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Road to inverse por shiki1221

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Cap 9: Otro deja vú

“¿Por qué no me sorprende?”. Pensó Sai al ver la reacción del moreno al ser sacado de sus plácidos sueños. La manera en la cual se movió el Uchiha tras ser obligado a abrir los ojos dejaba claros sus pocos ánimos de jugar en ese momento. Y por si alguien tenía alguna duda de ello, el sharingan resplandeciendo en sus ojos les dejaría cualquier inquietud resuelta. El suelo comenzó a quebrarse a gran velocidad mientras los rayos del chidori iban recorriéndolo hasta llegar a las paredes. Éstas no tardaron demasiado en agrietarse causando que el techo se precipitara a pedazos contra ellos. Los atacantes estaban sorprendidos por el despliegue de chakra, pues tenían entendido que se trataban de un grupo de prostitutos. Nadie les avisó que lidiarían con ninjas. El ex anbu, tras recuperarse del deja vú sujetó a Karin por la cintura cargándola lejos del peligro y aprovechando que todos estaban enfocados en Charasuke, arrojó a la joven por la ventana. La pelirroja gritó asustada mientras profería múltiples insultos hacia su persona. Empero, Sai saltó tras ella y usando sus habilidades pintó un ave de tinta a gran velocidad para aterrizar ambos sobre la misma.

—Idiota —gritó la pelirroja una vez que estuvieron sobre la criatura—. ¡¿Pretendes matarme acaso?!

—Por supuesto que no, cuatro ojos —respondió Sai teniendo al ave suspendida en el aire frente a la ventana del cuarto en el cual se estuvieron hospedando—. Es sólo que me recordó a cuando conocí a Sasuke-kun. Lo intenté sorprender en uno de los escondites de Orochimaru mientras dormía y casi me mata.

—Es bien sabido por todos que Sasuke-kun siempre despierta de muy mal humor —concordó la kunoichi acomodándose las gafas—. Por lo visto ambos son similares en eso.

—Me pregunto si Naruto-kun estará bien —murmuró el pintor indeciso—. Tal vez deba entrar a buscarlo también ―dijo inclinándose hacia adelante con intención de saltar nuevamente al interior del hotel.

—¡No! —negó de inmediato Karin sujetando su brazo—. Al menos no intentes ir a ciegas o te matarás. Deja que te informe de la situación dentro —pidió cerrando los ojos para concentrarse en las presencias dentro del edificio.

—Eres muy amable cuando quieres —dijo Sai con una falsa sonrisa.

—Cállate —tartamudeo nerviosa desviando la mirada con algo de pena—. No lo hago por gusto sabes.

—Sí, sí lo que tú digas ―afirmó asintiendo repetidas veces sin darle importancia.

La pelirroja soltó un leve gruñido a causa de esas palabras. Ella no se merecía ese tipo de halagos. No siendo quién era. Su madre había muerto por culpa de los trabajos forzados que realizó para darle un sitio donde vivir y alimento. Varios prisioneros de Orochimaru cayeron por su orden o sus habilidades. Ciertamente no los había matado con sus propias manos, pero eran sus habilidades de rastreo las que les impidieron escapar a su libertad cuando lo intentaban. Incluso habría sido más piadoso matarlos en vez de regresarlos con su captor, quien no dudó en castigarlos por intentar librarse de él. Como miembro del equipo Hebi, y posterior Taka, tampoco había hecho nada destacable. Sólo rastreaba y curaba, pero eso era lo mínimo que podía hacer por su equipo. O mejor dicho, todo lo que sus capacidades le permitían. Jamás ayudó a nadie de manera desinteresada y siempre cuidó de sus propias espaldas. Entonces, ¿de dónde sacaba ese anbu que ella era amable? Habían muchas otras palabras que la describirían mejor.

—¿Sucede algo? —interrogó Sai al notar que estaba tardando.

—Concentrarse es bastante difícil cuando tienes tantos ojos mirándote —dijo señalando hacia el suelo.

Sai asomó la cabeza un poco fuera del ave de tinta notando que se volvieron la atracción principal de toda la Yoshiwara. Siendo un sitio sin ley no le preocupaba llamar la atención de las autoridades de ese país, pero por lo mismo no sabía cuántos criminales serían atraídos por el olor a sangre fresca. Veía algunos ninjas y hombres de aspectos robustos dirigirse a su posición. Probablemente sólo deseaban reafirmar su autoridad o hacerse de algo de fama. No era nada fuera de lo común las muestras de poderío para mantener a todos bajo control. "Mierda, estará difícil lidiar con tantos y aun no estamos completamente repuestos". Pensó el ex anbu mordiéndose los labios con frustración. Estando allí podría irse volando en su ave y dejar a Naruto y Charasuke arreglarse por su cuenta.

"Pero eso no haría un compañero". Se regañó así mismo por tener un pensamiento tan egoísta.

―Voy a entrar ―anunció el pintor dispuesto a ir en ayuda de sus compañeros que seguían atrapados en el edificio.

―Yo no te lo recomendaría ―advirtió Karin abriendo los ojos antes de observarlo con seriedad―. Te darían una paliza.

―Soy un anbu de raíz, no me subestimes ―afirmó indignado de que no lo creyera a la altura para enfrentarse a unos matones de poca monta.

―No es eso ―aclaró la kunoichi con un gesto contrariado―. Al parecer Charasuke está liberando su estrés porque está noqueando a los invasores a gran velocidad.

―¿Y Naruto-kun? ―preguntó interesado en saber cómo estaría él también.

―Se encuentra peleando junto a Charasuke ―aseguró con una sonrisa―. Tranquilo, no creo que nos necesiten por el momento. Tienen todo bajo control por allí. Deberíamos planear qué hacer por ellos cuando salgan.

—Intentaré ganar algo de tiempo distrayendo a los que se están acercando —informó el pintor intentando calcular la cantidad de enemigos —. Tú quédate aquí sobre el ave de tinta fuera del peligro.

Tras aquello Sai saltó hacia la pared de un edificio cercano y se mantuvo adherido utilizando el chakra en la planta de sus pies. El edificio donde se estuvieron hospedando no parecía el lugar óptimo para librar una batalla. Y menos cuando no sólo el chidori sino también el rasengan estaban tomando protagonismo. Oyó con claridad los gritos de ambos y no era difícil distinguir los destellos de ambas técnicas destruyendo paredes. "Par de idiotas". Pensó Sai al ver semejante despliegue de imprudencia por parte de esos dos. Sin embargo, se ubicó rápidamente delante de la entrada del edificio impidiendo el paso de los nuevos invitados y comenzó a pintar unas cuantas criaturas de tinta para retenerlos.

―¡Hey tú muévete! ―ordenó el que parecía ser el líder.

―Lo siento, pero mis amigos están ocupados de momento ―afirmó el ex anbu con una sonrisa falsa como de costumbre.

Su aparente indiferencia por la presencia de un grupo armado y peligroso molestó al grupo. Como Hyakka eran la organización de orden público de la Yoshiwara con el deber de castigar a los intrusos de la ciudad y clientes peligrosos. Eran una fuerza militar constituida por criminales de diversos países; desde shinobis, ronnins y mercenarios. Cualquiera que los viera sabría que estaban en serios problemas en caso de oponerse a ellos. Generalmente no se metían en las riñas internas, siempre y cuando hubiera una cuantiosa suma destinada a sus bolsillos. El soborno era común allí y dependía de quien pagara más si se hacían la vista gorda o no a ciertos incidentes. En este caso estaban causando un gran alboroto que espantaba a los clientes adinerados y a las geishas. Cualquiera que estuviera afectando sus ganancias merecía ser exterminado y usado de ejemplo a futuros alborotadores. El líder hizo un gesto con la mano y aquellos con habilidades en el ninjutsu caminaron por las paredes ingresando en un parpadeo al hotel.

―Mierda ―gruñó en un susurro Sai mientras comenzaba una lucha con los que habían quedado detrás.

Los samuráis estaban increíblemente infravalorados según su percepción. No les había costado trabajo distribuirse dejándolo en un círculo cerrado rodeado de mercenarios con diversas armas. Algunos con lanzas, otros con chakos y varias más que no tuvo tiempo de inventariar. Los ronnin con rápidos ataques de katana le impedían hacer posturas de manos o concentrar chakra. Y ni se diga de los pergaminos que le habían estado cortando uno tras otro para impedir la invocación de más bestias de tinta. Sai evadió los ataques moviéndose poco antes de que conectaran con el objetivo. Por pura presión se vio forzado a defenderse con taijutsu. Pues estando rodeado la ofensiva y la defensiva se le dificultaban. Sólo había tenido unas pocas horas de descanso y el chakra que había conseguido restaurar se le había ido en el ave de tinta que cargaba a Karin y en las que consiguió invocar para darle algo de equilibrio a su pelea. Sus tigres lanzaban zarpazos y rugidos buscando hacer retroceder a los samuráis. Mas sólo bastó una oportunidad para que el filo de las katanas los deshicieran de un preciso golpe. Apenas si había conseguido lidiar con cinco sujetos a los cuales logró noquear y aun le faltaban más. Ni siquiera podría afirmar con certeza la cantidad de enemigos restantes y los golpes recibidos junto a los cortes causados estaban volviéndolo más torpe al esquivar.

“Ni siquiera noté cuando me cortaron”. Pensó sujetándose el lado izquierdo del abdomen viendo como sus dedos se manchaban de sangre. “Debió ser cuando me rodearon”. Se regañó así mismo por su falta de respuesta.

―¡Sai! ―gritó desesperada la pelirroja desde el ave viendo impotente como uno de los samurái se disponía a cortarle la cabeza.

El ave de tinta se deshará cuando muera. Al menos puedo morir de una buena manera. Mi libro sobre la amistad decía que no había nada mejor que morir por un compañero”. Pensó el azabache sabiendo que pronto la gritona chica caería al vacío entre una turba de matones y asesinos.

―¡Chidori!

El ex anbu abrió los ojos al no reconocer la voz de inmediato. Sonaba tan fría e indiferente como la del Sasuke que él conocía de esa dimensión, pero era imposible. Con quién estaban viajando era con Charasuke alguien mucho más bromista y juguetón. Su tono de voz era distinto por las emociones expresadas al hablar con su típica coquetería. Observó con atención al ronnin delante suyo y sólo tenía un punto rojo en la cabeza. Para ser específicos en medio de la frente. Sus ojos se veían perdidos en la nada y su mandíbula estaba tan relajada que la salivación caía de su boca como si tuviera algún tipo de problema. Giró la cabeza buscando al responsable y varios de sus atacantes hicieron lo mismo. Allí parado en lo que quedaba del piso del edificio se encontraba Charasuke con su dedo índice apuntando al sujeto que pretendía matarlo.

―Eso estuvo cerca ―afirmó con su sharingan resplandeciendo en sus ojos―. Parece que no les han enseñado a no fastidiar a un Uchiha cuando está durmiendo ―regañó con una seriedad mortal.

Naruto desde el interior de la habitación no podía creer lo que acababa de ver. De un momento a otro aquellas marcas negras comenzaron a cubrir todo el cuerpo del Uchiha y su actitud al pelear cambió radicalmente. Sin siquiera pestañear noqueó a todos en la habitación menos a él. No estaba seguro si fue a propósito o si se trataba de una casualidad, pero aquellos atacantes en esos momentos estaban tirados en el suelo gritando de dolor mientras suplicaban morir. Otros incluso comenzaron a intentar dañarse con sus propias manos. Y mientras él intentaba evitar que alguno se quitara la vida, el otro se acercó a ver la causa del grito de Karin. El rubio vio a Charasuke apuntar con su dedo índice a un objetivo fuera de su alcance visual, alzando su dedo pulgar formó un perfecto ángulo de 90º y de la punta de su dedo salió su chakra de rayo. Su rostro indiferente y estoico le recordaba demasiado a Sasuke. Eso sin mencionar aquellas manchas ensuciando su tersa piel blanca.

“No puede ser eso es ¿la marca de maldición?”. Pensó Uzumaki recordando la causa de que su mejor amigo dejara la aldea.

―Uchiha ―murmuraron los del grupo cerca de Sai, quien repentinamente fue sustituido por Charasuke.

El descendiente del clan con el poder ocultar más poderoso estaba entre ellos viéndolos con una tranquilidad que asustaba. Su sed de sangre era tan palpable que por mero instinto los cuerpos de los miembros del hyakka sentían la necesidad de huir lo más pronto posible. Empero, tal y como si se trataran de ratones frente a serpientes, no podían moverse. El silencio se hizo tan tenso en ese pequeño círculo que podían oír sus acelerados corazones golpeando dolorosamente contra sus pechos. Incluso respirar se estaba volviendo una tarea titánica, pues rondaba una sensación de que el más mínimo sonido podía atraer la atención del moreno. Nadie quería ser sentenciado a muerte, pero eso era todo lo que eran capaces de visualizar en su futuro. Charasuke simplemente sonrió antes de soltar una frase que los dejó helados.

―Sólo un minuto ―murmuró antes de que sus ojos brillaran con mayor intensidad.

Tras eso, comenzó la carnicería. Cada uno usó sus armas para herir a los que se suponía eran sus compañeros. Apuñalaban todo lo que tuvieran a su alcance, provocando diversas lesiones. Uno de ellos quien portaba un enorme martillo aplastó el cráneo algunos samuráis. Los más habilidosos cortaban brazos y piernas como si fueran simples trozos de simples trozos de carne. La sangre salpicaba levemente a Charasuke quien evitaba ser bañado en tripas, pero no se movía demasiado de su lugar. Una sonrisa sádica se dibujó en sus labios al ver como un charco de sangre empapaba sus pies descalzados. La tibia y fresca sangre contrastaba con su blanca piel. Cerró los ojos gozando de la sinfonía de la masacre. Gritos de horror de parte de los curiosos que se atrevieron a presenciar la riña, cánticos de batalla por parte de los que atacaban sin cuartel. Atrapados en una fantasía oscura creada por él. Y dándole un cierre magistral el réquiem de quienes no fueron lo suficientemente habilidosos como para evitar el abrazo de la muerte.

―Qué horror ―dijo Karin por lo bajo tapándose la boca para no gritar.

―Tenemos que salir de aquí cuanto antes ―mencionó el pintor saltando sobre el ave.

―¡Espera! ―pidió Naruto impidiendo que se fuera volando como pretendía.

Al haber sido intercambiado de lugar con Charasuke, el ex anbu apareció en lo alto del edificio haciéndole sencilla la tarea de llegar hasta su ave. No pasó mucho tiempo antes de que Uzumaki también abandonara el edificio y los acompañara en el animal de tinta. Necesitaban planear qué hacer. Sin embargo, tras intercambiar fugaces miradas entre todos ninguno sabía qué hacer en esa situación. Era totalmente diferente al chico que conocieron antes. El rubio y la kunoichi tenían una ligera idea de por qué estaba así, pero eso seguía sin darles una respuesta sobre qué hacer. No obstante, recibieron una contestación a su muda pregunta sin siquiera haberlo pedido.

―¡Huyan! ―ordenó Uchiha sin siquiera voltear a verlos. Eso de inmediato encendió algo dentro del blondo.

―¡Jamás te abandonaría, Sasuke! ―gritó Uzumaki por mero impulso―. Digo, Charasuke ―intentó corregir siendo demasiado tarde.

Naruto había sentido una melancolía dolorosa ante esa orden. Si bien las palabras y el escenario diferían, le recordaba a cuando intentó detener a Sasuke en el Valle del Fin y éste ni siquiera se dignaba a mirarlo. Sólo le había ordenado regresarse a la aldea y olvidarse de él. Incluso había menospreciado los esfuerzos de sus compañeros para salvarlo. Por suerte Chouji y Neji consiguieron sobrevivir a sus heridas. Y Kiba al igual que Shikamaru y Rock Lee recibieron ayuda de los ninjas de Tsuna. Mas, eso no restaba mérito a lo arriesgado de la misión. Todos se jugaron la vida por darle algo de tiempo para que llegara donde Sasuke y lo salvara, pero falló. De haberlo detenido en aquel momento probablemente habría también evitado muchas otras desgracias. Como los asesinatos cometidos por Sasuke contra los samuráis del país del Hierro. Apenas si prometiendo su propia vida consiguió que decidiera no asesinar a nadie de Konoha. Si dejaba a Charasuke ahora y se hundía en la misma oscuridad del Sasuke que ya conocía, tendría a dos Uchiha intentando destruir todo a su paso. Y su deber era detenerlos a cómo diera lugar.

―¡Jamás te abandonaría, Sasuke!

―No hay caso seguir con esto. Mientras yo lleve esta marca soy peligroso.

―Lo mismo se podría decir de mí y aun permaneces aquí.

―Es diferente. Yo tengo una obligación contigo como Uchiha que soy.

―Y yo tengo un deber aún más grande como tu…

―Menma ―susurró el portador del sharingan con una sonrisa mientras sus mejillas eran recorridas por lágrimas de sangre antes de cerrar los ojos y precipitarse contra el suelo.

―¡Chara! ―exclamó Uzumaki alarmado acercándose de inmediato a donde había caído.

Tras el desmayo del Uchiha la ilusión que controlaba la mente de los atacantes estaba disuelta. Varios al volver en sí experimentaron una mezcla de confusión y miedo la cual rápidamente fue reemplazada por horror en estado puro. Sus manos y armas estaban cubiertas de sangre y sus compañeros tenían un futuro incierto. Algunos ni siquiera se movían, pero la culpa y el temor a comprobar ser el responsable de ello les impedía librarse de sus sospechas. Otros rogaban por ayuda entre lágrimas mientras usaban sus manos para tapar las heridas en infructuosos intentos de parar las hemorragias. Eran asesinos con sangre fría y con experiencia envidiable por cualquiera en la profesión. No obstante, lo vivido no se parecía a nada experimentado anteriormente. Desde el deseo de asesinar del Uchiha activando sus más primitivos instintos de supervivencia hasta las ilusiones en sus mentes manifestando sus miedos más íntimos, habían mermado cualquier rastro de valentía en ellos. Toda su experiencia e indiferencia hacia la vida de quienes habían caído por sus manos se transformó en terror. La culpa por las vidas inocentes que arrebataron los carcomía de una manera tan vívida que las heridas en sus cuerpos parecían no producir un dolor acorde al castigo merecido.

―No, lo siento ―gritó uno de ellos clavándose las uñas en el rostro―. ¡Me niego a seguir siendo atormentado por ti! ―exclamó antes de usar su propia arma para cortarse la yugular.

Aquel mercenario siempre había cumplido con los encargos dados por los mafiosos más poderosos. Gozó desde muy joven del asesinato de los más débiles. Jamás se había sentido mal por matar cualquier animal delante suyo. Su técnica con las armas era muy buena tras la práctica. Tampoco jamás tomó en cuenta las vidas que arruinó con los placeres derivados de su profesión. A quienes no pagaban los préstamos pedidos a su jefe, les tocaba una paliza o pagar con sus mujeres o niños. Violar jamás le había dado problemas para dormir. Disfrutaba de la sensación de poder, pero dentro de aquella pesadilla todos ellos regresaban a torturarlo. Experimentó en carne propia una y otra vez la venganza de cada una de sus víctimas. Todas repitiendo que jamás lo dejarían solo. Prometían entre risas acompañarlo hasta el día de su muerte. E incluso cuando volvió a la realidad su cuerpo seguía teniendo los espasmos de terror. Prefirió morir si con ello podía escapar de esas ánimas vengativas. Estaban demasiado traumatizados como para actuar, aun teniendo al responsable desmayado delante de ellos.

―Bien, ya estamos lo suficientemente lejos como para que nadie te escuche gritar ―dijo Itachi sonriendo antes de girarse para observar directamente a su hermano menor.

―¿Gritar? ―repitió a modo de pregunta asustándose un poco por lo que podría hacerle como para provocar aquello―. ¿Qué se supone que vamos a hacer? ―preguntó más asustado al ver a su hermano mayor activar el mangekyo sharingan.

Lo había metido en un genjutsu para hacerlo revivir un trauma que mantenía enterrado en su memoria…

―¡Detente por favor, hermano! ―gritó el moreno lleno de pavor por las imágenes mostradas por su familiar―. ¡Basta! No quiero revivir ese día ―expresó histérico.

Charasuke abrió repentinamente los ojos y se encontraba respirando de manera agitada. Su vista tardó en enfocarse correctamente. Todo se veía algo borroso a su alrededor. Cerró los ojos un largo momento mientras sentía una horrible jaqueca aquejarlo en particular en la zona de las cuencas de sus ojos. Sentía los párpados pesados, pero tras unos rápidos pestañeos consiguió un poco más de claridad en su visión. La única contra es que había demasiada oscuridad en el sitio como para hacer la diferencia. Charasuke no podía moverse debido a un peso extra sobre su cuerpo. Con su mano intentó averiguar que era aquello que le impedía levantarse descubriendo que se trataba de cabello. Jaló un poco y confirmó sus sospechas cuando oyó un grito femenino.

—¡Imbécil eso duele! —reclamó Karin irguiéndose mientras se sobaba la zona afectada.

Su voz sacó al jinchuriki de su sueño de descanso quien también quitó su peso de encima del Uchiha al notarlo despierto. Tras huir del Yoshiwara habían viajado sobre el ave de tinta de Sai llevándose al inconsciente Charasuke con ellos. Se ocultaron en lo profundo de una cueva en un bosque cercano, donde hasta hace poco habían mantenido una pequeña hoguera encendida para soportar el frío de la noche. La profundidad de la cueva era suficiente como para que la luz de la fogata no fuera vista desde afuera, pero por si acaso, igualmente la apagaron luego de entrar en calor. Mientras uno del grupo montaba guardia en la entrada, los demás dormían. El turno del ex anbu llegó y cubiertos sólo por unas pocas mantas, —que consiguieron gracias a los animales de tinta, los cuales robaron unas para ellos—, la pelirroja y el jinchuriki se dispusieron a descansar un poco cerca de Charasuke. Por mero instinto de supervivencia terminaron acurrucados contra el tibio cuerpo del moreno buscando mantener el calor durante la noche.

—He soñado con esto toda mi vida ―dijo el portador del sharingan en tono juguetón y coqueto―. Compartir la cama con un lindo kitsune y una koneko. Sólo que en mis sueños no había ropa de por medio ―agregó guiñando un ojo.

―¡Eres un depravado! ―acusó Naruto señalándolo con su dedo índice sonrojado por semejante descaro.

—Yo también he tenido el mismo sueño, pero con alguien más guapo que este rubio escandaloso —mencionó Karin cruzándose de brazos mientras hacía un puchero.

—Aunque en una cama es bueno que hayan muchos gritos —afirmó Charasuke con aquel tono seductor que usaba en ocasiones.

—¡Son igual de pervertidos! —acusó Naruto viendo sonrojado a los otros dos.

—No quiero oír reclamos del que se transforma en una mujer desnuda y hasta las espiaba desde niño. Yo jamás hice cosa semejante ―se defendió Charasuke.

―¡Pero yo, tú…! ―gritó Uzumaki con el rostro enrojecido pensando en una buena respuesta.

―Ya que estás despierto es momento de hablar seriamente ―dictaminó Sai regresando donde ellos―. Dejé un clon de tinta vigilando en la entrada, así que podremos hablar tranquilamente.

―¿Y las heridas que tenías antes? ―cuestionó Uchiha impresionado por no verlo ni siquiera cojeando o mostrando dificultad en su andar.

―¡Yo lo curé! ―afirmó la pelirroja con la mano por lo alto de su propia cabeza enfatizando su alegría por haber ayudado―. ¡Pero la próxima no me muerdas en el cuello, animal! ―regañó señalando a Sai.

―Tú me dijiste “muerde” ―le recordó con una falsa sonrisa―. Mientras me sujetabas contra tu cuerpo.

―Pudiste esperar a que te mostrara mi brazo, atrevido ―espetó con rabia por la marca dejada, para colmo, en un sitio visible.

El ex anbu rodó los ojos con fastidio. A su parecer la chica estaba haciendo demasiado escándalo por una pequeñez. Luego de que Charasuke ejecutara el jutsu de sustitución, cambiaron lugares. Le había costado un poco saltar a su ave, pero era más sencillo hacerlo desde la posición anteriormente ocupada por el otro moreno. Cuando aterrizó, la joven de lentes lo ayudó a mantenerse erguido, pues el dolor de las heridas le provocaba doblarse y caerse de su sitio. Ella lo abrazó temiendo que se cayera al vacío y mientras su cabeza reposaba sobre su hombro, le sugirió morderla. Sai sabía que con sus habilidades curativas, sus heridas sanarían al menos lo suficiente para sacarlos a todos del peligro inminente. Así que sin más dilación, le dio una mordida en la clavícula. Karin soltó un par de improperios por no esperarse a que le diera el brazo y desde el suceso en cada oportunidad posible le recordaba que le tocó donde no debía. A veces sentía que a propósito usaba las palabras que peor lo hacían ver. No obstante, con Charasuke despierto era momento de poner todas las cartas sobre la mesa.

―¿Qué se supone que quieren saber? ―interrogó Charasuke soltando un suspiro de derrota, intuyendo la primera pregunta.

―Esa marca en tu cuerpo, ¿es una marca de maldición? ―interrogó Karin de una manera que sonaba más a una afirmación que a una pregunta.

―Lo es ―aceptó el portador del sharingan sin dirigirles la mirada. Sólo mantenía la cabeza ligeramente inclinada cubriendo sus ojos con el cabellos de sus flecos.

―Según me contaron Naruto-kun y la cuatro ojos… ―hablo Sai ganándose una mala mirada por parte de la segunda mencionada. Mas guardó silencio para dejarlo proseguir con la pregunta―. La marca de maldición es un jutsu realizado por Orochimaru. ¿O me equivoco? ―demandó saber.

―Una corrección ―interrumpió la pelirroja acomodándose las gafas―. El clan de uno de mis antiguos compañeros, poseía el senjutsu de una manera pura.

―Pero si el senjutsu requiere mucho entrenamiento y concentración para usarlo con moderación o te conviertes en sapo ttebayo ―dijo Uzumaki confundido por las palabras de la kunoichi.

―Bueno, no estoy muy segura de los detalles. Después de todo no me relacioné tanto con él.

―¿Qué clase de amiga eres tú? ―preguntó el rubio con un tono de reproche.

―Tú no sabías del sello de Sasuke-kun hasta la noche anterior de su traición a Konoha ―remarcó ella con una sonrisa de suficiencia―. ¡Hey, tú fuiste el que lo contó, no te quejes! ―señaló al verle la cara de molestia.

El jinchuriki se cruzó de brazos ofendido por el ataque verbal a su persona. Mientras viajaban en el ave le tuvieron que contar a Sai de sus sospechas. La pelirroja y él reconocieron casi al instante el poder del sello maldito. Sus dudas se centraban en el por qué lo tenía y cómo hizo para ocultarlo. Empero, Sai no tenía ni idea de lo sucedido con esas marcas oscuras. Por lo mismo mientras volaban sobre el ave de tinta le fueron poniendo al tanto de la información que poseían. Naruto relató lo mismo que le fue contado por Sakura cuando eran gennins; como tras quedarse desmayado, Sasuke luchó contra Orochimaru resultando mordido y marcado por el mismo. Según lo contado por Haruno, estuvo sufriendo de fiebre y permaneció inconsciente bastante tiempo. Sin embargo, al despertar tenía un chakra oscuro con el cual logró salvarlos del ataque de otros ninjas. La parte sorprendente era saber qué Sasuke le partió los brazos a uno de los atacantes sin ninguna muestra de piedad o arrepentimiento. O quizás debería sorprenderse más de que a nadie más que a Sakura eso le pareció raro. ¿A Shikamaru, Ino, Chouji y Rock Lee eso les pareció normal en Sasuke? Vaya compañeros.

Karin les relató lo poco que sabía sobre Juugo. Nunca se interesó por su pasado ni nada similar, pero tras viajar con él sabía que normalmente era un persona pacífica, calmada y amante de los animales. Lo peligroso era su cambio de humor. No podía concluir con certeza si su cambio de personalidad era un trastorno suyo que activaba la marca de la maldición o si por el contrario, esa locura en el chico de pelo naranja era consecuencia del sello maldito. Para el rubio, ―quien se negaba a pensar que Sasuke fuera cruel por naturaleza―, concluyó con premura que la marca de maldición era la responsable de convertir a personas buenas en psicópatas. Del compañero de Karin no opinaría porque no lo conocía, pero de Sasuke fuera de su dimensión o no, se negaba a creerlo. El pintor prestó atención a las explicaciones de ambos intentando llegar a alguna conclusión. Debía aclarar sus pensamientos antes de decidir si seguir o no al lado de Charasuke.

―¡Ya ustedes dos! ―ordenó Sai dándoles un pellizco a ambos en la espalda usando sus dedos―. Parecen dos gatas peleando.

―¡Eso dolió ttebayo! ―se quejó Uzumaki.

―¡No tienes delicadeza con una frágil dama, maldito bastardo! ―reclamó la pelirroja.

―Apenas si les di un pequeño pellizco en la espalda. No sean llorones ―ordenó el ex anbu viendo extrañado como Charasuke no tomaba ventaja de sus palabras para molestar a esos dos.

El moreno no estaba prestando atención a las nimiedades de aquella discusión. Sabía que Menma era capaz de utilizar el modo sennin de los sapos, ―de ahí que le enseñara un poco al respecto, siendo capaz de acelerar su recuperación o sentir intenciones asesinas―, pero Orochimaru jamás le había contado el origen de dicho jutsu. Es más, se jactaba de haberlo creado y de ser su propio poder el que se encontraba inyectado en los cuerpos de otros conejillos de indias como él. En sus pesadillas siempre veía al sannin de las serpientes advirtiéndole que cuando su mente fuera vulnerable no dudaría en abrirse paso para controlarlo por completo. Habían pasado años desde que le puso esa marca y apenas si conseguía mantenerla a raya con ayuda de Menma. Sin embargo, al no tenerlo cerca se sentía inseguro y asustado. Había tres personas cuyas habilidades no conocía lo suficiente como para usar de manera apropiada y cualquier paso en falso podía significar su muerte. Es más, él podría haberos liquidado cuando perdió el control. Fue una suerte que los cuatro estuvieran vivos aún.

―Yo no sé qué es el sello maldito, sólo sé que pierdo el control del mismo en ocasiones ―mencionó Charasuke atrayendo la atención de los otros―. Mi único objetivo al venir a esta dimensión siempre ha sido buscar a Menma y vengarme del enmascarado que se lo llevó. No tengo intenciones de destruir a nadie más, pero sí liquidaré a cualquiera que se meta en mi camino; Akatsuki, Konoha, otras aldeas o incluso ustedes si llegara el caso ―explicó con seriedad manteniendo su mirada en sus propias manos en todo momento―. Es mejor si nos separamos aquí y ahora que todavía son capaces de excusarse acusándome de secuestro ―sugirió sin un ápice de duda.

―Yo no tengo a donde ir ―dijo la pelirroja de manera tranquila―. Ayudé a Orochimaru, Sasuke y hasta fui una akatsuki. Soy una criminal buscada y cualquier aldea querría matarme. Yo no tengo nada que perder ―declaró con calma―. Sola tampoco es que tenga oportunidades de sobrevivir. Si volviera a estar sola volvería a ser cazada ―mencionó en tono melancólico recordando su pasado.

―¡Tú estás buscando a los Akatsuki, tal vez pueda recuperar a Sasuke si voy contigo! ―gritó el blondo de manera enérgica―. Además tú solo no podrás luchar contra esos tipos. Te matarían y no quiero eso ttebayo.

―¡Naruto deberías pensar antes de hablar! ―regañó Sai mostrándose enojado y preocupado―. Estás yendo a buscar a Akatsuki, la organización que te busca para matarte. ¡No les facilites el trabajo!

―¡No lo hago, ya verás como todo sale bien. Cree en mí! ―pidió viendo a su compañero con seriedad―. Yo prometí que no abandonaría a Sasuke pasara lo que pasara.

―Suenas como Menma ―mencionó Charasuke girándose a verle con una sonrisa sincera.

―Ahora que lo mencionas, ¿él sabe de tu marca? ¿Te la hizo Orochimaru? ¿Por qué cuando te vi desnudo no la tenías? ―interrogó Naruto acercándose al Uchiha hasta invadir su espacio personal.

―Vamos más despacio ―pidió el portador del sharingan decidiendo que responder primero. Tomó aire y prosiguió―. Sí, es una marca que me hizo Orochimaru.

―Entonces, ¿traicionaste a Konoha en tu dimensión? ―especuló Sai viéndolo con los ojos entrecerrados.

―¿Traicionar a Konoha? ―preguntó Charasuke negando con la cabeza mientras sus labios dibujaban una sonrisa irónica―. Ellos me traicionaron a mí. Ellos y mi clan cuando me entregaron a Orochimaru ―confesó con marcado rencor dejando a sus oyentes impactados por la revelación.

 

Continuará….

 

Notas finales:

Nos leemos el próximo viernes cuando actualice de nuevo :D Tengan bonitas semanas n_n


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