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Katze por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Este capítulo es particularmente largo, 9 y 10 hoy.

Nos vemos en una semana

 
Capítulo 
 
 
Después de persuadirlo por cuarta o quinta vez que sacará de su boca la rana de goma lo agarró con cuidado por debajo de los brazos y sacó a Katze de la bañera. Atrás se quedaron muchos otros juguetes flotando. Hizo algunos sonidos intentado recuperar la rana verde que al parecer era fabulosa para aplastar entre las encías pero una cálida toalla lo envolvió.
-Perfecto, Azafrán.
Raoul cargando su pequeño tesoro en una toalla de calor regulable caminó hasta la habitación de Katze y lo dejó sobre la mesa acolchada. Sobre la cuna tenía la ropa preparada. Un conjunto amarillo con características típicas de un pollito. 
-El amarillo te queda precioso – le dijo recibiendo unos gorgoteos por respuesta, le arregló el cabello después de pasar la toalla unas veces más hasta quedar seco y empezó a vestirlo. Si Katze estaba alimentado era bastante tranquilo. 
Le arregló el gorrito que tenía un pico de pollito que caía justo sobre la frente y acomodó sus cabellos rojizos. 
Descubrió que escoger conjuntos de tiernos animales o ropa de suaves colores era su favorita.  Estaba esperando ansioso el momento de ver a katze de pollito. Un capricho, tal vez, de Raoul Am. 
Lo dejó dentro la cuna acomodando algunos juguetes suaves cerca y asegurándose que era seguro fue a buscar su cámara para sacar fotos.
Cuándo regresó se percató del olor característico que exigía un cambio de pañal.
-¡Te acabo de cambiar travieso! – unas risas fue la respuesta al hacerle cosquillas en la punta de la nariz – Sólo una foto ¿Si? 
Sabían que está paz se acabaría en cuanto Katze quiera beber su leche. 
Aprovechó el cuadro encantador mientras se veía los dedos como algo muy novedoso e hizo buenas tomas. Como predijo Katze empezó a patalear y querer llorar, como reloj exigiendo leche, luego tenía que  sacar el aire de su estómago y por último hacerlo dormir meciéndolo y cantando. Bueno, fue buena idea hacer las fotos primero. 
Dejando de lado el aparato, tomó a Katze por la nuca y la base de la espalda. Iba a trasladarlo a la mesa acolchada especial para cambiar pañales, tenía todo lo necesario para afrontar las situaciones más complicadas. Aunque nunca se sabe. 
De inmediato sintió en la mano que agarraba por la espalda la humedad filtrándose por las fibras de su ropa de pollito. La delicada tela se puso más amarilla, un tono más oscuro.
-Katze… – Raoul con una rápida mirada calculó la fuga. Toda la espalda tenía el color más oscuro, también empezaba a filtrarse por las piernas. Si Raoul podría llorar tal vez se le hubiera escapado una lágrima – Tu ropa de pollito Katze…
Yumi estaba en la cocina desinfectando las mamaderas que sabía que pronto serían necesarias, no esperó para nada un grito de su maestro, tan agudo que nunca imagino que Raoul Am podía gritar así. 
Asustado corrió a la habitación de Katze donde Raoul le dio claras instrucciones.
-Yumi trae tijeras, una bolsa y por favor alista la bañera otra vez.
En una bolsa y directo a la basura quedó el sueño de cargar a su pollito Katze por aquel día. Y Raoul Am empezó el ritual desde cero. 
 
En el departamento de Raoul los días pasaron lentamente, las horas se sentían llenas de momentos diferentes y únicos. Entre Yumi y él hallaron la sincronía para dar a Katze toda la atención que exigía y hacerlo siempre con cariño. De todas formas Raoul estaba atesorando cada momento en el que podía tener a Katze bebé entre sus brazos, sabía que crecería rápidamente y extrañaría esos momentos memorables. 
En sólo un año Katze sería un adulto de dieciocho años. Eso significaba que la pulsera de crecimiento acelerado que estaba adherido a su dermis arrojaba a su sangre las hormonas necesarias para fomentar un crecimiento sano. Era completamente infalible. 
Su tabla de crecimiento era así:
En 20 días -  1 año de edad.
En 1 mes -  1 año y 6 meses de edad.
En 6 meses - 9 años de edad.
En 12 meses -  18 años de edad.
Con el reloj tan apretado Raoul había dejado casi por completo de asistir al laboratorio, prefería trabajar de forma remota desde casa para no dejar a Katze ningún día de la semana. Fler Leso, su asistente, estaba a cargo. De todas formas desde su oficina en casa tenía reuniones periódicas con Fler y de esa manera no descuidar ningún proyecto. 
Un año podía pasar tan rápido.
Katze crecía ajeno a todo el alboroto que significaba su presencia en el departamento del principal Neurocorrector de Amoi y Segundo al cargo. Raoul estaba inflado de pequeñas alegrías que disfrutaba como quien teme que se acaben. Temía a Júpiter, temía a Iason y eventualmente al momento de sincronizar memorias… 
Iason no había regresado, pero preguntaba con verdadero interés sobre Katze, ofreciendo a Cal para cualquier oportunidad. Riki aún tenía atragantado todo el asunto, desde ese día se lo notaba más meditabundo y ensimismado. La situación lo carcomía impidiendo que la relación con Iason sea natural. Ciertamente no estaban distanciados pero Iason aún no llegaba a su orgasmo, estaba tan frustrado  sexualmente que incluso pensó en  masturbarse,  era una opción en ese momento, cuando Riki había dado demasiado, así que decidió atender el problema con sus propias manos, pero a pesar de su mejor esfuerzo y concentración resultaba igual de perturbador no llegar nunca.  
Y la rueda siguió girando, cada día tan diferente y a la vez parecido que  Raoul, Katze y Yumi metidos en su burbuja de hogar no se enteraban de los líos de los demás, un día esa burbuja explotó. 
 
 
-¡Maestro! ¡Maestro! Despierte. Por Júpiter.
 Maku el mueble de Gideon Lagat gritaba y corría desde el momento que entró al departamento donde servía. Pasó a la habitación cuando la puerta corrediza se abrió y continuó gritando.
-¡Maestro Gideon! Despierte – que pesado era el sueño de este Rubio. 
Cuándo Maku le dio un jalón de la manga de la ropa, Gideon se despertó de un sentón.
Maku gritó por el susto y la impresión de ver a su maestro con cubre ojos rosas, ignorando eso Maku fue al punto.
-¡Maestro vi a Zen! 
Gideon solo necesitó escuchar esas palabras e hizo de sí mismo un huracán de movimiento ¡Por fin noticias de su mascota perdida!  Maku habló mucho pero Gideon solo escuchó “Raoul Am y laboratorio”, esas palabras fueron suficientes para crear en su imaginación los peores escenarios. 
Gideon caminó a paso arrollador con Maku detrás que continuaba hablando e intentando persuadir sobre bajar los ánimos y algo de que Raoul Am no era mala persona. Pero Gideon ya estaba decidido a sacar de las garras malvadas de Raoul a su pobre mascota. 
Al llegar al pasillo que conectaba al departamento de Raoul. Cerca a unos pasos la puerta se abrió.
-¡Me daré prisa Maestro!
 Gideon no escuchó la voz del joven que salía sólo vio la oportunidad de entrar sin anunciarse. Metió la puerta de un golpe, escuchó un grito pero él continuó con su camino, pasó rápidamente entre los muebles de colores vistosos. Pronto vio a Raoul y nada más. Estaba sentado y de espaldas a él. 
El rubio de ojos verdes alcanzó a ponerse de pie antes de ser sacudido por la ropa al nivel del pecho. 
-¡Gideon! ¿Qué rayos? – de un fuerte empujón hizo distancia, había escuchado el grito de Yumi  - ¡¿Qué haces, qué quieres?!
-¡¿Dónde está mi mascota?! Que hiciste con Zen. 
La mirada de Raoul destellaba de molestia fría, congelando a Gideon en su lugar. Éste inseguro por primera vez de haber actuado de manera precipitada y arrojando sobre él mismo la irá del principal Neurocorrector se quedó en su lugar.
-Zen, mi mascota  - Gideon se enderezo y arregló sus guantes guardando las apariencias – Maku, mi mueble, me dijo que lo vio por las instalaciones de tus laboratorios.
-¡Bien! Me alegra que tu mueble y tú tengan buena comunicación – respondió Raoul con afecto fingido – Ahora fuera de mi casa Gideon. 
Ni siquiera quería entender los motivos de semejante bajeza para un Blondie, actuar de esa forma era imperdonable. 
-Raoul escucha…
-¡Oh! Katze… ¡Todo es tu culpa Gideon!
Los ojos amatistas de Gideon Lagat se trasladaron un poco hacia abajo y a la izquierda de Raoul. Sobre una silla alta cubierto por figuritas que se veían esponjosas y delante una mesa adherida estaba sentado un bebé humano. O al menos eso parecía.
Katze había tenido la fabulosa oportunidad de tomar su plato con papilla y la idea de volcarla sobre su cabeza. Ahora la sustancia grumosa se  escurría por toda la cara y bajaba lentamente. Claramente el pelirrojo lo estaba disfrutando.
-Si arruina su ropa Gideon te arrepentirás – a pesar del tono suave la sangre le corría fría por las venas. 
Raoul hizo su mejor esfuerzo en quitar y limpiar la mayor cantidad de comida del cabello, la cara y las manos, persuadido a Katze de no embarrar lo que agarraba otra vez por su cabello. Con la mayor cantidad limpia, retiró el protector de plástico completamente sucio que protegía su ropa. 
-¿Qué es? – Gideon señaló a Katze.
-No un qué, es un quién – corrigió Raoul que continuaba limpiando el cabello suave de los grumos blancos.
Raoul sacó a Katze de su silla, ahora tenía puesto un traje de conejito y lo mantuvo cargado a nivel del pecho y los hombros.
-Maestro – Yumi se acercó sosteniendo su brazo. Había dolor en su voz. Raoul vio que el brazo de Yumi estaba rojo e hinchado, clara muestra de una lesión severa. Raoul volvió a mirar con furia a su hermano.
-Todo es tu culpa Gideon, eres una vergüenza. Pudiste tocar la puerta y preguntar por tu mascota. Mira a Yumi, él es imprescindible para mi. 
-Quizá sólo se necesite algo para el dolor maestro – Yumi intervino ante el silencio de Gideon. Había sido golpeado por la puerta cuando éste entró.
-Decidiremos eso después de revisarte Yumi.
 Gideon entendió que esto sólo terminaría bien para él si mantenía la calma y esperaba con paciencia que Raoul tenga la predisposición de hablar de Zen, había visto en su mirada  que el Rubio Segundo al mando sabía de que hablaba. 
-Gideon vete ahora, tengo que cuidar de mi mueble que tú lastimaste ¡Fuera! Si quieres saber de Zen  vuelve con algo de dignidad ¿Comprendes? 
 -Vamos Raoul – Gideon no estaba dispuesto a irse sin tener noticias – estoy buscando a Zen por meses ¡Comprende!
Raoul torció los labios, él tenía sus propios problemas. Ahora tenía que pensar en cambiar  los planes. Si Yumi estaba lastimado seriamente, su rutina podía alterarse. Mientras tanto Katze en sus brazos tocaba y jalaba todo lo disponible a sus manos, era por eso que Raoul tenía siempre el cabello sujeto. 
-Qué extraña mascota – comentó Gideon viendo la forma pequeña y regordeta de su cuerpo, los ojos dorados brillantes y redondos, el color rojo puro de su cabello.
-Cállate Gideon, no es una mascota – Raoul ya estaba mandando un mensaje a Fler - Yumi, ve al laboratorio y busca a Sir. Leso, le dije que irás, te atenderá de inmediato. Esperemos que no sea grave Yumi.
- Maestro qué debo hacer con las compras.
-Ve Yumi, me ocupare de eso.
El joven mueble de Raoul hizo una reverencia y salió sin más,  mientras Raoul terminaba de mandar el mensaje se percató que Katze ejercía cierta fuerza para mover su cuerpo hacia adelante, los gorgoteos que hacía eran más fuertes. 
-¿Qué pasa pequeño Azafrán?
-Creo que quiere tocarme – Gideon entendió las claras señales.
-Sólo porque no sabe quién eres. 
Dando un paso adelante permitió que la mano blanca y pequeña de dedos largos agarrara uno de sus mechones rubios.
De inmediato Gideon recibió unos fuertes jalones que al parecer no fueron suficientemente divertidos, Katze tomó esos hilos dorados y se los metió a la boca. 
-Si se enferma Gideon te desollaré vivo en mi laboratorio – Raoul con un dedo intentaba quitar de la boca rosada lo que parecía el cabello más delicioso de todos. 
-¿Te ruego me disculpes? – Gideon estaba indignado – Soy yo el que casi pierde un mechón de cabello y ahora está siendo babeado por tu extraña…
-¡Cállate Gideon! – Raoul por fin pudo desprender el último hilo dorado. Totalmente en contra de las políticas de Raoul, Katze intentó recuperar esos hilos que siempre luchaba por probar, al ver que estaba fuera de su alcance el llanto comenzó – Lo único que hiciste Gideon es provocar   problemas. Por tu causa no tengo mueble, tengo que preparar más papilla, limpiar este desastre y hacerme cargo de las compras ¡Fuera! – acunar a Katze ya no servía para calmarlo, el llanto para conseguir algo era muy persistente.
-Maestro Am – Maku que había permanecido educadamente detrás de su maestro todo este tiempo después de ayudar a Yumi a levantarse dio un paso adelante, con una mirada busco la aprobación de Gideon para exteriorizar sus intenciones – Permítame ser de ayuda. Puedo hacer todo lo que me ordene.
Raoul que se había trasladado un poco más lejos para entregarle a Katze un artículo de varios colores y texturas, consideró la oferta de inesperada ayuda. Si en realidad no confiaba en nadie más que en Yumi para algunas cosas, había otras que con indicaciones claras eran difíciles de salir  mal. 
Incluso Gideon podría ser de ayuda. Ganar, ganar.
Explicó a Maku qué tienda y cuáles artículos eran importantes conseguir y el joven salió presuroso.
-¿Quieres tener información de Zen? Hagamos un intercambio Gideon.
El mencionado que estaba sentado en un sofá esperando su turno se mostró interesado, ¡Por fin podían hablar de Zen!
-¿Qué quieres a cambio?
Con esto iba a comprobar las intenciones de Gideon, si bien Zen no representaba nada en la vida de Raoul sino una coincidencia de encuentro tampoco quería el mal para la ex mascota. Sabía que Gideon era su ex amo porque Zen se lo dijo pero nunca supo de las intenciones de Gideon para recuperarlo.
Una clara muestra de lo poco que conocían de la vida privada de sus propios hermanos. Era inusual que confiaran entre ellos incluso en los temas más inocentes. 
Mientras Raoul dio rápidamente un espumoso baño para quitar los restos del desayuno y luego jugaba sobre una alfombra especial para poner a Katze de gatas y alentarlo a moverse con suaves y llamativos muñecos vigiló de cerca el trabajo que hacía Gideon.
La limpieza a fondo de la silla llena de papilla, el lavado, esterilizado de mamaderas y demás platos y cubiertos ahora necesarios. La preparación meticulosa de los ingredientes necesarios para la nueva papilla y su estricta cocción.
Gideon valoraba mucho el trabajo de los jóvenes muebles, tanto que Maku incluso gozaba de días libres y algunas opciones de entretenimiento pero nunca creyó que un buen trabajo de limpieza y preparación de alimentos requería tanta exigencia ¿O Raoul estaba exagerando? Miró en nueva cuenta a su hermano, había dejado de apretar unos muñecos con forma de animales que chillaban y sacaban fuertes risas a esa criatura vestida de osito azul claro. Ahora con el pequeño de espaldas le levantaba las piernas y se las movía como si hiciera ejercicios. 
Cuándo Gideon anunció que la papilla estaba echa Raoul se acercó con Katze en brazos. Era improbable que Katze acepte sentarse de nuevo en su silla de superficie mullida pero de todas formas Raoul lo intentó, ese día por culpa de Gideon había alimentado muy poco a su Azafrán.
 Como era de esperar Katze no quiso abandonar esos fuertes brazos y la idea de volver a sentarse lo disgustó.
-Raoul, tu mascota es de alta atención… ni siquiera se comunica.
-Gideon – Raoul suspiro controlando su genio – siéntate y hablemos de Zen.
Cuando Gideon se sentó cruzó sus largas piernas y esperó a que la conversación fluyera, no conocía de los planes de Raoul.
-Siéntate derecho Gideon y sostenlo como si fueras una silla. Ponte esto en el cabello.
Una vez que Gideon entendió el propósito de la solicitud, Raoul dejó a Katze sobre sus rodillas, el pelirrojo ya no intentó agarrarle los hilos dorados que estaban sujetos en una coleta. Raoul se sentó delante de ambos. 
Fue extraño iniciar una conversación en esas circunstancias con uno de sus hermanos, Raoul reprimió una sonrisa al darse cuenta de eso. Gideon incluso empezó a levantar y dejar caer suavemente sus tobillos para que Katze rebote sobre sus rodillas al ver que lo disfrutaba.
Cuando Raoul empezó a alimentar a Katze,  al mismo tiempo habló del tema esperado por su hermano.
Le explicó que Zen trabajaba para él en los almacenes del laboratorio, la clasificación de material era una trabajo meticuloso pero bastante repetitivo, la mayoría de los élites que hacían ese trabajo terminaban odiándolo. Zen era una buena adición a su equipo porque se esforzaba en alcanzar las expectativas. 
-Ese chico es listo, lo demostró y lo aproveché.
-¿Dónde y cómo lo encontraste? 
-Total y pura casualidad. ¿Para qué lo buscas? – bocado tras bocado Katze abría la boca, muy tranquilo.
Gideon calló, no sabía si podía confiar en Raoul. Si Júpiter se enteraba que tenía esos impulsos impropios de un Blondie corría muchos riesgos. 
Si bien Gideon también era un Blondie pues era más fácil de leer, su expresión era duda absoluta.
-Gideon ese chico ya no podrá servir en los burdeles que te pertenecen en Midas, ahora es un ciudadano, es por eso que puede trabajar para mí.
Ajeno a todo lo demás, Katze recordó que había aprendido a hacer algo gracioso con los labios, cuando la cuchara estaba por entrar a su boca resopló con fuerza,  era muy divertido ver la comida salir volando. Raoul listo para todo ya limpiaba con servilleta. 
-Qué divertido es éste pequeño – reconoció Gideon al ver el desastre salpicado – Bien Raoul, Zen fue una buena mascota. Quiero saber de él… si pudiera verlo pues, como sabes ahora siendo ciudadano no volverá a correr riesgos al cumplir obligaciones de una mascota ni nada parecido. Dime cómo encontrarlo por favor, para empezar es de gran alivio el saber que está bien.
Dejando el plato y demás sobre la mesa cargó a Katze de nuevo que había empezado a rechazar la comida, primero la empujó con la lengua y luego apartó la cara.
Raoul sabía que Gideon era uno de los Blondies con más compromisos sociables entre ellos, era sencillo pensar que compartía de buena gana veladas discretas y también fiestas ruidosas. La información de Raoul Am con una criatura tan particular como Katze saldría a colación en la primera oportunidad.
A Raoul no le importaba que el resto de la comunidad habitante de Eos se entere de su gran disposición con Katze, las exigencias de su cuidado eran asunto suyo. Sin embargo, Júpiter podía ordenar algo diferente y eso lo aterraba. 
-Te daré la ubicación de Zen sólo si prometes no interferir en el trabajo que hace para mi. Si lo obligas o persuades a renunciar, créeme lo sabré, este chico es importante y veo que se desarrolla bien es esa labor – mitad mentira, mitad verdad. Quería a Zen cerca si lo necesitaba para ejercer presión sobre Gideon si a éste se le ocurría soltar de mas la lengua, se notaba por cómo había trabajado en las labores de casa que Zen le importaba lo suficiente – Una cosa más, evita mencionar a éste pequeño, estoy muy ocupado como para detenerme a responder preguntas cada vez que salgo. 
 Gideon torciendo un poco las cejas afirmó moviendo la cabeza, esperaba otro tipo de solicitudes. Alguna extraña concesión, quizá no dinero porque era algo que no les hacía falta, pero nada parecido a eso. 
Yumi regresó con el brazo inmovilizado sobre su pecho con unas correas. El joven no parecía nada entusiasmado con la idea de no poder atender con normalidad las labores que eran su responsabilidada. En cuanto llegó le entregó a Raoul el informe redactado por Fler que especificaba el tipo de lesión y el tiempo estimado de recuperación. 
-Como te detesto Gideon.
Las cosas cambiaron desde ese día para Katze, su mundo una burbuja hasta ahora donde dos rostros amables siempre lo atendían creció… se sumaron algunos rostros más, pronto aprendió que se llamaban Gideon, Zen y Maku. Estaban ahí cuando quería que alguien lo alzará, levantaban lo que dejaba caer y hacían ruidos graciosos. Lo levantaron cuando cayó de sentón y aplaudían mucho sus logros especialmente cuando ya podía poner firmemente los pies en el piso y sostenerse. 
 
 
-Bien Iason, subiré dentro de un momento.
Raoul colgó el comunicador y soltó un suspiro. No le gustaba del todo la idea de dejar a Katze con Cal.  Por adición Riki también estaba ahí, aunque eso no le molestaba. De todas formas Iason estaría a cargo y dejaría claras instrucciones de cómo actuar ante cualquier circunstancia, la reunión no debería durar demasiado… suspiró cansado, sabía que estaba siendo sobreprotector pero era la primera vez que dejaba a Katze en la casa de Iason, tantas cosas podían suceder…
Acercar a Iason y Katze tenía sus ventajas también, se decía Raoul, tenía que ser así. Aún faltaba lograr que el Blondie de hielo cambie su percepción sobre Katze y olvide sus rígidos planes para el futuro. Era una lástima que la fisioterapia de Yumi estuviera llevando tanto tiempo y  Fler no respondiera sus mensajes. Bueno, sin Yumi supervisando a Gideon y toda su pandilla (Maku y Zen) no confiaba en nadie más qué Iason. 
Repasando mentalmente si todo lo necesario estaba empacando en una bolsa de tela tomó con suavidad a su Azafrán que subía con mucha determinación  al sofá para que al lograrlo ruede por los almohadones. Tantas risas. Tenía en la mano un juguete suave de goma para masticar y aliviar el malestar de las encías que se abrían poco a poco a los diferentes dientes que adoraban su sonrisa.
-Vamos donde Iason, Katze no tardaré mucho ¿Si? – le decía con cariño mientras le arreglaba el cabello despeinado y esperaba el ascensor – Cal es un buen chico, se divertirán juntos. Esta reunión es importante Katze, se que lo entiendes. 
Algunos gorgoteos inteligibles fueron la respuesta, como ronroneos. Sílabas casi descompuestas. Al escuchar esos sonidos que hacía Katze le sonrió casi juntando sus narices. Al pequeño Katze también le gustaba ese gesto, sujetaba a Raoul por las mejillas y a veces hundía sus dedos entre el suave cabello dorado.
Según la tabla de crecimiento de Katze, sabía que estaba cerca de los dos años. Y aún nada… para esta edad ya debería estar articulando palabras, hasta oraciones de dos palabras  o por lo mínimo sonidos de animales.
Caminando por el pasillo que conducía al departamento de Iason, con Katze entre sus brazos se sintió un poco abatido, la comunicación con Katze no era unilateral, él comprendía muy bien instrucciones y demostraba su inteligencia interactuando activamente con su entorno. Tanto Raoul, Gideon, Zen, Maku y Yumi formaban parte de un círculo que lo comprendían en sus maneras de comunicación y se daban cuenta que no era un niño  abstraído de su entorno. 
Ante este problema, de un Katze que no hablaba, a Raoul la sangre se le enfriaba en el pecho al recordar el imperdonable accidente el día de su nacimiento. Cada vez que pensaba en el asunto…
Negó con la cabeza e hizo una pausa para admirar a Katze, si bien para él era perfecto no podía ser negligente. Realizó estudios y exámenes y sabía que todo salía normal. Katze podía hablar, lo demostraba con esos sonidos que hacía y los gritos propios de los niños de su edad ¡bien! Sólo había que fomentar un poco más y no presionar.
Se anunció en la puerta de Iason y casi de inmediato Cal, el rubio cenizo lo recibió.
Una reverencia en la que nunca dejó de mirar a Katze, los ojos casi se tuercen en sus cuencas. Cal ya conocía la noticia de Raoul Am trayendo a Katze de nuevo al mundo utilizando su material genético. El maestro Iason le explicó todo y él… bueno, él tenía una opinión pero sólo la había compartido con Riki. 
Cal sonrió con afecto. Era la primera vez que se veían.
-Permítame Maestro Am – katze se aferró notablemente a Raoul al ver que un extraño para él pretendía cargarlo – Hola pequeño Katze.
Raoul pasó la bolsa a Cal y puso a Katze en el piso, se adentró con él caminando de la mano hasta los suaves sofás
 - ¿Tienen todo cubierto? – preguntó cuando ayudó a Katze a sentarse, el pelirrojo miraba un poco desconfiado el nuevo ambiente, ni un momento soltó la mano de Raoul.
-Si Maestro Am – a Cal se le llenó el corazón al ver la forma frágil pero tan viva de ese niño de cabello rojo puro y mirada dorada, tenía un brillo sobrenatural sobre las pupilas – Revisé cada esquina, puse protectores, cubrí las conexiones eléctricas, todos los cajones están cerrados y la cocina bloqueada. El balcón está completamente cerrado.
-Bien ¿Dónde está tu Maestro?
-Raoul, perdona la tardanza – Iason se acercó por el pasillo que conectaba a su habitación, se ponía los guantes blancos y estaba ataviado con su elegante chaqueta roja. La mirada de Iason se posó sobre los ojos que lo miraron desde el sofá. Katze estaba de pie sobre los cojines y se apoyaba contra el respaldar, sus dientes pellizcando el tapiz blanco. 
-Hola Katze  - Se animó a saludar el hijo favorito de Júpiter pero no recibió respuesta, solo un par de ojos dorados un poco redondos que no dejaron de mirarlo. 
-¿Vas a salir Iason? – Raoul preguntó al ver tan ataviado a su hermano.
Iason continuó mirando a Katze saltar sobre el sofá mientras caía sobre los cojines y repetía la acción con divertidas carcajadas, desvió la mirada a Raoul.
-La reunión es del Consejo Raoul, tenemos que ir todos ¿Cómo es posible que tenga que explicar eso? – Raoul se pasó la mano por la cara, seguramente había leído mal el comunicado, pensó que la reunión era sólo con Júpiter que a veces pedía ese tipo de audiencias. Últimamente Katze estaba bastante exigente de atención y eso lo sobrecargaba.
-¿Entonces sólo estará Cal? – preguntó Raoul inseguro de dejar a su Azafrán, lo ayudó a darse la vuelta después de caer de cara sobre los cojines. Katze ahora echado en el sofá levantó las piernas para  mirar sus zapatos que tenían luces. 
-Riki está en la habitación – aclaró Iason, pero no mencionó que el mestizo no pretendía salir de ahí. No aceptaba lo echo por Raoul y menos la facilidad con la que aceptó Iason. Si bien su relación no estaba mal, tampoco era su mejor momento. Estaban usando las viejas tácticas de siempre, el no mencionar nada. No mencionaban la época de ser amo-mascota, a Guy, la muerte de Katze, el nuevo Katze, la falta de orgasmo de Iason… El lado bueno era que las Reformas a Amoi los unía en planes y sueños, de lo contrario estarían fraccionados cada uno por su lado.
Iason estaba tan frustrado sexualmente que sentía que sus genitales estaban azules por tanta contención. Riki era bastante colaborativo y entusiasta en el sexo, dejaba que la creatividad de Iason lo contorsione de placer, de todas formas el orgasmo de Iason no llegaba nunca. 
Katze con la agilidad de un niño bajo del sofá y abrazo las piernas de Raoul, alzando la mirada expresó muchas cosas que Raoul entendió. 
-Me daré prisa Katze – le dijo separándolo un poco y flexionando las piernas para hablarle a su altura – Estarás con Cal, te cuidará y jugará contigo.
Katze negó con la cabeza y miró a Cal como si lo notará recién. El joven mueble con expresión amable le tendió una mano para que el niño la sujete.
-Vamos Katze tengo un postre para ti, luego podemos jugar o leer cuentos.
Sin estar muy convencido Katze aceptó que lo separaran de Raoul. Lo sentaron de nuevo en el sofá y pusieron delante de él una tajada de tarta con chocolate, tomando con los dedos empezó a pellizcar la dulce crema.
Al tercer bocado y antes de poder interceptar cualquier movimiento los dedos manchados de crema se embarraron en la manga pulcra de la ropa de Cal. Raoul río entre dientes mientras limpiaba los dedos sucios de Katze y le pasaba una de las infaltables toallitas húmedas a Cal.
-Por lo general no le doy nada con azúcar, así que era muy probable que rechace el sabor dulce – explicó Raoul cuando Katze ya no se interesó en el pastel. Cal afirmó algo confundido.
- Creí que a los niños les gustaba los dulces.
- Si, pero para ser su primera exposición, quizá fue demasiado para él. En la bolsa traje unas galletas que le gustan con yogurt. Dentro de unos quince minutos podrías intentar que coma… por lo general termina todo. 
-Si, Maestro Am.
Iason que se había mantenido al margen todo el tiempo ahora correspondía la curiosa mirada de la que era objetivo. Katze lo miraba con tanto interés… Mientras Raoul llenaba a Cal de un montón de indicaciones que podían ser algo obvias a veces y otras un tanto exageradas. Cuando escuchó algo parecido a: “No dejes que entre sólo al baño que puede caer dentro del inodoro”, decidió intervenir.
-Vamos Raoul – Iason se acercó a Raoul que se ponía de pie después de despejar la frente de Katze de sus cabellos rojos – Cal es un excelente mueble, podrá hacerse cargo. 
Cal sonrió por lo bajo ante el inesperado elogio. Mientras apartaba el pastel y se lo llevaba a la cocina, cuando regresó vio a su Maestro bajar un poco el cuerpo sin doblar las rodillas y le hablaba a Katze.
-Pásala bien.
El niño le sostuvo la mirada un momento, casi sin articular expresión alguna. Sólo la apartó cuando Raoul le acarició la mejilla.
-Estaré aquí antes de que te des cuenta – el sentimiento de aprehensión no abandonó a Raoul aún cuando le dio a Cal el número de su comunicador personal y otras indicaciones más. Tuvo que fingir confianza que no sentía para no dejar en Katze el nerviosismo que lo estaba consumiendo.
-Adiós Katze – dijo Raoul con una ligera sonrisa para dejar tranquilo a su Azafrán que no parecía muy convencido.
Katze no devolvió la sonrisa pero hizo el gesto con la mano que había aprendido para despedirse.
-Vamos Raoul – Iason ya estaba en la puerta – Es tarde.
-¿Tarde para qué? Si la reunión comienza cuando tú llegas.
Con eso ambos rubios cerraron la puerta. 
Cal soltó el aire que estaba conteniendo lentamente, miró a Katze que se las había arreglado para abrir la bolsa que trajo Raoul y rebuscar en su interior. Tal como dijo el Blondie había todo un cambio de ropa para cualquier eventualidad, incluido un par de zapatos, toallitas húmedas, una chaqueta, una manta mullida y en un bolsillo apartado un recipiente con galletas y otro con yogurt.
-¿Quieres comer? – ofreció Cal viendo las intenciones de Katze de abrir el plato, él no le prestó mucha atención y continuó sacando todo el contenido de la maleta. Al parecer eso era muy entretenido. Cal necesitó unos segundos para entender qué era lo que le divertía. Dentro había una suave pelota dentro que se movía, hacia sonidos y tenía luces, de repente a Katze se le ocurrió agarrar la bolsa y girarla para vaciar su contenido.
La pelota salió rodando debajo de los muebles.
Teniendo diferentes ideas de cómo jugar con esa pelota Cal la buscó debajo del sofá mientras Katze hacia lo mismo. Entusiasmado por jugar con un niño desde la época que dejó Guardián, Cal tenía muchas ganas de regalarle a Katze una bonita noche de juegos.
 Después de jugar con la pelota, Cal encontró unos autos de juguete en el fondo de la maleta. Trasladó a Katze a la alfombra entre los sofás y se sentaron ahí para hacer pasear los pequeños motorizados. Katze hacía muy bien el sonido de un auto frunciendo los labios, Cal lo acompañó un momento pero cuando se le hizo imposible que Katze se quedará sentado tuvo que pensar en alguna alternativa.
Miró a su alrededor un momento, buscando alguna forma de que Katze se quedara quieto por cinco minutos a lo mucho, cuando miró hacia abajo vio al pelirrojo metiéndose debajo del sofá.
-¡Katze! ¿Estas bien? – Cal lo ayudó a salir y ponerse de pie, le arregló la ropa y el cabello desordenado. Mordiéndose el labio tuvo que pensar en su única alternativa.
Cuando tocó la puerta de la habitación que el Maestro Iason y Riki compartían se abrió demasiado pronto para su sorpresa. 
Riki estaba cerca a la puerta, con el panel de control del departamento abierto y funcionando. Tenía muchas capas de ropa encima y estaba despeinado, parecía que se acababa de despertar.
-Mil disculpas Riki - dijo Cal haciendo una leve reverencia – ¿Por favor puedes ver a katze sólo cinco minutos? ¿Por favor? ¡Tengo que usar el baño!
Ante esas palabras Riki bajó la mirada, como quien marca un camino. Katze tenía algo en la boca, algo verde que parecía un muñeco. Riki encontró  en sus ojos el familiar dorado y el cabello rojo puro de la persona que fue su amigo, ver a éste niño fue  chocante para Riki. No le gustó.
-Bien Cal, date prisa.
-Gracias – el mueble sonó tan aliviado, mientras se iba casi corriendo por el pasillo sólo alcanzó a dar una advertencia a Riki - ¡No lo dejes sólo! 
Para Riki fue incómodo mirarlo unos segundos más, la idea de que en unos meses este niño tendría la apariencia de su amigo Katze lo alejaba como repelente. Por las diversas circunstancias era obvio que en algún momento tendrían que volver a interactuar ¿Cómo iba a hacer eso a sabiendas que era un “remplazo” echo en un laboratorio? 
“-Hola reemplazo de Katze versión 2.01” se imaginó diciendo ¿Y si a éste niño también le pasaba algo Raoul iba a repetir el experimento? Como odiaba la realidad de su mundo donde el poder de las decisiones la tenían muy pocos. 
Se cruzó de brazos mientas el niño delante de él miraba fascinado las luces de sus zapatos. Sacó de su boca una rana para morder y se la mostró a Riki, casi como una invitación.
El mestizo negó con la cabeza y salió de la habitación.
-No hoy niño – le dijo mientras caminaba a la cocina para servirse un poco café caliente, sentía mucho frío. Antes de ser interrumpido estaba ajustando la temperatura de la casa. 
La cocina estaba bloqueada por una mampara, Riki sin pensar en eso la desajusto y siguió en lo suyo. Una vez con la taza preparada en sus manos salió al balcón a mirar el sol cayendo por el horizonte, casi dejando la casa en  penumbras, pero las luces no se encendieron. Automáticamente lo hacían todos los días.
-¿Riki? Que extraño que las luces no se prendan –  Cal apareció, lo miró casi escaneando los alrededores -¿Saliste al balcón? Y Katze…
Riki miró al igual que Cal, primero a su alrededor y luego por la cocina.
-Estaba en el pasillo – respondió sintiendo que había actuado con irresponsabilidad.
-¡También sacaste el protector al cajón de cubiertos! ¡Y la cocina está abierta! – Cal demasiado afectado para ver todos los alrededores fue corriendo al pasillo de donde nunca debió soltar a Katze -¡¿Katze?! ¿Dónde estás? 
Riki continuó en su sitio mientras escuchaba a Cal buscar a Katze con avidez, su voz sonando cada vez más fuerte y desesperada. Incapaz de permanecer ajeno mucho más tiempo fue a la cocina sin olvidarse de cerrar el balcón.
Vio cerca a la entrada de la cocina el juguete verde que Katze le había ofrecido. Estaba botado justo delante del portal desplegable para arrojar la basura orgánica como los desechos de la comida y demás.
Riki se acercó tomando el juguete y examinó el portal. No tenía seguro, apenas acercó la mano un sensor lo reconoció y  se desplegó sólo mostrando un túnel metálico descendente que recorría todos los departamentos de la Torre Eos hasta un destino final de tratamiento de residuos.
A Riki el corazón le empezó a retumbar. 
Cal llegó corriendo donde él, mientras las luces se encendían en todo el departamento, estaba casi despeinado y completamente alterado.
-No lo encuentro Riki. Intente mirar las cámaras pero seguro dejaste abierto el panel de manejo del departamento y Katze tocó muchos botones… apagó las cámaras, desactivó las luces y apagó el agua caliente… - Cal tomó aire - Ayúdame a seguir buscando…  - Vio a Riki ponerse de pie y sujetando la rana que masticaba katze. La mirada tensa y lúgubre de Riki casi hace desmayar a Cal -¡Por Júpiter! 
Cal corrió al comunicador principal para pedir a los encargados de la planta de tratamiento de residuos que detuvieran sus máquinas, mientras Riki igual de conmocionado recorría el departamento buscando a Katze ¡No podía aceptar que se había caído! Debía estar oculto en algún lado de la casa.
-¡Katze! ¡Katze!
-¡Katze!
-¡Por Júpiter Riki! - Cal estaba en lágrimas – Sólo tenías que vigilarlo unos minutos ¡Katze! 
Vio a Cal gateando para mirar debajo de los muebles. Los encargados de la plata de residuos estaban bajo alerta y con sus escáneres buscaban alguna forma humana en los últimos deshechos llegados. Le habían dicho que podía tardar horas ya que todo lo que caía era orgánico y la búsqueda debía ser meticulosa. 
Riki volviendo sobre sus pasos otra vez, recorrió la habitación que compartía con Iason, busco a gatas al igual que Cal pero no había nada.
-¡Katze! 
Más frustrado, nervioso y culpable que nunca antes en su vida descubrió que estaba sudando. Se quitó de encima  todas las mantas y ropas que lo abrigaban, las arrojó sobre otro montículo de ropa que había cerca al closet que había desordenado antes de que Cal lo interrumpiera.
¿Qué le costaba superar sus prejuicios por unos minutos? ¿Qué le costaba tomar ese estúpido juguete e interactuar un poco con el niño? Y peor aún… ¿Qué culpa tenía Katze en todo esto?
Riki se odió a sí mismo ante el pensamiento de que lo había matado de nuevo.
Cal se arrojó a los sofás llorando con desconsuelo mientras Riki ya no sabía dónde mas buscar. Estaban exhaustos y consumidos por la ansiedad y el miedo. 
 Todo el cuerpo de Riki estaba temblando, pero no era frío. El pánico ante lo que había provocado era tan abrumador como los sollozos desgarradores que hacía Cal. Riki no se atrevía a decirle nada ¿Qué podía decirle a Cal en una situación cómo ésta? 
Incapaz de permanecer en el mismo sitio volvió sobre sus pasos hasta la habitación que compartía con Iason. Se sentó en la gran cama ataviada con suaves sábanas de seda violeta. Sentía que su garganta se apretaba y su pecho se constreñía como si no fuera capaz de respirar. Sus ojos de se llenaron de lágrimas y lloró.
El dolor lo aplastó. 
Lloró sin moverse ni apartar la mirada del suelo, ningún músculo de su cuerpo se movió mientras la cara se le llenaba de humedad. Cada gota detrás de las otras mojaba la alfombra hasta formar un círculo más oscuro en el piso.
Cal apareció en la puerta, le costaba caminar y todo el cuerpo le temblaba. 
-Riki, me mandaron un mensaje de la planta de tratamiento de residuos. Dicen que la alarma de apagado de las máquinas se registró tres minutos después de caer la última carga del edificio. Todo lo que cayó paso a incineración antes de ser apagados. Ahora hay un escáner revisando lo que quedó… pero dicen que podría tardar horas…
Muchas, muchas lágrimas cayeron también al suelo de parte de Cal. Se miraban entre la distorsión provocada por la humedad de sus ojos, de repente Cal se dejó caer al suelo y continuó lamentándose ahí.
El espacio vacío dejó a la vista de Riki el montículo de ropa que él había botado al suelo, había revuelto eso buscando a Katze ahí pero no… en el closet.
Casi corrió para comprobar sus nuevas esperanzas, viendo efectivamente la puerta entreabierta. Mirando adentro encontró a Katze durmiendo de lado, casi en posición fetal en el espacio que había dejado su ropa faltante.
-¡Katze!!Katze!
-¡Júpiter! ¡Bendito seas Júpiter! – Cal ya estaba detrás de Riki. 
Casi abrazados Riki y Cal de rodillas en el suelo terminaron de llorar su angustia para transformarla en alivio. Cuando estaban compuestos y tranquilos miraban al interior del closet casi como hipnotizados.
Unos minutos después los rubios llegaron.
 
Seguramente esto es lo que pasó: Al dejar la puerta abierta y el panel de controles del departamento abierto Katze movido por su natural curiosidad tocó todo lo que pudo de esa pantalla con luces, al aburrirse siguió al joven que vio antes y olvidó sujetar su rana. Siguió sus pasos y dejó en el suelo el juguete para ser tomado después. Al ver que la puerta seguía abierta quiso volver a tocar la pantalla con luces y botones. Una vez en la habitación llegó al closet y se durmió.
 
 
 
Notas finales:

Nos leemos!


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