---Día cuatro (Un recuerdo que tengas de tu “Amigo Secreto”)---
En este día, se supone que es algo que tú recuerdes de la persona a la que debes escribirle, obviamente debe ser en algún punto donde hubiera más personas o que no te hubieran visto, algo que no levante sospechas de la identidad del contrario.
Debe ser algo que se pueda abreviar en pocas palabras.
Así que empecemos con este nuevo día.
---(Aries)---
Hoy Mu decidió salir un poco de su templo, para leer la carta que le entregaron temprano.
Suspiro algo pensativo, lo del día anterior le causo algo de revuelvo en su ser, pero no podía permitirse sentirse mal por eso.
Fue a un lugar especial, que le trae algo de calma.
Sentándose a la orilla de ese lago, abrió el sobre, para apreciar la carta con atención.
“Fue un día cuando entrenamos de niño, justamente el momento que lograste formar el muro de cristal.
Sonreíste como nunca antes lo había visto en alguien, brillaban tus ojos y me gusto eso”.
Un recuerdo bastante corto y conciso, acorde a lo que se estipula en las reglas.
-¿La primera vez que lo logre?- Abrió sus ojos verdes con asombro… Su mente trajo ese momento, para analizar quienes estaban allí.
-Aldebarán, mi maestro, Aioria y… Shaka- Cubrió su boca con la mano, sujetando la hoja con fuerza –Entonces… Si es… Shaka…- Su corazón latiendo como loco, sus mejillas ruborizadas y una sonrisita se plasmó en sus labios.
Ya tenía una pequeña sospecha en la primera carta y con esto solo lo confirmo.
---(Templo De Tauro)---
-Está decidido, hoy practicaré para mejorar mi autoestima- Para Aldebarán el hecho de que su “Amigo Secreto” Le diera ese punto de vista, lo tomara para bien.
Además que hacia algo de tiempo para leer su correspondencia, quería estar en completa calma o por lo menos la necesaria.
Al final se decidió y comenzó a prestarle atención.
-¿Qué me dirás el día de hoy Amigo?- Al extender la carta aprecio esas palabras.
“Una vez, estabas gritando “Gran cuerno” y haciendo un baile bastante ridículo, que me morí de risa al verte”.
La cara del Latino, se volvió completamente roja.
-Pero… Esto… Fue…- Miraba la carta, como buscando una respuesta -¿Cómo lo supo?-
Ahora en vez de sentirse feliz, comenzó a invadirle miedo absoluto.
---(Templo de Géminis)---
Saga disfrutando estar en completa soledad, pues su hermanito se encuentra en el coliseo, haciendo ¿Quién sabrá qué cosa?
-Por fin algo de tranquilidad- Suspira, dejándose caer en el sofá, apreciando un poco de calma en su pensar.
Miro la carta que descansa sobre la mesa delante de él, levanto su visita, queriendo evitar tenerla de frente.
-¿Me dirás alguna tontería?- Tomo aire, y cerro sus ojos.
No tenía tantas ganas para abrirla, pero debía.
Al tenerla entre sus manos, sintió como si temblara, pero no dejaría que sus emociones dominen nuevamente.
La extendió y comenzó a leer detenidamente.
“Cada que ayudabas a entrenar a los jóvenes aprendices, intentando verte rudo y muy serio, pero al momento de tener un avance hasta el más mínimo, sonreías cuando no te veían.
Y después los regañabas, con que no era suficiente”
Le logro sacar una sonrisa, estrechando la carta contra su pecho.
Sin duda esa época fue tan buena.
---(Coliseo-Géminis menor)---
-A ver… Se supone que es un recuerdo… Pero…- Sentando en las gradas, suspirando y jugando con el sobre –Nadie sabía de mí, al ser niños… De seguro serán cosas fascinantes de mi edad actual…-
Puede que cargue algo de resentimiento de no haber podido presentarse con los demás desde una temprana edad, pero lamentablemente así fueron las reglas.
Aun así la abrió, curioso después de todo una parte de su personalidad.
“El día que hiciste enojar a Death Mask con esa botella llena de líquido dudoso, como te persiguió y aun así te reíste como si nada.
Ja, ja, ja, eres único”.
Las palabras que cualquiera desearía escuchar cuando toda su vida ha sido solo comparado con Saga.
-Bueno… Intentaré hacer bromas más seguido solo para ti- Señaló la carta como si lo dijera a la persona que la escribió.
---(Templo de Cáncer)---
“Recuerdo que una vez, en nuestra primera misión, fuimos emboscados, y aunque Shura intento hacer algo, fue malherido intente ayudarlo, pero ese maldito nos tenía acorralados.
Tú te interpusiste entre él y nosotros, protegiéndonos.
Nunca creí que te viera de esa forma, y aun así sonreíste como burlándote de nosotros, por ser débiles.
Gracias”.
Ya con esto le confirma quien es, pero lo supo desde el primer día.
-No tienes que agradecer, ustedes dos son muy importantes para mí- Bajo su mirada algo melancólico –No sabría qué hacer si algo malo te hubiera pasado o a la cabra- Tenía que decir algo gracioso para equilibrar el ambiente.
---(Templo de Leo)---
Bajando su mirada, bastante rojo y avergonzado, pues lo que su carta revela… Nunca lo imagino hasta le hacía volver a cuestionarse ¿Quién pudiera ser?
-¿Por qué me deben recordar como el hermanito menor de Aioros?- Hizo un puchero, derrotado sin duda porque aún sigue siendo ese pequeño.
Esa hoja contiene lo siguiente.
“Una noche de tormenta, estábamos todos reunidos en la sala patriarcal, por alguna razón que no recuerdo.
Hacia algo de frio.
Ustedes siendo los más pequeños, debíamos cuidarlos, mientras el patriarca y los demás soldados revisaban la situación.
Tu hermano te cargo para cubrirte con una sábana, y tu parecías un pequeño bebe, que incluso note que tenías miedo de que Aioros se fuera de tu lado”
Suspiro con las mejillas muy rojas, pues aunque no recuerde ese hecho por su corta edad en aquel entonces, solo imaginar que los demás tengan esa impresión de él, lo pone muy mal.
---(Templo de Virgo)---
El rubio tan solo al tener el presente en sus manos, se decidió ir a su habitación, pues analizaría el recuerdo con detalle, pues está dispuesto a averiguar ¿Quién es?
Y esto le daría una gran pista, si no es que la verdad.
Sus ojos azules se fijaron en el papel delante y prosiguió a leer.
“El día que pude contemplar tu sonrisa… No me lo tomes a mal, pero… No te espié, solo pase de casualidad.
Estabas en el bosque cercano al santuario y me fije que estabas arriba de uno árbol pequeño, sosteniendo algo entre tus manos…
Me enterneció ver que… Era un polluelo de algún tipo de ave, no sé cómo fue, intuyo que cayó del nido, estabas meditando y lo rescataste regresándolo con su familia.
Miraste atento unos instantes y sonreíste a los demás pajaritos en el nido.
Nunca pude olvidar eso de ti”.
Bajo la hoja de papel, su mirada se suavizo.
-¿Me Viste?- Por primera vez Virgo se sintió demasiado descubierto por un lado bondadoso que se niega a aceptar.
---(Templo de Libra)---
Ya había leído esa hermosa carta, solo sentía unas ganas descontroladas de ir inmediatamente con el patriarca, darle un abrazo confesarle lo que siente, besarlo y quien sabe que más.
Pero se contenía, suspira tan emocionado, que casi se le olvidó que estaba cocinando algo.
Las dulces palabras de la carta dictan lo siguiente.
“La primera vez que te vi actuar bastante autoritario, porque Afrodita y Aioria estaban discutiendo, se atacaron sin previo aviso, destruyendo parte del coliseo.
Estabas allí y de verdad te molestaste.
No sé si fue por alguna razón, pero… Los regañaste, diste un sermón como los que imagino escuchaste del anterior patriarca, luego un castigo dictaste.
Tu mirada intensa dedicada a ellos, para enfatizar tu molestia.
Parecías… Una figura paterna para esos dos.
Me gusto verte de esa manera”.
Puede que se note algo trivial, pero para el Libra es lo más hermoso que alguien pudiera decir o bueno no precisamente solo un Alguien cualquiera.
---(Templo de Escorpio)---
-No puedo dejar de sonreír, aunque ayer llore mucho, pero trataré de ser mejor- Sonrió al tener la carta delante, desdoblada y preparado para leerla con sumo detalle.
-Sé que no soy el mejor, pero… Quiero serlo por ti- Milo ya no puede ocultar que en su corazón dicta que esas letras, esas dulces palabras son de su cubito, algo se lo dice y lo asegura.
-Quiero recordar lo que dirás de mí, lo tendré presenté- Desdoblo la hoja y comenzó la lectura.
“Esto podrá no ser algo agradable para ti, sin embargo fue la primera vez que vi tus lágrimas, estabas llorando en el coliseo por que no podías lograr realizar Antares de la forma correcta.
Te desesperaste mucho y como cualquier niño lloraste.
Sentí en ese momento deseos de consolarte, pero antes de que pudieras notar mi presencia… Te levantaste, limpiaste tus lágrimas y volviste a practicar.
Tal vez no lo diga seguido, pero admito que esa capacidad que tienes para recuperarte tan rápido… Me gusta mucho, por favor… Sigue siendo tu, Milo”.
-Te amo Camus- Beso la carta, dejando escapar una lágrima de facilidad.
---(Templo de Sagitario)---
“Un día cualquiera, tu llegaste con una bandeja llena de galletas, sonreíste al darnos a todos algunas.
Esperabas emocionado que te dijéramos la verdad del sabor.
Lamento decirte que mentí esa vez… De hecho todos lo hicimos.
Estaban quemadas, pero nadie tuvo el corazón de decirte la verdad.
Hasta hoy lo estoy haciendo, pero… Nadie quería ver tus lágrimas, menos yo”
Rio asintiendo –Sé que quemo las galletas, Aioria me lo dijo… No debiste mentir- Su sonrisa no se dejó ocultar –Pero gracias por pensar en mis sentimientos-
---(Templo de Capricornio)---
Estaba cruzado de brazos, sentando en la orilla de su cama, con el ceño fruncido y los ojos cerrados.
Ya había tenido bastante con el día anterior, lo que habían escrito en esa carta antes, le molesto esa dichosa broma.
Pero no puede romper las reglas.
Así que abrió con cierta brusquedad el sobre y saco el pequeño papel para seguir.
“Cuando era niño, tú me cuidaste, sé que a todos, pero… Agradezco que te tomaras la molestia de hacerlo.
Recuerdo una canción que cantabas, cuando nos asustábamos y solo diré eso”.
Para este momento Shura solo bajo la mirada, y se dejó caer en la cama de espaldas.
-Es lo que debía hacer, no fue la gran cosa- De nuevo restándole importancia a sus antiguas acciones.
---(Templo de Acuario)---
“Leías libros todo el día y aun lo haces, pero… Creo que algo que siempre recordare, fue cuando estuviste en el coliseo de noche, aun en contra del toque de queda por nuestra edad.
Estabas con un libro enorme, para unos niños, mirando el cielo y no me atreví a saber más, pues tu carita tiene una especie de encanto mágico… Que aun a esa edad, me robaste el aliento.
¿Qué buscabas esa noche?”
El sonrojo en las mejillas del mago de agua y hielo, no pudieron ocultarse, desvió la mirada de la hoja, como si los ojos del escritor de esa carta lo estuvieran viendo.
-Buscaba las estrellas- Susurro para sí mismo.
---(Jardín del templo de Piscis)---
Deicidio darle algo de mantenimiento a las bellas rosas venenosas que protegen la parte trasera de su templo.
Y aprovecharía esa calma para leer.
-Que hermosas son- Contemplar su bello jardín que pasa de Piscis a Piscis, es algo que nunca podrá negar, que el resplandor de esas flores están casi a su par.
Miro el sobre entre sus objetos de jardinería y quitándose uno de esos guantes para esa labor.
Tomo aquel papel, abriéndolo con cuidado y prosiguiendo a leer en cuanto lo desdoblo.
“El día que casi me matas.
Entrenando como de costumbre, se te ocurrió mostrarme cómo has dominado tus rosas pirañas, pero por andar presumiendo, no supiste controlar el ataque y sí que me heriste.
Debiste ver tu cara de preocupación al verme en el suelo, con algunas heridas.
Creíste que me había muerto, pero no fue así, aquí estoy haciéndote la vida imposible.
Ja, ja, ja, aun así, creo que te veías bonito antes de casi matarme”
-No exageres, no fue para tanto- Sonrió triunfante, y sus mejillas rojizas por el cumplido disfrazado en reclamo.
---(Sala patriarcal)---
-No fuiste discreto, pero esto… Ni yo lo sabía- Su rostro rojo como tomate, sus manos temblorosas, sujetando el blanco papel delante de sus ojos rosas, que muestran una gran sorpresa.
Las palabras de esa nota dictan lo siguiente, la causa de por qué el patriarca está casi al borde del desmayo.
“Mi recuerdo más preciado, fue esa tarde en que te quedaste dormido cerca del lago del santuario.
Luciendo como un ser que no pertenece a este mundo, pues tu belleza es algo que no puedo dejar de ver.
Sabiendo que eres de sueño profundo, bueno lo eras antes, aproveche para acércame a ti, te admire con detalle, acaricié tus mejillas, y… Me atreví a besarte.
Si, así es Shion, robe tu primer beso, por favor no me odies, pero es lo que recuerdo con tanto amor, que debías saberlo”
Solo cubrió ahora su rostro, levemente toco sus labios pensado en cómo se debió sentir ese beso que odiaba no recordar.
Y con esto el día cuatro termino, pero sí que dejo varias revelaciones para todos.
¿Preparados para el quinto día?