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Road to inverse por shiki1221

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Notas del capitulo:

Holis  n_n Como prometí aquí les traigo otros dos capítulos <3

Cap 8: Un pequeño descanso

Era algo perturbador darse cuenta de que en el Yoshiwara no habían sólo mujeres trabajando. Llegaron a ver a niñas siendo llevadas atadas en fila. Naruto tuvo el impulso de ir a liberarlas, pero era detenido por sus compañeros. Si armaban un alboroto no podrían descansar allí y comenzarían una lucha que seguramente no ganarían debido al cansancio. Los dientes del rubio crujieron con fuerza. ¿Qué clase de enfermos podían comprar y vender niñas de tan sólo diez años? Al menos esa era la edad que les calculaba. Era repugnante y le daba escalofríos saber lo que les esperaba. También se sentía sucio. Durante sus viajes con Jiraiya no prestó mucha atención a los sitios que visitaba el sabio pervertido. Sólo se quejaba del olor y el gasto económico viendo por él mismo mientras se encerraba en su habitación de hotel. Quizás podía calmar su conciencia repitiéndose así mismo que él en esa época no sabía exactamente qué hacían. Mas, ahora era plenamente consciente de lo que sucedería con los que eran vendidos y no podía controlar la ira hirviendo dentro de él. Tuvo que tragarse su sentido de la justicia y avanzar en silencio por el bien del grupo.

―Ese parece ser un “hotel del amor” ―susurró Sai siendo que no era un ilustrado en esos asuntos.

Él como ex anbu de raíz había cumplido misiones de infiltración, pero nunca perdiendo su rol como shinobi. Podía vestirse con diferentes ropas y portar diversas bandanas con el fin de destruir a los enemigos desde su interior. Incluso esa misma táctica intentó Danzou con el equipo siete y Orochimaru. Buscó que él se mezclara en la misión de rescate del grupo de Kakashi y usarlos de clivaje para llegar a Orochimaru. Una vez hiciera contacto se suponía que se infiltraría y asesinaría a Sasuke. Sin embargo, ahora tenía que hacerse pasar por un civil y no uno cualquiera, sino un prostituto. Incluso Uzumaki sabía que “amor” era lo último en encontrarse en esos sitios. Empero, no iba a ponerse a explicarle a Sai por la ausencia del amor en medio de una calle llena de viejos verdes y yakuzas con mala cara en busca de mujeres, alcohol, drogas o todo lo anterior. Además no le estaba gustando las miradas hacia ellos. Tal vez las capas los hacían ver más sospechosos. Se apresuró a ingresar a uno de esos hoteles siendo seguido por sus compañeros.

―Más les vale tener dinero o se largan de mi propiedad ―gruñó el sujeto tras el recibidor.

―Esto… yo… ―tartamudeó Uzumaki al ser tomado desprevenido.

El sujeto era un hombre algo obeso de cabellos negros con canas a cada lado de la cabeza. Estaba junto a dos ronnin. Al menos eso supuso por las yukatas y espadas samurái. Posiblemente esos dos eran los guardaespaldas, pues pese a la poco agraciada fachada de ese hotel, el tipo llevaba un traje que a simple vista se veía caro. Ante los nervios del rubio, Charasuke se apresuró en salvar la situación o serían echados y él no estaba para más juegos. Se acercó al hombre para poder hablarle de frente. Se acercó caminando como un gato. Contoneándose grácilmente y una sonrisa visible por la parte no cubierta con la capucha.

―Nosotros buscábamos donde pasar la noche con nuestro cliente ―susurró Charasuke haciendo que su voz sonara baja y agitada como si estuviera excitado―. No tenemos dinero para pagarle, pero ¿no hay otra forma de arreglarlo? ―preguntó en tono inocente.

―¡Escúchame bien! ―gritó enojado señalándole con su dedo índice―. A mí ninguna puta me va a… ―detuvo su frase cuando vio lo que el chico estaba haciendo.

El azabache sujetó la mano del hombre y lamió su dedo índice. Lo introdujo entre sus labios pasando su lengua por el mismo mientras inclinaba un poco la cabeza para que el hombre viera sus ojos.

―¿Seguro que no quiere mis servicios a cambio de la habitación? ―preguntó acercándose para rozar su cuerpo contra el ajeno.

Sus acompañantes estaban con la boca literalmente abierta por verlo comportarse así, especialmente al joven de ojos azules. Lo perturbaba ver a “Sasuke” actuando así. Estuvo a punto de gritar y separarlos, pero Sai le dio un fuerte pellizco de manera disimulada para que no se viera por nadie más. El dueño del lugar sacó de su bolsillo una de las llaves y se la arrojó en la cara a Uzumaki antes de sujetar al moreno por el antebrazo.

―Su habitación es la 222, pueden pasar la noche allí ―dijo agitado mientras arrastraba al moreno lejos de la vista de todos.

―¡Espera, Chara! ―llamó el jinchuriki sin poder contenerse. Se sentía preocupado y sucio de que su compañero se estuviera prostituyendo por una misera habitación.

―Descuiden, cuando termine iré con ustedes ―respondió el moreno guiñándole el ojo.

―Vámonos ―pidió la pelirroja pues las miradas de los guardaespaldas dirigidas a sus piernas la estaban poniendo nerviosa.

Si bien el objetivo de cualquier cortesana era llamar la atención, el imitar a una conllevaba atraer miradas pervertidas. He allí el pequeño desperfecto de su plan. El ex anbu tranquilizó al rubio, o al menos eso intento, recordándole que Charasuke podía cuidarse solo. Casi a rastras los tres se encaminaron hacia la habitación designada. Ingresaron y se acomodaron donde pudieron. No es que fuera una habitación como las de las posadas que acostumbraban, pero al menos había una gran cama y un sofá. La pelirroja lo primero que hizo fue correr hacia la cama y dejarse caer en la misma. Estaba demasiado cansada como para pedir algo más que una cama mullida. Agradeció que hubiera la mínima decencia para con el cliente y las sábanas estuvieran limpias y perfumadas. Sai se dirigió al sofá. Con su cansancio dormiría hasta en el frío suelo, de no temer por un kunai en el cuello. Sólo el jinchuriki caminaba en círculos con fastidio.

―No debimos dejar a Chara con ese pervertido ―se quejó el blondo intranquilo por lo que le pudieran estar haciendo.

―Tiene el sharingan ―mencionó el pintor bostezando mientras cabeceaba en su sitio―. Seguro lo puede poner en un genjutsu y todo solucionado.

―¿Podrá hacerlo? ―cuestionó Karin con los párpados entreabiertos víctima del sueño. Quería dormir, pero no se atrevía aun―. Su nivel de chakra era muy bajo ¿y si no le alcanza? ―preguntó bostezando.

―¡Tengo que ayudarlo! ―gritó Naruto dando un pisotón en el suelo listo para correr en su busca.

―Genial, gafas ―dijo con enojo Sai―. Yo intento calmarlo y tú lo enloqueces, idiota ―insultó con mala cara por su metida de pata.

―¡Tengo que salvarlo! ―exclamó el joven de ojos azules abriendo la puerta de un solo movimiento.

―¿Salvar a quién? ―preguntó el dueño del sharingan al otro lado de la puerta―. ¿Puedes moverte? Traje servicio a la habitación ―mencionó con una sonrisa divertida.

Uchiha sujetó la mano del rubio y lo apartó de la puerta, dejando que ingresaran varias personas a dejarles comida, bebidas, ropa y demás provisiones para su viaje. Acomodaron una pequeña mesa sobre la cual posaron diversos platillos y también dejaron cuatro cojines para comodidad de los invitados. Otros dejaron sobre la cama varias ropas y unas mochilas cerradas, cuyo contenido eran medicamentos, vendajes y demás cosas necesarias para cuando emprendieran nuevamente el viaje. El mismo señor que los había atendido y cuyo nombre ni siquiera se molestaron en conocer estaba allí cerca indicándoles a aquellas personas donde dejarlo todo. Cuando terminaron su tarea se alejaron dejando sólo a aquel sujeto, quien se acercó a Charasuke con la misma cara de un perro hambriento esperando por su hueso.

―Traje todo lo que me pediste, ¿me darás mi premio ahora? ―preguntó con desespero viéndolo con completa lujuria.

―Estoy muy hambriento y cansado ―respondió el moreno poniendo una cara lastimera―. Déjame descansar un poco y prometo ser todo tuyo luego ―ofreció con una sonrisa traviesa acariciando su barbilla con su dedo índice.

El hombre asintió decepcionado y se retiró de allí. Charasuke ingresó a la habitación y cerró con llave antes de acercarse a los dos ninjas medio dormidos.

―Aún no se duerman, deberían comer un poco y luego descansar ―sugirió con amabilidad moviendo un poco el hombro de Karin.

Luego de repetir dicha acción con el anbu e incitarlos a alimentarse antes de dormir, buscó entre las cosas traídas un cepillo de dientes y de inmediato se metió al baño de la habitación. Era una suerte que cada cuarto tuviese uno para antes o después de tener actividad sexual. Lo entendía. A nadie le gustaría salir oliendo a semen, sudor y sexo. Existían personas con un sentido mínimo de higiene y seguramente algún fetichista que deseara tener relaciones sexuales en la ducha. Eso tampoco lo descartaba. Se metió el cepillo con fuerza casi hasta tocar la úvula y restregó con fuerza y molestia. Los ojos azules no perdieron detalle de las acciones de Charasuke y al ver cómo se lavaba la boca temió lo peor. Se acercó hasta el umbral de la puerta que el moreno ni siquiera se molestó en cerrar y tomó aire para hacer la pregunta que rondaba en su cabeza.

―¿Acaso tú tuviste qué….? Ya sabes ―mencionó Naruto avergonzado con un gesto de sus manos esperando se le entendiera.

―Naruto-kun pregunta si se la chupaste a ese tipo o te dejaste follar, le dan celos ―dijo el pintor.

En ningún momento abandono la mesa donde estaba comiendo. Tampoco hacía falta. Desde su sitio seguía viendo a unos cuantos metros la puerta del baño. Una suerte que esa habitación sólo tuviera unos tres o cuatro metros cuadrados. Estaban tan apretados que no necesitaban ni gritar para oírse entre ellos. Karin no hablaba por tener la boca llena de comida, pero no dejaba de estar igual de atenta a la respuesta del Uchiha.

―No, no lo hice ―respondió el de ojos oscuros con tranquilidad―, pero le lamí el dedo y eso me da mucho asco. Quién sabe dónde estuvo.

―¿Le hiciste un genjutsu para que te diera todo esto? ―preguntó Uzumaki tras el alivio de saber que no profanaron al moreno.

―No ―contestó Uchiha encogiéndose de hombros.

―¡Pero dijiste que no te vendiste! ―reclamó el de cabellos dorados.

―Uf ―bufó el interrogado antes de escupir el enjuague bucal en el lavadero―. Yo seduje a ese tipo sin usar genjutsu cuando lo lamí en el dedo, ¿entienden? ―preguntó viéndolos casi como una amenaza―. Ese idiota me estaba mirando como pervertido desde que se topó con mi rostro. Conozco ese tipo de miradas son iguales a las de… ―Detuvo sus palabras y cerró los ojos con fuerza―. No importa. El depravado ese quería tenerme, así que cuando estuvimos a solas le hice un pequeño genjutsu. Sobre estimulé su cerebro para que liberara endorfinas y sintiera placer junto a felicidad. En su mente cree que tuvo sexo conmigo, en la realidad no le toque un sólo cabello ―aclaró con asco de sólo imaginarse tener que ofrecerse a ese tipejo.

―¿Está bajo un genjutsu ahora? ¿O cómo conseguiste todo esto? ―preguntó Karin llena de curiosidad señalando la mesa.

―Quiere volver a sentir ese placer que le dio mi genjutsu, mezcla eso con su propia lujuria por mí y como resultado tienes a ese baboso buscando colmarme de regalos para que le de otra probada ―explicó con una media sonrisa llena de burla―. Los pervertidos son fáciles de manipular. Harían lo que fuera por saciar su deseo. Hasta gastar mucho dinero en todo lo que le pedí ―finalizó antes de sentarse a comer―. Anda, kitsune-chan ven a comer. Traje ramen ―ofreció al verlo quieto casi como ido.

El rubio se acercó por la necesidad de rellenar su hambriento estómago, pero no le quitaba la mirada de encima a Charasuke. Su manera de actuar era tan… ¿Atrevida? ¿Sexy? Ante lo último se atragantó con la comida por estar masticando mientras pensaba en el azabache frente a él. Esa manera de lamer al dueño de la posada lo hizo calentar y en más de un sentido. Se veía tan bonito y sugerente pese a haberlo visto apenas de perfil. A su vez le molestaba que un sujeto tan asqueroso recibiera ese tipo de atenciones. Aun si se trataba de una treta para dejarles la habitación, seguía sintiéndose incorrecto. “Si por lo menos hubieran sido Sai o esta pelirroja”. Pensó Uzumaki queriéndose golpear a sí mismo casi al instante de haberlo pensado. No podía tratar de esa forma a una chica ni a un compañero, “pero entre ellos y Sasuke…”

―Este lugar es algo peligroso ―mencionó Sai repentinamente―. Camino aquí reconocí a varios criminales muy buscados, no todos eran shinobis, pero no me fio de dormir en este sitio. Al menos no todos al mismo tiempo ―agregó rápidamente.

―Estoy de acuerdo con él ―secundó la pelirroja acomodándose las gafas con nerviosismo―. Podrían intentar robarnos o algo peor ―dijo temiendo por su seguridad―. Cuando viajaba con Taka alguien siempre hacia guardia para que los demás durmieran.

―Ustedes tienen toda la razón ―habló Uchiha mientras dejaba de comer unos momentos para hablar―. Propongo que Sai y tú descansen primero porque estaban prácticamente desmayados cuando llegué ―les recordó al ver cómo el pintor abría la boca como si fuera a protestar―. El zorrito y yo nos quedaremos despiertos. Si algo sucede uno luchará y el otro los despertara. Cuando hayan descansado la mitad de la noche cambiaremos lugares, ¿de acuerdo? ―preguntó recibiendo un asentimiento.

Sin más que decir todos ellos comieron y bebieron hasta que sus necesidades básicas estuvieron satisfechas. Charasuke ingresó al baño y se dio una larga ducha con el agua caliente. Salió de aquella habitación cubierto sólo con una yukata y sus cabellos húmedos. Él no tenía ningún problema en pasearse en esas fachas por el lugar, pero al jinchuriki y la fémina presente les provocaba cierto calor verlo de esa manera. El pintor por su lado sólo se recostó en la cama aprovechando la distracción de la pelirroja, quien no tardó en dejarse caer en el mismo colchón. El lado malo de que sólo contaran con una cama era precisamente ese. Tendrían que compartir o uno debería ir al sofá o el suelo. De no ser por el cansancio y la pereza originada por tener el estómago lleno, habrían luchado un poco más por ser los únicos en la cama. Empero, el sueño era demasiado seductor y terminaron rendidos tras un corto intercambio de insultos y empujones de poca fuerza. Por su parte, Uchiha se acercó a la ventana y se sentó en el alfeizar observando en general las calles. Tenía una mirada algo perdida como si estuviera muy metido en sus propios pensamientos.

―Oye ―llamó el blondo acercándose a él para espiar por la ventana qué miraba el otro con tanto interés―. ¿De dónde aprendiste todo eso que hiciste antes? ―preguntó con un toque de celos en la voz, pero sin sonar del todo a reclamo.

―Con mi maestro ―respondió el moreno con calma.

―¿Por qué hiciste eso? ―interrogó frunciendo el ceño―. No era necesario, nosotros podríamos haber…

―¿Qué podrían hacer ustedes? ―interrumpió Uchiha girando la cabeza para enfrentar su oscuro mirar al del otro hombre―. No podemos utilizar la fuerza bruta o nos habrían echado. Dejar a Karin encargarse era un gran riesgo, ella es una ninja sensorial si la dejábamos sola en esa habitación pudo ser violada, Sai no tiene inteligencia emocional. Se ve que le cuesta comprender los sentimientos por su entrenamiento como anbu y tú lo habrías golpeado si te tocaba un poco demás ―enumeró sin perder en ningún momento la calma al hablar sonando incluso frío―. Yo puedo utilizar genjutsu, de los cuatro soy el que mejores posibilidades tenía de salir airoso e intacto ―declaró solemne.

―¡Aun así! ―protestó el joven áureo mordiéndose los labios con frustración.

Entendía la explicación dada por el pálido joven, pero no dejaba de desagradarle. Imaginar a ese sujeto fantaseando con él le provocaba molerle el rostro a golpes. No podía dejar de pensar en las depravadas fantasías que habría tenido aquel anciano gracias al genjutsu. Empujarlo contra una cama, ir quitándole lentamente la ropa mientras iba mordiendo y lamiendo cada parte de su cuerpo. Cerró sus ojos visualizando eso e incluso en su mente era tan nítida la imagen del Uchiha sonrojado, con los ojos llorosos suspirando: Dobe. “Momento”. El jinchuriki abrió los ojos asustado y confundido. “¿Acabo de imaginar una situación erótica con Charasuke o el Teme? ¿Y por qué incluso en mi fantasía me está insultando?”. Pensó algo molesto de no poder siquiera tener una fantasía decente. Siempre creyó que sus sueños húmedos serían influenciados por los libros para adultos de Jiraiya. Teniendo en cuenta eso, en su fantasía debería decirle “Amo”, “Naruto-sama”. No su mote de fracasado. Para su fortuna fue sacado de aquel martirio por la blanca mano del portador del sharingan sujetando la suya con tranquilidad.

—Gracias por preocuparte por mí, Kitsune-chan —agradeció Charasuke sonriéndole con cariño al rubio—. En mi dimensión soy el más débil de todo el clan Uchiha. El que no posee talento y jamás estará a la altura de Itachi nii-san ―confesó tomando aire profundamente—. Incluso en el equipo 7 soy una carga y siempre le doy problemas a Menma y Sakura-chan, por eso esta vez quiero ser útil. Yo los arrastré a mis problemas y me aseguraré de sacarlos antes de que todo se torne peligroso —prometió con una mirada determinada.

Uzumaki no podía creer en esas palabras por su propia concepción de quién era Sasuke. Él lo conocía como el chico más talentoso de su clase. El más perfecto e inalcanzable de todos y su versión de la otra dimensione era más parecido a él que al Uchiha. Mas, por lo que demostró antes inútil no era precisamente. Los había logrado llevar hasta un sitio relativamente seguro para descansar y no habían tenido ningún enfrentamiento o heridas que se debiesen lamentar. Aun así se le veía afligido y con una mirada de preocupación. Quizás por Menma de quién no sabían nada de momento, tal vez por la familia que dejó atrás o incluso podría estar pensando en ellos. Pues pese a asegurar que los mataría de ser necesario para salvar a Menma, era el que más se había expuesto. Si realmente no le importara nada ni nadie ni debió tomar en cuenta si ellos podrían o no manejar a ese viejo verde.

—Nosotros elegimos venir contigo —consoló el blondo mirándolo con una sonrisa.

—Tú y la koneko pelirroja vienen porque me parezco a Sasuke y el pintor también, sólo que por su aversión a él —replicó con una sonrisa burlona—. Cuando les deje claro que no soy como el Sasuke de aquí volverán a sus propios caminos por voluntad propia. Así que vamos a tener una muy larga charla al respecto —advirtió sonando juguetón, pero sin perder la sinceridad en su voz.

—No importa lo que digas yo seguiré a tu lado ttebayo —prometió determinado.

—Y hablando de seguir... —habló Uchiha alzando su mano mostrando como Uzumaki aun lo tenía sujeto —. ¿Seguirás sosteniendo mi mano mucho más tiempo? —interrogó sonriendo.

—No. No, yo… esto… —tartamudeo nervioso mientras intentaba alejarse.

Uchiha encontraba muy divertida su reacción. Estaba acostumbrado a la seriedad y casi indiferencia de Menma ante sus acercamientos. Siempre era un desafío poder obtener alguna reacción, era simple y llanamente un reto, un desafío que hacía arder su corazón de deseo. Sin embargo, su versión opuesta era casi un mojigato. Alguien fácil de impresionar y avergonzar. Eso lo hacía sentirse “travieso”. Así que no pudo resistirse a molestarlo un poco más. Lo sujetó con mayor firmeza y lo atrajo hacia su cuerpo. La rubia cabeza fue a dar contra el pecho blanquecino levemente marcado por los músculos. Su rostro se sonrojó por estar así de cerca de la tibia piel. Se preguntó si se sentiría tan suave bajo las yemas de sus dedos. ¿Menma se sentiría igual cerca de Charasuke?

—Podríamos divertirnos un poco si tú quieres, Kitsune-chan ―susurró el azabache sujetando el mentón del shockeado jinchuriki―. Prometo no cobrarte... Mucho ―habló con su aliento casi mezclándose con el ajeno.

Naruto se sintió de una manera similar a cuando aquella kunoichi lo besó para robarle el chakra. Se sentía vulnerable ante ese rostro. Después de todo era Sasuke. Su mejor amigo siempre lo hacía sentir extraño cuando se le acercaba a invadir su espacio personal. También había sentido sus piernas temblar como gelatina cuando se reencontraron en la guarida de Orochimaru. Aquel azabache tenía también el pecho al descubierto y el cuerpo marcado. Había cambiado mucho desde la última vez que se habían visto en el Valle del Fin. Quizás era otra de las tantas similitudes entre ambos Sasuke; ropa atrevida que invitaba a pensamientos lujuriosos, poco respeto a su espacio y esa maldita capacidad de dejarlo paralizado sólo con sus acciones. ¿Debería empujarlo? ¿De verdad iba a dejarlo? Y más importante aún, ¿lo dejaría hacerlo? Cerró los ojos un momento y cuando los abrió, notó una almohada delante suyo. Más específicamente estaba estampada en el rostro de Charasuke.

―Hora de cambiar de lugar ―habló Sai con una sonrisa falsa siendo él quien lanzó la almohada―. Están tan acaramelados que si nos atacaran ahora moriríamos todos ―dijo levantándose de la cama.

La pelirroja bostezó largamente y se intentó limpiar un poco las lagrimillas de sus ojos con las manos. Aún tenía mucha pereza para levantarse, pero viendo la hora en el reloj colgado de la pared se dio cuenta que habían dormido ya un par de horas. No es que pudieran dormir demasiado de todos modos. Llegaron a ese lugar entrada la noche y entre convencer al posadero y cenar habían perdido unas cuantas horas más. Para cuando Sai y ella llegaron a la cama ya eran pasadas la medianoche. Por lo cual, pese a ser las tres de la mañana, ya debía levantarse. Calculando que el amanecer fuera entre las cinco o seis de la mañana, los otros dos tendrían apenas un par de horas para descansar. Por su parte, Uzumaki se alejó rápidamente del moreno y se metió en la cama cubriéndose hasta la cabeza con las sábanas.

―Pudiste dormir otro poco ―mencionó Charasuke llevando la almohada en sus manos rumbo a la cama para recostarse al lado del cubierto rubio.

―Si te dejaba más tiempo te habrías aprovechado de Naruto-kun ―replicó Sai yendo a acomodarse cerca de la ventana para observar a quienes iban y venían del edificio.

―¡Si querías aprovecharte de alguien debería ser de mí! ―reclamó la pelirroja acomodándose en el sofá.

Con su habilidad podía pasar el rato leyendo cualquier libro o pergamino que encontrara en el sitio y no perdería sus facultades de detectar a quien se acercara. Se sentó en su sitio viendo al par acomodándose en la cama. Pese a haber dormido un poco seguía sintiéndose cansada. Incluso se veía peor que Uchiha y el rubio. Envidiaba mucho esa hiperactividad o resistencia para estar en vela tanto tiempo y seguir mostrándose animados como si nada. Revisó si había algo con qué distraerse un rato encontrando una revista. Soltó un bostezo tras abrirla y darse cuenta de que estaba llena de mujeres desnudas. Siendo ese un hotel donde se iba a pasar una noche llena de sexo, ¿quién necesitaría ese tipo de revistas? Nadie pagaría por una habitación sólo para masturbarse, ¿o sí?

―Yo soy un caballero ―dijo Charasuke lanzándole una rosa a Karin―. No me gustaría aprovecharme de semejante belleza ―coqueteó antes de recibir un codazo por parte de Uzumaki―. ¡Oye! ―protestó adolorido.

―¡Ya duérmete! ―ordenó atrapándolo en un abrazo para obligarlo a recostarse en la cama.

―Deberías ser gentil conmigo, esta es nuestra primera vez en la cama ―mencionó el moreno con un tono de falsa inocencia―. Ya sabes, tú y yo solos ―dijo fingiendo la voz de una mujer virgen a punto de perder su castidad.

El jinchuriki se puso nervioso por esas palabras y por los gestos. Tenía en claro que lo estaba haciendo para molestarlo y reírse de su persona, ¡y le estaba funcionando! No importaba si se enojaba o sonrojaba, Charasuke siempre se reía de sus reacciones fueran cuales fueran. Se le veía aquel brillo travieso en su mirar cuando lo volvía loco por tan poco. El moreno era consciente de tener el control completo de la situación y se lo restregaba en la cara el muy bastardo. Otra cosa que agregar a su lista de similitudes con el Sasuke que él conocía: sus ganas de cabrearlo. Se sentía un fetiche para los Uchiha. Siempre mofándose de él. Bajó la mirada notando los ojos cerrados del azabache y su respiración pausada. Si que tenía un sueño muy rápido o estaba extremadamente cansado si nada más recostarse en la cama se rindió al sueño. Aun así sonrió al verlo relajándose. Le recordaba a un gatito por la manera en la cual se apegaba a su cuerpo buscando calor.

―Nosotros seguimos aquí ―mencionó el ex anbu intentando captar la atención de los otros dos.

―Silencio, Sai ―pidió Uzumaki en susurros mientras hacia un gesto con la mano―. Creo que se durmió ―señaló lo obvio.

―¿Tan rápido? ―interrogó el pintor acercándose a corroborar que no fuera alguna de sus bromas nuevamente.

―Estaba al borde del desmayo desde que bajamos de las aves de tinta ―intervino Karin sin dejar su cómodo lugar en el sofá―. Qué aguantara tanto es casi milagroso ―agregó con un ligero toque de reproche en su voz.

No era por nada que le había ofrecido restaurar su chakra. Ella captó su estado debilitado y aun así siguió forzándose a llegar a tanto. Bufó con fastidio por haber sido rechazada. Si bien tenía recuerdos desagradables de las mordidas en su cuerpo, no se quejaría para nada si se trataba de Sasuke, aun si era el de otra dimensión. Era casi orgásmico sentir sus labios tocando su piel y sus dientes hundiéndose en su carne. Se sonrojó notablemente y empezó a retorcerse en su lugar imaginando cómo se sentiría que la mordiera este otro Sasuke. La siguiente vez intentaría provocarlo para que la mordiera. No volvería a dejarlo andar por allí sin chakra. Estaba en sus asuntos cuando se dio cuenta del par de miradas sobre ella. Los ojos oscuros y los claros estaban viéndola recriminatoriamente hasta que el rubio rompió el contacto visual y abrazó posesivamente al Uchiha.

―Menma ―susurró entre sueños sujetándose a su cuerpo con ambos brazos.

Sai observó al Uchiha aun sin creerse que de verdad estuviera dormido. Estaba casi seguro que pronto abriría los ojos revelando que todo se trataba de una broma o algo similar. Sin embargo, pese a quedarse viéndolo fijamente el otro siguió aferrado al rubio sonriendo levemente mientras soltaba cortos suspiros. De vez en cuando balbuceaba las sílabas del nombre “Menma” sin llegar a decirlo completo. Sonaba nostálgico y anhelante por esa persona. Naruto lo había mirado un corto rato intentando dilucidar si se había dormido o desmayado. Esa velocidad con la cual cayó en brazos de Morfeo lo hacía dudar. ¿Y si se había sobrepasado durante el viaje? Él y Karin no tuvieron ninguna tarea mientras volaban en las aves de tinta, por lo cual estaban menos agotados. Contrario a ellos, Sai mantenía las aves de tinta y Charasuke usaba ese genjutsu de espacio para que nadie señalara por donde se les vio. Debía reconocer que las aves de tinta eran muy características y serían una pista muy obvia para los de Konoha. Cualquier campesino distraído podría hacer mención de unas enormes aves en el cielo y no tardarían en atar cabos. Tras corroborar que el otro estaba durmiendo tranquilamente, el rubio también cerró los ojos para descansar.

―¿Por qué esa cara? ―preguntó la pelirroja tras notar el ceño fruncido del pintor.

El ex anbu se había acercado con cuidado a la ventana viendo que no hubieran personas extrañas intentando entrar. Topándose con la mirada con un ladronzuelo ingresando a la habitación de al lado. Cerró con seguro su propia ventana y se preparó para un intento de asalto. Oyeron gemidos provenientes de la habitación contigua y prefirió ignorar esos sonidos a averiguar de qué se trataba con exactitud. No sabía si quería o no saber el origen de los mismos. Nuevamente observó al moreno tendido en la cama junto a Naruto, ambos durmiendo sin cuidado alguno mientras se destapaban por el constante movimiento. Levantó las sábanas y los cubrió tras acomodarlos dentro de los límites del colchón. Luego de pensar la pregunta de la fémina se decidió responder.

―Me molesta darme cuenta que podría estar bajo un genjutsu de este Uchiha y no poder librarme de él ―explicó viendo con molestia como ese par volvía a moverse destapándose nuevamente.

―¿De qué estás hablando? ―preguntó la joven viéndolo como si estuviera loco―. No estás bajo ningún genjutsu tu chakra es normal y el de Charasuke estaba casi nulo desde que bajamos de las aves de tinta ―relató sabiendo de antemano lo difícil que habría sido para el azabache mantener un jutsu así tanto tiempo.

―¡Pero lo estoy ayudando! ―reclamó el pintor viéndola con seriedad―. Y a mí me desagradan ambos Sasuke. Los dos son unos bastardos egoístas que no valoran sus lazos ni a las personas que se preocupan por ellos ―gruñó sintiendo como si su vientre quemara por la rabia.

―Él se preocupa por el tal Menma ―señaló la pelirroja con obviedad―. Aunque ustedes se parezcan a la gente de su dimensión no son ellos. Siendo justos en este mundo sólo Menma tiene un lazo real con él.

―¡Pero es suicida! ―protestó cruzándose de brazos―. No puede hacer nada solo y aun así cree poder enfrentarse a Akatsuki sin apoyo de Konoha o incluso a Konoha si se meten en su camino. ¡Lo mataran con facilidad!

―¿Y por qué te molesta? ―preguntó interesada.

―¡Porque me hizo un genjutsu! ―respondió como si se tratara de lo más obvio del mundo.

Ella como ninja sensorial que era, podía dar fe de la ausencia de chakra de Charasuke en el ex anbu de raíz. Todas las decisiones tomadas por él desde su escape de la aldea eran por pura voluntad. Nadie le había forzado a nada y no entendía de donde nació esa loca teoría. Sin embargo, antes de articular su respuesta, varias presencias cercanas la habían alertado. En un principio creyó que podrían tratarse de clientes del hotel. Durante toda la noche oyeron pasos, cantos de ebrios, gemidos y varias cosas más. No obstante, en esta ocasión los pasos parecían ser de varias personas y dirigidos hacia donde estaban ellos. Quería convencerse de que en alguna habitación cercana se montarían la más grande orgía y no que…

―¡Ahora! ―gritó un voz masculina antes de que la puerta fuera azotada al ser abierta de una patada―. ¡Recuerden dejar al moreno para mí! ―dijo a quién reconocieron como el posadero.

Varios yakuzas ingresaron a la habitación dejando un espacio muy reducido para pelear. Karin no sabía qué hacer, pues sólo tenían la ventana para escapar y para hacerlo deberían darle la espalda. Sai consiguió identificar un par de shinobis renegados de bajo nivel entre la multitud y esos sin dudas le darían problemas para pelear. El jinchuriki ya había despertado por el fuerte ruido, pero no se podía mover a causa de Charasuke, quien se había enrollado a su cuerpo como una serpiente. Éste último aún seguía con los ojos cerrados balbuceando mientras sonreía. El dueño de la posada al ver donde andaba a quien se suponía debía pagarle todos los regalos y atenciones dadas, se acercó furioso a la cama. Con toda la fuerza disponible le sujetó el brazo y lo obligó a alejarse del rubio. Dicha acción logró despertarlo y no del mejor humor posible.

―¡Estaba soñando con mi Menma! ―gruñó Uchiha con el sharingan en sus ojos mientras su cuerpo liberaba pequeñas descargas eléctricas.

Lo siguiente que se oyó fue un millar de aves seguido de una enorme explotación que destrozó toda la habitación.

 

CONTINUARÁ….

 


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