—Ya estamos enlazados, ¿por qué no podemos casarnos?—gimió lastimero, Cuando estaban a solas Draco no usaba ningún hechizo para ocultar sus ojos verdes esmeralda.
—Cuando acabemos este año—le contestó Draco un poco ausente.
Harry no dijo nada mientras besaba a Draco, uno no tenía claro si llegaría vivo hasta final de curso, y otro no sabía cómo decirle lo que significaba esa vinculación.
El ambiente en el colegio era tenso, Dumbledore y Snape desaparecían por largos días, algunos compañeros estaban perdiendo a familiares de un modo sospechoso, y la presión de un desenlace inminente era cada vez más fuerte.
Harry en el fondo sabía qué ocurriría, había entendido después de una conversación con Dumbledore y la destrucción de casi todos los horrocruxes de Voldemort, que las posibilidades de que él fuera uno eran muy altas.
No sabía cómo lo habían conseguido pero habían acabado con Nagini, la enorme serpiente y un horrocrux vivo.
Voldemort estaba acorralado pero no por ello era menos fuerte, menos decidido a llevar a cabo la profecía que Dumbledore le había contado completa.
Miró a Draco descansando sobre su hombro en su claro favorito del bosque.
¿Cómo decirle al amor de su vida que lo más probable era que muriera en pocos meses? ¿Y que su deseo más fuerte era casarse con él antes de hacerlo?
—Hace frío—dijo Draco—¿volvemos?
Harry se levantó era marzo y los hechizos constantes de calentamiento eran pesados.
Pero era donde podían estar juntos, juntos y a solas, sin cientos de ojos registrando cada una de sus miradas, de sus toques, de sus besos.
Anduvieron tomados de la mano de vuelta al castillo, la silueta era oscura y poderosa, una vez dentro cada uno tuvo que tomar un camino diferente hasta sus respectivas casas. Harry lo odiaba, los días que habían pasado juntos en Grimmauld place habían sido únicos.
No quería perderlos, no quería que acabaran. Y cuando al día siguiente Draco le dijo que había encontrado una solución Harry se sintió en una nube, una nuble blanda pero no carente de tormenta.
Draco había contratado a un druida para que los uniera en Hogsmeade, los alumnos ese año no tenían permitidas las visitas al pueblo por el peligro que conllevaba. Pero para ellos salir a hurtadillas del castillo no era ningún problema, tenía el mapa y los pasillos que unían a la escuela con Hogmeade.
Draco lo arrinconó tras la última clase de transformación.
Un beso robado y ansioso, un mar de nubes en sus ojos falsamente coloreados.
—Vamos a hacerlo—sonrió bobamente Harry.
—Vamos a hacerlo—le besó Draco.
Esa tarde ambos quedaron frente a la estatua de la bruja jorobada y con un Dissendium comenzaron una caminata de una hora que les llevaría a oficialmente ser un matrimonio.
O eso es lo que Harry había pensado, cuando subieron la trampilla de Honeydukes no les sirvió de nada cubrirse con la capa de invisibilidad.
Draco cayó desmadejado y Harry sintió como le desaparecían.
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