Los reclusos marchaban lentamente hacia la Capilla del Centro de Corrección. Ethan y Thomas avanzaban junto con la gran masa de jóvenes, evitando intercambiar miradas con cualquier otra persona. Sin embargo, en un segundo de distracción, ambos muchachos fueron arrastrados por la multitud y se perdieron de vista entre sí.
Una vez que todos los reclusos fueron ubicados en los fríos e incómodos bancos de madera, se dió comienzo al sermón semanal.
La misa fue extensa y aterradora, llena de amenazas en nombre de Dios y de su ira. El tiempo había transcurrido con pesadez para los escépticos, entre ellos, Thomas.
Pero luego de aquellas dos tortuosas horas de oír los motivos por los cuales se iría al infierno, el rubio se sintió aliviado de finalmente poder volver a su cuarto.
Los carceleros se encargaban de organizar a los reclusos que marchaban en largas filas, cuando Tom advirtió que Ethan no estaba entre los presentes.
Inmediatamente, el rubio buscó con la mirada a Morgan, cuya obsesión por atormentar a Ethan, lo convertía en el principal sospechoso de la ausencia de su compañero de cuarto. No obstante, todos los carceleros del Centro se encontraban frente a sus ojos, guiando torpemente a la multitud, por lo que, el rubio, descartó la opción de que Morgan o alguno de esos malnacidos se estuviesen aprovechando del castaño.
Pero, entonces, ¿dónde estaba Ethan?
Con una habilidad envidiable, Tom se escabulló rápidamente entre los reclusos, y se dirigió al edificio principal, el cual, al estar prácticamente vacío, se encontraba en absoluto silencio.
Tom corría por los pasillos con destino al cuarto que compartía con el castaño, cuando un grito, proveniente del primer piso, le indicó que alguien estaba lastimando a su compañero.
El rubio buscó sigilosamente el origen de aquellos gritos, los cuales lo llevaron a la puerta de la oficina de su padre.
- ¿Quieres volver a tu pueblo, y morir apedreado en la plaza pública? ¡responde, imbécil!- Su padre se oía furioso, y eso solo significaba más golpes para el castaño.
- No… Señor…- La dificultad que Ethan tenía para hablar, evidenciaba que le habían roto los labios de un golpe.
- Te duele… ¿verdad?- otro golpe seco contra el suelo hizo que el estómago de Tom se revolviera.
- por favor, ¡basta!…lo… siento… Se...ñor…-
- …solo tenías que acercarte a él, ganarte su confianza, ¿acaso era eso tan difícil?-
- …no pude acercarme, él no habla con nadie, mucho menos conmigo…¡lo juro!-
- Ese no es mi problema. Te salvé el pellejo a cambio de que Thomas cambie de parecer... con tu aspecto, debería haberte sido muy sencillo...-
- …pero…-
- Fui muy claro al respecto: “Enamóralo, átalo a ti, convéncelo”-
- No es tan simple, señor…-
- ¡¡Debías dejarte follar de ser necesario!!... y ahora resulta que quiere participar de la Expiación… ¿Cuándo pensabas informarme de ello?-
- Yo… no lo sabía…-
- ¡¡tu trabajo es saberlo antes que nadie!!-
Nuevamente se oyeron golpes contra los muebles, seguidos de los quejidos lastimeros de Ethan.
- …yo puedo prohibir que participe en la próxima Expiación, pero si le envía una carta al obispo, ya no podré negárselo. Te lo advierto, mocoso, si Thomas muere, tú mueres con él.-
Luego solo se oyeron los sollozos de Ethan. Aquel era un llanto que solo conocen los que nada tienen. Tom podía reconocer la desesperación y el desconsuelo en aquella voz, en los sollozos cargados de angustia y desesperanza. Sin embargo, el rubio se marchó en silencio hacia su habitación, aturdido por aquellas palabras. Ethan lo había traicionado… ¿Acaso aquella historia que el castaño le había contado sobre su pasado era falsa? ¿había algo auténtico en él?
Por el resto del día, Tom no supo nada de Ethan. El castaño no concurrió a las actividades ni estuvo en las duchas o en el gran comedor para la cena. Sin embargo, cuando el rubio volvió a su habitación, encontró al joven castaño dormido en su cama, y, con la luz de la luna que entraba por la única ventana del cuarto, pudo observar las marcas de los golpes que cubrían parte de su rostro y antebrazos. No obstante, ni los moratones ni los cortes lograban arruinar la delicada belleza de Ethan, belleza que utilizó para engañarlo. El muchacho era simplemente hermoso, mucho más de lo que era Zack. El joven tenía la piel de porcelana, suave, tersa, y sus cabellos castaños con sutiles reflejos cobrizos, enmarcaban aquel rostro angelical, ocultando perfectamente al monstruo que era en realidad.
-Estoy bien, Tom… no te preocupes… son sólo golpes…- dijo Ethan en un susurro, al notar que el rubio lo observaba, creyéndolo dormido.
-¿por qué debería preocuparme por un traidor?-
-¿traidor? ¿a qué te…-
-se que trabajas para mi padre...-
- no es lo que crees…-
- Entonces explícame.-
- No tuve opción… créeme “
- …él te eligió por el parecido físico que tienes con Zack… Es tan obvio… Debí darme cuenta antes…-
- …Tom… por favor, escúchame…-
- …¿¡por qué!? ¿¡por qué debería escucharte!? Ibas a seducirme… ¿¡qué se suponía que harías después?-
- Debía convencerte de someterte al tratamiento de conversión… luego serías trasladado a otro edificio y no volvería a verte.-
- …entonces… ibas a hacerlo a cambio de… ¿de qué? ¿ cuánto dinero te ofreció ?-
-…iba a hacerlo a cambio de seguir con vida. Soy un recluso del Centro de Corrección de la costa oeste. Intenté huir de allí pero me atraparon… iban a fusilarme cuando llegó el mensaje de tu padre, pidiendo un joven con mis características físicas...-
- Solo eres una rata…-
- Lo sé… pero te juro que no pude elegir, no quería morir… solo tenía dieciocho años…-
- …y accediste a ser el espía de mi padre…-
- si, pero quiero resarcirme… déjame intentarlo al menos… ¿tu padre sabe que me descubriste?-
- No aún...-
-…entonces procura que no lo sepa. Estoy de tu lado, Tom… en verdad. Sé que debe ser difícil creerme per…-
Ethan no pudo terminar la frase debido a que Tom estaba sellando sus labios con los propios en un demandante beso.
- Si estás de mi lado, demuéstralo...-
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