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El clan por FiorelaN

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Capítulo I: “Dilemas familiares. Parte III”

La clase transcurría tranquilamente y bastante aburrida para todos, incluso para Sasuke, pero no estaba prestando atención a lo que explicaba el profesor de biología, sino a cómo era el movimiento de sus labios, de los cuales conocía perfectamente el sabor dulce e irresistible, y al movimiento de sus manos al hablar, cuyo tacto era frío pero adictivo, y compartían miradas cómplices durante la clase y se comunicaban a través de los ojos y algunos gestos que solamente ellos podían descifrar.

Faltaban diez minutos para que la clase finalizara completamente.

—Bueno, pueden guardar sus cosas. La clase acabó, pero quiero usar los últimos diez minutos para comunicar algunas cosas—les dijo Orochimaru.

—Bueno, al menos terminó de parlotear sobre células y pelos de animales—dijo Naruto mientras no se movía de la postura de estar echado sobre la mesa del pecho para arriba.

—No habló de pelos de ningún animal, ¿qué estabas escuchando, Naruto? —le dijo Sakura.

—Bueno, de lo que sea que haya estado hablando—le respondió.

—Estaba hablando de las ramificaciones casi invisibles de las hojas cuando son observabas a través de un microscopio. Dijo que se asemejaban a cabellos—explicó Sai.

—Uzumaki, ¿podría dejar de estar echado sobre la mesa? —le llamó la atención el profesor.

Naruto se acomodó un poco.

—Sí, sí…—le dijo simplemente.

—Espero que la mesa le haya contado todo lo que expliqué en clase, porque el próximo miércoles tomaré lección oral sobre el tema y espero que se saque una buena nota, porque va a ser su última oportunidad de aprobar mi materia, jovencito—le dijo seriamente.

—Sí… oh…—se quejó con fastidio y desanimo mientras comenzaba a guardar sus cosas.

—Bueno, esa es la noticia que tienen. Estudien bien el tema que vimos hoy y lean las páginas revisadas en la clase, porque el miércoles que viene habrá lección oral. Eso es todo. Ya pueden irse. Vámonos, Kabuto—le ordenó a su asistente y salieron del salón de clases.

Sasuke se sintió decepcionado, porque habían pensado que iba a pedirle quedarse fuera del horario de clase o algo, pero no había resultado de esa forma. De todas formas, adoptó su expresión seria de siempre e indiferente mientras tomaba sus cosas y se disponía a irse.

Fuera de la escuela, estando en la entrada, Sakura, Naruto, Sai y Sasuke estaban parados para saludarse.

—Bueno, creo que yo ya me voy. Espero que pases un resto del día muy bueno, Sasuke—le dijo Sakura sonriendo muy contenta.

—Hum…—le respondió simplemente.

—¿Nos vamos, Naruto? —le dijo Sai.

—Adelántate. Quiero hablar con Sasuke un rato—le respondió.

Sai asintió y comenzó a caminar en dirección al orfanato, que no estaba demasiado lejos de la escuela.

—¿De qué quieres hablar ahora, Naruto? —le preguntó Sasuke.

La única razón por la que Sasuke siempre se quedaba unos minutos después de la salida era para poder tener más tiempo con Naruto y oír la despedida de éste.

Naruto deseaba pasar el día del cumpleaños de Sasuke junto a él para que no se sintiese tan solo, porque sabía que su hermano casi nunca estaba en casa. Así que se armó de valor para proponerle una cosa.

—Bueno, quería saber si tú querías que yo te acompañe a tu casa y pasemos el resto del día haciendo algo que tú quisieses—le dijo rascándose la nuca y mirando hacia otro lado sonrojado.

—¿Shizune no te dirá nada por llegar más tarde? —le preguntó sin mirarlo, pero con ganas de decirle que sí.

—La llamaré para avisarle y pedirle permiso a la abuela Tsunade. Si voy a tu casa, no creo que le moleste. Además, ya casi tengo diecisiete—rio levemente mientras se rascaba la nuca.

—Como quieras—le dijo simplemente comenzando a caminar mientras Naruto lo seguía.

—¿Hoy tu hermano no estará tampoco? —preguntó Naruto con curiosidad.

—Dijo que llegaría más temprano para cenar y ver una película, pero no lo sé. Ya sabes cómo es Itachi—le respondió sin expresión alguna teniendo las manos en los bolsillos.

—Entonces me iré antes de que él llegue para no molestar—le dijo Naruto.

—Como quieras—le respondió simplemente.

Naruto tomó el teléfono para llamar al orfanato y avisarle a Shizune que iba a estar en casa de Sasuke por ser su cumpleaños, a lo que Shizune avisó a Tsunade, que era la directora del orfanato, y le dio permiso hasta las 20:00 pm para estar fuera.

Sasuke y Naruto llegaron a la puerta de la casa del azabache y Sasuke sacó las llaves para abrir la puerta.

—La abuela Tsunade me dio hasta ocho de la tarde para quedarme fuera del orfanato, pero, si quieres que me vaya antes, sólo dilo—le avisó Naruto.

—Está bien, puedes quedarte hasta esa hora si quieres—le dijo Sasuke entrando en la casa—Pasa. Deja los zapatos en ese rincón—le señaló el rincón donde había unos estantes para poner los zapatos.

Naruto entró a la casa y Sasuke cerró la puerta. Ambos dejaron los zapatos en ese lugar y después Naruto siguió a Sasuke hasta la sala de estar de la casa. Sasuke se sentó sobre el sofá.

—Tu casa es bastante acogedora y nada a lo que me esperaba—dijo Naruto quedándose de pie mientras observaba su alrededor.

—No entiendo a qué te refieres. Siéntate si quieres—se puso de pie—Iré a cambiarme de ropa y a dejar la mochila en el cuarto. No tardo nada—se dirigió hacia las escaleras.

Naruto se sentó en aquel sofá mientras observaba todo a su alrededor y hubo algo que lo extrañó bastante. Usualmente, en las salas de estar de una casa, se podían apreciar fotografías familiares y allí no había ni siquiera una fotografía individual de Sasuke o de Itachi.

Sasuke no tardó casi nada en volver al lugar. Ya estaba vestido con una camiseta negra y unos pantalones del mismo color.

—Ahora sí. Dime a qué te referías con eso de que mi casa no era lo que esperabas—sintió curiosidad, pero estaba oculta tras su indiferencia.

Sasuke se dirigió hacia la cocina para buscar algo que ofrecerle a Naruto.

—Pues…—se sentía incómodo, porque sabía que había metido la pata—Digamos que me esperaba una casa un poco más grande, como de millonario—respondió finalmente.

—Hum…—se oyó a Sasuke decir desde la cocina, que estaba cerca de la sala, y se oían perfectamente ambos— ¿Quieres un refresco o algo?

—Sí, gracias—le respondió.

—Pues antes vivía en una casa de millonarios, como dices, pero ahora vivimos aquí—le dijo Sasuke llegando con dos refrescos y sentándose al lado de Naruto dándole el vaso.

—¿Antes tenías una mansión? —se sorprendió.

—Sabes que mi hermano es el dueño de una de las compañías más grandes de seguridad, ¿no? —le dio un sorbo a su refresco.

—Por eso me esperaba algo más—dijo Naruto viendo que se podía hablar del tema con seguridad.

—Itachi consideró que era muy ostentoso vivir en una casa tan grande los dos solos y decidió que debíamos mudarnos de barrio y de casa a algo más normal—explicó sin mirarlo con total indiferencia.

—¿Y tú… qué piensas de eso? —le preguntó dándole un sorbo a la bebida.

—Está bien, supongo—se encogió de hombros.

—Yo no conocí tu otra casa, obviamente. Jamás supe dónde vivías y eso que nos conocemos hace muchísimo tiempo desde que íbamos a la primaria—rio Naruto rascándose la nuca.

Sasuke observaba con detenimiento de reojo cada expresión de Naruto y le resultaba muy tierna su curiosidad. Se estaba abriendo bastante para su gusto con el rubio permitiéndole saber detalles que éste no conocía, aunque ellos se conocían hacía tanto tiempo. Casi nadie sabía sobre la vida de Sasuke más que lo que las noticias habían dicho, porque nunca se había interesado en que alguien supiera de su vida, pero con Naruto estaba siendo bastante diferente.

—Bueno, ya conoces esta casa. Es suficiente para dos personas y es lo único que necesitamos—le dijo terminándose la bebida y poniendo el vaso sobre la pequeña mesa de cristal que tenían frente a ellos.

—Te invitaría a mi casa, pero Shizune se pone muy estricta con respecto a las visitas—le dijo riendo—De todas formas, no estaríamos tan solos. No estoy solo en mi cuarto.

—Entiendo, no hay problema—tenía una enorme curiosidad por saber con quién compartía el cuarto Naruto, pero no se atrevía a preguntar.

—Sí, además de que está Sai y es un fastidio—le comentó.

—Así que compartes el cuarto con él—vio la oportunidad de saber más e impulsar a Naruto a que abriera la boca como él sabía hacer muy bien.

—Sí, lo comparto con Sai y Gaara, que él sí me agrada—le dijo.

—Eres amigo de Gaara en el orfanato—dijo Sasuke intentando sacar más información mientras se empezaba a poner celoso.

—Digamos que es mi mejor amigo del orfanato—le dijo sonriendo.

—Voy por más refresco—dijo mientras se levantaba e iba a la cocina para poder hacer la expresión de enfado que quería hacer, pero no delante de Naruto.

Naruto aún tenía la mitad de su refresco en el vaso, así que continuó dando sorbos a su vaso. Vio cómo Sasuke regresaba.

—Oye, Sasuke. No tienes ninguna foto por aquí—comentó.

—No—dijo simplemente.

Naruto entendió que ya no debía seguir hablando de eso.

—Ya veo…

Hubo un silencio profundo e incómodo del cual Sasuke se dio cuenta, obviamente, porque Naruto había preguntado aquello y él había respondido cortante. Entendió que Naruto ya no tenía ningún otro tema del cual hablar, así que decidió lanzar algo que rompiese ese hielo.

—Bueno, somos dos chicos homosexuales sentados en una sala bebiendo un refresco, ¿qué más podemos hacer? —dibujó una sonrisa traviesa en su rostro.

Naruto no se esperaba para nada eso y se sonrojó hasta las orejas teniendo una expresión de espanto y comenzó a tartamudear.

—S-Sasuke… ¿Q-Qué? Y-Yo… no…—decía incoherentemente mientras se ponía de pie torpemente.

—Relájate, estúpido. Sólo estaba bromeando—tenía una sonrisa ladina dibujada en el rostro.

—No hagas esos chistes, que me pongo muy nervioso—le dijo molesto volviéndose a sentar.

—¿Y por qué te pones nervioso, Naruto? —lo miró directo a los ojos.

Naruto se derritió y estremeció con esa mirada. Sin poder perder el sonrojo de su rostro, se puso aún más nervioso, porque sabía que había algo más oculto tras esas palabras y no podía entender qué era.

Sasuke quería averiguar por qué Naruto se ponía nervioso con eso. Ahora que sabía que sus gustos no eran por las chicas, tal vez podía hacer que él le gustase.

—Por las cosas que dices y porque me estás mirando de esa forma, Sasuke—le dijo algo incómodo y con expresión de susto.

—Así que yo soy el que está poniéndote nervioso, Na…ruto—dijo su nombre de esa forma a propósito para ver la reacción del rubio.

Naruto tragó duro ante eso. Estaba demasiado sonrojado, pero quería que Sasuke dejara de jugar, porque eso era lo único que estaba haciendo a su parecer.

—Sasuke, ya deja de jugar—le dijo algo molesto.

Sasuke rio levemente.

—Está bien. Ya relájate, torpe—le dio un sorbo a su bebida.

Naruto suspiró calmándose bastante.

Sasuke había descubierto algo nuevo: Naruto creía que él jugaba, porque no concebía la posibilidad de gustarle al azabache. Había estado analizando las reacciones de Naruto detalladamente y el hecho de que ambos supiesen la condición de cada uno le jugaba a favor, porque ahora podía poner a prueba todo lo necesario para descubrir más cosas sobre Naruto.

—Y… ¿qué te gustaría que hiciésemos? —preguntó Naruto dejando su vaso vacío sobre la mesa de cristal.

—Ya es la hora de almorzar. ¿Qué quieres comer? —le preguntó Sasuke sin mirarlo mientras bebía del vaso.

—Bueno… ¿Tienes…? —fue interrumpido.

—Sí, tengo ramen instantáneo—se puso de pie.

—¿Cómo sabías que iba a decir eso? —se rio un poco rascándose la nuca.

—Porque es lo que mayormente te he visto tragar durante todos los años que te conozco—le dijo yendo a la cocina—Ven.

Naruto se puso de pie y fue hacia la cocina a ver a Sasuke.

—Aquí tienes el bote del ramen. Prepáratelo ahí en el microondas—le señaló el aparato mientras le entregaba el ramen—Yo comeré unas bolas de arroz que tengo en la nevera y unos tomates.

Abrió la nevera y sacó su comida de allí. Tomó los tomates y comenzó a cortarlos en rodajas sobre un plato.

—Comes bastante sano, Sasuke—comentó Naruto mientras esperaba que su ramen se calentase después de haberle echado ya el agua y haberlo metido dentro del microondas.

—Supongo. Estoy acostumbrado—respondió con indiferencia—¿También quieres unas bolas de arroz con tu ramen? —le ofreció.

—No, gracias. Así está bien—le respondió con una sonrisa.

Naruto se quedó observando a Sasuke durante bastante tiempo hasta que Sasuke se percató de ello.

—¿Qué ocurre? —le preguntó elevando una ceja.

—Nada. Es sólo que esto es muy raro, ¿sabes? —le respondió mientras se rascaba la nuca.

—¿A qué te refieres? —no entendía.

—A que me hayas permitido venir a tu casa para estar contigo en tu cumpleaños, que me des ramen, que quieras que esté contigo varias horas y que me hayas contado unas cuantas cosas que jamás dijiste a nadie de los que te conocemos—le dijo.

—Bueno, ya iba siendo hora, ¿no? —le respondió simplemente.

—No te entiendo, Sasuke.

—No hay nada que entender, Naruto. Simplemente, tú quisiste venir y quedarte hasta esa hora. Tampoco iba a dejarte sin comer hasta las ocho de la tarde y no había mucho de qué hablar. Además, dijiste que yo era tu mejor amigo y es poco normal no saber demasiado de tu mejor amigo—le respondió con una media sonrisa en sus labios.

—Sigue siendo raro de tu parte darme ese tipo de respuestas—le dijo mientras sacaba el ramen del microondas.

—Sí, puede ser, pero, ya que te abriste conmigo un poco para contarme aquello, pues ya está—le dijo mirando hacia otro lado sin expresión en el rostro.

—Ya veo, aun así… es raro.

Ambos se sentaron en la mesa de la cocina a comer lo que habían elegido.

—Siempre es un placer comer ramen—comentó Naruto con una gran sonrisa.

Sasuke no le dijo nada y se limitó a comenzar a comer su arroz en silencio mientras observaba de vez en cuando a Naruto llenarse la boca con comida pensando que era tierno verlo comer.

En un momento, mientras lo veía comer, tuvo la loca idea de tomar su rostro y besarlo, pero la quitó rápidamente por dos simples razones: la primera razón era que no sabía cuál era la persona de la cual Naruto estaba enamorado y la segunda razón era que sentía algo bastante fuerte y estruendoso por Orochimaru y deseaba continuar con ello. Por ninguna razón podía darse el lujo de enredarse con nadie más, y mucho menos con Naruto, aunque estuviese enamorado de él, teniendo deseos incontrolables por el otro sujeto. Primero debía deshacerse de los lujuriosos deseos por Orochimaru, lo que no estaba en sus planes todavía, para después confesarse a Naruto, aunque él no fuese la persona de la cual Naruto estaba enamorado, porque quería que el rubio supiese de sus sentimientos en algún momento. También pensaba en la posibilidad de dejar de lado el deseo por Orochimaru antes de probar de esa manzana cuando veía a Naruto, porque lo hacía delirar de las ganas que tenía de besarlo, aunque tuviese la boca llena de ramen, pero después tenía algo más en su interior que le generaba un debate.

—¿Todo bien, Sasuke? —le preguntó Naruto habiendo acabado de comer.

Naruto se había percatado de la expresión extraña y pensativa en el rostro de Sasuke, que estaba sentado frente a él y sentía curiosidad por saber qué le ocurría.

—Sí, ¿terminaste? —le preguntó bajando de la nube de pensamientos en la que estaba.

—Sí.

—Tira el bote en el cesto de basura que hay debajo de la mesada—le señaló el lugar.

Naruto así lo hizo y se volvió a sentar en la mesa a esperar a que Sasuke terminara de comer la última bola de arroz.

—¿Qué quieres que hagamos después de comer? —le preguntó Naruto.

—¿Puedes salir a caminar o algo así? —le preguntó antes que nada.

—No puedo. Si Shizune se entera de que anduve por ahí en la calle, me mata. Me dio permiso la abuela Tsunade con la condición de que me quedara aquí—le respondió.

—Ya lo imaginé. Pues no sé. ¿Quieres ver una película o alguna serie que te guste? Tengo para hacer palomitas de maíz—le dijo recogiendo el plato sucio y llevándolo al fregadero.

—Hoy sí que estás raro, Sasuke—le dijo Naruto.

—¿Planeas que nos aburramos o qué, perdedor? —le dijo esbozando media sonrisa.

—Entiendo. Está bien, maldito —dijo a modo de broma Naruto.

Sasuke se estremeció al oír a Naruto llamarlo de esa forma.

—Llámame de nuevo así—le dijo mirándolo directamente a los ojos.

—¿Qué? —no se lo esperaba.

—Repite lo que dijiste—ordenó serio.

Naruto se rio brevemente no entendiendo lo que ocurría.

—Sasuke, maldito—dijo Naruto y comenzó a reírse de nuevo.

Sasuke dio dos pasos en dirección a Naruto, apretó los puños y se detuvo, tratando de aguantarse las ganas de acorralarlo ahí mismo en la cocina y devorarlo.

Naruto se sorprendió un poco por la rara actitud y se puso serio, tratando de descifrar la cara de Sasuke, que se encontraba inmutable y el hecho de que se había acercado un poco más.

—Iré a prender la tele y a buscar qué hay. Luego vendremos a hacer las palomitas o a tomar lo que quieras comer—dijo antes de irse en dirección a otra sala donde estaba el televisor.

Las horas transcurrieron bastante rápido para ambos mientras miraban películas de acción y algunas películas de suspenso, pues Naruto no se atrevía a mirar las de terror, porque les tenía mucho miedo a los fantasmas y a los demonios. Así que, de esa forma, pasaron el cumpleaños de Sasuke y, aunque no eran actividades que a Sasuke le llamaran demasiado la atención, le habían parecido muy interesantes junto a Naruto por el simple hecho de poder observarlo y estar junto a él.

Rápidamente se hicieron las 20:00 pm.

—¡Ay, no! ¡Ya se me hizo tarde! Se suponía que debía salir antes de las ocho ¡Shizune me va a querer comer vivo! —decía alterado Naruto mientras miraba su teléfono.

—Llámala ahora y dile que ya estás saliendo—le dijo Sasuke mientras apagaba la tele y se ponía de pie.

—Sí, eso haré—le respondió Naruto marcando el número del orfanato.

Después de explicarle a Shizune la situación, Naruto recogió sus cosas, se puso sus zapatos, que estaban en la entrada, y Sasuke abrió la puerta.

—Bueno, Sasuke, ha sido un gran día, ¿no lo crees? —le dijo Naruto con una gran sonrisa.

—Te acompaño al orfanato. Ya está oscureciendo y, si te pasa algo en el camino por torpe, después Shizune tendrá problemas por tu culpa—le dijo con total crueldad.

—¡Oye! Veníamos muy bien hasta ahora. ¿Por qué tenías que arruinarlo con tus insultos, maldito? —le dijo molesto Naruto.

—Ya. Sal y camina—le ordenó disfrutando por dentro la situación.

Naruto salió y Sasuke cerró la puerta con llave. Ambos se dirigieron hacia el orfanato, que no estaba tan lejos, pero tampoco tan cerca. Durante el camino, no hablaron demasiado, además de comentar algunas tonterías que decía Naruto y una que otra cosa sin importancia acerca de la escuela.

Llegaron a los quince minutos de caminata a la puerta del orfanato y Naruto tocó el timbre.

—Bueno, Sasuke, gracias por acompañarme y por dejarme pasar contigo el día—le dijo Naruto con una gran sonrisa.

—Hum…—dijo simplemente.

—La pasé genial, pero lo importante es saber si tú la pasaste bien. Dime, ¿la pasaste bien? —le preguntó preocupado por la respuesta.

—Sí, no te preocupes. Estuvo bien—le dijo mientras miraba hacia otro lado con las manos en los bolsillos.

—¡Genial! Eso me alegra mucho, de veras—se sintió feliz y dibujó una enorme sonrisa en su rostro.

Escucharon el ruido de unas llaves en la puerta del orfanato. Sasuke se apresuró a decir algo que no podía evitar querer decirle antes de que otra persona lo escuchase.

—Naruto—lo llamó.

—¿Sí? —lo miró expectante.

Sasuke elevó su mano derecha hasta la frente de Naruto y se la golpeó suavemente con dos dedos. Naruto abrió sus ojos grandemente sin entender qué había ocurrido en ese instante, pero, después del shock que le duró unos segundos, su corazón había comenzado a latir fuertemente. Se había sentido increíble lo que Sasuke había hecho. Lo había visto en cámara lenta y como si todo hubiese desaparecido a su alrededor. También había recordado haber visto hacer eso alguna vez a Itachi con la frente de Sasuke y pudo imaginarse que esa era una forma que tenían los Uchihas de dar a entender qué era lo que sentían, una forma de demostrar afecto y de decir “te quiero”. Las mejillas de Naruto se enrojecieron, pero todo era una deducción de él y no estaba al cien por ciento seguro de todo eso.

—Gracias por todo—soltó sin más mirándolo a los ojos.

—S-Sasuke…—comenzó a dibujar una enorme sonrisa lentamente en su rostro—Ojalá fuese tu cumpleaños más seguido para que actúes de esa forma más cercana, ¿sabes?

—Lo que digas. Ahora entra—le dijo mientras veía cómo Shizune se hacía ver luego de abrir la puerta.

—Naruto, por fin. Ya entra, niño—le ordenó Shizune con las manos en su cintura.

—¡Adiós, Sasuke! ¡Nos vemos mañana! —lo saludó Naruto entrando en el lugar.

—Sí…—dijo simplemente dándose la vuelta para regresar a su casa—Ha sido el mejor día de mi vida…—susurró mientras caminaba a casa.

Al llegar, vio la hora y supo que faltaban treinta minutos para que Itachi llegara, pues, usualmente, debía llegar a las ocho, pero, siempre que decía que iba a llegar temprano, llegaba a eso de las nueve o a las nueve y media, hasta a las diez.

Se sentó en el sofá de la sala de estar simplemente mirando hacia el techo y oyendo el tic tac del reloj que estaba en la pared de dicha sala, cuyos segundos se oían pasar por la falta de ruido en la casa.

Se había puesto a pensar que Naruto había conseguido lo que nadie en bastante tiempo, y eso era devolverle algo de alegría con cosas banales y que él consideraba estúpidas, carentes de sentido y de un propósito, pero cualquier cosa era mejor que estar solo en cada día así. En ese día, solamente le hacía falta la compañía de Itachi para que fuese un gran día y lo estaba esperando, creyendo en la promesa de que pasaría, aunque fuera una hora con él antes de irse a dormir feliz.

Mientras tanto, Itachi estaba en su oficina recogiendo sus cosas para ir a comprar la cena y regresar a casa con Sasuke cuando, de repente, la puerta de la oficina se abrió y Kisame entró en ella.

—¿Ya te vas? —le preguntó Kisame a Itachi.

—Sí, hoy es el cumpleaños de Sasuke. Debo llegar temprano—le dijo acercándose a él para ir hacia la puerta.

—Qué bien por tu pequeño hermano, pero yo creo que no vas a llegar a tiempo. Llegó alguien que debes ver—le dijo haciendo que Itachi se detuviese en seco.

—Que sea rápido—dijo sin expresión alguna en su rostro.

Inmediatamente, salieron montados en el automóvil de Itachi al lugar donde solían ser las reuniones de Akatsuki. Era una mansión casi en las afueras de la ciudad.

Llegaron al lugar y, al bajarse del automóvil, Itachi tomó su teléfono para escribir un mensaje: “Sasuke, voy a tardarme unos minutos más. Espérame”. Envió el mensaje y se adentró en aquella mansión.

—Qué bueno que llegaste. Ya lo tenemos listo para que cante como una hermosa ave—dijo un hombre de cabello plateado peinado hacia atrás.

Itachi se dirigió hacia una enorme sala donde tenían a un hombre de rodillas bastante golpeado. Itachi se acercó a él.

—Al principio, no quería hablar demasiado y tuvimos que convencerlo. Pronto estuvo dispuesto a confesarse contigo. Sólo espero que tu querido tío no se entere—dijo un joven de cabellos rubios parado detrás del sujeto arrodillado.

—Deberías irte ya. No creo que estén muy contentos con tu demora. Los demás podrían haber hecho el mismo trabajo—le dijo Itachi seriamente.

—¿Qué puedo decir? No podía dejarles el trabajo a los demás. Lo mío es arte. Ya deberías saberlo—rio levemente mientras se retiraba del lugar.

—Muy bien. Cuéntamelo todo—le dijo Itachi a aquel hombre.

—Sabes que soy una persona influyente en este país y que mi ausencia será notoria. Solamente voy a hablar porque me prometieron dejarme con vida, pero supongo que también podría ser una mentira, ¿no es así? —le sonrió de forma provocativa.

—Depende de lo que me digas… Y no eres una persona importante ni conocida. Solamente eres soplón que vende información a quien más le paga, pero, por rareza de la vida, no quisiste nuestro dinero. ¿Qué es lo que ocurre?

—Sólo eres alguien que se sienta en el trono de otra persona y que finge que nada malo pasa a su alrededor…

—Estoy muy consciente de la realidad que me rodea. Negarla es de necios.

—Los sobornos son reales, los planes son reales y sí, hay algo muy oscuro detrás de todo eso y el final está muy cerca. Obito Uchiha desatará el caos completo muy pronto y tiene un as bajo la manga que ni te imaginas—se rio a modo de burla.

—Sigue hablando—ordenó Itachi.

—Tu querido tío está esperando tu muerte para actuar, porque sabe que quieres desplomarlo y hará lo que sea por llegar a sus metas. Ten cuidado, Uchiha. Estás metiéndote en un gran lío—le dijo mientras comenzaba a reír.

Itachi miró su teléfono viendo que ya la hora había pasado de las diez de la noche y decidió abandonar el lugar habiendo obtenido la información que deseaba, así que subió a su auto, pero Kisame se le acercó a la ventanilla.

—¿Qué harás al respecto de esto? —preguntó Kisame.

—Ahora que Obito sabe mis planes, debes descubrir quién le brindó esa información que solamente tú, Deidara y Hidan sabíamos. Busca al traidor y tráelo ante mí, pero no más golpes ni asesinatos impulsivos. Usen la cabeza y sean diplomáticos. Tampoco quiero a Deidara tanto tiempo con nosotros. Él aún es muy joven—le dijo Itachi antes de arrancar el auto e irse de allí.

Pasó rápido por algún sitio abierto de comida para comprar algo de cenar, como bolas de arroz y algo de pescado empanado, para luego dirigirse rápido hasta su casa.

Sasuke estaba comiendo unas bolas de arroz que le habían quedado en la nevera con algunos vegetales. Ya eran pasadas las diez de la noche y ya se quería ir a dormir, pero tenía hambre.

Escuchó el auto de su hermano llegar y aparcar. También oyó cuando cerraba la puerta y el ruido de la puerta de la casa abrirse y cerrarse. Itachi se presentó en el comedor con una bolsa con la comida y la puso sobre la mesa, donde Sasuke ya estaba terminando de comer.

El día no había podido ser perfecto y sintió que todo lo bueno que había conseguido se había arruinado por la falta de atención de su hermano mayor.

—No me esperaste—le dijo algo molesto, pero con inexpresividad en el rostro.

—Tenía hambre y llegaste muy tarde. Siempre llegas tarde...—le respondió Sasuke sin mirarlo mientras continuaba comiendo.

—Te envié un mensaje para avisarte—se sentó a la mesa.

—Hum…

Sasuke se había sentido terriblemente molesto por el mensaje, porque siempre había excusas y tonterías para llegar tarde o, a veces, simplemente no llegar.

—Bueno, tuve que solucionar ciertos asuntos. No importa. De todas formas, ya es muy tarde...—se resignó. Su rostro tenía huellas marcadas de cansancio.

—Sí... asuntos. Igual que los de anoche y los de antenoche y los de mañana en la noche—reclamó con un intento de sutileza fallido mientras apartaba el plato que tenía delante.

—Hago lo que puedo, Sasuke. Esto ha sido muy duro para mí desde que...—fue interrumpido por Sasuke cuando éste se levantó de golpe de la mesa.

—Desde que mamá y papá murieron ¡Dilo! —exigió molesto y con algunas lágrimas en asomo que intentaba reprimir para no mostrarlas.

—Sasuke...—se llevó la mano a la cara tratando de mantenerse en calma.

—¡Dilo! Desde que ellos se murieron—lo miraba con intensa rabia creciente.

—Basta—pidió.

—¡Jamás estaban aquí y ahora tú tampoco estás!

Se limpió con rabia rápidamente unas lágrimas que se le habían escapado.

—Estoy tratando de hacer lo mejor que puedo. No me lo hagas más difícil—lo miró con seriedad y severidad.

Sasuke hizo silencio un momento mientras lo miraba, pero no pudo soportarlo más y decidió irse escaleras arriba a su habitación.

—Sasuke—lo llamó, pero éste lo ignoraba—Sasuke ¡Sasuke! —suspiró frustrado mientras vio como su hermano desaparecía de su vista—Feliz cumpleaños, Sasuke...—susurró y miró hacia el techo.

Itachi tuvo que resignarse a lo que había ocurrido, aunque se sentía molesto consigo mismo por no poder atender todos los asuntos como a él le gustaría. Deseaba pasar más tiempo con su hermano, pero sus deberes para con la empresa y para con la ciudad entera por el momento eran un poco más importantes. No podía dejar todo a merced de la maldad de su tío. Por el momento y por su bien debía mantenerse como si no supiese que su tío lo había descubierto.

En ese momento, sintió que su cuerpo había comenzado a actuar solo comenzando a toser sin poder controlarlo y, de repente, sintió que le faltaba un poco el aire, por lo que se levantó y fue a tomar un poco de agua para poder calmar la tos, lo cual funcionó un poco. No entendía qué pasaba, pero, seguramente, toda la situación había sido demasiado estresante y su cuerpo le pasaba factura.

Sasuke llegó hasta su habitación y abrió la puerta sin cuidado alguno cerrándola tras de sí de un portazo. Se echó a la cama y no pudo aguantar el llanto que había comenzado a empapar la almohada que ahogaba su dolor cubriendo su cara estando boca abajo.

—Los odio... Los odio, mamá y papá... Los odio por morirse y dejarme solo... Los detesto...—decía mientras la ira y el dolor se apoderaban de él fuertemente.

En ese instante, interrumpió su llanto el sonido de su teléfono al llegarle un mensaje. La pantalla de su celular iluminó su rostro enrojecido y empapado por el llanto cuando lo acercó a este.

—Naruto...—susurró al ver el remitente.

"Hey, Sasuke! ¿Cómo te fue en la cena con tu hermano? ¿La pasaste bien? Espero que haya sido genial y que hayas terminado muy bien tu cumpleaños ¡De veras! Bueno, cuentame todo mañana en la escuela. ¡Nos vemos!"

Sasuke se sintió apreciado y sintió que alguien al menos se interesaba por él. Se sintió refugiado por Naruto por unos instantes antes de comenzar a sentir ese horrible vacío en su interior de nuevo, pero, antes de que comenzara a sollozar nuevamente, otro mensaje llegó a su celular:

"Hola, Sasuke. ¿Cómo acabaste tu cumpleaños? Espero que te haya ido muy bien y que hayas disfrutado del día y de la sorpresa que preparé hoy para ti. No sé si revisaste tu mochila aún. No me pude aguantar a mañana para saber qué dices. Abre tu mochila y lo verás. Dejé algo en ella sin que te dieras cuenta antes de irnos. Que tengas una linda noche, Sasuke, y feliz cumpleaños de nuevo"

—Sakura...—susurró mientras comenzaba a sentirse en compañía de sus amigos, aunque ellos no estuvieran allí presentes.

Sasuke tomó su mochila, la abrió y pudo ver que había unos chocolates dentro y unos cheetos, lo que provocó una leve sonrisa en Sasuke. Sintió que la compañía en la escuela de sus amigos y luego la de Naruto en su casa, sus mensajes y las golosinas que Sakura había guardado en su mochila habían sido los mejores regalos de ese día. Sintió alivio en su corazón, al menos un poco, lo suficiente como para hacer que se quedara dormido después de tumbarse boca arriba en la cama cubriendo su rostro con el brazo.

Notas finales:

Nota de autor: Hola, mis queridos amigos. Espero que estén muy bien y que hayan disfrutado del capítulo I. Esta es la tercera y última parte del primer capítulo. Durante la semana estaré escribiendo y tratando de subir el siguiente capítulo, el cual intentaré que sea más corto.

Gracias por leerme ¡DATTEBAYO!


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