Aún faltaban unos minutos para la medianoche, y Tom acababa de vendar la frente de Ethan. Había tardado más de una hora en limpiar las heridas del castaño, y entre ellas, la terrible quemadura que le habían hecho hacía ya varios días.
La estrecha habitación que hacía de enfermería estaba iluminada con la tenue luz de una vela, lo que le había dificultado muchísimo al rubio, tratar las heridas de su compañero. Pero había dado, sin dudas, su mejor esfuerzo, y por fortuna, ya había terminado.
Con sumo cuidado, cargó al castaño hasta las duchas, las cuales decidió no usar ya que las calderas estaban apagadas y la temperatura era demasiado baja como para bañarse con agua helada. El rubio ayudó al menor a desnudarse, y corrió a la cocina para traer una enorme olla llena de agua caliente. Ethan simplemente se dejó hacer, permitiendo que Tom limpiase todo su cuerpo. Las manos del rubio se movieron sutilmente sobre la blanca piel del castaño, quitando, con tiernas caricias y espuma de jabón, los restos de sangre seca y suciedad.
- Tom…-
- Oh, ¿te hice daño?... lo siento, tendré más cuid…-
- Escúchame, Tom… no dejes que te sometan a la conversión.-
- No pienses en eso, Eth…-
- Pero...-
- No dejaré que te lastimen por mi culpa, no de nuevo... Piénsalo, tú no eres como yo… -
- Hablas como si hubiera algo malo en ti... Y aunque no lo creas, soy como tú… -
- …nunca has estado con otro hombre, quizá solo estás confundido…-
- Estoy contigo ahora…-
El castaño susurró aquella frase sobre los labios de Tom, para luego besarlos tímidamente. Pero el rubio se alejó de repente, evitando hacer contacto visual con Ethan, y, sin decir una palabra, se incorporó y se dispuso a salir, no sin antes dejar en el suelo una toalla y ropa limpia prolijamente dobladas.
Thomas salió de las duchas y se dirigió a la cocina, donde comenzó a preparar algo de te y comida para Ethan.
Aún sentía el sutil cosquilleo que provocaba cada exhalación del castaño al chocar contra sus labios. Y no pudo evitar que un torrente de recuerdos sobre la noche que compartió con el más joven acudieran a su mente…
Flashback
- Es mi primera vez…Nunca he tenido sexo, Tom…-
Ethan acababa de confesarle una verdad muy íntima. Y gracias a ello, Tom pudo entender cada pequeño gesto que el castaño manifestaba. Era evidente que el menor tenía tanto miedo como nerviosismo, pero el rubio creía poder lidiar con ello.
- …bien, iremos despacio, no quiero lastimarte…-
- …es que… no quiero ser… penetrado… ¿podríamos solo tocarnos? En verdad quiero complacerte, pero no estoy listo…-
- …hey, tranquilo, solo déjate llevar, ¿si?-
- p..pero… Tom…-
- Dijimos que esto sería una prueba de confianza… Eth, necesito que confíes en mí… nunca haría nada que tú no quieras…-
Y antes de que el menor pudiera refutar sus palabras, el rubio lo besó con pasión, mientras se acomodaba a horcajadas sobre el castaño.
Lentamente, Tom comenzó a dilatar su entrada con sus propios dedos humedecidos previamente con saliva. Lo cierto era que siempre había desempeñado el rol de activo; pero deseaba fervientemente unirse al castaño, y la idea de ser penetrado, lo excitaba cada vez más.
- Tom… espera…-
Ethan buscó entre las mantas de su cama y sacó una pequeña botellita de vidrio, que contenía un líquido de color dorado.
- Es aceite de rosas… lo robé de la enfermería…- decía el castaño mientras vertía unas gotas en su mano, la cual llevó a su propio miembro para lubricarlo.
Thomas se acomodó sobre la erección del menor, y comenzó a penetrarse lentamente, arrancando múltiples suspiros a su compañero.
Y durante unos segundos, ambos fueron un solo ser, unidos por su carne y su alma.
-¿t..te duele?- Ethan contenía la respiración, temeroso de dañar al rubio.
- no… ¡¡mhhh!! …por favor, sigue…-
El castaño posó ambas manos sobre las caderas de Thomas, controlando el vaivén de las mismas, entrando completamente en él.
Los movimientos se volvieron más rápidos y cadentes, convirtiendo aquella escena en una vorágine de placer, de gemidos ahogados en la boca del otro, de caricias húmedas, de pieles perladas por el sudor y de besos con sabor a sal marina.
Fin flashback
El sonido de las burbujas que bullían en el agua, sacaron a Tom de aquella ensoñación.
Apagó el fuego de la estufa a leña y sirvió en dos tazones el té de menta que acababa de preparar. Luego, cargó una bandeja con las infusiones, una hogaza de pan, y dos pequeñas y brillantes manzanas. No era mucho, pero fue lo mejor que halló en aquella cocina completamente desabastecida.
Caminó por la penumbra de los pasillos, con la lámpara de aceite sobre la bandeja, la cual solo alcanzaba a iluminar unos cuantos pasos delante de los suyos. Intentando hacer el menor ruido posible, avanzó lentamente hasta llegar finalmente al cuarto que compartía con el castaño. Sólo faltaban cuatro horas para el amanecer.
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