La historia de Draco era cuanto menos alarmante, a Potter lo habían tenido que sacar de la habitación con magia, y con un beso de Draco que a Lucius le dieron ganas de asesinar al mestizo baboso cuatro ojos.
—O sea, que te has enlazado con él, ¿qué habíamos hablado de eso?—Aunque la pregunta estaba hecha para que a Draco ni se le ocurriera contestarla.
Salvo que su hijo, era su hijo por algo más que por la sangre y por las inmensas alas doradas que ya no se esforzaba en ocultar.
—Nos he salvado, a los tres.
—No, él nos ha salvado a los tres—apuntó Lucius tras la puerta, sabiendo que Potter estaba allí como un centinela.
¿Qué tipo de padre creía que era para pensar que haría cualquier tipo de daño a su hijo?
—¿Os pensáis comportar?—terció Narcisa que aún no había dicho nada—. Estamos aquí, estamos a salvo, y queramos o no ahora pertenecemos a este bando.
—Se ha enlazado, Cissy—se quejó Lucius—Sin nuestro consentimiento, y con esas alas ya todos saben lo que somos.
Su esposa le miró con advertencia, las prioridades habían cambiado.
—No me he enlazado.
—¡Cómo que no! Os he visto, lo llevas como un perro con collar, y toda esa aura densa y…
—No nos hemos enlazado—gruñó bajo Draco.
—Pelea de veelas no, me niego—se enfadó Narcisa—volveré cuando dejéis de comportaros de ese modo.
Narcisa salió de la habitación, lidiar con un adolescente era siempre complicado, con un adolescente veela, por mil, pero si encima su padre era otro y aún más hormonal y testarudo, eso podría llevar horas, y ella no estaba de humor para aguantar pullas, golpes de encanto veela y reconciliaciones llenas de lágrimas.
Como su marido había dicho, Potter estaba de guardia contra la puerta.
—¿Está seguro ahí adentro?—preguntó con clara preocupación.
—Totalmente—dijo ella, pero el golpe de encanto veela contra la puerta no convenció mucho a Potter.
Remus estaba intentando escuchar a Bill, pero la verdad era que tenía la atención dividida. No le gustaba nada tener a los Malfoy allí, bastantes problemas tenían ya a cuestas.
Además, Lucius había escuchado y visto algo que no era lo más conveniente. Su doble vida con su manada era algo que llevaba en secreto.
Los bandos allí no eran importantes, y Fenrir lo había dejado claro. Eran familia, y cada uno estaba en un bando pero la manada era la manada, y ellos le habían aceptado cuando todo se había deshecho en su vida.
Con la vuelta de Voldemort todos habían vuelto a sus respectivos bandos. Pero los lazos no se habían roto, y para Remus eso era algo muy complejo de explicarle a nadie.
Casi tanto como aceptar que Lucius Malfoy era un veela, y su hijo también.
Abrir ese cajón sí era algo que no tenía porqué volver a hacer, y de hecho estaba dispuesto a dejarlo completamente cerrado.
Su parte lobuna le mandó una pedorreta mental y se retiró a la profundidades de su cerebro. Cuando se enfadaba era una bestia insoportable que le aplicaba la ley del silencio más ruidosa del mundo.
El primer impacto de lo que luego supo era encanto veela lo dejó casi sin aliento, maldita sea, era demasiado similar a lo que había experimentado en su séptimo año en Hogwarts, ¿había sido Lucius entonces?