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Lovers. por RLangdon

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Tan solo ver a aquella diminuta criatura verdosa, fue acción suficiente para que las ansias del juego despertaran en el pequeño Kitsune que, desobedeciendo la advertencia implicita de su padre, alargó una de sus patas delanteras para tocar al húmedo y arrugado sapo. Aún en posición de juego, Naruto agitó sus esponjosas colas, se inclinó hacia adelante para dar un ligero manotazo en  la cabeza del curioso ejemplar y luego echó a correr entre la maleza, desapareciendo en los arbustos para luego tomar impulso y volver.
 
-Naruto- suspiró Minato, exhausto debido a sus fallidos intentos por mantener quieto a su revoltoso hijo. Jiraiya, quien se encontraba en las mismas condiciones, decidió aconsejar.
 
-Tiene la energía de una camada entera, Minato. Será mejor esperar a que duerma- el contubernio por descifrar las marcas en el cuello de Naruto, fue pactado para el anochecer, y entretanto, ambos fueron testigos de la hojarasca que levantaba el Kitsune a su paso, quien, a pesar de verse afectado al ser repelido por su familia, corrió, saltó, rodó y exploró los matorrales bajo la severa mirada de Minato.
**
 
Caída la noche, Naruto procuró mantenerse en silencio dentro de su madriguera, simuló dormir y contó cada segundo hasta que el suave trote de su padre se tornó lejano. Había escuchado claramente la plática entre su progenitor y aquel longevo sapo sobre la elaboración de algún mejunge que mitigará el aroma a lobo que despedía su pelaje. Hasta entonces seguiría figurando como un perfecto desconocido entre su propia familia. Era tan injusto que, Naruto quiso abandonar todo intento de reconciliación para con los suyos.
 
Kushina lo repelía, Naruko lo ignoraba, Menma lo odiaba, y ahora su padre no toleraba su presencia.
 
El único remedio era alejarse hasta que el aroma se desvaneciera lo suficiente para pasar desapercibido. Sin embargo, Naruto ya se había duchado infinidad de veces en el lago, incluso se había frotado entre los pétalos caídos de los rosales para impregnarse de su fragancia. Todo en vano, el aroma de Itachi prevalecía tan intacto como hacía una semana.
 
Y aunque días atrás, había recibido un mensaje de Itachi, por parte de otro cuervo de nombre Shisui, en pos de que aguardara unas diez lunas más para un posible reencuentro furtivo, Naruto no quería -ni podía- esperar un amanecer más. No sabía qué tan mal estarían las cosas con Itachi y su familia, pero era imposible aplazar por más tiempo su plan de fuga.
 
Asi que, sin esperar un solo minuto más, abandonó de un salto la seguridad de su lecho y se arrastró sigilosamente entre la hierba. Su actual destino era el territorio de los lobos...
***
 
Todavía no amanecía cuando Chiyo decidió salir al bosque para buscar unas cuantas hierbas aromáticas con las que prepararía un té relajante. Sin embargo, al abrir la puerta de la cabaña se encontró con una visita inesperada, más no indeseada.
 
-¿Qué haces aqui solo, pequeñín?- se agachó para abrazar al inquieto zorrito que había estado olfateando el resquicio de la puerta minutos antes de que la abriera.
 
Una vez más, Naruto se dejó mimar. Había estado vagando por las orillas del área, buscando alimento para recobrar las energías gastadas durante la tarde. Y aunque logró proveerse de algunas bayas, su estomago seguía reclamando alimento. Creyó erradamente que encontraría a Itachi con facilidad, pero no contaba con que el ambiente nocturno dificultaría no solo su visión del entorno, sino tambien su sensible olfato. Y es que, durante la noche, centenares de brotes dejaban escapar millares de aromáticas esporas que se mezclaban en el aire, volviendo un imposible su propósito por reconocer un aroma en específico.
 
-¿Tienes hambre?
 
Naruto gruñó en respuesta antes de ser conducido hacia la cocina, donde la amable anciana se encargó de prepararle un cuenco con nata y otro con papilla de melocotones que el Kitsune disfrutó bocado a bocado.
 
Terminada la merienda, Naruto observó un tanto indeciso las sobras de la comida, sabiendo que necesitaría de ellas más tarde. Afortunadamente Chiyo notó sus gestos contradictorios y envolvió dos latas abiertas en un trozo de lona que ató a una pequeña vara.
 
-¿Podrás llevarlo tú solo?- inquirió ella con incertidumbre en el tono, viendo a Naruto tambalearse cada vez que intentaba hacerse con la vara. -Es muy pesado. Quitaré un poco.
 
**
 
Itachi aguardó en meláncolico silencio hasta que Fugaku hubo finalizado el fatidico discurso en el que exponía los peligros que se desencadenarían en el clan en caso de que algún miembro traicionara los lineamientos impuestos tras generaciones.
 
Para Itachi estaba más que claro que la referencia del posible traidor hacía alusión a su persona. Y no era de sorprenderse, dada su reprochable conducta en su afán por oponerse a las órdenes de su padre.
 
Ahora las responsabilidades extras pesaban sobre su espalda. Tenía que elegir una hembra en un plazo de tres días y dejarla encinta para preservar el legado de los suyos. Había, además, otros contratiempos que le impedían abandonar su sitio dentro del territorio, tal era el caso de la amenaza que su padre sentenció el día en que decidió ayudar a Naruto. Un movimiento en falso, un solo error que levantara la más minima sospecha en Fugaku, y el hábitat de los Kitsunes se vería en grave peligro, el pacto entre ambas especies quedaría irremediablemente anulado.
 
Fue por tal motivo que Itachi optó mantener su postura y mostrarse sumiso durante los casi diez días que llevaba aislado. Había pedido a su único compañero de confianza que se reuniera con Naruto en las inmediaciones del lago para pedirle que esperara un poco más, que no se impacientara ni fuera impulsivo como antaño.
 
Con su famila, Naruto estaría seguro hasta el siguiente encuentro. Mientras tanto él se ganaría una vez más la confianza de su padre, lo orillaría a bajar la guardia de nuevo, y entonces acudiría directamente con el padre de Naruto para ponerlo sobre alerta respecto a las posibles futuras emboscadas. Ello les daría tiempo para hacerse de nuevas tierras y escondites hasta que el clan entrara en razon, o, de ser necesario, erradicar el problema de raíz.
 
Itachi estaba consciente de que aquello solo se conseguiría si mataba al líder, en cuyo caso era su padre...
**
 
-Hola, me llamo Naruto, dattebayo- se presentó, dejando la rama con el alimento junto al frondoso ciprés que le proveía de una densa y refrescante sombra. El blanco conejillo dio un salto de vacilación, movió los bigotes y siguió su camino.
 
-Pero que tonto eres- se escuchó una estruendosa risa femenina sobre una de las ramas superiores. Inmediatamente después, Naruto se levantó y miró en dirección a aquel ruido tan chillón y agudo, encontrandose su mirada azulada con unos curiosos ojos marrones. -¿Qué no sabes diferenciar entre un conejo ordinario y otro Alfa u Omega?
 
La pregunta lo tomó genuinamente desprevenido.
 
-No- dudó. -Es por eso que los saludo primero.
 
La pequeña ardilla sacudió la cabeza en desaprobación, rápidamente descendió en espiral por el tronco y confrontó al ingenuo Kitsune desde una rama más baja.
 
-Me llamo Tenten, y no suelo presentarme a cualquier animalejo que pase hasta no estar segura de que me entiende- a pesar de la mofa en su afirmación, Naruto no pudo evitar alegrarse inmensamente al hallar una camarada de otra especie. Asi que corrió en círculos, persiguiendo sus propias colas en son de juego, queriendo establecer un lazo de amistad entre ellos y evidenciando a su vez que no representaba ninguna amenaza.
 
-¿Conoces el escondite de los lobos?- preguntó, ansioso. -Estoy buscando uno.
 
-¿Un qué?- se sorprendió Tenten por el cuestionamiento. -¿Un lobo?- Naruto asintió reiterativamente. -¿Se te zafo una tuerca o acaso eres un potencial suicida?- al ver que el Kitsune inclinaba la cabeza hacia un lado en señal de confusión, añadió. -Ya deberías saber en qué lugar te encuentras situado dentro de la cadena alimenticia. Y si no es asi, dejame informarte que serás devorado tan pronto cumplas tu proposito de toparte con uno de esos caninos.
 
-Pero mi pareja es un lobo- cerró los ojos cuando Tenten extendió una de sus extremidades para golpearlo suavemente en la cabeza.
 
-Que extraño- rió. -No esta hueca, lo que significa que tienes un cerebro.
 
-¡Es verdad!- replicó Naruto en un gruñido de inconformidad. -Éramos amigos pero entonces no podíamos separarnos y nos hicimos pareja.
 
La ardilla rió abiertamente ante semejante disparate.
 
-¿Un zorro y un lobo juntos? es como si te dijera que estoy enamorada de un águila y que estoy deseando que baje a tierra y me engulla- suspiró. -Estás loco, zorro.
 
-Cuando lo encuentre le pediré que te lo diga él mismo y asi me creerás- rezongó el Kitsune, presto a retomar su caminata, sin darse cuenta de que alguien a la distancia, y oculto tras unos matorrales, mantenía sus ojos fijos en él.
 

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