Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre corales por Fullbuster

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

- ¿Sasuke? Creía que estabas en la superficie.


Madara se acercó con rapidez donde estaba su sobrino. No es que se sintiera realmente bien ni con su familia, más que nada, porque él no era como ellos. En su especie existía una gran ira hacia todo lo que no fueran ellos. No les importaban las muertes, tan sólo su supervivencia.


- ¿Estás bien, Sasuke? Vamos, caza un poco con nosotros. Pareces un poco débil.


- No – se rehusó Sasuke, alejándose un poco de ellos cuando su tío fue a tocarle el brazo.


- Vamos, Sasuke, no sigas con ese rollo de no matar a nadie, debes alimentarte apropiadamente. Si sigues así, morirás. Deja de resistirte.


¡Resistirse! Sí, eso era lo que siempre había hecho. No era fácil dejar de succionar la energía vital, de hecho, sólo él había sido capaz de hacer algo así. Una vez empezaban a comer, era como una droga. El poder empezaba a llenar su cuerpo, esa energía les hacía desear más y no paraban hasta drenarla por completo, matando a sus presas. Muchos ni siquiera eran conscientes de lo que hacían hasta que dejaban de comer.


¿A cuántos seres había matado él? A muchos. Mató a demasiada gente mientras era un niño, tratando de resistirse a esa hambre voraz. Ahora podía controlarlo... ¡A veces! Miró a su espalda el rastro de algunos peces muertos y otros que se movían con demasiada lentitud. Él había hecho eso. Algunos vivos... otros muertos.


- Tengo que irme – susurró Sasuke.


- Ey, Sasuke, ten cuidado en la superficie – susurró Izuna, con voz más preocupada aún que la que tenía Madara.


- Sí. Lamento haberos molestado mientras cazabais.


- No pasa nada, Sasuke. Sabes que puedes unirte a nosotros cuando lo necesites. Somos tu familia. Nunca te fallaríamos.


- Lo sé. Gracias.


¡Raro! Él siempre se había sentido como la oveja negra de la familia. El bicho raro que no quería matar a nadie, que prefería quedarse con algo de hambre pero no matar a los individuos. En su familia, no le entendían. Matar era una necesidad para ellos, para sobrevivir. La naturaleza era cruel a veces, pero así era la vida. Cazar o ser cazado, cazar para alimentarse.


Nadó en dirección opuesta. Por suerte para ellos, la velocidad que podían alcanzar en el agua era increíble, así que no tardó demasiado en llegar a su casa. Aún era de noche y eso significaba que tardaría en secarse, pero prefería mil veces la luz de la luna, porque en la oscuridad, se sentía a salvo.


Salió del agua y se arrastró por la arena hasta apartarse todo lo posible y entonces, se relajó mirando el cielo estrellado. Por un instante, pensó en Naruto. Él era como una de esas estrellas. ¡Intocable!


¿Cuántas veces le vio nadar con otros animales y jugar con ellos? ¿Cuántas tomar el sol en las islas Li Galli? ¿Cuántas le escuchó cantar? Él era como un alma libre. Sólo eran críos cuando le conoció y jamás se atrevió a hablar con él. ¿Cómo podría hablar con él? Naruto pertenecía a esa brillante especie de sirenas de cola dorada, raras, extrañas, casi una leyenda y él... él era otra leyenda, pero no de las buenas.


¡La realeza! Es lo que era Naruto. Las sirenas de cola dorada eran adoradas, raras de encontrar y siempre habían gobernado en Náutica. La primera vez que Sasuke vio nadando a ese chiquillo fuera de la ciudad, sin sus guardias reales, supo que era revoltoso, tanto como para escaparse. Era un soñador y día tras día, mirándole en secreto, acabó enamorado de él. ¡Era ridículo! Una sirena de cola negra enamorada. Ese chico le había embrujado de alguna forma extraña que no entendía.


Esperó en la arena hasta secarse por completo. Iba a tardar y cuando quiso darse cuenta, la luz de un nuevo amanecer le hizo abrir los ojos. ¡Se había quedado dormido!


Se incorporó con rapidez y revisó su cola. Ya no estaba. En su lugar, había un par de piernas humanas. Revisó sus dedos y los movió. ¡Era divertido! A ellos, que no disponían de dedos, les resultaban graciosos el simple hecho de poder moverlos. Sonrió como un idiota, recordando que Naruto hizo exactamente lo mismo que él. Debía vestirse para ir a clase.


Se levantó, perdiendo un poco la estabilidad. ¡Piernas! Eran complicadas de mover hasta que te acostumbrabas a ellas. Con lentitud, caminó completamente desnudo como iba hacia la casa. Abrió la puerta con las llaves que siempre guardaba bajo una de las macetas y entró en la casa para buscar algo de ropa.


Seguía teniendo hambre, pero era una consecuencia por su mala alimentación. No terminar de robar toda la vida generaba esa sensación de seguir hambriento. Era algo a lo que nunca se acostumbraría pese a los años que llevaba haciendo lo mismo.


Entró en la casa y buscó algo de ropa que ponerse. Debía ir a clase. ¡Era irónico! Tan sólo era una tapadera, algo que debía hacer mientras durase su estancia en la superficie para no levantar sospechas, pero le gustaba. Estudiar biología marina le gustaba de verdad. Escuchó leyendas sobre algunas sirenas que se quedaban en tierra para siempre, pero él... ¡él no lo haría! Era un peligro para todo el mundo. Un año era el tiempo que tenía para disfrutar del mundo humano antes de volver con los suyos.


Al salir de nuevo para irse a clase, observó las olas. Ellas impulsaban algo hacia la orilla y supo al instante, que se trataba de su hermano. ¡Él siempre tan protector! Intentando convencerle para recuperar algo que perdió hacía ya demasiados años y que ni siquiera quería recuperar.


- Buenos días, hermanito – comentó Itachi con seriedad. Solía ser serio con todo el mundo, excepto con él y en cuanto dejó escapar una sonrisilla hacia su hermano mayor, Itachi sonrió ligeramente –. ¿Vas a hacerme caso hoy?


- No – sonrió Sasuke con orgullo – no quiero hablar de ese tema.


- Sasuke, es importante.


- Ayer vi a los tíos. Estaban de caza.


- Supongo, muchos salieron de caza, como todos los días. Ya sabes que a los tíos les encanta la noche y no irse demasiado lejos de esas islas.


- La ruta de los barcos que entran a puerto, esa es la que les gusta.


- Bueno... supongo que porque hay buena caza – sonrió Itachi –. Venga, Sasuke, hablemos en serio. Tienes que recuperarlo.


- ¿Por qué, Itachi? ¿Por qué no podéis aceptar que estoy bien así?


- No estás bien así, Sasuke, ¿No te das cuenta? No quiero que mueras y...


- Tengo que irme a la universidad, Itachi.


- Sasuke, piensa en lo que te he dicho, por favor. Es importante.


¡No quería escuchar esa conversación de nuevo! Conocía mejor que nadie los riesgos de su decisión. La vida de las sirenas de cola negra no era un camino de rosas precisamente. Ellos jamás serían aceptados en la sociedad de las otras sirenas. A veces, soñaba cómo sería la gran ciudad de Náutica, pero sabía perfectamente, que jamás la vería.


Al llegar al paseo marítimo, caminó despacio. Los libros de biología en su mochila pesaban. Siempre intentaba llegar pronto a su destino y descargar todo, pero ese deseo no le impidió frenar en una de las farolas para ver un cartel pegado.


No pudo evitar sorprenderse y, a la vez, sentir la culpa recorriéndole. Un cartel de "se busca". Conocía a la persona que salía en él o mejor dicho, había visto a esa persona. Cayó en alta mar y seguramente, los guardacostas estarían buscándole. Quizá la familia pensaba que las corrientes podrían atraer su cuerpo hacia la orilla y pedían la colaboración ciudadana por si le veían, pero ellos jamás sabrían que ese cuerpo nunca aparecería. Hundido en el fondo de mar, su vida se escapó en cuestión de segundos. Sus tíos le dieron caza esa misma noche.


- Ey.


Sasuke se sorprendió al sentir la mano de alguien sobre su hombro, lo que hizo que instintivamente, se moviera en un intento por apartarse. Al girarse, se calmó viendo el rostro de Naruto. Sonreía, al menos hasta que él se apartó, lo que hizo que se pusiera serio como si pensase que había hecho algo inapropiado.


- ¿Estás bien? – preguntó Naruto al verle tan distanciado.


- Sí. Me has sorprendido, nada más. No esperaba verte por aquí.


- Vivo al fondo del paseo marítimo. Bueno... un poco al interior para ser más concreto – se rascó la cabeza con la mano – de hecho, ni siquiera tengo una buena vista del mar desde la ventana. Apenas veo las gaviotas sobrevolar y eso, pero... es una buena casa.


- Seguro que sí – dijo Sasuke, sin entender el motivo para hablar de su casa.


Dio media vuelta con intención de marcharse. No quería estar más tiempo allí, ni era recomendable estar cerca de Naruto. Él podría descubrir su secreto y aunque no lo hiciera puesto que parecía un poco atolondrado, ¿cómo podrían ser siquiera amigos? Él mataba a gente cuando se descontrolaba, cuando no conseguía dominar su hambre y no podía apartarse de la presa. Le ponía en peligro y no quería serlo para nadie.


- ¿Dónde vas? – preguntó Naruto al ver que el chico caminaba de nuevo por el paseo marítimo, alejándose de él.


- A clase – fue su escueta respuesta.


- Pero... espérame. Vamos a la misma universidad así que...


- No necesito que me acompañes.


- Pero, es que vamos en el mismo sentido. ¿Qué más da si camino contigo?


- ¿Es porque crees que me debes algo?


- No. Bueno... sí – cayó entonces, abriendo su mochila y pasándole una bolsa de plástico con el pantalón húmedo todavía dentro de ella – está lavado, te lo prometo. Sólo un poco húmedo.


- ¿Un poco? – preguntó Sasuke al ver la bolsa y el pantalón mojado dentro.


- Bueno... es que por la noche no hay sol para secarlo – intentó excusarse Naruto.


Sasuke suspiró y agarró las asas de la bolsa para no tocar el agua del pantalón. ¿Qué iba a hacer ahora todo el día con ese pantalón mojado? Era un riesgo llevarlo, pero volver a casa no era una opción.


- ¿Estás enfadado? – preguntó Naruto al ver su rostro pensativo y casi malhumorado.


- No.


- Pues lo pareces. Frunces el ceño.


- Mira, gracias por traerlo, pero tengo muchas cosas que hacer, así que me voy a la facultad.


- Y yo te acompaño hasta allí – sonrió.


¡Le gustaba ese chico! ¿Para qué negarlo? Le gustaba desde hacía tantos años y él... seguramente ni se acordaba de quién era, quizá ni le hubiera visto nunca. Aunque pensándolo bien, en el muelle, la primera vez que se vieron en el mundo humano, dijo que le había recordado a alguien, que se había confundido. ¿Podría ser que se acordase de él?


- Oye, Naruto, en el muelle la otra vez, me dijiste que te confundiste con alguien y... ¿Me parezco a alguien que conoces?


- La verdad es que no – sonrió Naruto – era la primera vez que te veía.


- Pero dijiste que te parecí otra persona.


- Fue... una excusa – resopló con frustración – supongo que ahora puedo contártelo, pero... vi una sirena en el agua, yo creía que eras humano y no sabías nada sobre nosotros, así que no podía decirte que estabas siendo embrujado. Mentí, fue sólo una excusa eso sobre que me recordabas a alguien. No te había visto nunca – sonrió con inocencia.


- Ya veo.


Era la primera vez que Sasuke dejaba de caminar, pero Naruto continuó, hasta percatarse de que ya no había nadie a su lado. Por algún motivo, Sasuke tenía una mirada perdida y miraba hacia el mar. No entendía a ese chico. A veces era medio agradable y otras como en ese instante... era casi impenetrable. No conseguía llegar al fondo de su corazón o sus pensamientos y habría pagado por que fuera un poco más extrovertido. ¡No había nada que hacer! Así debía ser ese chico.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).