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Hades' Lover [Pausado] por Blacky_Swann

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—Hemos llegado —la grave voz de NamJoon lo sacó de sus pensamientos. La puerta del carruaje abierta, y el suelo adoquinado frente a él. Por un momento, dudó en bajar del vehículo; hasta que la mano de NamJoon entró en su campo de visión. Alzó los ojos, encontrándose con la dulce sonrisa de hoyuelos del castaño; gesto que no dudó en devolver, posando la mano en la ajena, dando el primer paso en los escalones de hierro negro. — ¿Por qué estamos aquí, Nam? —preguntó el rubio, notando la imponente fachada, de enormes columnatas y el friso completamente liso.


—Al parecer hay visitas —respondió el demonio, guiando al menor por las escaleras de piedra, soltando la mano del humano conforme se acercaban a la gran puerta. Por su parte, el rubio se quedó de pie a media escalera, mirando la ancha espalda de su acompañante. — ¿Visitas? ¿A qué te refieres? —subió los escalones que los separaban, dando saltitos; casi abrazándose al brazo del mayor. Acción frustrada por el rápido reaccionar del castaño, quien no dudó en girarse al escuchar los pasos acercarse. —Pronto lo verá... mi señor —habló con calma, evitando a toda costa la mirada del más bajo.


Jimin sintió una punzada en el pecho ante el rechazo de su "guardia"; bajó la mirada, encontrándose con sus zapatos, respirando hondo y en silencio. El entusiasmo volvió a abandonarle al reanudar su carrera por los escalones ligeramente desgastados por el tiempo. Volvió a estar a la altura de Nam en poco tiempo, aunque esta vez, algo apartado por un par de pasos; y sus pensamientos volvieron a correr desbocados, ahora, todos guiados por el demonio que siempre cuidaba sus pasos, a pesar de que él se negara. Tratando de hacer memoria, intentaba recordar cuándo inició la esquiva personalidad del más alto hacia su persona; una vez más, removía entre sus recuerdos, alguna pista que le indicara haber actuado o hablado mal en su presencia.


Desde que inició su nueva vida, NamJoon había sido dispuesto a su cuidado; un silencioso guardia designado por YoonGi, para que mantuviera a salvo a su amado. La relación había empezado demasiado tensa; justo como ese día, Nam solo se limitaba a esperar por él a las enormes puertas, guiándolo en el carruaje hasta su destino. Ida y vuelta. Una vez al mes, ambos recorrían el mismo camino sumidos en el incómodo silencio creado por ambos. Hasta que el mismo Jimin decidió terminar con aquel silencio. Sin embargo, la respuesta recibida por parte de su "guardaespaldas", no fue la esperada; tampoco esperaba una amabilidad desbordante y cegadora, ya se había hecho a la idea del lugar que visitaba cada día 13 de cada mes.


Pero la fría mirada que recibió de parte de ese ser, bastó para que desistiera de la ridícula idea de intentar entablar una relación. Al menos, durante esa visita. Al siguiente mes, reanudó su pequeña misión secundaria de hacerse amigo del imponente hombre que no dejaba su lado, a pesar de que se notaba a kilómetros que desearía estar en otra cosa que de niñero de un muy curioso humano.


— ¿Por qué me miras así? Que yo sepa, no te he hecho nada.


Silencio de nuevo.


—Al menos responde. Aún falta un largo caminoy no dejaré de insistir.


—No confío en ti.


Los ojos de Jimin se abrieron tanto como podían debido a la sorpresa; casi había olvidado la profunda y algo rasposa voz de aquel hombre. Aquella escueta respuesta le había incomodado sobremanera, haciéndole removerse en su asiento, mirando a todos lados, sin atreverse a lanzarle una pequeña mirada a Nam. Una parte de él estaba profundamente ofendido; ¿cómo se atrevía a establecer que no confiaba en él sin siquiera dignarse a preguntarle su nombre? ¡Es más! El desconfiado debía ser él, llevado a un lugar donde nada era lo que parecía. Pero su lado racional, le decía que el demonio estaba en su total derecho de desconfiar de él: no le conocía de nada, y YoonGi solamente apareció el primer mes del otoño con el chico a su lado, demandando que fuera tratado con el mismo respeto que le mostraban a él.


Está bien, viéndolo así, no podía culpar al mayor por actuar con tanto recelo en su presencia. Pero tampoco dejaba mostrarle que no era una mala persona, y por ende, no representaba peligro alguno para nadie en ese lugar. El silencio volvió a reinar en el carruaje; NamJoon mirando por la ventana el enorme paisaje que su "hogar" ofrecía, Jimin sentado con las manos entrelazadas sobre el regazo mientras lanzaba fugaces miradas hacia el espectro. — ¿Qué quiere? —la grave voz resonó en el pequeño espacio, justo después de que un suspiro chocara contra el vidrio. El humano dio un respingo en su asiento, asustado por haber sido descubierto in fraganti. Abrió la boca, con toda la intención del mundo de lanzar una pregunta a su acompañante, desistiendo a los pocos segundos de formular la interrogante. — ¿Por qué desconfías tanto de mí? Desde el primer día, decidiste que no era digno, y ni me diste una oportunidad para demostrar que no tengo malas intenciones.


Lentamente, NamJoon volteó a ver al menor, arqueando una ceja, escondiendo a la perfección la sorpresa que el reclamo del mortal le provocó. —Si estoy aquí, es porque realmente quiero ver a Yoongi, y él me dijo que era la única forma de que pudiéramos seguir juntos —ahora el chico le miraba con la misma seriedad, logrando mantenerle la mirada sin parpadear o titubear mientras hablaba. El demonio comenzó a acomodarse en su asiento, sin apartar sus ojos de la figura frente a él. Lejos de sentirse intimidado, Jimin enderezó la espalda, sacando un poco el pecho como queriéndose ver más alto. La imagen le dio algo de risa y ternura al mayor, aunque logró manejar sus propios sentimientos, ocultándolos del chico.


— ¿Amor? ¿Eso es de lo que intentas convencerme? —logró contener la risa, dejando escapar un simple bufido; esta vez, Jimin se permitió sentirse ofendido. ¿Quién era él para poner en tela de juicio sus propios sentimientos? —Los humanos siempre serán iguales: traicioneros, egoístas, crueles... ¿por qué crees que existe este lugar? Y el día que muestres tus verdaderos colores, estaré ahí para detenerte antes de que muevas un solo dedo —siseó, acercándose tanto como pudo hacia el rostro del humano. El chico estaba seguro de que los desbocados latidos de su corazón resonaban por la reducida cabina del carruaje, siendo notados por el imponente hombre frente a él.


No se dejaría amedrentar. Con toda la valentía que logró reunir, colocó su mano sobre el rostro de NamJoon, empujándolo para alejarlo de sí. —No necesito de tu aprobación. Yo sé con completa certeza lo que siento por Yoongi, y también sé, que preferiría morir antes de hacer algo que pudiera lastimarlo —el demonio se tensó en su asiento, frunciendo levemente el ceño ante la declaración de su "amo". —Así que será mejor que dejes de insinuar cosas sobre mi persona, al menos, hasta que no hagas un esfuerzo de saber quién soy realmente —y de una forma bastante infantil, pegó la espalda al respaldo, cruzando los brazos sobre su pecho, y girando la cabeza hacia una de las ventanas.


Mejillas infladas y labios abultados, entrecejo fruncido y un incesante subir y bajar de su pie derecho. Por primera vez, NamJoon había notado aquello mismo que su Señor vio en aquel mortal. Park Jimin era endemoniadamente adorable. No supo cuánto tiempo mantuvo la mirada sobre el menor, antes de soltar un sonoro suspiro y enderezarse en su asiento, sentándose correctamente. Quizás el humano tenía razón, no le haría daño intentar conocerle más allá de su obvia naturaleza, ¿cierto?


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