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La marca del amor por Abyss

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Observa como la luz desaparece lentamente de su vista, así como el frio va en aumento mientras esperan pacientemente por un milagro, ocultos entre matorrales y árboles, mirando a cualquier lado esperando no ser descubierto y rezando, porque el corazón siga el camino correcto, que espera, sea uno a su lado.

Es un romántico de primera, se nota a la distancia, pero en su defensa, aquella forma de ser parece ser algo hereditario. Viene de lejos, de un pueblo algo escondido entre los altos cinco picos, y no es el único de aquel lugar que se ha ido para buscar a su alma gemela, negándose por completo a quedarse solo con una marca en negro en la palma de su mano, su padre, por supuesto, solía contarle como el mismo se había marchado cuando tuvo la edad y las cosas suficientes para hacerlo, abordando un barco hasta dar con alguna tierra que tuviera un oráculo y pudiera iluminarlo para encontrar al amor de su vida, el alma gemela que lograría hacer que el corazón en la palma de su mano pasara de negro a ser rojo pasión.

Durante mucho tiempo se había reído de aquella historia, sobre todo en la parte de los oráculos, él tenía esa pequeña esperanza de tener la oportunidad de crecer junto a su alma gemela y poder reír juntos ante la simpleza de un amor de niños.

Pero el destino no lo quiso así. Por lo que, ante la mirada orgullosa de sus padres, tomo sus cosas y se marchó, porque la marca de corazón en la palma de su mano le daba una incómoda picazón, no importaba cuantas amables y lindas señorita se sonrojaran ante su presencia y le confesaran su amor, sus sentimientos estaban lejos, aferrados a cumplir una fantasía que la mayoría ya había realizado y podían vivir llenos de satisfacción el resto de sus vidas, él quería eso, ser extremadamente feliz con la persona con la cual debía estar destinado encontrarse.

Lamentablemente, no tenía ninguna pista o idea sobre donde buscar, su padre, obviamente, le había dicho que buscara la ayuda de alguna pitonisa, aunque el viaje hacia el oráculo era demasiado largo, estaba demasiado lejos y aunque podría darle información útil, como guiarlo más fácilmente hacia el camino que debía seguir, podría ser también una pérdida de tiempo si su alma gemela se encontraba en el pueblo de al lado.

Se encontraba a las orillas del mar, disfrutando del sonido de las olas mientras pensaba hacia donde debía dirigirse a continuación, si al norte o al sur o tal vez, incluso dar vuelta y regresar a casa, derrotado.

—Oye, ¿Quieres que te ayude a encontrar tu destino?

Fue ahí cuando se encontró con aquel desconocido, aparentemente de su edad, extrañamente silencioso y con una sonrisa que no inspiraba mucha confianza, igual que su sola presencia.

—¿Eh?

—Sí sigues el camino por el cual avanzas, no llegaras a ningún lado.

Entrecierra los ojos ante aquellas palabras, claramente desconfiando del extraño antes de mirar a su alrededor, están solos a las orillas del mar, no hay gente cerca así que, es más que obvio que se está dirigiendo a él. La opción de ignorarlo e irse de ahí obviamente cruza por su mente, suena a lo más lógico por hacer, pero la curiosidad le llama.

—… ¿Y tú eres?

—Solo un desconocido, que busca tu ayuda y que, a cambio, te daré la mía.

Se cruza de brazos, aun no tenía nada en claro de aquel desconocido, ni mucho menos le daba razones específicas para confiar en él, su constante sonrisa comenzaba a ser abrumadora, aunque empezaba a suponer, solo sonreía para agradarle al momento, no se veía como si fuera alguien amable por naturaleza.

—Exactamente, ¿Cómo piensas ayudarme?

—De la misma manera en que tú me ayudaras a mí, consiguiendo a nuestras almas gemelas.

Retrocede un paso ante sus palabras, no sabe si el de cabello blanco simplemente había adivinado que era lo que buscaba o estaba hablando con cierta y desconcertante verdad ¿Exactamente para que quería su ayuda? ¿Era cierto lo que decía? Se mantuvo a la defensiva mientras lo observaba detenidamente, intentando seguir su instinto para saber si el desconocido era o no de fiar.

—¿Cómo sé que puedo creer en ti?

—Porque lo vi, en un sueño profético —responde como si fuera lo más obvio del mundo, antes de cruzarse el mismo de brazos al ver la poca cooperación de el castaño— pero, si no quieres ayudarme lo entenderé, ya que soy un simple extraño… Supongo que te dejare vagar por siempre, después de todo, jamás encontraras lo que buscas, está demasiado protegido entre murallas más allá de tu alcance.

Es ahí cuando su interés aumenta, el instante en que pasa saliva por su garganta lentamente, claramente nervioso ante su posible destino, debido a la manera en que se movía, parecía estarse lamentando de la futura situación.

—No tienes por qué desconfiar tanto, solo será viajar juntos un tiempo y si miento, te daré todo el dinero que consigamos en nuestro viaje ¿Te parece?

Deshizo sus brazos cruzados para rascar la parte posterior de su cabeza, tampoco es como si tuviera mucho que perder al viajar con alguien más, no se veía tan mala persona, de serlo probablemente lo hubiera golpeado para quitarle sus cosas antes de intentar hacer un intento de conversación. Además, aun si no encontraba a su alma gemela terminaría con dinero y entonces podría seguir buscando, era un ganar o ganar ¿No?

—Está bien, pero espero que me estés diciendo la verdad.

—¿Por qué no lo haría? Esto nos conviene a los dos en igual medida.

—Bueno, entonces supongo que desde ahora seremos compañeros —respiro profundo, inflando el pecho con cierto gusto, antes de avanzar los pasos que en un principio no había pensado dar y extender su brazo buscando la mejor manera de cerrar un trato, con un apretón de manos.

—¿Dohko? Mucho gusto, mi nombre es Oneiros. —finalmente deja descansar su rostro de la incómoda sonrisa que había estado portando, siguiendo el gesto del otro sobre extender su brazo y finalmente estrechar las manos con confianza.

La marca negra, en la palma de las manos de cada uno es un suspiro de alivio, la señal de que, en efecto, ellos no eran almas gemelas.

—Bien, entonces… ¿A dónde vamos? —pregunto con una sonrisa, acomodándose la mochila en su espalda.

—A tomar un barco —respondió sin culpa alguna Oneiros, antes de darle la espalda a Dohko y comenzando a regresar por el camino que ya había recorrido—, primero yo y luego tu.

—¿Qué? ¡¿Por qué tiene que ser así?! Yo debería de ir primero, soy el que está aceptando

—Pero soy yo el que sabe a dónde vamos.

Suelta el aire de manera sonora, claramente decepcionado de que su alma gemela sería algo por lo cual tendría que esperar mientras ayudaba a Oneiros a encontrar la suya, al menos, ahora no estaba caminando a ciegas.

—¿Nos vamos a tardar mucho?

—No —calla por un momento, pensando, antes de mirar al cielo y la manera en que lentamente estaba anocheciendo—. Creo… Estar seguro que será menos de un año.

Son casi ocho meses los que pasan viajando, entre consiguiendo dinero y avanzando por un camino marcado por los sueños, crece una extraña amistad entre los dos, hablando sobre sus lugares de nacimiento y compartiendo experiencias, es una sorpresa enterarse que el tipo de cabello blanco viene desde Grecia, interpretando sus propios sueños, profecías no tan opcionales que era capaz de recibir y en ocasiones, incluso capaz de entretejer si lograba ser consciente de que se encontraba soñando, algo que no era tan fácil de creer, hasta que, justamente, dieron con la primer alma gemela que estaban buscando.

Oneiros no le había dicho exactamente como era sus almas gemelas, al parecer no era algo que se pudiera saber mediante sus sueños, pero donde encontrarlos era algo totalmente diferente, eso sí era algo capaz de ver, aunque fuera por un instante en sus sueños proféticos, razón por la cual, después de conseguir el dinero suficiente y cosas para mantener una especie de negocio ambulante, finalmente habían arribado a una bonita ciudad en alguna parte de Rusia.

—¿Estás seguro de que lo encontraremos aquí? —había preguntado mientras ponían su puesto en el piso que habían pagado por unas horas.

—Sí, debe ser fácil reconocerlo —extendió la manta sobre la cual iban a poner las cosas por vender, el mejor negocio que podrían tener aprovechando que pasaban por muchos lugares, aunque el cambio de moneda no dejaba de ser algo que no siempre les favorecía.

Al final, aun cuando seguía dudando y no estaba cien por ciento seguro de que Oneiros dijera la verdad, caminando entre la multitud y resaltando ante la mirada de su amigo, Aspros había caminado a media tarde no muy lejos de ellos, no había alcanzado a haber algún toque, por lo que el corazón seguía siendo negro, pero solo tenía que ver los ojos negros para creer que, en efecto, aquella persona era su alma gemela, después de todo, venia de un lugar donde esa mirada era tan común, que la tenía grabada a fuego en su memoria. Ese tipo era, sin duda, la primera alma gemela que estaban buscando.

Y ahí fue donde entraba su amistad a juego.

—No estás hablando en serio.

—Estoy siendo totalmente serio, Dohko.

Ambos tenían boletos de tren listos en las manos, el de cabello blanco tenía dos y el solo uno. La idea era sencilla, solo tenían que tomarlo y correr, ya sea que Oneiros lo cargara, lo dejara inconsciente o jalarlo entre los dos para subirlo al tren que los sacaría de ahí y los dejaría cerca de su siguiente destino. Dicho de otra forma, lo iban a robar… O secuestrar, era casi lo mismo.

—Nunca me dijiste que íbamos a hacer esto.

—Sí lo hubiera hecho ¿Hubieras aceptado venir conmigo?

—No.

—Por eso jamás lo hice.

No quería recordar mucho mas de ese día, claro, lo habían logrado y el triunfo hizo que su pecho se inflara de extraño orgullo, lo que al final termino calmando su consciencia, porque llevarse a alguien en contra de su voluntad seguía sin sonar bien en su mente, fue ver que, a pesar de su negativa porque su amigo claramente no se veía como alguien con dinero, al final de todas maneras su mano, ya marcada con un corazón en rojo, había buscado instintivamente la de Oneiros, que igualmente, finalmente había dejado de ser de tener la marca en color negro.

—¿Sigo? —pregunto nervioso, observando como Aspros dormía tranquilamente a lado de Oneiros mientras el tren seguía en movimiento.

—Sigues. —fue su simple respuesta con una sonrisa, sujetando con fuerza la mano de su compañero de cabello azul que había logrado robarse con éxito.

Dos semanas después conociendo a Aspros, escuchando sus quejas antes de que Oneiros lo callara con la maravillosa promesa de una isla totalmente para ellos dos una vez volvieran a Grecia, finalmente habían logrado llegar a su último destino en grupo antes de que cada uno siguiera su camino. El pueblo a los pies de una montaña, en el Tíbet, era un lugar agradable para vivir, el aire era limpio y el comercio parecía ir bien, podría ser un buen lugar para vivir si es que su alma gemela no quería irse con él a China, después de todo, sus padres estaban conscientes de que no era probable que regresara a casa con su alma gemela.

—No te lo recomiendo.

—¿Qué?

—Vivir aquí, vas a tener que regresar a China y no lo digo porque lo profetice, lo digo por lo que escuche.

Fue algo muy inesperado conseguir información sobre su alma gemela, algo que no había pasado con Aspros. Oneiros entonces, procedió a contarle que estaba casi seguro que su alma gemela vivía en las montañas, no había seguridad sobre esperar a que bajara en algún momento, así que tendrían que subir por él, una acción que había esperado, no incluyera robar o secuestrar a alguien, hasta que se enteró de quienes eran los que vivían ahí arriba.

—¿Crees que quiera ir conmigo? —fue fácil dejar salir un susurro totalmente desanimado, su posible fracaso en su anhelada búsqueda.

—Sí, bajara. Pero es mejor si se van a China, escuche historias del pueblo, no sé qué le vayan a hacer a él, pero a ti probablemente te van a matar o algo similar. —levanto la mirada para encarar a Dohko, seguro de sus palabras y de lo poco que ha alcanzado a ver, no estaba tirando una moneda al aire para decidir la suerte, él estaba lo suficientemente seguro de lo que hacían, que casi podría considerarse que su ayuda hacia el castaño era trampa. Aunque no es como si fuera la primera vez que alguien con sus habilidades ayudara a los que buscaban a sus almas gemelas.

—Suena a que son barbaros. —gira en la cama con pereza, haciendo su cabello azul a un lado mientras pone atención en la plática, está casi seguro que van a empezar a planear algo parecido a lo que le hicieron a él, y aunque no le importa mucho, probablemente debía prestar atención para cuando tuviera que irse despidiendo de la cómoda cama del hotel donde se estaban quedando.

—Creo que ellos tienen su propio Oráculo, así que algo de inteligencia deben de tener —respira profundo, recargándose contra la cama donde Aspros se encuentra descansando, no es como si el tuviera alguna clase de intención por lidiar con la gente de allá arriba después de todo lo que había preguntado, personalmente no los conocía ¿Leyó sobre ellos? Estaba seguro que en algún lado debía haber algún libro sobre que dios mezclo su sangre y la escondió en una montaña, pero era tan irrelevante para la vida que estaba siguiendo que ni regresando a Grecia buscaría la información—. Hay que subir cuanto antes, de otra manera, tal vez algún dios decida avisarles de nuestra llegada.

Lo que siguió fue prepararse, preguntar sobre el camino de la montaña, escuchar más advertencias y seguir vendiendo cosas en el mercado para asegurar un pago constante en el hotel donde estaban, así como aumentar el fondo que tenían e ir viendo la ruta por la cual se irían del pueblo cuando lograran su objetivo.

Fue entonces, que la suerte le sonrió.

Ese día había quedado solo, a cargo del puesto mientras Aspros daba una de sus vueltas por el lugar, buscando un próximo punto donde establecerse o comprar alguna cosa que pudiera ser revendida a mejor precio por ellos, Oneiros por su parte trabajaba en terminar de conseguir las cosas que necesitarían para subir y bajar la fría montaña, seguro de que podía confiar en el para esa tarea y que el de cabello azul probablemente regresara al hotel en lugar de relevarlo del puesto para poder caminar un rato, siguió sonriendo amablemente mientras continuaba vendiendo, ofreciendo los artículos en los precios que habían quedado entre los tres y asegurándose de dar el mejor servicio que podía.

Esta tan feliz como cualquier otro cuando sabe que queda poco tiempo para seguir vendiendo cosas, despide a los que espera sean sus últimos clientes, antes de notar a un curioso que observaba con demasiado interés lo que había de venta en todos los puestos que aún quedaban en ese momento. No sabe que es, pero su sonrisa solo se hace más grande a cada segundo que lo observa y hay “algo” que le hace moverse de un lado a otro con cierta desesperación, buscando un mejor ángulo para ver el rostro del extraño que finalmente está mirando las cosas que tienen a la venta.

—¡Hey, buenas tardes! ¿Vez algo que te guste?

Intenta actuar lo más normal posible mientras insiste en buscar la mirada de su nuevo e inesperado cliente, abriendo los brazos intentando abarcar todo lo que tenía en el lugar, una manera en que presentaba lo que vendía. El silencio de su cliente no quita la sonrisa de su rostro, tenerlo ahí, sin irse de inmediato asustado por su grito le hace tener cierta esperanza en poder conseguir mirarlo a los ojos, así que insiste un poco más, después de todo, no es como si fueran a venir Aspros y Oneiros a decirle que ya cierre el negocio y recoja las cosas.

—Veo que mi comprador es algo callado, ¿así como voy a saber que ofrecerle?

Juega un poco con la situación, nunca ha necesitado que un cliente le diga explícitamente que busca, mayormente es suficiente con esperar a ver que compran o poner la suficiente atención como para darse cuenta que buscan y señalar el resto de cosas que están relacionadas, pero en ese momento quiere su atención, por alguna razón necesita que levante la cabeza y sus ojos puedan encontrarse, aun si solo sea un momento.

—¿Tarot? ¿Piedras? ¿Qué tal un tablero?

Mira de reojo a su cliente de largo cabello verde, señalando las distintas cosas que tiene a su alcance, no pierde las esperanzas mientras hace sonar las piedras y mueve el tablero más grande que tienen, ese último es algo que Oneiros tendía a usar solo para jugar un rato, admitiendo que era entretenido intentar lograr algo con eso, y entonces, finalmente lo consigue, sus ojos se encuentran con una brillante y hermosa mirada del color de la lavanda.

—¿Qué tipo de tablero es?

Tarda unos segundos en darse cuenta que se le ha hecho una pregunta, parpadeando rápidamente antes de bajar la mirada y ver el tablero que aun continuaba sosteniendo, regresando torpemente a la realidad, pero haciendo un esfuerzo por no perder la posible venta.

—Es un Luopan, una brújula magnética china, ¿te gusta? Podría dejártela a un buen precio.

La negativa que llega le hace bajar el objeto y mirar rápidamente a lo que tiene a su alrededor, realmente no busca venderle algo en específico, solo quiere que la plática continúe, tenerlo ahí para seguir observándolo, quiere seguir viéndolo hasta cansarse, si es que era posible cansarse.

Así que ríe torpemente mientras busca su siguiente objeto para seguir llamando su atención, maravillándose del leve sonido que parecía ser algún tipo de risa ¿Había logrado hacerlo reír? Ojalá pudiera hacerlo una vez más y de manera que el sonido fuera totalmente reconocible.

—Es más barata que la tabla, y aunque no le entiendas, al menos nunca perderás el norte.

Extiende la mano nuevamente, mostrando el nuevo producto a tratar de vender, sin fijarse en la mano que se levantaba para tomar la brújula anticuada, perdido en el rostro del extraño que parecía interesado en aquel tipo de objetos que manejaban, fue entonces, que paso.

Se sintió como una eternidad, aunque solo fueron unos segundos, sus ojos brincaron desde el pálido rostro hacia sus manos que solo se habían rozado por un instante antes de regresar a buscar la mirada ajena, hay una sensación que recorrer desde la punta de sus dedos hasta el resto de su cuerpo, justo como una pequeña descarga eléctrica.

Sabe que es el, cuando la palma de la mano que siempre observa arde, pero no duele, siente esa picazón que ha esperado desde hace tiempo, lamentablemente, no tiene tiempo para presentarse ni para tomar del brazo a su cliente especial, perdiéndolo cuando alguien llega a buscarlo, gritando su nombre en voz alta, mismo que se queda grabado en su mente y alma.

No sabe cuánto tiempo pasa desde ese momento hasta que Oneiros llega, lo único que es capaz de hacer es sostener la mano de la marca con fuerza sin dejar de mirar al horizonte, esta maravillado, pero a la vez decepcionado de sí mismo, lo tuvo en frente y lo dejo ir, sin hacer nada. Sus labios tiemblan con fuerza mientras su amigo de cabello blanco parece intentar descifrar su silencio.

—¿Lo viste?

—Sí, lo vi.

—Bien, al menos ya sabemos por quién vamos a esa montaña.

El resto de sus movimientos son mecánicos mientras recogen todo en equipo, justo ahora entendía totalmente la facilidad con la cual tomo la decisión de robarse a Aspros sin darle opción, tenía que recordar agradecerle, de estar solo, probablemente no pudiera llevar a cabo lo mismo.

—¿Estas listo, Dohko?

Se acomoda correctamente el abrigo de color blanco junto a un sombrero que, en teoría debía de ayudarles a esconderse entre la nieve para evitar ser vistos por la gente que vivía allá arriba. Esta nervioso porque no sabe si serán capaces de cargar a Shion entre los dos, pero está realmente decido a llevárselo, tiene este sentimiento de que es la decisión correcta, así que observa con decisión el camino que tiene en frente de sí.

—Sí, vamos Oneiros.


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