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Días de descanso. por Rebeca-chan

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Notas del fanfic:

Un pequeño Gaalee

Notas del capitulo:

espero que les guste. 

Por primera vez en años tenía un momento libre. Ser Kazekage era un trabajo de tiempo completo, por lo que su vida consistía en ir al trabajo, la casa y viceversa. Algo tenso y estresante a decir verdad. Salió de su oficina y caminó  pensando que es lo que haría con aquellas vacaciones y lo primero que se le vino a su mente fue una palabra: Konoha. Quería ir allí y visitar a su amigo. Naruto, quien recientemente se había casado y ahora esperaba a su primer hijo.

-Un hijo-sonreía feliz, pensando en todo lo que su amigo había logrado.  Ser reconocido por su aldea, futuro Hokage de esta, esposa y hasta un hijo- los dos logramos nuestras metas ¿no?- dijo al aire. Gaara estaba feliz con su vida actual. Había logrado dejar el pasado atrás, intentando ser siempre mejor persona, mejor líder, mejor hermano y mejor amigo. Todos estos años había estado trabajando duro y parece ser que lo logró, ya que todas las personas de la aldea le querían y reconocían como un igual. Ya no había más miradas de miedo, no había más cuchicheos a su espalda. Los habían remplazado las sonrisas, saludos y la admiración de las personas. Casi como Naruto, casi como su amigo. Todo excepto una esposa.

Se detuvo y miró hacia el horizonte. El amor sonaba tan lejano. Jamás se había enamorado y a esta altura no pensaba en ello como algo necesario—pero Naruto parece tan feliz—Suspiró, intentando detener aquel pensamiento sin sentido. Había vivido veinte años sin enamorarse y podía vivir otros veinte sin ello ¿Verdad?

**

Era un día soleado de verano. Hacía calor por lo que solo vestía con una camiseta delgada, color negra y una pantalón del mismo color.  Había llegado ese día a Konoha como incognito, por lo que nadie le fue a recibir como el kazekage, si no como Gaara, un turista más. Fue a su encuentro su hermana, Temari, que ahora vivía en Konoha junto a su nuevo esposo, Shikamaru.

-Gaara, me alegro que estés aquí-le abrazó, pero para el pelirrojo fue incómodo. Aún no estaba acostumbrado al contacto físico. Aunque no le dijo nada a su hermana, esta se ofendería y no quería lastimarla, pero su cuerpo lo traicionó.

-Temari-se separó a cierta distancia, pero la rubia no se ofendió. Conocía a su hermano y sabía que había que darle tiempo para que el aceptara toda demostración de amor. Le sonrió restándole importancia al asunto, Gaara suspiró aliviado.

-Ven, Shikamaru nos está esperando en el restaurante- Fueron a un lugar de barbacoas y pasaron una tarde agradable. Shikamaru y Gaara se llevaban cordialmente y al conocerse más por Temari, se dieron cuenta que podían mantener una grata conversación entre ellos. Los dos eran calmados, estrategas natos e inteligentes. Allí en el lugar se enteró que iba a ser tío y eso lo dejó perplejo, con cierto deje de temor en su rostro. ¿Un niño? ¿A su alrededor? ¿Y si pensaba que era extraño? ¿O se enteraba de su horrible pasado? ¿Y si lo miraba con miedo? No pudo seguir sentado allí, por lo que se excusó y salió del lugar rápidamente. Necesitaba respirar aire puro, necesitaba calmar a su traicionera mente.  Vagó por una aldea desconocida, por calles que jamás había visto y sin querer se había perdido. Llegó a un parque grande, lleno de árboles frondosos, pasto verde y flores de todos colores.

Quedó fascinado por aquel paisaje, ya que en la Arena no había nada parecido, solo arena y más arena que se acumulaba alrededor. Se sentó debajo de un árbol y tocó el césped con sus manos, sintiendo la suavidad de este  y lo verde que era. No era ningún secreto de que al pelirrojo le gustaban las plantas y le gustaba verlas crecer. Sus cactus eran sus preciosos hijos. Aquella palabra trajo consigo las inseguridades que había estado pensando momentos atrás. Afligido se tapó el rostro con sus manos, hundiéndolo en ellas.

-¿Gaara-kun?-una voz le interrumpió de aquellos pensamientos. Levantó el rostro y se encontró con un chico de negros cabellos, cejas prominentes y una mirada amable y comprensiva.

-Lee-

-Vaya, no estaba seguro de que si eras tú u otra persona. No pensé en encontrarte en Konoha-le sonrió. Esa sonrisa siempre había sido luminosa y amigable—quizás si él fuera el tío de aquella criatura, todo estaría bien—se deprimió al pensar en aquello.

-Si…-la mirada turquesa descendió hasta posarse en el pasto verde que ahora se mecía por el viento fresco que corre a aquellas horas de la tarde.

-¿Qué pasa?-sin pedir permiso se sentó al lado del kazekage.

-Yo…-siempre había sido malo para expresar sus sentimientos y sus problemas.

-Vamos, puedes contármelo ¿Somos amigos, no?-levantó la mirada  hacia el rostro del pelinegro ¿Amigos? ¿Ellos? ¿Podían considerarse así, después de todo lo que había pasado? Aun sentía un deje de culpa.

-¿Amigos? Con lo que te hice…-dijo en un susurro.

-Vamos, olvídate de eso, ya paso y era otra época. Además tu tenías tus propios problemas ¿no?-aquellas palabras lograron que el corazón del pelirrojo diera un vuelco. No podía creer que él le perdonase tan fácil y quisiera ser su amigo.

-Bueno, tienes razón-sonrió. Fue una sonrisa casi imperceptible pero sincera y la primera que el pelinegro veía. Quiso atesorarla en lo más profundo de su ser, guardándola como un preciado recuerdo ¿Estaba loco por pensar así de su amigo?

-¿Y bien? ¿Qué es lo que te ocurre?-

-Temari tendrá un hijo…-

-¿Qué? Pero eso es estupendo-saltó animadamente.

-Y yo seré su tío-

-Eso es lógico- carcajeó ante lo dicho por el pelirrojo.

-Pero yo soy…bueno… no soy la mejor persona para ser su tío-

-¿Por qué no? Eres genial. Primero que todo eres el kazekage de la arena. Todo el mundo te respeta y te admira ¿No recuerdas aquella vez que te atrapó Akatsuki? Todo el mundo fue a apoyarte y todo el mundo te perdonó. No importa la persona que fuiste en el pasado, si no la que eres ahora en el presente- aquellas palabras lograron sonrojarle. No podía creer que Rock lee pensara de esa forma respecto a su persona. Desvió la mirada y el rostro hacia el lado contrario, no pudo seguir observando al pelinegro ya que la vergüenza se apoderó de su ser.

-¿Dije algo malo?-

-No es eso-

-¡Oh¡ estas sonrojado-era tan poco discreto. Al ver aquel rostro sonrojado y lleno de vergüenza, algo hizo click en el corazón del ninja. Se veía adorable- lo…lo siento-se quedaron en silencio por unos minutos eternos, donde los corazones latían descontrolados. Sin pensarlo, Lee se apoyó en el árbol donde estaba Gaara y accidentalmente rozó su mano con la del pelirrojo. Fue tan solo un rose de pieles, como un pétalo que caía encima de la mano, pero fue suficiente para sentir una descarga eléctrica en la espina dorsal, para que sus corazones bombearan aún más rápido, para sentir un cosquilleo en donde estuvo la mano contraria, para desear más roce, más toques accidentales.

Y eso fue lo que hicieron, juntaron sus manos, entrelazando sus dedos y se quedaron allí, bajo el árbol, sin hablar, solo mirando como el solo se ocultaba en las montañas, como el cielo cambiaba de color, como el fresco se sentía con más fuerza—Gracias Lee—fue la única palabra que intercambiaron. El pelinegro asintió sonriendo. Se levantaron, se despidieron y se fueron cada uno por su camino, pero sin olvidar aquel pequeño momento que compartieron.

 

**

Al otro día fue a visitar a Naruto y los dos compartieron un almuerzo. Se pusieron al día, contándose lo que habían hecho en aquel tiempo que estuvieron separados. Estando en el puesto de ramen, llegaron algunos compañeros del futuro hokage, pidiendo un tazón para cada uno Aquel famoso ramen Ichiraku, exquisito y a buen precio.

-Vaya, chicos ¿Qué hacen por aquí?-Saludó el rubio a los visitantes. Entre ellos se encontraba Lee quien por pura casualidad había terminado allí, sentándose al lado del pelirrojo. Se saludaron con la mirada y cada uno intentó concentrarse en la conversación que tenían los demás.

-Por supuesto que a comer-dijo la castaña y la única mujer del grupo.

-Estábamos entrenando-dijo el pelinegro.

-Que bien, yo necesito entrenar un poco. Casarse y tener un hijo no te deja mucho tiempo-ttebayo-sonrió el rubio.

-Oh verdad que tendrán un hijo ¿Ya saben que va a ser?-preguntó Tenten.

-Aún no, pero si es mujer u hombre no importa, lo amaremos igual- Gaara asintió, ya que el compartía aquella opinión pero como era poco hablador, no dijo ninguna palabra en toda la conversación que tuvieron con los demás. Después de un rato Naruto se excusó, diciendo que debía volver a la casa con su esposa y Tenten debía volver con su familia

 Y así quedaron solos. Lee y Gaara se notaban incómodos por lo vivido el día anterior, no sabían que decir, sus corazones empezaron a bombear y acelerarse, las mejillas se colorearon con un tenue color rojo--¿Quieres, pasear?—se animó el pelinegro y el pelirrojo asintió como única respuesta. Los dos pasearon por el mercadillo de Konoha, viendo cada puesto y pasando un rato agradable. Allí Rock lee descubrió que al kazekage le gustaban las plantas y todo lo relacionado con la jardinería, porque en cada puesto que vendían aquellos objetos, se detenía más de lo normal y realizaba preguntas pertinentes. Rió quedito, pensando en lo tierno que se veía admirando cada maceta que veía  y preguntando que especie era.

-Lo siento-se disculpó el pelirrojo, ya que habían perdido toda la tarde paseando por el mercado.

-No te preocupes, está bien. En más te veías tierno viendo…-recién se dio cuenta lo que estaba diciendo. Se tapó la boca y se disculpó por aquellas palabras. Quería huir de allí y eso fue lo que hizo. Rápidamente se esfumó por los aires, corriendo a la velocidad de la luz, intentado dejar ese momento vergonzoso atrás pero el Kazekage no se lo iba a dejar tan fácil .Salió persiguiéndolo, quería, no, necesitaba una explicación para aquellas palabras pero él no era tan rápido como Lee, por lo que le perdió de vista.

 

**

Se reencontraron días después, pero el pelinegro al verlo iba a huir otra vez—No, espera—corrió para alcanzarlo y esta vez sí logró agarrarle la mano.

-Gaara-kun…yo...eh..-la cara del chico era un poema.

-Tranquilo, no tienes que ponerte así-

-Pero…lo que dije estuvo fuera de lugar-

-¿De verdad piensas eso?-

-Yo…bueno…si-dijo en un susurro. Se soltaron.

-Tú también lo eres-los dos se miraron y sonrieron. Se notaba que un pequeño sentimiento había empezado a nacer entre ellos. Algo indescriptible se formaba en sus corazones, algo cálido se instalaba en sus estómagos, algo agradable empezaban a experimentar.  

**

Se encontraban seguidos. Paseaban por todos los lugares emblemáticos. Tiendas, jardines, mercados, áreas de entrenamiento y las piedras de los Hokages. Allá se podía ver toda la aldea y al atardecer parecía una ciudad de oro. Bañada por los rayos del sol, los últimos rayos que se veían al caer la tarde. Era una escena romántica y más verla los dos juntos. Ya habían perdido el miedo a tocarse, por lo que aquellos pequeños roces accidentales se volvieron más frecuentes.  En aquellas salidas salieron distintos temas de conversación y por supuesto que salió el tema del amor.

-¿Has tendió pareja Gaara-kun?- Lo miró sorprendido por aquella pregunta, pero supuso que los amigos hablaban de aquellos temas con naturalidad.

-Siempre hubieron cosas más importantes-

-Entiendo, el entrenar para mí y seguir el camino ninja-parafraseando a Naruto.

-Sí, ser Kazekage te quita bastante del tiempo libre que tienes-

-¿Y has dado un beso?- las mejillas del joven se sonrojaron por aquella íntima pregunta.

-No… ¿Tú?-

-No…- Pero el nerviosismo era palpable en el ambiente. Nadie más pudo decir nada más aquella tarde, pero los corazones estaban en sintonía.

 

**

Era de noche y habían tomado más de la cuenta. Naruto había organizado una fiesta en su honor y decidieron ir a un bar local y disfrutar de unas copas de sake y otros licores varios.  Gaara salió tambaleándose del lugar, despidiéndose de todos pero no salió solo. Junto a él estaba Lee quien solo había probado una copa, pero aquella copa fue fatal, ya que él no soportaba el alcohol—No tomaras nada más—dijo Shikamaru quitándole cualquier tipo de alcohol.

Los dos iban apoyados en el cuerpo contrario, caminando mientras el mundo les daba vueltas. Las sensaciones, en aquel estado se intensificaron por lo que el cuerpo contrario se sentía más próximo, más caliente y más tentador.

-¿Vamos al bosque?-le propuso un Lee juguetón y Garaa asintió, ya que no estaba en sus cinco sentidos y quería ir, quería todo lo que el pelinegro le ofreciese esa  noche. Corrieron hacia dentro de los campos de entrenamiento, riendo, bromeando y pasándosela en grande.  De la nada, una piedra se atravesó en su camino. Se tropezaron, cayendo Lee arriba de Gaara. Se quedaron mirando, con los corazones desembocados, con las bocas entre abierta, invitadoras, deliciosas. No lo pensaron, sus rostros se acercaron de apoco hasta que sus labios se encontraron.

Su primer beso.

Empezaron a moverse, a explorarse, a buscarse con desesperación. Las lenguas se encontraron y las manos empezaron a explorar el cuerpo contrario. Exquisito, sabroso, eran algunos adjetivos que pasaban por sus cabezas. Las ropas fueron desapareciendo. Gaara tocaba aquel cuerpo formado, musculoso y fibroso, delineando cada músculo, tocando zonas inexploradas. Lee descubrió un cuerpo delgado, níveo y muy sensible. Por cada caricia, se estremecía y salía un pequeño suspiro. El pelirrojo no estaba acostumbrado al contacto humano y comúnmente lo rechazaría, pero el pelinegro no le molestaba, todo lo contrario, anhelaba ser tocado por aquel ninja hiperactivo. En aquellas semanas se había acostumbrado a la presencia contraria y los roces.  Lee bajó por aquel cuello, repartiendo besos, lamiendo y saboreando todo a su paso. Gaara soló pequeños gemidos, gemidos de placer por aquella intromisión.

Era la primera vez que llegaba tan lejos, era la primera vez que deseaba con tanta desesperación a una persona. Sin perder tiempo metió una de sus manos al pantalón del kazekage, arrancando un gemido de sorpresa por la intromisión. Masajeó el miembro ya despierto, con suavidad viendo las reacciones del cuerpo debajo suyo. Veía como se estremecía de placer y todo por su mano, aquello le daba una extraña sensación de poder, de dominación. No podía aguantar más necesitaba probarlo, no perdió tiempo. Con su boca repartió besos en la ingle, en el pubis, hasta que se lo metió de lleno en su boca, aquel sabor salado y exquisito lo embriagó aún más que el sake que había probado horas atrás en el bar. Los gemidos roncos no pararon, la electricidad en la espina dorsal se hizo más que presente ahora, un estremecimiento apareció en su parte baja, estaba al límite por lo que paró aquellos movimientos, subiendo la cabeza de su acompañante, besándole, sacándole la ropa restante que quedaba. Lo toco, le lamió, le beso toda la extensión de piel que tenía a su disposición hasta que ya no pudieron aguantar más.

Lee se puso en posición, le acarició lentamente la entrada, introdujo un par de dedos como preparación y pudo ver una pequeña y rebelde lagrima que se escapaba de los ojos turquesas—¿Estas bien?—tuvo la delicadeza de preguntarle, ya que veía el dolor plasmado en la cara del pelirrojo. Este suavemente tomó el rostro contrario y depositó un beso en la frente diciendo las palabras “sigue”. No se arrepentía de nada, tan solo quería unirse con Lee y así ocurrió. No se movió, dejó que Gaara se acostumbrara a aquella intromisión y así lo hizo. Con un movimiento e cadera indicó que estaba listo. Las embestidas empezaron los gemidos por parte de ambos no se hicieron esperar, sudor, mordidas, gritos, temblores, besos y lamidas coronaron la noche. El orgasmo los azoto fuertemente, dejándolos en un estado de estupor y felicidad plena. Allí en el bosque, donde los árboles, la luna y el viento fue testigo del comienzo de algo bello. Algo que no tenía nombre aun, pero se podía decir por todos los sentimientos que se profesaban, que podían catalogarlo como amor.

 

**

Era la hora de volver a la realidad, su aldea le esperaba y él quería volver a ser el kazekage de la Arena. Pero para ello debía dejar a Lee y su reciente descubierto amor. Después de aquel encuentro, no pudieron permanecer separados. Cada segundo había palabras de cariño, miradas furtivas, roces de manos traviesas, besos y noches de pasión. Estaba triste y su hermana lo había notado. Intentó prepararle un montón de platos exquisitos y aprovechar los últimos instantes que le quedaban a su hermano en Konoha, pero nada parecía funcionar. Era como una alma en pena, con la mirada cabizbaja y muy distraído.

Y Lee también lo era. No prestaba atención a su maestro y pasaba cometiendo errores en los entrenamientos. Tenten, su amiga y compañera estaba preocupada porque jamás había visto al pelinegro en aquella forma ¿Estará enfermo? Y un día por casualidad descubrió el porqué. Los vio allí en medio de un parque, abrazados como una pareja. Una pareja que se iba a separar y varios corazones rotos iban a quedar en el camino.  Ninguno de los dos podía dejar su respectiva aldea y eso es lo que más les dolía ¿Tenía que ser este el adiós, antes de ni siquiera haber empezado?

-Mi tiempo es limitado-

-Lo sé, hay que trabajar en la reciente paz-

-Pero no quiero….-

-Yo tampoco-se abrazaron aún más fuerte, intentando fundir su alma con el otro. Tenten salió de su escondite, dispuesta a solucionar aquel problema. Los jóvenes sorprendidos por la intromisión de la joven, se separaron rápidamente, como si el otro quemara.

-Tranquilo, chicos no los juzgaré-dijo con una sonrisa en el rostro. Los dos jóvenes soltaron un suspiro de alivio.

-¿Qué haces aquí Tenten?-

-Te estaba buscando, pero me encontré con esto ¿Qué te sucede Lee? Tú no eres así-dijo con el ceño fruncido la castaña. Lee le miró sin saber a qué se refería. La joven rodó los ojos- Idiota, cuando tienes un problema sabes que puedes recurrir a mí. Soy tu amiga ¿no?-

-Tenten…-

-Yo te cubriré cuando haga falta, para que puedas ir a visitar a Gaara-kun. Yo haré las misiones por ti, ya pensaremos en una buena excusa…-

-Pero…porque-El pelirrojo sonrió, se notaba que aquella joven era una verdadera amiga de Rock lee.

-Porque no quiero verte desanimado tonto-se encogió de hombros-además ¿se gustan no?- los dos jóvenes se sonrojaron ante aquella pregunta, pero asintieron.

-Eso es suficiente-sonrió- me voy y no estén tan triste que no es el final-Tenten desapareció por la espesura del lugar. Los dos ninjas se miraron y sonrieron a carcajadas pensando en lo fatalistas que habían sido. Su reciente amor era fuerte y lo más importante, ellos querían seguir con todo aquello, con esa relación.

Por lo que el momento de la despedida no fue triste, ni un adiós. Fue un hasta luego. Se sonrieron y el pelirrojo caminó hacia el sol, perdiéndose entre los rayos dorados. Lee vio como Gaara se alejaba de él y no pudo evitar un deje de tristeza en su corazón, pero al ver a la castaña a su lado y el futuro brillante que tenían por delante, sonrió como solía hacerlo. Nada se iba a interponer en su relación.

FIN


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