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Sunflower por rkivexxxv

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Agradecido

Y ahí se encontraban.

En medio de un terrible e incómodo silencio que penetraba hasta lo más profundo de sus huesos. Sasuke apretaba el pequeño vaso de papel con cierta tensión, el café estaba cada vez más frío y el tiempo pasaba tortuosamente. Había llevado a Fugaku a la parte trasera del banco, no quería tener los ojos expectantes y curiosos de sus compañeros de trabajo sobre ellos.

Así que ahora no le quedaba más remedio que compartir aquel viejo asiento de madera que estaba algo mohoso por culpa de las lluvias con su padre y ese ceño fruncido que era muy visible incluso si se alejaba unos metros. Estuvo minutos enteros pensando en cómo iniciar la conversación él mismo, pero se rindió demasiado rápido al darse cuenta de que tenía la mente completamente en blanco. Y no estaba seguro de que sus palabras se fueran por el lado amable o educado.

Aun así, no evitó soltar alguno que otro suspiro cansado antes de intentar hablar nuevamente.

—Cuando tenías diez años veniste corriendo a mí para decirme que querías hacerte cargo del negocio familiar—pero Fugaku habló por fin después de lo que pareció ser una larguísima charla intrapersonal.

La pequeña imagen se cruzó en la mente de Sasuke.

Sí, podía recordar a su yo de diez años recorriendo la enorme casa de los Uchiha mientras soltaba carcajadas y buscaba a su padre por todas partes, casi como si su vida dependiera de ello. 

—Porque siempre te admiré—dijo, suspiró ante el evidente hecho y por fin vio a su padre—. Aún siento que lo hago, pero... las cosas cambian... las personas cambian.

Fugaku apretó los labios, sintiéndose mal, no por lo que Sasuke había dicho, sino por cómo lo había dicho. La tristeza era palpable en su voz, la decepción en su mirada y la desesperación que se cruzaba en sus palabras, era doloroso.

Y también lo era para Sasuke, a pesar de que había dejado de perseguir el 'estoy orgulloso de ti, hijo', aún persistía esa molestia en el fondo de su corazón. No odiaba a Fugaku Uchiha y aunque quisiera no podría hacerlo.

—Supongo que no me di cuenta cuándo fue que creciste tanto, Sasuke—Fugaku rascó su cabeza y pasó sus manos por su rostro—. Creo que no quería aceptarlo... estaba tan concentrado en un recuerdo del pasado que no supe en qué momento empezaste a tomar tus propias decisiones y a ser un adulto de verdad.

Sasuke apretó los labios, esta era la primera vez en mucho tiempo, que su padre quitaba esa coraza y hablaba tan honestamente con él. Ni siquiera podía recordar cuándo fue la última vez que tuvieron una conversación sin gritarse el uno al otro.

—Amo a Naruto—dijo después de un tiempo.

Fugaku asintió lentamente, procesando las palabras que había escuchado. Sabía que Sasuke no solía hablar de sus sentimientos y menos si se trataba de alguien tan especial como su pareja, así que la contundente confesión lo sorprendió tanto como lo hizo su actitud al respecto. Y ahora entendía más que nunca cuando Mikoto había dicho lo diferente que estaba Sasuke o lo saludable que se veía después de haber conocido a Naruto.

Las dudas crecían y se hacían cada vez más grandes sobre ese muchacho.

—Has cambiado más de lo que tú crees, hijo—murmuró.

Sasuke ya había escuchado eso muchas veces.

—El enojo se ha ido disipando con el tiempo—miró con duda el vaso con café que aún estaba sin tocar, completamente frío—. Alguien me ayudó a hacerlo.

La profunda tristeza y la soledad que mortificaban a Sasuke se habían ido esfumando, como cuando los rayos del sol atravesaban los cielos grisáceos después de una fuerte tormenta o como la primavera llenando los paisajes con colores cálidos y brillantes después de un largo invierno.

Fugaku vio de soslayo una pequeña sonrisa formándose en el rostro de Sasuke. Y entonces comprendió.

Todas las cosas que había hecho mal, la forma irracional en la que había actuado y en las palabras dolorosas que alguna vez había soltado. De nuevo el interminable espiral de culpabilidad se arremolinaba en su sangre, presionándolo y señalando sus horribles acciones.

—Escucha, Sasuke—el tono tan serio hizo que el menor lo mirara con atención—. La última cosa que hubiera querido hacer como tu padre era dañarte de alguna manera.

—¿Tú te estás disculpando?—la sorpresa en su voz fue eclipsada por la ironía, aunque esa no había sido su intención.

—Es la razón por la que he venido—dijo con firmeza, como si estuviera rogando para que le creyera—. Y entenderé si no quieres volver a verme en tu vida... sólo escúchame, ¿quieres?

Asintió dispuesto a saber lo que tenía que decir, la desesperación en su voz le dio una sensación amarga; dejó el pequeño vaso de papel a un lado para tratar de concentrarse en las palabras de su padre, y no en el reflejo de su propio rostro que se dejaba ver en la oscuridad de la bebida.

Fugaku respiró profundamente y lo miró.

—Yo fui injusto, desconsiderado y muy poco comprensivo—enumeró en lista—. No sólo contigo, Sasuke, sino también con Naruto.

—Estoy de acuerdo.

Un largo suspiro se escuchó por parte de su padre. 

—Lo siento, hijo—dijo, con los hombros caídos y el arrepentimiento surcando en su voz—. Sé que no puedo enmendar nada de lo que hice, pero pondré todo de mí para cambiar y hacer mejor las cosas de ahora en adelante. 

Lo siento.

Hacía eco en la cabeza de Sasuke, una y otra vez, como si hubiera esperado por ello por mucho tiempo, como si fuera lo más importante que un padre le pudiera decir a su hijo. Sasuke no se atrevió a decir palabra alguna, simplemente se quedaron ahí en un silencio pasivo y nada turbulento.

—Tardaste mucho en decirlo, papá—Sasuke enderezó la espalda, sintiéndose un poco extraño al decir «papá» después de un tiempo sin hablarse—. No voy a pretender que todo está bien ahora, ¿entiendes?

Pero mejor tarde que nunca.

Hubo un silencio de por medio.

—Necesito tiempo para asimilar todo—Sasuke apretó los labios.

—Entiendo, está bien—Fugaku dejó caer los hombros, toda esa tensión había caído.

Permanecieron así unos minutos más, sintiendo la fresca brisa del atardecer golpear suavemente sus rostros, era como si les reconfortara y les dijera que todo iba a ir mejor a partir de ahora.

—Yo... tengo que volver al trabajo—Sasuke se levantó de golpe y miró a su padre una última vez.

Fugaku también se puso de pie—. Entonces, te dejo.

Antes de que Sasuke se fuera, Fugaku lo llamó una última vez.

—No olvides visitarnos de vez en cuando—murmuró—. Y lleva a Naruto, a tu madre le encantaría verlos otra vez.

Un repentino alivio fluyó por la sangre de Sasuke, asintió en dirección de su padre y regresó al trabajo bajo las atentas y furtivas miradas de los demás empleados. 

El resto del turno siguió en una tranquilidad casi anormal, no hubo mucho flujo de llamadas y la mayor parte del tiempo estuvo con la mirada pegada a la pantalla del computador. Ni siquiera Suigetsu se había acercado a él para preguntarle qué había sido todo eso, y silenciosamente le agradeció por eso, no tenía ganas de hablar y lidiar con su personalidad. Lastimosamente, los murmullos indiscretos no eran algo que podía evitar fácilmente, así que sólo le quedaba ignorarlos lo más que podía.

Moría por regresar a casa y descansar.

Y eso fue lo que hizo.

Introdujo las llaves en la cerradura y las dejó en el canasto de mimbre que estaba sobre un mueble cercano, unos cuantos pasos más y se encontró a Naruto en el suelo de la pequeña sala de estar mientras leía un libro; su frente no se arrugaba como si no entendiera nada de lo que estaba leyendo como normalmente hacía, todo lo contrario, incluso parecía disfrutar de la lectura.

El escenario pareció calmarlo lo suficiente como para dejar de lado el peso de la jornada laboral, sus músculos dejaron de estar tensos y los rasgos de su siempre impasible rostro se relajaron.

El rubio levantó la mirada del libro y fijó sus azules ojos en él, pero notó rápidamente cómo Naruto inclinaba la cabeza con duda y se ponía de pie mientras se quitaba los anteojos que usaba para leer.

—¿Te ocurrió algo?—preguntó preocupado.

Sasuke suspiró y dejó a un lado su maletín, deshizo el nudo de la corbata y se acercó a Naruto para envolverlo entre sus brazos. Apoyó su cabeza sobre el hombro de su novio, sintiendo aquellas manos subir por su espalda y pasarlas con gentileza, nuevamente, como si tratara de consolar cualquier pensamiento oscuro que estuviera pasando por su cabeza.

—¿Otra vez gastaste tu reserva de energía en clientes enojados?

Naruto era tan dulce, siempre sabía cuándo algo le pasaba, no entendía cómo eso siquiera era posible.

—Mi padre fue a buscarme al trabajo—susurró.

Naruto detuvo el movimiento de sus manos, se sintió inseguro debajo de él.

—Él se disculpó conmigo.

—¿Él qué?—el tono sorprendido le hizo gracia.

—Yo también tuve la misma reacción.

Sasuke levantó la cabeza y lo miró a los ojos, una de sus manos se acentuó en el cuello de Naruto mientras su dedo pulgar acariciaba su mejilla con dulzura.

—¿Estás bien?—preguntó él, posando su mano sobre la de Sasuke.

—Estoy bien—se quedó en silencio un momento—. Sólo... déjame verte un rato.

Naruto frunció el ceño.

—Hoy actúas muy raro.

Sasuke lo abrazó otra vez.

 


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