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El lado oscuro del deseo (sasunaru) por sasunarualfaomega

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Ya llegaron, Naruto observó por la ventana que el coche de Gaara se estacionaba atrás del de Sasuke y que su hijo se bajaba para rodear al  monstruo  mecánico, describiéndole a una velocidad diabólica, las cualidades del famoso vehículo.

Sasuke saltó de la silla en que se sentaba, tan tenso que el aire vibraba a su alrededor. Habían esperado media hora; en ese lapso, la apasionada intimidad de la noche anterior desapareció, dejando en su lugar un trato seco y formal, que los hizo ocultarse tras máscaras frías y remotas.

Pero pronto el niño se volvió y descubrió el rostro de Naruto en la ventana y su sonrisa se convirtió en un gesto de asombro.

- ¡papi! -gritó y el corazón de él se detuvo, tembloroso, al tiempo que su estómago se le contraía al correr hacia la puerta.

-Por favor, Sasuke-le rogó, preguntándose qué se proponía hacer-. Permíteme explicarle esto a solas.

-   ¿Cómo se lo explicarás? -la retó-. ¿Sentándote para  decirle que tiene a un  patán de padre? -Lo miró, helado-. No. Lo haremos juntos.

-Pero... -la puerta principal se abrió y escuchó la voz de Gaara, preguntándole a Menma si estaba seguro de que su papi había regresado. Avanzó otro paso y puso la    mano sobre el hombro de Sasuke- ¡Eres su padre, por amor del cielo! -exclamó, ansioso-.  No podría humillarte sin humillarlo a él.

El sonido de unos pequeños pies, subiendo por las escaleras, lo mareó, sabiendo  que era demasiado tarde. Sasuke también se volvió parado a su lado, frente a la puerta, tenso rígido, mientras Naruto se aferraba a su brazo. Entonces la puerta se abrió de par en par y Menma apareció, sonriendo de placer.

-  ¡papi!-jadeó, sin aliento- ¿Cuándo regresaste? ¿Ya viste el fantástico Ferrari estacionado frente a la casa? ¿De quién crees que...? -Su voz se desvaneció y sus ojos se posaron en el desconocido, al tiempo que su entusiasmo, se convertía en cautela- Oh

-musitó-, lo siento. No sabía que estabas con alguien.

El silencio reinó en el cuarto. Nada... nada de lo que imaginó, se acercaba a la devastadora realidad de ese encuentro. Sasuke observó, paralizado, cómo nacía de nuevo  en la figura de su hijo.

En ese momento Gaara entró, atrás de Menma, rompiendo ese instante de tensión indescriptible y su agradable rostro  espió dentro del cuarto, con curiosidad. Naruto  le lanzó una mirada de súplica, advirtiéndole, con los ojos llenos de lo  que  algo  inusitado estaba a punto de ocurrir. Los ojos de su amigo se clavaron en Sasuke y, como sucedería con cualquiera que conociera a Menma, la relación entre  ambos le resultó  obvia  al instante. Un segundo después observó el pálido rostro de Naruto y, con una sensibilidad que después éste le agradeció, asintió y bajó las escaleras para dejarlos a solas.

-Menma -por necesidad se dominó, abriendo sus dedos dormidos y soltando el brazo  de Sasuke. Tragó saliva antes de fingir la sonrisa con que siempre le daba la bienvenida a  su hijo-. Ven acá -lo urgió, ronco, tendiéndole una mano para acercarlo-. Quiero que conozcas a tu...

Menma tomo su mano, permitiendo que lo acercara a su cuerpo y contempló el rostro tenso e inmóvil de Sasuke.

-Sasuke... -murmuró, esforzándose por hablar a través de una barrera de lágrimas-. Este es Menma. Menma -le dijo con dulzura al niño-. Este es un... un viejo amigo mío. Se llama Sasuke Uchihas y es... -no pudo expresarlo, las palabras se le atoraron en la garganta y los labios empezaron a temblarle mientras luchaba por recobrar la compostura, rogándole a Sasuke que le tuviera piedad, que lo  ayudara, para qué no destruyera la vida  de su hijo por no encontrar la manera de explicarte lo que sucedía.

-Hola -saludó Menma, quitándoles la iniciativa a los adultos y tendiéndole la diestra a su padre, sin percatarse de lo que iba a estrellarse contra su cabeza. Sintió la tensión de la atmósfera, pero no la entendió, aunque la respetó con el tono grave de su voz.

Sasuke no se movió, al parecer incapaz de hacerlo, y Naruto lo miró desesperado. Tenía la tez color ceniza y la tensión lo agobiaba de tal modo que se sofocaba bajo un impacto brutal.

-Sasuke... -le rogó, tembloroso, y una compasión amarga lo invadió al contemplarlo. Hizo un gesto y un involuntario, pequeñísimo, encogimiento de hombros le indicó que ignoraba cómo tender el puente que lo uniera con su hijo y él apartó la vista, comprendiéndolo, para clavarla en Menma.

El niño se movió, incómodo bajo esa mirada inalterable y la manita titubeó. Menma deseaba bajarla, pero no quería cometer una falta de educación. El temblor de la mano llamó la atención de Sasuke, que la observó, luego miró la  cara de Menma, para volver a la  mano, antes de que la suya la Saludara, despacio, temblando.

Después fulminó a Naruto con sus pupilas plateadas. ¡Este es mi hijo! le escupió.

¡Mío! Y tú me las pagarás por esconderlo.

Él se estremeció y bajó la mirada, mientras el dolor y la culpa la sacudían a tal grado que deseó llorar. Escuchó que Sasuke Soltaba aliento, dominándose, para decir,  ronco:

-Hola, hijo -y ese posesivo “hijo” desgarró el corazón de Naruto, robándole la exclusividad absoluta sobre  el niño, incitándolo a romper algo, cualquier cosa, con tal  de librarse de la terrible violencia que lo ahogaba.

-   ¿Es tuyo el coche que está afuera? -Preguntó Menma, curioso, alentado por la sonrisa del hombre-. Es un Ferrari, ¿verdad? Lo sé porque vi una foto en un libro. ¿A qué velocidad corre? ¿Pasa los cien kilómetros por hora? El auto de papi  va  a  setenta, pero sólo en carretera y...

El caudal de palabras ligeras metió una bocanada de aire en los pulmones de Sasuke, sacándolo del oscuro agujero donde se ocultaba.

-Es un Ferrari -corroboró-. Si quieres, te llevaré a dar una vuelta, más tarde.

-  ¿En serio? -Menma abrió los ojos azorado y se soltó de Naruto, apartándose, sin saberlo, de la madre para aproximarse al padre que no conocía-. ¡Sería estupendo!

¡Nunca me he subido en un coche de esos! -el asombro y la excitación llenaron su voz y Naruto se apretó el pecho con las manos, para estabilizar los violentos latidos de su corazón.

-Más tarde -repitió Sasuke-. Primero nosotros, tu papi y yo, tenemos algo muy importante que decirte...

Naruto se quedó inmóvil, con las puntas de los nervios  aguijoneándolo,  adivinando lo que sucedería. Sasuke no los dejaría abandonar ese cuarto hasta que Menma supiera la verdad.

-Naruto -lo llamó en voz baja, pero con firmeza y el, con el cuerpo adolorido  por la fuerza de sus emociones, le suplicó por última vez con los ojos.

Le tendió la mano, negándole lo que le pedía con los ojos, ordenándole en silencio que se pusiera a su lado, que se uniera a él para que juntos enfrentaran ese momento crucial.

Naruto tragó saliva y se le acercó, poniéndose todavía más tenso cuando Sasuke le pasó la mano por la cintura, para sostenerlo. Miró a su hijo, estudiando con curiosidad esa escena íntima.

-Quiero casarme con tu papi, Menma, pero era insiste en que primero debemos pedirte tu consentimiento -afirmó con gravedad formal.

El mundo de Naruto giró en su eje y el impacto inesperado de esas palabras lo aventó contra el brazo de Sasuke. Él lo sostuvo con más firmeza, como una advertencia, mientras sus ojos seguían fijos en el rostro, de repente beligerante y enojado de su hijo.

-   ¿Por qué? -preguntó Menma. Su inocencia le permitía que esa frase, casi grosera, saliera de sus labios.

-Porque es el único doncel del mundo con la que he querido casarme -contestó    Sasuke, casi con travesura-. Y -agregó, mientras Naruto esperaba, con los párpados cerrados, temblando, que cayera el hacha del verdugo-, porque lo amo muchísimo y el me ama.

-  ¿Lo amas? -el reto agresivo de Menma lo obligó a abrir los ojos para enfrentarse a su hijo, con las mejillas coloreadas por la ira.

-Yo... -no podía responder, incapaz, de decir algo sensato. Sasuke lo desconcertó por completo, desequilibrándolo a tal grado, que no supo si estaba enojado o aliviado por la manera en que se enfrentaba a ese asunto.

¿Otro de sus astutos planes ideados durante el trayecto a casa? Por medio de la madre, recuperar al hijo, le advirtió, unas horas antes, al tenerlo presa entre sus brazos. ¡Dios santo!, pensó, cubriéndolo con una mirada amarga, ¡no tienes principios, maldito!

Menma esperaba su respuesta, observándolo igual que Sasuke, y la desesperación lo sacudía, reconociendo que de ese modo Sasuke lo haría pagar por los que consideraba un crimen en su contra: fingiría que lo amaba, lo mismo que a su hijo.

-Sí -musitó, derrotado al fin, sabiendo que no le quedaba, otra opción. Sasuke apostaba más alto de lo que él había calculado. Quería a su hijo, en alma, vida y corazón, y sólo disfrazando su egoísmo de un amor eterno por la madre lo lograría. De otra forma, Menma siempre dudaría de él, nunca estaría seguro de por qué, su padre los ignoró durante nueve largos años y de repente se aparecía en su vida para reclamarlo.

-  ¿Por qué? -la pregunta grosera se dirigía a él y Naruto se propuso sofocar  sus propios sentimientos y los motivos de Sasuke para que el niño entendiera  lo  que pasaba.

Apartándose de Sasuke, se acuclilló ante su hijo y lo miró con dulzura por los hombros.

-   ¿Recuerdas, Menma -empezó con cautela-, que hace años me preguntaste dónde solías vivir y de dónde venías?

La criatura asintió y sus furiosos ojos azules se fijaron en la pálida faz de su papi.

-Y yo te conté que... -tragó saliva, tenso-, que vivía muy, muy lejos de aquí y que...

-En Yorkshire -intervino el niño-. Dijiste que viviste en  Yorkshire.  ¿Allí  estuviste, verdad? Allí lo conociste... -le lanzó a Sasuke una mirada resentida.

-Exacto confirmó su papi-, allí volví a encontrar a Sasuke.

-  ¿Otra vez? -interrumpió Menma.

-No, Naruto -la mano de Sasuke le tomó el hombro, previniéndolo-. Esta no es la primera vez.

-Otra vez -repitió con firmeza, ignorando a Sasuke; ignorando la carita llena de  dudas de Menma. Sasuke estaba equivocado. Esa era la manera... la única manera de sacar el dolor de golpe, para que el proceso de cicatrización pudiera iniciarse-. Sasuke y yo nos conocimos desde que éramos niños. Crecimos juntos -él su fiel campeón, y naru su amante esclavo... una sonrisa tocó sus labios, nostálgico-. Y supongo que enamoramos casi sin sentirlo... Pero yo era muy joven entonces, Menma -continuó, ronco-, y... y tan salvaje que costaba mucho trabajo controlarme... -no mentía, se dio cuenta al revisar su pasado.  Fue un adolescente casi imposible de educar, una preocupación constante para su madre, un peligro para el mismo-. Sasuke tuvo que irse muy lejos - de nuevo a su hijo, volviendo del ayer-... a América para trabajar y yo dejé Yorkshire en busca de un empleó, para mantenerme y... y así nos separamos.

-Es él, ¿verdad?

Menma se alejó de su papi, quitándole las manos, y se paró a varios pasos de él,  con la carita pálida por el presentimiento. Con un gesto acusó a Naruto.

-Es él, del que me contaste -su cuerpo empezó a temblar y clavó en Sasuke toda su amargura- Él es mi padre, ¿verdad?

Otro paso para retroceder lo llevó hasta la silla, impidiéndole la retirada y se quedó allí, acusando a Sasuke, odiando a Naruto, mientras la angustia destrozaba el corazón de su papi.

-Pero nosotros ni siquiera le importamos -gritó el niño furioso, su dolor, acunado durante diez años, salió a borbotones en ese tono rencoroso. Permaneció inmóvil, contemplando las caras de los adultos, inaccesible-. No le importamos... -una manita señaló a Sasuke-... y tú dejas que él haga que lo ames de nuevo.

-Claro que me importaban, Menma -intervino Sasuke, emocionado, dando un paso hacia el niño, solo para detenerse cuando esos ojos, similares a los suyos, lo detuvieron con su odio.

-Yo no te importé -lo acusó Menma.

-Por qué no sabía que existías -exclamó Naruto y de repente el cuarto quedó en silencio. Un silencio total para que el contemplara su propia condena-. Te lo dije

-continuó, inseguro-, recuerda, cariño. Te dije que tu padre y yo nos separamos antes que nacieras; así que... no podía saber nada de ti, ¿entiendes?

-Pudo tratar de encontrarte -afirmó el niño, con tristeza-. Si te amaba, como  dice, pudo tratar de encontrarnos.

-Traté -insertó Sasuke, con el rostro tenso, pero sosteniendo la mirada escéptica   del niño-, traté durante años de encontrar a tu papi, pero parecía que se había borrado de la faz de la tierra. Porque nadie oyó de él o lo vio desde  que  nos abandonó.

El cerebro de Menma trabajaba a toda velocidad, recogiendo los cambios de voz, ansioso de conocer la verdad, la dolorosa verdad que se le ofrecía.

-A mí y a tu abuela -afirmó Sasuke- La madre de tu papi.

-  ¿Tengo una abuela? -lo ojos de Menma se abrieron por el asombro y le lanzó a su papi una mirada de odio concentrado, que lo encogió en su interior.

Naruto se puso de pie decidido a Soltar las riendas del asunto antes de que Menma  se pusiera histérico. De hecho, jamás supuso que reaccionaría con esa hostilidad. Le había explicado la situación entre su padre y el hacía años sin pintar a Sasuke con colores negros por el bien del niño.  Sabía que su padre vivía y que su padre no lo  conocía y pareció aceptarlo de manera más o menos razonable; pero ahora Naruto se daba cuenta de que, lejos de aceptarlo, Menma pasó meses preguntándose acerca de ese hombre, sopesando los pro y los contras, estudiando los porqués de esa ausencia continua en su vida, llegando a conclusiones duras, crueles, que le dieron la visión para poder gritarle las acusaciones que ahora le lanzaba.

Y a través de todos esos años, ahora comprendió, sintiéndose culpable, su pobre hijo se moría por el amor de su padre... ¡y él lo había ignorado!

Se le acercó y lo atrajo con firmeza de la mano, guiándolo hasta el sillón para que  se sentara a su lado. Sus ojos buscaron los de Sasuke.

-Tú también siéntate -le pidió-. Será más fácil para Menma si ninguno de los dos lo abruma con su altura.

Después de un titubeo momentáneo, en que parecía que cuestionaría el derecho   de la madre de resolver ese problema a su modo, asintió y se sentó frente a ellos, inclinándose hacia adelante, con las pupilas fijas en el rostro sonrojado del niño.

-Escúchame, Menma -le ordenó Naruto, obligándolo a obedecer por la firmeza de su tono de voz-. Sé que esto te ha causado un enorme impacto, pero tienes que dejarme explicártelo antes que nos juzgues.

Y en voz baja, despacio, Naruto le contó la historia, simplificándola al máximo, empezando por el anuncio en el periódico y la enfermedad de su madre.

-  ¡Ni siquiera me dijiste que tenías una mamá! -exclamó el niño de nuevo.

-Lo sé... -sus dedos jugaron con los de su hijo, nerviosos-. Nos peleamos,

¿comprendes?, y por eso huí.

-  ¿Al mismo tiempo que huiste de él? -con la cabeza señaló a Sasuke y Naruto vio que torcía la boca con un gesto cínico.

-Sí -confirmó-. Y, como era muy orgulloso, Menma, jamás volví a ponerme  en  contacto con ellos.

-  ¿Y te hubiera gustado? -preguntó, curioso.

-Oh, sí -suspiró, mientras algo doloroso se le contraía dentro. Lo quiso en esos momentos de soledad en que los extrañaba, a uno o a los dos. Pero no creyó que quisieran saber de él. Y entonces renació su orgullo, endureciéndolo contra esos instantes de debilidad, forzándolo a continuar sin ayuda de nadie, para demostrarle  que. Sí, algunas veces -admitió, con voz suave -

-  ¿Está muy grave?

-Sí, mucho -parpadeó, volviendo al presente-, pero cada día se recupera un poco más -por medio del teléfono se había comunicado con el hospital y le informaron que    su madre pasó una noche tranquila, pero que la mantendrían sedada por el resto del día para no correr riesgos.

Menma se removió en el asiento, raspando con sus zapatos negros la alfombra de la habitación.

-  Sabe que yo existo -refunfuñó, poniéndose en guardia.

-Sí, se lo dije -de acuerdo a la enfermera, lo primero que expresó la paciente esa mañana era que tenía un nieto. Naruto le sonrió para tranquilizarlo-. Y quiere conocerte.

-Pero antes debemos resolver mi problema, porque deseo casarme  con tu papi   y ser tu padre, como debo -intervino Sasuke, sin alterarse

Toda la atención se centró en él, la de Menma, la de Naruto, y el cuarto pareció ladearse, concentrándose en el rostro tranquilo de Sasuke.

-  ¿Conoces a mi abuela? -indagó Menma y hasta Sasuke sonrió al darse cuenta de que   su hijo se escudaba en el tema de la abuela para evitar discutir el derecho de su padre de intervenir en su vida.

-Sasuke la ha estado cuidando mientras yo estaba ausente -interpuso Naruto.

-  ¿Ah, sí? -Esa información pareció ganarle a  Sasuke la primera mirada de respeto  de su hijo-. ¿Crees que yo le caiga bien? -murmuró, inseguro.

-Creo que te amará en cuanto te vea -le aseguró al niño, conmovido-. Te pareces tanto a tu papi, que no podrá evitarlo.

-No, no me parezco -afirmó Menma y la tibieza momentánea de sus ojos desapareció de nuevo-. Me parezco a ti -lo dijo casi acusándolo y volvió a fulminarlo con la mirada.

-No cuando sonríes -sentenció Sasuke-. La sonrisa es de tu papi.. igual a la sonrisa traviesa que me enamoró cuando él no era mucho más grande que tú.

-Si lo amabas, ¿por qué lo abandonaste? -inquirió Menma, negándose a ceder.

-Porque debía viajar a América, para trabajar durante un año -contestó Sasuke, con firmeza-. Pero, mientras estaba lejos, tu papi descubrió que ibas a nacer, así que me escribió contándomelo y pidiéndome que regresara para cuidarlos -sus ojos se posaron por un instante en el rostro inmóvil de Naruto-. Sólo que nunca recibí la carta. Y, en consecuencia, al no recibir una respuesta de mi parte, tu papi pensó que ya no me importaba, así que se fue. No lo culpo, debió sentirse muy solo y enojado. Y tú tampoco debes culparlo, Menma -le pidió su padre, grave-. Debió ser terrible para él y,  sin embargo, logró cuidarte, amarte y educarte para transformarte en un chico del que cualquier padre estaría orgulloso.

¿Así que se lo contaría de esa manera? Naruto contempló sus dedos, mientras jugaban con los de su hijo y aceptó que quizá era la única forma. .. Más clara y limpia  que otras. Por lo menos la versión de Sasuke no ensuciaba la personalidad de nadie, ni humillaba a Menma.

-Pero ahora nos hemos encontrado de nuevo -continuó Sasuke con solemnidad, después de darle un momento al niño para que captara lo que le decía-, y me gustaría recompensarlos por esos diez años de soledad. Convertirnos en una familia, como lo habríamos hecho si la carta de tu papi no se hubiera perdido.

-  ¿En dónde viviremos?

Se lo estaba ganando, notó Naruto, dolido. Despacio, con cautela, se lo ganaba.

-En mi casa, en Yorkshire -le informó Sasuke, ignorando la mirada de silenciosa protesta de Naruto-. Ese cambio significaría muchas adaptaciones para los tres pero, creo, si tratamos de lograrlo, seremos muy, muy felices.

Como el niño no rechazó de inmediato lo que le proponía, Sasuke se inclinó hacia adelante para que la atención de Menma se centrara en él, de manera exclusiva.

-Tengo una casa enorme, Menma -prosiguió-, en medio del campo de Yorkshire, con    su propio bosque, un lago y largo tramo de río, donde tu papi y yo...

-   ¿Se puede pescar? -preguntó Menma, entusiasmado y Naruto observó con el corazón estremecido, como el cuerpecillo de su hijo inclinado hacia adelante, al borde del asiento para acercarse, de modo inconsciente, más y más a su padre.

-Sí -sonrió Sasuke-. Hay suficientes peces para que pesques toda tu vida sin que atrapes al mismo dos veces -bromeó-. ¿Te gusta pescar?

-  ¡Oh, sí! -exclamó el niño, con los ojos luminosos-. El tío Sai me lleva a. . . es un maestro, sabes -hizo una pausa para explicarle-: así que me lleva en las vacaciones, o   los sábados.

-Pues, cuando vivamos juntos -no “si vivimos juntos” notó Naruto y sonrió… realmente al niño no le quedaba otro remedio que ceder, aunque no se diera cuenta-, iremos a pescar cada vez que quieras, siempre que acabes tu tarea.

-  ¿Tendré que ir a una nueva escuela? -al fin Sasuke tocó sin advertirlo, algo que le disgustaba a Menma, y el niño frunció el ceño.

-Sí, desde luego -replicó su padre con calma-, pero será la misma escuela a la que asistió tu papi, pequeña y agradable, donde todos los niños se conocen.

-  ¿Tú también fuiste allí?

-No -una nube oscureció el rostro de Sasuke por un momento al recordar la vida solitaria de un chico al que enviaron a un internado, cuando todavía era demasiado pequeño. El corazón de Naruto se le contrajo a su pesar al evocar a ese mismo joven, con pocos amigos en el pueblo, apartado del mundo por su posición social. Un muchacho que se refugió en la compañía de un niño salvaje porque no le quedaba otra opción.

-También tengo caballos... -continuó, con energía, para luego sonreír, travieso-: Deberías ver a tu papi montar, Menma -sus ojos negros brillaron de repente y su viejo encanto floreció para conmover al niño y a la madre-. Monta como una amazona y no  creo que haya sido más feliz que cuando cabalgaba a través de los campos en el ancho    y poderoso lomo de Kyubi...

-    ¿Kyubi?-repitió Menma, mientras las lágrimas manchaban la visión de Naruto-. Ese es el nombre de los diseños exclusivos de papi.

-Sí, ¿verdad? -Sasuke alzó los párpados para descubrir que él le reprochaba lo que hacía. Te odio, le lanzó en silencio. Sin embargo, se concretó a seguir hablando con Menma, ignorándolo-. ¿Alguna vez has montado a caballo, Menma? -preguntó, con calma. La cabeza morena negó y los ojos azules se clavaron en él-. ¿Te gustaría aprender? -la cabeza asintió y Naruto se puso de pie, tembloroso, incapaz de quedarse sentado y seguir escuchando, sintiendo que la fría sombra de la derrota la cubría.

-Disculpa -murmuró, ronco-. Tengo que… -y salió del cuarto antes que las  lágrimas de dolor hicieran explotar la desesperación que sentía.

 

Notas finales:

Tambien lo encuentran en wattpad

https://www.wattpad.com/story/253082620-el-lado-oscuro-del-deseo-sasunaru

 

la adaptacion no me pertenece


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