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Road to inverse por shiki1221

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Cap 7: Yoshiwara

Habían volado durante varias horas sobre las aves de tinta. Cuando Sai llegó a su límite aterrizaron en una zona boscosa para ocultarse. Charasuke también estaba bastante cansado por haber estado distorsionando el área alrededor de las aves de tinta mientras viajaban. Quería dejar la menor cantidad de rastros posibles en su camino y las enormes aves de tinta podrían llamar la atención de vigías o algo similar. Al estarse dirigiendo a un sitio desconocido no poseía información del tipo de seguridad a la que se enfrentarían. Era mejor prevenir antes que lamentar. No obstante, mantener una ilusión de espacio durante tanto tiempo lo había dejado con su chakra peligrosamente bajo. Dadas las circunstancias, y pese a todo lo anterior, se forzó otro poco para reunir chakra de la naturaleza y mantenerse despierto. Se negaba a desmayarse en medio de un sitio no explorado. La pelirroja notó el estado del azabache y aunque no era el mismo Sasuke que ella conocía, sentía gran impotencia por su falta de aporte durante el escape. Tras tocar suelo, ella fue la primera en hablar.

―No percibo el chakra de ningún enemigo cerca ―informó acomodándose las gafas con los dedos―. Deberías aprovechar y reponer chakra. No creas que lo hago por ti ni nada, pero me sacaste de la cárcel, así que por esta vez te dejaré morderme ―ofreció con su típica actitud algo arisca mientras se arremangaba la ropa descubriendo su brazo.

Siempre había cuidado de no expresar abiertamente sus sentimientos hacia Sasuke Uchiha delante de nadie. Estando en las guaridas de Orochimaru era poco favorable dejar al descubierto sus debilidades. Aquel sannin solía buscar entre las vulnerabilidades de sus sujetos de interés y explotarlas en su contra. Usaba la desesperación, la ambición o el deseo de dejar todo atrás a su favor. El último había sido su caso. Estaba harta de ser mordida constantemente por cualquier ninja. Sentía miedo de acabar como su madre. Siendo literalmente mordida hasta la muerte. No es que Orochimaru fuese una persona en quien confiar, pero la mantenía con vida para seguir usándola. Además de que le había confiado una de las cárceles. Era mejor ser la que guardia que la prisionera. Por eso mismo, permanecía a su lado. No tenía donde ir y dudaba que con un cuerpo como el suyo llegara lejos antes de ser explotada nuevamente. Vio aquellos ojos negros mirar sus brazos llenos de marcas de mordidas y luego la observó a los ojos en silencio.

―Anda, muerde antes de que cambie de opinión ―insistió mostrando su brazo―. Tengo la habilidad de reponer el chakra de otros o curarlos al morderme.

―Dijiste que no hay enemigos cerca ―dijo Charasuke antes de sujetar su mano con delicadeza apretando sus dedos levemente―. No hay necesidad de que te lastime ―aseguró volviendo a bajar su manga para cubrirla―. Repondré mi chakra con comida y descanso. Todos lo necesitamos ―afirmó sonriendo con tranquilidad.

La pelirroja lo observó con gran sorpresa al sentir su mano tocándola con cuidado. No recordaba un trato similar de nadie que no fuese su madre. El azabache por su lado estaba intrigado por esas cicatrices. Intuía la causa de las mismas, pero no podía asegurar nada. Se debatía si usar o no un pequeño genjutsu para revisar sus memorias. No le resultaría difícil hacerlo, incluso podría mantener en secreto que había entrado a sus recuerdos sin permiso. No obstante, viendo la reacción de la kunoichi se arrepintió enseguida de pensarlo. Se la veía muy ¿emocional? ¿Conmovida? No estaba seguro de cómo describir esa mirada ligeramente vidriosa. Sólo le había dado un trato mínimamente decente y se la veía tan feliz con tan poco. No invadiría su mente sin permiso. Si ella por voluntad propia deseaba contarle el origen de sus marcas con gusto la oiría. Se guardaría sus métodos de recolección de información para otro tipo de situaciones.

El rubio había estado callado. Cosa extraña de su parte, pero no sabía cómo lidiar con Charasuke y menos en esa situación. Salir de la aldea había sido toda una odisea llena de peleas entre ellos. Y no dejaba de observar a Sai sin entenderlo. Él era de los más reacios a aceptar a Sasuke y se la pasaba peleando con Charasuke en todo el tiempo que los vio conviviendo. ¿Qué lo había llevado a traicionar su misión para unírsele en su suicida travesía? Esa y otras muchas preguntas seguían en su cabeza. Sólo no le parecía buen momento para reclamar respuestas. Todos estaban cansados y era urgente reponer energías. Aunque Uzumaki no fuera el más listo de todos imaginaba que alguno de los presentes podría soltar alguna buena opción. Salió de sus pensamientos cuando oyó que le estaban hablando.

―¿Estás de acuerdo, Kitsune-chan? ―preguntó Charasuke viéndolo fijamente.

―¿Si estoy de acuerdo con qué? ―preguntó totalmente confundido. ¿Cuánto tiempo se perdió en sus pensamientos?

―Vamos a buscar un sitio para descansar y luego planearemos qué hacer porque cada quien debe seguir su propio camino ―repitió Uchiha con una media sonrisa divertido de lo confundido que se veía el rubio.

―¡La verdad sí me gustaría hablar seriamente contigo ttebayo! ―exclamó con una emoción confusa. Se le veía serio y algo contrariado―. ¿Iremos juntos al siguiente pueblo o algo así? ―preguntó viendo a Charasuke asentir.

―La verdad yo también quisiera hablar de nuestra situación, Uchiha-kun ―mencionó Sai con su falsa sonrisa de siempre―. Ahora somos criminales buscados y como nadie sabe de Charasuke, nada más verlo creerán que un peligroso criminal clase S está frente a ellos. Eso sin dudas nos hará pasar al libro bingo a Naruto-kun y a mí.

―¡No digas eso de Sasuke! ―reclamó Uzumaki elevando la voz.

―Pero eso éramos el grupo Taka ―intervino Karin alzándose de hombros―. A excepción de Sasuke nosotros éramos un grupo de sádicos, pero luego de la muerte de Itachi se volvió incluso peor que nosotros ―explicó desviando un poco la mirada.

Ella reconocía abiertamente sus actos igual que sus compañeros. Juugo había asesinado a una gran cantidad de personas con y sin intención, con más tendencia a la segunda debido a su falta de control. Suigetsu disfrutaba de cortar personas porque le gustaba “separar cosas”. Y ella había mandado asesinar a varios prisioneros para mantener el control de la cárcel custodiada por ella cuando murió Orochimaru. Cuando se formó Hebi y durante la búsqueda del mayor de los Uchiha, el moreno jamás había asesinado a nadie e incluso les había ordenado no hacerlo ellos. Todos acataron sus órdenes y evitaron terminar con la vida de ninguna persona. Aunque sospechaba que Suigetsu no fue muy fiel a esa orden. Empero, tras renombrar su grupo como “Taka”, aquel límite invisible que hasta ese momento parecía tener, desapareció. Luego quedó aquella persona con un chakra oscuro e increíblemente frío. Alguien cuya humanidad misma parecía perderse en un abismo.

―No creo que se pusiera peor, sólo habrá dejado de controlarse ―expresó Sai con su aplastante franqueza y falta de filtros.

―¡No hables así de él! ―reclamó el jinchuriki con molestia haciendo que su mano formara un puño―. No lo conoces.

―¡Exacto! ―secundó Karin en defensa del vengador―. Antes era una persona cálida y muy amable ―acotó con un leve sonrojo al recordar las veces que la salvó.

―No creo estar tan equivocado, ¿tú qué opinas, Chara-kun? ―preguntó el ex anbu observando al mencionado.

El pálido pintor no había perdido detalle de las expresiones en el rostro del Uchiha. Eran leves cambios, pero perceptibles si se le estudiaba el tiempo suficiente. Había desviado la mirada cuando expresó su opinión acerca de Sasuke y de acuerdo al libro que leyó sobre las expresiones faciales, eso quería decir incomodidad, vergüenza o culpa. No sabía exactamente de cuál se trataba, pero la atención de los protestantes se dirigió hacia el azabache a la espera de su veredicto. Como eran la misma persona en otra dimensión seguramente sabía algo. Uchiha sintió la presión de la pelirroja y el jinchuriki en su persona, se le habían acercado como si lo acecharan cual tiburones y no parecía una opción evadir el asunto. Si por él fuera no respondería nada. Pese a poder mentir, era consciente de que ninguno de ellos tenía relación con el otro y comenzar con mentiras ese viaje, por muy corto que fuera, sería problemático a la larga. La pelirroja y el jinchuriki estaban con sus miradas fijas en el azabache a la espera de su opinión.

―Esta no es mi dimensión ―respondió con sencillez encogiéndose de hombros―. Menma y Naruto no son iguales. Fueron criados de formas completamente opuestas y sus formas de pensar no son las mismas. Con ese ejemplo, ¿no es fácil deducir que yo no puedo leerle la mente al Sasuke de esta dimensión?

―Eso es cierto ―concordó Karin viéndolo de arriba abajo con interés. Repasaba los detalles físicos del Uchiha delante suyo, pero incluso en su manera de vestir era diferente al estilo del Sasuke que ella conocía―. Son físicamente iguales, pero no veo mucho parecido en la actitud o personalidad.

―Yo siento que se parecen ttebayo ―objetó el blondo frunciendo ligeramente el ceño al hacerlo―. Ambos se escaparon a plena noche de la aldea ―mencionó de manera acusadora.

―En serio tienes un trauma severo con el abandono ―comentó Charasuke con aburrimiento―. Bien ―dijo repentinamente mostrando un gesto de desagrado―. No sé cómo son las cosas en esta realidad, pero en mi caso particular, los mataría a todos ustedes, a Konoha, Akatsuki o a quien sea si no recupero a mi Menma ―expresó con seriedad.

No era algo que deseara expresar en voz alta, pero quizás así entendieran el peligro que conllevaba seguir a su lado. No era un secreto para nadie en su clan ni en su aldea lo que significaba el sharingan. Qué no les importara sacrificar la estabilidad mental y emocional de los Uchiha para mejorar el sharingan era una cuestión completamente aparte. Si el poder ocular de los Uchiha se originaba de la misma manera que él conocía, podía comprender perfectamente las motivaciones del enmascarado y de su “yo” de esa dimensión. No existía ninguna garantía de que conseguiría rescatar a Menma, lo más probable era que incluso sólo le restara vengar su muerte. Llegados a ese punto, sería un peligro para todos a su alrededor, incluso los tres ninjas delante suyo.

―Eres todo un psicópata o un mal comediante ―dijo Sai sonriendo falsamente sin entender si eso era una broma.

―No me hace mucha gracia tener que opinar sobre los Uchiha de esta dimensión ―mencionó el azabache rodando los ojos―, pero, ¿no es obvio? Cuando todo lo que amas ha sido destruido todo lo que queda es soledad, tristeza y dolor ―explicó comenzando a caminar hacia un árbol más que nada con la intención de alejarse un poco del grupo―. Cuando se llega a ese punto todo lo que queda es destruir aquello que causa ese dolor ―finalizó mientras subía hasta la copa del árbol y observaba a sus alrededores en busca de posibles enemigos o de algún sitio donde pudieran descansar.

El moreno sabía gracias a la pelirroja que estaban a salvo y dudaba que sus ojos alcanzaran a detectar algo que ella no, pero sentía la necesidad de evitar mirarlos. Lo ponía nervioso ver el rostro de Menma al hablar. Sabía las diferencias, era claro que Naruto no era su mejor amigo, pero el parecido le hacía titubear de sus propias resoluciones. Por eso necesitaba despejarse y la excusa de buscar por los alrededores le venía perfecta.

―¡Sasuke nos tenía a nosotros! ―reclamó el rubio mientras gritaba a los pies del árbol―. El equipo siete siempre ha estado esperando por él, nosotros jamás lo olvidamos y luchamos por recuperarlo. Es más, si no fuera porque nos forzaron a integrar a Sai, el lugar de Sasuke jamás habría sido usurpado ttebayo.

Uzumaki estaba tan enfrascado intentando hacerle entender a Charasuke todo lo que le ofrecían a Sasuke, que no fue capaz de notar la reacción de Sai. Al ex anbu de raíz aquellas palabras no le hubieran interesado en el pasado. Cuando todavía se consideraba así mismo sólo una herramienta al servicio de Danzou, pero desde que se propuso redescubrir sus sentimientos, todo iba a peor; malestar, dolor, incomodidad, celos y tantas sensaciones desagradables se reunían en su interior ante la mención de Sasuke. Era, en pocas palabras, irritante saberse el repuesto de personas que llegó a apreciar. ¿De qué servía aprender a valorar los lazos con sus compañeros si sólo sería lastimado por ellos? La pelirroja notó como el pálido chico apretó los puños con fuerza mientras el jinchuriki miraba hacia donde estaba el moreno y éste seguía concentrado en lo suyo. Cuando se confirmó las palabras de la kunoichi de que no habían ninjas en un radio considerable y visualizó un camino, bajó del árbol delante del blondo.

―Tú lo has dicho, guardaron un lugar para Sasuke cuando se fue ―concordó Uchiha viéndolo seriamente―. ¿Te crees tan especial para que tú y tu equipo usurpen el lugar del clan Uchiha? ―preguntó condescendiente.

Uzumaki se quedó callado mientras buscaba una respuesta lógica. Para su desgracia, era claro que no existía una salida que lo dejara bien parado. Podía decir que sí, que el equipo siete podría llenar el vacío por la familia perdida, pero eso daría pie a ser señalado de hipócrita. ¿Cómo alguien que aseguraba jamás reemplazarían a Sasuke podía tener el ego tan elevado de sentirse digno de usurpar el lugar de su familia? También podía darle la razón. Esta opción nuevamente lo haría quedar como un idiota. Pues aceptar que nunca podría reparar aquel hueco en el corazón de su amigo quería decir que su lucha era inútil. El portador del sharingan entendía a medias ese mundo. Había algunas cosas que sólo por sentido común eran obvias. El desprecio hacia los responsables de la muerte de toda tu familia, por ejemplo. No obstante, había mucho fuera de su alcance y no quería relacionarse demasiado por temor a empeorarlo todo. Después de todo, en cuanto recuperara a Menma volvería a su dimensión y todo el asunto quedaría en el olvido.

―Yo… ―habló el rubio siendo sincero al mirar al suelo sintiéndose derrotado―. No tengo una respuesta para eso ―admitió con dificultad.

―Tranquilo ―consoló Charasuke mientras apoyaba su mano en el hombro del jinchuriki―. Sólo debes tener claro que todos los lazos son importantes y que cada uno es tan diferente como las personas mismas. Si aprecias a Sasuke está bien, sólo no intentes reemplazar a alguien en su vida. Así como no te gustó que Sai ocupara el lugar de Sasuke en el equipo siete, no creo que a él le gustara que te adjudicaras ser su hermano teniendo uno propio.

―¡Momento! ¿Tú cómo sabes eso? ―preguntó a gritos al darse cuenta de que no había entrado en tantos detalles.

Charasuke sólo sonrió. Si algo había aprendido de su primo Shisui y su hermano Itachi, era que no se necesitaba forzar la mente de alguien para obtener información. Dado que los genjutsus se trataban de introducir chakra en el cuerpo de la víctima u oponente no requería ni siquiera su sharingan si podía contar con la persuasión. Podía indagar la mente de otros mientras los distraía con una charla amena y ni lo notarían. Ese método era utilizado incluso para los interrogatorios. No por nada siempre había un “policía bueno” alguien que relajara a la víctima y le hiciera bajar su guardia de manera involuntaria. Durante su estancia en prisión no notó la utilización de ese método. Existía la posibilidad de que no la conocieran. Si todo lo que sabían estos ninjas era forzar a otros por información, no le sería ningún problema indagar en sus mentes sin ser detectado. Después de todo sólo necesitaba tocarlos de manera disimulada para hacer llegar su chakra al cuerpo ajeno. Si requería hacerlo sin contacto físico sí necesitaba de su sharingan. El problema eran los Hyuga por ser capaces de percibir la redes de chakra. Aunque seguían siendo mucho menos peligrosos que los Uchiha. Aunque le supiera mal, era conveniente que no tuvieran a alguno para hacerle frente.

―No hay ningún enemigo cerca que yo pudiera percibir ―mencionó el moreno fijando sus oscuros ojos en la chica de lentes―. Tú eres una ninja sensorial, ¿no? ¿Cuánta distancia hay hasta las personas más cercanas? ―interrogó gentilmente.

―Déjame checar ―pidió cerrando los ojos para concentrarse mejor. Tomó aire e inspeccionó hasta el límite que poseían sus sentidos―. Al parecer tenemos como tres kilómetros despejados.

―¡Yoshh! ―exclamó el rubio alzando el brazo en el aire sabiendo que habían perdido por completo a sus perseguidores―. Eso significa que podremos acampar aquí.

―¿Al aire libre? ―preguntó Karin con una mano en la cadera―. ¿Por qué mejor no nos pones un cartel que diga “mátennos”?

―Deberíamos mejor buscar una posada para reabastecernos de alimentos y provisiones ―intervino Sai.

―Oh claro y qué nos entreguen más rápido a la aldea de la Hoja ―confrontó la pelirroja viéndolo con el ceño fruncido―. Si pretendes traicionarnos al menos deberías ser menos obvio.

―Oye, al menos él está intentando ofrecer una solución ―defendió el blondo al pintor―. Tú sólo te la pasas quejándote y negando todas las ideas, pero no aportas ninguna ttebayo ―reclamó enojado con la kunoichi.

―Prefiero pensar en algo inteligente en vez de estar soltando ideas tontas sin sentido como ustedes. Yo sí pienso antes de hablar ―argumentó acomodándose los lentes con la punta de sus dedos.

Los tres implicados se enfrascaron en una discusión cada vez más acalorada por decidir dónde descansar. Estaban hambrientos, agotados y sin ningún rumbo fijo. El saber que habían ninjas de Konoha tras su pista y que por la reciente declaración de guerra todos los países estaban alerta, los estresaba. Nadie se arriesgaría a darle asilo a forasteros como ellos y menos aún si reconocían los rostros de Naruto el héroe de Konoha y Uchiha Sasuke el criminal clase S. Podrían usar un jutsu de transformación, pero era riesgoso. Un golpe podría desaparecer el jutsu en cuestión de segundos o los ninjas sensoriales como Karin podrían detectar la ilusión. También estaba el problema del cansancio. Mantener una transformación durante mucho tiempo se llevaría parte de su chakra y concentración. Al no saber cuándo podría ser su siguiente combate, necesitaban reservar todo; desde la comida hasta el chakra. Uchiha no intervino por estar metido en sus pensamientos buscando una solución.

―¿Qué es este lugar, Sensei? ―preguntó un pequeño Charasuke de doce años.

―Es el lugar donde todo sucede ―respondió el mayor sonriendo tétricamente.

―¿Qué cosas suceden? ―interrogó confundido por la respuesta.

―Pronto lo aprenderás en carne propia mi pequeño ―siseó relamiéndose los labios.

El azabache bufó por ese recuerdo. Odiaba desde lo más profundo de su ser a esa serpiente, pero debía reconocer que le enseñó tácticas que nadie más usaría. Eran tiempos desesperados y requería medidas desesperadas. “Todo esto valdrá la pena cuando recupere a Menma”. Pensó determinado. Tomó aire antes de dirigirse a sus compañeros de viaje que no dejaban de luchar entre ellos llegando a lo físico.

―Ya sé dónde iremos ―habló finalmente llamando la atención de los demás―, pero deben seguirme en silencio y no hablar o hacer nada que yo no autorice ―ordenó comenzando a caminar.

Quería darse prisa por varios motivos; terminar cuanto antes con el martirio, descansar y seguir su camino hacia su mejor amigo. Si lo seguían bien y si no, bueno que busquen donde ir o qué hacer. No era su problema. Es más, Sai y Naruto deberían regresar a Konoha, pero por alguna razón lo estaban siguiendo junto a la pelirroja. En cuanto tuviera un sitio donde descansar, se aseguraría de convencerlos de irse cada uno por su lado. Les ayudaría a planear una buena manera de cubrir su escapada con él y minimizar su participación para que no hubieran cargos en su contra. Si de algo servía ser hijo del jefe de la policía militar era saber los procedimientos de la aldea. Sin los Uchiha en Konoha, seguramente sus métodos estaban reducidos considerablemente. Trabajaría con eso en cuanto les hiciera ver lo estúpido y suicida que era ir contra Akatsuki y Konoha. Si habría un Kamikaze, ese sería él y nadie más.

El trío de ninjas acató la orden sin rechistar. Siendo alguien tan expresivo era obvio ver la molestia y el fastidio en Charasuke y no dejaba de ser igual de espeluznante que el del Sasuke conocido por ellos. Estaban acostumbrados a verlo sonriendo actuando como un idiota, por eso esa faceta llena de seriedad los tomó desprevenidos. Obedecieron y pese a las largas horas caminando a través del bosque, ―y posteriormente por un camino en medio de un espacio abierto―, no dijeron nada. A su alrededor podían ver el verde pasto y algunos sembradíos con un camino de tierra en el medio. Pocas personas transitaban por allí y en su mayoría eran campesinos transportando lo cosechado en sus carretas. Se toparon nuevamente con una arbolada extensa encubriendo un camino aparentemente secreto. Antes de llegar al final del mismo, Charasuke los detuvo con un gesto en la mano y señaló hacia delante. A pocos metros de donde se terminaba el camino “oculto” por la flora del lugar se encontraba una enorme puerta roja con letras en dorado indicando la entrada. Siendo la misma custodiada por un hombre algo canoso y con ropa muy común entre los campesinos de clase baja.

―¿En dónde estamos exactamente? ―preguntó Sai en un susurro.

―Oh no ―exclamó Naruto cuando vio algunos carteles algo familiares―. No me digas que nos trajiste al Yoshiwara ―se lamentó sintiendo ganas de llorar por volver a semejante sitio.

Durante sus viajes con Jiraiya había tenido múltiples experiencias desagradables en esos condenados sitios. Con aquella patética excusa de la “investigación” para sus novelas lo llevaba a cuanto barrio rojo encontrara. Y a veces no sabía si era peor eso o aquella maña de espiar en baños públicos a las jovencitas. Siendo objetivos al menos en el barrio rojo ser un ojo alegre estaba permitido siempre y cuando se pagara por los servicios. La parte negativa se la llevaba su pobre rana monedero, la cual era constantemente saqueada por el sannin para irse de juerga. Mientras lo dejaba en la habitación del hotel, el sannin de los sapos iba a gastarse todo el dinero que tenían, ―muy frecuentemente el suyo―, en alcohol y mujeres. Vio al Uchiha detenerse a una distancia prudencial de la entrada a ese pecaminoso sitio. Desde donde estaban aun no eran visibles por el encargado de la puerta.

―Debemos ir allí ―mencionó el azabache con un gesto poco entusiasta―. Los Yoshiwara son sitios sin ley, nadie llamaría a las autoridades, siendo que en esos lugares hay todo tipo de personas; yakuzas, ronnins, ladrones, asesinos.

―Tiene razón ―secundó Sai recordando su instrucción como anbu―. En estos sitios no hay ninguna jurisdicción y se rigen por la ley del más fuerte. Incluso muchos nobles corruptos usan estos sitios para sus reuniones clandestinas.

―Incluso Orochimaru frecuentaba estos sitios ―comentó la pelirroja―. Así obtenía dinero rápidamente. Le encargaban asesinatos o le compraban partes de cuerpos o venenos. Puedo asegurar que aquí no se nos hallara rápidamente.

―Aún es muy pronto como para que Konoha haya enviado alertas u órdenes de captura para nosotros cuatro. Si tenemos algo de suerte quizás no nos reconozcan ―suspiró Charasuke con intranquilidad.

Era cierto que los rostros de ellos eran conocidos, pero no sabía con cuanta precisión. Uzumaki tenía confianza en que todo iría bien. Anteriormente un sujeto moreno y de cabellera rojiza con cero compatibilidad con su persona se hizo pasar por él en un país completamente alejado de Konoha y le creyeron. Tal vez las personas se guiaban por los rumores y no tuvieran del todo claro su apariencia. A menos de que Konoha haya puesto su rostro en el libro bingo como sucedió con Sasuke. En el caso de éste último tenían una fotografía de cuando era gennin. Aun se les podía engañar. Aun si sus rostros eran conocidos, seguramente no lo serían con precisión y podrían mentir diciendo que eran simplemente parecidos. Con esa lógica, el rubio pensó en proponer ir a una posada, pero lo descartó pronto por el rugir de su propio estómago. Tenía demasiado cansancio y hambre como para volver a caminar durante horas en busca de otro sitio.

―En ese caso vayamos, pero antes debemos buscar con qué cubrirnos y ustedes deben dejar sus bandanas de Konoha o seremos muy obvios ―señaló Karin viéndolos de manera inquisidora―. Puedo ir a conseguir algunas capas o algo por el estilo para todos nosotros. Cuando estaba en Hebi lo hice.

―Entonces encárgate de eso por favor ―pidió Uchiha sonriéndole con amabilidad―. De todos nosotros, el zorrito es el más fácil de reconocer, tendremos que hacer algo con eso.

―Creo que yo puedo encargarme ―dijo Sai sacando su pincel y tinta.

―Bien, yo regreso enseguida ―anunció la pelirroja antes de regresarse por donde vinieron.

Se alejó corriendo sabiendo que no muy lejos de donde estaban ellos había campesinos y vendedores. Buscaría alguna carreta y les robaría capas o algo de tela con la cual improvisar unas capuchas. Lo importante era cubrir lo más posible sus rostros. Entretanto, el grupo de jóvenes se decidía como pintar el rostro de Naruto. El ex anbu no tenía idea de cual estilo de “maquillaje” usar. Él sólo hacía figuras de bestias para luchar o dibujos por diversión, pero ahora debía hacer algo para cubrirle el rostro y que no se viera sospechoso. Aunque cualquiera que se acercara a un Yoshiwara por propio pie, era sospechoso. Pensando en ello, estuvo dándole vueltas al asunto de Konoha. ¿Habrían enviado a cazadores anbu tras ellos? De ser así, ¿cuánto tiempo tenían antes de que dieran con sus posiciones? Cubrieron de forma efectiva su rastro, pero a la vez temía las capacidades de los ninjas rastreadores. Si los atrapaban. ¿Qué les diría? Había traicionado a Kakashi, Sakura e incluso a Naruto. Todos los que significaban algo en su vida y los cambió por un tipo que conocía desde hacía unos días. Lo observó de reojo preguntándose si no le habría hecho algún genjutsu para que colaborara con él.

―¿Por qué lo disfrazaste de mapache? ―preguntó inocentemente Charasuke sacándolo de sus pensamientos.

―¡¿En qué?! ―exclamó Uzumaki tocándose el rostro a falta de espejo―. ¿Qué demonios le hiciste a mi cara, Sai? ―preguntó con molestia viéndolo con el ceño fruncido.

―Espera, espera ―pidió Uchiha riéndose divertido mientras sujetaba algunas bayas de un arbusto cercano. Al aplastarlas sus dedos quedaron manchados de rojo por aquel líquido que no tardó en manchar al rubio―. Listo, ¿a qué quedó mejor? ―preguntó al pintor.

El rostro del jinchuriki era difícil de describir. Esa extraña combinación de tinta negra y pulpa rojiza quedaba extraña. Era como si se hubiera estrellado el rostro en donde no debía. Sin aguantarlo más, ambos azabaches comenzaron a reírse por la cara del afectado. Éste por su lado, pese a no poder verse su propio rostro sabía que ese par estaba jugando con su cara. Y lo confirmó con la llegada de Karin, quien nada más verlo comenzó a reírse. Ella no había tardado mucho en sustraer unas capas que llevaban en las carretas unos vendedores, ―o eso supuso que eran dado el contenido del transporte―, para regresar donde sus compañeros. Y nada más llegar se topó con un rostro que parecía imitar esas máscaras ceremoniales de tengus. Si el blondo tuviese una nariz más larga sería un retrato vivo.

―¡Se suponía que no me viera sospechoso! ―reclamó entre gruñidos señalándolos con el dedo―. Par de bastardos ―refunfuñó cruzándose de brazos.

―Bueno, bueno dejemos de jugar ―pidió Charasuke alzando las manos en señal de rendición―. Veo que conseguiste las capas ―mencionó viendo a la kunoichi.

―Sugiero que pasemos como prostitutos ―mencionó Sai alzando su dedo índice―. No tenemos nada de dinero y si fingimos que venimos en busca de trabajo o como mercancía no levantaremos tantas sospechas como lo haríamos siendo “ninjas” ―explicó viendo al grupo―. Aunque sólo tú pareces prostituto ―dijo viendo a Charasuke―. Ustedes dos están muy feos para el trabajo, pero Karin puede justificarse con el uso.

―¡¿Me dijiste “gastada”?! ―gruñó furiosa golpeándolo en la cabeza.

―¡Yo también sería buen prostituto ttebayo! ―reclamó el blondo jalando el brazo de Sai dispuesto a golpearlo.

―Ya dejen de pelear ―ordenó el moreno con un rostro serio haciendo detener a los otros―. El zorrito puede fingir que viene a vendernos. Como dijo Sai es mejor si todos fingimos ser gente común, delatarnos como shinobis nos atraerá atención innecesaria ―mencionó quitándose la camisa que siempre llevaba dejándose sólo la camisa de maya ajustada que siempre traía debajo. Procedió a despeinarse sensualmente delante de ellos antes de sonreír.

Los demás pese a murmurarse amenazas del tipo “esto no se quedara así” “ya verás” imitaron al otro y modificaron un poco sus peinados y ropa. La kunoichi tuvo que cortar la ropa de la prisión. Esa especie de piyama dado por Konoha no era nada atractivo, pero aun podía captar la atención de los hombres. Sólo necesitaba enseñar algo de piel. Por lo mismo cortó los pantalones hasta dejárselos a medio muslo descubriendo sus largas piernas blancas. Debido a las marcas de mordidas no cortó las mangas de su camisa, pero sí hizo una abertura en medio del abdomen para descubrir su vientre hasta casi mostrar sus senos. Se aseguró de que no se viera nada explicito, pero sí atrajera la atención. Si tenía que hacerse pasar por prostituta debía mostrar un poco de la “mercancía”. Su ropa sería lo de menos para los hombres lujuriosos de ese sitio. Sai no tuvo mucho problema con su ropa porque no distaba tanto de los arreglos de Karin. Él siempre tuvo el vientre al descubierto. Tomó nota mental de revisar su guardarropa cuando hubiese tiempo.

Una vez listos, se colocaron las capas y siguieron avanzando hasta donde estaba la enorme puerta. El hombre allí los observó curioso cuando los vio llegar. Especialmente a Naruto por los extraños colores pintados en su rostro.

―Bienvenidos ―saludó el sujetó riendo con burla―. ¿Qué asuntos tienen en este humilde sitio? ―preguntó con una voz interesada.

―Venía a vender a estos tres ―respondió Uzumaki como practicaron brevemente―. No dan más que problemas. ¿Ve mi cara? Estas sabandijas son los responsables ―acusó con su dedo pulgar señalando a los encapuchados―. Son unos bastardos ―se quejó genuinamente molesto.

El anciano asintió sin darle muchas vueltas al asunto. Cualquiera estaría furioso si le hicieran semejante cosa a su rostro, pero tenía curiosidad de quienes serían esos bastardos. Así que se acercó un poco a uno de los encapuchados y le levantó un poco el rostro para verlo. Se llevó una gran sorpresa al ver a un jovencito de cabello negro al igual que sus ojos. Llegó a pensar en que podía tratarse de una chica por sus facciones finas, pero notando la nuez de Adán en su cuello supo con certeza que se trataba de un chico. Charasuke sólo le guiñó el ojo mientras le sonreía coqueto. Vio un poco a los otros dos y notó que las capas no cubrían más que hasta la cintura por lo cual las piernas de la única mujer del grupo eran visibles. El sujeto supo que el tipo iba a sacar buen dinero al vender a esos jovencitos. Así que los dejó pasar sin hacer más preguntas ni intercambiar comentarios.

El grupo consiguió traspasar sin llamar la atención por lo cual respiraron aliviados, aunque no aire puro precisamente. Había un olor intenso viciando el aire. Una curiosa mezcla de perfumes, incienso y algo de índole desagradable. No estaban seguros, pero era como el aroma del cigarrillo, pero diez veces más intenso al acostumbrado. Los ojos de Uzumaki se pasearon curiosos en las hermosas mujeres usando kimonos reveladores. Todas haciendo gestos coquetos a cuanto hombre se acercara. Incluso había una especie de jaula con muchas de ellas sentadas allí en silencio siendo escogidas por hombres de trajes caros como si fueran ganado. Caminaron a paso apresurado en busca de algún hostal donde pudieran pasar la noche. Mientras aquel portero daba aviso de la llegada de su llegada a los yakuzas más peligrosos del sitio.

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

El siguiente viernes de MCM en el grupo shh narusasu sasunaru subiré 2 nuevos capítulos de este fic


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