lugar.  La gran pileta que estaba en frente dejaba fluir aguas doradas en las cuales nadaban peces de los colores del arcoíris, Antonio realmente estaba fascinado con la belleza de todo lo que estaba a su alrededor. En la puerta se encontraban dos seres que asemejaban la figura humana, pero que no tenían rasgos que las diferenciaran, ambos tenían libretas en las cuales estaban anotados los nombres de los asistentes. Antonio se quedó absorto mirando a aquellas criaturas preguntándose que eran exactamente.

-Ayudante, con tan solo mirarte es obvio que no sabes que esos son los sirvientes del dios de la vida- mientras lo miraba de manera socarrona.

Korame miro de manera fría al mensajero quien inmediatamente quito esa sonrisa burlona y empezó a explicarle muy diligentemente al ayudante que el dios de la vida podía crear los seres que él quisiera incluidos otros dioses ya que poseía el poder para hacer aquello. En un inicio solo había dos dioses que un día crearon el universo porque así lo decidieron, ellos eran el dios de la vida y la diosa de la muerte la cual nunca asistía a la reunión ya que marchitaría todo lo que estuviera alrededor, ella era la madre de muchos de los dioses pero su sola imagen causaba terror, así que prefería quedarse en su hogar, las llamadas cuevas del último respiro.

-Ahora que estas un poco más informado, ¿podemos entrar?- dijo con un poco de urgencia mal disimulada.

-sí, gracias por compartir su conocimiento- dijo Antonio mientras se inclinaba, ya que debía mostrar buenos modales para no avergonzar al sacerdote.

-Mi señor nos debe estar esperando- fue la escueta respuesta de Korame, quien si bien no gustaba de hablar demasiado ahora estaba especialmente silencioso.

Antonio simplemente asintió ya que no quería causarle algún disgusto al señor Korame así que pacientemente se colocó detrás de él mientras este se acercaba a uno de esos seres.

-Mi nombre es Korame, soy el sacerdote principal del dios de la curación y este es mi ayudante.

Aquella figura asintió y reviso su libreta para después asentir y dejarlos pasar a la residencia del dios de la vida. Después Mensajero hizo lo mismo pero podía jurar que el sirviente del dios de la vida lo miraba con burla o tal vez eran impresiones suyas.

Ante ellos estaba un salón dorado en la que las distintas divinidades mostraban sus mejores trajes de gala, eran muy parecidos a los mortales pero se diferenciaban de estos pues poseían diferentes auras de los más diversos colores, había varios que conversaban amenamente aunque algunos dioses tenían expresión de fastidio pensando en que tenían mejores cosas que hacer que convivir con sus parientes, cuyo linaje familiar era bastante confuso.

-Korame… ¿¡ espera, ya se fue!? Solo me usa como su transporte- pensaba bastante deprimido el mensajero, no se fijó por donde iba por lo cual choco con un dios que lo reconoció inmediatamente.

-¡Hermanito! ¿todavía no te emborrachas?- dijo un dios muy parecido al mensajero, pero cuyos ojos eran notoriamente mucho más maliciosos.

-Hola Iropel.- dijo mensajero con una sonrisa obviamente incomoda

-¡Vamos no nos hemos visto en un buen rato! Siempre hayas la manera de escaparte de las reuniones familiares- dijo con cierto tono juguetón propio de su posición como dios de los juegos.

-bueno, siempre hay mensajes que entregar- Fue la mejor excusa que se le ocurrio al mensajero, ya que no quería admitir que detestaba aquellas reuniones pues su padre siempre lo trataba como si su labor, aunque necesaria, fuera inferior a la de sus hermanos.

-Buu, siempre dices lo mismo. ¡Juguemos algo!

-Cada vez que dices eso algo malo me pasa- dijo el mensajero completamente desconfiado pero sabía que su hermano no lo dejaría tranquilo hasta que jugaran.

-Tranquilo esta vez no será así, además si ganas podrás pedirme lo que quieras- lo cual obviamente era mentira pero como era el dios de los juegos sabía muy bien como engañar a los demás, por lo cual convenció a su hermano.

-Está bien, tan solo un juego- mientras levantaba un dedo para enfatizar sus palabras.

-¡Bien!- mientras apretaba su puño en señal de victoria- Es sencillo, solo debes adivinar en que mano se encuentra esta moneda.

La moneda en cuestión era de un hermoso color dorado y el dios de los juegos la coloco en una de sus manos y la fue cambiando repetidas veces a gran velocidad mientras el mensajero observaba detenidamente, ya que al ser alguien veloz podía seguir objetos con bastante facilidad. Por esto se sintió un poco confiado de que esta vez podría ganarle su hermano y que podría hacerle cualquier petición.

-Muy bien hermanito elige la que crees tiene la moneda

Mensajero pensó muy detenidamente su elección y finalmente opto por la mano izquierda la cual fue abierta dejando salir una gran planta carnívora que atrapo su cabeza, provocando la risa de Iropel y la de algunos dioses menores que estaban alrededor. Rangel se sentía avergonzado pero de cierta forma acostumbrado a resignarse ante los “Juegos” de su hermano, cuando este término de reírse hizo desaparecer aquella ilusión pues ya estaba satisfecho, pero volvió a estallar en carcajadas al ver la expresión del mensajero.

-¿ya terminaste de reírte?

-Sí, lo siento hermanito- mientras se limpiaba una lagrima de la comisura de su ojo derecho.

-Tengo cosas que hacer, así que si me disculpas- estaba listo para marcharse pero su hermano coloco un brazo sobre sus hombros y le dijo que tenían que estar al lado de su familia, es decir, el dios de la fortuna y sus demás hijos.

-No puedes escapar, hermanito.

Mensajero resignado lo siguió pero solo pensaba en la forma en la que podría escaparse pues realmente detestaba estar inmerso en aquel ambiente.

Mientras tanto Antonio se encontraba en una situación bastante tensa ya que por primera vez se paraba frente al dios de la curación, la divinidad a la que el señor Korame había dedicado toda su vida. Los cabellos claros y su ojos evocaban respeto en quienes lo mirasen además su porte altivo y vestimentas de un tono de verde que no se podría encontrar en ninguna otra tela dejaban claro el mensaje de que se debía mostrar completa devoción ante él. El sacerdote se inclinó ante la divinidad para presentar su saludos así que el ayudante hizo lo mismo. Artem estiro su mano para que fuera besada por Korame quien no cuestiono el hecho de que esa acción era diferente a como comúnmente realizaban su saludo, pero Antonio no pudo ignorar aquella mirada de reojo del dios que se podía clasificar como arrogante. Pero entonces el dios empezó a hablar.

-Finalmente nos conocemos en persona señor ayudante- su tono de voz era cordial pero de alguna forma tenia cierto matiz ácido que solo pudo ser notado por Antonio, ya que el sacerdote no era consciente de la tensión que se formó en el ambiente.

-Dios de la curación, es un honor estar ante su presencia el día de hoy- mientras su postura continuaba inclinada.

- Puedes enderezarte-fue la orden de Artem quien era bastante bueno para ocultar su desagrado hacia el ayudante, pero se tuvo que recordar así mismo que debía ser una noche agradable ya que ese era el deseo de su sacerdote principal y favorito así que muy disimuladamente se coloco bastante cerca de Korame bajo la excusa de que era necesario que ambos estuvieran juntos como lo habían hecho durante todos estos años. Aquello descoloco un poco el ayudante, pero no dijo nada ya que no quería avergonzar a su sacerdote, además ya conocía como se sentía el dios así que podía aceptar que este quisiera estar lo más cerca posible del señor Korame, pues no podía culparlo por aquello sabiendo la compleja situación en la que la divinidad se encontraba. Después de todo Antonio podía estar la mayoría del tiempo al lado del sacerdote, además sabia que este disfrutaba la compañía del dios así que no tenia nada que decir acerca de ello, dejando que ambos pudieran estar juntos sin que él interfiriera.

Artem aunque sentía el impulso de colocar su brazo sobre los hombros de su sacerdote principal debía resistirse a aquel pues los demás dioses, en especial aquel que representaba a la vida, podrían descubrir como realmente se sentía provocando consecuencias terribles.

Antonio solo se quedaba atrás sin pensar demasiado en que estaba siendo dejado completamente de lado y que al dios no le importara mucho entablar conversación con él, después de todo no se podía culpar a la divinidad, ya que este debía sentir un completo desagrado hacia el ayudante pues este se estaba acercando cada vez mas al sacerdote y aquello era inaceptable, además que por su causa Korame había dejado de lado sus deberes los cuales no había abandonado desde que asumió como sacerdote.

Esto implícitamente significaba, aunque el dios no lo quisiese admitir, que Antonio ocupaba un lugar de importancia superior al suyo propio y eso hacia que su ser hirviera, si fuera cualquier otro mortal no dudaría en descargar toda su ira en él, pero como se trataba de alguien que aparentemente era valioso para el sacerdote solo se contentaría con alejarlo de la casa de sanación y si tenia suerte de la vida de Korame.

Antonio en un momento los perdió de vista y miro en todas las direcciones buscándolos pero no tuvo éxito, así que con un suspiro resignado fue a sentarse a una de las mesas que estaban allí. Contemplaba los hermosos trajes de las diosas las que lucían vestimentas completamente glamorosas y algunas tenían peinados muy elaborados que llamaban la atención del ayudante que se preguntaba como aquellos podían vencer la gravedad. Entonces de pronto comenzó a sentirse muy triste y lágrimas comenzaron a caer desde sus ojos sintiendo como una profunda tristeza comenzaba a apoderarse de su corazón. Entonces miro al lado suyo pues había una diosa que le estaba ofreciendo un pañuelo.

-Lo siento, esto siempre pasa cuando estoy cerca de dioses o humanos. Yo ya estoy acostumbrada así que no te preocupes- su voz tenia un tono afligido pero ella a pesar tener esa aura no derramaba lágrimas.

-Mi diosa no quiero ser irrespetuoso pero… ¿Cuál es su nombre?- mientras se limpiaba las lágrimas las cuales ahora brotaban más suavemente.

-Mi nombre es Jignam, diosa de la tristeza y aflicción.

Ella era rodeada por un aura azul oscuro, vestía un hermoso vestido de color azul marino, un velo del mismo color y largos cabellos de los mismos tonos además de que su piel era muy pálida.

-es un gusto conocerla- mientras inclinaba su cabeza.

-tranquilo, se que te preguntaras porque me acerque, la razón es que note que tenías tristeza en tu corazón que estabas tratando de ignorar.

Antonio la miro sorprendido ya que había intentado alejar esa amarga sensación que le había generado ver al señor Korame alejarse con el dios de la curación. En realidad no quería molestar al sacerdote con aquellos egoístas pensamientos así que los dejo marcharse sin hacer el intento de permanecer a su lado pues sabía que no había espacio para él en aquella burbuja en la que parecían estar aquellos dos. Además el sacerdote parecía evitarlo y eso era lo que más le dolía al ayudante, pues después de haber probado lo ambos podían tener fuera de la casa de sanación,  siendo ellos mismos más allá de su relación de sacerdote y ayudante, era difícil asimilar el rechazo del señor Korame.

-Lo siento es solo que mi corazón duele por él, por…nosotros.

-Siento que hay otras cosas que te duelen como lo de tu exesposa, sé de ella por medio de mi madre la diosa de la muerte y creo que no te has tomado el tiempo de experimentar aquella tristeza.

Las lagrimas de Antonio fluyeron con mas fuerza ya que realmente extrañaba a Lucía pues ella lo consolaría y le orientaría ayudándole a poner en orden sus sentimientos, ella le hacía tanta falta pero sabía que ya había cumplido su propósito en el mundo de los mortales, por lo que debía dejarla descansar aunque realmente deseara que estuviera a su lado.

-Es que todo es tan complicado, sé que ella ya no está en este mundo pero la necesito mas que nunca, ella mas que mi pareja fue mi más cercana amiga. Korame es mi persona más cercana y ha hecho tanto por mi que yo… simplemente me duele que se aleje más y más.

-Lo sé, ven aquí- mientras extendía sus brazos para que el ayudante recostara su cabeza en su pecho. Aquel abrazo fue inesperadamente tranquilizador ya que la diosa a pesar de representar a la tristeza sabia como consolar a las demás personas

Las lágrimas caían primero desbordantemente hasta convertirse en un ligero sollozo que significaba que el corazón de Antonio se estaba calmando y de alguna forma después de haber llorado tanto se sentía un poco mejor

-Gracias, realmente lo necesitaba-dijo el ayudante.

-Siempre es bueno conectarse con la tristeza que es una de la emociones mas elementales del ser humano- dijo la diosa con aquel tono melancólico.

-Nuevamente le agradezco ha sido de mucha ayuda.

-Es mi deber guiar a aquellos que tienen tristeza en sus corazones, pero creo que es momento de que intentes disfrutar esta fiesta, hay muchos dioses que estarían encantados de conocerte después de todo eres el ayudante del sacerdote principal de Artem, el dios de la curación.

-Si lo intentare gracias por su preocupación- dijo el ayudante pero de la nada ella ya no estaba allí lo que lo dejo preguntándose hacía donde había ido esta.

Entonces su estómago empezó a gruñir exigiéndole que buscara algo de comer así que busco con la mirada a uno de los sirvientes del dios de la vida a quien por cierto no había visto ya que en realidad había demasiadas divinidades a donde quiera que mirara. No tarde mucho en lograr su cometido y cuando estiro la mano para alcanzar un pequeño bocadillo que lucia completamente delicioso se topo con que alguien mas deseaba comer aquel. Levanto la vista y se topo con una diosa de piel ligeramente morena que tenia un hermoso traje de varios colores dejando al descubierto su vientre.

-Hey búscate el tuyo- fue lo que dijo ella

-Lo siento yo…

-¡Espera! Esas vestimentas…. ¡Tú debes ser aquel ayudante del que tanto habla Amy, la diosa del amor! Me presento yo soy Olteya la diosa de la danza, hija de Fezebal - mientras extendía su mano hacia Antonio quien dudo en estrecharla pero después decidió que seria bueno conocer a los demás dioses ya que seguramente se seguiría topando con ellos en el futuro.

-Mi nombre es Antonio y sirvo al sacerdote principal de nuestro dios de la curación.

-Si estoy segura de que varios de los dioses aquí saben quien eres. Por otro lado ¿no te gustaría saber si tienes talento para bailar?

-Nunca lo he intentado seriamente, es decir tanto Lucía como yo hacíamos el intento pero éramos muy descoordinados.

-¡Cualquiera puede lograrlo si tiene una buena maestra! Yo puedo mostrarte sígueme

-Está bien- dijo Antonio ya que esto era mejor que quedarse en un rincón sin interactuar con nadie.

Llegaron a una especie de pista en donde las demás divinidades se encontraban meciéndose suavemente al ritmo de la música que era producida por la hija de Fezebal que estaba encargada de aquello y dirigía a algunos sirvientes del dios de la vida quienes tocaban diferentes instrumentos. Antonio no podía dejar de admirar todo a su alrededor así que la diosa tuvo que llamar su atención

-Señor Ayudante, cuando bailas tienes que tener tu vista puesta en tu compañero- dijo ella con tono divertido.

-Sí, lo siento ¿Qué debo hacer ahora?

-Intenta mover tu cuerpo al ritmo de la música

Antonio comenzó a mecerse suavemente experimentando la música con todos sus sentidos y entonces miro a la diosa que se movía con total libertad invitándolo a hacer lo mismo.

--Bien, ahora yo hare unos pasos y tú intentaras imitarlos

-está bien- dijo él un poco vacilante.

Ella comenzó a moverse y a dar algunas vueltas lo que hacia que el ayudante pensara que la diosa realmente parecía una flor que suavemente caí desde un árbol, quedo tan absorto en ello que la divinidad dejo escapar una pequeña risa ya que le parecía adorable que este se quedara hipnotizado con sus movimientos.

-Si, te falta la técnica pero creo que por hoy puedo ayudarte con eso- entonces en un acto inesperado deposito un pequeño beso en la frente de Antonio quien quedo completamente descolocado- Ahora puedes ir con tu sacerdote a conquistarlo con tus nuevas habilidades de baile.

-¿Cómo es que…?

-Bueno la diosa del amor siempre nos suministra buen material, además ella dice que él amor es como una danza entre dos amantes y bueno yo no podría estar más de acuerdo

Ella lo miraba con ojos brillantes lo que hizo que Antonio se sintiera un poco cohibido pensado cuantos dioses y diosas más sabían acerca de sus sentimientos por el señor Korame, la diosa del amor no había desperdiciado tiempo al parecer, seguramente la mayoría de las divinidades presentes estaban conscientes de aquello convirtiéndolos al señor Korame y él en uno de los temas de conversación favoritos para comentar. Seguramente eso hacia que el dios de la curación se encontrara mucho mas molesto con el ayudante, pero aquello era algo que Antonio estaba dispuesto a enfrentar.

-Bueno, gracias por el apoyo creo- dijo él mientras rascaba suavemente su mejilla.

-No te preocupes, yo y todas mis hermanas apoyamos su amor – mientras daba una vuelta haciendo girar su falda.

-Muchas gracias.

-¡Esta es mi canción favorita!- dijo ella abruptamente mientras se alejaba para seguir bailando

Antonio la vio irse y se dio cuenta que él debía hacer lo mismo, ya que debía lograr que el señor Korame bailara con él para poder reafirmarle como se sentía.

-Diosa de amor, ¿Qué has hecho? Aunque debo decir que te lo agradezco, tener divinidades que nos apoyen se siente bien de alguna forma, aunque creo que ser la comidilla de los dioses no es algo que le agrade mucho a mi sacerdote. Bueno ahora…

Entonces como si la hubiera invocado la diosa del amor hizo aparición y su voluptuosa figura se veía completamente seductora en un vestido rojo que Elyada le había hecho para la ocasión. Las Spinlovs, aquellas pequeñas esferas con alas, la rodeaban revoloteando a su alrededor.

-Darling es un gusto verte aquí ¿Estás disfrutando la fiesta?

-Si ha sido divertida- pero su voz no se notaba completamente satisfecha.

-¿Quieres estar al lado de Korame verdad?

-Así es- admitió Antonio.

-Comprendo, hay que hacer algo al respecto, Artem no puede monopolizar a nuestro lindo sacerdote. Sígueme- mientras le guiñaba un ojo

El ayudante hizo lo que la diosa le dijo hasta que divisaron a el dios de la curación y a su lado al señor Korame. La divinidad estaba conversando con otros dioses así que cuando la diosa del amor se coloco a su lado llamando su atención no pudo ignorarla ya que a pesar de todo eran bastante cercanos.

-¿Qué sucede Amy?

-Te tengo que contar un chisme muy jugoso que estoy segura de que te encantará.

-¿Ah, sí?- dijo mientras levantaba una ceja completamente interesado.

-Verás ¿Recuerdas a…?- esa fue la señal para que Antonio fuera al encuentro de Korame quien lo vio de manera sorprendida pero había algo más en su mirada.

-Shhh- mientras ponía un dedo sobre sus labios y con delicadeza tomaba la mano del sacerdote llevándolo consigo a través de la multitud aprovechando que Artem estaba distraído, mientras tanto el señor Korame estaba demasiado desconcertado para oponer resistencia

Cuando llegaron a una especie de invernadero en donde estaban rodeados por todo tipo de plantas exóticas Korame finalmente habló.

-¿Por qué me trajiste aquí?- mientras apartaba la mano de Antonio exigiendo una respuesta.

-Solo quería que estuviéramos lejos de la multitud, solo usted y yo

-¿No preferirías estar con la diosa de la danza?- Antonio podía jurar que había cierto tono dolido en la voz de su sacerdote.

-¿Nos viste?

-Era imposible no hacerlo, cada vez que ella baila ningún dios o mortal puede evitar mirarla y por supuesto que note que tu estabas con ella.

Esas palabras hicieron que la esperanza comenzara a llenar el corazón del ayudante pues significaba que la atención del sacerdote, aunque fuera por un momento, fue puesta en él y no en el dios de la curación.

-Sé que es osado de mi parte pero… ¿le gustaría bailar conmigo?

La expresión del señor Korame parecía sorprendida pues los atrevimientos de su ayudante cada vez iban subiendo de nivel, pero algo en su interior le decía que no estaría mal acceder a la petición de este, olvidándose completamente de su posición de sacerdote. Así que en un acto que no conseguía explicarse a sí mismo extendió la mano hacia Antonio quien con cuidado la tomo acercándose bastante.

-No se por que hago esto pero…- mientras no podía evitar respirar la esencia de Antonio que por alguna razón empezaba a envolverlo completamente.

-solo concéntrese en este momento y en como nos mecemos suavemente.- mientras ambos se balanceaban al ritmo de una música que solo ellos podían escuchar

Se desplazaban por el lugar moviendo sus pies que talvez por los poderes de la diosa de la danza se encontraban en completa sincronía bailando en un tranquilo compas, Korame inconscientemente recostó su cabeza en el hombro de Antonio lo cual hizo que su corazón doliera sintiendo una molestia pero no era del todo desagradable, no sabia porque se dejaba llevar, pero en aquel momento no le importaba mucho tan solo seguía los pasos que marcaba su ayudante, dando vueltas y estando tan cerca que podía sentir la respiración de su compañero de baile, entonces este comenzó a hablar con ese tono serio, pero que de alguna forma era cálido y agradable de escuchar.

-Desde que lo conocí muchas cosas han cambiado a mi alrededor, me ha mostrado un mundo completamente diferente al que había conocido cuando estaba con Lucía, ambos son igualmente valiosos, pero usted es mi presente y deseo que también sea mi futuro. Me ha ayudado tanto y yo he cambiado gracias a usted logrando sanar heridas de mi pasado que no había podido curar. Usted tiene bien merecido el titulo de sacerdote del dios de la curación, ya que realmente me ha salvado y sanado completamente. Por eso quiero seguir a su lado, pero no puedo seguir reprimiendo lo que siento, ya que yo lo…

-Por favor no sigas- mientras apartaba la mirada y cualquiera diría que estaba avergonzado.

-No, esta vez lo diré claramente: Lo amo demasiado.

Entonces en otro acto atrevido hizo que el sacerdote diera una vuelta y lo reclino buscando sus labios para demostrar su amor de manera más física y tangible, pero este aparto su rostro y con gran dolor pronuncio unas palabras que hicieron que Antonio sintiera una punzada en su corazón.

-Tú ya no puedes ser mi ayudante- intento decirlo con seriedad pero al pronunciar aquellas palabras lagrimas empezaron a caer desde sus ojos- ¿Qué es esto?¿que me has hecho?

El sacerdote comenzaba a limpiarlas desesperadamente, pero estas no dejaban de deslizarse por sus mejillas, el llanto era tan irrefrenable que Antonio no pudo resistir el impulso de colocar sus manos en la mejillas de este mirándolo con dolor y amor a partes iguales.

-Haré algo mas atrevido ahora ¿Esta bien?

-¿Qué ha…?

La pregunta quedo inconclusa ya que Antonio presiono sus labios contra los de su sacerdote quien abrió desmesuradamente sus ojos pero a medida que el beso se iba profundizando cerro sus parpados dejándose llevar completamente por el momento, disfrutando inconscientemente esa molestia que quemaba su pecho la cual no podía seguir negando pues se trataba de la mas pura y dolorosa felicidad.

Entonces una amenazante aura verde rodeo el lugar, lo que significaba que el dios de la curación no estaba para nada contento con que el ayudante tuviera esa clase de acercamiento con su sacerdote principal.

Notas finales:

Espero les haya gustado, el siguiente sera el último y después vendra un epilogo :D


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