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El clan por FiorelaN

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Capítulo XXII: “Nunca debió suceder”

 

Narración en tercera persona

Había pasado exactamente un mes y medio desde que había ingresado al hospital y por fin le habían entregado el alta para poder volver a casa. Aunque no todo le había salido como había imaginado, por lo menos, no todo se había ido a la basura. Sabía que tenía dos personas en su camino que le impedían llevar a cabo sus planes de la forma más exitosa posible, pero no podía quejarse. Todo estaba resultando mejor de lo que esperaba, pues, pese a su corta edad, no había sido tan tonto y sus planes eran bastante inteligentes. Además, Kisame siempre había estado ahí ayudándolo para poder realizar todo lo mejor posible.

Abotonaba su camisa blanca mientras recordaba todos los detalles que Kisame le había estado informando sobre las medidas que había tomado para con Orochimaru. Debía alejar esa plaga extra de su camino, porque solamente le había resultado un estorbo que no había considerado nunca en sus planes. Además, para su sorpresa, su tío Obito se había encargado de mantener a raya a ese depravado con unos guardias extras vigilando que solamente se dirigiera de su casa al trabajo en la escuela y a lugares alejados del joven Uchiha. Toda esa ayuda no era para nada gratis, pero esperaba que el precio no fuese tan alto, porque debería rechazar tal ayuda. De todas formas, él podía contratar a guardias de la misma forma y que fuesen de su misma empresa de seguridad.

La única tarea que tenía pendiente para los días posteriores a su recuperación era visitar a Deidara y llevarlo a ver la empresa Namikaze para que pudiese familiarizarse y terminar de contarle todos los detalles respecto a su familia junto con todo lo que le esperaba después de cumplir sus dieciocho años. También tenía que buscar la forma de contarle todo a Naruto, y para eso había pensado en contactar a Jiraiya para poder hacerlo juntos, porque Itachi respetaba demasiado al padrino de Naruto como para pasar por encima de sus deseos. Sabía que podría llegar a convencerlo de hacer bien las cosas, porque tampoco era que fuese un secreto tan abrumador como para que el rubio jamás se enterase. Sabía que era por proteger a aquel muchachito, pero ya era hora de que supiese quién era.

Se había terminado de vestir para poder salir de aquel hospital cuando su teléfono sonó en un mensaje. Observó el remitente de aquel WhatsApp y no podía creer que aquella persona le hubiera escrito. No tenía su número agendado, pero supo quién era por su foto de perfil.

“Hola. ¿Cómo estás? ¿Podemos vernos? Quisiera hablar contigo.

Kakashi…”

Dudó por un momento si responder a tal petición, pues hacía bastante tiempo que no veía a esa persona y no estaba en sus planes volver a cruzarse con él en su camino, pero sentía una extraña curiosidad por saber de qué se trataba, qué era lo que necesitaba decirle Kakashi, así que decidió responder a su mensaje:

“Veme donde siempre… Aún tienes la llave”

Luego de enviar ese mensaje, guardó su teléfono y se dispuso a salir de aquel hospital. Afuera lo estaba esperando Kisame con su automóvil. Se subió al vehículo y su amigo encendió el motor.

—Me imagino que quieres que te lleve a tu casa—comentó Kisame.

—No. Iremos a otro lado—respondió con seriedad.

—¿Qué hay de la recomendación del doctor sobre descansar, Itachi? —preguntó con preocupación y algo de frustración.

—No voy a esforzarme en nada. Solamente iré a tener una pequeña conversación con una persona. Llévame a la cabaña del bosque norte—le dijo mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.

—¿Y luego qué? ¿Cómo vas a regresar? Porque tus pequeñas conversaciones suelen durar hasta el día siguiente—dijo el peli azul soltando una pequeña risa.

—Yo te llamo. No durará tanto. No creo que haya mucho de qué hablar—respondió.

—¿De quién se trata? No pienso dejarte solo en tu estado. Al menos, lleva tu arma—sugirió.

—No te preocupes. Voy a verme con Kakashi. Él quiere decirme algo—soltó un pesado suspiro.

—Ya veo. ¿Puedo meterme un poco en tus asuntos respecto a Kakashi? —preguntó mientras conducía ya por la carretera que llevaba al bosque del norte de la ciudad.

—Adelante…

—No te dejes enredar de nuevo por él. Es muy listo, aunque no digo que tú no lo seas también, pero… ya me entiendes.

—No te preocupes tanto, Kisame…—le respondió mientras miraba por la ventanilla el paisaje boscoso.

Hubo un profundo silencio, pero no precisamente incómodo, hasta llegar a aquella cabaña donde solía frecuentar a su antiguo amor en el pasado. Allí Kisame detuvo el automóvil para que Itachi se bajara y fuese al encuentro con aquella persona que no veía hacía mucho tiempo, y hubiese preferido que siguiese de esa forma, pero no todo podía ser como lo deseaba. Kisame lo recogería más tarde cuando Itachi lo llamase.

Caminó hasta la puerta de la cabaña y supo que estaba sin llave, porque podía ver la luz que se colaba por debajo. Suspiró con pesadez y decidió que era momento de enfrentar su pasado. Quizá podía ser una oportunidad para terminar con todo de una vez por todas, porque, a pesar de que el tiempo había pasado, su corazón todavía no había podido superar a Kakashi. Imaginaba todo como si fuese una habitación abandonada, pero la fragancia de aquel amor aún no había desaparecido del ambiente y temía volver a entrar a esa habitación, porque, si olía el aroma de ese amor nuevamente, podría sucumbir de nuevo, y eso no era algo que debía permitirse.

El cielo estaba increíblemente encapotado. El otoño estaba siendo muy cruel y tan frío que parecía un invierno lluvioso que no iba a dar tregua a nadie. Si el otoño era de esa forma, no podía imaginarse lo que el invierno le deparaba. Quizá podía llegar a nevar tanto que apenas se podría salir de las casas para hacer lo necesario. Sus pensamientos sobre el clima eran un intento desesperado por apartar los nervios que le causaba el tener que volver a ver a ese hombre. Tomó el pomo de la puerta y abrió. Todo estaba muy iluminado y pudo verlo en la sala, frente a la chimenea encendida.

—Se siente muy cálido aquí—comentó Itachi cerrando la puerta tras de sí y sintiendo el agradable calor del lugar.

—Bienvenido—dijo Kakashi con una leve sonrisa.

Itachi observó a aquel hombre. No había cambiado demasiado y seguía teniendo la misma apariencia de siempre. Notó que no se había quitado el abrigo que llevaba y tampoco se había puesto demasiado cómodo mientras lo esperaba.

—No te has quitado el abrigo. Deberías haberte puesto cómodo—le dijo mientras él mismo se quitaba la chaqueta del traje que llevaba puesto para después colgarla en un perchero.

—Es tu propiedad. De hecho, vengo a devolverte las llaves de este lugar—respondió sacando una llave de su bolsillo y extendiéndola hacia el pelinegro.

—¿Para eso me hiciste venir hasta aquí? —preguntó con seriedad tomando la llave.

—No. Quiero hablar de otra cosa—respondió.

—Entonces, dime. ¿Qué es lo que necesitas hablar conmigo? —preguntó con intriga.

—Se mantiene exactamente igual desde la última vez—comentó Kakashi refiriéndose a aquella cabaña tan acogedora.

—Sólo envío a alguien de vez en cuando para que limpie—respondió.

—Me enteré de que estuviste en el hospital y que estuviste en terapia intensiva bastante tiempo. No sé la razón, pero espero que estés mejor ahora—dijo sonriendo levemente.

—Ya no estoy en el hospital. Eso quiere decir algo—respondió con indiferencia.

—Me hubiese gustado ir a visitarte, pero supuse que no me querrías allí.

—Estabas en lo cierto. No debías perder tiempo en algo que no era tu asunto—respondió con frialdad.

—¿Sirve que me haya preocupado? —preguntó algo desanimado por las respuestas del pelinegro.

—No debiste, pero, si eso te dio algo de paz y te quitó la culpa de no haberme ido a visitar, entonces, está bien.

De pronto, las gotas de lluvia que ya se venían esperando comenzaron a golpear suavemente los cristales de las ventanas, dando un ambiente tan agradable y acogedor, provocando una nostalgia muy profunda en el peliblanco. Itachi se acercó a la chimenea para estar más en contacto con el calor, pues el frío no era algo que le agradase demasiado. El verano era de su preferencia. Sin poder evitarlo más, Kakashi sorprendió al pelinegro abrazándolo por detrás, aferrando sus manos al pecho de Itachi, éste se quedó inmóvil sin decir una sola palabra y con la inexpresividad marcada en su rostro.

—Estuve extrañándote...—le susurró el peliblanco.

—Me lo veía venir...—respondió Itachi sintiéndose harto de la misma situación que siempre se había repetido cada vez que se habían visto luego de la ruptura, y por esa misma razón había dejado de atender a los llamados de su exnovio.

—¿Acaso tú no me has extrañado? —preguntó tratando de ocultar la angustia que se anudaba en su garganta.

—No—respondió simplemente.

Kakashi sintió dolor en su corazón, pero se animó a hacer otra pregunta.

—¿Por qué accediste a venir? Si no me extrañas, lo lógico sería que no tengas interés en verme—sentía curiosidad por saber si todavía le quedaba la más mínima esperanza.

—Pensé que querrías hablar de algo verdaderamente importante. Nada más. Si no tienes nada de qué hablarme, entonces, nada tengo que hacer aquí—fue severo y directo.

—Yo no creo nada de lo que dices. Sé que aún sientes algo por mí. Lo nuestro fue muy intenso, aunque corto—se puso frente a Itachi, pero éste no respondió y solamente se limitó a mirarlo a los ojos.

—Necesitaba verte. No puedo estar sin ti, Itachi. Te extraño demasiado y no logro olvidarte... Siento que me desespero si no estás a mi lado—llevó sus manos al rostro del pelinegro.

—Entonces, deberías buscar ayuda profesional para superarme. No puedo ayudarte. Lo nuestro terminó hace ya un tiempo—tomó sus manos y las quitó de su rostro con delicadeza.

—No necesito ayuda profesional. Te necesito a ti. Siento que me estoy volviendo loco... Te veo en todas partes. He de decirte que hasta... me cuesta acercarme o mantenerme lejos en cierta forma de Sasuke... Ambos se parecen demasiado físicamente y, a veces, parece que estoy contigo cuando lo tengo cerca.

Itachi abrió un poco los ojos ante esa confesión. Aunque lo negaba, aún tenía sentimientos muy fuertes que le costaba reprimir por Kakashi. Uno de ellos eran los celos que había sentido al oír que Kakashi no podía evitar mirar demasiado a su hermano.

—A veces, no puedo evitar acercarme al joven Sasuke y, el otro día, él y yo...—fue interrumpido por Itachi cuando éste lo tomó del cuello y lo dio contra la pared.

—Él y tú... ¿qué? —preguntó apretando los dientes y sintiendo que todo su ser comenzaba a arder.

Era muy cierto que Kakashi observaba demasiado a Sasuke en muchas oportunidades por el gran parecido que tenía con Itachi, pero el mentir de esa forma para poder provocar celos en su exnovio era algo que sobrepasaba los límites. Sabía que estaba muy mal, pero no se le ocurría otra forma por el momento de saber si aún el pelinegro guardaba sentimientos por él. Había sido una mala idea, ya que Sasuke tenía antecedentes ante los ojos de su hermano de haberse metido con el personal de la escuela. Si se había metido con el director, ¿quién le aseguraba que no se había metido con algún maestro también? Estaba increíblemente enojado con Kakashi también por atreverse a tocar a su hermano. No solamente eran celos, sino que era rabia por pensar que todos en esa escuela podrían haberse aprovechado de su hermano menor.

—Si te atreviste a ponerle las manos encima a mi hermano...—apretó un poco más su cuello.

—No...—lo interrumpió—No ocurrió nada. Lo evité. Sabía que él no eras tú y nada sucedió. 

Itachi aflojó su agarre y puso las manos sobre la pared manteniendo acorralado a Kakashi.

—Ya te dije antes... Yo no quiero estar con otra persona que no seas tú, Itachi. Por eso yo...—fue interrumpido.

—Por eso tú no te atreviste a tocar a mi hermano, ¿eh? Me estás diciendo que, si no fuese porque me lo prometiste..., ¡¿lo habrías hecho?! ¡¿Sólo está deteniéndote una tonta promesa?! —estalló en ira ante aquello.

Itachi estaba ardiendo de los celos, porque no quería imaginarse siquiera a nadie más que a él tocando la piel de Kakashi. En ese instante, sentía una inmensa molestia hacia su hermano, quien había estado a punto de robarle lo que le pertenecía, y solamente porque se parecía físicamente a él. Estaba sintiéndose reemplazado por su hermano, y eso no iba a permitirlo. No importaba si, en ese momento, Sasuke tenía a Naruto como su novio, porque, antes de Naruto, Sasuke había podido hacer muchas cosas de las que él no estaba enterado. Todo estaba siendo demasiado y estaba rompiendo con el hecho de mantenerse calmado después de haber salido del hospital.

—¿Por qué te molestas tanto? Ya no sientes nada por mí... ¿O es acaso que proteges a tu hermano menor? —preguntó con una sonrisa arrogante en el rostro.

—No quiero que te le acerques... No quiero que lo mires. No quiero que seas su profesor. Cambiaré de escuela a Sasuke si es necesario si no pides que te cambien de curso. No te quiero cerca de mi hermano. ¿Lo entendiste? Soy capaz de matarte, Kakashi, si te atreves a pensar en Sasuke—lo amenazó harto de que ni siquiera pudiera confiar en los profesores de su hermano, porque hasta el mismo director estaba tras de Sasuke.

—Itachi... Eso suena muy obsesivo y posesivo de tu parte. ¿Así eres con quien se acerca a tu hermano? —preguntó confundido ante la actitud del pelinegro.

Itachi se quedó mudo y comenzó a pensar en una cosa: aún amaba a Kakashi, y el hecho de que él se acercase a otras personas todavía era tortuoso, pero soportable en cierta forma, pero el hecho de que se acercase a su hermano ya era más que el Infierno mismo. Sabía que Sasuke ya no se acercaría a nadie más, porque estaba con Naruto, pero para evitar que Kakashi se siguiera acercando a otras personas o intentase de alguna forma manipular a Sasuke consideró regresar con él, aunque no le costaría mucho. Desde que habían terminado, era lo único que deseaba hacer: volver con él.

—¿Qué es lo que tengo que hacer para que no te le acerques…? —preguntó el pelinegro casi en susurro.

Kakashi acarició el rostro de Itachi delicadamente y lo miró a los ojos.  Itachi comprendió el mensaje de inmediato y atacó los labios de Kakashi como una fiera hambrienta que no se alimentaba hacía ya mucho tiempo. Sujetó las muñecas de Kakashi y las dio muy fuerte contra la pared, haciendo que éste se quejara un poco del dolor. Itachi parecía no mostrar piedad y era como si deseara vengarse por los celos que Kakashi le había provocado durante tanto tiempo. El peliblanco se libró de los labios de Itachi un momento con la respiración agitada.

—¿Es sólo para que me aleje de tu hermano? —tenía esa duda clavada en el pecho.
Itachi se acercó a su oído para susurrarle.
—No te quiero cerca de él..., porque tú eres sólo mío.

Kakashi se sonrojó demasiado ante esas palabras y supo que tenía razón. Itachi no lo había olvidado. En ese instante, el pelinegro le dio vuelta e hizo que el pecho de Kakashi se golpease contra la pared.

—Voy a enseñarte quién es tu dueño, para que ya no lo olvides nunca más—dijo muy molesto, ya que sabía que Kakashi se la pasaba de cama en cama.

—Itachi..., no seas tan bruto...—pidió sintiendo dolor en varias partes por la rudeza del Uchiha.

Itachi reflexionó y vio que se estaba pasando con los celos. No deseaba lastimar a Kakashi, porque lo amaba, así que aflojó sus agarres y comenzó a tratarlo con más delicadeza, empezando por besar su cuello y poner las manos sobre su cintura.

—Ven aquí—lo tomó de la mano y lo llevó hacia la habitación de la cabaña, donde lo arrojó hacia la cama.

Itachi comenzó a desabotonar la camisa blanca que llevaba puesta, pero Kakashi se puso en esa tarea para comenzar a acariciar el pecho de Itachi en el proceso. El pelinegro lo miraba inexpresivo, pero en sus ojos había una revolución de emociones inexplicables y tormentosas que devoraban la mirada de Kakashi, transmitiéndole todo lo que su boca y su rostro no transmitían.

Itachi lo tomó del cuello cuando éste acabo con la tarea de desabotonarle la camisa. Lentamente, deslizó su dedo índice y el del medio hacia los labios de Kakashi y éste entendió el mensaje. Abrió la boca y el Uchiha comenzó a introducir ambos dedos, entonces, comenzó a chuparlos mientras lo miraba a los ojos. Era algo que le había comenzado a traer nostalgia al peliblanco sobre lo que solían hacer antaño. Itachi se mordió el labio inferior al sentir esa increíble sensación que le provocaba la cálida boca de su compañero y sentir su lengua entre los dedos.

Kakashi comenzó a desvestirse solo mientras chupaba aquellos dedos y se deleitaba con la vista de tener el torso descubierto de ese joven tan atractivo para su mirada. Esa imagen era algo que no iba a poder borrar de su memoria jamás. Quedó desnudo de la parte de arriba e Itachi se deshizo de su camisa abierta. Kakashi comenzó a desabrochar la hebilla del cinturón del pelinegro. Tenía a la mano todo, pues estaba de rodillas en la cama e Itachi estaba parado frente a él en el suelo. Itachi lo detuvo en ese instante y, con la simple mirada, Kakashi se deshizo de toda su ropa. El pelinegro se sentó en la cama apoyando su espalda en el respaldar. No se había quitado las prendas de abajo, pero no era necesario.

—Ven acá—ordenó Itachi y el otro se sentó sobre sus caderas.

No pasó mucho tiempo para que Itachi comenzara a degustar el cuello del peliblanco y recorriera su torso con las manos. Deseaba tocar cada rincón de ese cuerpo deseando borrar las sensaciones de otras manos que habían poseído algo que le pertenecía. No podía evitar sentirse más traicionado que nunca, porque pudo observar que la blanca piel de su exnovio tenía algunas marcas recientes provocadas por otros amantes. Nuevamente, metió esos dos dedos en la boca de Kakashi y éste comenzó a chuparlos un poco más, pero los sacó pronto de esa cálida cavidad.

—Itachi...—dijo Kakashi mirándolo a los ojos—¿Aún me amas?

Itachi no respondió y dirigió sus dedos hacia la parte trasera de Kakashi introduciendo el dedo de en medio en su interior a modo de respuesta y luego mordió su cuello. El peliblanco no pudo evitar gemir sintiendo un poco de dolor y gusto al mismo tiempo. Extrañaba esas sensaciones y esas respuestas de Itachi.

—Veamos cuánto es que me extrañaste en realidad—dijo introduciendo el otro dedo y oyó el intenso gemido de Kakashi.

Comenzó a lamer su pecho mientras que Hatake clavaba las uñas en el pecho de Itachi.

—Aún no es mucho—mencionó antes de sujetar el miembro de Kakashi mientras comenzaba a mover los dedos en su interior.

Kakashi gemía bastante, pero no como a Itachi le gustaba oírlo.

—No es suficiente—dijo sacando su miembro para después introducirlo dentro de Kakashi sin aviso alguno, lo que hizo que éste arqueara su espalda y no saliera sonido alguno de su garganta—Ahora grita—le ordenó con seriedad marcada en el rostro.

El caballero elegante y sumamente elocuente, educado y sereno que todo el mundo veía, el cual derrochaba amabilidad y gentileza, en ese momento se había transformado en una fiera que no se detenía ante las súplicas de su amante.

—Vamos, muévete, y más te vale que grites. A ver si es cierto que me extrañaste—luego de decir eso, sujetó las nalgas de Kakashi y comenzó a hacer que se moviese sintiéndose bastante impaciente.

Kakashi comenzó a gemir bastante fuerte. Le gustaba cómo era de dominante su atractivo chico y adoraba que lo tocase y su impaciencia que siempre tenía en esos momentos. Amaba cómo era posible que el pelinegro cambiase de personalidad en esos momentos y el hecho de provocarlo para que eso ocurriese, porque lo hacía delirar de lujuria cuando Itachi lo trataba de esa forma tan ruda y posesiva.

—Y luego vas a decirme el nombre de todos los imbéciles con los que te acostaste mientras no estuviste conmigo—le dio una fuerte nalgada, lo que provocó que Kakashi soltara un quejido mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y había saliva deslizándose por la comisura de sus labios. Una imagen muy lasciva que se pintaba adorable con el rojo de sus mejillas.

Itachi comenzó a dejar marcas por su cuello y su pecho. De esta forma, pensaba que todos sabrían que Kakashi tenía a alguien cuando se atrevieran a desnudarlo. Hatake comenzó a gritar de la manera en la que Itachi deseaba oírlo hasta que ya no pudo soportar más los golpes constantes a su próstata y la estimulación que estaba recibiendo en su miembro, por lo que manchó todo el vientre del pelinegro. Itachi tenía los dientes clavados en el hombro de Kakashi y apretó la mordida hasta el punto de hacer que éste gritara de dolor al momento de sentir sus entrañas llenarse con aquella esencia.

Luego de aquello, Kakashi se quedó tumbado sobre el pecho de Itachi recuperándose de aquella intensa actividad y el otro intentaba recuperar el aliento, aunque había tosido un par de veces.

—¿Te encuentras bien? Tal vez no debimos…—comenzó a decir el peliblanco, pero fue interrumpido.

—No importa. Estoy bien—dijo con seriedad sin darle mucha importancia a la preocupación del otro.

—Está bien—dijo sin más quedándose sobre su pecho escuchando los latidos de su corazón—. Te quiero…

Itachi no respondió absolutamente nada ante eso. Después de haber descargado su enojo ante la noticia de que había habido un acercamiento peligroso entre Sasuke y su exnovio y luego de haber descargado su deseos después de tanto tiempo sin haber estado con el peliblanco ni con nadie más en unos dos años al menos, su mente se encontraba en un estado de más claridad. No podía comenzar una nueva relación con Kakashi, porque había algo que le decía que las cosas no iban a ser muy diferentes a cómo habían sido antaño y quizá todo empeoraría. Además, él estaba padeciendo una enfermedad sin cura que podía acabar con su vida en cualquier momento y no era bueno estar en una relación en esas condiciones, porque sería un estorbo y solamente provocaría malestar a esa persona. Prefería estar como había estado hasta ese momento y solamente dedicarse a cuidar a sus seres queridos.

—Itachi, ¿qué tienes? Pareces distraído. ¿En qué piensas? —preguntó con curiosidad y preocupación.

—En nada en específico—respondió con seriedad y apartó delicadamente al peliblanco de su cuerpo para poder comenzar a acomodarse la ropa.

—¿Ya te vas? —preguntó confundido.

En realidad, pensaba que todo estaba bien después de haber hecho todo aquello, pero parecía que no había salido todo como pensaba.
—Le dije a mi hermano que iría a casa después de salir del hospital. Vístete. Llamaré a Kisame para que me recoja y, si quieres, él puede llevarte a tu casa—informó mientras se acomodaba la camisa.

—No es necesario—respondió.

—Como quieras.

—¿Algún día, vas a tratarme más amablemente? —se quejó.

Itachi suspiró y se acercó a Kakashi sentándose en la cama, suspiró con pesadez y miró hacia el techo.

—Otra vez sucedió…—dijo casi en susurro el pelinegro.

—¿Otra vez sucedió qué cosa?

—Me volviste a atrapar en tus redes y yo volví a caer, porque una minúscula parte de mí aún quiere confiar en ti, pero… ¿Es posible que confíe en ti y tú correspondas correctamente a mi confianza? No estoy seguro—dijo en forma reflexiva.

Kakashi se sintió ligeramente ofendido por aquellas palabras, pero sabía que su amado Itachi tenía razón, porque había jugado demasiado con sus sentimientos en el pasado como para pedirle que confiase en él nuevamente.

—Me gustaría que confiaras en mí—dijo con angustia.

—Si acepto hacerlo en esta ocasión, no creo que sea algo muy saludable. Sería algo realmente tóxico y con un ambiente que podría terminar dañándonos a ambos. Además, no estoy en una situación estable como para intentar algo con nadie realmente. Lamento haberte ilusionado y hacer que pensaras que algo así podría suceder. Es verdad que me puse demasiado celoso y te deseaba, pero, realmente, no tengo derecho a reclamarte nada ni a exigirte que no veas a nadie. Es más, deberías encontrar a alguien que te haga olvidarme, porque… yo no voy a volver—le explicó y soltó un pesado suspiro al final.

—Itachi…—susurró abrazándose a su espalda sin desear soltarlo.

—Soy consciente de que la mayoría de las cosas malas que le ocurrieron a mi familia fueron porque estuvimos juntos y, aunque antes no había querido aceptarlo, es momento de hacerlo… Tú y yo nunca debimos haber estado juntos, pero me encargaré de remediar todo el mal que causé. No te preocupes… La culpa es toda mía—dijo antes de levantarse de la cama y salir de la habitación con intenciones de ir hacia la sala a recoger su chaqueta.

Tomó su celular después de tener su traje completo puesto e informó a Kisame para que pudiese recogerlo. Luego de unos minutos, Kisame apareció fuera de la cabaña y ambos se fueron de allí dejando a un Kakashi completamente roto en llanto sobre la cama abrazándose a sí mismo tratando de aferrarse al recuerdo de la sensación de las manos de Itachi recorriendo su cuerpo.

Itachi no tardó demasiado en llegar a su casa y agradeció a Kisame por haber estado para él todo el tiempo. Se despidió de él y luego fue a abrir la puerta de su casa, entró y se encontró con Sasuke en la sala mirando una película.

—Hola—saludó Itachi sentándose a su lado en el sofá.

—Estás de vuelta. Pensé que tardarías menos—comentó Sasuke con seriedad.

—Sé que dije que vendría inmediatamente después de salir y por eso no fuiste a buscarme, pero tuve que ir a ver a un amigo que no veía hacía mucho tiempo y que no había podido ir a verme al hospital. Él estaba preocupado—le explicó con seriedad.

—Ya veo. Me alegra que ya te encuentres bien, aunque sigo estando molesto por haberme ocultado que estabas enfermo, pero veo que el tratamiento que te estuvieron haciendo ha dado resultados. Te ves menos como un muerto que antes—comentó para luego apagar la televisión.

—Sí… No quería que te preocuparas por mí y quería que te mantuvieses concentrado en tus estudios, en cosas positivas, y no en una enfermedad que no tiene cura. Lamento que pensaras que no te tenía en cuenta—le dijo muy apenado, pero con seriedad.

—Lo entiendo, pero no quiero que me ocultes cosas como esas. Yo quiero saberlo todo—le dijo muy serio mirándolo a los ojos.

—Yo también quiero saberlo todo y, hablando de eso, necesito hacerte una pregunta—sintió que era el momento adecuado para sacarse la duda que le había dejado clavada en el pecho Kakashi.

—¿Qué es lo que quieres saber?

—Además de Orochimaru, ¿te has acercado en ese sentido a alguien más de la escuela? ¿A algún profesor de tu clase? —preguntó con seriedad.

Sasuke se sorprendió increíblemente por la pregunta y sintió que algo no iba nada bien.

—¿Crees que te oculto algo, hermano? ¿Piensas que porque me metí con ese tipo también lo hice con profesores? —preguntó bastante ofendido.

—No es que crea que tú eres ese tipo de persona, pero… solamente quiero saberlo. Si no me dijiste todo aquella vez, quiero que me lo digas ahora.

—Te lo dije todo, Itachi. No entiendo qué es lo que intentas—dijo confundido y algo molesto.

—¿Tuviste algo con Kakashi Hatake o ustedes dos se acercaron? —preguntó directamente.

—¿Qué? —se sorprendió increíblemente—¿Con el profesor de Literatura? ¿Por qué demonios tendría algo con ese sujeto? Ni siquiera hemos tenido jamás una charla que durara más de treinta segundos. ¿De qué rayos estás hablándome? —expresó aún más confuso y molesto.

Itachi, al ver las expresiones de su hermano y su confusión, pudo darse cuenta de que Kakashi le había mentido para provocarlo, por lo que se sintió aún peor, pero sabiendo que había hecho lo correcto en no dejarse llevar por la tentación de regresar a su lado.

—No te preocupes. Olvídalo. Solamente había sido un rumor estúpido de alguien a quien le sobra lengua—dijo con absoluta seriedad y molestia.

—Pues a esa persona le falta un tornillo. Además, ya no importa. Ahora estoy con Naruto y nadie más me importa—dijo antes de levantarse del sofá e irse a su habitación.

—Hablando de Naruto…, quiero que mañana lo invites a almorzar con nosotros. Creo que será bueno para aclarar ciertas cuestiones—le pidió.

—Está bien—respondió mientras subía las escaleras.

—Le envié hace unos dos días un correo al maestro Jiraiya. Supongo que ya me lo habrá contestado...—pensó Itachi mientras revisaba la casilla de correo en su celular esperando la respuesta.

Encontró pronto aquel correo tan deseado luego de buscar entre cientos de correos que tenía en el buzón de entrada. En aquel mensaje, decía que él no iba a poder asistir a su invitación, pero estaba de acuerdo con que era el momento de que Naruto conociera la verdad por medio de Itachi. Al menos, ya tenía su permiso y podía proceder con paz. También estaba informado de que Jiraiya regresaría de viaje pronto para poder acompañar a Naruto en el proceso de conocer la verdad y ayudarlo a hacerse cargo de los asuntos que le esperaban una vez que cumpliera la mayoría de edad.

Por otro lado, Kakashi había a un edificio que parecía muy lujoso por fuera y, seguramente, lo era también por dentro. Se trataba de una propiedad de Obito Uchiha. Todo el edificio le pertenecía solamente a él y se hospedaba en el piso número veinte, el cual era el último. Subió por el elevador con la pena dentro de su cuerpo y ésta le apretaba el corazón de forma violenta.

No tenía problemas en entrar en aquel edificio, porque no era la primera vez que lo hacía. Solía visitar una vez cada tantos meses a Obito por alguna extraña razón que él mismo desconocía y el Uchiha mayor no tenía problemas en recibirlo, aunque sus conversaciones se tornaban extrañas e incómodas, pero jamás en pelea. Tocó el timbre de aquel departamento y la voz de Obito se escuchó a través de un altavoz en el timbre.

—¿Quién es? —preguntó, porque muchos de sus socios lo visitaban a menudo.

—Soy Kakashi... Ábreme—le dijo con un tono decaído y luego escuchó el sonido de la puerta abrirse mecánicamente.

Se adentró al lugar y cerró la puerta tras de sí. El lugar estaba igual que siempre: muy espacioso, limpio, lleno de lujos y comodidades. Las gotas de lluvia decoraban los inmensos cristales de los ventanales que rodeaban casi todo el departamento, llenando de luz el lugar cuando era de día y dando una vista hermosa en la noche, permitiendo apreciar el agua al caer y la majestuosidad de las tormentas sobre la ciudad.

Pudo ver a Obito acercarse a la gran sala. Llevaba puesto un pantalón negro de seda y una camisa del mismo color, la misma tela y hermosura. Un pijama bastante elegante.

—Realmente, no te esperaba, Kakashi. Luces fatal—comentó sentándose en un gran sofá, el cual tenía un gran ventanal detrás y mostraba la negrura de la reciente noche junto a las gotas incesantes.

—Yo tampoco sabía que iba a venir—dijo para después sentarse en un sofá individual que estaba frente al pelinegro, pero los separaba una gran mesa de cristal.

—Como siempre, eres impredecible, pero dime... ¿Qué hizo que tus pies te trajeran hasta aquí? —preguntó mientras lo miraba fijamente observando todas sus expresiones.

—En realidad, vengo de ver a Itachi—confesó.

—Lo sé—dijo y Kakashi se sorprendió increíblemente—. Oh, tienes un rastreador colocado en tu automóvil. Sé a dónde vas y a qué hora, pero, en cuanto supe que te dirigías a esa cabaña donde me fuiste infiel una y otra vez con mi sobrino, decidí dejar de mirar la pantalla de mi Tablet, y es por eso por lo que no supe que te dirigías hacia aquí después de que tus planes fracasaran—explicó y dibujó una sonrisa en su rostro.

—No sé por dónde empezar a hacer preguntas... Realmente, te pasas—suspiró con pesadez.

—No puedo dejar de saber en dónde estás. Tu seguridad es mi preocupación constante y por eso hice que colocaran el rastreador, pero, como puedes ver, no interfiero en tus encuentros con gente indeseable. Sin embargo, tú no dejas de venir a verme en cuanto tienes oportunidad. ¿Por qué? —preguntó muy interesado en saber si aún había algo de interés en el peliblanco por su persona.

—A mí también me gustaría saber por qué corro hacia a ti cuando me siento miserable. Supongo que el verme de esa forma te hizo pensar que me había ido mal con Itachi, y tienes razón... Ese fue mi último esfuerzo por intentar hacer que él vuelva a mi lado y fracasé. Él no quiere intentar nada con nadie—le contó mientras se cubría la cara con sus manos y apoyaba los codos en sus rodillas.

—Supongo que eso es lo que te dijo a ti—rio levemente.

—¿A qué te refieres? —alzó el rostro para mirar al pelinegro.

—Que Deidara, su "asistente" de la oficina, lo visitó varias veces en el hospital durante el tiempo que estuvo ingresado, además de las múltiples salidas a almorzar y a cenar que tuvieron previo a eso—le explicó con una sonrisa en el rostro.

Kakashi sintió hundirse aún más en su miseria después de escuchar aquello.

—De todas formas, ya no importa. Yo también sigo viniendo aquí...

—Y no sabes la razón de por qué siempre que te sucede algo malo vienes a mí y me cuentas tus problemas como si eso solucionase algo.

—Sí. Es un misterio...

—Tal vez sea porque soy el único que realmente te escucha con interés, a pesar de que digas que intentaste volver con otro cuando sabes lo que significaste para mí. No te mueve un pelo el venir a desahogarte de lo que te hacen tus amantes sabiendo que eso puede lastimarme... Realmente, no tienes piedad en tu corazón, Kakashi—dijo y soltó un pesado suspiro para después ponerse de pie y acercarse.

—Lamento venir a importunarte. Jamás habías dicho nada y no pensé que todavía podría afectarte...—se disculpó sintiéndose realmente mal por hacer aquello y también se puso de pie—Debería irme.

—O tal vez deberías quedarte. ¿Sabes una cosa? Tal vez no soy el único que todavía siente interés por el otro. Es la única explicación que encuentro para que te sientas tan consolado después de venir a verme—dijo acercándose a una distancia bastante cercana, pero sin que pareciera sospechosa.

—Es cierto que nadie me ha sabido escuchar más que tú, pero... no creo que yo siga atrapado en el pasado como tú—le dijo, pero, al ver los ojos de Obito, no pudo evitar sentir un ligero cosquilleo en todo el cuerpo que le hizo apartar la mirada.

—Tan sincero y devastador al mismo tiempo... —lo observó de pies a cabeza notando que Kakashi no soportaba el contacto visual y los pequeños nervios que habían aparecido en él—Si no te sientes bien, puedes quedarte esta noche a dormir aquí. Puedes usar mi cama. De todas formas, yo no tengo sueño esta noche—le dio la espalda en ese instante para retirarse del lugar, pero sintió cómo era sujetado de su camisa.

Obito se sorprendió bastante por eso y se volteó para mirar al peliblanco, el cual estaba sujetándolo mientras tenía la cabeza baja, y pudo oír un ligero sollozo.

—Yo... lo siento... por todo...—dijo en susurro y ocasionó que el pelinegro abriera los ojos en gran manera por la sorpresa.

—¿Qué es esto tan de repente? —preguntó confundido.

Todo lo que Kakashi había estado pasando durante todo aquel tiempo había sido demasiado. Después de la supuesta muerte de Obito, se había ido a buscar consuelo en los brazos de Itachi, pero no había podido superar su depresión y había buscado consuelo en cualquier parte sin importar quién fuese, por lo que había terminado dañando el corazón de Itachi y éste había decidido romper con esa relación, por lo que, desde entonces, solamente había ido de cama en cama sintiéndose en soledad todo el tiempo. Además, descubrir que su verdadero amor estaba vivo pero que no podía volver con él por la vergüenza que sentía de sus actos y porque sabía que éste lo detestaba por todo lo que había sucedido, que su vida se había vuelto un descontrol total y se basaba en lograr que quien lo había logrado consolar por un tiempo regresara a él y sirviese como un bálsamo, pero tampoco había resultado, por lo que se sentía colapsado.

—Yo... quiero que tú me perdones por todo lo que te he hecho—le dijo entre lágrimas.

Obito se acercó a él y llevó su mano a la barbilla del peliblanco para elevar su rostro. Éste estaba completamente empapado de lágrimas y no pudo evitar sentir una punzada en el corazón al verlo de esa forma.

—Entiendo si no quieres perdonarme, pero igual me disculpo. A pesar de todo lo que te hice, tú sigues abriéndome la puerta y escuchando mis historias... Realmente, no merezco tu hospitalidad ni tu piedad. Seguramente, debes de odiarme—dijo con su rostro cubierto de lágrimas.

—¿Odiarte? No podría... Lo intenté. Yo quise odiarte con todas mis fuerzas e intenté no sentir misericordia por ti, pero no lo conseguí. Todo lo que tengo para ti es esto: tú tocas a mi puerta y yo la abro, me quieres contar tus problemas y los escucho sin importar la hora o el tiempo que tardes en desahogarte, necesitas dónde dormir o dónde refugiarte y tienes mi casa para hacerlo. Todo, absolutamente todo lo que pides que haga por ti, termino haciéndolo, porque no puedo decirte que no a nada. Ahora...—suspiró pesadamente—si deseas que te perdone, ya lo hice hace mucho tiempo. Como dije, puedes quedarte a dormir en mi cama. Al fin y al cabo, soy el único que te aprecia de verdad y el único que te escucha. Jamás debiste haberte ido de mi lado y jamás debiste haber entregado tu corazón a Itachi. Eso nunca debió suceder, porque tu corazón me pertenece solamente a mí y sólo dejarás de sentirte tan miserable cuando aceptes eso—soltó su rostro y se fue de la sala hacia su oficina.

Obito había decidido pasar la noche revisando documentos para sus próximos movimientos y ya tenía preparadas varias cosas que deseaba mostrarle a Sasuke, como, por ejemplo, la cinta de vídeo de las cámaras de seguridad de la cabaña del matrimonio Uchiha que la policía jamás había encontrado, donde se veía a Itachi asesinando a sus padres.


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