Al no tener amigos, siempre iba y volvía solo de la escuela, claro que esto no le causaba molestia alguna, siempre ha preferido estar solo y lo encuentra demasiado agradable.
Ese 10 de octubre por la mañana hacía un poco de frío, pero por no querer parecer un chico débil, optó por no ponerse el suéter y ahora caminaba con las manos metidas en sus bolsillos.
No, no era a acusa del frio, es tan solo para verse más cool.
Y justo cuando su suerte parecía no poder ir mal, lo vio venir en dirección contraria a el del otro lado de la calle. Esta vez con ese grupo de amigos con el que, a estas alturas, ya se lo había topado varias veces, pero algo no estaba bien.
Algo era diferente en esa escena:
Los 4 chicos de siempre estaban a su alrededor, hasta ahí todo correcto. También estaba ahí con ellos una jovencita muy linda de ojos aperlados que se colgaba del cuello de Naruto, en lo que supuso seria una manera de demostrarle afecto o algo de ese estilo.
Sasuke no pudo evitar sentirse algo incómodo con eso, por lo que dejó de mirarlos un segundo, hasta que dio con eso que no encajaba hoy.
Le dirigió nuevamente la mirada discretamente.
Lo “normal” sería que el rubio fuera charlando animadamente con sus amigos, se percatara de su presencia aun desde esa distancia, agitara el brazo y ampliara su odiosa sonrisa para luego decirle:
Hola o Buenos días, Sasuke.
Pero esto no ocurrió, Naruto tenía la mirada perdida y no movía sus labios para nada, como si estuviera demasiado desconectado del mundo e incluso su semblante lucía deprimente.
Así, se esfumaron se vista poco a poco. Sasuke se quedó de piedra a media calle sin entender nada, algo dentro de él le estrujó un poco el corazón, fue como si aquella escena le doliera de cierta manera.
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A la salida ese mismo día.
Abandonó a toda prisa del salón, ni siquiera se detuvo cuando algún compañero de habló para preguntarle algo, Sasuke solo caminó hasta cruzar por la entrada y dirigirse a las calles donde sabia de sobra que era muy probable encontrárselo. Se recargó contra la pared de un establecimiento y esperó… bueno, ni siquiera sabía lo que esperaba pero ya vería qué hacer, decir o preguntar en cuanto ese rubio apareciera.
Veinte minutos estuvo parado en el mismo sitio y mirando para todos lados, pero no había señales de que Naruto fuera a pasar por ahí hoy. Desanimado comenzó a caminar sin un rumbo fijo, tal vez simplemente se cansó de sus desplantes y decidió no hablarle más como lo haría cualquier persona normal.
Esa es la cuestión, Naruto no es como el resto.
Adentrándose en un callejón que ni siquiera conocía, escuchó un sollozo provenir de un montón de cajas amontonadas en un costado y mentiría si dijera que no sintió algo de temor. Sin embargo, no se detuvo, solo disminuyó la velocidad de sus pasos y armándose de valor se atrevió a acercarse.
—¿Hay alguien ahí? —preguntó son voz firme.
No obtuvo respuesta. Tan solo se llevó el susto de su vida al ver un gato negro escapar de entre las cajas, por lo que evitó gritar al momento cubriéndose la boca con sus manos.
Y entonces, al rodear las cajas, vio a una persona sentada y aferrada a sus rodillas, que se estremecía un poco a causa del llanto descontrolado que estaba experimentado.
Sin saber exactamente qué hacer, terminó de acercarse e inmediatamente se agachó frente a él al notar esos cabellos rubios inconfundibles que llevaba rato esperando ver, aunque obviamente que no en ese estado ni en aquel lugar.
—¿Naruto? —indagó en un intento de hacerlo levantar la cabeza.
El nombrado apenas asomó un ojo entre los mechones que le caían al frente, ese orbe azulino estaba por demás irritado de tanto llorar. Para Sasuke fue como descubrir una criatura mitológica, para el era inconcebible que un ser como Naruto pudiera lucir de esa forma, verse tan vulnerable y destrozado por razones completamente desconocidas.
—¿Qué quieres? —le contestó el rubio casi de forma despectiva, casi. Por lo que frunció el entrecejo al sentirse atacado.
—Solo quiero saber que te pasa y por que estas aquí —preguntó de la manera más sosegada posible para él.
—Es mi cumpleaños y quise dar un paseo—fue ahí cuando Naruto finalmente lo encaró y le miró con seriedad.
—Entiendo, pero este no es el mejor lugar para eso ¿no crees? —Sasuke paseó su vista por aquel desolado y sucio callejón— Y si es tu cumpleaños, deberías estar feliz y sonriendo, mas no llorando.
—¿Por qué habría de hacerlo?
—¿Y por qué no lo harías? —replicó rápidamente haciendo uso de la misma respuesta que Naruto le había dado anteriormente.
—Porque no tengo papás, ni familia con quien celebrar fechas como esta. Vivo solo, dependo del poco dinero que me envía mi padrino cada fin de mes, pero ni siquiera él se acordó de este día —explicaba enumerando con sus dedos cada uno de sus problemas—. Hoy ignoré a mis amigos durante las clases e inventé un pretexto para no pasar este día con ellos, aun así, me atrevo a decir que me siento solo en el mundo. Creo que eso me convierte en una persona despreciable y egoísta. Soy pésimo en química, tal vez no podré seguir estudiando… —se tomó un momento para limpiar las lagrimas con sus manos y suspirar—. Ah sí, también le estoy contando mis penas a un chico arrogante y atractivo que no me responde ni el saludo, en un callejón sucio y posiblemente lleno de ratas.
Sasuke escuchó todo a la perfección, quedándose mudo por un rato porque la verdad no tenía nada que decir, por lo menos nada que no fuera a empeorar las cosas o herir aún más a Naruto.
—¿Y? ¿no dices nada? —inquirió con algunas lágrimas empezando a correr de nuevo por su rostro—. Bueno, no es novedad. Adiós Sas…
Pero antes de que pudiera terminar de hablar e intentar levantarse, Sasuke lo había tomado por el brazo y estampó sus labios sobre los suyos, haciéndolo abrir los ojos de la impresión.
Ninguno de las dos tenía experiencia besando, pero no por eso se separaron o por lo menos Naruto no podía hacerlo ya que Sasuke lo mantuvo apresado contra la pared. El cosquilleo producido en su piel por aquel contacto y posterior fricción cuando sus labios empezaron a juguetear torpemente, dejaba de lado lo inadecuado del lugar y la falta de destreza en ambos.
Sasuke le acariciaba la mejilla con devoción, alejándose lentamente para conectar sus miradas.
—¿Por… qué? —preguntó el rubio ruborizado por lo anterior.
—Feliz cumpleaños, Naruto —agachó un poco la vista, apenado por lo que había hecho y por haber sido grosero con él desde el primer día—. Lo siento, yo no… tenía idea de por todo lo que estabas pasando, creí que llevabas una vida perfecta porque siempre te veía tan contento, tanto que…
—Te irritaba —le completó.
—Sí
Sasuke se puso de pie, sacudió sus pantalones para quitarle el polvo que pudieran haber recogido mientras estuvo en aquella posición y en seguida le tendió la mano a Naruto. Este lo miró confundido.
—Vamos, te invito a comer a mi casa. No somos ricos pero mi mamá siempre dice que donde comen tres, comen cuatro así que…
Conmovido, el rubio se aferró a su mano y se levantó, imitó las acciones de Sasuke y solo entonces pudo volver a poner esa expresión encantadora en su cara.
—Gracias —la sonrisa que llevaba todo el día buscando, apareció en todo su esplendor.
Sasuke no pudo evitar sonrojarse y desvió la mirada para poder controlarse o el corazón se le escaparía del pecho. Es que nunca imaginó que podría acelerársele de tal manera solo por verlo sonreír.
—No es nada —agregó tranquilamente—. Debemos darnos prisa o mi madre se preocupará, aunque primero pasaremos a comprar un pastel, tengo algunos ahorros que servirán…
—¿Sasuke? —le habló interrumpiéndolo y este lo miró— ¿Podría considerar esto una… cita? —preguntó levantando su mano que todavía estaba unida a la suya en un cálido agarre.
—Si tu… quieres.
La respuesta fue otra de esas tantas sonrisas brillantes, que lejos de dejarlo ciego, le iluminaban el día de hoy.
Ahí entendió que lo que más odia en el mundo no es ver a ese chico sonreír, sino el haberlo visto llorar.
Fin