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Road to inverse por shiki1221

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Cap 4: Empatía

Los dedos de Uchiha bailaban en la mesa como si estuviera tocando un tambor. Estaba impacientándose por tanto silencio. Imaginaba que era un asunto delicado o complicado de explicar y por ello tanto silencio. No se necesitaba una inteligencia superior para deducir eso, el rostro de Naruto era muy expresivo. Demasiado para su propio bien, pues la manera en que su expresión reflejaba angustia e incomodidad era toda la prueba que necesitaba. Mentalmente el azabache se preparó para dos posibles escenarios; una mentira para tenerlo tranquilo o una verdad dolorosa. Pese a no ser de esa dimensión, saber de la masacre del clan Uchiha no era algo a lo que podría permanecer indiferente. Era su familia. Sin importar la dimensión seguirían siendo sus padres, tíos, primos y demás. De sólo imaginar que todos aquellos a los que amaba murieran y peor aún, por orden de la aldea a la que servían le hervía la sangre. No obstante, su hermano le había sabido enseñar a mantener la compostura. Era un ninja y como tal no podía perder los papeles sólo por sus sentimientos al respecto.

―Es un poco complicado de explicar ttebayo ―dijo Naruto finalmente en tono de disculpa. No sabía por dónde empezar ni qué tanto debería decirle al respecto―. Kakashi-sensei dijo que lo sucedido con Itachi era una acusación muy seria y debía mantenerse en secreto hasta confirmar o desmentir lo que me dijo el akatsuki enmascarado ―explicó rogando internamente por la resignación del otro a saber la verdad.

―Aun si es un mero rumor dicho por aquel sujeto con más razón debes decirme ―insistió Charasuke de manera firme―. Ese sujeto se llevó a Menma y debo saber todo lo relacionado a él cuanto antes.

El blondo comenzó a sudar frío por aquella mirada del Uchiha. De verse como alguien tonto e infantil pasó a verse frío y serio como el Sasuke que él conocía. Supuso que ese era una especie de patrón en el otro. Al hablar sobre Menma tenía esa expresión de dureza. Hasta podía jurar que quien lo viera así sin conocerlo creería que era alguien igual de amargado y apático como lo era el Uchiha de su dimensión. Definitivamente, Sasuke era Sasuke sin importar donde estuviera. El ex anbu no pasó desapercibido el cambio de actitud ni el comentario del jinchuriki. Desconocía cuál era esa verdad que Uzumaki presumía tener y al oír que era algo de conocimiento de Kakashi, supuso que Sakura también estaba al tanto. Debió ser algo que se supo cuando se reunió el equipo siete en el puente. Se sintió inevitablemente excluido. Para variar, el equipo siete seguían teniendo sus secretos y los compartían entre ellos. Era como una indirecta de que él no era parte de ellos. Sólo era el sustituto.

―“Creo que lo mejor es que te lo diga yo mismo antes de que akatsuki o alguien más peligroso se te acerque” ―citó Sai a las palabras dichas anteriormente por Hatake―. Dile la verdad, nos costaría mucho trabajo lidiar con dos Sasuke intentando destruir Konoha ―aconsejó apoyando una mano en el hombro del rubio instándolo a que hablara para así enterarse también.

―¿Y bien? ―cuestionó Charasuke con sus ojos clavados en el jinchuriki―. Si no me dan información puede que necesite largarme de aquí para encontrar respuestas yo mismo ―soltó jugando una carta un tanto arriesgada, pues podría jugarle en contra y terminar de nuevo en la cárcel.

―¡No! ―negó de inmediato Naruto con un gesto de susto al temer revivir su fracaso en la misión de rescatar a Sasuke cuando tenía doce años―. Te contaré ―se rindió soltando un suspiro mientras agachaba la mirada―. Sólo promete que no intentarás fugarte por lo que te diré ―pidió con una mirada triste.

―Te lo prometo ―afirmó el azabache manteniendo su seriedad mientras apoyaba los codos en la mesa y su propia barbilla en sus manos antes de oírle atentamente―. No intentaré escapar de Konoha por lo que me digas aquí y ahora.

Sai lo miró curioso por aquellas palabras. Algo no le terminaba de inspirar confianza y no sabía identificar bien qué. Tal vez era su parecido al Sasuke que tanto sufrimiento y dolores de cabeza le daba, pero no podía confiarse de ese aunque viniera de otra dimensión. El presentimiento de que pronto los traicionaría era muy latente en su cuerpo. Aun si sus compañeros confiaban en Charasuke, lo tendría bien vigilado. No permitiría una nueva traición a sus compañeros de equipo. No quería volver a verlos devastados como sucedió en su encuentro en la cueva de Orochimaru, sintiéndose impotentes, débiles e inútiles. Todos aquellos esfuerzos que hicieron durante más de dos años siendo reducidos a nada por culpa de Sasuke. Sentía la rabia arder en su interior, pero se mantuvo estoico por el bien de su misión actual. Naruto viéndose superado por la situación decidió hablar.

―Uchiha Itachi lo conocí de niño cuando intentó secuestrarme por órdenes de Akatsuki ―relató Uzumaki seriamente al rememorar cómo dejaban en coma a Sasuke sin que él pudiera hacer nada para evitarlo―. Como te dijo Kakashi-sensei, los Uchiha fueron exterminados por órdenes de los altos mandos y eso es algo que Sasuke no sabía ―explicó haciendo una pausa sin atreverse a mirar al otro.

―¿Y se puede saber por qué mandaron a exterminar a la policía militar siendo los Uchiha los encargados de velar por la paz de Konoha? ―cuestionó el azabache con la palma de su mano golpeando la mesa con fuerza―. Porque imagino que aquí desempeñaban ese rol, ¿o acaso está invertido como akatsuki y eran un grupo de mercenarios?

―No, ellos sí eran nuestra policía militar, pero… ―contestó Uzumaki como si fuera un niño contando una travesura que salió mal. Incluso sentía que en cualquier momento podría ser castigado―. Por el ataque de Kyubi, la aldea culpó a los Uchiha de no usar su sharingan para salvarlos. Los malos tratos y la marginalidad crearon distancia entre la aldea y el clan Uchiha, llevando a éstos últimos a organizar una revuelta contra la aldea. Por eso…

―Los exterminaron por un bien mayor ¿verdad? ―interrogó el portador del sharingan sabiendo más o menos por donde iban las cosas―. Típico de esta aldea podrida: te usan hasta que no les sirves más y luego te desechan ―dijo riendo sarcásticamente.

―¡Oye no te rías! ―ordenó el rubio mientras se paraba de su asiento―. Esto es muy serio, es mi hogar del que te estás burlando.

Entretanto Sai permanecía en silencio analizando lo dicho. Aún tenía en cuenta la posibilidad que lo relatado por su compañero fuera una mentira dicha por el akatsuki para sembrar la duda entre ellos. Podría ser una forma más efectiva de destruir Konoha desde adentro poniendo a Naruto en su contra, así como al parecer sucedió con Sasuke. Siendo ese el caso debía preocuparse por la lealtad de los presentes delante suyo. Cualquiera de ellos tenía un alto porcentaje de posibilidades de titubear y pasarse al bando opuesto. Inspeccionó el rostro de Charasuke buscando rastros de odio contra ellos. Quería creer que lo sucedido en esa dimensión no lo alteraría, puesto que no eran sus familiares propiamente dichos los que habían sido ejecutados. “Incluso para mí fue extraña esa reacción tan calmada al oír que su clan fue exterminado por su hermano. Aunque se haya mostrado sorprendido y confundido. Fue demasiado… calmado. Hasta Naruto-kun reaccionó de manera más violenta hacia Sakura-san sólo por darme la razón”. Pensaba el ex anbu de raíz sin emitir palabra alguna.

―¿Tu hogar? ―preguntó Charasuke deteniendo sus risas unos momentos―. Tu hogar es mi hogar técnicamente y en ambas versiones está podrido ―acusó con una mirada llena de rencor―. Se jactan de la “voluntad de fuego”, suenan bonitas esas palabras. Nos las enseñan desde pequeños para que seamos unidos y leales, pero en la primer complicación se deciden por sacrificar a los suyos ―espetó con desprecio mientras alzaba el mentón con asco.

―Todos en la aldea estamos dispuestos a morir por salvar a nuestros seres queridos y lo hacemos con gusto ―expresó Naruto apretando los dientes con fuerza conteniendo su rabia por esas palabras―. A nadie le gusta la muerte, pero creemos en un bien común.

―Qué hipócrita resultaste ser ―comentó Charasuke con una sonrisa burlona y un tanto despectiva―. Dices creer en esa basura de matar por el bien común, pero te alteraste de manera muy brusca al hablar de matar a Sasuke ―señaló cruzándose de piernas, dejando la derecha apoyada sobre su pierna izquierda mientras se mecía en su silla―. Dime, rubio ¿eres igual a ellos y crees que el sacrificio sólo es válido cuando tú lo consideras así?

―¡Yo no creo en la muerte como solución a los problemas! ―reclamó el blondo perdiendo los estribos por culpa del otro―. Mi maestro Jiraiya, mi padre y hasta Nagato depositaron en mí las esperanzas de crear un mundo nuevo sin recurrir a la violencia. No asesinaré a Sasuke, pero tampoco dejaré que los demás lo maten. Yo tengo una resolución muy…

―Débil ―interrumpió el moreno con una media sonrisa llena de superioridad―. Eres ingenuo, débil y estúpido si crees en la basura que has dicho.

―No sé si existe algo como la paz, pero si la hay yo la perseguiré hasta encontrarla ―prometió tal y como hizo con Nagato cuando hablaron de sus metas―. Esa es mi respuesta.

―Burda e ingenua te repito ―afirmó Uchiha levantándose de la silla―. La paz tiene un precio y es la guerra. La luz no existe sin la oscuridad, no hay día sin noche y no hay paz sin guerra. Es bonito que pienses que puedes conseguir paz sin sacrificios, pero no puedes evitarlo, el equilibrio del mundo mismo se rige por los polos opuestos y sin uno no existe el otro ―explicó antes de retirarse rumbo al cuarto de Naruto para encerrarse, pero antes agregó―. Si no comprendes lo que te digo, seguirás molestando al Sasuke de tu mundo. No puedes salvar a esta aldea podrida y a Sasuke a la vez.

Sai se limitó a fruncir el ceño al notar ese aire a traidor que despedía el otro. Era una amenaza potencial con la semilla del odio sembrada en su alma y sólo faltaba regarla adecuadamente y podría florecer como otro vengador igual al que ya tenían. Maldijo internamente aquel desagradable parecido. Aunque siendo objetivo, entendía su molestia. Su familia fue masacrada, pero buscaron una revuelta contra los altos mandos. Eso era alta traición y se castigaba con la muerte, aunque normalmente requería de un juicio para confirmar la participación de cada quién para determinar la gravedad de sus crímenes. La justicia de la aldea daba la posibilidad de alegar o dar una defensa para salvar sus vidas. Mas, todo aquello parecía haber sido olvidado al expedir la orden contra los Uchiha, dado a que era bien sabido que murieron desde ancianos hasta niños pequeños.

―Sai ―llamó Uzumaki sacándolo de sus pensamientos―. ¿Podrías dejarme solo? Tengo mucho en qué pensar y necesito estar a solas un rato ―explicó decaído mientras apretaba los puños.

―Claro ―asintió el moreno mientras le daba una falsa sonrisa―. Tengo que terminar algunas pinturas ahora que tengo tiempo ―mintió sin tapujos.

Pese a la obviedad, el rubio no le prestó atención a lo que fuera a hacer el otro. Con tal de que lo dejara solo, lo demás lo traía sin cuidado. Las palabras de Charasuke le dolían. A diferencia de Pain, no era un enemigo quien dudaba de sus palabras, sino alguien con el rostro de su amigo. Siempre le había importado la opinión de Sasuke, así que sentir por segunda vez como lo dejaba como un idiota soñador calaba hondo en él. En aquel puente también le dijo algo similar, lo había meditado mucho antes de llegar a la resolución de morir juntos. No obstante, ahora se sentía nuevamente dudoso de su propia convicción. Soltó un suspiro agotado por tantas emociones confusas. Al voltear se dio cuenta que se encontraba solo. El pintor ya se había retirado rumbo a donde se encontraba Kakashi para darle el informe de sus primeras impresiones acerca de aquel Sasuke. Necesitaban encontrar pronto una manera de controlarlo. Tenerlo de su lado podía ser beneficioso por su sharingan, pero en contra sería una desventaja frente al enemigo.

Charasuke se recostó en el suelo de la habitación en un futon. Notó que ese departamento, al igual que el resto de la aldea, seguía reconstruyéndose. Ese cuarto estaba vacío. No tenía nada en el mismo más que aquel futon donde él estaba recostado en esos momentos. Le dio curiosidad saber la razón de que se reconstruyera tan rápido el departamento del jinchuriki. Si esa fuera su aldea seguramente lo hubieran dejado hasta el final. Y eso, teniendo en cuenta de que no inventaran algún delito o excusa para negarse a darle una buena casa para Menma. No se sentía bien consigo mismo por haberle hablado de esa manera al rubio, pero no podía contener su molestia por esa manera de evadir los problemas. No pensaba retractarse de sus palabras. Ni siquiera por las enseñanzas de su hermano. Itachi siempre le repitió que la mejor estrategia era ganarse la confianza del enemigo antes de dar el golpe, mas eso no le callaría las verdades que tenía para decir sobre Konoha. Se levantó para ir al baño. Esperaba que un relajante baño lo desestresara y ayudara a enfriar la cabeza.

―¿Sasuke? ―preguntó Uzumaki entrando a su habitación tras un largo tiempo de no oír de él―. ¿No te escapaste o sí? ―interrogó con voz más molesta al imaginarlo huyendo por alguna ventana.

―Sólo me estaba bañando ―respondió el moreno saliendo del baño cubierto apenas por una toalla en su parte baja y una alrededor del cuello secándose el cabello―. ¿Tienes algún trauma con el abandono o algo así? ―preguntó curioso mientras caminaba hacia el armario para revisar con que vestirse.

―¡¿Y tú le tienes alergia a la ropa o algo así para andar paseándote desnudo por mi casa?! ―exclamó señalándolo con el dedo.

El azabache simplemente lo miró con indiferencia y siguió buscando algo de su talla. El armario del jinchuriki poseía poca ropa y no parecían ser de su talla. Sólo por probar se puso una chaqueta naranja y le llegaba hasta debajo de la cintura. Se sorprendió un poco de descubrir que ese rubio era más alto que él. Siguió buscando en cajones y en cualquier sitio donde pudiera haber ropa guardada sin mirar al otro. Naruto no era bueno soportando el silencio. Y menos sin saber cuáles eran los pensamientos del Uchiha. Temía haberle dado una impresión errónea. Las cosas eran muy complicadas para explicar y resolver. Habían asuntos internacionales en juego gracias al ataque de Sasuke a los Kages y en la aldea, sus amigos y compañeros decían que lo mejor era asesinarlo por el bien común. Agachó un poco la mirada antes volver a subirla para retomar el tema.

―Sabes… sobre lo de antes… ―dijo de manera entrecortada buscando las palabras adecuadas para no pelear.

―¿Estás seguro de querer volver a hablar de ese tema conmigo? ―interrogó Charasuke dándose la vuelta para verle con seriedad.

―Lo estoy, no quiero que creas que yo no valoro a Sasuke ―expresó con sus ojos azules viéndolo fijamente intentando transmitir lo que sentía―. Él es mi primer lazo, la persona más importante en mi vida.

―Y aun diciendo eso defiendes a la aldea que tanto lo lastimó ―señaló cruzado de brazos.

―No lo hago ―negó moviendo su cabeza de un lado hacia el otro―. Yo no puedo vivir como un héroe teniendo las manos manchadas de sangre. No puedo ser Hokage si no puedo siquiera salvar a mi mejor amigo, pero tampoco puedo dejarlo herir a otros ―explicó con firmeza―. Por eso llegué a la conclusión de que si no puedo salvarlo, moriré a su lado ―declaró con la cabeza en alto.

Eso último consiguió que Uchiha alzara una ceja sorprendido por sus palabras. Una tenue, pero sincera, sonrisa se dibujó en los labios de Charasuke. Al parecer no era tan tonto como creyó en un primer momento. Lo que le molestaba era esa lealtad ciega de los habitantes de la aldea al punto de sacrificar a sus más cercanos por contentar a otros. ¿Cómo podía sentir empatía u orgullo por una aldea capaz de hacer que un padre sacrifique a su propio hijo sólo por seguir órdenes? Negar el dolor y justificar esos sacrificios invisibles con un simple “somos ninjas, herramientas al servicio de los poderosos, cuyos sentimientos son sólo un estorbo para el cumplimiento de nuestro deber”. Estaba entre los preceptos ninjas todo acerca de las reglas para ser un buen shinobi. De niño las aprendió de memoria para los exámenes gracias a su sharingan ni siquiera necesitó esforzarse en entender su contenido. Mas, con la experiencia vino la comprensión y el cuestionamiento de las reglas del mundo ninja.

―Si sigues con esa ideología de obviar los errores de la aldea por el bien común JAMÁS te entenderás con tu propio Sasuke ―comentó el joven de ojos negros mientras bajaba un poco la cabeza mostrándose sereno―. ¿Por qué? Porque, ¿dónde queda su dolor? Él también fue víctima de ellos por quitarle a su familia ―habló de manera más conciliadora. Sin rastros de aquella furia y desprecio contenidas en sus frases anteriores―. Si omites esa parte no eres mejor que los que mandaron a masacrar a los Uchiha ―señaló como una observación sobre la actitud que estaba tomando ese rubio.

―¿Y qué pretendes que haga? ¿Qué deje a Sasuke destruir la aldea para que paguen por su dolor? ―preguntó enojado e indignado de que quisiera apoyar el genocidio―. Hay gente inocente en la aldea que no es culpable de los pecados de los altos mandos, por eso no puedo permitir...

―Sasuke también lo era ―interrumpió con gesto estoico―. Esa masacre fue cuando él era niño ¿cierto?

―¿Cómo sabes eso si tú…? ―intentó preguntar, pero no lo consiguió, ya que pronto siguió hablando.

―Él era inocente, un niño pequeño que no entendía de los problemas de la aldea y su clan ―recitó cómo si estuviera leyéndolo de algún sitio, causando impresión y un poco de miedo en el blondo―. Además de esos niños y bebés Uchiha que Itachi tuvo que matar en sus cunas. Qué no se te olvide eso, Naruto ―aconsejó antes de cerrar los ojos unos largos momentos―. En lugar de pretender que con un discurso bonito todo se perdonará, busca soluciones reales, no pactos suicidas. Si ustedes mueren, ¿qué se solucionará? Sólo estarán escapando de los problemas mientras las personas que los quieren cargan con el daño y la culpa de no salvarlos.

―Pero mientras vivamos el problema también lo hará ―contradijo Naruto mostrándose afligido―. Si nosotros nos sacrificamos, tal vez…

―Ayer fueron los Uchiha mañana ¿quiénes serán? ¿Los Hyuga? ¿Los Nara? ―interrogó con dureza―. Si ustedes mueren, la esperanza de mejorar las cosas lo hará con ustedes ―dijo alzando su dedo índice para señalar al jinchuriki―. Morir es el camino de los débiles, es un descanso, no una solución ni un castigo. Vivir duele, no será lindo, ni fácil, pero mientras estemos vivos creo que debemos hacer todo lo que podamos para así morir sin arrepentimientos.

Uzumaki asintió ante esas palabras. No quería abandonar a sus amigos y sus sueños, había trabajado toda su vida para construir lazos y obtener el reconocimiento de todos. Perder todo eso era simplemente… frustrante. Sin embargo, cuando pensaba en Sasuke, el sacrificio le parecía poco comparado a perderlo a él. No le temía a la muerte, pero como decía el moreno delante suyo, ¿perderlo todo en vez de disfrutarlo? ¿Para qué hizo tantos sacrificios si al final no podría cosechar lo sembrado? Teniendo en cuenta eso no pudo evitar bajar la mirada con tristeza. Había vuelto al mismo problema que creyó resuelto con su pacto suicida. ¿Cómo salvar a su amigo y proteger su aldea? Uchiha al verlo tan sumido en sus pensamientos sintió que se había pasado de rudo con sus palabras, así que se acercó y sin ningún pudor, ―pese a su ausencia de ropa―, lo abrazó para darle apoyo. A diferencia del resto de su clan, él sí era alguien muy expresivo.

―¿Q-qué estás haciendo? ―preguntó Naruto entre tartamudeos nerviosos por el repentino acercamiento.

―Oye, sé que es difícil, pero no puedes bajar la cabeza ―habló Charasuke con tranquilidad―. Yo estoy en una situación parecida con Menma, así que entiendo por lo que estás pasando ―le recordó con su cabeza apoyada en el hombro del de ojos azules―. En mi dimensión, mi padre es jefe de la policía militar, mi hermano pertenece a una importante organización, mi clan es reconocido como uno de los más fuertes, todos tienen expectativas altas de mí. Vengo de una familia de prestigio. Imagina cómo se tomarían si supieran que yo sigo siendo amigo de un criminal y traidor como Menma.

―¿Ellos no saben de eso? ―interrogó Uzumaki olvidándose de la cercanía del otro.

―No, no lo saben ―confesó Charasuke mientras miraba hacia el suelo―. Yo sigo haciendo mis actividades y deberes como de costumbre, pero en secreto seguimos manteniendo nuestra relación. Por eso sé que es difícil tener a todos los que te importan en tu contra. Oír constantemente como la persona más preciada para ti es objeto de deseos de muerte cada instante ―relató desde su propia experiencia sin estar seguro de si aquello también aplicaba para el otro.

―Todos me aclaman como un héroe de la aldea y dicen que merezco ser Hokage ―explicó Naruto sintiéndose cómodo de tener quién entendiera cómo se sentía―. Pero cumplir mi sueño y no una promesa que me hice a mí mismo, se siente igual que una traición ―confesó aferrándose al otro.

―Por eso debes vivir para cumplir ambos, kitsune-chan ―alentó el azabache sonriendo mientras le guiñaba un ojo.

―Qué curioso que cuando yo te abracé me empujaste y con él te ves muy cómodo tocándolo, pese a estar semi desnudo ―comentó Sai apareciendo detrás de ellos.

Charasuke de inmediato se aferró con fuerza al blondo como si fuera un gato asustado. No le gustaba que lo sorprendieran de esa manera. Odiaba esa manía de los anbu de acercarse sigilosamente desde que Itachi usaba eso para fastidiarlo. “Malditos traumas de la niñez”. Pensó al recordar todas las veces que ese maldito se hizo pasar por un fantasma u enemigo, todo para hacerlo gritar. Golpearía a ese estúpido pintor en cuanto le dieran oportunidad, lo juraba. Por otro lado, Uzumaki cayó en cuenta de las palabras de Sai. Es cierto que el azabache estaba desnudo, si no contaba con esa toalla cubriendo lo esencial, pero no tenía porque mencionarlo. Es más, no tenía ni siquiera que estar en su casa si hace bastante se había ido.

―¡¿Qué haces aquí?! ―gritó Uzumaki enrojecido―. Pensé que tenías cosas que pintar.

―Y eso hago ―respondió mostrándole su cuaderno donde tenía dibujados a Charasuke y Naruto cuando se abrazaron―. ¿Cómo debería llamarlo? ¿Amor prohibido? ¿El sustituto? ¿Reemplazo? ―preguntó con su falsa sonrisa.

―Ni que fuera como tú para ser sustituto o reemplazo ―respondió Uchiha cruzándose de brazos volteando su rostro ofendido mientras mantenía los ojos cerrados. Mas, abrió uno para espiar el dibujo―. Me veo increíblemente sexy ―halagó al ver el contorno de su propio cuerpo―. Sí que tienes talento para esto.

―Gracias ―dijo Sai al ver lo emocionado que estaba el moreno haciendo apreciación de su propia imagen―. Para ser un Uchiha, no estás tan ciego.

―Oh cómo me gustaría que dibujaras a Menma para mí ―dijo Charasuke mordiéndose los labios―. Él se vería tan genial, con esa mirada fría y ese gesto de chico malo ―exclamó con más emoción de la normal.

Naruto miró al moreno con los ojos bien abiertos por aquellas palabras y más por esas expresiones. Hacía rato que venía dándole vueltas al asunto. Él tenía varios amigos hombres y ninguno hacía ese tipo de bromas tan… cariñosas a sus demás amigos. Era más común mofarse de los defectos del otro, fastidiarlo con que si estaban enamorados y básicamente hacer el tonto. Por el contrario, Charasuke se le insinuaba como si tratara de seducirlo. Y ni siquiera alguien tan distraído como él podía pasar por alto que esas bromas no las dirigía a Sai. Aunque a Kakashi lo acusó de tocar menores de edad y ser medio raro, lo hizo con molestia y no con esa coquetería que usaba con él. Tomó aire para soltar una pregunta que estaba rondándole en la cabeza.

―A ti de casualidad… ―preguntó Uzumaki pausadamente―. ¿Te gustan los hombres?

―Ja, ja, ja ―rio Uchiha por lo alto sujetándose el vientre con fuerza―. ¿Tú crees que soy gay? ―preguntó tapándose la cara con una de sus manos―. No, idiota. A mí me gustan las mujeres ―declaró con sinceridad―. Me gustan tanto que coleccionó varias en un séquito de konekos que me adoran y gritan “Chara-sama” ―explicó mientras jugaba con una rosa en sus manos.

―Estando desnudo tienes una rosa en la mano ―observó el pintor mientras anotaba en su cuaderno―. Intrigante ―susurró mirando con curiosidad si no existía la posibilidad de que las tuviera ocultas bajo su toalla.

―Pero si te la pasas seduciéndome y hablando de Menma en ese tono de… de… ―se trabó Naruto en su alegato contra Charasuke.

―¿Te estoy seduciendo? ―cuestionó el moreno caminando hacia él mientras se contoneaba como un gato antes de acercar su rostro al contrario―. ¿Acaso está funcionando o es porque tienes sentimientos por Sasuke? ―interrogó haciéndolo enrojecer enseguida.

El ex anbu miraba todo con curiosidad mientras tomaba nota para consultar luego en sus libros. Ahora que lo pensaba ese acercamiento de Charasuke no era tan extraño, era igual a cuando se encontraron a Sasuke en aquel escondite de Orochimaru. Anotó eso como un detalle de interés:

“Sasuke en cualquier dimensión tiene la necesidad de invadir el espacio personal de Naruto para hablar”.

Y el rubio no es como si rechazara que le hablaran al oído. ¿No le molestaba sentir su aliento chocando contra su piel? ¿No le era desagradable el aroma del otro estando tan cerca? Ya podría, aunque sea, mostrar cierto desagrado por tener a morenos exhibicionistas luciendo sus cuerpos bien entrenados tan cerca. Porque no iba a olvidar que el Sasuke de su mundo andaba con ese haori mostrando el pecho, aunque parecía haber decidido cambiar esa ropa. ¿Sería algún tipo de táctica de intimidación apoyarse en Naruto para que sienta su duro cuerpo? Necesitaba más información al respecto, pero antes de que pasara algo más debía poner un alto.

―Descuida, Naruto-kun yo protegeré tu virginidad ―prometió Sai haciendo enrojecer al aludido mientras el portador del sharingan volvía a reír con fuerza.

―¡Sai! ―gritó el rubio en tono de regaño.

―¿Es virgen? ―cuestionó Charasuke entre risas mientras señalaba al blondo―. ¿Y por qué defenderás su ano? ¿Acaso no crees que él pueda usar lo de adelante? ―interrogó sin vergüenza con una sonrisa pícara.

―Es muy pequeño para ser considerado una amenaza ―respondió el pintor con su falsa sonrisa.

―Hijo de… ―intentó insultar Uzumaki mientras su rostro estaba al rojo vivo de tanta sangre acumulada.

―¿En serio? ―preguntó Uchiha ladeando la cabeza―. Con razón es el opuesto de Menma. Él sí tiene un buen tamaño ―aseguró cruzado de brazos mientras asentía con la cabeza.

―¿Seguro que no te gustan los hombres? ―volvió a preguntar Naruto por esas palabras―. Hablas mucho sobre Menma ―señaló intentando hacer que las bromas se redirigieran hacia el otro.

―Tú te la pasas hablando de Sasuke ―le recordó Sai mientras seguía ocupado dibujando―. Pero con el misero tamaño de tu pene seguro queda insatisfecho ―afirmó el pintor con una mano en su mentón mientras meditaba―. Mira a este Sasuke ―dijo señalado a Charasuke con su dedo índice―. Su Menma tiene un buen tamaño y tenemos un Sasuke feliz. Aquí tienes un pene pequeño y tenemos un vengador. Todo se conecta ―dijo como si hubiera llegado a una importante conclusión.

―¡No tiene nada que ver una cosa con la otra! ―gritó el rubio mientras se daba la vuelta con molestia listo para huir de allí―. ¡Iré a preparar la cena! ―avisó saliendo por la puerta.

Charasuke simplemente se encogió de hombros. Le era divertido fastidiar a los demás y ese rubio perdía los estribos mucho más rápido de lo que jamás lo haría Menma. Comenzó a rebuscar nuevamente ropa, pero al no tener nada de su talla le pidió ayuda al anbu. Con esas habilidades para meterse donde no lo llamaban y sin que nadie lo note, nada le costaría conseguirle algo de ropa de su estilo. Se negaba a usar esas cosas naranjas tan feas. Esa ropa no acentuaba nada su figura y no lo favorecía para lucirse con las chicas. No le extrañaba que el jinchuriki perdiera puntos de atractivo visual con semejante mal gusto. Menma al menos lo compensaba con su personalidad de chico serio y frío. Esa actitud genial captaba la atención de muchas, ya que lo relacionaban a algo “misterioso”. Sai encontró razonable su pedido, pues sólo quería ropa para cubrirse, así que se retiró a cumplirlo.

Cuando Charasuke se quedó solo en la habitación se acercó a la ventana a mirar el exterior. El cielo oscuro le indicaba la llegada de la noche. Había perdido días recuperándose y otro día más moría sin que él hiciera algún progreso respecto a Menma. Sólo estuvo en la casa de Uzumaki tras hablar con el equipo siete de esa dimensión. No iban a incluirlo en las cuadrigas de búsqueda y con ese “arresto domiciliario” no podría recolectar información o aportar de alguna manera a rescatarlo. ¿Seguiría vivo? Se negaba a pensar que había muerto, pero ¿qué motivo habría para mantenerlo vivo? Se maldijo nuevamente por su propia debilidad. Si tan sólo hubiera podido derrotar al enmascarado cuando lo tuvo en frente. De estar su clan con vida habría tenido ayuda para saber cómo derrotar a ese tipo del sharingan. Incluso si su clan no aprobaba a Menma, estaba seguro que sí ayudarían a evitar que maten a uno de los suyos.

“¿Dónde estás ahora, Menma? ¿Te encuentras bien? Por favor, resiste. Pronto iré por ti”

 

CONTINUARÁ…

 


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