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Hades' Lover [Pausado] por Blacky_Swann

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—Parece que a esto te referías con "visitas" —murmuró Jimin a NamJoon, luego de bajar de nuevo a la pista de baile provisional. Por su parte, el castaño se encogió de hombros, paseando rápidamente la mirada por la sala de trono. —Algo me dice que aún faltan unos cuantos —respondió en medio de la reverencia, antes de alejarse y tomar asiento al lado de Jackson, quien le saludó con un asentimiento de cabeza como si no hubiera ignorado su presencia al llegar. Sus ojos barrieron el lugar, dándole sentido a las palabras de NamJoon: unas cuantas sillas de aspecto ostentoso estaban dispuestas a cada lado de la sala, creando una especie de escenario.


Giró el rostro, hasta toparse con la achocolatada mirada de YoonGi. De nueva cuenta, la tranquilidad viajó por cada célula de su cuerpo, dejando que un gran suspiro escapara de sus rosáceos labios. Sus párpados cayeron, dejando que el velo de oscuridad inundara sus pensamientos y permitirle ignorar a los intrusos que no apartaban la vista de su cuerpo. Inhaló profundo, llenando sus pulmones de aire en un intento de calmar los nervios, más por costumbre que por necesidad. La primera postura. —Jimin —la aterciopelada voz de EunWoo detuvo su tren de pensamiento, obligándole a abrir los ojos con cierto reproche brillando en su iris. — ¿Por qué no esperamos a que lleguen los demás? Así nos evitaremos interrupciones innecesarias —la bella sonrisa seguía cruzando su angelical rostro, ignorando el bufido de molestia que YoonGi había dejado escapar.


El humano simplemente asintió en silencio, mirando con cierto temor al moreno que no dejaba de sonreírle desde su pequeño trono. Solo se quedó ahí de pie, al centro del enorme salón, tan pequeño como era. Volvió a pararse derecho, mirando el piso para evitar encontrarse con la mirada de los presentes. No sabía que hacer; sus manos se balanceaban suavemente a los costados de su cuerpo, siguiendo el ritmo imaginario de una suave brisa que solo el rubio sentía. La ansiedad recorría cada rincón de su cuerpo haciendo cosquillear la punta de sus dedos y provocando temblores en sus rodillas; deseaba correr hacia YoonGi y permanecer entre sus brazos tanto como el tiempo le permitiera. La primavera y el verano eran suyos, los únicos momentos en que podía disfrutar de su presencia. ¿Por qué estaban todos ellos ahí, interrumpiendo el tiempo que no les incumbía? Ese era el trato que había aceptado, ¿por qué los demás no lo cumplían?


El rechinido de las pesadas puertas lo sacó de sus pensamientos, haciéndole girar el rostro con rapidez. Una pequeña sonrisa curveó sus labios al notar las siluetas que atravesaban la enorme entrada. Ji Eun entró a paso lento y tan elegante como siempre, la suave sonrisa iluminando la delicadeza y suavidad de sus facciones; brillo que se intensificó al ver a Jimin de pie en medio del lugar. Su paso aumentó, acercándose grácilmente al único humano que habitaba la desdichada sala. —Cariño —susurró, tomando las rollizas mejillas del rubio entre sus manos, alzándose de puntas para poder admirarlo mejor. No dijo más, simplemente sonrió al chico antes de apartarse de su lado, mirándole de pies a cabeza. —Estás muy guapo esta noche... ¿acaso debería ponerme celosa? —una suave risa escapó de sus labios contagiando al muchacho frente a ella. Jimin, por su parte, negó con la cabeza, empapado en la complicidad que compartía con aquella mujer. —Solo hay una razón por la que acepto vestir todo esto —susurró, con las mejillas teñidas de carmín al tiempo que robaba una pequeña mirada hacia YoonGi. —Estoy segura de que le encanta —fue lo único que Ji Eun murmuró antes de alejarse a tomar su lugar.


Lalisa corrió hacia el rubio, abrazándolo con fuerza y una enorme sonrisa surcando su bello rostro. Detrás de la muchacha, un alto joven de cabello enrizado en tono rubio cobrizo, se acercó a ellos en silencio, con una suave sonrisa enmarcando sus finas y atractivas facciones. —Es un placer verte, Jimin —su voz hizo que Lalisa se apartara, casi corriendo a abrazarlo. —Lo mismo digo... hace mucho que no los veía —y la sonrisa casi infantil se adueñó de los más bajos. Gesto que no duró demasiado en el delicado rostro de la joven. —Lamento que hayamos interrumpido tu tiempo con él —Lisa tomó entre sus manos, la diestra de Jimin, mirándole fijamente a los ojos con el arrepentimiento marcado en sus facciones. —Ha sido una orden de EunWoo —el sutil timbre algo grave de YoonHo completó las ideas de su amada, lanzando una furtiva y fugaz mirada al moreno que hablaba animadamente con YoonGi sin recibir respuesta. —Hemos intentado disuadirlo de no hacerlo... pero fue en vano —Jimin torció un poco la boca al notar como el otro rubio bajaba la mirada en una silenciosa muestra de profundo arrepentimiento. —No pasa nada —habló luego de unos instantes, intentando elevar el ánimo de la pareja. —Al menos, los tengo aquí... no me sentiré tan solo —Lalisa apretó suavemente la mano de Jimin, al tiempo que YoonHo posaba una mano en el hombro del humano y le regalaba una sonrisa.


Las puertas volvieron a abrirse, sobresaltando al chico, quien sin notarlo, se había acercado inconscientemente a la pareja. No importaba cuanto tiempo pasara, no podía acostumbrarse del todo a ese... "mundo". Dos parejas más hicieron su aparición en la sala del trono; desconocía sus nombres, tampoco es como que le importara demasiado, pero reconocía sus rostros. La primer mujer, caminaba con el aire de grandeza que le correspondía; la mirada al frente fija en EunWoo y YoonGi, pasando por alto la presencia del resto. A su lado, un hombre caminaba con la confianza desbordando por cada uno de sus poros; a pesar de que no era más alto que él, Jimin se sintió algo intimidado con su presencia. La sonrisa ladina en el rostro, le daban un aire amistoso, pero con el paso de los días, el humano había aprendido que ningún ser de ese lugar era lo que aparentaba. Detrás de ellos, una pareja muy peculiar caminaba con parsimonia. Ambos, con lustroso cabello negro, piel tan suave y pálida como la porcelana, y una expresión casi indescifrable. El cuarteto pasó al lado de Jimin, sin siquiera dignarse a mirarle. —Que mal educados —pensó el humano, conteniendo sin notar la respiración, dejando salir la bocanada de aire al notar como los recién llegados se detenían frente a EunWoo y YoonGi.


—Al parecer, te espera un día largo y difícil —susurró Lalisa, sin apartar la oscura mirada del más joven de los recién llegados. Jimin le miró extrañado, pues no sabía a qué se refería la chica. —Él es un... ¿cómo le dicen ahora? —intercedió YoonHo, siguiendo la mirada de su amada, aferrando más su brazo alrededor del menudo cuerpo de la menor. —Mmmmmm... es como... un profesor... pero no enseña —balbuceó la morena, torciendo la boca y paseando la mirada por el lugar, como si la respuesta estuviera revoloteando por la sala negándose a aparecer. — ¿Crítico? —soltó Jimin, con el ceño fruncido, y mirando al moreno que se sentaba junto a la chica. No pudo evitar notar el gran parecido en ambos. — ¡Exacto! —la voz de Lalisa resonó por el lugar, llamando la atención del público al fondo de la sala. —Pero teniendo en cuenta su posición, será más estricto que los de tu mundo —habló en un susurro YoonHo, intentando aguantar la risa que el repentino ataque de niñez de su amada le provocó. Los nervios atacaron de vuelta a Jimin.


—Tranquilo.


—Lo harás bien.


—Como siempre.


La pareja le dio un último aliento de ánimo, antes de reunirse con los espectadores, dejando a Jimin solo en su lugar, con las piernas y el corazón temblando como gelatina mal diluida. Dándole la espalda a todos, comenzó a caminar hacia la poca oscuridad que había en la enorme sala. Lentamente, inhaló lo más que podía, concentrándose en evitar alzar el pecho, imaginándose el aire expandir sus costados, para luego proseguir con llenar el estómago de aire. Suavemente, dejó escapar todo el aliento por su boca; repitiendo la acción un par de veces. —Has estado frente a peores públicos, ¿y esto te pone nervioso? —la alegre voz de WookJin llegó a sus oídos, haciendo que abriera los ojos de golpe.


Pudo sentir otra oleada de tranquilidad al ver el sonriente rostro de su amigo acercándose a él. Sus ojos bajaron hasta las manos del recién llegado, abriendo sus ojos y boca en una expresión de sorpresa. Nunca dejará de asombrarse respecto a lo que pueden llevar a ese lugar. — ¿Creíste que te dejaría solo? —WookJin se paró frente al rubio, con el ceño fruncido, y un muy bien actuado gesto de ofensa. —Para nada —respondió entre risitas el humano, antes de abrazar a su amigo.


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