Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El clan por FiorelaN

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo II: “Con amor, Naruto. Parte I”

 

POR FAVOR, LEE LAS NOTAS DE AUTOR AL FINAL DE CADA CAPÍTULO.

 

Luego de haber llegado al orfanato, Naruto compartió la mesa en la cena con los demás huérfanos del lugar y luego cada uno se dirigió a su habitación.

Naruto estaba tumbado en su cama sin poder dormir, pensando en el maravilloso día que había pasado junto a Sasuke, y le alegraba mucho haber hecho sentir al de ojos color ónice bastante contento, por lo que había podido demostrarle Sasuke. Aún se preguntaba qué significaba lo que había hecho con su frente, pero estaba casi seguro de que significaba una muestra de cariño que no le daba a casi nadie, además de la actitud nueva que había mostrado cuando habían estado en su casa, tan abierto y cooperativo. Le encantaba.

Miró a sus compañeros de habitación y ya estaban completamente dormidos. Eran pasadas las doce de la noche y, anteriormente, le había mandado un mensaje a Sasuke preguntándole cómo le había ido con su hermano y esperaba que, durante el día, le contase todo, aunque, posiblemente, Sasuke no iba a decir ni media palabra, pues era muy reservado. Tal vez aquella actitud que había tenido Sasuke en su casa había sido temporaria y por la ocasión. Sacudió su cabeza no queriendo pensar en eso.

De pronto, pensó en una loca idea. No sentía que podría ser valiente diciéndole algunas cosas de frente a Sasuke y estaba empezando a tener unos sentimientos muy fuertes de confesarse a él, porque la manera en la que había actuado con él durante el día el pelinegro le había dado confianza, pero temía perder la amistad de Sasuke al abrir la boca y equivocarse. De todas formas, le debía a Sasuke el decirle quién era la persona que a él le gustaba, así que tomó su mochila y sacó su cuaderno y un bolígrafo. Deseaba escribir una carta, pero no era bueno expresándose en papel, bueno, de ninguna forma, pero menos en papel.

—Tan sólo… escribiré lo que me vaya saliendo y de la forma que sea. Si no me gusta, sólo debo romper el papel y ya…—dijo en voz baja para no ser oído por sus durmientes compañeros.

Comenzó a escribir:

“Todo lo que más amas, aquello por lo que sueñas con luchar pero no te animas, todo aquello por lo que te entregarías en cuerpo y alma, un día se volverá realidad.

Anhelo con estar sobre las nubes y poder ver todo desde allí, como Shikamaru quiere ser una. Yo quiero estar sobre ellas. Sé que no es posible, porque es difícil alcanzarlas y no sería posible posarse sobre una, pero existe otra forma que se asemeja a estar caminando sobre las mismas nubes y eso ocurre cuando Sasuke me mira a los ojos, pero tengo miedo de decírselo.

Decidí escribir esta carta. Aunque parezca que fue escrita para otra persona a la que le estoy contando lo que me sucede dentro, en realidad, es para Sasuke. Estoy seguro de que, cuando él la lea, se dará cuenta de que es para él.

Tengo miedo hasta escribiendo de decirle: “esto es para ti, Sasuke”. Por eso digo: “es para él”. Tengo miedo de muchas cosas, como de abrir la boca y arruinarlo, aunque probablemente lo esté arruinado al escribir esta tonta carta que no estoy seguro de que le será entregada, pero, si les llega a sus manos, quiero que sepa que tengo miedo…

Cuando él me mira a los ojos, siento que quiero decirle tanto y, al final, digo tan poco o, simplemente, me quedo en silencio perdido en ese abismo en el que caigo sin resistencia, en donde me convierto en su esclavo y él se convierte en mi dueño, pero, a la vez, soy un condenado y él es mi verdugo, porque no hay nadie más que él que pueda hacerme daño.

Soy aquel que, cuando mira a los ojos de su amado, ve su funeral y, a la vez, ve su alegría y una vida eterna llena de luz. Sólo él puede darme la vida o destruirme con una sola palabra. ¿Se llama esto “amor” o es sólo una equivocación?

La amistad es sincera y profunda, pero me he arrojado al fuego y me estoy quemando por dentro y muero cuando guardo el secreto de algo más que amistad.

No quiero perderte, dueño de mis sueños y de mi corazón. Si perdiese la vida, te perdería a ti, porque tú eres mi vida. No me importaría que me arrebatasen esta vida tan vana, porque no sufriría, pero, si quitan de mi lado a mi vida o ésta se fuese por su voluntad, estaría perdido, porque estaría vivo, pero, a la vez, estaría muerto y eso es peor que la misma muerte, pues aquella trae consuelo y la otra trae llanto.

Quiero ver reír a mi amado, pero no se puede. Su risa es una rareza que es difícil conseguir, pero, cuando lo consiga, capturaré su risa y la guardaré en mi corazón para el resto de mis días. Me acordaré de la risa de mi amado, la que guardé en mi corazón, en los días cercanos a mi muerte para poder irme feliz de este mundo.

¿Será cierto que este amor no puede ser? ¿Por qué? ¿No es acaso también válido mi amor? ¿Será que este corazón enamorado no es correspondido? ¿Algún día, responderás a esta carta para contarme tus sentimientos y decirme que no me amas?

Soy un condenado que vaga sin rumbo por la tierra esperando su muerte. Ese día llegará cuando mi amado me diga que no me quiere, pero espero que me perdone la vida, aunque sea quedándose a mi lado sin amarme, pues su amistad sería el agua que he de beber en este desierto.

No sé de dónde me salen las palabras. ¿Será que sus ojos son mi inspiración? Cuando estoy delante de él, no puedo hablar, pero jamás pensé que escribiendo me saldría todo lo que anhelaba decirle. Tal vez aprendí bastante en las clases de literatura y leyendo las novelas románticas que nos encargaba el profesor y leyendo poemas de amor.

¿Será que, algún día, podré decir “te amo” mirándolo a los ojos o moriré en ellos antes de abrir mi boca? No sé qué tienen esos ojos, padre y madre, que me hacen morir y nacer de nuevo. Quisiera mirarlos por la eternidad y navegar por esas aguas oscuras en las cuales me ahogaré al arrojarme al mar de su negrura.

Soy todo tuyo, aunque no te hayas declarado mi dueño. Mi corazón es tu esclavo y te pertenece. ¿A quién más ha de hacerlo? Si no eres para mí y el destino así no lo desea, entonces, no seré de nadie más nunca. Si tus manos no han de tocar jamás esta piel, pues, entonces, nadie más lo hará y moriré feliz sin saber qué se siente una caricia.

Qué extraña forma de confesar mis sentimientos, pero es la única forma que encontré y en la que me he sentido valiente.

Espero que él venga a verme cuando reciba esta carta y me dé una respuesta, pero, por favor, tenme piedad, que me encuentro desarmado ante ti y no sé defenderme. Tampoco pretendo hacerlo. Si deseas destruirme, hazlo, pues recuerda que estoy indefenso y a tu merced. ¿Será que me ejecutarás o me perdonarás la vida? ¿Seré comprendido como la vez anterior o seré condenado a muerte por mi amado?

Responde pronto que mi corazón agoniza. Apuñálalo o dale consuelo. Lo que mi amado prefiera.

Con amor, Naruto”.

 

Luego de haber escrito aquella carta, se limpió unas cuantas lágrimas que habían brotado de sus orbes azules para luego arrancar la hoja que había escrito. La dobló en tres partes y la guardó dentro de su cuaderno, pero aquella hoja doblada sobresalía por el costado del cuaderno. Colocó el cuaderno sobre su mesa de luz.

Habiendo hecho esto, se dispuso a dormir más en paz y tranquilo, pues descargar sus sentimientos había hecho que le entrara el sueño.

El alba se había hecho presente en Konoha, colando sus finos rayos e iluminando el rostro durmiente del jovencito de cabellos de oro, quien estaba reticente a deslumbrar al mundo mostrando sus zafiros.

—Naruto, despierta—le decía Sai mientras posaba su mano sobre el hombro del rubio para sacudirlo un poco.

—Yo… quiero más ramen… Un tazón más, Shizune…—le respondió Naruto entre sueños y con saliva saliendo de su boca.

—Naruto, ya es tarde. Te vas a perder el desayuno.

Esta vez, colocó sus dos manos en la espalda de Naruto y lo movió un poco más rápido.

—Ah… ¡Ay! —se despertó de sus sueños bastante sobresaltado.

Fijó sus zafiros en el jovencito de cabellos negros y le hizo mala cara.

—Por favor, no me mires así. Levántate y arréglate un poco que nos vamos a perder el desayuno—le dijo Sai para luego retirarse del cuarto.

—Sí, ya voy—le dijo yendo hacia el armario para tomar su camisa y su pantalón del uniforme escolar.

Naruto se dirigió hacia el baño con su ropa y su mochila para darse una ducha rápida de cinco minutos, pues eso era lo que le quedaba antes de que Shizune sirviese el desayuno en el comedor.

Otro jovencito rubio se topó con Naruto, al cual ignoró y miró con desprecio cuando lo vio correr hacia el baño. Pasó por la puerta del cuarto de Naruto, pues iba camino al comedor y pudo ver que la habitación estaba vacía, a lo cual sonrió.

—Bien. Supongo que este mequetrefe no va a volver por aquí, porque iba con su mochila—rio levemente con malicia—Veamos qué maldad puedo hacerle. De verdad que me cae muy mal.

Se adentró a la habitación y pudo observar unos dibujos que estaban pegados en la pared donde estaba la cama de Sai.

—Y a estas porquerías el idiota ese llama arte—suspiró indignado—Realmente, no sabe nada de arte—miró con desagrado aquellos dibujos.

Recorrió con sus ojos azules la habitación encontrándose con una calabaza hecha de madera tallada a mano sobre la mesa de luz de Gaara.

—Y este otro tiene gustos aún peores. No, no, no…—negaba con la cabeza mientras se llevaba una mano a la cara—Bueno, ¿qué se puede esperar de estos raritos?…

Sus ojos se posaron sobre el sector de Naruto, donde estaba el símbolo de la ciudad dibujado por él mismo en un papel y pegado a la pared. También había una fotografía de su padrino sobre la mesa de luz y un cuaderno. Se acercó caminando a su cama y no pudo ver algo que realmente valiese la pena arruinarle o quitarle para molestarlo. Naruto realmente no tenía muchas cosas de valor y no se metería con la foto de su padrino. Hasta esos extremos no llegaba.

—Pues veamos qué fea letra tiene. Parece un cuaderno de clases que se ha olvidado—dijo tomando el cuaderno que estaba en la mesa de luz y lo abrió—Sí. Efectivamente, es su cuaderno de clases. Puedo esconderlo unos días y así se volverá loco, aunque no creo que le interese mucho a este idiota, porque siempre lo están regañando por sus malas calificaciones—se rio un poco en voz baja para no ser oído y que lo regañaran por estar en un cuarto ajeno.

Obviamente, se percató de que había un papel metido entre las hojas y fue directamente a ver qué era después de comprobar que se trataba de un cuaderno de clases. Tomó el papel, dejó el cuaderno sobre la mesa de luz un momento y lo desdobló.

—A ver qué tenemos aquí…—dijo comenzando a leer.

Se sorprendió por lo que allí estaba escrito, que, al principio, creyó que se trataba de una poesía estúpida que el idiota había escrito hasta que…

—…y eso ocurre cuando Sasuke me mira a los ojos, pero tengo miedo de decírselo—sus ojos se abrieron muy grandes mientras se dibujaba una enorme y perversa sonrisa en su cara preso de la emoción—Oh, Naruto, pequeño renacuajo—besó aquella hoja de papel—Esto es oro puro y es mejor que robarte el cuaderno unos días—dobló rápido la hoja de papel para guardarla en su bolsillo y salir del cuarto.

Luego continuaría leyendo la carta. No iba a mostrársela a todo el mundo como cuando había pensado en hacerlo de buenas a primeras, porque sería demasiado hasta para él y podrían castigarlo, pero sabía de alguien a quien sí le interesaría leer esa carta, pues el nombre del hermanito menor de aquella persona aparecía allí.

—“Esto le va a encantar a Itachi y me va a recompensar por esto de seguro”—pensó mientras se regocijaba por dentro.

Mientras tanto, Sasuke ya se encontraba con su uniforme puesto y estaba bajando las escaleras para ir a desayunar. Para su sorpresa, Itachi estaba sentado en la mesa del comedor bebiendo su café tranquilamente, lo que hizo que Sasuke se detuviese en la puerta de entrada del comedor muy sorprendido, porque su hermano jamás se había quedado en la casa hasta que él estuviese despierto. Siempre se iba muy temprano, como si no quisiese verlo en las mañanas.

Decidió entrar en el comedor. Tenía su desayuno sobre la mesa, pero se sirvió un vaso de agua sin siquiera mirar a su hermano. Luego de beber el agua, simplemente, se dispuso a salir de allí.

—Sasuke—lo llamó su hermano haciendo que éste se detuviese en la puerta del comedor.

— ¿Qué? —le preguntó en tono bajo sin mirarlo y con la cabeza baja.

—Tienes tu desayuno en la mesa. No castigues a tu estómago por estar enojado conmigo—le dijo serio sin mirarlo dándole un sorbo a su café.

Sasuke apretó sus puños por el enojo, pero decidió responder calmadamente.

—No tengo hambre.

Intentó seguir su camino, pero, de nuevo, la voz de Itachi sonó, esta vez con autoridad.

—Te sientas a la mesa, desayunas y, si tienes algo que decirme, no te lo guardes, pero me lo dices mirándome a los ojos y de forma directa como un verdadero varoncito. No estoy dispuesto a soportar un berrinche más de tu parte—le dio otro sorbo a su café.

La rabia de Sasuke iba en aumento, pero no se atrevía a desafiar demasiado a su hermano, pero aceptaba aquel reto de decirle un par de cosas que tenía atravesadas en su garganta desde hacía mucho tiempo.

Se dirigió hacia la mesa, dejó su mochila en el suelo, se sentó frente a Itachi y empujó el plato con fruta cortada hacia delante con rechazo absoluto. Se dispuso a clavar su mirada sobre los ojos de Itachi, quien se encontraba muy sereno.

—Sé que hay mucho que deseas decirme—comenzó diciendo mientras ponía a un costado la tasa de café—Como que soy el peor hermano mayor del mundo y que quizá no te has atrevido a pensar alguna vez, sino muchas, en que hubieses preferido que yo haya muerto en lugar de nuestros padres.

Ante esas palabras, Sasuke desvió su mirada rápidamente hacia otro lado, tratando de que su hermano no viera cómo sus ojos se cristalizaban. Su respiración comenzaba a ser agitada y entrecortada. Su rostro estaba tomando un color rojizo por la rabia.

—Sí… llegué a pensarlo muchas veces…—dijo casi en susurro.

—Mírame, Sasuke, y dímelo—le ordenó más serio.

Sasuke volteó a mirarlo a los ojos, sin poder ocultar cómo estos se llenaban de lágrimas.

—Deja tu orgullo un poco de lado y sé sincero—Itachi se desajustó un poco la corbata. Estaba comenzando a sentirse falto de oxígeno.

—Sí, llegué a pensarlo muchas veces, como anoche—le dijo Sasuke mirándolo a los ojos y dejando caer unas lágrimas mientras soltaba esas crueles palabras.

Rápidamente, se limpió con la manga de su camisa aquellas lágrimas y continuaba mirándolo a los ojos.

—Bien—dijo simplemente—También sé que podrías tener muchas preguntas para mí que has estado guardándote. Házmelas.

—Muy bien. Te haré esas preguntas y te diré todo lo que siento por ti, que te aseguro que no es más que puro rencor, porque no creo que me quede nada bueno dentro de mí para ti, ¿sabes? —la vena del cuello se le hinchó al decir aquello. Estaba cegado por el enojo.

—Prosigue.

La falta de aire estaba siendo cada vez más acentuada, pero no lo demostraba. Continuaba respirando normalmente, aunque deseaba más oxígeno con todas sus fuerzas. Su apariencia era serena ante toda aquella situación horrible.

—Entiendo que has decidido quedarte aquí hasta estas horas en la casa para esto y creo que no fue muy inteligente de tu parte, hermano—sonrió con malicia—Sí, eres el peor hermano mayor de la vida. Jamás estás en casa. Te levantas temprano en las mañanas y te vas antes de que yo despierte, cosa que no es necesaria, pues se supone que debes entrar a las nueve de la mañana a la empresa, pero te vas a las seis y, además de eso, llegas cuando yo ya estoy acostado, dormido o terminando de cenar. Hasta podría decir que, a veces, ni siquiera llegas porque no duermes en la casa, y hay semanas en las que te vas de viaje y no sé de ti hasta que regresas sin contarme absolutamente nada. Sólo tengo tu aviso por malditos mensajes o por llamadas de que te vas y ni siquiera sé a dónde—tomó un poco de aire antes de seguir hablando.

Itachi lo miraba sereno, sintiendo que su corazón era presionado y que sus pulmones no estaban recibiendo el suficiente oxígeno. Estaba comenzando a sentirse mareado.

Si su hermano supiese todo lo que estaba haciendo para mantener la ciudad alejada de las manos de criminales y de las propias manos sucias de su tío, tal vez no le diría todas esas cosas, pero no podía decirle nada a Sasuke por su seguridad y prefería que lo viese como un mal hermano a ponerlo en riesgo, ya que, si Obito se enteraba de que Sasuke sabía algo sobre lo que fuera, no dudaría en dañarlo.

—Todavía no entiendo cómo es que, teniendo tanto dinero, no eres capaz de usarlo para poner a esos malditos inútiles de la policía a buscar al asesino de nuestros padres, a un maldito detective privado o a Dios a trabajar en el caso, Itachi—se puso de pie poniendo las manos sobre la mesa mirando con rencor e ira a su hermano quien no se movía de su postura serena sentado en la silla — ¡Responde! —exigió.

—La policía ya está trabajando en eso. De todas formas, encontrar al asesino no devolverá a nuestros padres—le dijo sin expresión alguna.

Los ojos de Sasuke se abrieron mucho ante aquellas palabras. No podía creer lo que salía de la boca de Itachi.

—Por más que no los devuelva el asesino debe pagar. ¿Eres imbécil o qué te pasa? —estaba indignado y queriendo saber si se trataba de una broma.

—Como te dije, la policía ya está trabajando—respondió simplemente.

— ¡No lo hace! ¡No están haciendo nada, porque se quedaron sin ninguna pista y están a punto de archivar el caso porque tú no eres capaz de hacer que ellos continúen! —golpeó la mesa con sus manos.

Itachi sabía que Sasuke debía descargar sus frustraciones, su rabia y toda su impotencia, porque guardarse tantas cosas solo hacía que todo fuese a peor. Si su hermano le decía todo lo que pensaba a la cara, aunque llegase a golpearlo, si eso servía para que se descargara, dejaría que lo hiciera. De todas formas, Itachi pensaba que se lo merecía.

— ¿Por qué demonios tuvimos que mudarnos? —preguntó bajando el tono, comenzando a derramar lágrimas de nuevo y bajando la cabeza.

—Ya te lo expliqué—respondió simplemente.

— ¡Esa no es la verdadera razón! ¡Tú no querías que nos quedásemos en la mansión para no tener que recordar a nuestros padres y hacer que yo me olvidase de ellos! —lo acusó deliberadamente.

—Eso no es cierto, Sasuke—Inhaló profundo el aire que necesitaba hacía rato aprovechando la situación y lo exhaló lentamente—Sí es verdad que quería alejarte de todos los recuerdos para que no sufrieses tanto acordándote y extrañando demasiado hasta herirte a ti mismo. Cambiar de lugar nos haría mejor a ambos. Ese lugar era demasiado tóxico para nosotros.

— ¡Tú me arrebataste mis recuerdos y todo lo que me quedaba de ellos! ¡No me dejaste quedarme con absolutamente nada! ¡Todo. Me lo quitaste todo! —Comenzó a liberar un llanto que jamás había soltado mientras gritaba— ¡Yo no quería irme de mi casa! ¡Yo quería quedarme allí con todo lo que era de ellos!

— ¿Y para qué querrías aferrarte al pasado? ¿Para sufrir? —preguntó serenamente.

—Yo… yo solamente… deseaba conservar algo, aunque nos mudásemos… Quería conservar aunque fuera la mínima cosa de ellos, pero no… no me dejaste y me obligaste a marcharme sin dejarme tomar ni siquiera una fotografía de ellos…—tenía la cabeza baja mientras las lágrimas caían sobre la mesa.

—Es mejor así—no existía expresión alguna en su rostro, pero su corazón se había destrozado mientras oía el llanto de su hermano, al cual jamás había visto así— ¿Algo más que decir o preguntar?

—Tú…—elevó la mirada y en sus ojos sólo había rabia, pues no podía creer la frialdad de su hermano ante todo aquello—Tú… ya no eres mi hermano—le dijo antes de agarrar su mochila y salir de aquella casa dando un portazo.

Itachi por fin pudo respirar como tanto le pedía su cuerpo tomando grandes bocanadas de aire y exhalando rápidamente, desajustándose aún más la corbata y comenzando a toser sin que pudiese detenerse. En ese instante, pudo sentir un dolor en su interior y, finalmente, el sabor a sangre le llegó a su boca, sangre que expulsó al toser y quedó en su mano cuando se cubrió la boca con ella.

Finalmente, la tos cesó bastante y se quedó observando la sangre en mano unos segundos bastante pensativo.

Se dirigió hacia el fregadero, donde lavó la sangre de su mano y se lavó la boca, terminando de escupir el agua con restos de sangre. Se comenzó a sentir más mareado y bastante débil. Si se miraba en el espejo, seguramente, iba a encontrarse con que su piel estaba pálida, pero no lo hizo.

Sabía que debía ir al hospital para informarle a algún médico sobre lo que le había ocurrido esa mañana, pero era más importante llegar a la empresa a realizar su trabajo. Tal vez más tarde habría tiempo para el médico.

 

Notas finales:

Notas de autor: Bueno, este capítulo es un poco más corto, pero, como aún no terminé de hablar sobre el asunto de la carta, el capítulo II: “Con amor, Naruto” tendrá más partes para que quede ordenado y se sepa que se continúa hablando del tema hasta que quede completamente zanjado. Espero que eso no les moleste.

Espero que les haya gustado. NO se olviden de comentar qué les pareció, voten si les gustó y sigan la historia para recibir la notificación de actualización.

Nos vemos en la siguiente parte.

¡Gracias por leer, DATTEBAYO!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).