Sus afilados colmillos salieron a relucir una vez que vislumbró al pequeño Kitsune tomando la vara en el hocico para emprender la caminata.
Le había sido complicado encontrarlo. Mucho muy dificil dar con su paradero. En primera instancia estaba aquel maldito y dominante aroma que había entorpecido su busqueda, orillandolo incluso a dudar de su propio olfato cuando percibió el sutil aroma del cachorro mezclado con dos estelas de olores más, uno más potente que el otro. Desafío, fue lo que Kurama olfateó al recorrer parte del prado.
Había seguido a Naruto desde que confirmó visualmente que se trataba de él. Y asi era, solo que no logró abordarlo cuando aquella humana lo intrudujo en su humilde choza con el afán de alimentarlo. Asi y todo, había aguardado a que saliera.
Tal vez minutos, tal vez horas. El tiempo había dejado de importarle al suponer realizado su mayor deseo por aparearse con quien fuera parte del legado de Minato Namikaze. Naruto había estado destinado a ser suyo desde antes de que naciera. Y Kurama había esperado pacientemente por él, aún cuando su esperanza se vio opacada con el primer macho Alfa engendrado por Kushina. La cría femenina no había llamado su atención en lo absoluto, ya fuera porque la encontraba demasiado simplona o porque su deseo yacía indemne en el sueño premonitorio que tuviera cientos de lunas atras, donde, se había visto a sí mismo, engendrando sus cachorros con un macho Omega del linaje de Minato y Kushina.
Ahora tenía la posibilidad de cumplir su capricho de unirse, asi fuera a la fuerza, con el cachorro que ocupó cada uno de sus pensamientos desde que lo viera iniciar sus aventuras en la colina del lago.
Resuelto a seguirlo, abandonó su escondite tras los matorrales y mantuvo una distancia prudente. Su cólera retornó con la identificación de aquel aroma a lobo, su rival declarado y actual némesis.
Ya era hora de poner las cosas claras. Naruto saltó ágilmente, de izquierda a derecha, jugueteando en el caminillo de piedra que conducía al río bajo las montañas.
Y Kurama sonrió al presentarse el momento idóneo de sus planes. Interceptaría a Naruto cuando llegara al río, de ese modo no podría evadirlo ni huir.
Relamiendose los labios, continuó sigilosamente su camino.
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-¿Cómo que no esta?- las alarmas se dispararon en Itachi cuando Shisui negó en firme desaprobación.
-Ahora mismo su familia está buscándolo. Debe estar perdido o...- pero Itachi no lo dejó continuar para alejarse rápidamente en su búsqueda.
-Naruto...
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Confundido, Naruto cesó con su recorrido, se volvió hacia su espalda y permaneció quieto al oír nuevamente el ruido de pisadas. Quizá se tratara de alguna liebre u otro animalejo, pero juraría haber escuchado antes el ruido de ramas trozandose detrás suyo.
-¿Hola?- soltó la rama, intuyendo que tardaría más en llegar a su destino con ese peso extra. Pasaría algo de hambre, pero si encontraba a Itachi, todo habría valido la pena. -¿Tenten?- olisqueó el aire en busca de la fragancia femenina, sin embargo, no pudo distinguir más alla que el fresco aroma que despedía el río. Cruzar la corriente sería un imposible, aunque podría rodearlo. Eso le tomaría un par de horas más de lo previsto.
"Si me convierto en humano..." pero desechó la idea de inmediato. No tenía mucha energía para someter su cuerpo a aquel brusco cambio, y además su piel se volvía extremadamente sensible.
A lo lejos, vislumbró un enorme y vetusto tronco hueco. La idea de explorar allí se le antojó encantadora, incluso para pasar la noche. Dio un paso, dos, tres, y dejó su pata suspendida antes de dar el cuarto.
De nuevo aquel ruido.
Alguien lo seguía...
-¿Itachi?- agachó las orejas y miró con miedo en derredor. -¿Ha...Hay alguien allí?- una lechuza emprendió el vuelo. Naruto la vio perderse entre las copas de los árboles antes de echar a correr.
A sus espaldas, Kurama le seguía el rastro.
Con su pelaje erizado debido al miedo y la desesperación, Naruto buscó un escondite seguro, sabiendose perseguido por el zorro que lo había marcado lunas atras, el causante de todos sus problemas.
Primero pensó en cavar para buscar una guarida subterranea donde pudiera recibir alojo, pero al ver a Kurama aproximandose a pasos agigantados, cambió de parecer, frenó sus movimientos y retornó a toda carrera, esquivando a duras penas un matorral de espinas para introducirse en el tronco caído.
Estaba oscuro, y una telaraña se había adherido a su rostro en el proceso de adentrarse en el derruido y lóbrego sitio.
Con el corazón latiendo a toda prisa, contuvo un estornudo y trató apartar el polvo con sus colas.
-¡Sal de ahí!
Naruto dio un salto ante la exigencia que se coló como un estruendoso eco. Rasgó el musgo con las uñas y se arrastró trabajosamente hasta llegar al punto intermedio, notando tardíamente su error. Allí Kurama no podría alcanzarlo pero eventualmente se quedaría sin oxígeno.
Sus ojos se llenaron poco a poco de lágrimas.
Y entonces si tendría que salir...
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