Toda la semana transcurrió con la misma rutina: asistir a los ensayos, aguantar los regaños del director, negarse a salir con sus amigos y compañeros, ir a desilusionarse a las ruinas, y regresar a casa más triste que el día anterior. Cada tarde recorría el mismo camino, con las esperanzas de que, esta vez, YoonGi apareciera entre los árboles, con esa linda sonrisa de encías rosadas, solamente para él. Y cada noche, regresaba a su apartamento con un poquito más de pesada tristeza en su corazón.
De su cabello caían pequeñas gotas, rastros de la ducha que había tomado al llegar a casa; las piernas encogidas intentando pegarse lo más posible a su pecho, y el hombro recargado contra el frío cristal de la ventana, mirando los coches pasar. Sus dedos jugaban distraídamente con el dije de zafiro, al tiempo que sus pensamientos eran inundados con miles de interrogantes sobre el paradero de aquel extraño hombre del bosque. La ventana fue opacada gracias al aliento que escapó de su boca ante el perezoso suspiro. Una parte de sus ser, la razón, le pedía olvidarse de aquel sujeto; no valía la pena desvivirse por un completo desconocido con el que había convivido un par de horas y que, probablemente, no volvería a ver en su vida. Un efímero amor de autobús. Pero su corazón gritaba desesperado por aferrarse a la fría presencia de YoonGi, como si este supiera algo que su cerebro no.
Luego de aquel encuentro, no había noche alguna que no soñara con el pelinegro. Si bien, nunca recordaba del todo sus sueños, en sus memorias quedaba el vívido recuerdo de aquellos ojos, o el tacto sobre su piel, inclusive de la tersura de su voz. Pero los escenarios siempre eran borrosos. Algunos días despertaba con una cálida sensación en el pecho, que le forjaba una enorme sonrisa por todo el día; otras, la pena instalada en su pecho era tan grande que a diferentes momentos del día se encontraba llorando desconsoladamente sin razón alguna. Por supuesto, todo volvía a causarle problemas en los ensayos, aumentando el estrés.
Creía estarse volviendo loco.
El sonido del celular lo sobresaltó, haciendo que uno de sus pies resbalara del banco y se golpeara con el filo de la madera. Cojeando y maldiciendo por lo bajo, comenzó a buscar el celular. Cerró los ojos ante el excesivo brillo de la pantalla, obligándose a brincar hasta la pared para encender las luces.
JongInnie
¡Jimin!
¿Sigues vivo, verdad?
Una suave sonrisa curveó sus labios.
¡Claro que sigo vivo, JongInnie!
¿Acaso me crees un pollito de color?
JongInnie
Pueeeeessss...
Aunque no lo pudiera ver, Jimin abrió la boca, con una expresión de ofensa mezclada con sorpresa.
¡Hyung! ¡Soy un adulto responsable!
Soy perfectamente capaz de mantenerme vivo
Muchas gracias por la confianza
Olvidándose del dolor, comenzó a caminar hacia la cocina, encendiendo una por una, las lámparas de la casa.
JongInnie
Solo me aseguro
Con eso de que no nos hablas si nosotros no hablamos primero...
Jimin volvió a reír por lo bajo, negando con la cabeza ante las palabras de su amigo.
Lo siento, mamá
Prometo hablar más seguido
Dejó el celular en la encimera, y teniendo las manos libres, puso la tetera al fuego para luego ir a rebuscar en el refrigerador algo ligero de cenar. Hasta que el incesante sonido del celular llamó su atención.
JongInnie
¡¿Qué dijiste, mocoso?!
¡¿A quién mierda le dices mamá?!
¡Debería agarrarte a escobazos!
¡A ver si así aprendes a respetarme!
Mocoso este
Y yo todavía preocupándome por ti
Jimin no dejaba de reír con todos los mensajes que el mayor le seguía enviando, haciendo gestos graciosos al intentar mantener abiertos los ojos para poder seguir leyendo.
JongInnie
MoonKyu me dijo que estabas muy disperso
...
¿Quieres hablar de ello?
La sonrisa se borró de su rostro al leer los últimos mensajes; si hubiera estado completamente concentrado, habría pensado que su corazón se había detenido junto a su respiración.
Yo...
Es complicado
Incluso él mismo se sorprendió de su confesión.
JongInnie
Sabes que siempre te escucharé
Tuvo que bajar el móvil por unos segundos, respirando profundamente en un intento de aclarar sus pensamientos. ¿Realmente era sensato hablar? ¿Y cómo lo haría? "Verás, hyung. La otra noche conocí a un desconocido en unas ruinas en medio del bosque, y ahora estoy perdidamente enamorado de él. Tanto, que mi corazón duele por no poder verlo"
JongInnie
Veámonos mañana para hablar, ¿si?
Está bien