• Pareja: Regulus Black x James Potter •
James estaba tan cansado y estresado planeando la cena perfecta para su novio, Regulus y él cumplan un año viviendo juntos y necesitaba que todo fuera perfecto.
Había comprado todos los ingredientes para preparar la lasagna de Remus por el mismo, Regulus amaba la lasagna de su cuñado y James no dudó en pedirle la receta a su amigo, solo esperaba no quemar el departamento.
Todo estaba saliendo bien hasta ahora, había ido a recoger el obsequio, la cena ya estaba en el horno y olía deliciosa, había terminado el perfecto suéter tejido por él y se lo colocó al regalo de su novio, pero James no contaba con que ese hermoso cachorro iba darle tanta lata.
James había comprado un viejo pastor inglés, era un perro que Regulus siempre había querido y que nunca pudo tener por la horrible familia que le tocó, pero James se había prometido a si mismo que algún día le obsequiaría un perro a Regulus.
A pesar de ser un cachorro tenia demasiada energía, James no se daba a basto tratando de que el perrito no hiciera pipí en cualquier lado y preparar unos bocadillos para antes del plato fuerte.
James nunca había sido una persona de perros, cuando era niño tuvo un gato al cual amo mucho, lastimosamente enfermó y falleció, pero aun así el de gafas siempre agradeció la compañía de ese animalito, le gustaban los perros, sí, pero nada se igualaba a tener un gato como mascota, para él eran mucho mejor, pero su novio si que era una persona de perros, siempre que iban al parque acariciaba a todos los que podía y era curioso como había terminado con un amigo lobo, uno perro y un novio que amaba demasiado a los canes.
Ya eran casi las 7:00 p.m. hora en que Regulus aparecía por la chimenea, su plan seguía marchando a la perfección, los bocadillos ya casi estaban listos pero habían quedado a medias en cuanto James escucho que el perrito había tirado una maceta, fue corriendo a la sala y vio tierra por todo el lugar, un cachorro sucio y el suéter que llevaba puesto todo deshilachado.
Respiro profundo y con un movimiento de varita limpio todo y volvió a arreglar al perrito, regresó a sus deberes en la cocina, sacó el vino del refrigerador y lo colocó en una hielera para que estuviera listo en el momento en que llegara su novio, acomodó sus bocadillos sobre la mesa, sacó la lasagna del horno y encendió unas velas en el centro de la mesa.
Subió a cambiarse, tenia que verse bien para su amado, estaba por ponerse una hermosa túnica gris que combinaba con los preciosos ojos de su novio cuando escucho al perrito ladrar desesperado y el olor a humo llegó a sus fosas nasales.
Salió corriendo y vio que su comedor se estaba incendiando, y que el perrito estaba asustado entre éste y la puerta para salir a la sala, que idiota ¿Por qué tuvo que prender las velas? lanzó un aguamenti de inmediato y corrió por el cachorro, el pobre se moría de miedo, James se sentía tan culpable y lo llevó a un veterinaria no quería que le pasara nada malo.
Regulus había llegado a su casa y vio todo un desastre, su comedor estaba quemado y James no estaba presente, esto lo preocupo demasiado ¿y si su novio había terminado en San Mungo? dejó al gatito que llevaba en brazos sobre el sillón, estaba a punto de llamar por red flu a su hermano para preguntarle si sabia algo, pero en ese momento entró James con un hermoso cachorro que usaba un lindo suéter tejido seguro hecho por su novio.
- Feliz aniversario, se quemó la cena.— James trataba de sonreírle, Regulus estaba alucinado, corrió a abrazar a James y preguntarle qué había pasado mientras tomaba al perrito en sus brazos. —Bueno, no estoy seguro, tu hermoso novio preparó la mesa y subió a cambiarse, pero no pensó que ahora había un cachorrito travieso en la casa, se quemó el comedor, apagué el fuego y lo llevé a que lo revisaran.
- Es tan bonito, ¿esta bien? — Regulus no dejaba de mimar al perrito y James estaba tan feliz, había valido la pena todo el desastre de ese pequeño por ver a Regulus así.
- Si, tiene perfecta salud.
“Miau” un sonido alertó al cachorro y a James, “miau”
- No te creo.— James sonreía de oreja a oreja.
- Sí, tendrás que hacer otro suéter tejido para nuestro otro hijo. -Decía Regulus mientras veía a James correr hacia el sillón donde se encontraba el gatito.
- Reg, es tan lindo, mira sus orejitas y su naricita, parece un murciélago bebé.— James había cargado al gatito que Regulus llevó a la casa como obsequio para su novio.
Pidieron pizza y se pusieron a arreglar todo el desastre del comedor, Regulus había transfigurado la mesita de té en una camita donde habían acostado a ambos cachorros, que inmediatamente se habían acurrucado uno con el otro.
- ¿Cómo les pondremos? — Estaban en su cama acostados cada uno con un cachorro en el pecho.
- El podría ser Orion.— Dijo James señalando al perrito.
- ¿Cómo mi papá? — Regulus había hecho una cara de disgusto que le sacó una risa a su novio.
- No, como Sirius, así seria su competencia directa, ambos van a pelear por tu atención.
- Me gusta, ¿y el gatito?
- Leo, por que Regulus es el corazón de la constelación de Leo y yo soy un león y tu eres mi corazón.
- Me encanta Jamie. — Regulus se acercó a su novio para darle un beso lleno de amor.— Feliz aniversario mi león.
James se levantó y tomó a ambos cachorrillos para llevarlos a su camita en la sala, tenía muchas ganas de estar con el amor de su vida y sus hijos no debían estar presentes.
Quien iba a imaginar que ahora eran padres, la cena de su aniversario no había salido como la planeo, pero al menos tenía a Regulus y a sus nuevos bebés.