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El lado oscuro del deseo (sasunaru) por sasunarualfaomega

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-   ¡Se casaron! -Kushina Uzumaki se reclinó contra la pila de almohadas y su rostro descolorido brilló con una nueva luz de modo que Naruto pensó que el matrimonio casi merecía la pena-. Oh, esto es lo mejor que pudo sucedernos a todos.

Sus ojos grises los recorrieron, a Sasuke parado con un aire de campeón al lado de Naruto, con el brazo sujetándolo con gesto posesivo de la cintura, y a Menma, sentado a su lado, soportando las caricias de la abuela y sus sonrisas llorosas porque sabía que  estaba enferma y debía consentirla.

-Esto endereza los errores, ¿no es cierto? -Suspiró contenta-. Pone al pasado en donde pertenece, en el pasado. ¡Oh, no pueden imaginarse lo mucho que significa para  mí borrar el pasado!

-Quizá sí, Kushina, puesto que sentimos lo mismo -Sasuke concordó a nombre de él y Naruto, sonriendo con una nota de cinismo en la voz.

Naruto ya no creía en su afirmación, a pesar de que insistió en el punto. “No hablaremos del pasado y aceptaré lo que tú propongas”, le dijo. Pero en realidad el pasado se mantenía entre ambos, coloreando cada palabra cautelosa que pronunciaban   y que podría causar una explosión, observando, esperando... no sabía qué, reconoció con un suspiro, conservando a duras penas la tregua que existía, lo mismo que una fría calma... antes de que se desatara la tormenta.

Se casaron esa misma mañana, justo antes de emprender el viaje de regreso.

Otro de sus planes inamovibles.

-Volveremos a casa como un frente unido -insistió Sasuke cuando el protestó por la aterradora velocidad con la que se sucedían los acontecimientos-. Ya conoces la vida    de un pueblo, Naruto. Siempre surgen chismes maliciosos y  locas exageraciones. Si   los enfrentamos a un fait accompli, se tendrán que tragar el hecho y el polvo que levanten y volveré a su sitio con mayor rapidez.

-Supongo que yo seré el causante de esos chismes -murmuré, ácido.

-Los dos los provocaremos, puesto que apenas vean a Menma, sabrán que es mi hijo. Lo trato de proteger -le aclaró serio-. No quiero qué el escándalo llegue a sus vulnerables oídos. Así que casémonos de inmediato para que lo digieran durante varias semanas antes que permita que el niño vague  por el pueblo. Pretendo tomarme un mes   y medio de vacaciones para conocerlo, Naruto -le informó, decidido-. Después de escuchar la charla que sostuvieron esta tarde, considero que es la única manera de solidificar nuestra relación. Menma puede tener clases privadas en el Hall hasta el fin del trimestre y empezar a ir a la escuela después de Pascua. De ese modo, estaré a su    lado para impedir que las lenguas viperinas lo escandalicen y nos conoceremos poco a poco.

-  ¿Y Sakura? -le lanzó con petulancia, cuánto había gozado diciéndole que Sakura formaba parte de su vida íntima.

-Lo aceptará junto con el resto -replicó, frío-. Después de todo, no puede  exigirme nada.

-   ¿Ni siquiera como amante? -preguntó molesto por ese tono despectivo-. ¿O intentas reservarla para después, cuando te vuelvas a cansar de mí?

-No considero que serte fiel implique un gran  sacrificio, Naruto-respondió en voz baja y después de estudiar su rostro cínico por un momento, encerró su cuerpo entre sus brazos para agregar, irónico- siempre y cuando sigas entreteniéndome por   las noches, como has venido haciendo con tanta pasión.

Cerró ese tema haciéndole el amor hasta que él le pidió piedad.

-Debieron irse de luna de miel…

Naruto parpadeó al darse cuenta del giro que dieron sus pensamientos.

-Todos los recién casados deben tener unas semanas de soledad para conocerse como se debe -los regañaba su madre. -

Naruto se permitió una sonrisita porque no había manera de que él y Sasuke se conocieran mejor en la intimidad de lo que ya la hacían.  Durante  la  semana  que pasaron en Londres, organizando una boda sencilla y obteniendo una licencia especial, Sasuke se aseguró de que se conocieran en la frenética oscuridad de la noche, cuando lo devoraba con su cuerpo, amontonando placer sensual sobre placer sensual para que sintiera y pensara como él y así lo poseyera hasta en su esencia.

-Las tendremos -replicó Sasuke y una vez más naru tuvo que concentrarse en la charla, mientras la mano que le rodeaba la cintura ascendía hasta que sus dedos quedaron justo a bajo de su corazón. Al instante los latidos aumentaron y el contacto tibio de los dedos envió. Una sensación quemante a su piel-. Me tomare seis semanas    de descanso para dedicarlas a Menma y a Naruto…y esa será una luna de miel suficiente para todos -con astucia se aseguró de que Menma se considerara parte de  esa  experiencia-. Quizá, al final de mis vacaciones, usted quiera regresar a casa para que   se una a la diversión -sonrió, con moviendo el reacio corazón de Naruto por la generosidad con que incluía a su madre.

Por la cara de la enferma se ensombreció, debido a los pensamientos que la atormentaban.

-No creo, Sasuke -murmuró, desolada-. No creo que tu padre lo aprobaría y no considero que esté bien imponerles mi presencia después de lo que yo…

-Menma -interrumpió Naruto de inmediato, antes de que la lengua de su madre  dijera algo que todos lamentarían. El niño miró a su alrededor, interrogándolo-. ¿Por   qué no vas al primer piso en el ascensor y ves si la máquina de refrescos funciona?

Contento de que le proporcionaran una excusa para escapar, el niño se puso de   pie de un salto.

-Yo lo acompañaré -interpuso Sasuke, presintiendo que madre e hijo todavía tenían mucho que decirse antes que su relación se asentara para convertirse en algo que  valiera la pena. tomó la mano de su hijo que aceptó el gesto  con timidez, y lo llevó  fuera del cuarto. La enferma se sonrojó, consciente de que su hijo estuvo a punto de lanzarle una reprimenda, pero no se atrevía a avergonzarla.

-Lo siento -musitó, tan pronto como se quedaron a solas-. Fue una tontería de mi parte, pero…

Naruto suspiró un poco mientras ocupaba el lugar de Menma en la cama. De Inmediato su madre se aferró a sus manos.

-Es que... todavía no soporto enfrentarme a la parte de culpa que me  toca  en  todo esto. - En especial después de verlo, Naru -se ahogó-. Pensar que yo quería que tú...

-Basta -dijo Naruto con firmeza, temeroso de que su madre se agitara y se provocara otro infarto-. No voy a escucharte, ¿entendido? Todos debemos enfrentarnos a nuestras culpas, mamá -continuó, con menos dureza-, pero Sasuke y yo decidimos que este fuera un nuevo principio y sólo lo arruinarás si  persistes  en  repetir, hasta la saciedad, algo que nunca ocurrió.

-Pero, ¿por qué no ocurrió? -Pregunto Kushina, curiosa- ¿Por qué no hiciste lo que todos pensamos que harías?

¿Matar al hijo de Sasuke?, reflexionó. Sus cejas rubias se arquearon con un leve desprecio.

-Ni siquiera lo pensé -le confesó recordando como todos le gritaron, amenazándolo, lanzándole sus opiniones hasta que creyó que daría de gritos si no lo escuchaban. Sin embargo, nadie lo escuchó. Ni el padre de Sasuke, ni su propia madre.

-Me dijo que era el hijo de Kiba Inozuka.

-  ¿Quién te lo dijo? -indago Naruto, enfriándose por dentro al imaginarse que Sasuke pudo inventar algo tan cruel para hacer sufrir a su madre.

-El padre de Sasuke, cuando me llamó a su estudio. Me aseguró que tú mentías, que   no era el hijo de Sasuke. Afirmó que todo el pueblo sabría que  tratabas  de  responsabilizar a su hijo con una paternidad que no le pertenecía, que esa criatura era de otro hombre. Dijo que tú y el niño debían irse o que me echaría a la calle a mí  también y que él se encargaría de que nadie me diera trabajo en otro lugar.

Sus hombros empezaron a sacudirse con el peso de su culpa y la necesidad de sacarla a la luz; un hecho que Naruto aceptó, derrotado.

’’Tenía tanto miedo, que no pensé en lo asustado y solo que tú te sentías

-continuó Kushina-. Hasta que tú  te  fuiste, empecé a reflexionar con más claridad, pero  ya era demasiado tarde, ¿verdad? -Con los ojos buscó los de Naruto-. Pero lo peor de todo fue que yo sabía, Naru que si esperabas un hijo, debía ser de Sasuke, -susurró, atormentada-. Quizá no me porté como una buena madre, querido, pero pensaba con lógica. Veía que tú y Sasuke se amaban. Lo veía en su cara cada vez que te contemplaba   con adoración y tú no lo dejabas ni un instante a solas durante ese verano, en que parecía que ni siquiera ansiabas la luna porque Sasuke ya te la había dado.

Suspiró sumiéndose en las almohadas; su rostro, no tan alterado como antes,   pero todavía estaba pálido y tenso.

’’ Y, al igual que tú, creo - con ingenuidad-, comprendía que el amor de Sasuke te traería muchas ventajas. Así que, aunque desaprobaba sus relaciones íntimas, me callé. No te censuré, imaginándome que un día vivirías en la mansión, como el esposo de Sasuke, el señor de la casa que yo cuidé durante años.

Un largo suspiro lo sacudió, llenándolo de vergüenza.

’’Si alguien tuvo malos pensamientos, fui yo, Naruto, no tú. Tú te concretaste a amar con el corazón, mientras yo esperaba y observaba, sintiéndome complacida con el curso de los acontecimientos. Sabía que el padre de Sasuke mentía -murmuró con rencor-. Sabía que no había modo de que su interpretación resultara cierta. Pero cuando se  trató de arriesgarse, protegí mi cuello y te puse en la picota. Y eso, Naru,  lo  considero mi más grande pecado.

El trayecto de regreso a la mansión estuvo salpicado de preguntas, pues Menma se mostraba ansioso por conocer lo que lo rodeaba. Pero, mientras Naruto se esmeraba por contestar con alegría, sus pensamientos lo conducían a revivir el cuadro que su madre le pintó de esos diez años repletos de sentimientos de culpa.

Nada de eso merecía la pena. Si sólo.

Se estremeció, prohibiéndose caer en una serie de “sí sólo” que no lo conduciría a ninguna parte y no serviría a- ningún propósito.

-  ¿Te sientes bien? -murmuró Sasuke, volviéndose para verlo.

Asintió y él le tomó una mano para colocarla sobre su  fuerte  muslo, manteniéndola allí, cubierta con la tibieza de la suya.

-Se repondrá, dobe-afirmó en voz baja, adivinando lo que preocupaba a su esposo-. Como a todos nosotros, a tu madre les tomará tiempo perdonarse por lo que hizo, pero al final lo logrará... y olvidará.

Algo en la luz opaca de sus ojos le reveló a Naruto que hablaba tanto de sí,   como de su madre.

-Y tenemos a Menma -continuó, más optimista-, la mejor panacea que  existe -apretó  la mano de naru y cambió de velocidad para que el auto casi se detuviera-. ¡Eh, Menma!

-Exclamó para llamar la atención de su hijo-. Mira a la izquierda y verás tu nueva casa.

-   ¡Rayos! - Naruto escuchó la exclamación ahogada de su hijo, con la que expresaba su admiración. - ¿Vamos a vivir... allí?

“Allí’’ contenía unas cuantas sorpresas para el papi y el hijo. Una  de ellas era  una sección de cuartos recién decorados para Menma que Sasuke le asignó cerca del ala del apartamento que ellos ocuparía y, la grandeza y el tamaño de su  nuevo  hogar  enmudeció de asombro al niño, cuando su padre le mostró el dormitorio y la habitación de los juegos, se quedó con la boca abierta, como si no creyera lo que veía.

-  ¿Cómo te las arreglaste para lograrlo? -musitó Naruto conmovido al máximo  por esa inspirada generosidad de Sasuke mientras, al igual que Menma, admiraba la cómoda salita, con los muebles prácticos y resistentes que tenían en Londres...  distribuidos para que Menma los empleara en su uso personal. Allí estaba también la cama individual esperándolo en el dormitorio, cubierta con la colcha de Batman.

-La mudanza se efectuó en camión esta mañana -le explicó Sasuke-. Yo... -miró sus pies, sintiéndose torpe por un momento-, recordé cuando cumplí nueve años y tuve que dormir en una cama extraña en un sitio desconocido. No quería que Menma conociera el  vacío que te invade en esos instantes de soledad.

El corazón de Naruto se encogió al recordar como Sasuke le describió el período triste y aterrador de su vida cuando lo enviaron a un internado sin un sólo objeto familiar que pudiera mirar para recuperar un poco de confianza.

-Gracias -le tocó el brazo y sus ojos se encontraron provocando una ola de la tibieza y comprensión que un día compartieron.

-   ¡Oye…papi! -Menma rompió ese momento de intensidad, haciendo que su papi parpadeara y se obligara a fijar su atención en el niño-. ¡Hasta me trajeron nuestro viejo televisor! -Sonrió y miró con timidez a su padre-. Estos muebles no van con la  casa, ¿verdad? -declaró con perspicacia.

Sasuke sonrió, cruzó el cuarto y acarició la cabeza de su hijo.

-Nunca juzgues por las apariencias -le aconsejó-. El interior es lo que cuenta.

Menma frunció el ceño, sin comprender ese sabio comentario, pero Naruto sí captó  su significado y supo que Sasuke no se refería a los muebles.

-El caso es, Menma -continuó Sasuke en un tono más natural-, que pensé que esto te ayudaría a sentirte en tu hogar y a adaptarte a tu nueva casa. Y, en cuanto al resto de las habitaciones se refiere, estos son tus cuartos privados, puedes entrar y  salir cuando quieres y acomodar las cosas como te plazca, sin preocuparte por no poner los pies sobre los muebles o romper alguna pieza antigua irreparable..

Otra experiencia del pasado, reconoció Naruto y una vez más su corazón se conmovió al evocar al Sasuke de quince años, que crecía demasiado aprisa para tener la gracia y la coordinación corporal que ahora poseía. En muchas ocasiones llegó a  buscarlo, pateando las piedras del camino, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón de mezclilla, porque acababa de recibir otro regaño por haber tirado una porcelana o cualquier tesoro de esa naturaleza o simplemente porque su padre lo pescó con los zapatos llenos de lodo dentro de la casa. Ese niño hubiera dado cualquier cosa por tener un lugar similar al que ahora le entregaba a Menma para recostarse o echarse sobre un sillón, sin que nadie le reprochara su suciedad o su falta de buenos modales.

-Ven -regresó al lado de Naruto, lo tomo del brazo y lo sacó del cuarto de Menma-, también preparé una sorpresa para ti, que espero sea igual de agradable.

Curioso, Naruto le permitió que lo guiara hasta las escaleras que subían en  espiral hasta otra sección de la casa. Pasaron frente a varias puertas y entonces él se detuvo para abrir una y  hacerse a un lado, para que el pudiera entrar. Naruto lo   hizo con cierto temor, preguntándose qué sucedería y luego se quedó inmóvil, tan desconcertado como Menma al encontrarse frente al estudio que sólo se atrevió a soñar  que un día tendría.

-   ¿Qué te parece? -preguntó Sasuke, después de dejarlo explorar el taller de trabajo que había decorado para el uso personal de su esposo. Todo estaba allí, desempacado con cuidado y listo para que lo utilizara. La enorme mesa para cortar, los rollos de telas finísimas colocados en los estantes que ocupaban una pared,  las  máquinas de coser, el guardarropa lleno de vestidos y el archivo antiguo, de madera,  que guardaba sus invaluables diseños.

-Me parece que te has tomado demasiadas molestias -dijo, en un susurro.

-Quiero que seas feliz aquí, Naruto -le indicó, como si la respuesta poco entusiasta de Naruto lo hubiera desilusionado.

naru no contestó porque no esperaba encontrar la felicidad en Thornley. La felicidad surgía del amor y la confianza y él no se permitía sentir esas emociones.

Esa noche lo amó con una nueva urgencia, asentando la posesión de ese cuerpo de doncel, aunque jamás poseyera su alma. Y, como si presintiera que se resistía a entregársele, lo llevó al borde de la locura con su pasión, y sólo se detuvo cuando, muy dentro de él, anclado en medio de su cuerpo por el poder de sus muslos, lo miró y le dijo:

-Algún día te haré decir esas tres palabras especiales de nuevo; Naruto -su amenaza también brilló en la iracunda pasión que le quemaba las pupilas al  contemplarlo-. Saldrán de tus labios en un momento igual a este, cuando tus sentidos dominen tu fría y dura amargura, y entonces sabré que eres toda mío otra vez.

-Te amo, Sasuke -se burló Naruto, imitando la voz apasionada de sus años de adolescente y luego lo observó, retándolo-. ¿Es eso lo que querías oír? -preguntó, sabiendo que no era sincero al pronunciar ese voto.

-   ¡Maldito! -se ahogó y lo penetró con violencia, al tiempo que esa agresión se duplicaba en los movimientos de su compañero.

Así se fijó el patrón de su futura relación. Sasuke le anunció su intención  de  obligarlo a enamorarse de él de nuevo y él lo retó a que cumpliera esa promesa con el tono burlón de su voz.

Unas dos semanas más tarde, cuando regresaban del hospital, Naruto descubrió un gesto meditabundo en el rostro de Sasuke y se preguntó qué planes lucubraba para llamar su atención. Cada vez que ese gesto aparecía en su cara, por lo general precedía  a una de esas declaraciones para reconquistarlo, sacarlo de equilibrio o confundirlo. Y   la melancolía era más intensa ese día, se dio cuenta incómodo, al salir con él del    estudio donde pasó la mañana trabajando en su escritorio, para  acompañarlo  al hospital.

El gesto se adaptaba al juego con que los manejaba a todos, efectuando pequeñas variaciones, según el caso. Con su madre se mostraba encantador y bromista; con Menma, juguetón o disciplinado.

Su madre había salido de la sala de cuidados intensivos para pasar a un cuarto   con tres camas, ocupadas por mujeres de edad similar a la de ella y, con el encanto especial de Sasuke, pronto tenía a las ancianas fascinadas, lo cual obligaba a sonreír a su madre y olvidar sus sentimientos culpables.

Menma, por otra parte, se mostraba cada día más relajado y contento con su nueva vida. La mansión lo intimidó al principio, induciéndolo a deslizarse por las habitaciones como si fuera un intruso, hablando en susurros en lugar de reír, saltando si alguien le dirigía la palabra. Pero ahora caminaba con arrogancia, imitando a su padre, por los salones elegantes; no le lanzaba ni una mirada a la armadura que vigilaba sus pasos y se burlaba de las pinturas de sus ancestros que decoraban la escalinata. Todavía no le  tenía mucha confianza a Sasuke, pero sólo por que empezaba a admirarlo como un héroe.

Menma de inmediato registraba cualquier cosa que dijera Sasuke y le prestaba una grave y concentrada atención. Y, no importa qué hiciera, montar a Kyubi o recostarse en un sofá después de la comida, el niño lo observaba con una fascinación ingenua.

Sasuke le daba clases a Menma de gramática y aritmética, le enseñó a montar un potro negro que le compró y le explicó las reglas del ajedrez. Y Menma le enseñó a Sasuke a volver a sentir el placer de patear un balón de fútbol en el prado cerca del lago, y cómo jugar escondidillas.

¿Y con él? Pues, con el practicaba el amor sexual ....

Puesto que era la única manera en que lograba obtener una respuesta “adecuada” de él, allí concentraba todos sus esfuerzos. En la cama o fuera de ella, usaba su atracción sexual para ponerlo nervioso, esperando despertar sus  emociones  de  un modo u otro.

Jugaba con todos ellos, afinando sus instrumentos para que se doblegaran a su voluntad; y qué obtenía con ello, Naruto no podía decirlo. Cierto, parecía feliz, contento con la clase de vida que había adoptado.

-Creo que daré una fiesta este fin de semana -murmuró Sasuke de pronto, manteniendo los ojos fijos en el camino-. Para-que se levante el telón como se debe.

Así que en eso pensaba.

-Nos lanzarás al estrellato, ¿verdad, Sasuke? -se mofó, seco.

Hasta ese momento no se habían aceptado visitantes en la  mansión, poniendo  como pretexto las reparaciones, para evitar que algún intruso los molestara. Ahora, según parecía, justo cuando el empezaba a relajarse un poco, la agradable protección que le proporcionaba su hogar, iba a terminar.

-No, realmente no -contestó Sasuke-. Pero creo que es mejor que no  nos  escondamos, como si tuviéramos algo de que avergonzarnos. Invitaré a algunos amigos íntimos para… digamos, tomar un cóctel el domingo por la tarde -decidió-. Personas que tengan hijos de la edad de Menma, para que el también conozca a los chicos de la localidad.

-Creí que querías pasar estas semanas protegiéndolo contra esa posibilidad

-Cambié de parecer. Consideró más constructivo introducirlo poco a poco en esta sociedad. De ese modo, cuando empiece a ir a la escuela, ya tendrá amigos... amigos   que, en el mejor de los casos, lo protegerán contra los chicos más sinceros. Kiba Inozuka tiene un hijo un año o dos menor que Menma. Podríamos invitarlo, supongo... -sugirió, pensativo.

-   ¿Kiba Inozuka? -Naruto se puso tenso y una helada sospecha le recorrió la espalda al contemplar su perfil. ¿Qué tramaba ahora?, reflexionó, nervioso. ¡Kiba  Inozuka nunca fue amigo de Sasuke! Siempre se pelearon, desde que el recordaba-.

¿Desde cuándo es Kiba Inozuka un visitante bien acogido en tu casa? -indagó, a la defensiva.

-En nuestra casa -lo corrigió.

-Tu casa -insistió, terco-. Yo me siento igual que en un hotel de lujo. Un lugar donde los millonarios permiten que atiendan sus decadentes cuerpos -la frase estaba llena de desprecio.

 

 

Sasuke le sonrió con ese encanto siempre presente en sus gestos burlón.

-   ¿Así que no te gustó hacer el amor en el lujo decadente de mi jacuzzi, eh?

-murmuró con tersura y la sonrisa se amplió cuando las mejillas de Naru se sonrojaron-. Anoche fue una noche digna de recordar, mi dulce tormento -se mofó evocador, mientras el hervía con su propia vergüenza-. Al salir de la bañera, supuse que te sentías total y completamente consentido, mi dobe.

-Cállate teme! -le ordenó, deseando que Menma estuviera con ellos para preservarlo de las bromas de ese hombre. Pero ese día se quedó en casa para ayudar al viejo Iruka en los establos... un sitio del que le costaba un trabajo inaudito sacar a su hijo-. Volviendo  a la idea de organizar una fiesta -retrocedió con rapidez-, ¿qué pasaría si  yo  no quisiera conocer a nadie todavía?

-Entonces, vida mía -replicó, perezoso-, sólo me quedaría la posibilidad de convencerte, ¿verdad?

La sangre de Naruto ardió ante la insinuación que él hacía y volvió la cabeza   para que su marido no viera el efecto que provocaba en sus pupilas azules.

-Sexo... -musitó, sólo para observarlo removerse inquieto en su asiento y reír, antes de concentrar su atención en el camino.

Desde la primera vez que hicieron el amor en la cama de Naruto, en Londres, hacía más de tres semanas, no podía saciarse de él y Sasuke lo sabía, explotando esa debilidad al máximo, gozando de ese privilegio que controlaba a su antojo  y  empleándolo para descontrolarlo. Lo hacía arder con una mirada. Si estaba hablando, lo callaba con sólo recorrerle el cuerpo con los ojos.

Si en otros aspectos de su vida cotidiana actuaba como el  sereno  señorito  Uchiha, en el plano sensual Naruto se convertía en vampiro, desesperado por sorber los placeres que él ofrecía a su cuerpo, sin la menor esperanza de dominarse. Y si lo avergonzaba su desenfreno, se consolaba un poco al pensar que él lo afectaba del mismo modo y que hubiera podido subyugarlo, de proponérselo. Pero ni siquiera lo intentaba y eso, lo creía a pie juntillas, lo irritaba al máximo y lo inducía a reducirlo a una masa de lujuria palpitante.

-Esta noche haremos el amor en la sauna -decidió, provocándolo de nuevo, como siempre, picándolo, aguijoneándolo, antes que tuviera oportunidad de volver a levantar sus defensas-. Nuestros cuerpos se cubrirán de sudor; se calentarán -describió, saboreándose-, y luego nos uniremos, deslizándonos... debe ser una experiencia deliciosa.

-  ¿No dejaras de ser tan... vulgar? -lo cortó, tragándose el anzuelo, mientras sus sentidos se despertaban ante ese conjuro.

-Esa no es una vulgaridad -replicó, lanzándole una mirada ofensiva-, sino uno de  mis planes más interesantes.

Notas finales:

Tambien lo encuentran en wattpad

https://www.wattpad.com/story/253082620-el-lado-oscuro-del-deseo-sasunaru

 

la adaptacion no me pertenece


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