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Hades' Lover [Pausado] por Blacky_Swann

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—Pero Nam... es primavera —el rubio volvió a acercarse a su guardia, susurrando, con la mirada colgada en la enorme puerta. —No es ella quien está de visita —Jimin alzó el rostro de inmediato ante la respuesta de su acompañante. Caminando distraídamente, repasó en su mente a todos y cada uno de los seres que pudieran estar "de visita", incordiando su tiempo de calidad con YoonGi; uno a uno, los rostros fueron desfilando por sus recuerdos, provocándole escalofríos que recorrían su cuerpo haciéndole temblar levemente. Suficiente tenía con aquella mujer como para lidiar con todas las personas que lograban colarse a las tierras de YoonGi.


Con recelo, siguió a NamJoon, intentando mantener a raya los nervios que la inesperada noticia le provocaba. Pero una vez más, se quedó congelado frente a las enormes puertas de roble, sin saber que esperar una vez cruce el imponente umbral. —Lo harás bien... como siempre —la grave voz de Nam cosquilleó contra su oído, sintiendo una extraña calidez en su espalda, ahí donde el mayor había posado la mano en un intento de calmar al menudo humano. Y con miedo, sintió como su corazón revoloteaba a causa de aquella cercanía. La dulce sonrisa, decorada con adorables hoyuelos, y la seguridad emanando de aquellos ojos.


Inconscientemente, mordió su labio, bajando la cabeza casi al instante. Respiró hondo un par de veces, intentando apartar de su mente esas extrañas ideas que más de una vez se comenzaban a formar cada vez que estaba cerca de aquel demonio. Las manos escondían su rostro suavemente azorado, apartándolo del presente. — ¿Está listo? —la voz fría de NamJoon lo regresó a la realidad, encogiendo de nueva cuenta su estómago ante el sentimiento que le había causado. En silencio, asintió, sin atreverse a mirar a su acompañante.


La cálida sensación que segundos atrás invadió su pecho, se congeló en milésimas, al tiempo que a sus oídos llegaba el rechinar de las bisagras al abrir las pesadas puertas. Respiró profundamente una última vez, alzando la cabeza mientras dejaba ir todo el aire de sus pulmones. Con una seguridad bien actuada, dio el primer paso al enorme salón. Sus pisadas resonaban a través del frío aire que inundaba la estancia; las antorchas apenas y lograban iluminar un poco las columnas que las sostenían. Al fondo, una suave y blanca luz iluminaba un gran trono, dejando ver la silueta que ocupaba su lugar.


Por un momento, se olvidó de todas sus preocupaciones al instante en que sus ojos se encontraban; solo quería correr hacia él, y hundirse entre sus brazos, aspirando su fresco aroma, escuchando el calmado latir de su corazón, infundiéndole su propia calidez. Sin notarlo, sus pasos comenzaron a aumentar de velocidad, pasando a un trote ligero, que no llegó a ser carrera.


—Entonces es verdad. Le has encontrado, hermano.


Y al segundo en que la potente voz tronó en la sala, el joven humano se detuvo en su lugar, el color abandonando su rostro, y los bellos ojos buscando entre la oscuridad al dueño. YoonGi, por su parte, apretaba la mano en el borde del reposabrazos, con una expresión inmutable. Una simple mirada bastó, para que NamJoon se parara al lado del rubio, como una imponente sombra que cubría al cohibido humano. Sentir la cercanía de Nam, hizo que Jimin se pegara al mayor casi al instante, conteniendo las ganas de correr hacia su espalda y esconderse de aquellos seres. Tragó saliva, mientras las luces avivaban lo suficiente para poder ver a su alrededor. TaeHyung y HoSeok se encontraban en los asientos de siempre, con gestos indescifrables, como si fueran bellas estatuas de cera, vestidas con ricos y suntuosos ropajes de tonos oscuros.


Más visitas.


Por un momento, se permitió dejar de prestarle atención al par de dioses inmóviles, solo para volver la mirada hacia el intruso. El ligeramente ondulado cabello tan oscuro como la noche, contrastaba contra la blanca piel como la luna misma; las facciones delicadas le daban la sensación de un hombre amable, los labios rosáceos aumentaban esa sensación de dulzura que su propia presencia expedía; sus oscuros ojos cafés daban la impresión de una sonrisa, misma alegría con la que su propia voz estaba entintada. A pesar de la delgada complexión, cualquiera podía notar el porte solemne y masculino del hombre; su voz, cálida y suave, no dejaba de lado el tono grave y atrayente que poseía, retumbando contra su caja torácica en un agradable cosquilleo. Y se odiaba por eso. Primera maldición contra su persona. Pero era inevitable no notar el atractivo de aquel sujeto.


—Es un placer verte, Jimin —el rubio tragó saliva al escuchar su nombre de labios de aquel hombre. —YoonGi... me ha estado hablando de ti; y veo que tiene razones para hacerlo —el tono en su voz le dio mala espina, logrando apenas tragar un poco de saliva. A lo lejos, pudo escuchar un gruñido proveniente de la boca de YoonGi, pero poco reaccionó al sonido; sus ojos estaban fijos en el intruso, casi como hipnotizado. Unas enormes ganas de acercarse al bello extraño comenzaron a hormiguear por sus brazos y piernas, agitando su corazón. —Es un honor tenerlo aquí... señor —habló NamJoon, con molestia mal disimulada en la voz, al tiempo que dé un paso se interponía entre el puente visual que el moreno mantenía con Jimin.


— ¡Ah! El fiel perro faldero de mi hermano. ¿Ahora eres guardaespaldas del mortal? —el rubio logró notar como NamJoon apretaba aún más los puños, en un intento de mantenerse sereno ante semejante comentario cargado de ponzoña. —Hermano, me sorprende que hayas dejado la seguridad de Jimin... a un simple demonio —habló de nueva cuenta, con la ligereza de quien ha dicho un chiste en plena fiesta. —No es cualquier demonio... EunWoo. Y el que le haya delegado la seguridad de MI Jimin, lo prueba —por fin, la voz de YoonGi resonó en su propio castillo, mirando fijamente al otro moreno, que no dejaba ir aquella estúpida sonrisa de su algo aniñado rostro. —Y te recuerdo, que eres un invitado en mi reino, aprende a comportarte correctamente —apenas y había abierto la boca, casi siseando la oración.


—Jimin —al aludido se le hundió el corazón ante la dualidad de su amante. Ese cambio tan radical de la ira contenida, a un tono y movimientos suaves y cuidadosos, con la sonrisa dulce dirigida a él. Al notar la mano extendida en su dirección, no dudó en correr hacia YoonGi. Poco le importaba que no estuvieran solos en ese lugar; los ojos de EunWoo perdieron el peso sobre su figura; las sonrisas de TaeHyung y HoSeok las pasó por alto, así como el corazón hundido en el pesar de NamJoon. En esos momentos, solo le interesaba ser envuelto por los brazos y aroma de su amado, sentir como sus cuerpos se acoplaban a la perfección, y perderse en su propio mundo. La sonrisa de oreja a oreja, había achicado sus ojos, hasta volverlos dos oscuras líneas; espectáculo que ninguno de los presentes logró presenciar, pues YoonGi abrazaba con cierta posesividad el menudo cuerpo, ocultando su belleza del resto de espectadores.


Perdido en su felicidad, Jimin escondió su rostro en el cuello del moreno, aspirando la fresca fragancia de YoonGi, calmando sus nervios y el desbocado latir de su corazón. Estaba en casa. La delicadeza en el toque de YoonGi le infundía una tranquilidad que nunca había experimentado antes; lentamente, podía sentir como su propio calor era infundido al cuerpo del moreno, inundando su mente con el deseo de caer ambos al lecho. Pero ese no era uno de esos días. El ruido de las pesadas puertas lo regresaron al presente, sintiendo como su amado luchaba consigo mismo entre alejar a su amante, o abrazarle con más fuerza, apegando sus cuerpos tanto como se pudiera.


—Ah, son ellos —susurró contra el oído de Jimin, permitiéndose hundir su rostro en el cuello del humano entre sus brazos, repartiendo pequeños besos por la suave y cálida piel, arrancándole ahogadas risitas. —Amor... —se quejó el rubio con un suspiro, completamente cohibido por las sensaciones que su pareja le regalaba. Lentamente y a regañadientes, ambos se fueron separando, saliendo de su burbuja de felicidad para adentrarse a la fría realidad. Las mejillas arreboladas saludaron a los recién llegados, quienes avanzaron en total silencio por el salón, pasando al lado de Nam como si este no estuviera ahí, e hincándose frente a su señor. — ¿Algo que decir, SeokJin? —el tono grave y serio volvió a salir por los labios de YoonGi, mirando con severidad al mencionado. El castaño lentamente se puso de pie, sin atreverse a alzar del todo la cabeza.


—Lo siento, mi señor. No sabíamos que el señor... EunWoo había logrado entrar a su reino —habló con calma Jin, mirando por un segundo a su señor, antes de volver a agachar la cabeza. Por su parte, Jimin posó una mano en el brazo de su amado, llamando su atención. —Como sea —habló nuevamente, soltando un suspiro, reclamándose por caer ante la adorabilidad del humano. —Los elegí por algo... no me decepcionen de nuevo.


Los tres hombres agradecieron al unísono las palabras de su señor; y JungKook, en un acto de valentía, alzó la cabeza, sonriendo de lado, y guiñando un ojo a Jimin, en un silencioso gesto de agradecimiento.


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