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La polaridad de un desgraciado por anomnilerr

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A esa hora el metro estaba en hora punta, se encontró apretado entre una aglomerada masa agotada de gente bufando su mal genio. 

Su mirada se concentraba en el reflejo de la ventanilla, había hablado de todo. Desde sus padres y la relación que llevaba con ellos, hasta Pairo y el exámen para salir al mundo exterior; aún no habían tocado el inició de la masacre, la sesión se había concentrado en que Kurapika estableciera las bases de su origen, de quién era ¿Pero debía sentirse mejor por eso?¿De qué servía si está parte de él había desaparecido? Claro, no pensaba que recuperarla fuera una posibilidad, y su reflejo en la ventanilla lo demostraba. No podía reconocerse a si mismo, por primera vez en años, había notado que no era nada ni nadie ¿De quienes eran esos ojos que lo miraban a través del cristal? ¿Quién era?

Cuando entro al departamento las luces estaban apagadas, se movió silenciosamente, reviso si Leorio había dejado alguna nota, de no ser así era probable que estuviese en la habitación. 

Abrió la puerta del refrigerador por alguna razón desconocida, este contenía un plato de comida cubierto en aluza, probablemente era su porción de la cena. Pasaría por hoy, no se sentía con hambre. 

Avanzó hasta la entrada del dormitorio compartido, la puerta estaba abierta. 

Leorio se había dormido esperándolo, con sigilo camino hacia adelante, hasta sentarse al lado del moreno quien reposaba arriba de las mantas. 

Su cara se veía agotada ¿Había siquiera dormido esos días en los que él desapareció? Claro que no, la respuesta era obvia. Sin más que una exhalación Kurapika se levantó, su intención era cambiar su atuendo, sin embargo, una rápida mano le tomó por la muñeca con suavidad.

 

-Kurapika…

-Um, si...

-¿Ya llegaste? Oh dios…-Leorio se levantó somnoliento, reincorporandose lo suficiente mientras refregaba sus ojos. Kurapika se había vuelto a sentar a su lado para ese entonces. 

-No quería despertarte, lo lamento.

-Esta bien, de igual forma no quería dormir ¿Cómo estuvo? 

 

Kurapika recordó su reflejo, la helada indiferencia pesando en su hombro.

 

-Estuvo bien. 

-Ya veo ¿Ya cenaste? 

-Comi de camino acá- mintió. 

-Entiendo. 

 

Kurapika miró a Leorio, buscando en él algo. Este captó la mirada, era intensa, apasionada. No tardó mucho en entender que Kurapika estaba buscando proximidad, el rubio fue el primero en avanzar, Leorio tomó su cintura. Ambos exhalaban impacientes sobre el otro. 

Hasta que el contacto se dio, Kurapika se puso sobre el moreno quien correspondió al acto. 

Leorio no era estúpido, sabía lo que Kurapika estaba haciendo y no le importaba, porque a veces el igual hacia lo mismo. Era aquella gula, el rubio buscaba en los labios de Leorio la oportunidad de un escape, el viaje a una vida que no fuera está. Buscaba desesperado ese subidón de dopamina, esa explosión de serotonina. 

Leorio también buscaba algo en Kurapika, buscaba la simplicidad, el deseo de poder neutralizar cualquier tipo de sufrimiento de la persona que quería. 

Su ceño se frunció, Kurapika estaba mordiendo fuerte, enterrando sus uñas.  Estaba bien, le gustaba eso.

Leorio se había quitado su camisa y desabotonado la del rubio mientras bajaba marcando su cuello, entonces, el rubio lo escuchó. 

"Estás usando a Leorio…" se detuvo, sus ojos se habían abierto rápido en un gran impacto. 

 

-Leorio…

-Mmm?-musito esté aún trabajando en su cuello.

-No puedo. 

 

El moreno se detuvo, levantó la vista rápido en busca de algún daño físico. Tal vez se había propasado. 

 

-Acaso yo…

-No, para nada- Kurapika bajó la vista y mordió su labio, algo en sus ojos alarmó a Leorio. Dentro de ellos había una urgencia, brillaban como una copa a punto de romperse. 

-No puedo, lo lamento...es solo…- El rubio tomó algo de aire- No se lo que estoy haciendo…

 

Hubo un minuto de silencio e inmovilidad, Leorio alzó su mano y tomó uno de los mechones del rubio. 

 

-Sabes, podríamos salir mañana. 

-¿Salir? 

-Hoy fui a dar una vuelta por la ciudad, no me ibas a tener con el culo pegado a la silla esperándote todo el día. Resulta que vi bastantes lugares, hay muchas de esas mierdas artísticas y culturales que son aburridas y que a ti te gustan. 

 

Kurapika elevó su vista, Leorio reorganizaba su cabello con una dulzura tan única que parecía ser digna de ser cazada como uno de los más grandes tesoros del mundo. 

 

-¿No te aburriras acompañandome? 

-Para nada, es divertido hacerte enojar. 

 

El Kurta puso los ojos en blanco. 

 

-Solo lo harás para molestarme.

-Efectivamente ¿Qué dices? Eres libre de golpearme si me pongo muy pesado, pero te advierto que si lo haces no me detendré hasta devolvertelo. 

 

Kurapika sonrió ligeramente, era increíble la capacidad que tenía Leorio para calmar sus revoluciónes.

 

-Bien- Aceptó la invitación. 

 

El día estaba nublado, pero parecía haber un tinte más cálido que el anterior. Kurapika avanzaba junto a Leorio, su nariz rosada reaccionaba al frío con una gracil facilidad, después de todo, la mayoría de su vida había preferido los climas templados propios de zonas boscosas. 

Pero ahora que tendría que pasar un tiempo relativamente estable en esta ciudad hasta que su tratamiento se completara tendría que acostumbrarse. 

Leorio le había forzado a salir con un gorro negro, era elemental que cuidara sus salud después de haberse entregado a un diluvio el día anterior. Claro que replicó, pero finalmente cedió ante las súplicas del mas alto. 

 

Leorio compraba dos cafés en un carro del parque, caminaban hacia el museo de artes plásticas y visuales.

-Ten, lo pedí sin azúcar. 

-Gracias. 

 

Ambos avanzaban despacio entre la gente, esta estaba tan acostumbrada al clima que no renunciaba a realizar sus actividades al aire libre, pese al frío que los envolvía. 

 

-¿Qué opinas? 

-Es agradable, me recuerda al día que me reuní con Gon y Killua en el parque de York. 

-Sobre eso, se preocuparon un poco con tu última desaparición. Ya les dije que volviste pero…

-¡Les hablaste directamente de la situación! ¿Cómo has podido hacer algo tan…? 

-¿Tan que? 

-...tan dramático, estaba bien. No hacía falta preocupar…

-...¿Preocupar a alguien más que a mí? Para variar. 

 

Kurapika guardó silencio. Apretó el café que tenía en sus manos, sabía que Paladiknight tenía razón. 

 

-¿Que tanto saben? 

-Saben que estás yendo a ver a Calisto y que te fuiste por un par de días, pero de todas formas ya les avise que volviste. 

-Claro…-Kurapika sonrió amargamente- Deben pensar que soy patético. 

-No seas idiota. 

 

Caminaron en silenció un par de minutos más, un aire tenso se había levantado entre ellos. Kurapika estaba consciente de que había exagerado, de que Leorio no habría comentado nada si él no se hubiese ido sin avisar. 

 

-Lo lamento…-Dejo salir-...esto es nuevo para mi, me es algo incómodo que tantas personas estén al tanto de mis…-Kurapika quería evitar la palabra problemas a cualquier costo, pese a que en ese momento, está era la más adecuada-...mi situación. 

-Si bueno, es imposible ocultarle cosas importantes a la gente que quieres por mucho tiempo. 

-Claro…

-Escucha, solo estás en terapia. No es nada de otro mundo, de hecho, es la primera vez que estamos actuando como personas normales. 

-Supongo…

-No pongas esa cara de imbécil- Dijo Leorio sediendo ante la disculpa del rubio- ¡Claro que tengo razón! Ahora entremos al museo para que veas tú mierdas aburridas y yo pueda molestarte. 

 

Kurapika sonrió, la verdad era que Leorio nunca lo molestaba. Más bien siempre le preguntaba cosas.

"¿Que se supone que es esto?"

"¿Que representa esto?" 

"Creo que lo vi en uno de tus libros...como se llamaba…¿Kalumski?" 

Era Kasimski. 

 

El museo estaba más cálido que el exterior, coincidieron dos exposiciones de artistas que Kurapika conocía. Después de explicarle a Leorio el contexto histórico de algunas obras caminaron hacia una puerta con un telón, adentro de está todo estaba oscuro. Según el folleto era una exposición visual compuesta por una proyección. 

Eran los únicos adentro en ese momento. 

-Leorio, estas pisandome. 

-¿Puedes culparme? No veo nada. 

-Lo haces a propósito, ya basta. 

-Tú estás cruzandote, yo solo…

 

Las proyecciones iniciaron, una pareja bailando en blanco y negro se estiro por las paredes junto a una melodía arcaica, de algúna balada de los 50's probablemente. Junto a esto, una voz en off acompañaba el contexto. 

 

-1956 y la falacia del sueño americano, el artista Charles Bothedfrinch se dedica a grabar para bodas, su primera obra audiovisual, nos entrega un plano de una pareja bailando, la toma se aleja y los escombros y el fuego se dejan ver. 

"El amor en medio de un apocalipsis, el deseo de salvaguardar lo único aún no destrozado" los amantes bailan, y lo hacen mientras lloran, el inicio y el fin, el luto y la añoranza del nacimiento…

 

Kurapika se observaba a sí mismo, recoloreado con el blanco y negro de la película, moviéndose sobre el como si estuviese vivo. Siendose sincero, claro que había visto proyecciones, pero nunca había sido una. Pudo sentir las pupilas de Leorio quemandole, a penas si pudo distinguir a un camuflado Paladiknight observante. 

-¿Porqué me ves de esa manera?- preguntó un tanto extrañado de el ligero asombro que evidenciaban las cejas del más alto. 

-Luces diferente…- dijo Paladiknight mientras rascaba su cabeza, algo le había llamado la atención lo suficiente como para impresionarlo. Y es que Kurapika, siendo el baile, siendo la música, siendo el blanco y siendo el negro, lucia como una obra de arte. 

-¿Qué quieres decir?- Leorio miró hacia otro lado, buscando parecer relajado e indiferente. 

-No es... tú eres...Te ves como una pintura. No de esas aburridas, claro, es…-Leorio guardó sus inquietas manos en los bolsillos, sentía la mirada de Kurapika en su nuca y está le impedía Huántar valor girar su cara-...Bastante encantador. 

 

Kurapika se sonrojo ligeramente. Era una suerte de que Leorio no pudiese notar el rojo de sus mofletes o las manchas esporádicas de rosado materializadas en su iris. 

-No seas ridículo- Dejo salir- las pinturas no se mueven. 

-Claro. 

 

La voz en off se había detenido, ahora solo quedaban los amantes, apasionadamente danzantes y profundamente melancólicos. 

 

-Deberiamos besarnos- dejo salir Leorio. 

 

Claro, el y Kurapika ya habían establecido una conexión sexo/afectiva hace tiempo, no le habían puesto nombre como tal, pero suponía que ya eran algo así como una pareja, ya eran algo así como aquellos tristes bailarines. Pero nunca habían compartido un momento, hasta ahora, en el que los dos demostrarán su afecto en una cita pública. Kurapika era estoico y recatado, por otro lado, Leorio mantenía un carácter muy fuerte y terco. Pero habían cosas que la gente no sabía, pensó Leorio, cosas que solo eran suyas. 

Kurapika podía ser frío y desagradable, condescendiente y cruel; pero también era muy dulce y cariñoso, muy caprichoso y consentido. Lo sabía, lo veía en detalles tan mínimos como cuando esté preparaba su café de las mañanas antes de que el siquiera considerará pedírselo, lo sabía cuándo en las noches lo cubría con el endredon que minutos antes se había deslizado descubriendolo, lo sabía cuándo sonreía ligeramente ante alguno de sus chistes malos o cuando por accidente, mientras lo hacían, dejaba escapar aquella palabra Kurta que significaba algo como "Cariño". 

Kurapika era hermoso en tantas formas diferentes, lejos del idealismo. Una obra de arte rescatada de los escombros de una guerra. Cualquiera que viese a la Gioconda destruida, seguiría pensando ¡Maldita sea, es la Gioconda! El rubio era así, sin importar nada de aquello que lo volvía desagradable ante sus ojos.

 

Claro que se estaban besando, Kurapika había dicho algo como "No seas idiota" Leorio le había comentado "Que no había nadie cerca" Kurapika había puesto los ojos en blancos y había dicho que se negaba, pero después de un segundo de consideración, había caminado hacia las sábanas negras puestas en las paredes de la habitación, Leorio lo había seguido. 

Y allí estaban, besándose detrás de esta. Nada muy apasionado, algo lo suficientemente cómodo. 

Y allí estuvieron un par de minutos. Kurapika paraba de vez en cuando para revisar si habían más personas, Leorio lo empujaba hacia sí mismo, porque no había nadie tan importante afuera como para que se detuviera. 

Muchos pueden observar, admirar o hasta comprar a la Gioconda; Pero hasta el día de hoy no había escuchado ni una sola historia de alguien que la besara. 

 

Para cuando salieron del museo ya era de noche, Kurapika pidió que tomaran el metro. Por alguna extraña razón se sentía débil, las piernas le temblaban y su piel se sentía alerta. Todo había sido tan cálido, todo había sido tan inigualable, pero algo sentía ahora en el pecho, un pequeño nivel de culpa, un miedo inquieto. 

-¿Para cuando tienes tú siguiente sesión? 

-Miercoles, misma hora. 

-¿Quieres que te acompañe o prefieres ir solo? 

-Puedo ir solo, ya lo hice una vez y todo estuvo bien. 

 

Leorio pensó en Kurapika comiéndole los labios en busca de consuelo y al borde del llanto, y no, no parecía algo que haría alguien que esta bien. 

 

-¿Sientes que esto te está sirviendo? 

-Es difícil decir, estoy empezando. 

-Bueno, podrías tener alguna idea- Fue un comentario inofensivo, Leorio no buscaba presionar, solo comprobar. Sin embargo la elección de palabras atormento al rubio.

-Ja- Kurapica bufo con disgusto- Suena problemático para ti que mi "recuperación" sea tan negligente. 

-¿Qué? Oye no quise... 

-No te molestes. 

-Kurapika…

-Me obligas a ver a un desconocido y contarle mis secretos más sagrados, y te molesta mi falta de avance…

-Espera, detente allí ¡Yo jamás te obligue a nada! 

-Estuviste meses argumentando de porque sería lo mejor, si no hubieras…

-¿Acaso no lo es? ¡Maldita sea Kurapika! Ni siquiera te estoy presionando, pero es obvio que si empezamos con esto y a la primera sesión te desapareces sin avisar me cuestione si estás realmente bien…

-¡No lo estoy! ¡Esto jamás fue mi desición! 

-¿Me estás culpando?

-Todo estaba bien…

-¡No!- Leorio esta vez lo interrumpió, y esta vez su enojo fue tan real que Kurapika no pudo evitar tragarse sus palabras. El y Leorio siempre discutían, pero rara vez, Leorio lo hacía en serio. 

-¡Todo estaba bien para ti! Es increíble…-Leorio se dio la vuelta, avanzando intentando formular las ideas.

-¡Desapareces sin decir nada, haciendo que todos nos preocupemos y cuando vuelves, resulta que casualmente tienes cinco años menos de vida! ¿De que diablos me hablas? 

 

Kurapika tembló, estaba pasando. Leorio sabía de antemano lo que él había ignorado por todo este tiempo. 

 

-¿Crees que soy algún tipo de mago, Kurapika? ¿Crees que puedes destruirte las veces que quieras y yo podré arreglarlo porque si? Hombre, ojalá pudiese, pero NO es asi y ya no puedo contar con estas manos las veces que pensé que la próxima vez que te vería sería en tu maldito funeral. Es tan molesto. 

 

Kurapika frunció el ceño, como era de esperarse no podría reaccionar de otra forma que no fuera el intentar auyentar a Paladiknight.

-Entonces, si soy un inconveniente tan grande ¿Porque sigues aquí?- Expulsó friamente.

 

Leorio levantó la vista. 

 

-Quiero que te vayas…

-Kurapika…

-Quiero que te largues. Lárgate y conoce a alguien más, así no tendré que soportar que alguien me presione a hacer cosas que no me interesan.

-Kurapika…

-¡Lárgate de una vez y  podrás ahorrarte todo el sufrimiento que causa el amar a alguien como yo! 

-Ya basta…

-No, no es así. Yo...tú tienes razón y ya no puedo…-Leorio notó como el cuerpo del Kurapika se tensaba.

-Hey, tranquilo.

-Tienes que irte. Yo no puedo hacerlo, y si sigues conmigo…

-¡Ya basta! Hablas como si alguna vez te hiciera caso- Declaró  Leorio con algo parecido a la indignación. Hubo silencio, Paladiknight tomó sus ojos en un gesto pensativo y rompió la incomodidad ya más tranquilo.

 

-Oye- avanzó para tomar el hombro de Kurapika- Ya es suficiente…-Susurro-...vamos a casa. 

 

Kurapika, quien había encendido sus ojos en carmín observó a Leorio, este acomodaba su gorro negro, el cual se había desacomodado con la discusión. 

 

-Tú podrías…

-Claro que si, pero nunca haría algo tan estúpido. 

-No lo entiendes- Kurapika respiro, su tono era tranquilo pero sombrío- Tu me priorizas a mi, yo me priorizó a mí mismo. 

-¿Y? 

-¿A qué te refieres? Si entiendes eso entonces sabes que significa...- Kurapika bajo la mirada, reuniendo valor para confesar-...Que tú me quieres más de lo que yo a ti.

Leorio pestañeo estoico unos momentos, su respuesta no pudo sino hacer que el rubio se impresionará.

-Pero cariño, eso siempre ha sido asi- Leorio hablaba con naturalidad, con relajo. Cómo si esto fuera algo que ya había sido solucionado hace años. 

-¿No te molesta? 

-Por favor Kurapika, es aliviante. Piénsalo, si tú me quisieras tanto como yo a ti no saldríamos de la maldita habitación, moriríamos de hambre. 

 

Kurapika mantuvo sus labios abiertos, conmocionado por aquella respuesta. 

 

-¿Acaso no es doloroso?

-No te quiero exigiendo que cumplas con una cuota. Solo lo hago porque, yo que se, es un hecho que eres insoportable…

-Pero…

-Kurapika, te diré esto solo una vez.

 

El rubio prestó atención ante el cambio serio de Leorio. 

 

-No me molesta que te pongas a ti en primer lugar, de hecho es todo lo que siempre he querido que hagas. No busco actuar como un mártir, no soy fuerte, no soy muy listo y soy tan simple como una roca. Pero aún sabiendo todo eso estás aquí, y aunque me parece una locura que alguien como tú este con un debilucho como yo, no cuestionare tus razones porque confío en ti. No me parece justo que tú cuestiones las mías. 

No me interesa ninguno de esos extraños sobreanálisis que hayas hecho dónde dices que no eres el indicado para mí ¡Eso es una mierda! No soy inteligente, pero tampoco soy un estupido, estaba consciente de todo y elegí seguir, y sabía que tendríamos problemas, y muchos, pero no me importó y te aseguro que no lo hará. Deja de subestimarme, lo que necesito ahora de ti no es tu lástima, lo que quiero de ti ahora es que te recuperes, y no porque eso me haga la vida más fácil, en términos prácticos, sería más fácil para mí mantenerte deprimido, así me necesitarías y podría tenerte siempre para mi ¡Pero quiero que te levantes! Entonces en este momento no debes preocuparte por mis sentimientos, debes preocuparte por los tuyos. Quiero que seas tú versión más molesta, sabelotodo y egoista, entonces cuando te sientas mejor, podrás quererme como creas que me lo merezco. Yo sólo quiero que me incluyas, porque no te hará peor necesitar ayuda y si yo puedo ayudar, entonces lo haré. 

-Eso fue…

-Muy inspirador ¿No? 

-...Innecesariamente largo. 

 

Leorio se molestó y empezó a replicarle, Kurapika lo observó por un momento, entonces una ligera sonrisa se formó en sus labios. No sabía cómo Leorio podía hacer eso, hacerlo sentir como en una guerra minada para luego, hacerlo bailar una suave vals.  


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