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Lovers. por RLangdon

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Concentración. Tenía que estar centrado, relajarse y pensar en la forma humana. Dejar que su mente se eclipasara bajo ese concepto y nada más.
 
Todo estaba oscuro, pero al cabo de varios minutos Naruto pudo sentir un cosquilleo bajo su pelaje. Su cuerpo dio una fuerte sacudida y...fue todo. Cuando abrió los ojos, lo primero que notó fue el semblante angustiado de Itachi. Ya fuera porque no lo había conseguido o tal vez porque había estado muy cerca de lograrlo.
 
-Lo intentaré de nuevo- Naruto iba a tenderse sobre el cesped cuando el Alfa se interpuso en su cometido, tomandolo firmemente del pellejo (como hiciera tantas veces su padre) y haciendolo a un lado con una simpleza estremecedora.
 
-Por hoy es suficiente- dijo Itachi con rotundidad, indispuesto a que el pequeño siguiera desgastandose mentalmente por alcanzar un proposito demasiado inverosimil para su corta edad. -Ya es de noche. Seguro no tardaran en buscarte.
 
Confirmando lo recién dicho, Naruto levantó su mirada al cielo estrellado. Las esponjosas nubes de la tarde habían desaparecido para dar lugar al infinito centelleo nocturno.
 
-Pero lo sentí esta vez, Itachi. Muchas cosquillas y el mareo- se alzó en sus patas traseras y apoyó las delanteras en el lomo oscuro del lobo. -Ya pasaron muchas lunas sin que lo consiga.
 
Itachi suspiró, abrumado por la cercanía del Omega, cada vez le resultaba más complicado mantenerse a raya, sus instintos le exigían llevar a cabo lo prohibido.
 
-Puede que la siguiente vez que nos reunamos, lo logres- trató de animarlo. -Necesitas descansar antes de volver a intentarlo.
 
Naruto se fijó en la oscuridad reinante del prado. Sus ojos azules se iluminaron bajo el brillante vuelo de las luciernagas. Fue tras una de ellas y pensó en lo genial que sería poder volar. Aunque se conformaba con poder andar a dos patas, como los humanos. Quizá hasta sería más alto y entonces podría alcanzar las manzanas que pendían de los árboles más grandes.
 
-Itachi- regresó trotando al claro y se sentó frente a él, sus ojos atentos a cada movimiento del Alfa. -Mamá dijo que tengo que encontrar algo importante...¿me ayudarías?
 
A Itachi no le extrañó del todo la petición. Venía reuniendose con Naruto cada atardecer y cada noche en los dos últimos meses. Aquellos encuentros furtivos habían pasado a convertirse en una parte importante de su rutina diaria. Sin embargo, lo que más temía Itachi era volverse descuidado. Con el paso de las estaciones, sus responsabilidades dentro de la manada se duplicaban. Se esperaba mucho de él y la gran disyuntiva empezaba a cernirse como una nube oscura antes de la tormenta.
 
-Eso depende- bromeó. Naruto se tumbó en la hierba e Itachi no perdió oportunidad para acorralarlo como hacía últimamente.
 
-¡No!, basta...me haces cosquillas, dattebayo- Naruto rió una y otra vez por las lamidas que Itachi ejercía en su vientre. Apoyó sus patas traseras en el cuello del Alfa para detenerlo y se quedo quieto cuando Itachi tambien lo hizo. -Mamá dijo que tengo que encontrar a mi alma gemela pronto.
 
Itachi recuperó poco a poco la compostura. Una estela opaca se instaló en sus pupilas.
 
-Antes de la primavera- sonrió Naruto, sin notar el cambio drastico en el humor de Itachi. -Naruko dice que eso es muy dificil. Menma se molestó con mamá por pedirme eso, ¿tú tienes una alma gemela, Itachi?
 
Itachi apartó la mirada hacia su costado.
 
-No- respondió con seriedad. -Se hace tarde. Debes volver- Naruto agachó las orejas y lo miró expectante. -Te veré luego.
 
-E-Espera, Itachi- corriendo, Naruto se le atravesó en el camino, convencido de haberlo hecho enfadar pero sin comprender el motivo de la ofensa. -Papá nos llevará a cazar a las montañas por unas lunas. Cuando regresé te traeré un obsequio. Solo dime que te gusta.
 
-Tú me gustas- susurró Itachi antes de internarse en el denso follaje, dejando a Naruto confundido a sus espaldas.
***
 
-¡Eres asombroso, papá!- exclamó Naruko con las orejas completamente erguidas. Dio un salto y se posicionó frente al imponente zorro de pelaje dorado. Minato atinó a sonreír, dejó el puñado de mariposas sobre una roca y decidió ir en busca de su retoño al no verlo por ningún lado.
 
Usualmente Menma y Naruto se reunían para llevar a cabo sus correspondietes cazas. Aunque Naruto fracasaba en su cometido la mayor parte del tiempo, debido a que desperdiciaba energía en sus juegos y aventuras.
 
-¡Naruto, Menma!- los llamó en tanto trotaba por la resbalosa pendiente. No había zorro alguno, (dentro del territorio del remolino), que superará a Minato en velocidad y destreza.
 
La nieve cayó a raudales cuando Minato se impulsó para descender a tierra firme. Era en esa temporada cuando la superficie posterior de las montañas se hallaba cubierta por las primeras nevadas que, mayormente, se sucedían por las madrugadas. La nieve se acumulaba en determinadas secciones, dejando espacios irregulares de tierra y hierba donde se situaban los primeros rayos solares con la caída del alba.
 
-Aqui estoy papá- Menma fue el primero en responder. Había estado acechando a un coyote moribundo momentos antes de ser interrumpido por la voz autoritaria.
 
Minato miró en derredor, preocupado de que su cachorro hubiera emprendido una riesgosa y solitaria caminata en pos de encontrar una presa acorde a su tamaño.
 
-¿En dónde está Naruto?- se volvió hacia Menma en espera de una respuesta convincente.
 
Sacado de sus cavilaciones, el zorro oscuro dio media vuelta, sus ojos se entornaron al notar el tronco derruido vacío, justo donde minutos atrás había estado Naruto, admirandole por su determinación en hacerse de presas tan difíciles de cazar. O según acreditaban los hechos, simple fanfarronería para escaparse a sus espaldas.
 
-Estaba conmigo hace nada- refunfuñó, uniendose a la angustiosa busqueda de su padre. -Necesita un buen castigo para que aprenda a no separarse- Menma meditó en las escasas veces que sus padres habían impuesto su autoridad sobre Naruto. Casi siempre se limitaban a llamarle la atención, y el peor castigo que se le había dado, fue el de permanecer vigilado por una semana. Fuera de allí todo eran mimos y sermones.
 
Y no que Menma lo envidiara. Muy por el contrario, quería lo mejor para su irresponsable e ingenuo hermanito. Sabía que eso no sería posible si continuaban consintiendole sus escapes. Además, cabía la posibilidad de que encontrara pareja...
 
-¡Allá está!- con un fuerte suspiro, Minato llegó a la cúspide de la montaña. La zona estaba lisa y cubierta de una abundante capa de nieve, pero Naruto permanecía expectante, con una de sus patas delanteras suspendida al frente. Sus ojos azules centelleaban en expectativa.
 
Minato instó a Menma a quedarse junto a él para no interrumpir la caza de su pequeño. Quería verlo en acción, y ahora sabía que su cachorro estaba fuera de peligro.
 
-¿Qué hacen?- sigilosa, Naruko se acercó hasta ellos. Menma expresó la inconformidad de su llegada con un mohín de disgusto, sin embargo, ella no se dio por enterada.
 
-Observa- susurró Minato, con la mirada fija en el pequeño Kitsune.
 
Lentamente, Naruto retrocedió cinco pasos, despues se impulsó en un salto y se clavó de cabeza en la nieve. Más de la mitad de su cuerpo quedo enterrada, mientras que sus patas traseras y sus nueve colas permanecieron expuestas en el aire.
 
Después de ver un par de espasmos, Minato determinó, con cierta zozobra, que su cachorro se había quedado atorado.
 
Menma y Naruko estallaron en carcajadas mientras Minato se apresuraba a extraer el medio cuerpo de Naruto, tirando con fuerza de una de sus esponjosas colas. Luego de unos intentos, Naruto pudo salir de aquel hueco. Su mirada se había tornado ligeramente melancolica, llevaba el pelaje de la cabeza revuelto y lleno de nieve.
 
-¿Estás bien?- terriblemente agitado, Minato se dispuso a lamerle el rostro. Naruto cerró los ojos y dio un respingo de frustración al oír las risas perversas de sus hermanos.
 
-Si. Solo quería atrapar una liebre para...- calló al darse cuenta del rumbo de sus palabras. Quería conseguirla para Itachi, pero su papá no sabía que lo frecuentaba en secreto. -Comermela- mintió.
**
 
Itachi observó desinteresadamente a las dos hembras que yacían frente a él, admirandole con fervor absoluto y en espera de una pronta y decisiva respuesta.
 
-Lo siento- murmuró Itachi en voz baja. No lo sentía, pero expresar sus verdaderos pensamientos, conllevaría a una riña segura con su padre, y eso era lo último que Itachi necesitaba en esos momentos.
 
-Aún no. Yo te...te entiendo, Itachi- Izumi agachó la cabeza con resignación, se retiró sintiendose abatida y sumamente turbada. Cada vez que el primogenito del líder de la manada les pedía tiempo, más confundida y herida se sentía.
 
Al cabo de unos segundos, Naori optó por alejarse. Dio media vuelta y la impotencia de saberse rechazada nuevamente la impulsó a volver junto al Alfa. Se recostó a su lado y admiró el perfil alicaído que estaba siendo tenuemente iluminado por la luz de la luna que se cernía sobre ellos. Naori estaba convencida de que Itachi era el miembro de la manada más fertil y por ello Fugaku insistía en unirlo lo antes posible. Siempre se trataba de restablecer el clan, expandir sus territorios e imponerse sobre el resto de especies.
 
Sin embargo había más. Naori, (al igual que Izumi y posiblemente más de la mitad de Omegas presentes en la manada), anhelaban ser elegidas por Itachi para restablecer el clan, a sabiendas de tener la protección de Fugaku, una estirpe saludable y pura sangre, aunado al caracter noble y reservado de Itachi.
 
-¿Hasta cuando piensas decidirte?- increpó Naori. No quería crearse falsas esperanzas de ser la elegida cuando Itachi continuaba repeliendolas a ambas vez tras vez.
 
Itachi se incorporó pausadamente. Y Naori notó en su embelesamiento que el hermoso Alfa estaba apreciando las flores desde hacía varios minutos. Eran las heliconias las que atraían la atención del Uchiha. Esas flores anaranjadas sin belleza ni gracia que abundaban tanto por el prado.
 
-Si recayerá en mi la desición, hoy mismo decidiría lo más conveniente- respondió Itachi en tono suave. -Pero es mi padre quién ha sellado ya mi futuro por el bienestar de la manada.
 
Naori deseó seguirlo al verle partir entre los arbustos. La luna alcanzaba su cenit y todo apuntaba a que Itachi emplearía su forma humana con tal de tener un poco de privacidad.
 
Asi que desistió.
***
 
Todo estaba oscuro, como la inmensidad de un túnel. Se oía un ligero chapoteo en alguna parte, pero Naruto temía avanzar más allá de lo desconocido. No había nada a lo que pudiera aferrarse, incluso el suelo en que se hallaba parado simulaba ser un espejismo.
 
Estaba solo, y tenía miedo. De haber estado consciente se habría dado cuenta de las ligeras contracciones que sufría su cuerpo.
 
Esta vez tenía que avanzar solo. Itachi no estaba y él no pretendía esperarlo. Quería sorprenderlo, demostrarle que era capaz, que no era un inútil a pesar de que sus acciones indicaran lo contrario.
 
Concentración...
 
Sus encías empezaron a doler. Sintió una horrible presión en sus colmillos y los tendones de sus patas se contrajeron dolorosamente antes de amoldarse a su nueva forma. Llegado a este punto, Naruto quiso parar. Todo su cuerpo le dolía, y no tenía manera de controlar los cambios que se manifestaban en cada fibra de su ser.
 
"Duele....Duele mucho"
 
Una quemazon trepidó por sus entrañas. Hubo una nueva y fuerte sacudida. Naruto supo que no había marcha atrás.
 
Jadeó aterrado y trató de pensar en cada detalle admirado en el cuerpo de Itachi. Se suponía que la transformación sería más sencilla si procuraba pensar en ello. No importaba que no recordara con exactitud, su cuerpo de Omega se adaptaría al cambio, cada parte se amoldaría según su propia fisionomía.
 
Rostro, cuello, ojos, nariz.
 
Naruto sintió ahogarse cuando el pelaje abandonó su cuerpo. Quería gritar, pero solo le era posible moverse un poco, y ni siquiera lo hacía de forma voluntaria.
 
-Naruto...
 
Tenía que aferrarse a alguna imagen para no ahogarse. Sus vías respiratorias estaban siendo obstruidas y en lo único que pudo pensar fue en Itachi.
 
Lo imaginó primero como un cuervo, surcando los cielos, planeando a su antojo y recorriendo la vereda del bosque en apenas unos minutos. Luego lo imaginó siendo un lobo, jugando con él al escondite y haciendole cosquillas en el vientre con sus múltiples lamidas.
 
Naruto boqueó en busca de aire cuando la imagen de la forma humana de Itachi se atravesó en sus pensamientos. Nuevamente lo veía usando aquella extraña prenda, su largo cabello indigo sujeto en una coleta baja. Y sus ojos, esas pupilas negras tan hipnotizantes.
 
"Itachi"
 
"No te vayas, Itachi"
 
Naruto gimió adolorido. Sus parpados se abrían y cerraban momentaneamente. Se sentía exhausto.
 
-Aqui estoy, Naruto.
 
Entonces la imagen de Itachi en su forma humana volvió. Solo que esta vez no era una ilusión o algún recuerdo, era real. Naruto sintió sus brazos rodeandolo, apenas un roce que despertó en él un millar de sensaciones. Se estuvo quieto a petición del Alfa, no podía moverse de cualquier manera.
 
-Todo va a estar bien- susurraba Itachi con voz extraña. Naruto intentó mover alguna parte de su cuerpo, lo hizo con torpeza y sin ser consciente de qué extremidad era la que movía. -Debiste esperarme, Naruto. Lo que hiciste fue muy imprudente de tu parte.
 
Naruto respiró hondamente. No notó cuando Itachi se ponía de pie hasta que este se lo anunció en un murmullo.
 
-Lo hiciste bien.
 
Vaya, una felicitación. Naruto se sintió confundido por eso.
 
Tenía el cuerpo entumecido, y una sensación inusual lo recorrió cuando Itachi dejo de abrazarlo para ponerle su túnica.
 
-Con esto no tendrás frío- sonrió Itachi. -No tengas miedo, voy a cuidarte hasta que estes totalmente recuperado. Me quedaré aqui el tiempo que sea necesario.
 
Naruto intentó agradecerselo, pero de su boca apenas salió un susurro apagado.
 
-¿Quieres verte?- la pregunta de Itachi lo tomó desprevenido. No entendía a qué se refería. -Con cuidado.
 
Lentamente Itachi lo acercó hasta el charco de agua. Naruto parpadeó un par de veces cuando el rostro humano reflejado en el agua le devolvió cada uno de sus movimientos.
 
-Es...
 
-Eres precioso, Naruto.
 
Pero Naruto no entendió por qué en vez de orejas humanas, aún tenía las de un zorro.
 
-Itachi- musitó poco antes de quedarse dormido en sus brazos.
 

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