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Hades' Lover [Pausado] por Blacky_Swann

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Benditos sean los días libres. Se habría despertado más tarde, de no ser por la cita que tenía con JongIn. A pesar de ser los inicios del otoño, el día estaba extrañamente caluroso; el sol brillaba con intensidad en el cielo despejado. Las calles concurridas no lograban molestarlo, mucho, y casi parecía divertirse de estar sorteando a los transeúntes. No tardó en llegar al café que frecuentaba junto a su rubio amigo. Una vez dentro del local, comenzó a buscarlo con la mirada, encontrándolo al fondo, alzando y agitando su mano para llamar su atención.


— ¡Buenos días, JongInnie!


El mayor se puso de pie, abrazándolo con fuerza, antes de dejar que tomara asiento.


— ¿Cómo amaneciste, Jiminnie?


El castaño acomodó su chaqueta en el respaldo del asiento, antes de girarse hacia su amigo. —Muy bien —respondió con una sonrisa, apoyando los codos en la mesa y recargando la cabeza entre sus manos. —El pequeño girasol se pone feliz con el sol —canturreó con burla JongIn, esbozando una sonrisa de oreja a oreja. Jimin solo rodó los ojos con fastidio, intentando reprimir la sonrisa que el intento de pulla del mayor le provocó. —No importa que digas, no me arruinarás el ánimo de hoy —se defendió el castaño, mostrándole la lengua de forma un tanto infantil.


Una mesera no tardó en llegar, dejando las cartas frente a ellos con una sonrisa antes de dejarlos solos nuevamente. El par comenzó a revisar las bebidas y alimentos, antes de llamar a la chica y hacer su pedido. El silencio volvió a asentarse en su mesa, mientras Jimin evadía la suave mirada del rubio. —Sabes que no te presionaré para hablar, ¿verdad? —el castaño llevó una mano a su nuca, asintiendo en silencio, prestándole más atención al servilletero entre ambos. —Pero también debes entender que dudo que nos dejen quedarnos en la mesa todo el día, aunque estemos pidiendo café y comida —ambos soltaron una risita, logrando aligerar aún más el ambiente entre sí.


—Yo... conocí a alguien.


El mayor se enderezó en su asiento, con los ojos abiertos de par en par debido a la sorpresa. Sin embargo, no dijo nada, permitiendo que Jimin continuara con su relato.


—Pero como te dije, es complicado —un suspiro escapó de sus labios, enderezándose también en el asiento, dejando que la mesera colocara frente a ellos sus pedidos. Ambos le sonrieron con una ligera inclinación de la cabeza a modo de agradecimiento. —Bueno, agradecería que me lanzaras un poco de luz sobre el asunto para... hacerlo menos complicado —Jimin comenzó a pasear los palillos por la comida, intentando buscar una forma de hablar sin parecer un loco. Obviamente, no la encontró.


—Solo... promete mantenerte calmado, y no criticarme hasta que haya terminado de contarte todo, ¿sí?


—Jimin, no-


—Por favor —el rubio torció la boca por una fracción de segundo, antes de suspirar y asentir rodando los ojos. Definitivamente no podía con los pucheros del menor. De nuevo silencio. El suave murmullo del resto de comensales era lo único que los envolvía, así como el ruido de la vajilla y el ajetreo en la cocina. —Lo conocí en unas ruinas... en el bosque —pudo escuchar como su amigo casi escupía o se atragantaba con su café, haciendo que alzara la mirada tan rápido como podía, pasándole una servilleta, y casi levantándose para poder ayudar al mayor.


—Estoy bien —soltó entre tosidos, limpiándose de la barbilla el café escurrido mezclado con su propia saliva. — ¿En el bosque, Jimin?


— ¡Te dije que no criticaras! —reclamó el menor, dejándose caer en la silla y llevando una mano a su pecho. — ¡Como decía!... fue un día horrible en el teatro. No podía hacer bien mis escenas, el director no paraba de gritarme, todos me miraban más fastidiados que de costumbre, y eso hacía que empeorara las cosas. Esa tarde me dio por vagar, y terminé en unas extrañas ruinas en el bosque cercano. Sin pensarlo mucho, comencé a practicar ahí, más en un intento de desahogo que de querer mejorar la mierda que había logrado ese día... y apareció —sin notarlo, la sonrisa volvió a iluminar su rostro. —Halagó mi actuación... dime, ¿crees en el amor a primera vista, hyung? —sus ojos conectaron con los de su interlocutor, sin desvanecer la sonrisa. Ni siquiera esperó una respuesta.


—Porque eso fue lo que sentí al momento de verlo. Pero no fue un enamoramiento superficial y descuidado... mi corazón saltó con verdadero amor —a pesar de que todo eso sonaba completamente ridículo, JongIn esbozó una sonrisa al notar la felicidad en su pequeño ChimChim; había pasado tanto tiempo desde que lo había visto tan feliz y enamorado, que no creyó volver a ver ese dulce brillo en sus ojitos. —Su tacto, su voz, la tibieza de su cuerpo... todo eso y más inundaban mi cuerpo con la misma cantidad de felicidad y nostalgia. Como si le conociera de antes, y no de ese mismo momento.


Jimin se sumió en sus recuerdos, volviendo a sentir el cálido aliento contra su oído, y la suavidad de aquellas manos al envolverlo en un abrazo; está de más mencionar que su corazón dio tumbos contra su pecho como en ese momento. —Y la tranquilidad que su sola presencia me provocaba... siento que me estoy volviendo loco —el mayor deslizó su mano por encima de la mesa, tomando la del castaño, negando con la cabeza. —Sí, suena loco... pero me alegra que al fin hayas logrado encontrar alguien que te haga sentir todo eso, aunque no lo conozcas de nada —añadió con cierto tono de reproche que le arrancó una risita al menor. —Todo eso que me cuentas es bueno, pero... ¿cuál es el problema entonces?


—Desde esa noche, cada día regreso a las ruinas esperando volver a verle... ¿es posible extrañar tanto a alguien de quien apenas si sabes su nombre? —los ojos de Jimin brillaban debido a las lágrimas, causando que el corazón de JongIn se encogiera en su pecho. —Sé que suena estúpido, pero en serio lo extraño, y no dejo de pensar en que tal vez todo fue un mero sueño o incluso algo peor, pero... —el castaño guardó silencio por un momento, intentando controlar las lágrimas que estrangulaban su voz. —Cada noche sueño con él, y aunque apenas si recuerdo los sueños, las sensaciones y sentimientos son tan fuertes, que todo el día permanezco con el estado de ánimo que experimenté en ellos —el castaño se veía tan frágil en ese momento, que lo único que quería hacer, era abrazar al menor.


—Tengo miedo —susurró, abrazándose a sí mismo, encogido en su lugar, mirando la mesa.


— ¿De qué, Mimi?


—Enamorarme de nuevo —confesó, mirando a su amigo con las gruesas lágrimas cayendo por sus abultadas mejillas. —De lo que siento al solo pensar en él. El solo recordar la forma en que me miraba... nunca creí que podría escuchar a mi corazón latir tan fuerte de nuevo; necesito sentir sus brazos envolviéndome para no caer en la locura de que todo fue una mera fantasía. Tengo miedo de que termine sintiendo algo por él con tanta fuerza, y termine con el corazón más destrozado que antes —con lentitud, logró limpiarse las lágrimas y sonar su nariz. Su mano temblorosa tomó el vaso de jugo, llevándolo a sus labios en un intento de calmar sus nervios y desvanecer la atención que el resto de comensales comenzaron a prestarle. —Pero lo que más me aterra... de que nada de eso me importa. Tengo miedo de que daría la vida sin dudarlo, solo para verlo un segundo; ver su sonrisa y aquellos ojos. Quizás ya perdí la cabeza.


—No, ChimChim... no estás loco.


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