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Bullying por RLangdon

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A las tres en punto, Naruto salió de su casa. Se había levantado desde muy temprano para asearse, cumplir sus deberes escolares, tomar la merienda, realizar actividades que él mismo se había impuesto, además de tener una charla breve con Iruka.
 
Naruto había escuchado con atención todo lo que el adulto tenía para decirle, desde la planificación del viaje que expuso imprudencialmente la vida de Jiraiya, hasta el momento exacto en que Iruka recibió la noticia y, sin esperar demasiado tiempo, decidió marchar para estar a su lado.
 
Juntos habían puesto un improvisado altar cerca de las fotografías de sus padres, solo que este incluía un retrato de Jiraiya.
 
A Naruto le había resultado un acto innecesario, pues aún mantenía firmes las esperanzas de que su padrino se encontrara con vida en algún sitio. Tenía que estar bien. Su mente se había forjado este pensamiento con tanta entereza, que no pudo pensar en que no fuera de ese modo.
 
Tomaron la merienda abtraídos en el mutismo, hasta que Iruka lo incentivó a hablar sobre el colegio. Naruto había estado a nada de atragantarse con un trozo de tostada ante la repentina e inesperada pregunta. Había dado por sentado que no tendrían aquella charla, al menos no en ese momento. Tuvo que mentir en preguntas específicas que involucraban directa o indirectamente a sus "amigos", a Toneri, y todo lo referente a su desenvolvimiento dentro del instituto.
 
No quería angustiar más a Iruka. Contrario a ello, Naruto deseaba traer pronto la primicia de que Jiraiya estaba bien, a salvo. Aún había salvación entre tanto caos que se había cernido en su vida los últimos meses. Y Naruto anhelaba con todas sus fuerzas la llegada de ese momento.
 
Se despidió de su tutor con un beso en la mejilla, dándole las gracias por el desayuno antes de tomar de la silla la bolsa plástica negra, en cuyo interior yacía una caja forrada en papel lustre metálico para acudir a su primer destino.
 
Ya había pedido permiso a Iruka de regresar un poco tarde. Por supuesto no le había comentado que pensaba asistir a una fiesta, ni mucho menos. Se suponía que estaban en pleno duelo por lo de Jiraiya. Asi que se inventó una salida de estudios por los próximos exámenes, y para añadir mayor realismo a sus palabras, se vistió con un sencillo pantalón oscuro y playera a juego. El único cambio palpable que se hizo fue el cabello, el cual había fijado con algo de cera hacia atrás, dándole un aspecto mucho más elegante y refinado, ganándose unas cuantas adulaciones de parte del adulto sobre lo bien que se le veía.
 
Claro que el cambio solo era físico. Por dentro Naruto era un manojo de nervios, y por si fuera poco, seguía atormentado interiormente de que algo pudiera salir mal.
 
A las tres con cinco minutos se situó momentaneamente frente a la puerta. Suspiró pesadamente para darse ánimos y, tras dejar la bolsa en la alfombrilla de bienvenida, tocó el timbre una sola vez.
 
Luego de eso se alejó rápidamente, limpiándose en el proceso las lágrimas traicioneras que abandonaban sus ojos a cada paso que daba.
 
***
 
Para Sasuke, el día en sí, no tenía nada de trascendente. El día anterior había intentado quedar con Naruto para una salida juntos, como el fin de semana anterior. Sin embargo, no esperó obtener una respuesta negativa a cambio. Naruto había declinado la invitación, justificandose con la reciente visita de su tutor. Y Sasuke lo comprendía en el fondo. Tampoco era como si quisiera obligarlo. A Naruto le hacía falta pasar tiempo de caridad con su tutor. Ya podrían salir en otra oportunidad. Tenían tiempo de sobra para eso.
 
Al salir de la ducha, oyó la voz de su hermano por el pasillo. Los pasos de Itachi resonaban de derecha a izquierda, como si se tratara de un león enjaulado. Tras vestirse, la parafernalia aún continuaba en el cuarto aledaño, y aunque Sasuke no era adepto a entrometerse en otros asuntos, decidió salir para ver qué era lo que pasaba, por qué la voz de su hermano tenía cierto matiz reprobatorio al articular cada incomprensible palabra.
 
-¿Itachi?- empujó la puerta sin muchos miramientos de por de medio. El interpelado forzó una sonrisa antes de colgar la bocina del teléfono.
 
-Sasuke, estaba...- no pudo seguir hablando cuando el teléfono volvió a sonar, anunciando una nueva llamada, misma que Itachi no quiso contestar. -No debe ser nada de relevancia- le restó importancia mientras instaba a Sasuke a acudir al comedor. Ya lo había felicitado desde muy temprano, le había preparado su platillo favorito y trató de persuadirlo de ir al cine en recompensa por el desplante de Naruto, pero todo fue en vano. Sasuke Uchiha no oía razones, ni siquiera en ese instante que pasó de largo junto a él, ignorando su petición para tomar por su cuenta la insistente llamada.
 
-¿Diga?
 
-¿Sasuke, en verdad eres tú?- la voz femenina retumbó en su oído con tal potencia, que Sasuke tuvo que alejar el aparato unos centímetros.
 
-¿Quién habla?- realmente estaba intrigado, peor, estaba excesivamente turbado, nadie, ni siquiera Karin, Suigetsu y Juugo, sabían su número telefónico. Sasuke tenía extremo cuidado con sus datos personales para evitar ser incordiado a la menor oportunidad posible.
 
-¡Feliz cumpleaños!- del otro lado de la línea se oyeron unas risillas que Sasuke no pudo víncular con ningún conocido. Asi que colgó el teléfono de golpe, con tanta furia que la base del buró cimbró ligeramente.
 
De inmediato, Sasuke confrontó a su hermano con una gélida mirada que exigía explicaciones.
 
-¿Qué ha sido...?- de nuevo el telefono sonó. Sasuke atendió sin decir palabra esta vez, aguardó hasta que otro coro de voces femeninas iniciaron la perorata a tráves de una retahíla de preguntas un tanto incongruentes. Qué si Sasuke estaba en casa, qué necesitaban felicitarlo, qué eran de su club de seguidoras. Y la conversación unilateral seguía y seguía...
 
Hasta que, ya harto, Sasuke arrancó el cableado ante la atónita mirada del mayor.
 
-¿Cuántas veces han llamado?- quiso saber, intentando controlar su creciente enojo.
 
-Unas treinta- Itachi se rascó la nuca al contestar, apenado por toda la incómoda situación.
 
Sasuke se sentó a la orilla de la cama, apoyó los codos en sus rodillas, y luego reposó la barbilla entre sus manos entrelazadas. No había manera de que supieran de su cumpleaños, él había alterado la fecha de su hoja de registro a propósito para prevenir ese tipo de sucesos. Año con año lo hacía.
 
-¿A quién mierda le dijiste?- afiló la mirada, en espera de una respuesta. Itachi pareció meditarlo seriamente durante largos segundos.
 
-A Naruto- contestó al fin, y al notar como la resolución en los ojos de Sasuke cambiaba drásticamente, se arrepintió de haberlo dicho.
 
***
 
No tenía sentido. Nada lo tenía. Todavía ensimismado, Sasuke acarició el lazo de la caja con la yema del dedo índice. Habían llenado la fachada del cobertizo con cartas anónimas y felicitaciones, varios arreglos florales aparecieron en el jardín, pero lo único que llamó su atención fue aquella caja con una pequeña tarjeta de felicitación hecha a mano y además firmada por el mismo Naruto.
 
¿De qué se trataba todo?
 
¿Era alguna clase de juego?
 
¿Trataba de hacerlo rabiar deliberadamente?
 
No quería adelantarse a los hechos. Dentro de la caja había una tarta casera y un par de oniguiris envueltos en servilletas. Era de esperarse que Naruto los había preparado. Y es que, a pesar de que la presentación era un desastre, el sabor era peculiar, agradable.
 
-No lo entiendo- Itachi, que estaba inspeccionando el correo, contrajo las cejas en actitud reticente y meditativa. Se había olvidado de revisar las cartas, creía que se trataba de las facturas y la guía de televisión que había contratado semanas antes, pero había dos sobres más, ajenos a la correspondencia. -Parece que son para ti.
 
A Sasuke no le resultó novedoso escuchar eso. No después del "estrafalario" tapizado que habían dejado en su entrada. Parecía el jodido día de los enamorados.
 
Por un segundo pensó en decirle a Itachi que la tirara. No le interesaba saber cual tía lo quería más o quién había patrocinado un rídiculo club con su nombre a sus espaldas, sin embargo, sus manos actuaron por inercia ante la superficial duda de que Naruto hubiera dejado dicha carta.
 
Para su sorpresa, no era un tarjetón de felicitación, sino una invitación a algún evento. El lado frontal de la carta exhibía la fecha de ese día, a las cinco de la tarde.
 
-Qué estupidez- la botó sin mayor templanza, y entonces se percató de que había otro sobre debajo del primero. Lo abrió, esperando encontrarse con alguna broma o disparate semejante. Y no se equivocó al respecto. Quienquiera que se tomara la molestia de invitarlo, había enviado también la lista de invitados.
 
La mayoría de los nombres le pasaron desapercibidos. No conocía ninguno, no eran más que simples borrones a sus ojos y eso lo hacía el doble de inquietante. Cuando llegó a los últimos renglones, tuvo que releer el antepenúltimo nombre, lo hizo una y otra vez, reprimiendo un gesto de evidente extrañeza en cada repaso visual.
 
-Naruto Uzumaki...
 
Frunció los labios con desagrado. Tenía que ser una puñetera broma.
 
***
 
El recinto era enorme y estaba poblado de un denso y colorido jardín. Naruto agradeció en su fuero interno que Hinata atendiera la puerta. Dentro ya se escuchaba el bullicio propio de la festividad.
 
Hinata, quien iba vestida con un elegante pero recatado vestido blanco de seda, se hizo a un lado para dejarle pasar. Ni siquiera levantó la vista del suelo para recibirlo, y Naruto tampoco quiso iniciar una plática a todas luces forzada, asi que accedió a entrar, y quedó pasmado ante lo que vio.
 
Si por fuera el inmueble era algo tosco y obsoleto, lo recompensaba en creces con el bellísimo interior.
 
Había un camino de piedra caliza incrustada en un material similar al acrílico, lo que daba un aire de ilusión, como si caminaras sobre agua. Naruto atinó a pestañear, caminó detrás de Hinata con pasos vacilantes, sin poder apartar la mirada del estanque de peces situado al centro del jardín botánico.
 
El recibidor estaba lleno de personas refinadas, cultas y altivas que, al verle pasar, torcieron los labios en un gesto despectivo, mirándole de arriba abajo con reprobación y burla, sabiendo de antemano que no encajaba en ese ambiente de ensueño.
 
Naruto se apretujó en una esquina y miró discretamente hacia ambos lados, temiendo romper alguna pieza costosa con sus movimientos torpes al andar.
 
No veía a Toneri por ningún lado. Todo lo que podía visualizar se limitaba a ostentosas joyas, cuadros contemporáneos y uno que otro jarrón con grabados en cerámica.
 
No había adornos. Pero si una larga mesa con bocadillos, vino, quesos, ponche, canápes y carnes frías.
 
-¡Abran paso a la cumpleañera!
 
"¿Cumpleañera?" Naruto se giró irremediablemente hacia la puerta lateral de la que sobrevino la gruesa e imponente voz. Dicha entrada estaba conectada con el dojo aledaño, y de ahí fue que salió la delicada silueta femenina, envuelta en un vaporoso vestido de seda en tono rojo. Tras la chica de largos cabellos blancos, iba Toneri, llevaba un elegante frac crema.
 
La vínculación fue inmediata. Hubo aplausos y ovaciones a la par. El parecido entre los hermanos era tal, que Naruto no necesitó indagar al respecto.
 
La chica tendría acaso unos catorce años, era linda, y sus ojos perla contrastaban con los de los Hyuga.
 
La música cesó de repente. La cumpleañera dio una vuelta, presumiendo con alegría y galantería su vestido, luego tronó los dedos. En un parpadeo, un sirviente se encargó de colocarle una bella tiara con cristales.
 
-Naruto- llamó Toneri al darse cuenta de la retraída presencia del rubio que yacía varios metros más atrás de los invitados.
 
Naruto dio un paso al frente. Estaba incómodo allí, quería irse, pero tenía que cumplir con su objetivo antes.
 
Parpadeó incontrolablemente al ser conducido forzadamente al frente. Toneri lo tenía fuertemente sujeto del brazo, como si hubiera captado sus intenciones por marcharse.
 
-Adelante, sírvete todo lo que quieras- lo instó, soltandolo junto a la mesa. Naruto se quedó petrificado, sintiéndose expuesto bajo las decenas de miradas que estaban atentas a sus movimientos, vigilandole más que escudriñandole.
 
De un momento a otro, la cumpleañera se viró hacia la mesa, sus ojos perla se detuvieron en el chico desconocido y desaliñado. Lo encontró en demasía lindo y no dudó un segundo en acercarse.
 
-¿Y tú eres...?
 
Naruto dejó la bandeja recién tomada en su sitio. Era un hecho que no podría comer, tenía un nudo en el estómago que no se iba con nada. Él tendría que estar con Sasuke, felicitándolo por su cumpleaños y pasando un buen rato con él, no de colado en una fiesta dónde claramente era el hazmerreír de todos.
 
-Naruto Uzumaki- se presentó tras una larga y reflexiva pausa. -Amh...felicitaciones- no sabía cómo proceder, asi que le extendió amistosmente la mano.
 
La chica rompió a reír, lo abrazó afectuosamente y se apartó para verlo mejor.
 
-Con que tú eres el invitado sorpresa de mi hermano. Eres tan dulce- se puso de puntillas y le apretó las mejillas insistentemente. -¿Te digo un secreto?, mi cumpleaños jamás se celebra en este cuchitril. Tío Hiashi es un desconsiderado y desabrido que no aprueba nada, pero Toneri me convenció de celebrar aquí y a cambio me presentaría a su novio.
 
Naruto se mostró terriblemente contrariado con la situación.
 
-No soy su novio- se apresuró a aclarar.
 
Ella sonrió con mayor énfasis.
 
-Claro que no, viendo lo apuesto que eres, mi hermano ya debió haber pedido tu mano. A qué eres su prometido- rió encantada de que asi fuera. -Por cierto, me llamo Shion Otsutsuki. Ya acabadas las presentaciones, quiero que vengas conmigo a ver algo importante que de seguro te dejará sin palabras.
 
Viéndose obligado a seguirla, Naruto miró por última vez atrás, y pensó con pesar.
 
"Quiero irme a casa"
 
***
 
Mientras recorrían la galería principal del dojo, Shion no dejaba de hablar. Su perorata era tan rápida y fluida que, Naruto apenas lograba entender una tercera parte de lo que decía. Hasta dónde había captado, ella no dejaba de mencionar el largo y molesto viaje que había tenido que hacer hasta la mansión Hyuga. De ahí se había saltado a otro tema que involucraba a Toneri, algo sobre "complacencia" y "fetiches"
 
-Por aquí- Shion sonrió al máximo cuando se detuvo frente a una de las habitaciones.
 
Naruto se había quedado un par de metros atrás, viendo lo lustroso del piso en el salón, asi como el exquisito acabado ornamental del cielo raso. Ese lugar era como un palacio, si no en tamaño, por lo menos si en lujo y comodidades. Su decorado hacía hincapié a las piezas exhibidas en los museos. Resultaba irónico que Hinata y Toneri estudiaran en el mismo instituto que él. Aunque en el corto lapso de su amistad, Naruto recordaba haber oído por boca de la Hyuga que su padre la detestaba, siempre la comparaba con su hermana Hanabi, entre otras cosas.
 
-Shion- al ver que la chica no estaba en el pasillo, Naruto aceleró sus pasos. Lo último que necesitaba era perderse en ese lugar, después sería penoso pedir orientación para salir.
 
-Te tardaste- le recriminó ella, haciendo un mohín con la nariz, pero pronto se olvidó de la ofensa para abrir la vetusta puerta de caoba del placard. -Ven aquí.
 
Naruto se acercó lentamente al armario. No había visto a Toneri desde que este lo dejó junto a la mesa de bocadillos. Había accedido seguir a Shion porque necesitaba alejarse de aquel ambiente tan estirado e incómodo. Aquellas miradas despectivas lo estaban matando.
 
-Este no, este tampoco...- a una velocidad extraordinaria, Shion fue arrojando cada prenda al suelo. Había tanta ropa junta que, a Naruto le pareció más una de esas boutiques de venta que un armario, sin embargo, no dijo nada, tan solo observó cada traje ser lanzado junto a él, formando una gruesa pila de prendas, unas coloridas, otras sobrias. -Creo que te quedaría bien el de gendarme- se golpeó la barbilla con la uña y descorrió la cortina que separaba el inmueble de otro más pequeño.
 
-¿Cómo?- Naruto quedó boquiabierto cuando se le entregó un disfraz de policía. Lo miró escéptico y se mordió el labio al recordar la razón que lo había llevado hasta ese lugar. -Por favor ayudame- susurró, cuidando de no ser escuchado, aún cuando la música había vuelto a sonar en la mansión, ahogando cualquier eco producido dentro de la misma.
 
Shion sonrió con soberbia.
 
-¿A qué esperas para ponértelo?
 
Naruto sintió un movimiento involuntario en su nuez de Adán.
 
-Tu hermano- insistió. -Él me acosa, ha intentado abusar de mi antes y...- se interrumpió por la despiadada risa de la fémina.
 
-Presta atención, querido- fue hasta la puerta para cerrarla con llave y posteriormente encendió la televisión. Naruto se resignó a que no lo tomaría en serio, ni siquiera entendía por qué se lo había dicho precisamente a ella. Estaba tan desesperado por delatar a Toneri, que supuso correcto hacerlo con uno de sus familiares. -Esto es lo que quería que vieras.
 
El rostro de Naruto se deformó a uno de desmedido pánico. Corrió hacia la pantalla, poniéndose de rodillas frente al turbio video en el que se veía a Jiraiya ,quien yacía atado de pies y manos sobre una silla, amordazado en un cuarto blanco. Había sangre por doquier, pero lo que más angustió a Naruto fue el deplorable estado del adulto.
 
-¡Ero Sennin!- gritó con todas sus fuerzas, lastimandose la garganta en el proceso. Boqueó, inseguro de qué hacer. Rozó la pantalla con los dedos, deseando poder traspasar la estática, cambiar lugares con él. -¿Por qué?- apretó los dientes y se giró para observar en medio de las calientes lágrimas a la hermana de Toneri.
 
¿Cuántos más lo sabían?, ¿Quiénes estaban involucrados?
 
-Se terminó el espectaculo- profirió Shion con sequedad, apagando la pantalla y arrancando un nuevo grito de desesperación en el Uzumaki. -Vine aquí a divertirme y eso es lo que pienso hacer- hizo una pausa para alisar los pliegues de su vestido y añadió. -Por cierto, no es mi cumpleaños- de pronto toda la dulzura desapareció de su faz. Y Naruto se sintió el más grande idiota de todos por creerse todo el cuento. Por pensar que alguien en ese lugar podría ayudarlo. -Ponte el disfraz o le pediré a mi hermano que te vista él mismo.
 
-¿En dónde está mi padrino?- con los ojos rasos en lágrimas, Naruto tomó el traje.
 
-Que ingenuo- Shion negó a la par que movía el índice a uno y otro lado. -Lo sabrás cuando mi hermano asi lo quiera.
 
***
 
Si el enojo se pudiera medir en escalas, Sasuke elegiría la más alta de todas para definir su actual estado. Había ido directamente a casa de Naruto para corroborar que no se tratara de una broma de su "club de admiradoras", pero cuando el tutor de Naruto le dijo aquella rídicula excusa de los estudios, supo que era cierto. En verdad estaba pasando. Naruto tenía que encontrarse en esa fiesta, y era utópico, teniendo en cuenta que estaba enterado de su cumpleaños.
 
¿Con qué fin había filtrado esos datos suyos?
 
Era uno de los huecos en toda esa maraña de mentiras. A menos que Naruto ideara eso como un contratiempo para mantenerle ocupado y que no se enterara de la fiesta.
 
¿Y la invitación?
 
Se masajeó las sienes, frustrado.
 
"Maldición"
 
¿Y la lista de invitados?
 
No era factible. Y además no había forma de que Naruto planeara toda esa falacia. Por lo menos no sólo.
 
Decidido, cruzó el portal. No importaba qué hiciera ni cómo lo hiciera, iba a averiguar todo lo que Naruto le estaba ocultando. Y lo haría en ese mismo día.
 
***
 
-Abre la maldita boca.
 
Naruto se resistió todo lo que pudo. Dio patadas, tensó la mandíbula, apretando fuertemente los labios a la par que trataba de liberarse de la llave del albino.
 
-No quiere cooperar, hermano- molesta por la reteciencia del chico, Shion dejó la pastilla en el tocador, se puso de cuclillas e hizo un puchero.
 
Toneri expulsó una buena cantidad de aire, frustrado. Estaba decidido a tener la mejor noche de todas con el Uzumaki, pero le apetecía probar algo diferente. Podría someterlo ahí mismo si lo quería. La música se ocuparía de atenuar el alboroto, y ningún Hyuga (por consiguiente tampoco los invitados), tenían acceso a ese parte de la mansión.
 
-Bien- deshizo el agarre, cólerico. Deseaba que Naruto dejara de oponerse, que se entragara a él sin reservas y por voluntad propia, no a la fuerza. -Ya que te resistes, pediré a mis hombres que maten al viejo ahora mismo.
 
-¡No!- Naruto se cubrió la boca, pero fue tarde. A sus espaldas Shion había introducido el comprimido. Quiso escupirlo al sentir cómo se deshacía en su lengua, pero Toneri volvió a sujetarlo, esta vez de la cabeza, forzándolo a inclinarla hacia atrás para que se la tragara.
 
-¿Ves lo fácil que era?- Toneri rió gustoso al cumplir su cometido. Su éxtasis fue total al recorrer el cuerpo de Naruto con la mirada. Aquel atuendo de oficial le sentaba de maravilla. -Ven aquí- lo atrajo a su cuerpo del brazo y cerró los ojos para apropiarse de los labios ajenos. 
 
Y con qué gusto saboreó el contacto labial. Forzadamente, lo sostuvo del rostro para evitar que Naruto se apartara mientras él seguía deleitándose con su boca. 
 
En cuestión de minutos, Naruto perdió la noción de todo. Halos de colores estallaron detrás de sus pupilas. Su espalda se arqueó un poco, y en un acto involuntario, se dejó caer de rodillas, azotado por un torbellino de emociones contradictorias. Felicidad, relajación, placer...
 
Shion vio la escena divertida, pero un atisbo de preocupación se encendió en sus ojos al ver a Naruto arañandose el cuerpo con desespero.
 
-Mierda- al verle en aquel estado, Toneri palideció. -¿Comió algo?- trató de inmovilizarlo. Se estaba convulsionando.
 
-No, creo que no- respondió Shion, asustada de que el chico muriera.
 
***
 
La espera había valido la pena. Asi lo pensó Ino cuando vio a Sasuke abrirse paso entre los presentes. Por un momento había temido que realmente no se presentara, pero ahí estaba, tan galante y guapisimo como siempre.
 
-Sakura- corrió a la mesa del ponche para tomar a su amiga de la mano. Le había tomado cerca de tres horas arreglar a la Haruno para que luciera espectacular. Vestido aguamarina, tacones altos, maquillaje ligero y un moño perfecto en el cabello. Sin duda Sakura lucía de maravilla, no había forma de que Sasuke no la notara.
 
-Dios, se ve guapísimo- nada más voltear a verlo discretamente, Sakura se giró de vuelta a la mesa, derramando un poco de ponche en el acto. Estaba tan nerviosa que las manos le temblaban.
 
Aún así, se dejó arrastrar por Ino hacia él. No podía estropear el momento, mucho menos esperar a que otra chica se ganara su atención.
 
-Hola- Ino sonrió a todo lo que daba, soltó a Sakura y su gesto de seguridad flaqueó un poco al ver el semblante meditabundo y serio del Uchiha. Lucía enojado. -Ella es Sakura, y mejor los dejó solos para que hablen- antes de irse, hizo una seña a Sakura con la mano de que se acercara más.
 
-Te he visto jugar en los partidos de baloncesto- Sakura soltó, acariciándose los brazaletes de las muñecas para aminorar su propia tensión. A pesar de todo Sasuke no hacía más que observar impávido en todas direcciones.
 
"Debe estar buscando a Naruto" pensó con tristeza.
 
-Amh, el ponche está delicioso. Ne preguntaba si te gustaría...
 
-No me interesa- la cortó Sasuke de tajo, pasando de ella para ir hacia la pista de baile. Como no encontrara respuestas pronto, iba a estallar.
 
***
 
Todo estaba quieto. Finalmente las cosas habían dejado de moverse, él mismo había cesado sus movimientos involuntarios. Solo tenía un incesante tic en el párpado, y una visión distorsionada de su entorno.
 
Se estuvo recostado en el suelo por largo rato mientras intentaba recuperar sus funciones motoras.
 
"¿En dónde estoy?"
 
No lograba ubicarse. Sabía que aún estaba en la mansión de los Hyuga, pero no podía orientarse ni darse una idea de un lugar en concreto.
 
Abatido, se palpó torpemente la ropa. Suspiró aliviado al notar que aún la llevaba puesta.
 
"Tengo que salir de aqui"
 
Sus pensamientos eran inconexos, no podía coordinar ni sus movimientos ni sus ideas.
 
Tenía frío. El suelo estaba inestable, o eso creyó al colapsar de nueva cuenta. Ni siquiera sintió dolor.
 
Rió.
 
¿Qué le estaba pasando?
 
-Ero Sennin- de pronto sus pensamientos tomaron otro curso. Naruto inhaló aire con todas sus fuerzas, se aferró de una de las patas de la mesa junto a él y trató de impulsarse. Le tomó siete intentos conseguirlo.
 
No podía perder más tiempo. En cualquier momento llegarían Toneri y su hermana, y lo pillarían tratando de escapar.
 
Lentamente se palpó el rostro. Sentía todo el cuerpo entumecido, pero al mirarse los dedos, se dio cuenta de que sangraba. Se había golpeado la ceja izquierda en una de las tantas caídas.
 
-Ayuda- quiso articular. Arrastró primero un pie, después el otro.
 
¿Qué le habían dado?
 
Trabajosamente pudo salir de la pieza. El pasillo ante él se le antojó interminablemente largo. Parecía un túnel, y cada vez que daba un paso, se hacía más grande y oscuro.
 
-No me la creo.
 
Oh, no. Esa voz. Naruto trató de retroceder, pero sus movimientos fueron tan lentos y torpes que no llegó siquiera a darse vuelta cuando Kiba ya lo tenía sujeto de loa brazos.
 
-¿Qué eres, el mozo?- se burló en su cara del traje que llevaba puesto.
 
-A...yuda- pidió Naruto.
 
-¿Qué pasa, marica?, ¿Por qué no gritas?, ah, ya sé...estás tratando de robar algo- le dio la espalda. - ¡Sai, ven aqui!
 
-No, por favor...- Naruto rompió a llorar. -Ya no más.
 

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