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Broken por Sh1m1

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—No me gustan las flores—se quejó Lucius, de pie junto a Remus.

—Son preciosas, amor.

—No son las que yo encargué, voy a hablar con esos inútiles y dejarles claro que no solo han perdido un cliente, sino cientos, me oyes, yo mismo me encargaré.

—Lucius—le amonestó Remus en ese tono tan firme que hacía que Lucius se lo pensara dos veces el seguir quejándose sobre algo.

Estaban junto a Harry que parecía un completo flan cuando la música comenzó otra melodía.

Pero es que Lucius quería que en la boda de su hijo todo fuera perfecto, solo tenía uno y esas flores eran una porquería.

Pero se calló, se calló por Remus y por cómo Draco y Narcisa se abrían paso por el pasillo adornado de espantosas flores. Se veían felices, mucho más que felices.

La túnica blanca con ribetes verdes era una herencia familiar, en él había quedado bien, sin duda, pero a su hijo le iba como un guante.

Desde que habían mostrado que estaban vinculados, Draco no había vuelto a ocultar el verde de sus ojos, que parecían ir completamente a juego con su túnica.

Estaba radiante, con su cabello más largo de lo que lo había llevado habitualmente y una sonrisa de oreja a oreja mientras andando no dejaba de mirar a Harry.

Lucius no comprendía la pítima de Harry con casarse, estaban mucho más que casados, estaban vinculados. Al parecer tenía que ver con esa educación muggle de sus primeros años. La cuestión es que Draco había organizado una boda para complacerle y Lucius lo había pagado todo.

Prefirió no mirar la birria de flores, quería disfrutar del momento y la mano fuerte de Remus le anclaba a él y al momento.

Habían pasado solo seis meses del día de la batalla. Al menos habían esperado hasta acabar sus estudios, pero no podía negar que él mismo se encontraba feliz al verlos.

Almas destinadas.

La ceremonia cumplió con los ritos mágicos unidos a otros que Lucius no conocía, y en todo momento, Remus no le soltó.

Algo de lo que él y Narcisa no habían hablado era de un divorcio mágico, y no lo habían hablado porque no lo iban a hacer.

El divorcio mágico conllevaba muchas penalizaciones, y Narcisa era parte fundamental de su familia y la señora Malfoy por derecho.

Ahora solo tenía que encontrar el modo de explicárselo a Remus.

La ceremonia acabó con un beso escandaloso y un coro de Weasley y lobos jaleándolos.

En realidad el grupo reunido aunque numeroso eran todos cercanos y de confianza. Por eso no le extrañó que Draco retirara los cordones de su túnica para poder liberar sus enormes alas ocultando a Harry de la vista de todos y de seguro dándole un beso aún más escandaloso.

Una opulenta comida después y demasiados postres regalo de Molly Weasley que bien podría montar una tienda de repostería, Lucius comenzaba a verlo todo mucho mejor. Incluso la birria de flores no le parecían tan mal.
Estaba siendo una celebración excelente, y mientras él hablaba con Narcisa, Andrómeda y su marido vio acercarse a Remus cargando al pequeño Teddy junto a Tonks, que iba de la mano de un orgulloso Charlie.

Teddy estaba sano y acorde al peso y tamaño de su edad, y su pelo azul le delataba como un metamorfomago como su madre. Cuando se acercó a él y le acarició, Teddy cambió a un bonito rubio platino, sin duda Lucius era uno de sus favoritos, también su larga melena de la que se encargaba de tirar como un poseso.

Vio aproximarse a Snape, e inmediatamente Narcisa se envaró, aún no les perdonaban la jugarreta que le habían hecho a los chicos, y Narcisa la que menos.

Quizás Severus fuera bueno guardando secretos pero el de que estaba hasta los huesos por su mujer no era uno de ellos.

Sus ojos negros habían pasado de encantador de serpiente a cordero degollado en cuanto la vio.

—¿Me concedes este baile, Narcisa?—El rechazarle sería un gesto tan mal educado que su mujer jamás haría algo así en la boda de su hijo, Severus lo sabía y se aprovechó de la situación.

Andrómeda y Ted Tonks los siguieron mientras Remus y Charlie competían a ver quien le arrancaba más sonrisas a Teddy.

—Nunca llegué a darte las gracias—dijo Tonks, haciendo que Lucius se girara hacia ella.—Gracias, gracias por salvarnos a mi hijo y a mí, y gracias por salvarle a él.

Lucius asintió aceptando la gratitud y ambos miraron a Remus, que ahora peleaba por ver de quien adoptaba primero el color de pelo.

Ambos sonrieron. Le había costado muchos meses recuperar la movilidad del ala, y no sabía si en realidad algún día estaría a la par de la otra, pero ya las creyó una vez perdidas y volvieron.

Remus le entregó a Teddy a Tonks que había comenzado a llorar hasta las narices de esos dos idiotas, y abrazó a Lucius por la cintura.
—¿Por qué sí cambia a tu color?—se quejó Remus con un puchero muy mono.

—Porque tiene buen gusto—dijo él divertido ganándose un beso.

Los jardines de Malfoy Manor eran un lugar maravilloso para perderse con alguien que no paraba de besarte, y ellos dos se apartaron a uno de los lugares favoritos de Lucius.

Los magnolios en flor duraban todo el año desde que Lucius tenía uso de razón.

—Ha sido una ceremonia preciosa—comenzó Luicius—, en realidad las flores no estaban tan mal.

Remus sonrió benevolente, atrayéndolo más a sí mismo.

—No sé bien cómo decirte esto, pero yo no volveré a casarme no romperé el contrato mágico con Narcisa.

Los ojos ambarinos de Remus, bajo la luz de la luna, estaban muy brillantes.

—No podría hacerle eso, ella siempre será mi mujer.

Remus no decía nada, solo le miraba con calma.

—Pero nunca he estado más seguro de amar a alguien como te amo a ti, porque siempre has sido tú.

—Yo también te amo—le besó Remus, pero Lucius le separó apenas.

—Remus John Lupin, ¿querrías vincularte conmigo?

—Pero eso no es justo para ti, si yo muriera...

—Sería el veela más feliz del mundo si pudiera vincularme contigo, mi pareja destinada.

Remus asintió, primero en un gesto pequeño, después cada vez más grande hasta que elevó a Lucius en sus brazos y comenzó a decir que sí en voz alta.

Lucius desabrochó su túnica en un gesto muy similar al que había hecho su hijo horas antes. Sus alas salieron, una completamente formada de hermosas plumas color de plata. La otra menos frondosa, y con un movimiento más lento, pero ambas les envolvieron.

Quizás pasaron minutos o una vida juntos, pero después de un beso que supo a amor sincero Lucius abrió los ojos, y el gris había desaparecido para dar lugar a un ámbar brillante, tan brillante como eran los de Remus al mirarle.

Remus tenía una fina línea gris rodeando su tono ámbar, estaban vinculados. Y ahora entendía lo que de verdad era estar con tu destinado.

Debió pasar más tiempo del que ellos calcularon desde que se habían ido, porque cuando volvieron a la fiesta el ambiente era bastante distinto al que habían dejado.

Fenrir que llevaba una falda tradicional escocesa estaba tentando a Bill para que comprobara que no llevaba nada debajo, y Bill parecía estar demasiado colaborador porque no se le veía una mano.

Narcisa bailaba en un extraño triángulo, en dos de sus lados estaban los gemelos Weasley, y en el otro un venenoso Snape echándoles mirada de muerte.

Draco volaba al rededor de Harry en unos movimientos nada decentes, y Minerva McGonagall reñía a Dumbledore que estaba acabando con todas las reservas de su nuevo licor favorito, el Limonccello.

—No hay boda sino acaba en desmadre—le dijo Remus al oído.

—Mejor vamos a ir a hacer el nuestro a nuestra habitación.

Quizás los Malfoy nunca más podrían pertenecer a los Sagrados 28, pero a Lucius eso ya no le importaba, le importaba más la felicidad de su familia, y el hombre que había estado destinado a él toda su vida, que ahora acariciaba sus alas de un modo realmente sexy.

Notas finales:

Pues ya hemos terminado otra historia.


Espero que os haya gustado, tanto esta como Beauty han sido dos historias llenas de humor y mamarrachadas, con su puntito de drama, lo justo para darle emoción.


Ha sido un placer compartirla con vosotras/os/es. Gracias por vuestros comentarios y compañía.


Nos vemos en otras historias.


Besitos.


Shimi.


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