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El lado oscuro del deseo (sasunaru) por sasunarualfaomega

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Y una especie de locura debió impulsarlos a conducir en esa blanca y traicionera noche. Les costó dos horas llegar a la carretera y ninguno pronuncio ni una palabra mientras Sasuke se concentraba en luchar contra los elementos Naruto, sentado a su

lado, demasiado temeroso para hablar, mientras los ojos le dolían por el esfuerzo de mantenerlos pegados al camino, con el corazón en la boca, observaba, escuchaba, sintiendo el menor movimiento del coche, que significaría que se volcarían o, peor, que  no podrían avanzar.

Cuando llegaron a la carretera estaba exhausto, pero al menos la nieve parecía haber desaparecido y la línea del asfalto se extendía ante ellos en la distancia.  Entonces se relajó, bajó un poco la guardia y se sumió en sus confusos pensamientos

La negativa persistente de Sasuke respecto a la carta que según él no  había  recibido, lo desconcertaba porque ahora no merecía la pena mentir, a menos que lo hiciera por orgullo. Pero no lo creía. En el pasado, Sasuke siempre  aceptó  la responsabilidad de sus errores, grandes y pequeños, sufriendo los castigos que le imponía su padre como hombre. Así que la carta, si la recibió, debió traerlo a su casa,   en el siguiente vuelo disponible. Reacio o no, el Sasuke que él conoció hubiera vuelto a su lado.

¿Acaso se mostró injusto al no tratar de ponerse en contacto con él una segunda vez? Recordó que se sintió tentado, cuando las dificultades lo agobiaban y el futuro se veía más incierto que nunca.

Pero el orgullo se lo impidió. El mismo orgullo que lo apartó del padre de Sasuke, apretando el cheque en la mano, decidido a usar cada centavo para construir un hogar para el nieto que rechazaba.

Siempre lo intimido ese aristócrata. Era la única persona que podía aplastarla con su presencia. Como pertenecía a la vieja escuela, reglas sociales, siempre desaprobó la amistad que Sasuke y el sostenía, le alentó a que se comprometiera con Sakura Esa chica era aceptable en el plano social y económico y Naruto no. Tan simple como eso.

-Mi hijo me llamó hoy. Parecía indignado por la carta que le envió, haciéndole ciertas reclamaciones. Niega la responsabilidad que usted le achaca, desde luego.

-Pero digo la verdad, señor -siempre lo llamó señor. Su madre se lo inculcó desde que era un niño de brazos “Es el amo y debemos tratarlo con respeto”. Y lo  respetó aun cuando él lo pisoteaba.

-Se sabe que la mitad de los jóvenes de esta área lo han usado.

Alelado por la  bajeza de esa acusación se  quedó inmóvil, intentando comprender  en medio de su terror, quién pudo decir tan horrible mentira.

Despacio, con cautela para que Sasuke no se percatara de su movimiento, se volvió para estudiarlo. Tenía la cara pálida y las facciones tensas. Pero su atractivo seguía    allí emanando sin cesar. Hacía diez años ese rostro solía quebrarse en sonrisas impulsivas, sin razón, sólo porque estaban juntos.

“Soy muy feliz. Me encanta tenerte a mi lado”. No lo había visto sonreír con frecuencia desde que regresó y si acaso sonreía, no lo hacía con la espontaneidad de antaño.

La vida cambia al joven para convertirlo en hombre, supuso. Ahora, reflexionaba, él tampoco sonreía mucho. Pero antes, con Sasuke, jamás cesaba de reír, bromear, jugar  y amarse. El dolor del recuerdo le recorrió el cuerpo, reconociendo el amor que compartían.

¿Ese Sasuke que conoció... o el de ahora... le volvería la espalda a sus responsabilidades? Sólo tenía que verlo a la cabecera de su madre para saber que no.

¿Fue un tonto al creerle a un despótico aristócrata?, Un ciego, estúpido, asustado, tonto, que creyó que Sasuke lo había abandonado.

Tembló y se acomodó el cuello del abrigo alrededor de la garganta. De qué otra manera su padre descubrió que estaba embarazado si Sasuke no se lo dijo. Porque él no  se lo confió a nadie, esperando ansioso la respuesta de su carta o, acaso, el regreso de Sasuke a la mansión, para que lo apresara en sus brazos y le pidiera que no se preocupara, que él estaba allí ahora y que todo saldría bien.

No, le ordeno a su mente que dejara de fabricar excusas para Sasuke No existía ninguna.

El auto se detuvo en una estación de servicio y Sasuke le llevó una taza de café. La aceptó agradecido, pues no había comido ni bebido nada desde que salió del hospital.

Le hubiera gustado llamar para indagar por la salud de su madre Pero ese telefonema tendría que esperar. El silencio volvió a invadir el vehículo cuando reanudaron la marcha.

Se adormiló, consciente todavía de Sasuke, del vaivén del coche, hasta que un sexto sentido le advirtió que estaban en las afueras de Londres.

-    ¿A dónde vamos? -pregunto Sasuke, sin mirarlo, con los ojos  fijos  en  la  carretera.

Se lo indicó en un tono sin modulaciones y volvió a guardar silencio. Al llegar a su casa, Naruto abrió la puerta del coche y se puso de pie, sobre piernas acalambradas por la inmovilidad.

-Menma no está aquí-le informó, apenas Sasuke estuvo a su lado-. Se lo encargué a unos amigos.

Sasuke asintió, quizá ya lo había imaginado. naru encendió las luces del vestíbulo   y le indicó que pasara, para después cerrar y asegurar la puerta.

-Apreciaría que me dieras algo de beber antes de tratar de dormir, Naruto -le pidió, como si le costara un enorme esfuerzo.

-La cocina está en el primer piso -le explicó-. Estos cuartos los dedicamos al  taller de costura.

Arqueó las cejas, pero no dijo nada y el presintió que criticaba las condiciones poco satisfactorias en que Menma se había criado. Fueron felices allí, él y Menma, pero  estaba demasiado cansado para aclararle ese punto, así que subió las escaleras sin agregar ni una palabra.

Ya en la cocina, llenó la tetera y la colocó sobre la estufa.

Él acercó otra silla a la mesa de la cocina y se sentó, agotado. Se frotó la mejilla con una mano. -

-  ¿Qué tan lejos está?

Adivinó que durante todo el viaje Sasuke sólo pensó en Menma y esa pregunta lo confirmaba o hubiera usado el nombre de su hijo.

-No muy lejos -metió las bolsitas de té en el recipiente, esperando a que hirviera el agua-. A diez minutos de aquí, cuando mucho.

-Iré a recogerlo mañana -afirmó  cansado.

-   ¡No! - Naruto saltó, sofocada de miedo- No tienes que hacerlo. Gaara lo traerá por la mañana -le aseguró-. Llegarán antes de las nueve. Así que perderías el tiempo yendo a recogerlo.

Sasuke asintió de nuevo y él se alegró al ver que aceptaba su consejo.  No  permitiría que Sasuke anunciara su presencia en la vida de Menma de ese  modo.  Era  demasiado brutal.

-Ten -le dijo-, tu té -colocó el tarro frente a él-. Después trataremos de dormir.

-  ¿Qué hora es? -hablaba como un ebrio con los ojos perdidos en el vacío.

-La una y media -respondió, viendo el reloj de la cocina. Se sentó frente a él, bebiendo poco a poco, mientras el silencio latía entre ambos.

-  ¿Qué nos pasó, Naru? -Murmuró de pronto, mirándolo con sus pupilas rojas de sangre-. ¿Qué error cometimos?

-No sé, Sasuke -las lágrimas llenaron sus ojos-. Realmente nunca lo supe.

-Dios -gimió, apretando el tarro caliente-. El problema gira y gira en mi cabeza hasta que casi me vuelve loco.

-No pienses más en ello -le sugirió, exhausto, comprendiéndolo porque ese asunto también le parecía insoluble. Le tocó la mano, compadecido-. Descansa y mañana, con la mente fresca, encontrarás una respuesta.

Sasuke volvió la mano e inclinó la cabeza morena para observar sus largos dedos midiendo los de él y Naruto se mordió el labio, con los ojos arrasados de lágrimas ardientes mientras una ola de compasión la ahogaba. No importaba lo que hubiera sucedido diez años antes, Sasuke perdió la más satisfactoria experiencia de su vida al rechazar a su hijo. Y quizá, concluyó, al igual que su madre, Sasuke vivió con una culpa extenuante y sólo sobrevivió enterrándola, negándose a admitir que no  actuó  a  la altura de las circunstancias. Después de todo, ¿no era lo que la misma hizo? Apartó a todos los que amaba de su mente porque no soportaba pensar en que lo traicionaron a él y a Menma.

-Anda -suspiró, soltándole la mano-, vamos a dormir. Puedes usar el cuarto de Menma

-le ofreció, torpe.

-No -negó, con firmeza- Dormiremos en la misa cama durante resto de esta  noche.

Esa decisión lo obligó a volver a sentarse, contemplándolo como si le fuera a cortar la garganta

-   ¡No voy a dormir contigo! -exclamó, preguntándose si había enloquecido por completo.

-Vas a hacerlo, -insistió, inconmovible-, o no dormirás. No te daré la oportunidad de escapar para robarte a mi hijo por segunda vez.

-Pero... ¿cómo se te ocurre algo tan descabellado, Sasuke? -Lo miró azorado-. ¿A dónde iría? Esta es mi casa... aquí trabajo. No piensas con lógica -disculpó esa momentánea aberración y se puso de pie, para salir de la cocina- Usa el cuarto de Menma y yo te despertare a tiempo para…

-    Sabes que dormiremos juntos. -reiteró, seco-. Dios sabe que...-suspiró-. Necesito un poco de ternura esta noche y no entiendo por qué tú no puedes  regalármela, puesto que me has llenado con la maldita amargura que estoy sintiendo en ese momento -otra vez sus ojos lo taladraron y él se encogió por las acusaciones que  le lanzaba-. Duerme -le aclaró tajante- es lo único que te exijo, en caso de que tu   mente torcida mal interprete mis motivos. Duerme con la seguridad de que estoy a tu lado y que no veré a mi hijo antes de la mañana.

-Dormiré -concedió Naruto con pesadez, demasiado cansado para luchar contra él. Después, sin pensar en lo que había aceptado, salió, del cuarto.  Sasuke  no  podía saberlo, pero a él también le hacía una falta desesperada un poco de ternura. Una ternura que no sintió en muchos años y que consideraba Un derecho que él se la diera... aunque fuera de una manera oblicua.

-El baño está allá -le señaló la puerta de la izquierda-. Me cambiaré, mientras tú te lavas.

Sólo le demoró unos minutos desvestirse y ponerse la bata, para esperar a que Sasuke saliera del baño. Se cruzaron en la puerta, evitando tocarse. Cuando el volvió al dormitorio, él se había metido en la cama y tenía los ojos cerrados.

Se recostó a su lado, tratando de no moverse, presintiendo que estaba desnudo.

El estiró un brazo y lo abrazó, moldeando su delgada forma a su  cuerpo  musculoso

-Gracias por ceder -murmuró, adormilado, en la nube sedosa de los cabellos de Naruto-. Comprendo que fue una imposición, pero esta noche te necesito, Naruto. Naru, te necesito.

Se sumió en un sueño profundo y Naruto permaneció tenso entre sus brazos, durante un rato, sin creer en lo que le sucedía, escuchándolo respirar, sintiendo su aliento en la base de la nuca y luego, despacio, empezó a relajarse, pegado a su cuerpo tibio, vencido por un cansancio que le cerró los ojos hasta que también se durmió.

Despertó poco a poco, consciente de la deliciosa tibieza que invadía su  cuerpo,  una tibieza líquida que lo hizo estirarse con languidez, para después suspirar

Sasuke observaba esos movimientos reveladores desde su posición, apoyado sobre    un codo, mientras sus ojos recorrían las facciones suaves del durmiente. Sonreía apenas, gozando con las caricias de su mano sobre su vientre, por encima de la tela de seda del camisón. Se inclinó para rozarle la mejilla con los labios y el murmuró algo, volviéndose un poco para buscarlo

Le besó la naricilla, las cejas, los párpados cremosos y el rubor perfumado de las mejillas.

-Naru... -murmuró, suave.

-Sasuke…-exhaló y se volvió para rodearle el cuello con los brazos, apretándolo, arqueándose con ese flexible movimiento, símbolo de un intenso deseó.

Él sonrió, con una sonrisa dulce que concordaba con la dulzura con que él se despertaba y lo besó, entreabriéndole los labios que ya lo esperaban, listos para recibirlo y poco a poco, con sensualidad, empezó a atraerlo a la realidad, tocándole el cuerpo, excitándolo, alzando el camisón a lo largo de sus piernas y todavía más arriba, hasta sus caderas.

Naruto se despertó cuando su mano se deslizó entre sus muslos.

-   ¡Sasuke! -exclamó, todavía sin saber si soñaba o no, pues las nubes del sueño comenzaban a dispersarse.

-Calla -murmuró-, todo está bien. Me deseas, Naru, tu cuerpo me lo dice y Dios sabe que yo... -susurró, estremecido-, te deseo...

Lo besó, cortando sus protestas. Y, mientras luchaba contra su propio deseo tratando de pensar, él empezó a acariciarlo, con seguridad y experiencia, robándole el aire de los pulmones mientras la llama ardiente de la pasión empezaba a envolverlo.

Oh, no gimió en su interior al tiempo que todo se despertaba, su cuerpo, su corazón y su misma alma. Sabía que estaba perdido, moviéndose al ritmo que Sasuke creó hacia tantos años, para que la magia fluyera de nuevo.

-No quiero -musito, tembloroso, cuando él lo cubrió con su torso y los vellos oscuros rasparon sus sensibles pezones.

-Claro que quieres -afirmó-. Para esto naciste, para ser mío de esta manera.

¿Realmente? ¿Nació para conocer las caricias mágicas de ese hombre? Acostado, inmóvil bajo esas manos que lo subyugaban con sus movimientos sensuales, lo creyó,  pues ningún otro hombre lo conmovió de ese modo. Ningún otro hombre suplantó a Sasuke.

-Me matarás, si continúas -le advirtió, desesperado, tratando de luchar  por  última vez.

-Pero qué forma de morir, cariño -murmuró, travieso. - Perdido en los brazos del hombre que ansías... como él te ansía, con desesperación fatal. Dios, Naruto, tienes  que tocarme; ¡este tormento es tan, tan dulce!

Despertó con la aceptación lánguida de que algo radical había cambiado su vida.  Se recostó sobre su espalda y se estiró, sumiéndose entre las colchas con una sonrisa satisfecha en los labios.

Se quedó quieto y el ademán accidental de su diestra tocó una piel tibia  y desnuda, para de terror. Volvió la cabeza y vio a Sasuke dormido a su lado y entonces recordó lo sucedido, mientras se sonrojaba.

-Dios bendito -suspiró, demasiado azorado para hacer otra cosa que contemplar    a su compañero. ¿Cómo se atrevió?

El parecía relajado y contento, como el Sasuke de antes, sin las capas de cinismo ensombreciéndole el rostro. El corazón de naru se conmovió y luego le tembló  dentro del pecho. Y las lágrimas rodaron en silencio por sus mejillas.

Lo amaba, lo aceptó dolorosamente. Lo amó y amaría siempre, de forma total e irrevocable. Esa admisión lo hizo sentirse débil y solo porque sabía que, no importaba    lo que Sasuke lo obligara a sufrir, jamás mataría lo que sentía por él, porque era parte inherente de sí mismo.

Y quizá por tal razón huyó durante años. No porque su padre lo atemorizara. No porque su madre apoyara a Fugaku Uchiha. No porque Sasuke lo denunciara, sino porque jamás podría aceptar su rechazo y sobrevivir.

¿Eso significaba que le permitiría lastimarlo y que siempre lo  perdonaría? Tal  vez, aceptó con un amargo sabor en la boca.

Abrió los ojos negros, brillantes, que captaron lo que la rodeaba al instante.

-  ¿Por qué? -preguntó Naruto.

Él sonrió, sin pretender mal interpretarlo y se apoyó sobre un codo, burlándose   de él.

-Quiero recuperar a mi hijo -le confesó-. A cualquier precio, pero prefiero la   ruta más fácil, de ser posible. Tú eres esa ruta, Naruto. Por medio de la madre, recuperará a mi hijo -le tocó la comisura de la suave boca con un dedo y clavó los ojos  en esos labios temblorosos que lo deseaban, sonriendo con seca satisfacción.

-  ¿Planeaste todo esto? -indagó, alelado por esa astucia sin piedad.

-  ¿En qué crees que pensaba durante el largo trayecto hacia acá?-se mofó- ¿En cómo tenerte a mi merced? -Parecía que decía la verdad-. No soy tonto, Naruto, aunque así me consideres. La manera más deliciosa de recuperar a mi hijo es por medio de ti. Tienes que estar de mi parte para que me acepte.

-No entiendo cómo seducirme te ayudará a lograr tus fines -frunció el ceño.

-  ¡Claro que lo entiendes! -se mofó, suave, sonriéndole perezoso y explorando, su cuerpo con una mano. Al instante  el contuvo el aliento y el fuego que lo sacudió lo hizo arquearse contra esa mano, y Sasuke soltó una carcajada de  triunfo-. ¿Ves?  -lo  retó-. ¡Eres mío, Naruto! Sólo tengo que tocarte, de esta manera... -lo volvió a  hacer   y el volvió a responder del mismo modo, indefenso-, para que me obedezcas en todo    lo que se me ocurra, con tal de que te amé con mi cuerpo.

-  ¡Dios mío! -se ahogó, cerrando los ojos para no ver el triunfo que se pintaba en  su rostro. Se sumía, mareado, en la mañana cálida, ardorosa, de su maldito deseo- ¡Te odio!

-Pero estás listo para recibirme -le informó con  crueldad,  montándolo,  abriéndole los muslos y penetrándolo con rudeza, con un impulso violento que lo obligó    a soltar una exclamación de deleite-. Dilo, Naruto -le ordenó, con el rostro sombrío a unos centímetros del de su amante. Volvió a impulsarse con las caderas y el volvió a gemir, dándole la bienvenida-. Dilo. ¡Quiero que lo digas!

-  ¿Qué diga qué? -gimoteó, desesperado.

Otro impulso, otro suspiro de placer vergonzoso.

-Ya sabes, pequeño tormento. Dilo, maldición, o te juro que jugaré contigo de ese modo hasta que te mueras de la frustración.

Se impulsó de nuevo y él se arqueó con fuerza, bajo su cuerpo.

-Te deseo, Sasuke-grito, acariciándole los fuertes brazos, apretando los hombros musculosos-. Te deseo -repitió, ronca.

-  ¿Cuánto?

¿Cuánto me deseas, Naru?

¡Con todo mi cuerpo, Sasuke!

-  ¡Todo mi cuerpo, Sasuke! -jadeó-. Todo mi cuerpo te desea.

Ese acto de rendición lo llenó de despreció, abrió los ojos y vio las pupilas azules vibrando de urgencia y de odio. Leyó el triunfo en esa expresión tensa de  deseo  y, como un animal le enterró las uñas, marcándole el pecho.

Gritó, arqueándose de dolor, temblando, y su cuerpo se hinchó dentro  de  Naruto excitado, quemándose en el clímax del placer y la ira, exaltándolo porque le demostraba que Sasuke no era menos vulnerable a la pasión quemante que le demostraba.

-  ¡zorro del infierno! -gruñó, fulminándolo con los ojos y luego soltó una carcajada  y los dos Sasuke, el joven y el de hoy, se superpusieron para aprisionarle los cabellos, formando un nudo y tirarle la cabeza hacia atrás, contra  las almohadas, de  modo  que su boca pudiera besarle la garganta desnuda y expuesta, para bajar por su cuello de seda hasta el hombro.

Entonces, el ritmo de sus cuerpos amenazó lanzarlos fiera del mundo y él murmuró, enloquecido: -

-Dios mío, ¿cómo he podido vivir durante tanto tiempo sin esto?

¿Cómo?, se preguntó el, mareado, triste, mientras sus sentidos exaltados le comunicaban una intensa melancolía.

Se quedó acostado, demasiado débil para hacer algo más que  observarlo,  lánguido, moviéndose por la pequeña habitación sin percatarse de la turbadora  atracción que ejercía sobre naru.

Sus largas piernas, soberbias con las cuerdas de músculos, subían como dos columnas firmes y delgadas hasta una cintura sin un gramo de grasa innecesaria. La delgada forma de su cuerpo se expandía en el pecho de acero, cubierto de vellos  rizados y oscuros, para terminar en dos hombros poderosos. Hacía diez años el cuerpo de Sasuke le parecía un espectáculo maravilloso cuando estaba desnudo. Ahora había ganado en madurez, se afinó al convertirse en la perfección de la virilidad.

Él se volvió y lo sorprendió estudiándolo, clavando sus ojos negros en la figura horizontal, sonrojada por las marcas de su amor.

-Eres mío, Naruto -afirmó tajante-. Recuérdalo cuando Menma regrese a casa.

Puede significar para ti la diferencia entre conservarlo o perderlo.

-No me amenaces, Sasuke  -le pidió en voz baja, demasiado perezoso para enojarse.  Y, de cualquier modo, ya lo había aceptado, mucho antes, que le pertenecía... como siempre. Aun cuando él lo despreciaba. - No has cambiado mucho con los años,

¿verdad? -Opinó, travieso-. Todavía eres un tipazo.

Sasuke sonrió, sin poder evitarlo y se inclinó sobre la cama.

-Tampoco tú, mi amargo tormento -murmuró, dándole un beso en sus generosos labios-. Y para probarlo, con estas marcas -agregó, apartándose para que naru mirara   las dos líneas que dejaron sus uñas en el torso, hasta la pared cóncava del estómago.

Le sostuvo la mirada, sin el menor remordimiento y él se rió, con una risa tenue, moviendo la cabeza morena, antes de pasarle un dedo por el cuello adolorido...

-Pero yo también te marqué, mi kitsune -le informó, regodeándose, riéndose de nuevo-. Solían llamarlas señales de amor, pero yo prefiero catalogarlas como mi marca de posesión personal... Rebélate, Naruto -le advirtió-, y te demostraré que la impresionante fachada de frialdad con la que te has disfrazado a través de los años,   se cae a pedazos en cuanto yo quiera.

Lo besó de nuevo, en los labios y con rapidez, antes de apartarse de su lado.

-Levántate -sugirió-. No deseo que mi hijo llegue para encontrar a su papi en la cama, esperando que su amante vuelva a poseerlo.

-Eres un malvado, Sasuke, un verdadero bastardo -murmuró, mientras se obligaba a moverse y luego se quedó quieto cuando él se volvió, furioso.

-Yo no lo soy, pero mi hijo sí -le escupió-. Un error que rectificaré en la primera oportunidad que tenga.

-  ¿A qué te refieres? -inquirió, alarmado.

Levántate -repitió, rehusándose discutir el tema. - Iré a prepararme un café.

Y se fue, dejando que Naruto se preguntara, mordiéndose el labio inferior, cuántos planes ideó Sasuke, durante el trayecto de Yorkshire a Londres, la  noche  anterior.

Notas finales:

Tambien lo encuentran en wattpad

https://www.wattpad.com/story/253082620-el-lado-oscuro-del-deseo-sasunaru

 

la adaptacion no me pertenece


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