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¡Es tu turno! ||Sterek|| por Dark_Ness

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    Stiles había conocido reuniones incómodas a lo largo de su vida.

    Era muy común para él estar en esas reuniones. La mayoría de las veces él era la causa de que las reuniones se tornaran raras; por lo que no estaba del todo ofendido ya con unos cuantos años de experiencia. Pero se podría decir que en ese momento, él se sentía muy fuera de lugar con todo el silencio tenso que tenía la manada mientras estaban sentados alrededor de una fogata improvisada que Jackson había autorizado para hacer —porque, por más cretino que fuera, debían reconocer que ese lugar era de él, por lo que necesitaban su permiso por encima de Derek para actuar en su propiedad.

    Se supone que la noche ya había caído, dejando una luna menguante en el cielo mientras estaba rodeada de muchas estrellas dispersas que ayudaban a alumbrar el oscuro firmamento. Todos, por simple comunión colectiva, estaban calmados mientras apreciaban la suave brisa nocturna que comenzaba poco a poco de bajar de temperatura; e incluso para ellos, que eran lobos, se les hacía difícil estar sin abrigos. Era un poco extraño ello, para ser sinceros. Stiles sabía que en pleno comienzo del verano, las temperaturas aumentaban estrepitadamente; e incluso en la noche, el calor a veces se podía hacer notar hasta que entraba la madrugada. Pero no le sorprendería tampoco que el clima estuviera mágicamente influenciado también en ese lado del país.

    Tal vez por culpa del frío que poco a poco se expandía estaban alrededor de la fogata antes de partir a la aventura.

    Tal vez por eso no hablaban.

    O tal vez no.

— ¿Por que de repente todos estan tan callados? —Stiles preguntó en voz alta. Algunos lobos salieron de sus ensoñaciones. Como Erika, quien tenía un largo rato mirando la fogata como si estuviera buscando patrones en el fuego.

— No siempre tenemos que estar haciendo escándalos, Stiles. —Jackson respondió un poco irónico. Lydia, quien estaba a su lado, se sentía incapaz de levantar la mirada hacia donde estaban sentados Audrey y Stiles.

    Stiles no se tomó a mal el comentario; más que todo porque desde lejos se daba cuenta que era un boomerang para desviar la atención de la conversación.

    Aunque, después de las palabras de Jackson, nadie habló.

    El silencio reinó unos minutos más hasta que finalmente fue insoportable.

— Nos vamos. —Derek se levantó esta vez, y como si fuera una coreografía, el resto se colocó de pie.

    Audrey no lo había notado, pero todos excepto ella y Stiles, estaban vestidos para ir a una excursión noctura.

    Al final, después de un leve debate mental que Derek había tenido consigo mismo en la privacidad de la ducha, llegó a la conclusión que era mejor dejar a la chica con Stiles en la cabaña. Ella era una humana más, que no tenía la destreza de los cazadores, ni el grito de una banshee, o mucho menos la agilidad para manejar los elementos sobrenaturales; así que sería un lastre que no podía defender en caso de que algo saliera mal. Y pues, sería también una buena forma de indagar la opinión personal del grupo sobre ella.

    La idea le estaba obsesionando.

— ¿Regresarán más tarde? —Stiles preguntó tras darse cuenta del permiso tácito que había dado Derek como líder de manada para que se quedara en la cabaña con Audrey.

— Si todo sale bien, sí —respondió por primera vez sin sonar amenzador—. Después de esto, pondremos marcha a Beacon Hills.

— Querrás decir que, después de esto, podremos explorar un poco este pueblo... —Erika contradijo. Ella, al igual que los demás, no se sentía precisamente feliz de emprender el viaje ridículo y largo a un sitio que quedaba a catorce horas en auto para simplemente ir a saludar a un alfa desconocido sin ningún tipo de experiencia extra—. ¿No creerás que solamente vinimos a hablar, verdad?

    Derek colocó los ojos en blanco.

— Les recuerdo, que todos ustedes tienen clases el lunes. —Derek habló como el adulto aburrido del grupo.

    Pero claro, no era como si ellos se fueran a quedar por el resto de sus días en aquel lugar desolado.

    Para eso ya tenían su propio pueblo embrujado y lleno de mala suerte.

    La manada, después de haber intercambiado un par de ideas entre ellos mismos, emprendieron el viaje que Derek les estaba indicando con la poderosísima guía de sus instintos alfa.

    Stiles se quedó un rato mirando el lugar por donde todos se habían marchado.

    Él realmente quería ir a conocer al alfa. Más que todo porque le interesaba bastante la idea de mantener asociaciones con nuevas personas con la finalidad de tener un frente unido ante las dificultades. Pero, aunque no quiera reconocerlo a voz alta, Stiles se consideraba así mismo a alguien racional y totalmente congruente (la mayoría del tiempo) con las acciones que realizaba, por lo que, sin mucho ánimo de lamentarse, acercó a Audrey hacia sí mismo y la abrazó.

— ¿Qué tan tonto suena proponerte un paseo por los alrededores bajo la luz de la luna? —preguntó el chico en voz baja. El crepitar el fuego ayudaba a mantener la atmósfera cálida, y no quería sus palabras arruinaran el arduo trabajo.

— No lo suficiente como para rechazarlo. —sonrió la chica.

    Stiles tomó su respuesta como una aceptación y se levantó para dar un breve pase. Sería uno realmente especial.

    Pero tristemente, no por las razones que él esperaba.

*

*

    La manada estaba caminando.

    El frío silencio de la noche junto a la expectativa de los miembros causaba una atmósfera tensa. No muchos se animaban a entablar un conversación casual para mantener el buen ánimo, mucho menos cuando la oscuridad comenzaba a pronunciarse.

    No era como si ellos le tuvieran miedo a la penunbra. Pero si había algo que acotar, sería el hecho de que muchos puntos amarillos se veían en medio del basto follaje; y eran muy simétricos como para ser las luciérnagas que alumbraban la noche.

    No hacía falta que lo dijeran. La otra manada estaba rodeando sus pasos.

    Derek se sentía realmente tenso. Como líder de la manada, tenía el supremo deber de velar y proteger a todos los que conformaban su círculo familiar (que, aunque le costara reconocerlo en voz alta, eran las personas que integraban la manada); y esa situación en donde estaban caminando a ciegas era por menos que favorecedora.

    Eso sin tomar en cuenta que no estaban todos juntos.

    Pero Stiles estaba a salvo.

    Tenía qué...

— Alto —Derek se detuvo ante las palabras de alguien más. Maldijo mentalmente por doblegarse; pero la voz era potente y ensordecedora—. Un paso más y terminarán brillando como las estrellas.

    ... ¿qué?

— Su sangre refulgirá bajo el cielo nocturno —se explicó el interlocutor. Parecía haberse dado cuenta de lo ridícula sonaba su amenaza inicial—. ¿Qué están haciendo en el territorio sagrado de los antiguos lobos?

    Derek se preguntó lo mismo.

    Ese nombre lo conocía bastante bien. Su mamá, el alfa Talía, fue la anfitriona de muchas reuniones entre manadas regionales y nacionales, por lo que conocía a un sinfín de lobos. Pero siempre había una manada que no asistía a las reuniones de tratado de paz; una que parecía regirse por distintas reglas, y que tenía una fama de ser bastante... peculiares.

    Derek maldijo mentalmente.

    De todos los sitios en donde podría encontrarse a distintas manadas más civilizadas, tuvieron que ir a parar al único lugar en donde creían que los lobos tenían que vivir alejados de la humanidad.

    Derek quería que alguien lo matara a pedradas.

— Venimos en busca del alfa... —Derek trastabilló un breve momento. El nombre del alfa era muy ridículo—... Red Eye.

— ¿Qué hace una manada vulgar y pueril llena de niños en busca del amo absoluto de los lobos? —la voz ronca interrogó. Se escuchaba filoso. Derek se negó a colocar los ojos en blanco.

    Ni siquiera Deucalión fue tan insufrible cuando se presentó a sí mismo como el Alfa de Alfas.

— Venimos a dialogar para establecer tratados de paz mutuos entre territorios —Derek siguió hablando. Agradecía enormemente que todos estaban callados, por lo que era más fácil poner en orden sus ideas—. Soy el alfa Hale, heredero de la manada Hale del condado de California.

— No lo creo, muchacho —unas risas burlonas comenzaron a escucharse del mismo lugar en donde se podían ver los ojos brillantes de los demás lobos—. El alfa Hale de la manada Hale es una señora actualmente con tres hijos pequeños. No eres más que un usurpador.

    De repente, las risas se convirtieron en gruñidos.

— ¿Ellos no están enterados del incendio? —Erika preguntó en voz baja. No era una interrogante hacia alguien en específico.

— Y ni mucho menos el alfa Hale dejaría que sus betas hablaran sin permiso —contestó groseramente—. O trataría con humanos y criaturas desagradables.

    Tanto Lydia como Allison apretaron los dientes. No era muy común ser aceptadas en las reuniones sobrenaturales con otros lobos; pero ninguno de ellos fueron tan abiertamente desdeñosos hacia su presencia.

    Derek estaba totalmente tenso.

— Hace ocho años hubo un incendió que arrasó con la familia Hale —Derek habló—. En él incendió murió Talia Hale, mi madre, junto al resto de la manada Hale. Solo mi hermana Laura y yo logramos sobrevivir. Laura fue el alfa por un tiempo, hasta que fue asesinada por Peter Hale tras haber enloquecido en el hospital por las quemaduras del incendio. Ahora yo, Derek Hale, único sobreviviente de la familia Hale, llevo el manto del alfa.

    Las risas cesaron.

    El silencio gobernó nuevamente.

— ¿Qué realmente hacen aquí? —la voz comenzó a bajar su amenaza. Los ojos dorados comenzaron a apartarse—. Las relaciones entre la manada Hale y nuestra manada no han sido las mejores desde hace medio siglo. ¿Por qué venir justamente en este momento?

    Derek dudó.

    Ella solo querían vacacionar. Derek solo quería recuperar a Stiles. Y ahora no tenía ni una ni otra.

— Porque la manada Hale quiere enmendar sus errores. —Explicó Derek.

    Por un momento, el sonido de la naturaleza y la luz de la luna fue el único acompañante de la manada Hale. El tiempo parecía no fluir. Pero el miedo comenzó a crecer lentamente.

    ¿En qué, en nombre de Dios, estaban pensando cuando aceptaron ir hasta ese lugar totalmente tenebroso con gente que aún no conocía los beneficios del supermercado y la comida cocida? Era como internarse en la selva del Amazonas solamente porque podían hacerlo sin ningún otro tipo de pensamiento al respecto.

    Derek comprendió que no debía hacerle caso a Stiles, aún si esto significaba hacerlo enfurecer.

    Tras el pequeño lapso misterioso de silencio absoluto, los lobos de alrededor salienron del basto follaje. Y cuando se referían a la palabra lobo, era en el sentido literal de la palabra. Al menos siete lobos de pelajes castaños salieron con la amenaza escrita en sus ojos dorados. Rodearon a todos los miembros de la manada Hale. Derek, quien estaba a la cabecera, quedó sin algún resguardo.

— ¿Así que estoy escuchando bien? —preguntó burlonamente—. ¿El nuevo alfa de la gran manada Hale está dispuesto a dar su brazo a torcer? Esto es tan... inesperado...

     De los árboles frente a Derek surgió una enorme figura imponente. Era un hombre alto, ancho y con la piel tostada; tenía en su largo cabello negro un cintillo adornado con plumas oscuras que se intercalaban con plumas rojas. Derek sabía que había visto ese tipo de tocado antes, como en las caricaturas de las representaciones estereotipadas de los nativos americanos —la cual, si le preguntaban, le resultaba un poco ofensivo. El hombre lo miró con sus grandes y penetrantes ojos rojos, mientras que dejaba emitir un gruñido profundo que nacía desde el interior de su diafragma. Parecía el alfa definitivo.

     Y mucho más cuando estaba cubierto solamente con un pantalón hecho de pieles de animales.

    Era aterrador.

    E hilarante.

    Algo así como un capítulo de The Office en donde Steve Carrel estuviera haciendo demasiado bien a su personaje.

— Entonces, supongo que no tendrán ningún problema en acompañarnos durante un rato, ¿verdad? —el alfa preguntó, más con alegorías retóricas que con una genuina intención de ser amable.

    En ese momento Derek no lo sabía, pero haber aceptado esa amable invitación fue el clavo que terminó de cerrar el enorme ataúd.

*
*

    Stiles, por su lado, estaba muy ocupado caminando con Audrey en los caminos más cercanos de las cabañas para no perderse. Él presentía que esa noche pasaría algo, pero estaba tan entusiasmado con la idea de que ese algo era bueno, que no logró interpretar correctamente las señales.

    Los bosques siempre le daban paz al muchacho de ideas aceleradas. Era su medio de mantener el equilibrio sin optar por agentes químicos que lo mantuvieran dopado gran parte del día; y aunque fuera una disciplina que en casi todos los casos no diera los resultados adecuados, Stiles tenía el tiempo suficiente practicándolo como para haber encontrado el patrón que lo hacia regular sus emociones.

     Y ahora que tenía la dicha de compartir ese lado pacifico de él con una persona que lo valoraba, sentía que sus niveles de endorfinas y seretoninas estaban en un grado lo suficientemente bueno como para mantenerlo relajado.

    O así hasta que escuchó ese grito que le erizó el cuerpo.

    Ese grito que había escuchado en ocasiones totalmente desafortunadas.

— ¡Madre de Dios! —Audrey prácticamente saltó totalmente aterrada al escuchar el grito desgarrador a la lejanía. Stiles la tomó de la mano con fuerza, y sin decir mucho, la acercó hasta abrazarla completamente—. ¡¿Escuchaste eso también?!

— Tenemos que regresar —respondió Stiles en su lugar, tratando de tomar el camino de vuelta a la cabaña para evitar cualquier tipo de inconvenientes futuros—. Es casi una ley retomar el camino recorrido cuando hay gritos sospechosos en un lugar espeluznante.

    Audrey no se veía en ánimos de ejercer una aventura de descubrimiento del grito, por lo que, haciéndole caso a Stiles, dio media vuelta con claras intenciones de mantener su vida intacta.

— Stiles... —pero su voz se hizo pequeña y aguda. Muy aguda. Y Stiles volteó en dirección a la chica—. Stiles, tenemos un problema.

    Y decir que era un solo problema parecía ser casi un eufemismo.

    Porque si los problemas se contaran con la cantidad de amenazas en el ambiente, entonces habrían dos grandes problemas peludos y con un cuadro severo de rabia.

    Habían dos enormes lobos acechándolos de frente, con los hocicos escurriendo saliva espumosa y con los ojos dorados. Audrey, por su fobia antes mencionada hacia aquellos animales, retrocedió poco a poco con la intención de correr lo más lejos posible para poder escalar un árbol; Stiles se dio cuenta que ella no se había percatado de que no era normal que los animales tuvieran ojos brillantes, y aunque sonora realmente incongruente, se alegró por un momento. Eso, en su mundo irreverente, significaba un problema menos que conformaba la cordillera de problemas que tenía.

— No te muevas Audrey. —Stiles susurró. Los lobos seguían mirándolos fijamente con ganas de destrozarlos como a un juguete barato de Wallmart. No obstante, aullaron a la luna como todo cliché peligroso.

    Él sabía muy bien que ellos no eran lobos convencionales. Eso era, en su completo panorama, una absoluta desgracia. Apenas si había un margen de interpretación para formular un plan de escape decente. Y Dios sabía cuan decente podría ser los planes de Stiles cuando tenía tres minutos para pensar que hacer con su vida antes de perderla.

    Stiles tomó la mano de Audrey lentamente, apretándola en su puño mientras trataba de ocultar el cuerpo de ella con el suyo. Los lobos comenzaban a acercarse lentamente hacia ellos mostrando los dientes afilados llenos de espuma. No hacía falta ser un gran veterinario como para entender que una mordida de ellos era equivalente a perder una pierna —o el miembro mordido—, así que con total cautela, Stiles trató de no hacer movimientos bruscos y cedió parte de su lenguaje corporal para indicarle a los lobos que ellos no representaban una amenaza.

     Porque de repente lo recordó. En uno de los entrenamientos a los que había asistido con la manada, Derek explicó que en los casos más desesperados de supervivencia individual, lo mejor era ceder hasta encontrar un espacio para escapar; porque por más que le costara reconocerlo, la fuerza bruta no funcionaba cuando una manada repasaba a un individuo. Esa práctica en particular fue un poco incómoda. Derek no quería enseñarles a sus betas como doblegarse ante otros desconocidos, pero el deber de un alfa es proteger y preparar a los miembros para cualquier situación que se pueda presentar. Y si el momento dictaba huir, entonces era mejor que aprendieran a hacerlo de la mejor forma posible.

— Vas a hacer todo lo que te diga, sin preguntar. ¿Entiendes? —preguntó en un susurro tenue y peligrosamente calmado.

— Sí.

— Ok. Cuando yo te diga, vas a retroceder lentamente, sin perder el contacto visual con los lobos, y luego correrás hasta el árbol más cercano y lo vas a escalar como si tu vida dependiera de ello hasta el lugar más alto.

— Pero yo...

— No es momento de dudar —regañó.

    Stiles no quería que Audrey se quedara atorada en un árbol por quién sabe cuanto tiempo, pero la alternativa no era la mejor.

    Se supone que él, como el humano sin habilidades mágicas de la manada —las habilidades de Allison también contaban como mágicas para el estándar de Stiles— tenía que estar preparado para todo momento para situaciones como esas. Tener siempre a la mano algo que le sirviera como arma, o al menos un elemento sobrenatural con el cual protegerse en caso de un ataque inhumano. La ceniza de montaña sería bastante útil para estos momentos, pero estaba guardada en el equipaje de Scott —porque de otro modo, Audrey podría preguntar que era eso y la cosa se pondría incómoda—, y desde que Derek les prohibió a los humanos de la manada llevar encima cualquier tipo de acónito y muérdago por un evento singular relacionado con ese par de elementos, Stiles dejó de guardar los pequeños saquitos en los bolsillos de sus pantalones. Así que, podría decirse que en ese momento Stiles estaba armado con una navaja suiza, su ropa y su ingenio.

    Pero su ingenio no estaba en todos sus cabales al tener que pensar en la supervivencia de alguien más aparte de él mismo.

— Hazlo.

    Pero entonces Audrey soltó su mano y retrocedió lentamente como él le había pedido. Los lobos gruñeron desde el estómago, formando un sonido peligroso y espeluznante que hizo que las señales químicas de terror se hicieran espesas en el ambiente. Los lobos comenzaron a avanzar más y más rápido hacia los adolescentes conforme éstos comenzaban a alejarse.

     Stiles ya no pudo sentir a Audrey en su espalda.

    Se podría haber puesto feliz por saber que estaba cerca de un árbol.

    Pero entonces escuchó los ladridos y las pisadas de Audrey. Supo que estaba corriendo en busca de un árbol cercano —lo cual no podría ser absurdo teniendo en cuenta que estaban en un maldito bosque lleno de árboles—, y su cerebro entró en pánico al imaginar el sinfín de escenarios en donde todo lo malo que podría ocurrir, ocurría.

    Aunque, obviamente, nunca se imaginó ser atrapado directamente por los dos lobos cuando Audrey pudo escalar el árbol.

    Fue como sentir la embestida de una ola furiosa en la orilla de la playa. Inesperado, vergonzoso y, sobre todo, aterrador.

— ¡Stiles! —se escuchó a los lejos la voz horrorizada de Audrey.

    Él quería gritar, decirle que no se preocupara, pero la sangre se estaba acumulando en su boca y muy pronto la vista comenzó a nublársele.

    Cerró los ojos con el fugaz pensamiento de que él estaría bien siempre y cuando Audrey no bajara del árbol.

*

*

— Sería muy descortés de mi parte mentirles —la voz del alfa se escuchó después de un tiempo de silencio—. Mi territorio es muy basto, como pueden darse cuenta, por lo que mi deber es velar por la seguridad de mi manada y el resto de criaturas y manadas del condado que viven en comunión conmigo. Gracias a eso, se puede decir, tengo ojos y oídos en todos lados. Y escuché el momento exacto en el que colocaron un pie en mis tierras.

    La manada tenía un largo rato caminando detrás del alfa semidesnudo.

    Parecía ser que el tiempo se había detenido en algún momento de la noche, y que un bucle despreciable los había engullido como tiernos corderos asados en el punto. Erika estaba realmente incómoda mientras caminaba con Boyd a su lado; ellos no eran ese tipo de pareja cursi que se tomaba de las manos y caminaban muy cerca el uno del otro, pero después de estar rodeados de lobos rabiosos por tanto tiempo, fue inevitable acercarse en busca de apoyo y confort. Lo mismo les sucedió a las demás parejas del grupo, las cuales comenzaban a impacientarse.

    Estaban hablando en voz baja entre ellos mismos, más que todo para distraerse del aplastante silencio que se formaba en el ambiente, hasta que el alfa los mandó a callar con un sutil gruñido autoritario. Ni siquiera Derek pudo hacer caso omiso de la amenaza implícita que había dejado el alfa mayor, y eso le estaba presionando los nervios equivocados en el cuerpo, dejándolo en un estado constante de alerta y resentimiento que comenzaba a burbujearle en el pecho.

    No fue hasta que habían llegado a lo que parecía ser una especie de claro junto a una pequeña laguna que el alfa finalmente habló.

    Eso, lógicamente, atrajo la atención de todos.

— Me parece raro encontrarlos solamente a ustedes y no al otro par de humanos que venían también en sus caravanas —el tono sospechosamente curioso del alfa erizó la piel de más de uno—. Lo que me deja con una duda poco razonable en mi interior. ¿En dónde están?

    Derek quería responderle con un cordial «no es asunto tuyo, imbécil» pero sabía que la paz y el bienestar físico de sus betas era más importante que sus ganas insaciables de ser un estúpido.

    En cambio, hizo lo más lógico que pudo pensar.

— Ellos no pertenecen a la manada —la voz firme de Derek no dejó espacios a la duda ni repercusión de nadie—. Se fueron justo antes de emprender el viaje en busca de... usted.

— ¿Ah, ¿sí? —El alfa preguntó. Sonaba impresionado—. Eso me parece una completa lástima. El abandono de un beta de una manada es algo que no todo alfa puede gustarle, o aceptar; pero veo que estás realmente tranquilo. Supongo que todo acabó en buenos términos.

— En efecto.

— Eso me alegra.

    Derek se sentía realmente tenso, como la cuerda de un violín.

    Podía sentir en su nuca las miradas inauditas del resto de la manada.

    Sin embargo, él no los culpaba en lo absoluto.

    Ellos, obviamente, no tenían forma alguna de entender que las palabras cortantes de Derek eran simplemente para que el alfa pomposo no se le ocurriera poner sus ojos en Stiles y Audrey. Tenían la intención de alejar la atención momentánea de ellos, por lo menos lo suficiente como para que Stiles y Audrey estén dentro de la cabaña —algo que Derek no podría saber porque estaba muy lejos como para escuchar— en donde estarían a salvo al estar rodeados de los elementos sobrenaturales que servían como amuleto de protección.

    Y bueno... ya hemos visto que los planes de Derek realmente no están saliendo bien.

— Entonces, alfa Hale... Supongo que no tendrá ningún problema en que nosotros hagamos una cacería con los traidores a su manada, ¿verdad? —los lobos alrededor de ellos comenzaron a aullar. Era tan malditamente espeluznante, que Derek no sabía si asustarse por haber puesto en peligro a Stiles o por haberse puesto en peligro el mismo con la manada.

— ¡¿A qué se refiere con hacer una cacería?! —la voz aterrorizada y molesta de Scott se escuchó después de tanto tiempo. Derek no tenía palabras.

— Oh, muchacho mediocre. Me refiero a lo obvio... A cazar a los humanos.

      La forma condescendiente en como el alfa miró a Scott pudo haber sido humillante en otro momento. Ahora no tenía ningún efecto en Scott.

— ¡Eso está prohibido! —Allison aprovechó la valentía de su novio para hablar—. El código de los cazadores dice que ningún lobo puede lastimar a ningún humano intencionalmente. Eso es una violación a los acuerdos.

— Y lo sería si hubiéramos hecho un trato con los cazadores —replicó—. Pero ninguno de ellos ha sobrevivido lo suficiente como para que tengan una audiencia personal conmigo tal como ustedes la tienen en estos momentos. Así que...

    Allison palideció totalmente al escuchar esas palabras tan cínicas. Era como escuchar a su tía Kate, pero con la voz mil veces más gruesa y varonil.

    Entonces su memoria hizo clic.

    Durante los entrenamientos con su padre, las lecciones teóricas le habían explicado sobre la historia de los cazadores a lo largo del mundo. Ella en ese momento estaba muy interesada de su historia como guardianes de los humanos, y tenía una extraña fijación con Europa del este cuando su padre cambió bruscamente el destino de los estudios hacia los pueblos nativos de América, en donde aún existían manadas de lobos antiquísimas que conservaban las tradiciones paganas que habían sido la razón por la cual los cazadores se habían fundado. Entre esas manadas, su padre le habló que había una en particular que quedaba en uno de los condados del oeste del país que tenía un largo linaje de lobos que se encargaban de perseguir a los humanos como en los tiempos de la edad media.

     En ese momento, Allison se sintió asqueada de escuchar semejante aberración.

     Nunca se imaginó que existiera alguien lo suficientemente enfermo como para perseguir a personas inocentes y causarles una muerte agónica por el puro placer de hacerlo.

      Después llegó Kate con todo su asunto pirómano y comprendió que las personas son malas independientemente de su naturaleza sobrenatural.

     Pero ahora, por fin había caído en cuenta que de todos los lugares a donde pudo haber ido con los chicos a explorar, tenía que haber terminado ahí.

    Era como estar con una Kate 2.0

    Pero ella no iba a permitir que esa tragedia se volviera a repetir.

— Oh... no... no, no... no —Lydia comenzó a murmurar llamando la atención. Jackson, quien estaba a su lado, se separó levemente para mirar a los ojos—. ¡No!

    Casi por instinto, Jackson se llevó las manos a los oídos y se agachó rápidamente unos segundos antes de que Lydia gritara estruendosamente con el grito de la banshee. La manada completa tapó sus oídos siguiendo el ejemplo de Jackson, y agachándose sin pena ni gloria.

    Si la noche parecía un funeral, ahora Lydia había confirmado que muy pronto terminaría convirtiéndose en uno.

    Los lobos transformados gimieron con dolor al escuchar como los gritos de la banshee perforaban sus tímpanos hasta hacerlos explotar. Fue casi un placer culposo ver como caían agonizantes los lobos lado a lado en la tierra mientras chillaban. Los siete lobos devolvieron su transformación hasta terminar como personas y convulsionaron en el suelo hasta que la sangre salió de sus oídos.

    Ninguno de ellos sobrevivió al grito.

— No puede ser —Lydia gimió de dolor al acabar el grito y cayó arrodillada en el suelo mientras dejaba escapar sus lágrimas libremente por su rostro. Jackson se acercó a ella para consolarla—. Stiles...

— ¿Qué pasa con Stiles? — Jackson le preguntó sin ningún tipo de doble intención. Estaba genuinamente preocupado por Lydia. Y más cuando había mencionado el nombre de uno de los suyos.

— Algo malo va a pasarle... ¡No debimos venir hasta aquí!

    Lydia sollozó mientras se abrazaba a Jackson.

— ¡Que impresionante! —el alfa le habló a Derek totalmente extasiado—. Tienes una mezcla increíble en tu repertorio de especies. Una banshee, una cazadora, un lobo con habilidades reptiles, tres betas leales, un alfa y dos humanos... perdón, dos antiguos humanos. ¡Estoy impresionado!

    Derek estaba tan bombardeado de información que no sabía responder.

    Y para hacer remate de un mal chiste, un par de aullidos se escuchó a la distancia.

— ¿Escuchan eso? —El alfa atrajo la atención de todos—. Parecen que ya encontraron a los dos humanos perdidos...

    Y con una sonrisa totalmente estremecedora, Derek sintió que el mundo se le iba al suelo.

*

    Stiles vio oscuridad por tanto tiempo que no sabía en que plano estaba.

    Al no ser una persona creyente, realmente dudaba morir y terminar en un buen lugar en el más allá —si es que lo había—; por lo que llegó a creer que realmente había muerto al no sentir nada. Lo cual era un poco confuso si se ponía en contexto. ¿Cómo sabía él que no sentía nada si no tenía consciencia para sentir?

    Pero antes de responderse, su conciencia regreso lentamente y la escuchó.

— ¡Stiles! ¡Dios bendito, estás bien! —la voz temblorosa de Audrey le apretujó el corazón en un sentido triste, y le hizo abrir los ojos—. ¿Cómo sobreviviste a una mordida...? No importa, realmente no importa. ¡Estás vivo!

— ... —Stiles trató de hablar, pero sintió mucho dolor al hacerlo.

— No hables, te va a doler mucho más...

    Stiles asintió.

    Lo que pudo pensar momentáneamente es que lo habían mordido muy cerca de sus cuerdas vocales son la suficiente fuerza como para inutilizarlas, pero no como para matarlo. Eso era jodido. No quería tener que usar el lenguaje de señas el resto de su vida para comunicarse. Pero que carajos, estaba vivo, lo cual era mucho teniendo en cuenta que pudo haber perecido bajo las mandíbulas feroces de un maldito lobo pestilente con la chica de sus sueños de testigo.

    Eso era muestra de que Dios no podía castigar dos veces.

— No quiero alterarte, pero esos lobos se transformaron en personas. Y mientras estabas inconsciente, nos trajeron a... donde sea que estemos —Audrey estaba aterrada, pero por como el percibía la situación, ella trataba de hacer todo lo posible para quitarle tensión al momento—. Creo que nos quieren comer.

— ... —Stiles quería decirle muchas cosas, comenzando con pedirle perdón por haber puesto su vida en peligro, pero sus palabras sabían a sangre.

— Entiendo... creo. En realidad, no sé, que quieres decirme, pero no tengo miedo. Y estoy feliz de saber que al menos estamos juntos ante cualquier cosa que nos suceda.

    Stiles sabía que esa era la peor parte.

    Había arrastrado a una chica inocente hacia su muerte, y encima ella estaba feliz por saber que al menos moriría con él.

    Sintió deseos egoístas al pensar en que morir no hubiera sido tan malo, pero pronto comprendió que tenía que dejar de tentar al destino.

— Ahora, tienen dos opciones —Stiles escuchó una voz impotente a lo lejos—. Puedes cazarlos tú como líder de tu manada y hacer justicia por tu honor... o puedes cederme a este par de humanos como ofrenda y entablar así una alianza duradera entre manadas...

    Y ahí fue que Stiles se dio cuenta que Dios si castigaba dos veces.

*

*

    Después de unos minutos de haber escuchados los aullidos a lo lejos, tal vez quince o treinta minutos, el alfa se abrió paso entre los cadáveres de sus betas como si no significaran nada y recibió a dos hombres que también vestían prendas de cuero de la cintura para abajo. Eran un poco más bajos que el alfa, igual de robustos y con la expresión de alguien a los que no le importa estar bajo el mando de un genocida.

    Aunque ellos no podrían ser mucho mejor que el gran alfa.

    A modo de demostración de lo antes dicho, traían entre sus manos a dos adolescentes cubiertos de barro, sangre y olor a terror puro. Uno de ellos estaba inconsciente, y la otra estaba totalmente inmovilizada por lo que parecían ser cuerdas hechas de un material realmente resistente y doloroso.

    Casi obvio decir que Audrey y Stiles estaban en apuros más feos que los que tenía el propio Derek.

— Ahora, tienen dos opciones —Derek miró como el alfa sonreía amigablemente. Parecía más que los estaba invitando a una fiesta que a un asesinato—. Puedes cazarlos tú como líder de tu manada y hacer justicia por tu honor... o puedes cederme a este par de humanos como ofrenda y entablar así una alianza duradera entre manadas...

— ¿Y si me niego a todo?

— Entonces no tendremos ningún tipo de asociación —habló tristemente—. Y yo no dejó salir a nadie que no pueda ser mi socio de mis dominios.

    En pocas palabras... o asesinaban al par de adolescentes, o asesinaban a todo el grupo.

    Derek se seguía odiando cada vez más.

    Pero algo era cierto.

    Alguien moriría esa noche.

———

Notas finales:

 Madre de DIOOOOS. ¡Un mes sin pasarme por acá y dejar el respectivo capítulo!


   Me siento tan irresponsable como los profesores que me dan clases en la universidad, y eso a su vez hace que me sienta asqueada de mi misma (más de lo usual). Realmente me disculpo. No tengo excusa. Solo me distraje un momento y el momento duró un mes. Pero ya tengo este capítulo aquí, y el otro ya lo estoy redactando.


    Además, creo que esta historia es mucho más sombría de lo que creía, por lo que no sé si hacerla una historia corta, o darle más profundidad y desarrollo.


    De cualquier manera, me gusta bastante como va quedando.


    Y por supuesto, nunca está demás aclararlo, la historia no está editada; por lo que es muy común encontrar errores ortográficos (otra cosa que me hace asquearme más de mi misma jiji). Al momento de terminar la historia, me sentaré nuevamente delante de mi laptop y me pondré a corregir capítulo a capítulo para pulirla ♥.


    Pd: ¿Alguno de ustedes sabe inglés de tal forma que tenga confianza de ayudarme a traducir esta historia? :( me encantaría llegarle a más personas en otros idiomas xd.


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