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Sasuke card captor por shiki1221

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Cap 9: No hay dos sin tres

 

Naruto miraba de reojo a su padre y al azabache desde su asiento en el auto. Estaba molesto por haberlo visto casi ahogado. En comparación su entrenamiento fue más seguro que el del otro. Le fastidiaba que su padre ni siquiera se hubiera disculpado por semejante descuido. Ambos eran guardianes y el mago a su lado casi pierde la vida. Cuando regresaron a la residencia de Sasuke, el azabache (ajeno a los pensamientos del rubio) pensó en darle un empujoncito a su mejor amigo para reconciliarse con su padre. Lo que les hacía falta para poder acercarse era convivir. Conociendo al rubio menor sabía que no soportaría estar mucho tiempo en silencio. Eso le daba la excusa perfecta para restablecer su lazo perdido. Cuando el auto de Minato fue estacionado, él bajó para buscar las maletas junto al mayor. Tomó aire esperando ser creíble en su mentira. Además, esperaba que su mejor amigo no se enfadara demasiado con él. Era por su propio bien, así que tenía que estar bien y ser perdonado, ¿no?

―Minato-sensei ―llamó Sasuke mientras se acercaba a la puerta de su casa―. ¿No cree que sería mejor quedarse en un lugar más cercano a su trabajo? ―preguntó fingiendo desinterés por el tema.

―Yo trabajo desde casa ―le recordó el mayor sonriendo amablemente―. Recuerda que redactó artículos periodísticos y esos puedo enviarlos desde mi casa. Ventajas de trabajar con un viejo amigo ―comentó sabiendo que sus libertades eran un privilegio que sólo él podía tener.

―Sí, pero… ―siguió intentando sacar alguna buena excusa―. ¿Ya vio el departamento de Naruto? Allí hay una hermosa vista y además…

―¡En mi departamento no! ―negó de inmediato Naruto dejando salir su molestia por tal propuesta―. ¿Acaso te fastidia tenerlo en tu casa? ―cuestionó torciendo la boca, confundido por tal comentario.

―No, no es eso ―intentó explicar el moreno quedándose sin excusas creíbles para justificar su repentina propuesta.

―Si tanto te molesta darle albergue, échalo de tu casa ttebayo ―aconsejó Naruto poniéndose su mochila al hombro.

―Estás tergiversando mis palabras ―reclamó Uchiha mirándolo con enojo.

―Cálmense, chicos ―pidió Namikaze acercándose a ellos y colocando una mano en el hombro de cada uno de ellos―. No es necesario que peleen por esas cosas. Yo iré a otro lugar ―comentó con una gran sonrisa.

―No te estoy echando de mi casa ―se apresuró Sasuke a aclararle.

―Me da igual lo que hagas mientras no te acerques a mi casa ―comentó Uzumaki mientras se alejaba de ellos.

Ya no tenía nada más que hacer en ese lugar. Uzumaki no deseaba perder más de su tiempo allí. Su temperamental carácter estaba saliendo a relucir y sabía que pronto terminaría diciendo o haciendo algo de lo cual arrepentirse. Desde la separación de sus padres hacia años, lo máximo a lo que aspiraba con Namikaze era un trato cordial. Empero, el adulto parecía no estar muy de acuerdo con ello, pues intentaba tratarlo como a un niño. Sasuke y Gaara lo consideraban inmaduro por eludir a su progenitor. En un par de ocasiones había salido el tema y nunca terminaban bien esas charlas. Ellos no entendían lo que era para él haberse quedado solo repentinamente. La trágica y espontanea muerte de su madre lo había dejado sumamente perdido. Cuando más necesito la ayuda de su padre no estuvo allí. Era una herida que se negaba a sanar por sí misma. Incluso Sai le había aconsejado no negarse a hablarle, al menos no para siempre.

―Lamento haberlo puesto en esta situación, Minato-san ―se disculpó Sasuke cuando el rubio menor estuvo lo suficientemente lejos como para no oírlos.

―Tranquilo, aprecio lo que intentas ―respondió el rubio revolviendo el cabello oscuro del mago―, pero es mejor que no hagas este tipo de cosas. Naruto podría terminar enojándose contigo también ―explicó en un tono amable.

―Lo siento, es que él sabe el deber de los guardianes, él mismo es uno ―expresó mirando en dirección a donde se había ido su mejor amigo.

―Debes entenderlo, el destino de un guardián no es sencillo ―dijo Namikaze sujetando sus maletas―. Nosotros lo entregaríamos todo por nuestro mago. Mi hijo tiene mucha razón en odiarme, así que no seas demasiado duro con él, por favor ―pidió comenzando a caminar alejándose de la casa.

―¡Espere! ―llamó Sasuke acercándose al otro―. Si sabe que lo anterior era mentira, no hay necesidad de irse a otro sitio.

―Noté que Naruto suele venir a visitarte, ¿o me equivoco? ―cuestionó notando las pálidas mejillas tornándose rojizas.

―No es lo que parece, no hacemos nada… ―justificó con cierto nerviosismo en su voz. Sabía que no habían hecho nada malo o inmoral, pero le daba vergüenza hablar de algo así de íntimo.

―Lo sé, Sasuke-kun confío en ambos ―declaró mostrándole una sonrisa amable―. Por el bien de ambos es conveniente que me quede en otro sitio. Descuida estaré cerca de ustedes y nunca perderé contacto ―explicó al ver el rostro del menor entristecerse.

―Creo que lo entiendo ―suspiró el moreno soltando el brazo de su tutor―. Si necesita donde quedarse o quiere visitarme, por favor hágalo ―sugirió el menor.

El blondo dio un corto asentimiento y retomó su camino con sus maletas. No mentía cuando dijo que era mejor darle espacio a su hijo para asimilar su regreso. Realmente ninguno de esos niños estaba entendiendo el verdadero peso de convertirse en un guardián. Era un destino que de haberlo sabido antes de la muerte de los Uchiha jamás lo habría aceptado. Mas era necesario. Hubiera deseado llegar antes para impedir que su hijo se convirtiera en guardián. Por lo poco que estaba entendiendo, los cuatro chicos sólo estaban haciéndose daño mutuamente sin siquiera saberlo. Necesitaba investigar más sobre el asunto, pero tenía asuntos pendientes que resolver. Además tenía un gato malherido al cual atender antes de poder sacarle información. Ya vería de qué manera hacerlo hablar, por el momento sólo quería descansar.

En su camino se vio asediado por algunas sombras intentando pegarse a él. Maldijo bastante su suerte al ser seguido por ellas. La energía mágica que emitía tampoco era tan grande y atractiva como para ser tan cotizado. A menos que fueran dirigidas. No, ese no era el caso. Era imposible que alguien lo tuviera en la mira. La única persona que podría interesarse en sacarlo del camino podría intentar hacerlo cuando se le diera la gana. La cantidad de sombras aumentaban a medida que se acercaba al apartamento que iba a usar. Esas cosas iban allí debido a él

―No haces más que dar problemas, gatito perdido ―comentó Minato soltando un suspiro mientras daba pisadas más marcadas para destruir aquellas masas oscuras intentando pegarse a él―. Estoy en casa ―anunció abriendo la puerta.

Esa noche cada quien estuvo hundido en sus propios pensamientos. Extrañamente Naruto y Sasuke se sintieron solos. Creyeron estar acostumbrados a eso, pero al rememorar el viaje, el sentimiento se hacía más fuerte. No entendían la razón. Durante mucho tiempo estuvieron solos durante días y noches, ¿por qué ahora era diferente? Sólo fueron unos días durmiendo cerca de alguien, hablando y molestándose mutuamente durante las comidas. Detalles. Pequeños lujos en los que no habían reparado por su deseo de volverse fuertes. ¡Cuánta ironía! Viviendo en cotidianidad sólo pensaban en aumentar su poder mágico y cuando hacían algo que genuinamente les daría más poder pensaban en placeres mundanos. Eran idiotas. Con gran renuencia consiguieron conciliar el sueño. A diferencia de Minato, quien tenía serios problemas con su compañero de cuarto.

Namikaze se despertó con una enorme sonrisa al día siguiente, pese a la noche que tuvo. Sus ojos azules brillaban emocionados mientras salía de la cama usando sólo el pantalón de su pijama. Tenía su torso descubierto cuando abrió las ventanas para permitir pasar el aire fresco de la mañana. Observó un cielo despejado y el sol brillando en lo alto del cielo. Cerró los ojos unos momentos regocijándose de oír el trinar de las aves revoloteando alegremente. Un paisaje sin dudas bastante apacible y disfrutable, de no ser por la presencia de magia oscura intoxicando el aire. Claro que esto último sólo era percibido por aquellos con magia, para los demás humanos normales era un bello día. Una sensación confusa se apoderaba de sus corazones y ni siquiera eran conscientes de la razón de la repentina tristeza y pesimismo en sus mentes.

―Debería ser un día hermoso ―comentó Minato en voz alta antes de mirar en el reflejo de la ventana―. ¿No lo crees así, Charasuke-kun? ―preguntó el rubio viéndolo sentado en su cama.

―Lo sería de no ser por esa peste en el aire ―respondió cruzado de piernas mientras tomaba una taza con té.

―¡Oye! ―protestó el zorrito negro que se encontraba sentado a su lado ocupando la misma cama.

―Lo siento, Menma ―se disculpó el azabache mientras lo miraba con una pequeña sonrisa apenada.

―La razón por la que las sombras se han liberado es… ―dijo Namikaze dándose la vuelta para mirarlo de frente.

―Es lo que crees, no necesitas confirmarlo ―afirmó la carta en un tono imperativo mientras fruncía levemente el ceño.

―¿Sigues de malhumor? ―preguntó el mayor mientras caminaba hacia su posición.

―No estoy precisamente feliz de ser rescatado por alguien como tú ―respondió Charasuke mirándolo con fastidio mientras rememoraba lo sucedido.

 

Itachi había abandonado a la carta desangrándose en el suelo de aquel sitio. Menma sólo estaba sentado a su lado viéndolo mientras rogaba por un milagro, pues a ese paso moriría pronto. La carta permaneció gran parte del tiempo inconsciente, pero en las pocas veces que recobró el conocimiento intentó cauterizar la herida. La primera vez que despertó se arrastró por el suelo llegando a avanzar a penas un metro. La segunda vez avanzó otro poco. El joven de ojos azules tan sólo cambiaba de posición cada vez que su pareja conseguía un avance, por mínimo que fuera. Llegó el punto donde al fin la carta consiguió llegar a la cocina. Alzó su mano con dificultad y la apuntó hacia el lavadero.

―A-agua ―dijo haciendo temblar levemente la llave de paso, pero no consiguió más―. A ver, fuego ―dijo con su mano temblorosa sobre su herida.

―¡Charasuke! ―llamó Menma viéndolo con infinita pena―. ¿Y si mejor mueres? ―cuestionó mordiéndose los labios.

―Me gustaría mucho hacer eso, pero… no puedo ―contestó sonriéndole débilmente―. Tú aun estás en este mundo, jamás me iría dejándote atrás.

―Estás sufriendo demasiado ―afirmó el joven mientras apretaba los puños―. Los Uchiha, Clown, yo, nadie. ¡Nadie vale lo que estás pasando! ―gritó mientras golpeaba una pared.

―Supongo que es el destino, el plan de Dios, no lo sé ―desvarió la carta mirando hacia el techo sin intenciones de seguir intentando curar su herida.

Menma observó a su pareja con la mirada vidriosa y apoyó su mano sobre la del otro. Odiaba ver a su novio involucrado en un asunto que no debería concernirle. Después de todo lo que ya había hecho merecía un descanso… eterno. Eso era todo a lo que podría aspirar para no volver a verse involucrado en asuntos de Clown. Empero, el destino era caprichoso y Charasuke demasiado terco. Él estaba al servicio de aquella familia por mandato de un mago que ya no pertenecía a ese plano terrenal. No debería amar a una carta, estaba mal. Era incorrecto. Tanto como lo fue amar a un mago.

―Oye ―comentó el azabache sin ninguna expresión en particular―. ¿Qué crees que suceda conmigo si… muero? ―cuestionó con un ligero temblor de miedo.

―¿Qué quieres decir? ―interrogó enseguida con preocupación―. ¿Acaso estás pensando en…?

―No, no es que vaya a suicidarme ―negó de inmediato para nada feliz de semejante acusación―. Es sólo que… soy una carta ―explicó sintiéndose idiota por decir algo tan obvio―. Cuando un humano, sea mago o no, muere tiene un alma que viaja al más allá.

―Sí, el paraíso como le dicen ―concordó Menma asintiendo lentamente sin perder detalle a las palabras del otro―. ¿Y qué con eso? ―preguntó confuso.

―¿Te arrepientes? ―interrogó con la voz quebrada volteando la cara para cubrir la mayor parte de su rostro con sus cabellos.

―¿De qué?

―¡No finjas no saberlo! ―ordenó con furia Charasuke golpeando el suelo con el puño. Manchándose su mano con su propia sangre en el proceso―. Desde que me conociste, perdiste todo aquello valioso para ti. Sólo te he dado problemas. Y más importante, por mi culpa tú ya no puedes…

―¡Basta! ―pidió Menma mirándolo con una sonrisa triste y melancólica―. Yo te amo ―confesó con sinceridad―. Si hay algo llamado destino, paraíso o lo que sea no me interesa si no estás tú allí.

―¿Yo merezco semejante sitio? ―preguntó con voz trémula mientras aún se negaba a verlo, pero de reojo espiaba sus reacciones―. Mis manos están manchadas de sangre, mi boca ha envenenado a tantos y mi corazón se lo encomiendo a un demonio que nunca dejé de amar.

―Eres una buena persona ―animó el zorro mientras se acercaba y unía sus frentes viendo como la luz de la luna filtraba por la ventana de la cocina iluminándolo―. Y no me repliques, lo eres.

Charasuke apretó los labios reteniendo sus lágrimas. Él era su motivo para no morir. Sólo Menma podía verlo como una buena persona, aun siendo un demonio era tan cálido. No le importaba el resto del mundo. Eso estaba mal. Él tenía una misión que completar, un juramento en espera de ser cumplido. Hizo demasiado metiéndose en los asuntos de Sasuke. Su deber, las reglas del juego y el destino eran claros. Él se metió en medio de asuntos ajenos a eso. Todo porque no podía evitar dejar guiarse por sus sentimientos. Si seguía actuando de esa manera sólo le esperaba la tragedia. El zorro se disponía a decir algo más, pero en ese momento, ambos sintieron la llegada de otro ser con magia. El demonio en su forma de zorro se puso alerta y se colocó delante de Charasuke, quien no conseguía ponerse de pie.

―Vaya, creo que he llegado en buen momento ―dijo el recién llegado sonriendo amablemente.

―¿Quién eres tú? ―demandó saber Menma sin gustarle para nada aquella sonrisa.

―Es Minato ―respondió Charasuke desde su posición.

―Me reconoces aun en tu estado y luego de tantos años, me siento halago ―comentó caminando hacia la malherida carta―. Magia de Itachi por lo que veo. Ese niño no cambia ni en todo este tiempo.

―Ni tú tampoco por lo que veo ―respondió el azabache sonriendo de manera burlona―. Ya me enteré de lo que has estado haciendo. Eres un bastardo ―insultó respirando agitado sabiendo que pronto volvería a desmayarse.

―Supongo que tienes mucho que contar ―comentó el rubio.

Eso fue lo último que alcanzó a oír Charasuke antes de volverse a desmayar. Si hubiera sido humano hace mucho habría muerto, pero siendo una carta su sufrimiento era más prolongado. ¿Qué tenía de bueno vivir tanto? Volvió a preguntarse estando inconsciente. No era alguien que mereciera seguir en ese mundo, pero permanecía en él. ¿Por quién? ¿Por Itachi? ¿Menma? ¿Sasuke? Estaba interponiéndose en eventos que no le correspondían. Si fuera una buena carta habría evitado meter sus propios sentimientos y se ocultaría hasta el día del juicio. Su trabajo sólo era nombrar al sucesor de Clown. Entonces, ¿por qué era tan terco de creer que podía torcer el destino? Era egoísta y sumamente arrogante al creer que tenía ese poder o derecho.

 

―Eres bastante grosero ―dijo Minato sacándolo de sus recuerdos.  

―¿Acaso debería ser educado contigo? ―cuestionó curvando los labios de manera pretenciosa―. ¿Contigo? Tú sólo pretendes comprar el juicio a favor de Sasuke ―acusó entrecerrando los ojos.

―No pensé que fuera tan transparente ―confirmó el rubio sonriendo con falsa amabilidad―. Me había esforzado en entrenar a Sasuke-kun y su guardián para que fueran de tu gusto.

―No me hagas reír ―carcajeó de manera despectiva―. Eres de lo peor, un traidor y no puedes expiar tu pecado usando a un huérfano ingenuo ―afirmó con cierto tono de enojo.

Namikaze ni siquiera se molestó en negar aquellas acusaciones en su contra. Después de todo, había mucha razón en ellas. Fue un mal esposo, un mal padre y un pésimo amigo, no merecía compasión. Pese a ser duramente criticado por su propia consciencia eso no quería decir que fuera a permitir que una carta lo humillara. Se acercó a paso firme y con sus manos obligó a Charasuke a tenderse en la cama. Con una de sus manos sujetó ambas contrarias y usando la libre le subió un poco la ropa descubriendo la enorme herida en su pecho. Una horrenda marca visible y ennegrecida. Curiosamente, formaba la imagen de una rosa rodeada de espinas. El azabache lo miró con molestia por el atrevimiento hacia él, pero no hizo ningún movimiento para quitárselo de encima. Mantuvo una expresión completamente neutra. Claramente quería demostrar lo poco que le importaban las acciones del rubio.

―¿Y qué tiene de malo querer redimirme? ―interrogó Minato cubriendo sus ojos con su cabello―. ¿Acaso no haces tú lo mismo?

―Yo sólo cumplo la voluntad que Clown me dejó ―respondió la carta volteando el rostro sabiendo lo débil que sonaban sus palabras.

―Eso es mentira ―dictaminó el adulto sujetando su mentón para forzarlo a mirarlo a la cara―. Estas pequeñas y frágiles manos están tejiendo el destino de todos nosotros, ¿no es cierto? ―preguntó con una mirada difícil de descifrar.

―Me malinterpretas ―aseguró Charasuke alzando la cabeza con cierta desesperación por la mención del “destino”―. Yo no puedo hacer algo así de grande ―afirmó con el rostro compungido de sufrimiento.

―¡¡Mentiroso!! ―exclamó Minato en un arrebato sujetando el cuello del otro con fuerza―. Tú lo sabes todo y aun así callas viéndonos matar a quienes amamos ―acusó mientras sus dedos se marcaban en aquel cuello tan blanquecino.

―No me culpes por tener una mala relación con tu hijo ―ordenó el moreno mirándolo fríamente como si hablara con un niño haciendo berrinche.

―¿Cómo lo sabes…? ―cuestionó el mayor abriendo los ojos desconcertado por lo informada que estaba la carta.

―¿Sorprendido? ―preguntó la carta de manera juguetona mientras alzaba sus manos y acariciaba las mejillas de Minato―. Todo se solucionaría entre ustedes si le contaras toda la verdad y dejaras esta careta de hombre decente ―explicó de manera burlona. Una expresión demasiado imprevista considerando sus emociones anteriormente mostradas.

―¿Estás bromeando? ―cuestionó el mayor soltándolo antes de sentarse en la cama―. Si es tan sencillo, ¿por qué no lo aplicas? ―interrogó de manera suspicaz.

Ante aquello la carta guardó silencio. Tenía razón, pero no pensaba dársela en voz alta. Aún tenía un asunto pendiente con aquel rubio y no pensaba dejarlo pasar tan fácilmente. Le parecía curioso que mencionara a las personas que amaban. Vaya hipocresía de parte de alguien con un amor tan cuestionable y sobre todo prohibido por la ley del hombre. Dentro de la magia se hubiera entendido aquel lazo, pero viendo como resultaron las cosas era mejor no prestarse demasiado para aliviar sus culpas. Intentó usar la magia para fines egoístas y lo seguía haciendo. Nada bueno le aguarda a quienes poseían un corazón corrompido. Y tristemente los dos últimos Uchiha estaban a una mala decisión de ser catalogados como tales. Ambos actuaban de manera demasiado vanidosa para dos simples magos novatos.

―Las cosas que yo sé, son peligrosas ―murmuró Charasuke mientras se sentaba flexionando una pierna y ladeando un poco la cabeza―. Ninguno de ustedes podría pagar el precio de un paso en falso ―dijo cerrando los ojos meditando los pasos a seguir.

―Eso quiere decir que sabes secretos de Itachi y de ese tal Sai, ¿me equivoco? ―preguntó Minato mirándolo más calmado luego de semejante arrebato anterior.

―Estás en lo cierto ―contestó el azabache mirándolo con una sonrisa sádica―. Yo incluso sé que tú… ―dijo viendo hacia la ventana repentinamente.

Namikaze giró su rostro viendo al zorrito negro sentado en la ventana viendo la lluvia caer. Hacia tan sólo unos momentos se podía apreciar un hermoso día soleado. ¿Su discusión tardó tanto? No, prestó atención unos momentos entendiendo el problema. Se trataba de una carta, pero la sentía algo diferente a lo usual. No era necesario ser un genio para deducir que esa carta era “lluvia”, pero la abundancia y la fuerza con la que estaba cayendo ese aguacero le preocupaba. Viendo la expresión en el rostro de Charasuke supuso que también estaba al tanto de lo peculiar de la situación. La carta se levantó de la cama y abrió la ventana dejando que algunas gotas de lluvia tocaran su mano. Apenas sintió el contacto de las mismas, se llevó ambas manos al pecho y se dobló de dolor mientras respiraba agitado.

―¿Estás llorando? ―preguntó Menma viéndolo preocupado mientras volvía a su forma de humano.

―No sabía que nuestra pelea verbal te puso tan mal ―comentó el rubio acercándose para alzarlo en brazos y devolverlo en la cama―. ¿Es cierto que no puedes llorar ni gritar? ―cuestionó curioso el mayor arropando a la carta.

―Es la verdad, hay ciertas reglas que ustedes no conocen ―respondió el azabache mirándolo con los ojos entrecerrados―. Eso te lo contó él, ¿verdad? No deberían fiarse tanto de su palabra.

―¿Por qué debería confiar en la palabra de un charlatán? ―interrogó Minato con un tono de voz completamente serio.

―Yo soy un charlatán y él un falso, pero siguen insistiendo en creer en nosotros ―contestó Charasuke dándose vuelta para cubrirse por completo con las mantas―. El llanto no se detendrá hasta que la mentira se transforme en verdad.

 

Date prisa, Sai”

 

Lejos de donde estaba discutiendo aquellos dos, Sai observaba al cielo notando la presencia de lluvia. Una carta normalmente tranquila y amable. No presentaba ningún peligro. Al menos no en los parámetros normales, esa lluvia estaba cargada de magia oscura. Probablemente había sido infectada y representaba un peligro por aquella energía negativa que estaba dispersando en toda la ciudad. Había llamado a Sasuke y ambos guardianes para hacerse cargo del asunto. Como Uzumaki era el más cercano en esos momentos, había llegado primero, pero parecía bastante ausente. Desde que mencionó que los cuatro estarían allí para ir a cazar otra carta lo vio sonrojarse y temblar ligeramente. Le llamó la atención por la peculiar reacción. No era raro que los llamara a su mansión para planear una cacería, ya que solía explicarles lo que recordaba o investigaba.

―Hey, Naruto-kun ―llamó la reencarnación de Clown sin obtener respuesta. Sin tener idea de los pensamientos en la cabeza del rubio.

 

Durante el entrenamiento con Minato, había conseguido con mucho esfuerzo controlar parte de la transformación. Su grado de control aún era precario. Mas, su gran avance era poder concentrar su magia en sus manos y convertirlas en grandes garras afiladas. Su más experimentado progenitor le mostró como con facilidad podía invocar sólo orejas, garras, cola, lo que deseara a voluntad. A eso aspiraba a llegar. En un inicio eso era todo lo que deseaba obtener. Sin embargo, su padre había hecho algo aún más impresionante. En determinado momento en vez de modificar su cuerpo con la magia, la expulsó de su cuerpo y la convirtió en una esfera azulada en su mano. Vio claramente la magia moviéndose inquieta en su mano, pero nunca perdiendo la forma circular de la misma.

―A esto le llamó “Rasengan” ―explicó Namikaze apuntando su mano hacia un árbol, donde impactó su ataque―. Si aprendes a dominar la transformación esto será un juego de niños para ti ―explicó tras dejar caer aquel árbol.

―¡Increíble! ―exclamó el menor mostrándose maravillado por el poder destructivo demostrado―. Eso es lo que necesito hacer ttebayo.

―Primero debes controlar la transformación imparcial ―le recordó cruzándose de brazos sin perder su apacible sonrisa.

―¿No puedes enseñarme mejor el rasengan? ―preguntó Naruto haciendo un puchero inconscientemente.

―No ―negó el mayor sentándose al pie de un árbol para seguir supervisándolo.

―Si no ibas a enseñármelo ahora, ¿para qué me mostraste algo tan genial? ―interrogó cruzado de brazos con fastidio ante la negativa.

―Para motivarte ―comentó con una sonrisa divertida―. Tómalo como el postre por comer todas tus verduras ―explicó usando una analogía que le recordaba a su infancia.

―Ya no soy un niño para ese tipo de… ―dijo interrumpiéndose al sentir algo extraño.

Un leve dolor en su pecho lo puso en alerta. La magia de las cartas Clown era clara, pero no le era extraña. Después de todo, sabía que Sasuke estaba practicando usando sus cartas. Tal vez se cansó de flotar y se estaba ayudando con ellas. Intentó ignorar el malestar que estaba sintiendo. Mas, no era capaz de obviar esa sensación incómoda y algo dolorosa. Su cabeza comenzó a sufrir una fuerte jaqueca. Era como si estuvieran gritándole directamente en su cerebro. Un silbido agudo estaba resonando en sus oídos forzándolo a sujetarse la cabeza con dolor. Llevó sus manos a sus orejas cubriéndolas en un inútil intento por detener aquel molesto sonido. Minato le estaba hablando, pero el menor era incapaz de oírlo. Un fuerte presentimiento de que algo estaba mal con el mago, lo impulsó a correr hacia el lago siendo seguido de cerca por su padre.

―¡Naruto! ―llamó Namikaze intentando sujetarlo. No tenía idea de que había provocado esa reacción, pero parecía urgente―. ¿Qué sucede? ―preguntó mientras seguía avanzando tras él.

―¡Es Sasuke! ―gritó su respuesta mostrando un rostro lleno de confusión y preocupación―. Algo le sucede ―explicó brevemente antes de aumentar la velocidad de sus pasos.

Paso de estar caminando a correr con todas sus fuerzas y sin detenerse a pensar ni por un momento lo que estaba a punto de hacer saltó al agua. No le importó estar completamente vestido. El adulto siguió observando intrigado a su alrededor. Concentró su magia para percibir a las cartas y las sintió en el fondo del lago. Abrió los ojos preocupado y se dispuso a saltar como anteriormente había hecho su hijo. Sin embargo, en lo que él estaba confirmando lo que estaba sucediendo, Naruto ya había nadado buscando al Uchiha. El cuerpo del mago se había hundido y la única forma de ubicarlo era con el leve destello de las cartas. Ellas guiaron a Uzumaki hasta el card captor, quien sujetó uno de los pálidos brazos y nadó rumbo a la superficie. Minato se acercó a ayudar a sacar a los menores del agua y los recostó en la orilla.

―¿Cómo… está…? ―preguntó Naruto respirando agitado por el esfuerzo que había realizado al nadar a esa velocidad.

―No reacciona ―respondió Namikaze mientras acercaba su oreja al pecho de Sasuke―. No está respirando ―dijo alarmado antes de presionar sus manos en el abdomen del menor.

―¡Sasuke! ―gritó asustado el rubio menor acercando su oreja a la boca del otro notando que efectivamente no estaba respirando.

―Tendré que darle respiración de boca a boca ―suspiró Minato preparándose para realizar el procedimiento.

―¡No! ―negó de inmediato su hijo interponiendo su mano entre el adulto y su amigo―. Yo lo haré ttebayo ―declaró comenzando a darle respiración artificial.

Mientras el menor intentaba hacerle llegar el máximo oxígeno posible, su padre lo intercalaba con los masajes que su padre le daba al pecho del moreno. Estuvieron minutos que les parecieron eternos hasta que al fin consiguieron que tosiera el agua retenida en sus pulmones. Aquellos ojos negros se enfocaron en ellos. Naruto en ese momento se dio cuenta de lo que había hecho: besó a su mejor amigo. Negó con la cabeza rápidamente, sólo lo hizo porque estaba ahogándose. No era en un sentido romántico ni nada de ese estilo. Uchiha parecía no ser consciente de lo que le hizo a su boca o mínimo evitó comentar algo. Así que él no se atrevía a preguntarle si estaba enojado con él por el beso. Aunque no podía enojarse si lo hizo por una buena causa, ¿cierto?

 

―¡Dobe! ―gritó Sai sacando al rubio de sus recuerdos―, esperabas que fuera Uchiha ¿verdad? ―preguntó con su típica falsa sonrisa.

―No imites a Sasuke-Teme ―regañó el rubio haciendo un puchero por el engaño del otro.

―¿Te ilusiona mucho verlo? ―interrogó colocando una mano en su propio mentón colocándose en una posición pensativa―. ¿Algo pasó entre ustedes?

―No, no, no ―negó repetidamente moviendo la cabeza con desespero―. ¡No pasó nada entre nosotros!

―Entonces… ―dijo el azabache con una sonrisa socarrona y muy maliciosa―. ¿Por qué murmurabas cosas de un beso mientras te tocabas los labios?

―¡No es asunto tuyo! ―exclamó notando que la puerta de aquel lugar era abierta.

Gaara y Sasuke habían llegado, pero los veía muy juntos. De hecho, el pelirrojo venía abrazado al mago caminando muy lentamente. Frunció el ceño con molestia, pero no por esa cercanía física con Uchiha. Siendo completamente sincero consigo mismo, sí le molestaba un poco, pero eso no era prioridad. El otro guardián se veía muy pálido y se le notaba mucha dificultad para moverse. Debería estar en cama descansando si se encontraba enfermo, no allí en una reunión. En ese estado no podría salir a cazar cartas. Y si Sasuke estaba pensando en obligar al pobre a hacerlo, estaba equivocado si pensaba que se quedaría callado. Guardián o no, eso rozaba el abuso. Se acercó deprisa para ayudar al moreno a alcanzar al otro hasta un sofá para tenerlo más cómodo.

―Si estás enfermo deberías haberte quedado a descansar ttebayo ―dijo Uzumaki mirando de reojo al azabache.

―Lo mismo le dije, pero insistió en quedarse ―explicó el joven de ojos negros mirándolo con una ceja arqueada―. Lo traje aquí porque era el sitio más cercano ―explicó brevemente.

El joven mago se había dirigido a la casa de Sai por uno de sus habituales llamados. En el camino no había sucedido nada de extrañar, pero cuando faltaba poco más de cien metros para llegar vio recostado contra una pared a su guardián. Se acercó a ver si estaba herido. Siendo su primer pensamiento un enfrentamiento de algún tipo como para llegar a ese estado. Se sorprendió de verlo ileso. Tal vez un fuerte resfriado lo estaba afectando, razonó. Quiso convencerlo de acompañarlo de regreso a su casa, pero el otro se negó. Las llamadas de la reencarnación de Clown siempre era en extremo importantes. Alguna información o dato de vital importancia tendría descubierto. Así que con la promesa de quedarse a descansar en casa de Sai, el mago cumplió su petición de ayudarlo a llegar hasta la misma.

―Puede quedarse a descansar aquí ―declaró el azabache de falsa sonrisa―, pero es urgente que te pongas en marcha ―aseguró con una voz seria.

―¿Por qué? ¿Sucedió algo mientras entrenaba? ―preguntó Sasuke mostrándose confundido.

―Sucedieron muchas cosas de las que no estás enterado ―respondió el otro azabache acercándose a él―. Sin embargo, lo que ahora nos concierne es prioridad.

―Ya dinos para qué nos llamaste ―exigió Naruto harto de tanto misticismo.

―Una de las cartas Clown fue infectada por las sombras ―contestó soltando un suspiro lleno de pesimismo.

 

CONTINUARÁ…


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