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Adiós a mi concubina. por Rebeca-chan

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Notas del fanfic:

NarutoxSasuke

Notas del capitulo:

primera parte. 

Era un día nevado, el viento helado le azotaba el rostro, pero su mano estaba tibia. Iba junto a su madre, ella le tomaba amablemente su pequeña mano se niño. Sorteaban el mercado y los transeúntes. Vieron a los artistas callejeros y por alguna extraña razón su madre se detuvo a verlos, eso jamás había pasado, se hecho ni si quiera paseaban juntos, tan solo se quedaban en aquel lúgubre lugar donde todos gritaban y reían a carcajadas. Eran un puñado de infantes pelones que hacían piruetas en el aire. Contaban una ópera antigua de Pekin mientras representaban los papeles. El niño con su madre los miró atentamente y cuando la función terminó les dio unas monedas de cobre.

-Madre eso ha sido genial- replicó el pequeño rubio de ojos azules. Su cara era delicada como una niña. Tan bello como su madre y tan femenino como una flor.

-Me alegro que te haya gustado- le tiro de la mano y siguieron su camino por las callejuelas. Llegaron hasta un portón antiguo, negro e imponente que se alzaba al medio de la pared. Su madre entró y encontró a un señor viejo que fumaba una pipa. El caballero regañaba a los niños ya que la presentación no había salido como el lo quería.

-Estúpidos niños, tienen que hacerlo mucho mejor- con una vara de madera les pegaba a los retoños mientras estos decían “si señor" y aguantaban estoicamente los coletazos.

-Maestro Hiruzen- interrumpió la voz delicada de la madre de Naruto. Kushina quien trabaja en la casa de las flores como una prostituta. Vestía con un fino qipao de color Jade, adornada con grandes aros de la misma piedra.

-¿Quién busca?- el viejo se acercó y examinó a los dos extraños en su puerta. Se fijó en el niño que estaba con ella, levanto la capucha que cubría el pequeño rostro del jovencito. Unos ojos como zafiro, piel de Canela y cabello como el trigo. Una verdadera preciosidad.

-Mi nombre es Kushina y este es mi hijo Naruto, saluda-lo empujó y el rubio hizo una reverencia- quiero venderlo a su compañía de teatro. Le pido que acepta pequeños de nueve años, ya no puedo mantenerlo en el prostíbulo,  los clientes se incomodan- susurro la última parte.

-Hummm, dime ¿Sabe leer?-

- Un poco- no entendía ni la mitad del alfabeto pero sabía reconocer algunos caracteres. El viejo maestro procedió a asentir y de un cajón extrajo un pergamino enrollado. La madre lo miró e hizo que el niño lo firmara, aunque este no sabía el contenido.

-Lo adoptare y le enseñaré la ópera de Pekin. Es un arte muy antiguo y que se necesita bastante disciplina- empezó su discurso- si actúas bien te pagaré por las actuaciones, no mucho. Solo una moneda de plata, pero comida y techo no te faltaran-

-¿Entendiste Naruto?-el ojiazul asintió sin estar muy convencido, pero no quería molestar a su madre. El había observado como ella rogaba para que le dieran un poco más de pan en el lugar donde habían vivido juntos. Un lugar adornado con bisutería barata y hediondo a sudor. Mujeres muy pintadas coqueteaba cada noche con los clientes y después iban a un cuarto y gritaban y gemían como vacas lastimadas. Por supuesto que el rubio no entendía que pasaba ahí y de echo no le importaba. Solo procuraba ser silencioso y no molestar a su preciada madre.

-Bien- la pelirroja le pasó un paquete envuelto en celofán rojo. Eran galletas- entrega una a tu maestro-el niño obedeció y le entregó un paquete al viejo- y el otro es para ti. Compártelo con los demás, no seas mezquino- abrazo al rubio por última vez y sin mirar atrás se fue del lugar y se perdió en el frío invernal. Naruto quería perseguirla, por lo que empezó a mover sus pies pero una mano grande y arrugada le tomo la chaqueta que portaba. Vio aquel rostro severo indicándole obediencia.

-Tu madre se ha ido y tu debes quedarte. Así son las cosas-lo arrastró dentro de la gran casa vieja- aquí vivirás, dormirás y comerás. Ensayamos todos los días en el patio, les daré comida solo si lo hacen correctamente- llamo a los demás para que se pusieran en fila- el es Naruto y desde hoy será su hermano menor- los niños saludaron correctamente, haciendo una leve reverencia.

- Bien, observa por hoy. Mañana empezarás los entrenamientos- vio como los demás chicos de su edad, empezaron a hacer piruetas y saltaban por los aires. Algunos corrían por los alrededores recitando un montón de poemas que el no había escuchado jamás. Habían algunos que estaban junto a una pared y lentamente se abrían de piernas, mientras unos ladrillos le sujetaban las piernas. Parecía  que sufrían, su cara estaba compungida por el esfuerzo, le asustó aquel panorama, pero entre tanta cara amargada había una sonrisa de un chico con la mirada color ónix, se sintió un poco más aliviado . Así pasaron las horas hasta que llegó la comida, le dieron un escueto plato de arroz y un par de verduras con un pedazo de pan. Era poco y sabía rancio, pero a los demás no pareció importarles. Estaban hambrientos y cansados, la  comida ofrecida era lo mejor que habían probado jamás. Comían con velocidad sin desperdiciar un grano de arroz. Naruto no tenía hambre, aún miraba por la puerta, esperando que su madre se devolviera y lo viniera a buscar.

-¿Te comerás eso?- preguntó un chico con los ojos rasgados, un poco perrunos. Además de tener unos colmillos prominentes.

-No…-le cedió el plato de comida y todo el mundo se peleó por el arroz y el pan. Naruto estaba triste, se lamentaba de la situación que estaba viviendo y se agravó más al momento de dormir. Estaban todos en una habitación, con un bracero en el medio y colchas alrededor, formando un círculo. Todos ya tenían un lugar, un edredón y su compañero. Naruto se sentía fuera de lugar, un extraño. Intento acostarse en un lugar, pero un chico gordo, con la mirada afilada y los cachetes rojos lo corrió sin delicadeza.

-Hey, son unos idiotas. Ven, puedes dormir aquí- un chico con una mirada azabache, piel blanca como la nieve y cabello del color de la noche le ofreció un pequeño espacio, era el mismo chico que le había dedicado una sonrisa antes. El rubio sin chistar fue donde el y se acomodó.

-Gracias- dijo despacio.

-No te preocupes ¿Como te llamas?-

-Naruto ¿y tu?-

-Soy Sasuke, ahora a dormir-se acomodó y Naruto al lado de él. Pero este último no podía dormir, aun pensaba en su madre y en su desdicha. Sus ojos se agitaron en lágrimas y empezaron a llorar, su cuerpo temblaba y gemía quedito. Sasuke al verlo tan afligido lo rodeó con los brazos y lo acercó a su pecho.

-Mi madre…-

-Tienes que saber que no va a volver. Nos vendieron a este lugar porque ellos eran pobres- le dijo la cruda realidad.

-Mi madre no es así-

-La mía tampoco, se que vendrá por mi-dijo otra voz al extremo del lugar. Un joven con la expresión soñadora, cejas pobladas y esperanza en el rostro.

-Ríndete Lee, sabes que nadie va a venir a buscarte. Ha pasado un año- un chico con los cabellos castaños y largos, regañaba al chico llamado Lee.

-¿Ves? Hay que aceptar que viviremos aquí hasta que podamos ser grandes actores-le dijo Sasuke y Naruto se acurrucado más en el pecho del mayor. El pelinegro tenía 12 años y Naruto tan solo 9, había pasado ya dos años en aquella compañía de teatro y conocía bien como funcionaba el lugar. Le explico los horarios, las comidas y el baño. Lo guió como un verdadero hermano mayor y así lo empezó a llamar.

La rutina comenzaba a las 6 de la mañana, donde se levantaban y entrenaban antes del desayuno. Acondicionamiento del cuerpo y unas gachas para vigorizar el temple. En verano, se sentaban en la hierva bajo el abrazarte sol de Pekin y en invierno soportaban la agua helada del riachuelo cercano, para endurecer los músculos y hacerlos más resistentes, según el maestro. Les hizo aprender viejas estrofas de obras de la dinastía Tang, que según el viejo Hiruzen, fue la época dorada de la ópera de Pekin, donde grandes de la industria se inmortalizaron.

-Tienen que saber que cada persona sirve para diferentes papeles. Hay unos que nacen con la cualidad del héroe. Un hombre varonil, dispuesto a ir a la guerra cargando solo una espada y vencer a todos los enemigos. Esta la mujer, la heroína. Una doncella delicada, refinada y que está dispuesta a morir por su marido, antes de quedarse viuda y deshonrosa. El Villano, un ruin caballero que quiere a la heroína y deshonrar la casa real china. El bufón que aligera el ambiente, hace reír a la ausencia y ayuda a los protagonistas- empezaba a relatar cada papel- por supuesto están los secundarios, que a pesar de todo. Son igual de importantes- nadie quería ser un secundario, ya que esa tarea era para la gente que no tenía futuro en esa industria. Todos soñaban con ser el héroe, el general admirado.

En la horas de descanso, los niños discutían quien era adecuado para cada papel y como Naruto era el nuevo, le molestaban y humillaba diciéndole que el sería el secundario o los que arreglan la tarjes de los actores. Además le molestaban por el extraño color de sus ojos, se veía agua en su mirada y eso les producía asco a los niños. Sasuke, había tomado la responsabilidad de cuidar al rubio, por lo que siempre le defendía y le decía que no les hiciera caso—tus ojos son como el mar en calma y su cabello como el sol de verano—decía y Naruto se sonrojaba y admiraba aquel fuerte muchacho que le defendía y le ayudaba siempre que podía. Se bañaban juntos, se lavaban las espaldas mutuamente, dormían juntos y hasta Sasuke le cedía su porción de pan porque – estas muy delgado, necesitas ganar cuerpo—y Naruto se lo agradecía con una sonrisa. El rubio siempre observaba al pelinegro, como este recibía los castigos sin si quiera lagrimear. Como hacia las volteretas más complicadas sin esfuerzo o como practicaba los versos incluso en sus ratos libres. Eso le dio fuerzas para intentar hacer las cosas mejor, para que su maestro le dedicara un halago y no un golpe en la cola. Así llegó el día donde el viejo les iba a repartir sus roles.

-El héroe será Sasuke- todos aplaudieron sin ganas, con envidia-el bufón serán Lee y Chouji- el chico con cara de cejas pobladas se río ante aquello, aunque al gordito llamado Chouji no le hizo nada de gracia si nuevo rol, protestando en silencio- el villano será Neji- el chico de pelo largo con mirada severa asintió conforme con su rol- su ejército estará compuesto por Kiba-el chico con mirada perruna colmillos pronunciados-Shino y los demás- el joven misterioso asintió-y la heroína será Naruto- todos lo miraban con burlas en sus ojos, todos excepto Sasuke.

- Haremos la obra Adiós a mi concubina. Donde el general , derrotado por el enemigo decide morir junto a su ejército y su mujer, la concubina decide morir para que nadie más pueda tenerla- los ensayos empezaron rápidamente. Los vestuarios eran raídos y se notaba que nadie los había lavado en años. Naruto observó la delicada túnica color rosado, las diademas para el pelo de brillos y formas femeninas. Quedo admirado por su vestuario, por la sensación que producía al tacto y se preguntaba cómo se vería en aquellas ropas.

-Bien, ensayemos- así empezaron a practicar aquella obra. El maestro les contó que un importante terrateniente llamado Orochimaru amaba aquella obra y los había contratado para que actuaran en su cumpleaños. Hiruzen tenía algunos contactos en la casa de te más cercana, donde el dueño le debía algunos favores—puedes cantar aquí, claro. Seria un honor, pero no hay mayor honor que representar tu obra frente a un terrateniente sirviente del emperador, hijo del cielo—Al maestro se le iluminaron los ojos al escuchar aquella oferta.

-Soy delicada como el pétalo de una rosa y frugal como tiempo en verano. Vuelo cómo un ave fénix al lado de mi esposo, soy un hombre…- recibió un golpe con un palo de madera, en las manos.

-Eres una dama, idiota-le reprendió el viejo.

-Pero soy hombre-Naruto no entendía porque debía recitar aquellas líneas.

-No, ahora eres una heroína. Yu Ling, la concubina del señor general que va a pelear contra los bárbaros. Quien se suicida por su señor, quien es delicada, refinada y tiene una voz hermosa-

-pero…-

-Basta de tus criticas- saco una pipa-esto te enseñara- se la metió en la boca, golpeando las encías y dientes con brusquedad. Sasuke lo veía con pánico, diciéndole con la mirada que le hiciera caso al gran maestro-quizás me equivoqué contigo-se alejó pensando quien podría tomar su lugar, quien podría ser la heroína, quien podría tener rasgos delicados, agua en su carácter, ying en su esencia, manos delgadas, figura esbelta y cabellos de hebras de oro como aquel niño.

-Soy delicada como el pétalo de una rosa y frugal como tiempo en verano. Vuelo como un ave fénix al lado de mi esposo, soy una doncella- las palabras habían salido delicadamente. Con  el tono correcto y el canto fue el de una verdadera mujer, femenino y hermoso. Siguió bailando, demostrando toda la tristeza que sentía la concubina al estar en aquella situación, al ver a su esposo en un aprieto y saber que los dos iban a morir. El maestro asintió y ordenó que todos siguieran practicando, la presentación iba a ser pronto.


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