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Bullying por RLangdon

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Era sábado por la mañana cuando Naruto decidió abandonar la casa de los Uchiha. No había podido conciliar el sueño y las ojeras ya empezaban a hacerse notorias.
 
-Naruto, espera- todavía no llegaba a la puerta cuando Sasuke lo interceptó. -¿A dónde piensas ir?
 
Sin darse la vuelta, Naruto se encogió de hombros.
 
-A mi departamento. Iba a darte las gracias pero no quería despertarte.
 
Sasuke suspiró, se rascó la nuca en actitud pensativa y dedujo que Naruto habría escuchado la conversación entre Itachi y él.
 
-Mi hermano no...
 
-Es buena persona- lo interrumpió Naruto en tono seco. -Te quiere mucho, Sasuke. Y hace bien en protegerte.
 
-¿Por qué suena como si te estuvieras despidiendo, dobe?, nadie ha dicho que te vayas.
 
-Sasuke- vaciló. Tragó pesado y pestañeó para aclarar su mirada vidriosa. -Terminamos.
 
-¿Qué?- en cuestión de segundos, toda confianza por solucionar las cosas, se esfumó. Sasuke se tensó por la inesperada afirmación, abrió los labios y volvió a cerrarlos. Se mesó el cabello y finalmente tomó a Naruto del brazo. -¿Por qué?
 
-No quiero...- hipó. -No quiero que vuelvas a buscarme- se zafó del agarre, sabiendo que hacía lo correcto, que no se había dejado llevar por el egoísmo de retener a la persona más importante en su vida. -Adios, Sasuke- subió la cremallera de la chamarra, poniéndose el gorro en el proceso para evitar que nadie lo viera llorar cuando saliera.
 
"Gracias por todo..."
 
Sasuke permaneció estático en el umbral, su cuerpo se había congelado y no lograba discernir qué diablos había pasado.
 
-Naruto.
 
***
 
Se ausentó dos días del colegio, quedándose en su casa para tratar de arreglar las piezas rotas que eran sus sentimientos. Tan difícil era lidiar con el dolor y la soledad, tan complicado era aferrarse a la realidad. Pero lo más complejo de todo había sido luchar contra sus impulsos de ir a buscar a Sasuke, de pedirle perdón por lo ocurrido y decirle que todo era mentira. Lo quería, y mucho, tal vez demasiado. Pero a pesar de que sus sentimientos eran sinceros, no había hecho más que darle problemas y dolores de cabeza. Además estaba Toneri...
 
Lentamente apartó la cuchilla de su antebrazo, deteniendose a contemplar las decenas de cicatrices que se había hecho en apenas ese par de días. Algunos cortes eran más profundos que otros, sin embargo, todos le habían producido una satisfacción enorme, una sensación de alivio inigualable. Dolía, ardía y punzaba, pero después no sentía nada, después todo estaba bien y podía pensar con claridad. Un dolor contrarrestaba otro.
 
Dolor físico por emocional. Eso estaba bien.
 
Ensimismado, vio escurrir la sangre entre sus dedos, gotas escarlata resbalando desde el reverso de su codo, zigzagueando hasta sus muñecas, manchando la dermis a su paso.
 
El reloj de pared marcaba las seis de la mañana. Naruto salió poco a poco de la bruma mental en que se había inducido, se incorporó del suelo y avanzó tambaleante hacia la ducha.
 
La contestadora se activó luego del incesante repiqueteó del teléfono que Naruto no quiso atender.
 
"Naruto, soy Iruka, si oyes esto devuélveme la llamada. He tratado de llamar antes y no contestas. Supongo que no estás en casa"
 
Se desvistió de manera automáta y se metió bajo el chorro de agua helada para despejar un poco su mente. Tal vez llamaría a Iruka más tarde, o tal vez seguiría abstraído en el mutismo.
 
¿Qué podría decirle? 
 
Cuando lo necesitaba no estaba. Aunque tampoco era su obligación, no era su padre después de todo.
 
Alzó el rostro hacia la lluvia de agua para que el líquido limpiara todo residuo de lágrimas. No tenía permitido mostrarse débil en el colegio. Ya no.
 
Se vistió pausadamente, notando que el uniforme le quedaba más holgado que de costumbre, luego acomodó el itinerario del día y, como venía haciendo desde el viernes, solo tomó una manzana algo oxidada de la nevera y un vaso pequeño de jugo de naranja.
 
"Va a ponerse como un cerdo"
 
Tomó la perilla de la puerta entre sus dedos.
 
"Das asco"
 
Y salió rumbo al colegio.
 
***
 
-¡Más fuerte, Kiba!- exigió Sai mientras se preparaba para recibir al rubio entre sus brazos.
 
-Como quieras- sonrió el susodicho segundos antes de arrojar al Uzumaki en un fuerte empujón. Llevaban cerca de media hora repitiendo el mismo procedimiento de empujar a Naruto de un lado al otro, cual si se tratara de un simple muñeco sin vida, porque eso parecía realmente.
 
El patio trasero estaba despejado y todos estaban enterados de la suspensión del Uchiha, asi que nada les impedía divertirse un rato a su cuesta.
 
-Alguien ha perdido peso, ¿uh?- inquirió Sai con una amplia y falsa sonrisa, rodeando las delgadas muñecas con sus dedos. Asi y todo, Naruto apenas dio un respingo, estaba taciturno, ajeno a lo que le hacían, enclaustrado en su propio dolor que poco tenía que ver con el actual. -No importa- volvió a empujarlo, siendo Naruto recibido esta vez en brazos de Kiba.
 
-¿Pensabas tirarte a un profesor, Naruto? ¿Tan urgido te has vuelto, zorro marica?- le apretó la entrepierna, mordiéndose el labio tentativamente, lanzándolo de vuelta con Sai.
 
-Yo le daría- reconoció el de cabello negro, asiendolo entre sus brazos para evitar que un mareado Naruto cayera. -O quizá dejaría que me la chupe.
 
-Que idiotez- tajó el Inuzuka, receloso. -Seguro tiene una de esas enfermedades de transmisión sexual. ¡Solo míralo!- se carcajeó en tanto lo señalaba. -Parece un maldito zombie.
 
-Cierto- aceptó Sai, apartandolo de sí con un firme empujón. Naruto no fue capaz de estabilizarse a tiempo, rebotó contra el alambrado y cayó de espaldas en el pavimento. El labio empezó a sangrarle, le costaba enfocar la vista.
 
"¿Sasuke?" Una silueta difusa se detuvo frente a él. Lentamente Naruto cerró los ojos.
 
***
 
Ya era la hora del descanso. Lo notó al consultar su reloj de pulsera. Abrumado, exhaló una espiral de humo. Intrudujo la colilla del cilindro dentro de su taza de café y tomó su chaqueta del respaldo de la silla. El lunes no había querido presentarse porque la decepción seguía siendo nítida y dolorosa, sabía además que terminaría ofendiendo a Naruto al tratar de cuestionarle su desición. Lo más seguro era que obtendría respuestas esquivas o falaces. Era obvio que el rubio no confiaba en él. Y a pesar de que la situación lo estaba cansando, decidió probar suerte una vez más.
 
En un primer momento había optado por acatar la sanción y esperar la semana completa para presentarse a clases y poder confrontar al Uzumaki. Sin embargo, estaba desesperado al no encontrar respuestas a sus incógnitas. Entre más lo pensaba, peor se sentía.
 
Fue asi que se encaminó al colegio a probar suerte. Mandaría llamar a Naruto y lo esperaría desde la reja. Lo mínimo que merecía era una explicación concreta.
 
***
 
La sensación de escozor lo hizo abrir los ojos. Todavía se sentía mareado y adolorido, pero pudo levantarse lo suficiente para ver en dónde se encontraba.
 
La biblioteca.
 
Varios estantes se extendían de izquierda a derecha, exhibiendo un letrero en la cúspide que rezaba el orden alfabético en que se hallaban los volumenes de cada pasillo.
 
Por inercia se tocó el labio, y cuando alzó la mirada, deseó desaparecer.
 
-Sol y golpes. Una mala combinación, ¿no crees?- dijo Toneri en tanto exprimía el trozo de tela. Había dispuesto una mesa con utensilios básicos de curación, aprovechando la ausencia de la bibliotecaria. -Y pensar que podrías haber evitado esto. En fin, los errores sirven para aprender de ellos- sonrió autosuficiente y acercó de nuevo la tela a los labios de Naruto, pero este rehuyó el contacto.
 
-Quiero irme- palideció al virar el rostro hacia la puerta. Estaba cerrada, seguramente con llave.
 
-Te irás cuando yo lo decida- esclareció el albino. Y sus ojos cobalto resplandecieron en dicha cuando Naruto asintió a sus palabras. -Será una cita improvisada.
 
-Primero tienes que prometer...- siseó Naruto con expresión sombría. -Que dejarás a Sasuke fuera de esto.
 
Una llamarada de irritación mezclada con celos le inundó la boca del estómago. En actitud reflexiva, Toneri se sentó al lado del rubio. Amaba su mirada incipiente, pero detestaba con todas sus fuerzas que defendiera al imbécil Uchiha. Por lo menos la segunda etapa de su plan había dado resultado, y en ese sentido no se quejaba. En lo absoluto. Ahora tenía a Naruto una semana para él solo, quizá más si se prestaban las circunstancias. Todo era cuestión de saber mover las fichas a su favor.
 
-Eres inteligente- aceptó, acariciando con el índice la barbilla de Naruto, notando un nuevo estremecimiento de su parte. -¿Sabes? Yo podría hacer que se detuvieran.
 
Por primera vez, Naruto le devolvió la mirada con interés. Hecho que satisfizo enteramente al albino.
 
-Si. Yo puedo hacer que paren. Ellos te dejarían tranquilo, no permitiría que te pusieran un dedo encima- se relamió los labios y mantuvo sus ojos fijos en los de Naruto. -Además, Uchiha estaría a salvo. Puede que lo ignores pero...si asi lo quiero, tengo los contactos necesarios para hacer que lo expulsen- Naruto cerró los ojos y reprimió las ganas de repeler una nueva caricia en su mejilla. Se sentía tan incómodo y acorralado. No había salida fácil, nunca la había. -Sería una desgracia que alguien como Sasuke se viera en la obligación de repetir año. Sus metas obstruidas por algo tan simple que pudo haberse evitado- aproximó su rostro al de Naruto y le robó un beso corto y cálido.
 
-Dejame...- balbuceó Naruto, bajándose de la mesa, tanteando su entorno para retroceder hasta la puerta. -Dejame pensarlo- añadió con pesar.
 
-No hay mucho que pensar- repuso Toneri, arrojándole las llaves con maestría. -Si o no, tienes hasta mañana para decirmelo- y lo vio partir, con la entereza de que regresaría a él, tal como debió ser en un comienzo.
 
Esbozó una sonrisa neutral y se saboreó aquel dulce beso.
 
***
 
-Carrera de obstaculos en la cancha trasera- gesticuló Lee con simpleza. Cabizbajo, Naruto se acarició los brazos. -Aunque sería mejor que no fueras, tal vez tu sensible vista no soporte las enormes cejas de Gai Sensei- ironizó, molesto, retirándose antes de que Naruto pudiera cuestionarlo al respecto.
 
Cuando llegó al lugar señalado, Naruto notó dos cosas. La primera, las gradas estaban repletas de estudiantes de otros grados, la segunda...
 
-Naruto Uzumaki- le llamó Gai, tendiendole un juego de pesas. -Te enfrentarás a Kiba Inuzuka.
 
Estaba acabado...
 
Para cuando llegó su turno, Naruto se había resignado a que perdería. Estaba demasiado débil para correr. No se había alimentado bien últimamente y no dejaba de pensar en todos los problemas que tenía encima.
 
A pesar de saberse abucheado por la multitud, se puso el uniforme reglamentario, agradeciendo internamente que llevase muñequeras, de otro modo las cicatrices en sus brazos se notarían.
 
"Como si a alguien le importara" reflexionó amargamente.
 
-Te llaman- al sentir el agarre sobre su hombro, Naruto se giró en dirección a su interlocutor. Era un chico castaño al que nunca había visto y el cual señalaba hacia la reja.
 
Su ritmo cardíaco se aceleró notoriamente. Se sintió desfallecer al ver a Sasuke de pie en el estacionamiento.
 
-Sasuke...- dio un paso hacia él, pero su profesor lo instó a acomodarse en la línea de salida mediante un suave empujón en la espalda.
 
-¡Demuestren su poder de juventud!- exclamó el mayor con brío. Naruto se preparó detras de la línea amarilla, se puso de cuclillas y miró a su costado, donde yacía Kiba en la misma posición, sonriéndole con cinismo.
 
-Vas a morder mi polvo, marica.
 
Naruto apretó los labios, volvió la vista al frente y tomó impulso.
 
Sonó el silbato. Ambos emprendieron la carrera.
 
"Voy a perder" pensó. "Tengo que perder" lentamente empezó a quedarse atrás, hasta que escuchó la voz de Sasuke gritándole.
 
-¡Tú puedes, Naruto!
 
Imposible. 
 
Naruto se mostró contrariado. Había creído que Sasuke lo insultaría por lo de antes y en cambio estaba ahí apoyándolo.
 
Saltó el primer obstáculo con dificultad, Kiba le llevaba ventaja por varios metros.
 
"No voy a lograrlo" dudó al llegar al segundo obstáculo. Una barrera de cinco centímetros de grosor suspendida de dos varillas.
 
Trastabilló, tomó impulso y se repuso del tropezon para seguir corriendo. No era necesario que agudizara el oído para saber que todos apoyaban a Kiba.
 
No. No podía perder. Aceleró sus pasos, subió por el muro de hormigón y se dejò caer sobre la colchoneta, retomando inmediatamente la carrera.
 
Ya iba a la par de Kiba.
 
-¿Qué demonios?- replicó el castaño al sentir la brisa alborotando su cabello. Naruto acababa de rebasarlo.
 
-¡De ninguna manera!- corrió más veloz, y en su afán por alcanzarlo, tropezó con una piedra. -Maldición- se levantó y notó un dolor agudo en su tobillo. No había forma de que ese zorro le ganara. No lo haría, simplemente no iba a permitirlo.
 
"Casi llego" aspirando una buena bocanada de aire, Naruto corrió el tramo faltante, traspasando la cinta amarilla que lo acreditaba como ganador.
 
-¡Bien hecho, Naruto!- lo felicitó Maito Gai, tomándolo de la mano y levantandola en señal de victoria. -¿Naruto?
 
Naruto pestañeó. Notó la calidez descender desde los poros de su nariz hasta su barbilla, su visión se tornó difusa. Su entorno dio vueltas y después...
 
-¡Naruto!
 
Después fue tragado por una oscuridad infinita.
 

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