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Tanabata por HzSerrath

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Notas del capitulo:

No olviden leerme en Wattpad: S_errath Me ayudaría mucho. 

Antes de comenzar con el capítulo, debo ofrecer una disculpa por tardar tanto. También he de aclarar que cambié el título y la palabra “O-bon” del capítulo 1. ¿Por qué? Porque me di cuenta que había otra tradición que quedaba mucho mejor con lo que deseo plantear en este fanfiction.
 
Recuerden que me ayuda de sobremanera las opiniones constructivas. No duden en hacerme saber alguna incomodidad o derivado.
 
Gracias. 
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—¡¿Yura Sakasagami?! 
 
—Kagome, baja la voz. 
 
—¡Ah! Lo siento, lo siento. —disculpándose; un tanto apenada volvió a retomar su lugar. 
 
Apenas la tarde se hizo presente, Inuyasha le había pedido a la miko hablar a solas, y qué mejor lugar que en su hogar. No era grande, a decir verdad solo era una choza sencilla de colores marrones. Dentro, habían solo dos cuartos separados por una puerta deslizable denominada “Shōji”. El primer cuarto era una sala bastante ordinaria, sin tanto mueble más que unos tres, agregando la mesa sin patas que yacía en medio, sobre una alfombra cuadrada. El segundo cuarto daba tanto al baño, como a la cama.
 
Ahí, ambos yacían en la sala, sentados en forma de seiza (Sentarse de rodillas en el suelo). Frente a frente, solo siendo separados por la mesa de madera que yacía en medio de ambos. 
 
—Nosotros la vimos desvanecerse. No comprendo cómo es que sigue viva.
 
—Y no solo es eso. 
 
—¿A qué te refieres? 
 
El Inu-Hanyō no respondió inmediatamente. Debía tomar valor para decirle todo lo que había odio, sin mentiras o de otra forma, no podría conseguir la ayudaba que creía ella podría brindarle. La miko no tardó en darse cuenta a lo que arqueó una ceja.
 
—¿Inuyasha? —le llamó extrañada. 
 
—Me diste un ‘Furisode’.—soltó repentinamente a la par de habérsele formado un leve sonrojo sobre sus mejillas—. ¡Y antes de que digas algo! No estoy molesto. Al menos ya no.
 
—¡E-esto! ¡Pu-puedo explicarlo! Yo- —se detuvo automáticamente—. Espera, ¿no estás molesto? 
 
—No. Y no necesitas explicarlo. Ahora solo necesitas ayudarme a salir del problema en el que tú me metiste. 
 
«No solo yo, también Sango.» Pensó la miko antes de parpadear. 
 
—¿Eh? ¿Problema?
 
Un tic nervioso comenzó a hacerse presenté sobre uno de los párpados del Inu-Hanyō. Le costaba de sobremanera decirle las cosas. 
 
—Tu estúpida broma salió mal. Esa noche... pasaron demasiadas cosas. Sesshōmaru llamó a Yura por “sirviente” de un tal Kirinmaru.  Ella comentó algo acerca de venir a confirmar un rumor que se había esparcido sobre mí y... dijo algo como' “El heredero de la princesa Izayoi a comenzado a buscar un candidato para contraer matrimonio.” ¡Y hasta donde sé, yo soy el único hijo de mi madre! 
 
—¡¿Qué?! —el impactó fue tal que inevitablemente alzó la voz a la hora de realizarle la pregunta, incluso inclinándose un poco hacia el frente.—. E-espera... —volvió a su postura de antes—: ¿Me estás diciendo que todo esto ocurrió debido a la broma que te jugué con el Furisode? 
 
—¡Sí! ¡Por eso ahora tú debes ayudarme a salir de esto! —su dedo índice la señaló.
 
—Inuyasha. A pesar de que no comprendo mucho, te voy a ayudar a salir de esto. —le sincero—. No dejaría a un amigo, que después de todo fue mi ex amor. Aunque... se me hace demasiado raro todo esto. ¿Solo por el Furisode? No, aquí hay algo más. —le aseguró—. Sin embago... Primero deberíamos averigüar sobre este tal Kirinmaru. 
 
El Inu-Hanyō quién dejó de señalarla, arqueó una ceja. No creía que la miko reaccionaría tan normal y aceptaría ayudarlo tan fácil. Sí, ambos eran el ex amor del otro, pero eso ya había quedado en el pasado e incluso las heridas habían sanado. 
 
—Me suena tanto... —susurró—. Kirinmaru, Kirinmaru. —repetía y repetía—. Kirin... ¡Ah! ¡Ya recuerdo! ¡Es él! ¡El Daiyōkai del cuento que la anciana Kaede le relata a los niños!
 
—¿Cuento? ¿Qué cuento? 
 
La miko inmediatamente se levantó y entonces dirigiéndose a dónde el Inu-Hanyō, le tomó de ambas manos.
 
—Debemos ir con la anciana Kaede. 
 
—¿Con... La anciana? —preguntó sin entender nada. 
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—¿Kirinmaru? —preguntó sorpresiva Kaede, creyendo que había escuchado mal. 
 
—Sí. —fue la miko quién le respondió, misma que se encontraba sentada en seiza frente a ella—. Es el mismo nombre del Daiyōkai del cuento que le relata a los niños, ¿verdad?
 
—Si hablamos del cuento del hermoso y poderoso Daiyōkai apodado “Kemono-ō” (Rey Bestia), de nombre: Kirinmaru...
 
—¡Sí! ¡Ese! —confirmó, desviando la mirada a quién yacía a un lado de ella—. ¡¿Vez Inuyasha?! ¡Está era la razón! La anciana Kaede puede ayudarnos. 
 
—No puedo.
 
—Pero...
 
—Todo lo que sé de ese Daiyōkai se encuentra en el cuento que he relatado durante años. Lo siento niña, ojalá pudiera ayudarlos. 
 
—¡Tsk! Sabía que esto era una perdida de tiempo. —aseguró el Inu-Hanyō mientras se ponía de pie—. ¡Esto no fue más que una perdida de tiempo!
 
—¡Inuyasha! No seas así. 
 
—¡No, Kagome! ¡Prácticamente esto es tu culpa! ¡Si tan solo no hubieras actuando como una jodida mocosa y me hubieras dado las vestimentas correctas!
 
—¡¿Ahora yo tengo toda la culpa?! —preguntó a la par de ponerse de pie para poder enfrentar cara a cara al Inu-Hanyō—. ¡¿Quién es el de la raza que le da otro significado al festival de Tanabata?! 
 
—¡Yo no le he dado otro significado y desconozco si los estúpidos Yōkai o Daiyōkai lo tienen!
 
—Inuyasha-sama. —una voz interrumpió la discusión de ambos adultos. Era Rin, misma que había entrado repentinamente en el lugar—. P-perdón por las molestias, pero es que Jaken-sama quiere ver a Inuyasha-sama.
 
—¿A mí? 
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—¿Y por qué tuve que venir? —preguntó Kagome mientras yacía caminando a un lado del Inu-Hanyō, en la dirección que Rin les había marcado desde que salieron de la casa de Kaede.
 
—Ya te lo dije, porque eres la culpable. —le recordó el híbrido.
 
—Aquí. —avisó Rin al momento de detener sus pasos. 
 
Kagome e Inuyasha vieron al frente, ahí se encontraba el pequeño y verdoso Yōkai, más conocido como Jaken. Sí, aquel fiel sirviente de Sesshōmaru. Y la pregunta era, ¿qué hacía ahí? 
 
—Llegaron. —comentó el Yōkai al momento de dar unos cuantos pasos para acercarseles, dirigiendo la mirada a la más pequeña de entre aquellos tres—. Gracias, Rin. Vuelve con la humana vieja. —se refería a Kaede. La niña asintió y se alejó de lugar.
 
—Já. ¿Sesshōmaru te mando en su nombre? —cuestión el Inu-Hanyō de manera inconsciente.
 
—Mi amo bonito ni siquiera sabe que estoy aquí, Hanyō insolente.
 
—¡¿A quién le dices insolente, rana?! 
 
—I-Inuyasha... —trató de calmar la miko—. ¿Por qué estás aquí, Jaken? Si se puede saber.
 
—Um... —dudó en responder aquella pregunta. Sin embago, una corazonada le avisó que probablemente la miko ya sabía sobre el lío en el que se había metido el Inu-Hanyō—. Vine aquí a decirle todo lo que sé. —señaló con la mirada a susodicho.
 
—¿Ah! No sé de qué hablas. 
 
—No te hagas el tonto, Hanyō. Sé muy bien que desde la noche anterior no entendiste absolutamente nada. ¿O es que acaso ya olvidaste cómo te desmayaste después de la ida de Yura Sakasagami? 
 
El Inu-Hanyō arqueó una ceja. No recordaba haberse desmayado, aunque bien, tampoco recordaba cómo había llegado hasta la cama que prevalecía en el interior de su pequeña choza.
 
—Te desmayaste. Poco después, Sesshōmaru-sama te llevó hasta tu hogar. Ahí te dejó sobre lo que parecía ser tu cama y después nos fuimos. Me ordenó estrictamente que no comentará nada, ni mucho menos me acercará a esta aldea durante un tiempo. 
 
—Y sin embago aquí estás. —comentó la miko.
 
El Inu-Hanyō volvía a su estado de limbo poco a poco. Tratando de procesar el hecho de que Sesshōmaru lo había llevado hasta su choza. ¿Cargando? Lo más seguro. 
 
—¡E-espera! ¿Por qué desobedecer tan repentinamente a mi hermano? 
 
—... Mi lealtad también está con Irasue-sama. 
 
—¿Irasue-sama?¿Qué ella no es la-
 
—Madre de Sesshōmaru, Kagome. —se dirigió nuevamente al Yōkai—. ¿Qué tiene que ver ella con mi pregunta?
 
—En pocas palabras, ella me pidió venir a ti y contarte todo lo que sé. Y ya que mi lealtad también está con ella, yo... por eso desobedecí a mi amo. 
 
—¡Já! Quién diría que sirvieras a más de un Daiyōkai. Patético. 
 
—¡No! Solo sirvo a mi amo, lo que viene a hacer aquí es solo un favor. 
 
—Entonces habla que no tenemos tu tiempo. 
 
Jaken cerró los ojos después de aquellas palabras. No iba a negarlo, estaba más que nervioso, y no solo por venir de infragante, sino porque la presencia de su amo repentinamente había hecho acto de presencia por los alrededores. Probablemente ya sabía que se encontraba en la aldea, reunido con su hermano menor y la sacerdotisa. Inevitablemente soltó un suspiro pesado, se le venía un gran castigo.
 
—¿Rana?
 
—No me llames así, mi nombre es Jaken. 
 
—Bueno, bueno. —intervino la miko—. ¿Qué tal si ya nos dices lo que sabes?
 
—Primero deben saber quién es Kirinmaru y qué fue. Él fue un amigo muy cercano de tu padre, Inuyasha. Él junto a Taishō-sama reinaban dos tierra, orientales y occidentales. Tras la muerte de Taishō-sama, Sesshōmaru-sama debía tomar el lugar de su padre, sin embago no lo hizo, generando que Kirinmaru se quedará con ambas partes. Poco después de la muerte de Naraku, Sesshōmaru-sama fue a reclamar su lugar como el heredero de las tierras occidentales. Kirinmaru no apelo y simplemente le entregó el lugar. 
 
—¿Tan viejo es este tal Kirinmaru? 
 
Jaken asintió.
 
—Ahora bien. Es lógico que los humanos y Yōkai no somos lo mismo. Y esto también aplica en tradiciones, festivales, costumbres y demás. Es normal que no sepas nada de esto porque desde niño te criaste entre humanos y por ese principal motivo es por lo que estoy aquí. El Tanabata, para nosotros, la raza Yōkai, es una tradición y festival de un solo día que representa el inicio de la búsqueda de cónyuge. ¿Qué quiero decir? Las hembras salen y se colan entré festivales o el bosque, en busca de un cónyuge ya sea Yōkai o Daiyōkai. Y sí, los machos hacen lo mismo, sin embago, en vez de buscar, ellos eligen y proponen ser ese cónyuge. 
 
—¡Debe ser una jodida norma! Es decir, ¡yo no soy una hembra!, mucho menos hice algo que diera a entender que buscaba un maldito cónyuge.
 
—Lo hiciste, Hanyō. Vestiste el “Furisode”. Tanto para los humanos, como para los de nuestra raza, significa lo mismo. Además... No eres humano, ni Yōkai, ni Daiyōkai. Eres un híbrido.
 
—¡Oh! Gracias por decir lo obvio.
 
—Me refiero a que en nuestra raza no te considerán hombre, macho. En nuestra raza, los Hanyō se les consideran hembras, mujeres. 
 
—¿... Qué?
 
—Tonto Hanyō, es por eso que cuando te colocaste el Furisode e hiciste acto de presencia en el festival humano y después en el bosque, los rumores entre nuestra raza comenzaron a correr. Recuerda que eres hijo de la princesa Izayoi, la mujer que en el pasado se le considero la más fuerte sacerdotisa. Naciste de un amor puro entre un Daiyōkai y una sacerdotisa que fue virgen hasta ese momento. Eres un Hanyō bastante importante, y aunque no lo creas, el precio de tenerte como hembra, es alto. 
 
Tanto el Inu-Hanyō como la miko, quedaron boquiabiertos. Estaban que no podían creersela e incluso el híbrido comenzó a palidecer, no podía carburar tanta información en tan solo cuestión de minutos, simplemente era imposible.
 
—Y hay algo más. Bien se sabe que entre mi amo bonito y tú, la diferencia de edad es bastante grande. Mientras tú eras un bebé, Sesshōmaru-sama ya era todo un jovencito en su mero apogeo de volverse un adulto. Y antes de que tomará la decisión de vivir por su cuenta, vivía en casa de su madre. Ahí fue que un día, la princesa Izayoi hizo acto de presencia en el palacio de la luna mientras estaba embarazada, solo para pedirle un favor personal a Sesshōmaru-sama que claramente rechazó. El favor era que cuando llegará a ocurrir una situación similar a la que estás viviendo ahora, él te tomará como su protegido. Y no te confundas, no quiero decir que mi amo bonito se volviera tu cónyuge, sino que al tomarte como su protegido, podría evitar que ‘otros’ se te acercaran o te tomarán a la fuerza.
 
—¿Quién se le acercaría a Inuyasha, teniendo como protector a un Daiyōkai como lo es él? —preguntó un tanto nerviosa la miko mientras cerraba los ojos.
 
—¡Alto! ¿Tomarme... a la fuerza?
 
—Sí. Tal vez un Yōkai no podría, pero un Daiyōkai sí, y Sesshōmaru-sama no es el único Daiyōkai con vida, como por ejemplo Kirinmaru-sama, entre otros. Incluso hembras Daiyōkai, pero estás no podrían tomarte, así que solo estarías corriendo peligro por parte de unos cuantos. 
 
«“Las voces corren y pronto vendrán a proponerle todo tipo de propuestas a Inuyasha-sama, incluso mi amo Kirinmaru. Aunque... todo eso sería en vano si ya contrajo matrimonio con alguien en particular.”» Aquellas palabras de Yura hicieron acto de presencia en la mente del Inu-Hanyō. Ahora comprendía mucho mejor a qué se refería. E instintivamente se mordió el labio inferior hasta sangrarse un poco.
 
—I-Inuyasha... —llamó la miko a lo que él Inu-Hanyō la observó—. T-tú apariencia...
 
—¿Qué? 
 
—Hanyō...
 
—¿Qué? ¿Qué tengo? ¿Qué les pasa?
 
La miko inmediatamente rebuscó entre sus bolsas de su “chihaya”, una hakama (falda dividida) de color rojo escarlata junto a una camisa blanca con hombros sueltos y un tabi. De ahí sacó un pequeño espejo resguardado dentro de una concha de mar, mismo que se lo dió al Inu-Hanyō. Esté sin entender mucho lo abrió y se miró atraves de él.
 
—... Qué.
 
—I-Inuyasha debe-
 
—¡¿QUÉ MIERDA?! ¡¿POR QUÉ DEM- —rápidamente dió un vistazo al cielo. Nada—. No hay luna nueva... ¡Pero qué mierda!
 
—Imposible. ¿Por qué tienes el aspecto humano? 
 
—¡Sí tú no lo sabes, rana idiota, menos yo! 
 
—¡Estúpido Hanyō! Me refiero a que no debería suceder ahora que eres un adulto. 
 
—¿Su-suceder qué cosa? —preguntó la miko en un tartamudeo.
 
—Te ordené estrictamente no acercarte a esta aldea por un tiempo, Jaken. 
 
Una voz masculina interrumpió la plática de los presentes. Una que reconocieron fácilmente y que genero en el Yōkai verdoso un sudor sobre todo su cuerpo. Iba a morir y lo sabía, más cuando pudo sentir la presencia de detrás de su espalda.
 
Era Sesshōmaru, mismo que se encontraba observando única y detenidamente al Inu-Hanyō. Si alguien sabía más de lo que Jaken, incluso sobre el estado actual de su hermano menor, era él.
 
—¡A-amo bonito! 
 
—¡TÚ, MALDITO BASTARDO! —gruñó Inuyasha mientras su ceño se frunció, comenzado a caminar en dirección al Daiyōkai. Debido al enojo, se había olvidado por completo de su apariencia actual. 
 
—I-inuyasha, espera. —trató de detenerlo la miko, sin embago fue imposible pues siguió avanzando hasta haberse quedado a unos metros de distancia de aquel. Solo siendo separados por Jaken, quién se encontraba en medio. 
 
—¡¿Por qué mierda no me mencionaste nada?! ¡Cuándo creí que algo en tu asqueroso ser había cambiado, me di cuenta que me había equivocado! ¡Sigues siendo el mismo bastardo egoísta de siempre! Eres un jo-
 
—Silenció. —le ordenó.
 
—¿... Qué? ¡¿Quién mierda te cr- 
 
Y no pudo continuar hablando pues una bofetada se hizo presente sobre su mejilla izquierda. Sí, Sesshōmaru lo había abofeteado sin avisó, lo que generó que se acariciara la mejilla, pues la fuerza que había usado en él, siendo humano, había sido excesiva.
 
—Silenció. —le volvió a ordenar. 
 
Ni la miko, ni el pequeño Yōkai dijeron nada. No porque no quisieran, una porque sabía que era asunto de hermanos y una raza distinta a la suya, y el otro porque estaba que se cagaba en los pantalones. 
 
—¿Querías que viniera y me hiciera cargo de sobre a quién tendrías que abrirle las piernas? Por un absurdo descuido
 
—¡Eso no- —y otra bofetada de hizo presente, está vez en el lado derecho.
 
—Esto te pasó por siempre estar mezclado con humanos, olvidando que también yace en ti la sangre de nuestro padre. 
 
Inuyasha no pudo evitar acariciarse la mejilla recién abofeteada mientras un hilo de sangre se dejaba ver por la esquina de sus labios. 
 
—Solo mírate. —los dedos de su mano izquierda se alzaron en dirección a su hermano menor, mismos que lo tomaron del mentón para alzarle el rostro—. Ahora no eres más que un humano que poseé sangre Daiyōkai. Deberías estar cabreado contigo mismo, no conmigo. 
 
Inuyasha aún con su ceño fruncido meneó la cabeza de tal forma que se safo del agarré de su mentón.
 
—El favor que tu madre me pidió, era tomarte como mi protegido. Sin embago, eso para nosotros es igual a matrimonio a largo plazo. Yo ya elegí a mi protegida, por lo que no puedo tomarte como mi protegido. Tendrás que buscar por tu propia cuenta a alguien. 
 
—¿Pero qué...?
 
—Jaken, nos vamos. —le ordenó mientras se daba la vuelta, dándole la espalda a la miko y a su hermano.
 
El Yōkai asintió y comenzó a seguir a su amo. Agradecía que este no hiciera nada más, sin duda había madurado.
 
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—Inuyasha, lo siento. —se disculpó la miko, misma que yacía limpiandole las mejillas con un trapo húmedo.
 
Habían pasado unos minutos desde que dejaron aquel lugar donde se encontraba Jaken y Sesshōmaru, volviendo a la aldea, más en específico, a la choza de Kagome.
 
—No tienes porqué. Ahora entiendo que es solo mi problema. 
 
—Pero... En este estado no puedes, menos tú solo. Ahora... eres un humano y mientras no sepamos la razón del por qué de tu condición, debes tener el doble de cuidado. 
 
—¡Ya lo sé! Ya lo sé. Es solo que... ¡Joder! —se rascó la cabeza—. Todo esto es tan... complicado. Y ese bastado dejó en claro que no me ayudaría. 
 
—Él comentó que ya había elegido una protegida, me imagino que es Rin. 
 
—No me interesa. No es como si quisiera ser el protegido de un bastardo arrogante como él. 
 
—Pero Inuyasha. Tal vez de no ser por la pequeña Rin, él hubiese aceptado. Ahora tú eres el que corre realmente peligro, no ella. 
 
Por fuera de la choza, se encontraba una pequeña niña escuchando toda la charla. Sí, era Rin, misma que ahora se sentía culpable debido a lo apenas dicho por la miko. ¿Es que Sesshōmaru no podía cuidar de ambos? No podía dejar que gracias a ella, Inuyasha corriera peligro, debía hablar con su señor.
 
Se levantó de dónde se encontraba y entonces comenzó a correr lejos de la choza. No había pasado mucho del regreso de ambos adultos, por lo que creyó que así como ellos, su señor estaría aún por los alrededores, lo que la llevó poco después a adentrarse al obscuro bosque.
 
—Sesshōmaru-sama... —susurró la pequeña humana mientras se apoyaba entre los árboles para no tropezar. Sin duda la noche era obscura—. ¡Jaken-sama! ¡Sesshōmaru-sama! —comenzó a nombrar en lo alto.
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—¡¿Qué?! 
 
—Lo que escuchaste, Inuyasha. No encuentro a esa niña por ningún lado.
 
—Anciana Kaede, ¿está segura de que buscó en todas partes? —cuestionó Kagome. 
 
—Soy una anciana de más de sesenta años, ¿creés que puedo recorrer toda una aldea yo sola? Además, tienen que explicarme sobre el aspecto de él. —señaló con la vista al de cabellos negros. 
 
—Será después. Kagome. Tú junto a la anciana vayan a buscarla en toda la aldea, yo iré al bosque.
 
—¡Pero Inuyasha! Recuerda que-
 
—¡Lo sé! Pero aún con o sin mi parte Yōkai, soy un buen rastreador. 
 
Kagome quién dudó unos minutos terminó por asentir. 
 
—Ten cuidado.
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—¡Sesshōmaru-sama! ¡Jaken-sama! ... Vamos... ¿cuánto tiempo llevo buscándolos?
 
—¿Te has perdido, dulce pequeña? —preguntóuns voz aguda entré las sombras.
 
—¿Eh? ¿Quién?
 
—Por aquí. 
 
Rin desvío la mirada a dónde la voz le había indicado. Era una bella mujer de cabellos negros y corto. Nada más y nada menos que Yura Sakasagami. 
 
—¿Una mujer...?
 
—¡Oh! Lo siento, no me he presentado. —le dedicó una amplia sonrisa—. Soy Yura Sakasagami, ¿y tú?
 
—¡Ah! Rin, Rin Lin. 
 
—¡Pero qué hermoso nombre! 
 
—¡¿En serio lo creé?! —sonrió.
 
—Así es. ¡Oh! Es verdad, hace poco te pregunté si te habías perdido.
 
—Ah... Sobre eso... —sus dedos de ambas manos comenzaron a juguetear entre si—. Sí... Yo quería dar con mi señor...
 
—¿Tu señor? 
 
—S-sí, Sesshōmaru-sama.
 
—¡Oh! No creí que alguien como Sesshōmaru-sama dedicará tiempo a una pequeña humana. Será a caso que eres su...
 
—¡Rin! —interrumpió una voz masculina.
 
—¡Inuyasha-sama! —alegré corrió a abrazarlo el cual correspondió sin problema.
 
—No debes irte de la aldea así de la nada, mucho menos cuando es de noche. —casi le regañó mientras dirigía la mirada a la otra presencia—. Yura... ¿Qué haces aquí?
 
—¡Oh! ¿Yo? Solo paseaba por el bosque. 
 
—Jodida mentirosa. —gruñó apartando a la menor de él para moverla detrás suyo. Ahí dirigió su mano hacia la empuñadura de Tessaiga.
 
—¿Mentirosa? —parpadeó—. Me confundes. ¿Ah? ¿En serio crees poder darme pelea? No creo que en tu estado actual puedas empuñar a Tessaiga..
 
—¡¿Tú qué sabes?!
 
—Sé más de lo que se me permite. —aseguró mientras alzaba una de sus manos donde de ahí se comenzaron a mostrar unos cuantos cabellos que iban como hilos estirados de alguna parte—. Ahora que Sesshōmaru-sama rechazó la propuesta de tomarte como su protegido, ¿qué tal si recordamos los viejos tiempos? 
 
El de cabellos obscuros frunció el ceño.
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El silencio había perdurado por bastante tiempo. De hecho, no se había hecho pronunciación de palabra alguna, sin duda su amo estaba más que solo molesto. ¿Pero entonces por qué no lo había castigado aún?
 
—Amo bonito... —llamó y el Daiyōkai se detuvo—. Yo... ¡Yo de verdad lo siento mucho! ¡No sabe cuánto lamento el haber fallado y... ¿Amo bonito? —preguntó. No supo cuándo fue que susodicho había desaparecido. Fue entonces que se dió cuenta que cuando se detuvo, no fue por él—. ¿A dónde fue, amo bonito?
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—¿Patético es tu segundo nombre, Inuyasha? —preguntó burlona Yura.
 
Habían pasado tan solo unos minutos desde que había comenzado una batalla entre la joven y el ex Inu-Hanyō, una que no se prolongó mucho pues de un momento a otro el de cabellos negros se encontraba rodeado de cabellos, unos que amenzaban en despedazarlo apenas se moviera.
 
La sangre se hizo presente por parte del cuerpo de Inuyasha. Yura no se había contenido en hacerle daño, pero a diferencia de él, la pequeña niña no presentaba herida alguna.
 
—Es una pena. Ya sabes, no poder matarte. Si tan solo Kirinmaru-sama me hubiese dado la orden tú ya no estarías vivo en estos momentos.
 
—¡Já! ¿Creés que me importa? Jodida sirvienta, morirme es algo que me sacaría del problema en el que estoy. Lo admito, es una opción que estuve considerando. 
 
—Tú... ¡Insolente! —realizó un movimiento rápido con su mano izquierda para que los cabellos cerca de Inuyasha comenzarán a enrollarlo cuál abrazo. Si no podía acabar con su vida, lo dejaría con heridas permanentes.
 
—¡Inuyasha-sama!
 
Todo se puso en blanco para el ex Inu-Hanyō. Aquello solo significaba algo y él sabía perfectamente qué significaba, estaba a punto de morir. 
 
“Inuyasha. Mi pequeño Inu-Hanyō.” Escuchó a lo lejos, aún sin poder ver nada más que blanco. “Madre.” Buscó con la mirada, sin embago nada, solo banco. “Mi pequeño y adorado hijo.” “¡Madre!”
 
Abrió los ojos. Tal parecía que había caído en algún tipo de desmayó momentáneo, pues ahora que volvía a la realidad, pudo percatarse que yacía envuelto en un semi abrazo por alguien. 
 
«¿Quién?» Se preguntó mentalmente al momento de alzar la cabeza para mirar hacia arriba. 
 
—¿Se... sshōmaru? 
 
Era él, definitivamente era él. Sesshōmaru había hecho acto de presencia poco después de que Inuyasha cayera inconsciente, salvandolo en el proceso de aquellos cabellos y alejandolo de los mismo a dónde yacía la pequeña Rin. Ahí, había optado por una postura sumamente imponente, más no cabreada. Incluso, Yura pudo percatarse que un aura había comenzado a emanar del mismo. Ya fuese por motivos de Tenseiga o del propio dueño, sin duda se le advertía que no dudaría en matarla de ser necesario.
 
—¿Luchar contra un humano? 
 
—Umh.... No es cualquier humano, Sesshōmaru-sama. Aunque no comprendo. —comentó mientras devolvía sus cabellos—. No es su protegido, ¿qué le hizo llegar tan rápido aquí? Si la sangre no era de la que es realmente su protegida.
 
El Daiyōkai quién ahora comenzaba a cargar a su hermano entre brazos optó por no responder inmediatamente. 
 
—¿Umh? No escuchó.
 
—No necesito darle explicaciones a una sirvienta. —le soltó.
 
—Entonces sí lo tomaste como tu protegido. —comentó burlona, casi a punto de echarse a reír—. ¡Jajaja! ¡Pero qué sorpresa! ¿Cuándo fue? ¿Cuándo era un bebé? ¿Al menos lo sabe? ¡Jajaja! Kirinmaru-sama se llevará una gran sorpresa.
 
—¿...Yo qué...? —preguntó en un susurró el de cabellos negros. Apenas si se mantenía consciente como para poder entender todo lo que decían.
 
—La próxima vez que le faltes de esa forma u otra, lo único que haré llegar a tu señor será tu cabeza. —le advirtió con aquel tono imparcial.
 
—Jum. Descuida, Kirinmaru-sama solo me mandó a verificar si realmente eran o no eran.
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El Daiyōkai dió un vistazo a Rin y entonces juntos comenzaron a caminar en dirección hacia la aldea dónde vivían ella y su hermano, alejándose poco a poco de dónde yacía la mujer quién solo los observaba alejarse.
 
—Sesshōmaru... —susurró Inuyasha apenas consciente de si—. Bájame... 
 
—Inuyasha-sama está muy débil como para caminar por sí mismo. —respondió Rin por Sesshōmaru, tal como en el pasado—. Sesshōmaru-sama sabe eso y por eso no lo dejara bajar de sus brazos. ¡Es un alivió! Sesshōmaru-sama llegó a salvarnos. 
 
Inuyasha no dijo más, solo le dedicó a su hermano unas cuantas miradas en el camino. Sin duda era bastante extrañó.
 
—¡Inuyasha! ¡Rin! —una voz femenina los recibió en la entrada de la aldea. Era Kagome, misma que sin importar qué, se acercó a dónde su amigó yacía—. ¡Inuyasha! Tu cuerpo...
 
—Necesita ser tratado. ¿Dónde puedo llevarlo? —soltó repentinamente el Daiyōkai.
 
—¡Ah! ¡S-sigueme! —le pidió mientras dirigía a los tres hacia la choza de Kaede. 
 
No tardaron en llegar. Kaede les abrió las puertas y los dirigió hasta su habitación donde dormía. Ahí Sesshōmaru dejó a Inuyasha en lo que parecía ser un futón y entonces tomó asiento en uno de los lados. 
 
—¿Te vas quedar ahí? —preguntó repentinamente Kaede, quién no era la única incomoda, pues Kagome estaba en la misma situación. La única que no se veía afectada era Rin, quién permanecía a un lado del Daiyōkai.
 
—Tratenlo. —ordenó.
 
—Que arrogante. —bufó la anciana. 
 
Kagome le dirigió la mirada a Inuyasha quién permanencia inconsciente. Habían muchas cosas que explicar y con Daiyōkai ahí seguro sería complicado recibir respuestas.
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—¿Quieres un poco? —preguntó la anciana a Sesshōmaru.
 
—No. 
 
—Tch... vas a comer aún así. —le advirtió.
 
Habían pasado pocas horas desde que Inuyasha había sido tratado. En ese lapso, Rin se había quedado dormida junto a él y Kagome, Kaede y Sesshōmaru, terminaron en la habitación continúa dónde de había preparado la comida.
 
—No sé si sea correcto preguntar... —habló la miko mientras probaba un bocado—:  ¿pero qué haces aquí? ¡Digo! No es que tu presencia no sea desea... Es que jamás vienes y te quedas en la aldea por mucho.
 
—Por Inuyasha. —respondió Kaede—. ¿No es así? 
 
Sesshōmaru quien hasta entonces no había dicho palabra alguna asintió.
 
—Pero tú-
 
—Inuyasha es mi verdadero protegido. —soltó sin más. 
 
—¡P-pero tú dijiste q-
 
—Lo que haya dicho no importa ahora. No quería que lo supiera él o alguien más, pues ser mi protegido crearía rivalidad con Kirinmaru, el antigüo enemigo de mi padre. 
 
—... Kirinmaru.
 
—¿Y qué harás? —cuestionó la anciana—. Por lo que entiendo, ahora Inuyasha es algo así como tu... “esposa”.
 
—Prometida. —corrigió—. Hasta que deseé hacerlo mi esposa. Es un destino inevitable que su madre le eligió.
 
—¿Pero qué harás? —ahora fue la miko quién lo cuestionó—. Seguramente Inuyasha no lo sabe y-
 
—Lo sabe. —se levantó—. Me iré, volveré. —les avisó. 
 
—¿A dónde irás?
 
El Daiyōkai quién de mantuvo quieto, al final no respondió nada y simplemente salió de ahí.
 
—¡Ah! Es tan complicado. Me pone los pelos de punta. ¿Usted que opina anciana Kaede?
 
—Debemos cuidarlo mientras vuelva. Indirectamente nos lo pidió. 
 
Kagome dirigió su mirada hacia la habitación continúa. Ahí se quedó observando a su amigo mientras dormía.
 
Notas finales:

Gracias por leer. 


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