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Katze por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Hola! Hoy publicaré dos capítulos.

 

 
 
 
Las luces parpadearon delante de él, sin embargo también le pareció a Iason que fue un rápido tic de sus ojos. La luz era muy brillante. Se reconoció mirándose al espejo de cuerpo completo. Su elegante ropa blanca combinaba con su expresión distante. 
 La luz emitía un sonido, como un zumbido lejano que acompañaba los pequeños hipos de iluminación. 
-Maestro. 
Se percató que tenía a un jovencito delante suyo, los hombros inclinados en una muestra de respeto y la mirada baja. En las manos tenía algo ofreciéndole con infinita disposición. 
El cabello rubio cenizo le dio el indicio que era Cal, su mueble, sin embargo su rostro era tan anodino como si llevará una máscara de yeso blanca. Inexpresiva y sin vida. 
Iason tomó la toalla que le ofrecía Cal y se limpió las manos que estaban mojadas, procedió a buscar sus guantes, pero Cal ya no estaba. Confundido por la muestra de irreverencia y falta de respeto al salir sin pronunciarse Iason procedió a buscar el mismo sus guantes en los cajones del armario.
-Maestro estoy aquí, sus guantes.
Girando rápidamente vio la misma disposición del joven de antes en ofrecerle las prendas blancas, las manos elevadas como en súplica y la cabeza gacha. Sin embargo, no era Cal.
-¿Katze?- el cabello rojo puro era característico. El uniforme en un rosa suave dibujaba la silueta de un jovencito de no más de dieciocho años, su estatura ligeramente por encima del promedio. 
-Si maestro –  levantó la mirada. El iris dorado destellaba de viveza y energía, Iason vio la inteligencia en su mirada. 
Al verlo, Iason sintió que algo pasaba desde el interior de su garganta, descendiendo hasta su estómago artificial de élite. Como si por fin pudiera tragar un bocado demasiado espeso y grande. Era alivio, bienestar y libre de remordimientos. 
-Es bueno verte Katze – Iason lo contempló un poco más y luego tomaba los guantes y mientras se los ponía veía al adolescente esbozar una tímida sonrisa. Y congelado en esa imagen un surco aparecía en la mejilla izquierda de Katze desde el lóbulo de la oreja hasta la mandíbula  y se dibujaba en sangre. 
Iason dio un paso atrás, chocando con el espejo de cuerpo completo. Confundido por la aparente calma de Katze que dejaba que la sangre saliera de la herida hasta cubrir su cuello, de ahí al hombro y pecho.
Las luces del techo volvieron a parpadear, zumbado más fuerte que parecía que en cualquier momento el cristal delgado del foco se quebraría.
Las luces estrambóticas no dejaban de mostrar a Katze delante del él con la expresión pasiva mientras más sangre lo cubría.
Apenas un segundo de oscuridad y al segundo siguiente había luz. Delante del él, el joven mueble había desaparecido para dejar en su lugar  a Katze adulto,  tal como lo recordaba Iason el día del accidente. Estaba muy cerca.
-Iason por favor – gritó el pelirrojo con la osadía de agarrar a Iason por el cuello de la ropa, casi gritando nariz con nariz. Fue tan inesperada su cercanía que parecía que alguien lo había empujado por atrás.
-¿Qué haces Katze?
Iason logró sujetarlo por los brazos para estabilizar al pelirrojo que parecía que se caía. Lo tenía tan cerca que sentía su aliento a tabaco y algo metálico más, tal vez sangre. El dorado de su ojos había desparecido, en su lugar tenía las pupilas dilatadas, el negro casi se comía todo el color del iris, dejando un fino anillo dorado.
-Iason no lo entiendes – Katze parecía que estaba hablando antes pero el rubio no lo escucho.
-¿Qué no entiendo?
-¡No dejes que Raoul me ponga pañales!
-¿Qué?
Iason despertó. Tardó varios segundos en silencio procesar el contenido de su sueño. 
Estaba en su cama, era de noche y al parecer estaba durmiendo boca abajo. Al sentarse no pudo ignorar su terrible dolor de cabeza, parecía que sus ojos querían abandonar sus cuencas. Vio que tampoco tenía puesto sus habituales ropas de dormir, sino que estaba con las mismas que salió del ático por la mañana. Intentando recordar el porque estaba acostado así cayó en cuenta que lo último a saber era que estaba bebiendo con Raoul. 
¡Luego Riki llegó herido!
Ya se había embelesado de la cercanía de Riki a su lado, dormía de costado y parecía tranquilo. ¿Pero qué había sucedido? ¿Por qué no recordaba las cosas?
Negando con la cabeza decidió atender la gran necesidad de sed que lo aquejada. Frente a la cama, en una mesa baja había una jarra de cristal con copas disponibles. Tomando un poco y despejando su mente decidió no profundizar el contenido de ese sueño, desde que Katze murió soñaba cosas extrañas relacionadas con él. Ahora sabía que podía ser por el sentimiento de culpabilidad. 
El suave sonido de la copa al ser dejada sobre la mesa despertó a Riki. 
Lo primero que el joven notó fue que todavía estaba lloviendo y luego la gran figura de pie al final de la cama que lo miraba. 
-Lo siento Riki, no quise despertarte – la suave  voz de Iason como seda acarició a Riki como una mano por su pecho.
Riki lo miró por mucho tiempo, Iason lo vio aferrarse a las mullidas mantas como formando un nido con ellas, pero no decía nada. Al final Riki soltó algo parecido a un suspiro y oculto la nariz bajo las mantas, solo se veían sus grandes ojos. 
Iason se acercó.
-¿Cómo te encuentras?
-Tengo frío – respondió Riki, su voz amortiguada por el bloqueo de algodón.
Iason se inclinó sobre Riki, poniendo una rodilla sobre la cama, una mano  acariciaba su espalda. Desde la base del cuello hasta la cadera, reconfortante. Su boca bajo a depositar un beso en la frente.
-¿Alguna molestia más?
Riki negó con la cabeza. No quería separar los labios, sentía que no era dueño de si mismo en ese momento, quería afrontar a Iason pero no cuando las lágrimas amenazaran. Quizá sólo postergaba algo que sabía que lo lastimaría sin remedio.
¿Cuánto podía perdonar a Iason? 
Raoul había llamado a ese bebé “katze" pero no significaba que era Katze realmente ¿Verdad? Sólo era un experimento, ese pensamiento le hacía dar vueltas la cabeza.
Riki aceptó el abrazo de Iason mientras éste se acostaba detrás de él, lo envolvía y pegaba a su cuerpo. No quería alejar a Iason pero tampoco quería tanta cercanía.
-¿Te examinó Raoul? – preguntó Iason mientras dejaba besos en la coronilla de la cabeza.
-¿Porqué? ¿Acaso temes no tener las cosas listas?
¡Oh! ¡Maldición! Había empezado y no se detendría hasta terminar. 
Iason extrañado por la respuesta y la cantidad de molestia impresa en esas palabras se levantó en un codo para mirar a Riki a los  ojos.
-¿De qué estas hablando?
-¡Vamos Iason no finjas! O tal vez si yo muero ya tienes por ahí guardado un muñeco con mi cara… ¿Estoy equivocado?
Riki rompió el abrazo e hizo distancia sin salir de la enorme cama, molesto por no poder contenerse y más molesto por la confusión en el rostro de Iason. El rubio parecía que calibraba todas sus ideas para dar una respuesta válida.
-Riki… ¿Raoul te vio o no? Los golpes en la cabeza pueden ser muy serios. 
Riki casi se jalo los cabellos ante la evidente preocupación en  Iason. No había notas de ironía o sarcasmo, era preocupación legítima. 
-Fui yo quien vio a Raoul esta noche Iason, lo vi todo – Iason nunca tuvo la necesidad de ocultar nada a su preciada mascota, y Riki esperaba una confirmación con una sonrisa de autosuficiencia de Iason. 
-¿Qué viste? – la completa preocupación confundió más al mestizo. ¿Si Iason no lo sabía porqué mentiría? - Riki te ves pálido ¿Tienes algún dolor?
Antes de que Iason tocará su frente Riki le apartó la mano.
-Así que no sabes nada ¡Bien! – Riki se puso de pie, jalando con él todas las mantas de la cama, envuelto en ellas se acercó a la ventana y pegó el rostro al cristal que por fuera recibía las gotas de lluvia.
Iason permaneció observándolo desde la cama, diciéndose que ésta noche demasiadas cosas extrañas estaban sucediendo, él iba a darle algo de normalidad.
Perdido en sus propios pensamientos que iban y venían como las gotas de agua al caer Riki empezó a escuchar el susurro de la ropa. Antes de poder girarse la forma desnuda de Iason lo abrazó desde atrás.
-¿Me dirás lo que te molesta? – a pesar de las mantas y estar vestido Riki sentía el calor desprendido del cuerpo de Iason calentando su espalda. Riki cerró los ojos y apoyó la frente al frío cristal mientras Iason besaba su oreja. 
-Iason… no quiero hacerlo ahora – decía despacito con temor a quebrarse. La idea de Iason haciendo experimentos y varios Rikis en un almacén frío esperando por si algo le pasaba al original lo llenaba de náuseas. 
Esto era demasiado hasta para un cínico como él.
Sin romper el abrazo se giró y elevó la mirada para observar a Iason, su largo cabello parecía oro pálido con la luz opaca, su piel blanca dejaba brillando como gemas su mirada celeste. El único contraste del tono de su piel era la entrepierna, ligeramente más oscura.
-¿Por qué Iason? Lo que vi esta noche está mal en tantos niveles, que es difícil… ver las cosas igual.
-¿Qué viste? – Iason estaba más allá de la curiosidad, pero decidido a mantener la calma acariciaba la espalda y hombros de Riki dejando la manta sobre los hombros y poder tocar su piel por debajo de la ropa. 
Hubo una pausa silenciosa, donde parecía que Riki se calmaba ante las atenciones de Iason que daba apretones, roces y masajes aquí y allá, en lugares precisos. Aprovechando que Riki tenía los ojos cerrados Iason lo empezó a despojar de la ropa. En algún momento lo tomó entre sus brazos y lo depositó en la cama, ambos estaban desnudos bajo las mantas.
-¿Qué pasó Riki?
Uniendo miradas y sin hallar presión o coerción por parte de Iason, Riki suspiro. Tragando el nudo en su garganta empezó a hablar. 
-Raoul me dejó en una habitación después de examinarme, dijo que volvería después y que mientras tanto descansara… había algo extraño, un sonido molesto y después de revisar los rincones de esa habitación para apagar el zumbido la puerta que uso Raoul se abrió. El zumbido venía de afuera así que salí y entre por otras puertas que estaban abiertas…
-Espera Riki  ¿Puertas abiertas? Eso es imposible, solo Raoul u otro élite autorizado puede abrir las puertas, especialmente si son los laboratorios de Raoul.
-¿Estás diciendo que miento, joder?
-No, pero Riki… tuviste un accidente en tu moto y un fuerte golpe en la cabeza. Fácilmente pudiste quedarte dormido y… – Iason se interrumpió, escucharía hasta el final  - Bueno dime, que más viste.
Riki negó con la cabeza, eran demasiado claros sus recuerdos para que sean parte de un sueño loco.
-Llegue a una habitación donde podía ver a Raoul y otro élite… había algo parecido a una bolsa de carne dentro de una caja de vidrio, de ahí sacaron a un bebé. Era feo, estaba mojado y arrugado – Riki bajo la mirada, lo siguiente era la parte más difícil -Raoul llamó “Katze” a este bebé. 
Las finas cejas de Iason se elevaron un poco, ese giró era inesperado para él. Al ver la sorpresa en su expresión, Riki exhaló el aire de sus pulmones.
-¿Entonces no lo sabías? – dudando un poco de sí mismo dijo - ¿Tú crees que lo haya soñado? 
Iason sin dejar de acariciar la piel desnuda de Riki se perdió en sus pensamientos, había muchas cosas extrañas esta noche de lluvia, todas juntas era muestra que algo se estaba ocultando. 
Raoul hace mucho que estaba actuando de forma inusual. Además,  había puesto algo en su bebida ayer en la noche para dejarlo aletargado, eso era claro. Raoul lo había dejado fuera de su camino por alguna razón, sin embargo ¿Porque dejar que Riki viera sus experimentos? ¿Error? 
Riki había enterrado su rostro en el pecho de Iason, abrazándolo y llenando sus alterados sentidos del aroma suave del rubio. 
Decidir que Riki soñó eso era tomar el camino fácil. Debía investigar en el asunto. 
Le elevó el rostro a Riki y le beso sobre los ojos cerrados, luego las mejillas, la punta de la nariz para encontrarse finalmente con sus suaves labios. 
-Olvida eso Riki.
Riki mirando los ojos que amaba, celestes como el cielo se obligó a creerle… en su corazón tenía grabado todas las cosas grandiosas que marcaban su relación a diferencia del pasado. Iason le ayudaba tanto a olvidar el dolor causado antes que era difícil no creerle.  
Iason entrelazo sus piernas, paseo sus grandes manos por la piel dispuesta de la espalda en una caricia larga y lenta hasta perderse por debajo de la cadera. Amaso con una mano las nalgas redondas de su mestizo, una a la vez y luego las dos juntas, provocando la sensible abertura que ocultaban. Bajo más la mano, acariciando el perineo prestando atención a dejar una sola caricia a los testículos que estaban tensos. 
Nunca dejó de besar a su mestizo, mientras con los dedos le regalaba sensaciones embriagadoras, sujetando la parte trasera de la rodilla la elevó hasta dejar la pierna detrás de su propia espalda. 
Riki en una actitud más pasiva aceptaba el contacto y las atenciones, perdido por las suaves caricias que Iason dejaba en su piel, el calor de su mano se llevaba el frío dejando su estela como fuego. 
En un rápido movimiento Iason sujetó a Riki de la cintura, haciéndolo sentar sobre sus caderas, las rodillas de Riki flanqueando su abdomen. 
El dedo índice de ambas manos pinchaba la entrada apretada a ese cuerpo. 
Riki jalo una mano, apoyándose en Iason para alcanzar el lubricante de la mesita de noche, dejó cantidades generosas sobre el miembro erecto de Iason mientras se elevaba y Iason quitándole el lubricante aceitaba sus dedos. 
-Iason, mmmmm, ummm – pronto los dígitos del rubio se perdieron al interior de Riki, uno a la vez. Estirando y provocando – Mmmm, aaaa. 
Dejando el anillo de músculo lo suficientemente relajado agarró a su mestizo de las caderas. 
Riki lo miró asustado por un segundo, para luego sonreír en una mueca triste o abatida. 
El reflejo aprendido ganó por un momento, su cuerpo se había preparado para el desgarrador dolor de una penetración sin pausas. Sin embargo, Iason continuaba amasado su cadera, esperando su tiempo… una mano subió a acariciar su mejilla.
-Riki te amo – Iason lo decía más seguido y no perdía oportunidades en hacerlo. El mestizo aceptó la caricia con los ojos cerrados gozando del calor sobre su rostro. Con suaves movimientos comenzó a descender sobre ese miembro que lo llenaba, gozando en gemidos extasiados centímetro a centímetro de plenitud. 
El movimiento sobre la cama comenzó, parecía que la frecuencia aumentaba en sincronía con los gemidos de Riki, el sonido de la cama golpeando la pared amortiguado por el chocar de la carne húmeda. 
Cuando la velocidad de Riki descendía Iason lideraba la marcha, tan fuerte y precisó en la próstata de su pareja que unos masajes rítmicos en su  miembro provocaron el primer orgasmo de Riki. 
Con círculos de colores bailando en los ojos Riki se sintió movido, cuando recuperó un poco sus sentidos estaba de espaladas en la cama, sus piernas en los hombros marfiles de Iason. Y el movimiento empezó de nuevo. 
Para aliviar un poco la tensión de sus caderas Riki uso una almohada debajo de su trasero. Él estaba excitado de nuevo pero sabía que éste encuentro podría durar horas. 
Cerró los ojos y nunca dejó de vocalizar su placer. Sólo esperaba que Iason también logré terminar está vez…
 
 
 
El amanecer cayó sobre la Torre Eos, los rayos del sol acariciaron a dos figuras sobre una cama desecha, los gemidos ahogados y lujuriosos retumbando sobre sus cuerpos. El olor almizclado impregnaba el ambiente. 
Un par de horas después del amanecer, aún muy témpano para cualquiera Iason se levantó. Dejó a Riki arropado para que descansará de su dura jornada de sexo… que no estaba destinada a ser extrema pero la carrera a su propio orgasmo lo estaba volviendo loco.  Estar al límite y sólo necesitar un empujón lo llevaba a intentar posiciones extremas o estirar a Riki con lascivo placer. Aún así, su propia liberación no llegó tampoco está vez. 
Después de ponerse en orden decidió ir a ver a Raoul. Temprano o no, sin cita o lo que sea. Él era Iason Mink, podía ir a abrir cualquier puerta y descubriría lo que ocultaba Raoul Am.
 
Notas finales:

Este me pareció muy corto, así q hay uno más.


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