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Katze por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Segundo capítulo de la publicación doble disfrutar!!

 
Capítulo 14
 
Yumi se las arregló para seguir las indicaciones que tenía en las manos, Maku le había explicado muy temprano en la mañana que estaba de servicio en la casa de Gideon Lagat en Midas. Pero que su maestro no estaría en casa por su trabajo. Maku solicitó si podía invitar a Yumi a pasar la mañana y parte de la tarde, antes del regreso de su Maestro, en la acomodada casa. Gideon no halló problemas.
Cuándo Yumi tocó el timbre del comunicador de la elegante Villa, Maku permitió su ingreso abriendo el portal. Ante él quedó expuesto un camino rodeado de vegetación y adornos hechos en piedra blanca. Caminó el sendero subiendo un par de escalones y ante la puerta Maku lo estaba esperando.
Con el uniforme de mueble Maku exponía su anatomía con orgullo, un jovencito un poco más alto del promedio, de ancha espalda y fuertes brazos. Mostró la bonita fila de dientes blancos.
-Gracias por escogerme en tu día libre Yumi – dijo mientras pasaban al interior. Acostumbrados al aire lujoso de los muebles y decoración Yumi no se impactó por el interior de la casa de Gideon Lagat. 
-Quería devolverte el favor Maku, has sido de gran ayuda con el problema que sufrí de mi brazo, bueno, tu sabes lo difícil que está siendo Katze ¿Cómo puedo ayudarte? – Maku los guió hasta la cocina con  Yumi detrás de él. Ambos se sentaron frente al mesón y apoyaron los codos. 
-No es necesario Yumi, en verdad – después de esa respuesta se sonrieron algo nerviosos y nada más. 
Un aura pesada cayó sobre ambos.
Bien, hasta ahora a Yumi le pareció una buena idea visitar a Maku, buscarlo y terminar con esa incómoda situación que había nacido entre ambos desde la noche que se quedaron a solas en el departamento de Raoul Am y éste tardó mucho en volver, incluso pasada la hora de la cena. Raoul tuvo la gentileza de comunicarle que no vendría a casa a cenar ya que Katze quería seguir jugando con Riki y Cal.
Eso los motivo a cenar juntos y darse la diligencia de preparar una cena diferente a lo que un mueble está acostumbrado, pusieron velas en medio de la mesa, prepararon un delicado postre acompañado de una suave bebida y entre una conversación entretenida y afable llegaron a descansar en los sofás. La conversación llevó a muchas risas, las risas a abrazos, los abrazos a muchos más abrazos que terminaron en un beso. Cuándo sus labios se desprendieron tenían los oídos sordos a todas las señales del exterior, menos las de su propio cuerpo… el rápido latido de su corazón.
Yumi sintiendo el volcán dentro de él, que no tenía cómo canalizar y no conocía si era posible o no sentir más… tomo la mano de Maku y lo guió a su habitación.
Quizá era por su propia inexperiencia o por que su día de compras con Katze había sido extenuante, pero sin hacer nada se acostaron juntos en la cama mirándose de frente y poco después se quedaron dormidos. 
Despertaron cuándo Raoul llegó con Katze en sus brazos cubierto por una manta y sumido en sueños. Sólo Yumi salió a recibir a su Maestro, atendió las pocas solicitudes y esperaron que Raoul Am estuviera completamente dormido, para que Maku saliera en plena oscuridad. 
Desde ese día Yumi se sentía tan abatido por haber abusado de la confianza de su Maestro y al mismo tiempo cobarde por no ser capaz de decir la verdad todo mezclado con la clara psicodelia cometida con Maku. Dos muebles permitiéndose algo así…
Serían la vergüenza de sus maestros para luego pasar a ser reciclados sin una sola palabra de consuelo. Además que la atmósfera de amistad con Maku desde ese día no era la misma. Demasiada tensión. 
Ahora bebían en silencio una bebida que Maku había echo con frutas.
-¿Todo está bien con Lord. Raoul? – preguntó Maku, él necesitaba saber si su acto descuidado había tenido consecuencias. Sin embargo tenía grabado la dulzura de esos labios. 
-Demasiado bien Maku, me dio este día libre y eso me hace sentir tan culpable… siento que me burló de su bondad ¡Eso no debió ocurrir!
Casi golpeado por esas palabras Maku bajo la cabeza.
-Yumi, yo podría decírselo a Raoul Am, asumir toda la responsabilidad y dejarte fuera por completo. En realidad fue así, yo te bese.
-Pero yo te lleve a la habitación. Además si decimos algo vamos a morir. 
Maku miró sus manos, Yumi tenía razón, lo muebles son desechables, sus maestros jamás perdonarían esta traición y falta de etiqueta. Con ese acto habían roto tantas reglas. Pero al menos deseaba que Yumi se sintiera mejor, que olvidará su única falla.
-Escuha Yumi, eres un excelente mueble, haces muy bien tu trabajo. Tu sazón en la comida es incomparable, preparas los postres más deliciosos que probé, admiro como decoras el plato, la hoja de menta, los puntos de jarabe o los palitos de canela… tienes los detalles más bonitos en poner la mesa, la forma delicada y cuidada en cómo pones las toallas en el baño y siempre todo dispuesto para tu Maestro. Nunca olvidas las flores frescas en el escritorio de Raoul Am, te he visto acomodar los cojines sólo que se vean más voluminosos… ¿Menciono a Katze? Eres tan perfecto en tu trabajo y confiable que la lesión de tu brazo no fue una razón para que tu Maestro se deshaga de ti. Raoul Am dijo ese día que te lesionaste: “Yumi es imprescindible para mí”. Tu trabajo es admirable Yumi, este error, pequeño error es algo que puedes perdonarte, por ti mismo. 
-¿De verdad notaste todo eso Maku? A veces pienso que sólo yo notó lo que hago – muchas de las inquietudes en Yumi se apaciguaron ante las bonitas palabras de Maku.
-Claro que lo noté – Maku se sintió mas aliviado al ver la sonrisa de Yumi, no era completa pero al menos sonreía – Yumi tú me gustas…
Maku se animó a declarar, tal vez esto iba significar perder la compañía de Yumi pero también podía arriesgarse a ganarlo todo.
Dentro de Yumi las emociones burbujearon como champán deseando sentir la efervescencia que había sentido desde la punta de los pies hasta los caballos esa noche que se dieron un beso. Negar que quería explorar lo que se supone NO DEBIA SENTIR llevaba su curiosidad a aplastar toda coherencia. 
Yumi se puso de pie sin decir nada, Maku bajo la mirada derrotado por el silencio precedido a su declaración. Sólo quedaba escuchar el sonido de la puerta cerrándose pero nunca llegó. Sólo los suaves pasos que se iban y luego extrañamente regresaban.
-Maku ven.
La invitación fue dócil acompañada de una leve sonrisa, desorientado Maku se puso de pie y siguió hasta el vestíbulo a Yumi. Más extrañado lo vio ingresar a una pequeña habitación destinada a guardar abrigos de los invitados a casa o bien algunos paraguas.
Sin decir palabras Yumi se metió pero dejó la puerta abierta, clara propuesta a Maku.
Nervioso pero emocionado Maku cruzó el portal y se dejó envolver por la oscuridad que ofrecía esa estrecha habitación. Yumi cerró la puerta y todo se hizo más denso.
-¿Yumi? – era difícil distinguir algo aparte del olor ligeramente perfumado de las prendas colgadas. 
-¿Estás nervioso? – Yumi sentía que su corazón estaba a punto de abandonar su cuerpo – Yo mucho.
Buscando a tientas con los dedos de las manos Maku encontró lo que parecían los hombros de Yumi, el joven castaño haciendo lo mismo lo encontró colocando las manos sobre los pectorales firmes. 
Un poco más acostumbrados a la penumbra distinguían las siluetas de sus cuerpos y algunas líneas de los cabellos definiendo sus rostros. El brillo de los ojos, la punta de la nariz…
Por más preguntas que Maku quería hacer, se dejó guiar por la solicitud muda en el brillo amatista de los ojos de Yumi y descendió el camino para que sus labios se encontrarán. 
Fue suave apenas rompiendo el silencio.
Al separarse Yumi soltó una risita. Muy nítida a los oídos de Maku.
Antes de cuestionar Yumi se explicó.
-Así a oscuras, da al menos la ilusión de que podemos intentar algo sin correr riesgos. Momentos que son sólo nuestros y de nadie más ¿Acaso un mueble puede permitirse la felicidad de tener a alguien más? 
Maku acarició a Yumi los hombros y parte del cuello, sintiendo sus dedos rozar las hebras de cabello en sus dedos. Había tanta verdad y miedo en las palabras de Yumi. 
Sus vidas no les pertenecían, estaban destinados al servicio de sus amos, solo podían sujetarse a la ilusión del tiempo… tiempo juntos y deseando estar juntos. 
-Por muy poquito que sea, podemos intentar tener algo ¿Quieres Yumi? 
-Si. 
Se quedaron largos momentos dentro del armario, reconociendo sus rostros en la oscuridad, regalándose algunos besos quedos más.  
 
 
La reunión del Consejo  terminó hace unos minutos, Iason y Raoul conversaban sin prisas de los temas que les interesaba. En la amplia y fría  elegancia de la oficina del favorito de Júpiter terminaron sus copas de vino y se dispusieron a retirarse. 
-Raoul déjamelo a mí, ya es bastante difícil ser tú en éstos momentos. Vladimir Echen no desapareció, en algún momento lo encontraremos – Iason comentó al ver la profunda marca del ceño de Raoul en su frente, sin duda la violencia sufrida por Katze a manos de ese sujetó no era un tema de baja prioridad para Raoul, de echo tampoco para Iason, aunque por razones diferentes. Después de ver algunas partes de la reproducción encontró una incógnita… Que interrogatorio estaba preparando ese sujetó para Katze, qué deseaba saber que no escatimó en recursos. Un sujeto así era peligroso. Ahora más que Riki también frecuentaba Ceres.
Incluso con Raoul habían impreso la letra echa con sangre que marcaba la puerta donde le tendieron una emboscada  esa noche al pelirrojo. Hasta el momento era su única pista a seguir 
-¿Difícil ser yo? – repitió Raoul mientras caminaban de vuelta a sus residencias -¿A que te refieres?
-Katze – resumió Iason, al ver la expresión aún más confundida se explicó - Cuando Riki lo trae al ático es imparable Raoul, Riki obviamente no ejerce ningún tipo de autoridad y tampoco lo intenta y cuando quiero que bajen el volumen a su escándalo Katze pone esos ojos grandes y se congela, apenas me voy el caos vuelve. Temo que si regaño a Katze podría matarlo de un infarto Raoul. Aquí tú eres el único que puede guiarlo, mostrarle algunos límites, educación responsable, si continuas permitiéndole todo será una persona sin autocontrol, debes poner normas, objetivos, reglas, que se deben cumplir para lograr lo que se proponga. Caso contrario será como cualquier otro mestizo de Ceres que creció sin dirección.
-Iason por más que entienda lo que dices, simplemente no veo lo que  mencionas. Sí, Katze está enérgico y entusiasta, pero apenas es un niño de ocho años, ésta explorando el mundo y demuestra su inteligencia de esa forma, es completamente inocente. Además, si hay problemas con escándalos y travesuras es la responsabilidad de Riki, él es el adulto ahí, debe ser capaz de proponer actividades recreativas y no perjudiciales. En todo caso será mejor que Katze no vuelva al ático. 
Iason elevó una única ceja ante la forma casi maestra en la que Raoul intentaba tapar el sol con un dedo, bastante convincente. 
-Como quieras, pero recuerda lo que te digo. Katze vive contigo, eres el responsable de su alimentación, vestimenta, de su educación, pero también de su formación como persona… debes poner límites y ejercer disciplina. 
Raoul negó con la cabeza, cuando estaba por replicar el argumento de Iason las puertas del ascensor se abrieron en el piso donde vivía Raoul. Ambos bajaron mirando inmediatamente  sus  pies. Una considerable cantidad de agua les mojó los finos zapatos de etiqueta. El pasillo estaba inundando por un gran charco que llegaba hasta el ascensor. La puerta del departamento de Raoul estaba abierta. Seguramente haciendo en su mente los peores escenarios posibles Raoul sin importarle el agua se metió corriendo hasta el interior de su residencia. Iason se debatió, volver a meterse al ascensor y enterarse de lo sucedido después o terminar con el asunto en el acto. Un pasillo inundado en Eos… ¿Dónde estaba Orphe Zavi? Como es que no sonaron las alarmas o se notificó a alguien. 
Aguantando la desagradable humedad entrando por sus zapatos y mojando su ropa se adentró al pasillo hasta el interior de la casa de Raoul. 
Lo primero que notó Iason fue la gran cantidad de juguetes flotando en el agua, de diferentes colores y formas, luego el sonido de fuertes chorros de agua de diversas fuentes, un sollozo contenido. 
-Por favor Katze abre la puerta – Yumi solicitaba como una súplica -cierra las llaves.
-¡No! ¡Yumi prende el agua de la cocina. Así terminaremos antes!
-Katze… Por favor… harás que me maten.
Luego Iason vio a Raoul a tan sólo unos pasos de la entrada, tan quieto como él asimilando el paisaje de su departamento inundando. Los brazos caídos, la mirada gacha. Cuándo Iason estaba a punto  de acercarse y decir algo parecido a: ”Te lo dije". Escucharon a Yumi exclamar.
-¡Por fin, Katze! 
Muchos chapoteos sonaron contra el piso, Katze corría por el pasillo directo a su encuentro. El niño tenía algo envuelto en la cabeza, parecido a un sombrero, había rasgado o cortado sus pantalones para dejar el acabado irregular, una pierna en la rodilla y la otra por el muslo, la camiseta blanca cortada en las mangas y alguna prenda desafortunada echa hilachas para formar una especie de cinturón. En las manos una espada de juguete.
-¡¡¡Si!!! – su grito no se contuvo al ver a Raoul e Iason cerca a la entrada -¡Inundación!
Yumi apareció corriendo, tenía todo el cuerpo mojado, especialmente de la cintura para abajo, como si hubiera echo algo de rodillas por mucho tiempo. Cuándo vio a ambos rubios colapsó dejándose caer sobre manos y rodillas, luego se abrazaba a si mismo mientras intentaba hablar pero cualquier cosa que lograba salir de su boca era aplastado por los chapoteos y gritos de katze que vivía su propia fantasía entre tanta agua. 
Raoul se acercó a Yumi y lo puso de pie, le arregló la cara que tenía lágrimas y fue conciso en sus preguntas.
-¿Por qué no me llamaste?
-Amo, su comunicador lo perdió Katze está mañana y usted salió sin él.
Raoul había olvidado el pequeño detalle.
-¿Por qué la puerta del departamento estaba abierta?
-Estaba a punto de ir a avisarle pero escuche que Katze abría la puerta del baño y creí que detendría el agua. Pero se mantuvo encerrado un momento más antes de dejarme entrar.
-Ya comunique a un equipo de androides Raoul, vendrán a limpiar todo.
-Gracias Iason.
Ajeno a todo y libre como el viento Katze había enfilado todos los cojines de los sofás en el piso y  saltaba sobre ellos, habían absorbido agua como esponjas y al caer sobre ellos salpicaba mucha agua, lo estaba disfrutando tanto.
-Bueno, hay que reconocer que ha preparado bien el escenario Iason, fíjate en los juguetes que están flotando. Son todos de temática marina, incluso se dio tiempo y modos de preparar toda una flota de barcos de papel, ¿Miraste su ropa? Es un pirata o algo parecido. Eso demuestra su imaginación y la inteligencia de establecer los actos preparatorios y su ejecución. Katze no se conformó con sólo inundar el departamento, él armo todo un espectáculo. Me parece que sólo hay que canalizar esa energía… nada más.
Iason negó con la cabeza, Yumi hubiera echo lo mismo de no ser un mueble. Sólo bajo la mirada conteniendo toda su frustración. Pero dentro de Raoul que era el principal equivocado, sabía que estaba mal, muy mal y grave error no haber establecido algunas reglas antes. Quería creer en sus propias palabras pero nadie se puede engañar a si mismo. 
Afortunadamente los androides secaron y acomodaron todo en su lugar,  no hubo muebles dañados o que necesitarán días para estar en condiciones de ocupación. Tardaron un poco más en secar el delicado piso y las finas alfombras pero la tecnología en Amoi podía estar a la altura del las exigencias.
A la hora de la cena Katze mostró su temperamento, estaba molesto por que limpiaron el agua y se negaba a comer o responder apropiadamente la conversación que instaba Raoul. El rubio, intentaba comprender su actitud, pero sin importar el enfoque que intente darle las palabras de Iason cobraban fuerza: Katze necesitaba límites y dirección, sino  seria incapaz de auto controlarse… necesitaba disciplina. 
-Katze – utilizó un tono de voz algo duro para llamar la atención del pelirrojo que sentado frente a él miraba su plato sin probar bocado, la expresión molesta lo miró, labios torcidos y ceño fruncido – Lo que hiciste hoy esta muy mal. No puedes inundar la casa, fue realmente peligroso para ti y Yumi, podías haberte electrocutado, además de resbalar y caer. Desobedeciste a Yumi y lo pusiste en peligro también, él estaba realmente asustado. No volverás a hacer algo parecido Katze – al ver que la mirada molesta no cambiaba, continuó – estoy hablando en serio Katze, cuando no esté obedecerás a Yumi y al final del día él me contará como estuvo tu comportamiento. A partir de ahora tendrás reglas y si desobedeces serás amonestado. Tu eres un niño inteligente y SABES distinguir entre el bien y el mal. ¿Quieres un castigo?
-No.
-Entonces pórtate bien, así de simple.
Así de simple no fue, Raoul creyó que Katze realmente había entendido las claras palabras dichas por él. Pero Raoul defendiendo a Katze argumentó que el cambio debía ser gradual, de repente en su vida aparecían las reglas… había que tener paciencia.
Fue paciente cuándo encontró a Yumi limpiando el techo lleno de bolitas pequeñas echas de papel mojado que Katze las arrojaba soplando por un popote. 
Fue paciente cuándo encontró tierra de maceta en su cama con algunos soldados de juguete representando alguna batalla. 
Fue paciente al encontrar el lavamanos lleno de pasta dental y el espejo embarrado por lo mismo. 
Las palabras de reflexión se hacían presentes, no faltaba el momento que Raoul intentara hacer que Katze comprendiera  sus fallas, hubo castigos como prohibirle jugar con un juguete en específico o quedarse en el rincón para que reflexionara. También empezó a cumplir tareas para que asuma las consecuencias, como ayudar a limpiar sus propios desastres, Yumi no lo hacía más por él, parecía que iban por el buen camino, pero…
Hubo una noche que Raoul ingresó a casa llegando del trabajo, la sala de estar a oscuras, solo había una luz de fondo, de la cocina. Acostumbrado a que Yumi pudiera estar ocupado con Katze ya no era recibido en la entrada. 
-Por favor Katze, no hagas eso. Ya estás grande para jugar con la comida. 
-¡Déjame Yumi! Es mi comida.
-Pero es para comerla, no hagas eso.
-Puedo hacerlo. 
Las voces estaban mezcladas como por un martilleo.
-Se lo diré al Maestro Raoul, Katze. Hablo en serio.
-Cállate Yumi. 
Raoul ingresó en ese momento, la expresión de su rostro era una fría calma tan parecida a la de Iason. Con una sola mirada de barrido reconoció todo.
La mesa de la cocina estaba llena de garbanzos aplastados por una cuchara que Katze sujetaba. Muy cerca Yumi tenía una servilleta en las manos y un plato con restos informes de comida aplastada. 
-Maestro – Yumi se inclinó en una reverencia.
-Hola Yumi – dijo Raoul con calma para apaciguar al nervioso joven mueble – Katze.
El pelirrojo había dejado la cuchara sobre la mesa y miraba molesto a Raoul, sabía que venía una de esas largas conversaciones donde lo obliga a permanecer sentado. 
-Katze, te dije que obedecieras a Yumi. Ahora rápido, limpia todo ese desastre – el tono filoso y frío persuadido a Katze de hacerlo unos segundos después de quedarse quieto y retar a Raoul con la mirada. Con evidente fastidio levantó cada trozo de comida aplastada a un plato, luego limpio los restos con agua, jabón de platos y una esponja,  todo bajo el escrutinio de Raoul y un silencio aún más molesto. Yumi fue impedido de intervenir pero tampoco le ordenaron abandonar la habitación. Cuándo Katze terminó, botó con fuerza la esponja al lava platos.
-¿Eso es todo? ¿Puedo irme a mi habitación?
-No – respondió Raoul – Discúlpate con Yumi.
Ese desafío y falta de empatía que brilló en los ojos dorados llevó a Raoul a tomar la siguiente determinación. 
- Perdona Yumi – dijo con los dientes apretados.
Antes de volver a preguntar si podía irse a su habitación Raoul tomó la mano del pelirrojo con decisión, carecía de fuerza pero fue suficiente para caminar por el pasillo a paso acelerado y entrar a la habitación de Katze. Cajones abiertos con ropa saliendo, juguetes esparcidos por todas partes y la cama deshecha. 
-Katze, este castigo es por tu falta de sinceridad con Yumi. Él siempre te cuida con toda la bondad de su corazón. No vuelvas a tratarlo mal.
Sentándose en la cama y sin más distracciones tomó a Katze sobre sus rodillas, poniéndolo boca abajo. Le bajó el pantalón junto a sus infantiles calzoncillos y azotó.
Tres golpes que bajaron de su propia palma. Al terminar lo hizo parar con calma y le subió la ropa. Los ojos dorados conteniendo las  lágrimas y los labios fruncidos lo recibieron. Evitando conmoverse y permanecer firme Raoul habló.
-Piensa en tu actitud Katze, nunca más vuelvas a repetir ésta conducta. Ahora, ordena toda tu habitación y luego podrás descansar.
Cruzado de brazos y apoyado en la puerta vio a Katze moverse de aquí para allá ordenado el desorden de su propia autoría, de vez en cuando se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano y emitía gimoteos. 
Cuándo terminó, Raoul le dijo que se pusiera la pijama y lavara sus dientes. Cuándo el pelirrojo se metía a la cama aún tenía las pestañas humedecidas. 
-Buenas noches Katze, se que estas molesto pero espero que mañana te sientas mejor y aprendas de tu castigo. 
 -Buenas noches – ofreció Katze un poco tajante aún.
Raoul abandonó esa habitación cerrándola con calma, caminó por el pasillo hasta la cocina. Yumi limpiaba los platos y ollas sucias de la cena. Al ver a Raoul pauso su actividad y se limpió las manos.
-¿Dónde sirvo su cena Maestro?
Raoul suspiró, había echo todo lo posible para llegar temprano a casa y pasar tiempo con su Azafrán… y todo esto pasaba.
Cenar solo con su típica copa de vino iba a terminar por amargar su noche. La simple idea de escuchar el sonido de los cubiertos contra su plato era peor que caer de un puente. 
-No cenaré Yumi, cuando acabes aquí puedes disponer de lo qué queda de la noche. 
Caminando a su oficina en casa tomó la determinación de comunicarse con Iason antes de permanecer solo en esa pieza. Raoul sentía que su corazón sangraba por lo que acababa de hacer, jamás quizo y jamás lo imaginó pero había azotado a su Katze. 
La mirada dorada que tanto amaba… Llorosa ¡Oh, Júpiter! Con su propia mano…
En ese momento Raoul sentía que esa imagen lo iba a perseguir por siempre. Tomando el comunicador llamó a Iason, no tardó mucho en responder y le propuso encontrarse en unos minutos en el ático.
-¿Unas copas, bocaditos tal vez?
Iason aceptó y Raoul llevo la droga de Fler Leso que permitía a la élite emborracharse. Ésta vez no iba a ponerla en la bebida de Iason a ocultas, sino proponerle el volver sus cerebros vulnerables al alcohol.
Raoul necesitaba desahogar sus penas y quizá olvidar sus amargos problemas. Que mejor que con un buen amigo
 
Notas finales:

Sabes estas muy silencioso...

Déjame saber lo que opinas!

Un abrazo.

Nos leemos en una semana.


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